9. Feliz

Los hombres sabios dicen que solo los idiotas se enamoran, pero no puedo evitar enamorarme de ti— E.P.

El condenado profesor Valero les había dado la oportunidad de levantar sus mediocres notas del parcial, al realizar un proyecto de cien carillas; luego de mucho llanto y lamento, accedió a que pudiese realizarse en parejas, pero aumentó a doscientas carillas por reporte. Interlineado doble, en Arial doce, con formato APA. Contaba la leyenda que ese hombre no conocía la misericordia. Además exigía una presentación oral con respecto a cada tema.

Un compañero bromeó con que Nico cobraba muy caro por lo último, pero, si Valero lo escuchó, decidió fingir que no.

El punto era que cuando habían recibido el llamado universal de "elijan compañero", Nico había levantado la cabeza y mirado automáticamente a Will, sólo para descubrir que este ya lo estaba mirando a él, y para su sorpresa, ambos habían sonreído al darse cuenta de que ni siquiera necesitaban hacer la pregunta, porque, en medio de una guerra a matar, donde cada uno intentaba emparejarse con su compañero ideal para hacer las cosas equitativamente, y no acabar con los compañeros flojos, ellos ya habían tomado la decisión correcta.

Y ahí, mientras los vagos extrovertidos intentaban secuestrar a nerds introvertidos, tríos de amigas eran forzadas a elegir cuál de ellas era la más prescindible, y amistades de años eran destruidas en segundos, Will Solace y Nico di Angelo levantaron la mano al mismo tiempo para decir:

—Grupo número uno, aquí, profesor —al unísono. Había sido bellísimo. Solo por ofrecerse voluntarios, Valero les había disminuido dos paginotas.

Como fuera, la mayor parte del proyecto lo habían trabajado vía online en un par de noches, pasándose eficientemente capítulo tras capítulo investigado y habían quedado de terminarlo en casa de Nico, quien por cierto después de San Valentín había podido comprar datos para el Internet. Todo había marchado de maravilla. Todo resultaba perfecto.

Y ahora, completamente sudado, despeinado a más no poder, y con Will exhausto en medio de sus piernas, después de un asombroso orgasmo, Nico sentía que por fin la vida empezaba a sonreírle un poquito. Habían terminado el proyecto, luego estaban hablando y de pronto... Una cosa llevó a la otra y ahí estaban. Will susurrando tonterías contra su cuello mientras lo besaba y Nico soltando risitas ridículas que lo avergonzarían si alguien que no fuera Will lo escuchara.

Pero a Will le gustaba lo cursi, así que estaba bien. Él no iba a burlarse por ello.

Will se levantó después de un rato, buscando su ropa y colocándosela pacientemente. Nico empezó a hacer lo mismo con su camiseta, cuando sintió un pequeño fajo de billetes posándose junto a su pierna izquierda. Will ni siquiera parpadeó, ni siquiera preguntó por el precio, simplemente pagó como un buen cliente frecuente que ya manejaba la tabla de precios a la perfección.

Nico observó el dinero por más tiempo del necesario, como un estúpido.— "¡Ah, sí! — se dijo— Todo esto es por dinero... sí..."

—Entonces... —Will completamente vestido arreglándose el cuello de la camisa, y sin mirarlo, habló—: ¿Tú expones la primera mitad y yo la segunda mitad? ¿O hablamos de diapositiva de por medio como el excelente equipo que somos?

—Como... como te parezca más fácil —Nico se forzó a hablar, al tiempo que se ponía el pantalón y acomodaba su cama un poco.

—Pues... lo segundo me gusta —devolvió Will.

—De acuerdo —Nico se giró para mirarlo y lo descubrió a un par de centímetros—. Tú mandas.

—¿Siempre cedes tan rápido? — preguntó Will, mirando sus labios.

—No. De hecho, nunca lo hago —contestó Nico — Deberías sentirte orgulloso.

— Me pregunto de cuántas cosas soy capaz de convencerte— había una especie de tono sugerente en sus palabras que a Nico le causaba escalofríos agradables.

—No lo sé... pruébame —se atrevió a decir, a pesar de que una parte de él le advertía que era muy probable que Will le pidiera estar sobre él en la cama. Otra pequeña partecita de él anhelaba que lo hiciera. A pesar de que aún no había decidido su respuesta en caso de que él realmente se animara a solicitarlo.

