15. San Valentín Pt.1
San Valentín.
Un día muy popular a nivel mundial para el amor y la amistad.
Charlie es la primera en llegar al piso 30 ya que se levantó muy temprano y salió de casa minutos antes de que Tony llegara de hacer su circuito matutino por el parque.
Ni Quinn, ni Kevin se encuentran en sus respectivas oficinas así que ella aprovechó la soledad para revisar la agenda de ambos y ver qué es lo que debe recordarles. Es ahí cuando se dio cuenta de que hoy es el último día de Quinn ya que se va por licencia de maternidad y regresa dentro de unos meses. La noticia le entristeció un poco, pero lo entiende absolutamente.
Se distrae leyendo correos y pasa los minutos en eso.
—Buenos días, Charlie.
La voz de Kevin hizo que se asustara ya que nunca se da cuenta cuando el hombre hace presencia en el lugar.
—Buenos días —le regaló su mejor sonrisa—, feliz San Valentín.
—Feliz San Valentín. ¿Cómo amaneces, Charlie?
—Todo bien.
Lo escaneó disimuladamente, su jefe es atractivo, eso no es un secreto para nadie así que no se siente mal por observarlo, cualquiera que tuviera dos ojos medio funcionales como los de ella lo haría.
—¿Algo que deba recordar? —preguntó mientras hacía su camino hasta la oficina y la sacó de su trance.
—Dos reuniones, ambas por videoconferencia y también...
Las puertas del ascensor se abrieron interrumpiendo. Lo primero que ambos notaron fue la gran cantidad de globos que viene sosteniendo un chico y con su otra mano una canasta llena de muffins. Junto a él hay otro que sostiene con ambas manos un enorme arreglo de rosas rojas que forman un corazón.
—¿Charlotte Lawrence?
—Ay, no puede ser —susurró y sus mejillas se tornaron rojas al ponerse de pie.
Kevin sólo arqueó una ceja viendo a su secretaria caminar hasta el encuentro con los repartidores
—Soy yo.
—Señorita Lawrence, esto es para usted.
El primer chico le entregó los globos y la pesada canasta.
—Uh, gracias —Charlie dejó ambas cosas en una esquina del escritorio evitando la mirada de su jefe.
El segundo chico colocó también el arreglo de flores sobre el escritorio y le extendió un pedazo de papel.
—¿Podría firmar aquí?
—Claro —Charlie tomó un bolígrafo para firmar la constancia de recibido.
—Feliz San Valentín —dijo el mismo chico y se alejó con su compañero para volver al ascensor y subir dentro. A los pocos segundos las puertas se cerraron.
—Vaya, Charlie, parece que alguien allá afuera te quiere mucho —Kevin sonrió de lado y regresó hasta el escritorio para ver de cerca los regalos.
—Eso parece —Charlie tomó asiento y llevó las manos a su rostro.
—Muffins de arándanos, genial.
—¿Arándanos? —Charlie apartó las manos y subió la vista a Kevin.
—Sí, es fácil saberlo, el olor es inconfundible —asintió y notó que el rostro de ella se había transformado en una mueca de disgusto.
Charlie soltó una risa amarga y se levantó para rodear el escritorio y pararse junto a él.
—¿Ve alguna nota por allí? —preguntó mientras se inclinaba para buscarla entre los muffins.
—Eh, sí... —Kevin estiró su mano y sacó un pequeño cartoncillo color blanco.
Charlie leyó en voz alta lo escrito.
—Para mi muñeca, mi dulce favorito eres tú. Feliz San Valentín, con amor, Tony.
Las puertas del elevador se abrieron nuevamente, Quinn es la que sale y les regala una sonrisa a ambos.
—¡Feliz San Valentín! —se acercó y observó todo con atención—. Oh, el espíritu del amor y la amistad llegó temprano al último piso.
—Sí, así es —Charlie escondió la tarjeta dentro de las flores y tomó la canasta de muffins extendiéndosela a Quinn—. Feliz San Valentín.
La rubia abrió su boca en sorpresa y seguido su sonrisa se hizo más grande.
—¿Para mí? —llevó una mano por encima del corazón—. ¡Charlie! No tenías que hacerlo, qué detalle tan amable.
Kevin está demasiado confundido con la situación, pero no dice nada ya que Quinn rompe la distancia y abraza a la chica.
