05. Accidente menor


Charlie iba en el ascensor con varias personas que bajaban a medida que subía de piso. Para pasar el rato hasta la cima, específicamente al piso 30, sacó el celular de su bolso.

Necesito que vayas a casa de mi mamá e intentes averiguar qué mierda pasa por su cabeza hoy.
10:15 am⤺

No soy un psicólogo, tu madre es una mujer muy compleja y bastante extraña.
⤻10:15 am

Hablo en serio, Tony. ¡Me ha largado de la casa! ¡Tuve que cambiarme frente a la puerta principal sacando ropa interior de una bolsa negra!
10:16 am⤺

De acuerdo, iré a averiguar, te escribo cuando esté allá.
⤻10:16 am

No sé cómo, pero estoy segura de que la arpía de Jazmín debe estar detrás de esto.
10:16 am⤺

Serena, morena.
⤻10:17 am

Charlie bloqueó el aparato y lo guardó en su bolso al llegar al último piso del edificio.

Es la única que baja, ni cuenta se había dado de que había quedado sola dentro del ascensor. Salió y observó el lugar frente a ella. Habia una sala de espera con un largo sillón de cuero color negro que mira a dos grandes puertas de madera oscura. En medio de esas puertas hay una secretaria sentada detrás de un escritorio como si fuera una especie de guardiana que vigila el acceso.

—Hola —saludó—. Mi nombre es Charlotte Lawrence y tengo una entrevista de trabajo con Quinn Vance.

La chica la observó de arriba a abajo y no dijo nada. Solo apretó el botón de lo que parecía ser un intercomunicador.

—Quinn, una joven llamada Charlotte Lawrence te busca —dijo y automáticamente le dio escalofríos ya que hablaba de manera muy chillona.

Se encontró comparando su voz con el personaje de Friends, Janice Litman.

—¡Charlie! —Quinn respondió alegre—, sí, dile que pase, ya la estaba esperando.

La secretaria le hizo una señal con la cabeza a la puerta de la derecha.

No le pareció muy amable, pero quien es ella para juzgar, quizás ha tenido una mañana tan mala como la suya. Dirigió sus pasos a la puerta de Quinn y la abrió entrando a una oficina gigante pintada de un color menta muy suave, y con decoración simple de cuadros de arte abstracto y toques en color dorado.

—Hola, Charlie.

Quinn se levantó de la silla detrás de un escritorio y lo rodeó. Hoy viste un vestido rosa que se le ajusta al estómago haciendo que este luzca de manera perfecta mostrando su embarazo.

—Hola, Quinn. Gracias de nuevo por esto.

—No hay problema —señaló el sofá—, toma asiento.

Ambas se sentaron a la misma vez en el sofá grande color crema pegado a una de las paredes.

Comenzaron a hablar un poco de las aspiraciones de Charlie y qué rol quisiera desempeñar si ella le diera la oportunidad de formar parte de Daniels Empire. Tan entretenida estuvo la charla que el tiempo con Quinn pasó volando.

Charlie notó que es una persona con la cual se puede hablar de forma tranquila sin sentirse presionada. Quinn tenía una vibra muy calmada y en todo momento pone atención a lo que dices.

—¡Vaya! Daniels Empire necesita a alguien como tú en sus oficinas.

—¿Lo dices de verdad?

—Por supuesto que sí. Tienes ese brillo en tus ojos y ese deseo por salir adelante que alguna vez tuve y gracias a que alguien vió eso en mí pude conseguirlo —la señaló—. Quizás me recuerdas demasiado a mí a tú edad, no lo sé.

—Ayer me dijiste que Kevin Daniels fue el ángel que te alumbró el camino. Quinn, yo siento que tú eres mi Kevin Daniels —le sonrió.

Quinn ladeó la cabeza.

—Creo que es lo más halagador que he oído en semanas.

—Quizás mis palabras no se entendieron, pero lo que quise decir es que eres un ángel.

—No lo soy, pero intento dar oportunidades a personas que quieran salir adelante.

—Gracias.

Charlie comenzó a rebosar de felicidad, que algo bueno le pasara en este día era lo que necesitaba.

—Entonces, te enviaré por correo una copia del contrato para que lo leas. Creo que por ahora empezarás como asistente de oficina. Nuestra ejecutiva de ventas, Khenia Miller, me dijo que necesitaba un poco de ayuda, como te mencioné ayer estamos en temporada alta y muy pronto saldrá un nuevo producto al mercado.

—Muchas gracias, Quinn, no tienes idea de lo agradecida que estoy. De verdad.

Se ponen de pie y Charlie sonrió apenada ya que es obvio que Quinn debe comprender ese sentimiento, alguna vez estuvo en esa situación y alguien le dió una oportunidad que supo aprovechar y ahora está donde se encuentra.

—Vamos, te acompaño a la salida.

La siguió en silencio y cuando estaban afuera, el corazón de Charlie se aceleró al ver al hombre de ojos azules que ahora parece encontrarse a cada rato.

Está parado a un lado del escritorio de la secretaria leyendo unos papeles mientras ella le da información.

—... A su llegada Fredie me confirmará su asistencia para la reunión con Quinn.

—Está bien. ¿Qué hay de los contratistas del nuevo orfanato? —respondió seriamente sin subir la mirada de los papeles que leía.

—Hoy al mediodía traen los planos para que los revise —respondió ella de forma automática y Charlie cerró los ojos ante la chillona voz de la secretaria.

—Perfecto, gracias, Esther. —Kevin asintió y bajó las páginas.

—De nada, señor Daniels.

Charlie no pudo evitar abrir los ojos asustada mientras la realización la golpeaba con rapidez.

—Buenos días, Kevin —Quinn se le acercó con una sonrisa y entonces el castaño se percató de la presencia de ambas a pocos pasos de él.

—Buenos días, Quinn.

Ambos se abrazaron como forma de saludo.

Kevin le regaló una diminuta sonrisa a Charlie antes de romper el abrazo y fijar su atención en Quinn.

—Tengo en la computadora los archivos que querías, en unos minutos te los envío.

—Sí, necesito revisarlos antes de mi siguiente reunión, así que gracias.

El ascensor se abrió y de él salió el mismo señor que le regaló a Charlie una sonrisa cálida ayer fuera del establecimiento de su madre.

Lewis sostiene en las manos una caja blanca de forma rectangular.

—Kevin, aquí está el nuevo celular que mandaste a comprar.

Le extendió la caja y Kevin la aceptó con una sonrisa amable.

—Gracias, Lewis.

El hombre asintió y se giró para subir al ascensor y retirarse.

'Eso explica por qué me miró tan burlón cuándo le pregunté si trabaja aquí...' pensó ella. 'Es nada más y nada menos que Kevin Daniels, el dueño del lugar donde me encuentro parada y quizás de toda la cuadra completa.'

—¿Qué le pasó a tu celular? —preguntó Quinn, curiosa.

Kevin le dió una mirada rápida a Charlie y luego a Quinn.

—Un accidente menor, pero no pasa nada, igual ya tenía ganas de cambiarlo, supongo que de no haberse roto no lo habría podido hacer.

—Oh —susurró la rubia.

El enojo de Charlie pasó a segundo plano y la vergüenza se instaló en su lugar.

—Bueno, no les quito más tiempo. Tengan un buen día. —Kevin inclinó la cabeza en un gesto de cordialidad y se giró para entrar a su oficina.


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