Will no contestó, lo tomó por la cintura y lo pegó completamente contra él, al tiempo que lo besaba. Era impresionante lo mucho que a Will le gustaba besar, como si nunca se cansara de la boca de Nico. Como si le supiera a gloria mezclado con triunfo. También le gustaba meter las manos en su cabello, dejándolo completamente despeinado, tal vez con una intención secreta: que todo el mundo supiera que habían estado cogiendo.

La noche estaba bastante avanzada y Will (maldito-multimillonario-imbécil) no había traído su auto. Él no manejaba, siempre era trasladado de un lugar a otro por el chofer de su casa (maldito-millonario-con privilegios). Así que, le explicó a Nico, tenía dos opciones: llamar un taxi, o llamar al chófer y esperarlo. Nico, sin siquiera pensarlo, le ofreció una tercera opción: llevarlo hasta su casa en el Mustang, como el buen anfitrión que era. Will aceptó, completamente complacido de pasar más tiempo con él.

Mientras Nico buscaba las llaves, Will se dirigió hasta la cocina, para esperarlo allí. Caminó tranquilamente, con una sonrisa en los labios, tan relajado como si esta fuese la casa de un amigo y no la de su crush con el que se acostaba sin decirle que era su crush. Todo estaba yendo de maravilla, hasta que tuvo que detenerse en seco. Había olvidado cómo había sido la última vez que había estado en aquella casa, pero, al parecer, el destino no quería que él se olvidase de esas cosas.

Con su barbilla cayendo al suelo por el estupefacto, Will se encontró con Percy y Jason, quienes, del mismo modo que en la ocasión anterior, sostenían un par de pepinos en sus manos. Esta vez, había medio melón sobre la mesa y Will no quería unir los puntos para sacar una conclusión al respecto. Solo uno de los pepinos tenía preservativo puesto, el otro estaba completamente libre, pero sospechosamente húmedo y de aspecto muy pegajoso.

Hubo un pequeño espacio de tiempo, en el cual sus miradas se entrecruzaron. Ellos se veían tan serios, casi sin parpadear, que por un momento Will estuvo indeciso entre si debía preguntarles qué diablos estaban haciendo, o disculparse por interrumpirlos. Como fuera, no tuvo que tomar la decisión, porque Nico llegó detrás de él, y con un tono de voz que irradiaba decepción y frustración en partes iguales, preguntó:

—¿Por qué están haciendo eso otra vez? —Sin embargo, no esperó respuesta, continuó de inmediato—: Les advertí que no lo hicieran mientras hay... —se detuvo, como si recién recordara que Will y su inocencia estaban ahí, todavía. Puso una mano sobre su hombro y habló de nuevo, esta vez dirigiéndose a él— ¿Quieres esperarme afuera, por favor? Puedes entrar al Mustang, toma —le entregó las llaves.

Y como Will no quería escuchar los posibles gritos de regaño que Nico les iba a lanzar a sus dos amigos, simplemente se despidió de ellos con un asentimiento y caminó hacia la salida. Jason le dijo adiós con el pepino y Percy le guiñó el ojo, para luego darle una mordida a un trozo del melón.

No escuchó, o al menos fingió no escuchar, lo que Nico decía al dejarlos atrás. En unos cuantos segundos se encontró fuera de la casa, respirando el aire frío de la noche y volviendo a sonreír. Dio una vuelta sobre su propio eje, como el idiota enamorado después de hacer el amor que era, y luego, se dispuso a caminar hacia el Mustang. Fue ahí cuando lo vio.

Era un automóvil carísimo, posiblemente tan caro como el último deportivo que su padre había comprado. Tal vez un Bentley, era difícil saberlo en la oscuridad, pero olía a dinero desde las llantas hasta los focos delanteros. Estaba estacionado frente a la casa de Nico, justo bajo el poste de alumbrado público, y parecían haber dos personas dentro... Sí, definitivamente eran dos. Al esforzar sus ojos, consiguió notar que se trataba de un hombre mayor y un joven, por sus posturas y siluetas. Además, ambos parecían llevar múltiples cadenas, anillos, y relojes de oro, por el reflejo dorado que estos enviaban.

