14. Por amor



Con la llegada del domingo Charlie aprovechó su día libre para organizar el departamento de Tony y ver películas mientras él asistía a un muy oportuno seminario de trabajo que iba a tomarle horas y eso le garantiza tiempo a solas.

—Hola, ya estoy en casa, ¡¿muñeca?! —Tony entró al departamento justo cuando el reloj marcaba las 17:05 pm.

Charlie terminó de atar sus zapatillas y se apresuró para salir de la habitación ya lista con ropa deportiva.

—¡Aquí! —corrió hasta él y le dio un beso corto sobre los labios—, ya me voy.

—Espera, espera ¿acabo de llegar y ya te vas? —la tomó de la mano, viéndola con tristeza.

—Iré a trotar al parque —ella hizo una mueca.

La verdad es que no quiere estar con él a solas. Si bien la mancha en su mejilla ya desapareció el recuerdo de la pelea sigue presente y quiere su espacio.

—¿No quieres que te acompañe?

—No. Estaré bien.

—Charlie.

—¡Cariño! —ella soltó su agarre—. Acabas de llegar de ese seminario, relájate un poco, toma una ducha. Tú ya haces un circuito por las mañanas, no puedo pedirte que hagas otro por la tarde.

Tony arrojó las llaves al sillón y se quitó el saco para cruzarse de brazos.

—Odias correr, eres la persona menos atlética que he conocido en mi vida. ¿Qué es lo que sucede? ¿Estás bien?

—Perfectamente bien —se puso de puntillas para dejar un beso en la mejilla de Tony—, solo será media hora y regreso.

Él no tuvo chance de responder ya que ella salió del departamento veloz y estrellando la puerta.

Se colocó en los oídos los audífonos que había dejado descansar sobre su cuello y mientras corría rogaba poder encontrarse con Stella.

Tiene que parar a los pocos minutos porque el pecho le arde y no puede respirar, en una cosa Tony tenía razón: Charlie no es atlética en absoluto.

—Gritona, nos encontramos nuevamente —escuchó que le decían a la distancia.

Stella desvió el paso junto a los seis perros que van frente a ella y llegan hasta Charlie.

—Me gustaría decir que es... Que es por mera casualidad, pero yo —Charlie se inclinó un poco para apoyarse en sus rodillas—. Espera un segundo, necesito recuperar el aire.

—¿Cuánto corriste? —Stella arqueó una ceja.

—Media canción de Taylor Swift.

Se quitó los audífonos y los dejó sobre su cuello lentamente.

—¿Así que solo dos minutos? Eso es patético.

Charlie rió y se levantó erguida.

—La verdad es que solo estoy aquí porque quería hablar contigo.

—De acuerdo —Stella señaló con su cabeza hacia atrás—, vamos, estos chicos tienen un paseo que terminar.

Como la última vez, le dio tres correas para que ahora cada una vaya paseando tres perros.

—Soy toda oídos, gritona, ¿qué sucede?

—Solo quería conversar con alguien, Stella.

—Bueno, pero... ¿De qué podríamos hablar? No nos conocemos en absoluto.

—Podemos hablar de lo que quieras, no tiene que ser precisamente de cosas personales... ¡Ya sé! ¿Te cuento mis desgracias?

—¿Tus desgracias? —Stella contuvo la risa.

—¡Hey! —Charlie también rió—. No te burles, hablar de mi mala suerte y hacerlo ver como lo más gracioso del mundo es mi forma de superarlo.

—Bueno, debo admitir que las pocas que he oído han sido graciosas.

Charlie dejó salir aire por su boca y mientras caminaban le contó la pena qué pasó ayer y también lo mucho que su pie izquierdo le dolía por el golpe que el libro le provocó.

Stella no dejaba de reír.

—¿Cómo es que te las ingenias para seguir viva? Dios mío, Charlie.

—Es extraño, mi mamá solía decir eso cuando yo era más pequeña.

—¿Sí?

—Mi mamá está llena de frases que ha designado sólo para mí y mis situaciones extremas.

—¿Cómo cuáles?

Charlie ladeó la cabeza pensando.

—La más popular de todas es: "Si existe Charlie, existen problemas".

—Qué sabia es la mujer —dijo Stella, sarcástica.

—Te burlas, pero en realidad tiene razón y respondiendo a tu pregunta... No tengo idea de porqué sigo viva.

Y no lo dice por los accidentes tontos que suelen pasarle diariamente, lo dice por Tony, ella aún no sabe cómo es que en uno de sus arrebatos de borracho no la ha matado. Tiene suerte de que el último incidente sólo fue una bofetada ya que en el pasado ha recibido golpes mucho más fuertes y difíciles de maquillar.

—Charlie, si te reconforta saberlo te puedo decir que incluso un mal día solo dura 24 horas.

Se aclaró la garganta y sonrió a medias. —En eso tienes razón.

Stella detiene el paso cuando ya han llegado a la entrada del parque y Charlie hizo una mueca al darse cuenta de que ya la chica se tenía que ir.

—Quizás mañana sea un buen día para ti y tu salado ser. ¿Cuáles son tus planes para San Valentín? —preguntó Stella mientras recibía de regreso a los otros perros.

—No lo sé, debo trabajar y luego seguramente mi novio nos llevará a su restaurante favorito.

—Entonces supongo que escucharé sobre ello después.

—Oh —Charlie hizo un gesto desdeñoso—, tenlo por seguro.

Stella sonrió.

—Nos vemos, Charlie.

—¡Adiós, Stella!

Desde su lugar la ve alejarse, pero a los pocos pasos la chica de coloridos mechones rojos y rosas se volteó a verla sobre sus hombros.

—¿Charlie?

—¿Sí?

—Buena suerte mañana, San Valentín es un día muy loco, más en esta ciudad que siempre lo celebra a lo grande.

—Lo tendré presente.

Y con eso dicho ambas tomaron caminos opuestos.

❁❁❁

Las cosas que uno hace por amor.

Eso es lo que Charlie piensa en cuanto pone los pies dentro del departamento luego de una hora en el parque donde solo se limitó a caminar escuchando música y rogando no encontrarse con la odiosa de su cuñada.

Al quitarse los audífonos comenzó a buscar a Tony con la mirada.

—¿Tony?

Tras no recibir respuesta se adentra a la habitación y es ahí donde lo ve durmiendo.

Piensa que se ve tan indefenso, tan pacífico y sobre todo muy hermoso.

Le duele mucho que después de tanto, lo sigue viendo con los mismos ojos de amor, si bien ahora todo se siente amargo y lo único que quiere es mantener una distancia hasta que las cosas se vuelvan a sentir como antes, ya no sabe ni qué hacer.

¿Si se aleja de él a donde iría a parar?

Nunca pensó que crecería y se convertiría en la clase de mujer que se queda junto a un abusador solo porque no tiene a nadie más. Su madre hizo un mejor trabajo que eso, con todo y las peleas constantes ella sabe que Vivian no crió a una chica que se debe dejar maltratar y luego perdona cuando recibe rosas con promesas vacías.

Tony comenzó a removerse en la cama, es ahí cuando sus sentidos se alertaron y camina con velocidad al baño antes de que él la atrape observándolo. Cerró la puerta con seguro y se miró al espejo, su reflejo la observó con decepción.

—Incluso un mal día dura 24 horas.

Stella tenía razón en ello.


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