20. ¿A dónde iré?
Solo por comodidad Charlie aceptó usar el bóxer que Kevin le prestó anoche y volviéndose a poner la ancha camiseta bajó a tomar asiento en una de las sillas altas de la cocina.
Disfrutó en silencio de una taza de café mientras observaba a su jefe preparar hábilmente huevos revueltos en un sartén y el olor a pan tostado también llenaba el lugar. El hogar de Kevin emanaba paz. A pesar del loco despertar, y la puerta principal rota, Charlie se sentía protegida.
—¡Buen día, señorita Lawrence! —la voz de Lewis hizo que ella medio escupiera su café ya que ni siquiera escuchó los pasos del hombre al acercarse.
Sus mejillas se tornaron rojas en cuanto encuentra sus ojos con los de Lewis.
—Buenos días —susurró.
Kevin se volteó con la espátula en la mano y rodeó la isla para mirar de reojo las bolsas de compras que Lewis comenzó a acomodar sobre la superficie.
—¿Conseguiste todo? Eso fue rápido.
—Sí, todo está aquí —Lewis asintió.
Charlie intentó estirar lo más que pudo de la camiseta para cubrir sus muslos, avergonzada, pero se da también cuenta de que Lewis ni siquiera le presta atención.
—Charlie —Kevin le extendió una pequeña bolsa de papel blanca—, necesito que después del desayuno te tomes esta pastilla.
Y allí iban sus mejillas, tornándose rojas mientras tomaba la bolsita y la dejaba a un costado de su taza. Kevin se volteó para apagar la estufa y dejar la espátula sobre la sartén.
—Aquí está su ropa —Lewis le pasó las demás bolsas, no hay destello de burla o de acusación en el rostro del hombre y eso hace que Charlie pierda un poco los nervios. Incluso se preguntó si esto es algo que ha hecho antes. La sola idea de que sea así le hace sentir mal—, estaré en auto, Kevin.
—Iremos en cuanto terminemos de desayunar y nos alistemos.
Dando un asentimiento de cabeza, Lewis salió del lugar.
—No tenías que comprarme ropa.
Kevin colocó un plato frente a ella ya con dos panes tostados y el huevo revuelto en una esquina.
—¿Pensabas volver a ponerte el vestido? Huele a cerveza.
De forma disimulada Charlie llevó un dedo a su mejilla lastimada tocando con cuidado la pequeña herida.
Kevin sacó el queso crema y también mermelada de la nevera. Tomó los cubiertos y dejó todo frente a Charlie.
—¿Iremos al trabajo? —decidió cambiar de tema mientras él tomaba asiento a su lado con su plato también listo.
—No —Kevin negó.
—¿Entonces qué haremos?
—Pues... Hoy amanecí con dos puertas rotas así que debo ir a comprarlas y llamar para que vengan a cambiarlas.
—¿Eso que tiene que ver conmigo? —Charlie arqueó una ceja.
—También iremos a donde sea que te estés quedando y buscaremos tus cosas.
—¿Qué? —lo miró con ojos muy abiertos.
—Lo que escuchaste.
—Kevin.
Las palabras se agolparon en sus labios y la burbuja que la tenía flotando risueña sobre la realidad se reventó. Tony llegó a su cabeza. Lo debía enfrentar y sobre todo tenía que alejarse. Las lágrimas amenazaron con salir de sus ojos, Kevin la hizo girar y tomó sus manos con rapidez.
—¿Qué sucede? —la escaneó.
La respiración de Charlie comenzó a ser irregular.
—Creo... —lágrimas resbalaron por sus mejillas—. Kevin, estoy teniendo un...
Apartó sus manos y se levantó de la silla mientras caminaba con torpeza a las escaleras, pero no logró subir más de dos escalones porque su pecho ardía y su cabeza parecía a punto de explotar.
—¡Charlie! —Kevin la sostuvo de la cintura y la hizo sentarse en el escalón junto a él—. ¡Charlie! —tomó sus mejillas para que lo viera a los ojos—. Es un ataque de pánico, respira conmigo, ¿de acuerdo? Respira.
Sus lágrimas no dejan de caer, pero comienza a inhalar y exhalar aire siguiendo a Kevin.
Después de un par de segundos él limpió con sus pulgares los restos de lágrimas del rostro de la chica y ella dejó caer su cabeza en el hombro de Kevin.
—Estoy demasiado asustada. Sin Tony, ya no tengo a dónde ir.
—Claro que sí, puedes quedarte conmigo.
Ella apartó su cabeza del hombro de Kevin para mirarlo.
—Eres mi jefe.
—Sí —apartó un mechón de cabello de Charlie para acomodarlo detrás de su oreja—, y tú eres mi secretaria. ¿Qué hay con eso?
—¿No es algo... Inapropiado?
—Somos adultos, Charlie.
—Lo sé, pero lo que quiero decir es que... Tenemos poco de conocernos, tuvimos sexo, pero...
—Dejar que te quedes aquí mientras logras ahorrar un poco para poder rentar en algún lugar no es problema. Si tú quieres mi ayuda, yo puedo brindarla.
—Eres demasiado bueno conmigo.
Charlie bajó la cabeza y comenzó a jugar con el borde de la camiseta.
Kevin dejó salir un suspiro sonoro y desvió la mirada.
—Le hice una promesa a mi prima hace unos días.