El viejo estaba encorvado en el asiento del conductor, y parecía estar mirándolo fijamente desde su posición. Will sintió un escalofrío apoderarse de todo su cuerpo, como si ese anciano estuviese deseándole la muerte. No le gustó en lo más mínimo, así que sacudió la cabeza y caminó finalmente hacia el Mustang. Se encerró en el asiento copiloto, y se cruzó de brazos, intentando no mirarlos por medio del espejo retrovisor. Pero, mientras más quería ignorarlos, más luchaban sus ojos por asomarse en aquella dirección.

Fue después de un momento, el tiempo justo como para mantener una discusión corta con el hombre mayor, que el hombre joven se bajó de aquel automóvil y empezó a caminar en dirección al vehículo donde Will se encontraba esperando. Sintió un vacío en el pecho que en definitiva no era normal, y tomó una larga inhalación, intentando tomar fuerzas para el enfrentamiento que parecía estar a punto de acontecer.

Pero, antes de que ocurriera, Nico salió de la casa.

Mantenía sus manos en puños, después de haber llamado idiotas a sus amigos de todos los modos que se sabía. Esos dos, verdaderamente conseguían acabar con su paciencia algunas veces. Solo esperaba que Will no se fuera a asustar por ver cosas tan extrañas y dejará de pedirle verlo, o algo por el estilo.

Venía pensando en estas cosas con tanta preocupación que estuvo a punto de no darse cuenta de la nueva presencia que se encontraba frente a él. Pero, por suerte, lo identificó en el momento justo en el cual ambos habían estado a punto de chocar. No notó, sin embargo, que Darel no lo estaba observando, hasta que lo tuvo de frente. No se percató de que Darel había estado caminando en dirección al Mustang, antes de encontrarse con Nico.

No fue consciente de los ojos llenos de lascivia que lo acechaban desde el automóvil desconocido.

—Hey... ¿Qué haces aquí? —preguntó Nico, forzándose a utilizar un tono de voz amistoso que últimamente no sentía frente a Darel.

Midas Junior, notó Nico, estaba bañado en perfume, por lo que le agradecía al ligero viento llevarse el aroma lejos, antes de ahogarse con él. Traía sus mejores prendas, pantalón de marca y camisa de terciopelo oscuro; también zapatos que, sabía, eran innecesariamente caros. Y traía tantos accesorios de oro encima, que si los robaba, tal vez podría pagar la mitad de la deuda con su padre, al venderlo.

—¿Tú qué crees que hago aquí? —Darel le devolvió, un poco a la defensiva—. Apenas si has tenido tiempo para mí, últimamente. Así que decidí venir a buscarte por mi propia cuenta. Pero veo que estás ocupado— señaló el Mustang con la cabeza.

Nico supo que hablaba de Will, pero fingió no darse cuenta.

—¿Tanto me extrañas? —dijo en su lugar, de un modo en que no sonara despectivo, pero por la expresión tensa en el rostro de Darel, tal vez no estaba funcionando. Intentó con un tono coqueto—: No estás enojado conmigo por lo de San Valentín, ¿verdad? Tú, mejor que nadie, sabes que los negocios son solo negocios.

—Le das prioridad en tus "negocios" a clientes que no lo merecen. No finjas que no sé lo que haces. Tú, eres un chico listo Nico, deberías saber quién te conviene realmente —Darel se acercó tanto a él, que bien podría haberlo besado. Pero por algún motivo, todo el cuerpo de Nico se tensó, a pesar de que minutos antes Will había hecho un movimiento muy similar, y no le había molestado en lo más mínimo—. Dijiste que me compensarías lo de San Valentín.

—Y eso haré —contestó Nico, aun con su tono meloso. Si Will no hubiera estado tan cerca, se habría atrevido a acariciarle el rostro con la mano—. ¿Te he fallado alguna vez?

—Lo quiero ahora —exigió Darel— vamos a tu habitación, y cógeme como me gusta.

—Está bien —Nico tuvo que retener un suspiro (o quejido, no estaba muy seguro) de exasperación— Entra a la casa, Percy y Jason están dentro. Yo iré a encargarme de un asunto rápido y luego vengo a por ti, ¿sí? No tardaré ni diez minutos, lo prometo.

No se quedó a esperar la respuesta de Darel, simplemente caminó hasta el Mustang, y aun sin mirar a Will, se ajustó el cinturón de seguridad y empezó a manejar. Simplemente salió a las oscuras calles de su barrio, y se alejó, fingiendo que de esa forma, también huía de sus problemas, a pesar de que no funcionaría.

