03. Medidas desesperadas


Una humeante lasaña de brócoli y pollo es puesta delante de Charlie.

—Muchas gracias —dijo al camarero.

A Tony le dejaron carne asada y papas al horno. Uno de sus platillos favoritos.

Hortensias es un restaurante cinco estrellas muy elegante y costoso, la comida es buena y el lugar está parcialmente lleno para solo ser lunes por la noche.

—Gracias —dijo Tony en dirección al mismo hombre. Este asintió y se fué dejándolos solos en la mesa—. Esta noche, al igual que todos los días, te ves preciosa, muñeca.

Charlie se sonrojó ante sus palabras. No podía evitarlo.

—Gracias, ¿te gusta el vestido? —preguntó con tono juguetón ya que él se lo regaló hace una semana.

Es un vestido color verde oscuro de tiras que realza sus senos con la curvatura en V. Le llega cuatro dedos arriba de la rodilla y la tela es fresca.

—Yo te lo compré, ¿cierto? —preguntó, no muy seguro.

—Sí.

—Que buen gusto tengo para todo —comentó con egocentrismo—. Me encanta, pero no veo el momento de llegar a mi casa y arrancarlo de tu cuerpo.

Charlie miró a su alrededor asegurándose de que nadie escuchara eso. Todos parecían absortos en sus propias conversaciones, así que se tranquilizó.

—Encantador y modesto —susurró, sarcástica. Tony le guiñó un ojo y prosiguió a cortar la carne frente a él.

—¿Me contarás?

—¿Qué tanto deseas oír? —indagó Charlie con gesto molesto—. Anoche volteé una mesa y quebré muchas cosas.

—Detalles, muñeca, detalles. ¿Cómo reaccionó Zach? ¿Qué dijo Jazmín, ''la emperatriz del mal''? ¿Mi suegra se puso histérica? Necesito los detalles del evento.

—Si hubieses accedido a venir conmigo habrías visto todo en primer plano.

Tony dejó los cubiertos de lado y la miró seriamente.

—Estaba en una cena de negocios importante, ya lo sabías.

—Lo sé.

Tony era dos años mayor que Charlie, cuando se conocieron él estaba en su último semestre de la carrera, ahora ya era todo un licenciado en mercadeo con un excelente puesto de oficina.

—¿Entonces por qué estás enojada?

—No es contigo, Tony.

—¿Con quién? —estiró una mano por la mesa para tomar la de Charlie y darle un apretón suave.

—Con todos en mi estúpida familia. ¿Cómo diablos pueden estar tan ciegos? ¿Cómo es posible que yo sea la única que nota las intenciones malévolas que tienen Jazmín y sus padres?

—¿Sigues con la idea de que están detrás del dinero de tu madre?

Charlie apartó su mano lejos de Tony.

—¿Sigo con la idea? —repitió, molesta—. ¡Jamás ha sido una idea! Ese es un hecho, los Johnson están en bancarrota. Sus negocios se hundieron hace años, así que vieron la oportunidad de unir a su tonta hija con mi imbécil hermanastro y ahora todo lo que mi madre ha construido por muchos años puede verse afectado.

—Muñeca, se nota que Zach ama demasiado a Jazmín.

—Zach es un idiota. ¿No quedó eso ya claro?

Charlie alcanzó la copa con agua y bebió del contenido. Con solo hablar del tema ya sentía su sangre hervir.

—No seas así.

—No me pidas eso —respondió cuando había bajado el agua.

—Pero ya están comprometidos.

—Aún no hay una boda y mientras esa arpía y su familia todavía no tengan acceso legal a la fortuna de mi madre haré todo lo posible para sabotearlos.

—¿Hasta impedir la boda? —preguntó Tony con una sonrisa torcida.

—Hasta impedir la boda.

—Estás loca, muñeca. Por suerte para ti, amo tu locura y siempre he querido estar en una boda donde alguien grite "¡Yo me opongo!"

Charlie sonrió.

—Estoy segura de que no estaré invitada a la boda.

—Te conozco, Charlie, aún así te las ingeniarás para entrar a la iglesia y prender fuego a Jazmín.

—No me des ideas, cariño.

Tony negó con una sonrisa y prosiguieron a cambiar de tema.

❁❁❁

Vivian rasgó el sobre blanco con el nombre de Charlie.

Al desdoblar el papel notó que era la factura por el pequeño arrebato de su hija anoche en la cena de compromiso de Zach y Jazmín. 3,507 dólares que Vivian no piensa pagar.

Limpiar los estragos de su hija no estaba más dentro de sus planes.

Se apresuró a meter la factura en una de las maletas y la cerró rápidamente. La habitación de su hija se encontraba vacía, empacó todas sus cosas y regaló muchas otras. Charlie no había llegado a dormir y no había aparecido en todo el día, así que se tomó eso como toda la respuesta que necesitaba, la iba a correr de casa, ya había tenido suficiente.

Sacó el celular de su bolsillo trasero y marcó el número de Jazmín. Esta respondió al segundo timbrazo.

—Hola, Vivian.

—Linda, ¿cómo te sientes?

Jazmín dejó salir un sonoro suspiro.

—Avergonzada, triste, enojada —susurró—. Yo no puedo entenderlo, desde que comencé a salir con Zach todo lo que Charlie ha hecho siempre es intentar separarnos. ¿Qué daño le he hecho a tu hija para que me odie tanto?

—Oh, cariño, sabes muy bien que el problema jamás has sido tú —Vivian sostuvo el celular con fuerza—, Charlie nunca ha sabido contener su temperamento explosivo y cuando algo le desagrada estalla sin medir las consecuencias.

—Charlie tiene veintitrés años, Vivian. No puede ir por la vida actuando de esa manera. Tienes que ponerle un alto.

—Créeme, Jazmín, lo he intentado más veces de lo que me gustaría admitir.

—Quizás no has sido lo suficientemente severa.

Vivian miró el cuarto vacío de su hija.

—¿Tienes alguna sugerencia? —preguntó la mujer.

—Deberías cortarle sus fondos —dijo sin hesitar—. Charlie cree que tiene el mundo a sus pies y eso debe ser porque siempre ha tenido todo en bandeja de plata. No critico tu crianza porque Zach es un completo amor de persona, pero tu hija es tan... Charlie.

Vivian colgó la llamada sin decir nada.

Su mirada se encontraba perdida. Castigar a su hija de esa manera jamás había sido una opción, pero situaciones desesperadas siempre necesitan medidas desesperadas.


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