—¿Qué estás haciendo? —le preguntó silenciosamente.
Charlie sólo le dio una mirada en la que le pedía que no desmienta la situación.
Quinn rompió el abrazo y tomó un muffin de la canasta.
—Jovencito, intenta no alterarte, ¿de acuerdo? Solo un muffin por la mañana, nos comeremos el resto después —le habló a su estómago y dio un primer mordisco—. Mmm, arándanos, que delicia.
Charlie le siguió de cerca a la oficina ya que la canasta es demasiado pesada para Quinn, una vez la deja sobre el escritorio de la mujer, sale cerrando la puerta.
Kevin no se había movido de su lugar y vio a Charlie sentarse nuevamente detrás del escritorio.
—¿Qué fue eso?
—Soy alérgica a los arándanos —respondió ella finalmente.
—Oh.
—Sí, la primera vez que los comí tenía siete años y fue en un viaje a la casa de campo de mis abuelos a las afueras de la ciudad. Mi abuela estaba tan emocionada porque su plantación de arándanos se encontraba lista para ser cosechada, como buena nieta me ofrecí a ayudarla. Fue una tarde bastante agradable hasta que metí una de esas infernales frutillas a mi boca y mi garganta comenzó a cerrarse.
—Wow —Kevin hizo una mueca.
—Casi me muero ese día. Por favor, no le digas a Quinn.
—No te preocupes, no lo haré.
—Gracias.
Kevin palmeó el escritorio y se alejó para caminar hasta su oficina.
—Oh, por cierto, lo otro era comprar lo prometido para la fiesta de Fredie, me salió como una alerta así que supongo que es importante —prosiguió a decir ella antes de que Kevin entrara del todo a su oficina.
—¡Gracias, Charlie! —respondió desde el otro lado.
Ella sonrió sin poder evitarlo y continuó leyendo más correos electrónicos.
❁❁❁
Horas más tarde, el lugar estaba lleno de regalos, muchos para Kevin y muchos para Quinn. Gente de diferentes departamentos subió en el transcurso de la mañana y Charlie había entrado a las oficinas de sus jefes más de lo que le gustaría admitir solo para dejar dichos regalos.
—No creías que por llegar al final también te quedarías sin regalo, ¿verdad? —Quinn salió de su oficina con una pequeña bolsa de regalo color rosa y se la extendió.
—Aw, ¿de verdad?
—Espero que te guste.
Charlie sacó los papeles que sobresalen de la bolsa y tomó en manos un libro y una caja de perfume.
—¡No puede ser! ¿Ella es alcohol - Él es dolor? He querido comprar esta novela por mucho tiempo, pero siempre pasa algo o se me olvida. Incluso se lo he pedido con insistencia a mi novio.
Los ojos de Quinn se iluminaron.
—¿De verdad? ¡Por favor, no le mientas a una embarazada! Nuestras hormonas nos ponen muy sensibles.
—¡De verdad! —Charlie se levantó de su escritorio y lo rodeó para abrazar a Quinn—. ¡Gracias, gracias, gracias!
—San Valentín y su desborde de amor, ¿hay un poco de eso para este humilde ser humano?
Ambas se separaron cuando escucharon la voz de Fredie.
—Claro, ven aquí —Quinn caminó hasta él y lo rodeó en un abrazo.
Charlie, por su parte, puso atención al repartidor que viene saliendo del ascensor y trae una canasta con un enorme arreglo de frutas.
—¿Kevin Daniels? —preguntó.
—Oh, ¡Llegó mi regalo para el jefe! —dijo Quinn al separarse de Fredie—. ¡Aquí! —subió su mano en dirección al chico—. Hola, soy Quinn Vance, la que ordenó el pedido. Puedes dejarlo en ese escritorio.
Mientras Quinn firmaba el recibimiento del arreglo Charlie rompió el plástico que mantenía el libro en perfectas condiciones y lo abrió a la mitad para olerlo.
—Oh, es la gloria —dijo en un susurro.
—Eso no es extraño en ningún sentido —murmuró Fredie, sarcástico. Una sonrisa burlona apareció en sus labios.
—¿No me digas que el olor a libro nuevo no te gusta, Fredie?
—La verdad es que no.
—¡¿Qué?!
Charlie lo miró escandalizada y él carcajeó.
—Solo bromeo, claro que sí. ¿Quién no amaría ese olor?