Will no hizo preguntas en todo el camino, pero cuando llegaron a su gigantesca casa de ricos, el final, fue inevitable.

—Gracias por lo de hoy, la pasé bien —dijo Will, quitándose el cinturón de seguridad.

—¿Haciendo tareas? —inquirió él, escéptico y sin ganas de querer irse aún—. Debería llamarte más seguido entonces, para que me ayudes con las mías.

—Sabes a qué me refiero —susurró Will, mirándolo directamente—. Y... sí, no me molestaría que me llamaras para eso.

—¿Solo para eso? —devolvió Nico juguetonamente, y luego se inclinó, a la vez que él lo hacía, para darle un rápido beso de despedida, que resultó en todo menos rápido.

Se preguntó vagamente si el alegre mayordomo de Will los estaría viendo ahora desde un telescopio, y palomitas de maíz a la mano, no obstante, cuando sintió la mano de Will rodear su cuello y bajar hasta su vientre, toda preocupación desapareció, y solo fue consciente de la humedad, el calor, y las caricias que eran como polvo de Tinkerbell, que lo hacía flotar de nuevo.

Los diez minutos se convirtieron en media hora, y luego en una hora. Will no se bajó del Mustang hasta que sus labios estuvieron hinchados y cuando Nico regresó a casa, ni Darel ni su auto carísimo estaban allí. Al parecer, se había cansado de esperar.

Daba igual, después se encargaría de contentarlo. De todos modos, Nico sabía lo que le gustaba, lamentablemente.

Cansado, Nico se dejó caer sobre sobre el sofá de espaldas, y descansó una de sus piernas sobre el respaldar mientras que la otra se quedaba suspendida en el aire. De inmediato, llevó las palmas de sus manos directamente contra sus ojos, para poder apretarlos con fuerza y lograr así que algo del dolor de cabeza disminuyera. Lo último que él necesitaba ahora era una maldita migraña, pero los recientes acontecimientos del día, realmente habían superado su límite de paciencia, con creces.

Lo único bueno del día, había sido Will viniendo a su casa, para terminar con los labios pegados entre sí, y enredados en la cama como si fuese imposible apartarse una vez que empezaran, lo que, Nico no quería admitir, era completamente el caso. Había sido un momento maravilloso, él aún podía sentir los rastros de besos y caricias de Will, y aunque sonara un puerco, todavía no quería bañarse para no perder esa sensación en su cuerpo.

Suspiró, a medida que se frotaba los ojos, y trataba de alejar los malos recuerdos relacionados con Darel y su padre que amenazaban con contaminar los buenos. Nico no quería pensar en ellos, últimamente le daba más ansiedad de lo habitual cuando les dedicaba más de un minuto de su pensamiento. Así que, haciendo uso de lo único que podía calmar su corazón, Nico volvió a rememorar los momentos con Will.

Cuando la risa había salido tan fácil de sus labios, cuando le había dicho con el corazón en la palma de la mano, que debería sentirse orgulloso, puesto que nadie más que él podría hacerlo ceder en cosas que jamás había considerado accesibles. Luego volvió más atrás, a dos semanas, el día de San Valentín. Y recordó la voz de Will, conteniendo su entusiasmo, decir:

"Nada es mejor que pasar San Valentín con tu crush, incluso si no conoce tus sentimientos".

Los ojos azules de Will habían estado llenos de brillo, iluminando todo su rostro, de cálida esperanza dorada. Había serpentinas blancas alrededor, globos que flotaban cerca del techo como un cielo de nubes rosas. La sonrisa de Will era tan intensa como la cola de un cometa, y tan poderosa, y tan excelsa, fuera de este planeta, que Nico se quedó observándola embelesado. Y él lo había mirado igual, hipnotizado, como si quisiera contemplarlo para siempre...

Luego su mente viajó hacia la habitación de Will, al momento cuando habían estado unidos completamente sobre su cama. Nico moviéndose en su interior, con la lentitud de los planetas orbitando alrededor del sol, y la evolución de la vida desde los procesos fisicoquímicos y la materia inorgánica. Y, al acabar, Will había dicho su nombre repleto de sentimiento... Y lo había arropado, y lo había abrazado y pedido que se quedara a su lado...