—¿Sí? ¿Qué promesa?
Él la volteó a ver nuevamente e inclinó su rostro para rozar sus labios con los de Charlie. Ella contiene la respiración, tenerlo tan cerca hace que su corazón se acelere demasiado.
—Una que siendo honesto no creí tendría que cumplir demasiado pronto y una que...
—¿Qué? —Charlie lo miró a los ojos.
—Una promesa que tiene tu nombre escrito.
—¿De qué se trata? —preguntó en un susurro mientras sus labios rozan los de Kevin.
—Déjame ayudarte, Charlie. Puedo hacerlo, puedo tratarte mejor que él.
No resistió más y llevó sus manos al rostro de Kevin para besarlo.
Al separarse sólo asintió y cerró los ojos.
—De acuerdo.
Kevin tomó una de las manos de Charlie y dejó un beso en su dorso.
❁❁❁
Charlie sacó las llaves de su bolso y con las manos temblando abrió la puerta del departamento.
Kevin la siguió de cerca.
El olor a alcohol inundó el lugar y los ojos de Charlie se llenaron de lágrimas al ver que lo que fue un lindo gesto ahora es solo fotos rotas y globos que fueron reventados.
—¿Qué diablos pasó aquí? —preguntó Kevin en un susurro mientras caminaba por la sala de estar viendo el desorden.
Charlie ahogó un grito al ver que el libro que Quinn le regaló está totalmente destrozado. Muchas de sus páginas se encuentran sueltas y otras hechas bolas de papel.
—¡No! —se arrodilló para tomar el libro.
Kevin hizo una mueca de pesar cuando ella se puso de pie abrazando con dolor lo poco que quedaba del libro.
—Es un idiota. Vamos, Charlie, busca tus cosas y salgamos de aquí.
Charlie prosiguió a caminar para hacer su camino a la habitación.
No había señal de Tony y el lugar es un desastre: las gavetas de ropas están abiertas y las puertas de los armarios también.
—Ay, no —Charlie dejó caer a sus pies el libro y llevó las manos a su boca ahogando un sollozo.
Toda su ropa hecha retazos. No hay una sola prenda de Charlie que haya sobrevivido al arrebato de Tony y lo que más le duele es ver en pedazos su toga y birrete en medio de la desordenada cama.
Kevin apretó sus puños y volteó a verla. No sabía ni qué decirle.
—No puedo creer que... —Charlie se detuvo de seguir hablando ya que las lágrimas aparecieron nuevamente.
—Vamos —Kevin pasó un brazo por los hombros de Charlie y la giró para salir de la habitación.
En total silencio salieron del edificio y la cara de preocupación de Lewis no demoró en aparecer cuando ve como Charlie está limpiando sus lágrimas y Kevin sólo mantiene el rostro serio.
—¿Sucedió algo malo? —cuestionó Lewis mientras abre la puerta trasera de la camioneta para que Charlie subiera.
Kevin no lo hace, solo espera a que Lewis cierre la puerta y al estar solo ellos dos procede a hablar—: Lewis, quiero que hoy estés con Charlie, ¿de acuerdo? Ya te explico, haré una llamada.
—De acuerdo, Kevin.
Se alejó de su chófer a la misma vez que sacaba de su chaqueta el celular. Al segundo timbrazo una risa baja inundó su oído.
—¿Ya te hago falta? Es mi primer día fuera de Daniels Empire por mi licencia de maternidad y ya estás llamándome.
—Pues tú sabes que yo no puedo vivir sin ti, Quinn —bromeó.
—¡Escuché eso, Daniels! —exclamó Michael, el esposo de Quinn, y una sonrisa se le escapó a Kevin sin querer.
Quinn se ríe y dice—: ¿Qué sucede, Kevin?
Volviendo a poner el rostro serio, metió su mano libre al bolsillo delantero de su chaqueta.
—Sé que esto es mucho pedir y en serio detesto molestarte ahora que solo debes estar descansando, pero necesito que me ayudes con algo.
—Lo que sea Kevin, ¿pasó algo malo?
—La verdad es que sí.
—¿Estás bien? —Quinn ahora sonaba preocupada.
—Yo estoy bien, pero hay alguien que justo ahora no está pasando su mejor momento y... No lo sé, pensaba que quizás pasar una tarde contigo le haría bien.
Quinn soltó un suspiro de alivio.
—De acuerdo, dame un poco más de contexto.
Charlie estaba tan sumida en su dolor que cuando siente la mano de Kevin sobre las suyas es que reacciona y se da cuenta de que él está sentado junto a ella.
—Disculpa la demora, tenía que hacer una llamada.
Ella sonríe sin mostrar sus dientes y apoya su cabeza en el hombro de Kevin, siendo ese un acto que a él comienza a agradarle.
—Lewis, ¿puedes llevarnos al centro comercial?
El hombre asintió al retrovisor y procedió a conducir en dirección al lugar.
—¿Al centro comercial? —susurró Charlie y se alejó para verlo a los ojos.
Kevin llevó sus manos a las mejillas de ella y limpió los rastros de lágrimas.
—Sí.
—¿Por qué?
—Nos encontraremos con alguien allá —mintió, en realidad él no se quedará.
Charlie prefirió no indagar, sólo volvió a dejar caer su cabeza sobre el hombro de Kevin y tomó las manos de él para entrelazarlas con las suyas.
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