—¡Fiu! Ya creía que eras un loco del cual debo mantenerme alejada.
—¡Lo es! Que no te engañe esa carita de inocente —dijo Quinn a la distancia y cuando ambos giran la ven tocando la puerta de Kevin.
Charlie se ríe y abraza el libro contra su pecho.
—Seré el tío más divertido que ese bebé tendrá, así que tus comentarios no me afectan —la señaló.
Kevin negó al salir.
—Yo seré el más divertido, cállate.
—Ambos lo serán —Quinn palmeó el pecho de Kevin—, cero peleas, Mike los amará por igual.
—Sí, pero a mí más —Fredie caminó hasta ellos y Charlie volvió al escritorio para sentarse en su lugar.
—No, a mí más —insistió Kevin.
—Dios, parecen niños —Quinn rodó los ojos—, mejor ven a recibir tu regalo —tomó a Kevin del brazo y lo arrastró hasta el escritorio de Charlie.
—¿Un arreglo de frutas? —Kevin sonrió alegre—, está enorme, no tengo estómago para tanto.
—Bueno, no sé qué harás —Quinn le dio un ligero codazo—. No te puedo vigilar, pero confiaré en qué te comerás hasta la última fruta.
Kevin se inclinó para abrazarla.
Charlie notó que Kevin es el más alto de todos en el lugar y verlo abrazar a Quinn con tanta familiaridad le causó ternura, se veía que todos eran muy unidos.
En su antiguo trabajo tenía buena relación con sus compañeros, pero no así, por eso es un poco extraño para ella, aunque le resultó lindo ver la forma en la que se tratan.
Kevin se inclinó aún más para hablarle al estómago de Quinn.
—Mike... Recuerda que yo soy tu favorito.
—¡No! —Fredie corrió hasta ellos y se inclinó junto a Kevin—. Mike, no lo escuches a él, tú favorito soy yo, el tío Fredie.
Quinn los tomó de las orejas a ambos y los hizo ponerse erguidos.
—Ya basta los dos, si siguen así nos los invitaré al baby shower —los amenazó.
Entre quejidos por parte de ellos y risas por parte de Charlie, Quinn los liberó y se alejó para volver a su oficina.
—Auch —Fredie llevó una mano a su oreja—, ya es toda una mamá.
Kevin solo asintió y tomó una uva de la canasta para meterla en su boca.
—¿Qué tienes allí? ¿Más regalos? —señaló el libro entre los brazos de Charlie con una media sonrisa.
—Quinn me lo regaló —le enseñó la portada—. ¿No es genial? Lo he querido por un largo rato y finalmente lo tengo.
—Hailey Winter... —Kevin leyó el nombre de la autora.
No dijo nada, pero él y Hailey Winter tienen una amistad de muchos años, vagamente tiene el recuerdo de hace unos meses yendo al evento de caridad que tuvo Editorial Winter y la vio por última vez.
Incluso recordó lo emocionado que estaba el asistente de Hailey cuando lo vio a él, no recuerda el nombre del chico, pero sí lo mucho que dijo que lo admiraba, cómo todo aquel que lo conoce. Qué irónico que ahora su secretaria sea la que es fanática de Hailey.
—¿Cuáles son tus planes para esta noche, Charlie? —Fredie se apoyó del escritorio viéndola con atención.
—Quizás una cena con mi novio, no lo sé todavía —respondió borrando su sonrisa y poniendo un semblante más serio.
—Bueno, si la noche no es lo que esperas, mi fiesta tendrá las puertas abiertas para ti.
Kevin rió.
—Déjala en paz, ¿por qué invitas a alguien con pareja a tu fiesta de odio al San Valentín?
—Solo soy amable, Kevin Daniels —Fredie subió los hombros, despreocupado.
—Claro —Kevin tomó la canasta de frutas para volver a su oficina.
—¡Te enviaré la invitación al correo! —gritó Fredie desde lejos ya que siguió a su mejor amigo porque después de todo, él había subido era para preguntarle a Kevin sobre cosas del trabajo.
Charlie solo negó y al cabo de pocos minutos recibió la invitación.
Tomó un bolígrafo y papel para apuntar la dirección del bar y lo metió en su bolso.
No cree que vaya, pero uno nunca sabe qué puede pasar, el día aún no acaba y la noche prometía ser larga.
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