"Nada es mejor que pasar San Valentín con tu crush, incluso si no conoce tus sentimientos".

Regresó al momento en el que Will le había dado un billete, y automáticamente su mano se había estirado para agarrar su cintura, atraerlo hacia él, y después besarlo... Profundamente, largamente, de tal forma que parecía casi tan infinito como el mismísimo universo. Y para cuando sus labios se separaron, como el desprendimiento de los continentes, forzándose a distanciarse mediante una voluntad superior, en este caso, por los silbidos burlescos que habían empezado a soltar los estudiantes a su alrededor, ellos se contemplaron, mientras las personas pululaban y tiraban cizaña a susurros.

Pero no importó, ninguno de ellos importaba, porque Nico se sentía tan seguro en sus brazos, con sus manos posadas sobre los hombros de Will, y todavía su boca a centímetros de la suya. Se sentía como flotando en el espacio, sin gravedad y solo era Will él que lo mantenía fijo en el suelo, para que no saliera volando como uno de esos globos rosas contra el techo.

"Incluso si no conoce tus sentimientos".

La mirada de Will era tan cálida, tan suave, casi como si... casi como si...

Nico se sentó violentamente en el sofá y gritó:

—¡Oh, Gesù benedetto! ¡Yo soy el crush del maldito millonario imbécil!

—¡¿Quééé?! —profirieron Jason y Percy al mismo tiempo, dejando caer al suelo, los pepinos que tenían a la mano por alguna puta razón.

De inmediato, sus dos mejores amigos se levantaron de sus respectivos lugares, y corrieron para sentarse a su lado (Percy a la izquierda y Jason en la derecha, como un par de niñas chismosas en medio de una pijamada) mientras éste seguía con la boca abierta y se quedaba mirando a un punto infinito en la sala. De pronto, todo encajaba, y cuando se dio cuenta de los pequeños detalles que antes había ignorado, se sintió como un completo imbécil por no darse cuenta antes. ¿Su timidez?, ¿su deseo por el romanticismo con él?, ¿el regalo de la pelotita para pegarle a Percy?

Se llevó las manos contra las mejillas, y recostó su espalda contra el sofá, mientras las voces de Percy y Jason parecían provenir de una quinta dimensión.

—Wow, wow... ¡Repite lo que acabas de decir, di Angelo! ¿Qué tú eres el crush de Solace? ¿Eso dijiste? —inquirió Percy, con los ojos y boca tan abiertos como los de un pez, o como si Nico acabara de decirle que Beyoncé quería un autógrafo suyo.

Jason estaba igual de estupefacto, incluso su pelo parecía haberse erizado como si hubiera tocado un enchufe. Él comenzó diciendo:

—Pero, eso no puede... —luego se interrumpió completamente— de hecho es completamente obvio. Rayos... sí, sí es muy obvio.

—¿Lo es? —Percy frunció el ceño, llevándose una mano al mentón mientras ponía una cara pensativa—. Pues... no sería muy raro, es cierto... Después de todo, quitando la personalidad de mierda de Nico, es lo suficientemente atractivo para llamar la atención de alguien de su clase.

—¿De su clase? —repitió Nico, confuso. Ya que Percy lo había mencionado como si fuera un tipo de raza alienígena distinta a la de ellos.

—De la clase alta —explicó Jason, traduciendo el taka taka de su mejor amigo—. Y tiene razón, no es algo muy sorpresivo. Y ahora que lo pienso, antes, siempre había pillado a Will en los recesos de la universidad, mirándote desde lejos. O cuando salías de tus clases...

—O cuando ibas al baño —colaboró Percy.

—O cuando te estás sonando la nariz —agregó Jason, divertido.

—Ya, ya, entendí —Nico los calló con un gesto despectivo, y luego volvió a cerrar sus ojos con la palma de sus manos—. He estado tan ciego... Todas nuestras conversaciones, sus gestos, sus detalles... ahora cobran sentido. Pensé que tal vez él me había ignorado ese día en la biblioteca porque me despreciaba, ahora pienso, que tal vez lo habría abrumado con mi indirecta...

—¿Biblioteca? ¿De qué estás hablando? —interrogó Percy.

—Nada —murmuró Nico, y acto seguido, se dedicó unos segundos para saborear la revelación.

Will Solace, el atractivo y romántico empedernido del siglo estaba enamorado de él, y su corazón no podía contenerlo la satisfacción por más tiempo. Una adrenalina burbujeante empezó a nacer desde su interior. Estaba lleno de júbilo. Y sabía que cuando se quitara la palma de las manos de sus ojos, estos se verían tan brillantes como los astros del universo.

Will lo quería, y aunque no sabía qué tan intensos eran esos sentimientos, era de conocimiento general que "crush" era un denominativo muy serio entre los humanos de la tierra. Nico se regodeó con esa pequeña palabrita, por un largo rato: crush, crush, crush. Él no lo podía creer, ni siquiera entendía su reacción. En el pasado, siempre se había sentido indiferente al enterarse que era dueño de interés de algún tipo, mínimamente apuesto.

Pero es que esta vez se trataba de Will, y este era como el rey de los hombres guapos, el emperador de la belleza, por dentro y por fuera, y era divertido, y amable y... Que alguien así te quisiera, debía significar que no todo lo que eras, podía ser malo. Había visto algo en Nico, digno de su aprecio, y, no podía fingir que su corazón no estaba por explotar. Una sonrisa gigantesca estaba empezando a romper sus mejillas, y sus amigos iniciaron el natural proceso de burlarse de él.

—Alguien se ve bastante feliz por eso —comentó Jason, dándole un codazo juguetón en el hombro.

—¡Sí, y mira eso! —exclamó Percy, fingiendo una gran sorpresa, a medida que colocaba una pierna debajo de su trasero— ¿Nico tenía dientes? Olvida eso. ¡Yo ni siquiera sabía que él podía sonreír!

—Oh, cállense los dos—bufó Nico, apartando las manos de sus ojos finalmente.

—Eres un maldito suertudo, di Angelo —siguió Jason, sonriendo también, aunque no tan brillantemente como Nico. Nadie podría superarlo en este momento en sonrisas, ni siquiera el mismísimo Will Solace—. Bueno, supongo que esto lo soluciona todo.

Nico lo miró confundido, pero antes de poder preguntar, Percy también añadió:

—Sí, al final de cuentas, creo que extrañaré un poco el trabajo de prostituto.

—No te preocupes, podemos conservar los números de las mejores clientas, ¿verdad, Nico? Ya sabes, para mantenernos entretenidos.

Él soltó una pequeña risita nerviosa, y mirando a Jason con nerviosismo, finalmente preguntó:

—¿De qué estás hablando? —Luego miró a Percy, con la misma expresión desconcertada—. ¿Cómo que extrañar el trabajo?

Percy ladeó la cabeza, también se veía confundido.

—No entiendo. ¿No es por eso que estás muy feliz? —preguntó—. Es decir, ahora que sabes que Will te ama. Puedes convencerlo de estar en una relación, y quitarle más dinero del que ya...

Nico se levantó del sofá de un salto, y se alejó de Percy violentamente, como si hubiera lanzado agua helada encima de él. Tal vez de alguna manera lo hizo, porque todos sus músculos se encontraron congelados de repente, mientras se quedaba de pie delante de Jason y Percy, mirándolos alternativamente, con una expresión horrorizada que crecía cada vez más al darse cuenta que ellos habían estado hablando completamente en serio.

—¿De qué demonios están hablando los dos? —demandó Nico, sintiéndose de repente tan tenso e incómodo como cuando Darel se había acercado demasiado a él.

Jason y Percy compartieron una mirada.

—Pues... pensamos que tú... —comenzó Jason.

—¿Pensaron que sería capaz de aprovecharme de sus sentimientos? ¿Para...? —Sentía que se ahogaba con su propio aliento, Nico se quedó sin voz por un largo rato hasta que la rabia le facilitó algo del habla de nuevo—. ¿Realmente creen que puedo llegar hasta esos extremos? ¿Que no tengo escrúpulos?

—Nico, no se trata de eso —repuso Percy rápidamente, mirándolo preocupado— y de todos modos, no hemos mantenido este negocio de servicios sexuales, precisamente por escrúpulos.

—No, pero... hay límites, hay... siempre he puesto... —balbuceó, justo cuando más necesitaba defenderse, se encontró completamente carente de justificaciones.

Sintió que una piedra caía en su estómago con fuerza, donde hace unos segundos, las mariposas habían estado revoloteando por Will. Ahora mismo, no debían quedar nada más que los cadáveres de ellas, y el cuerpo de algunas, agonizando con los sueños que se había permitido pensar que podría gozar.

—Nico. —En algún momento, Jason se había puesto de pie para acercarse hasta él y colocarle una mano sobre el hombro, en un gesto tranquilizador. Cuando obtuvo su atención, él continuó hablando—: Veo que también te has encariñado bastante con Solace. ¡Y eso es bueno! —Probó con una sonrisa—. Enhorabuena por él, tiene amor correspondido.

—¿Pero, a cambio le pido dinero? —Nico sintió náuseas apenas terminó la palabra.

Jason lo percibió, su semblante imperturbable no funcionó para ocultar el asombro que sintió al descubrirlo, como si encontrara sorprendente encontrar que Nico tenía escrúpulos todavía, o... sentimientos. Sintió ganas de golpearlo, pero se contuvo todo lo que pudo.

—Pues... sería la solución más... sencilla, ¿no? —titubeó Percy lentamente, aún sentado en el sillón, pero ya no tan relajado como antes—. Es que... sabes que si estás en una relación con él... ya no podrás trabajar en esto... ¿verdad, Nico?

—Eres nuestra fuente de recursos más poderosa, ganas más que Percy y yo juntos —siguió Jason, en voz calmada como si le hablara a un animal salvaje, tal vez era así, se sentía a punto de enloquecer realmente—. Digamos que no le pides dinero a Will, pero si no lo haces, todavía tendrás que trabajar con nosotros y...

—Crees que a él le gustaría salir con alguien que... —Percy no acabó la frase, no hacía falta. Nico, que siempre había sido cruel consigo mismo, ya lo había hecho por él.

No importaba cuánto Will lo quisiera, si llegaran a estar en una relación (en caso de que él superara sus miedos) era obvio que él le pediría que dejara su trabajo, para convertirse exclusivamente en su única pareja. Las relaciones amorosas eran los reyes de la exclusividad, y lo entendía, Nico tampoco querría estar con alguien a quien tuviera que compartir con otras personas, para que lo tocasen y lo besaran en lugares donde él creía, que solo él tenía acceso. Era lo que se esperaba.

Pero si dejaba el trabajo, si ya no recibía dinero de Will, o de los otros. No importaría si Jason y Percy triplicaran las citas, ellos jamás podrían pagar la deuda con Midas (además de que sería tremendamente injusto para ellos). Y podrían pasar meses, incluso años hasta que pudieran hacerlo, en los cuales, los intereses solo seguirían subiendo y subiendo, hasta que fuera demasiado para que pudieran soportarlo...

No, no había forma... Nico se dio cuenta, mientras sentía las lágrimas anegando sus ojos, y pestañeaba desesperadamente para alejarlas.

—Escucha, tranquilo, ¿sí? —dijo Jason, volviendo a tomar su hombro con mayor ímpetu—. Will no te ha dicho nada todavía, ¿verdad?

Él negó con la cabeza, porque no confiaba en su voz para hablar.

—Entonces, no nos compliquemos todavía —Jason continuó, probando con una sonrisa alentadora—. Él está bien pagándote las citas hasta ahora. No te preocupes.

Y Nico sintió como si esas palabras estuviesen siendo grabadas sobre su garganta con un trozo de hierro caliente. De otro modo, no era capaz de comprender cómo era que le dolía tanto el cuello, no podía hablar, ni respirar libremente, ni siquiera tragar saliva, porque el dolor era insoportable.

Lo peor, era que sabía que Jason y Percy tenían razón. Lo sabía tan bien, como estaba seguro de que ese dolor en su garganta que amenazaba con ahogarlo, terminaría por bajar hasta alojarse permanentemente en su pecho.

—Así que... sí Will me pidiera ser su novio —inició Nico, con voz bajita y ahogada— ¿solo podría estar con él si le robo dinero?

La expresión de Jason era sumamente desolada, su corazón dolía por su amigo.

—¿Existe otra opción?

Nico forzó una pausa. Luego tomó una dolorosa bocanada de aire.

—No.

A: ¡Buenas noches lectores! En vista de que entraron en pánico por la falta de notita final de autoras  en el capítulo anterior, por esta ocasión, sí les dejamos. ♡ Awww, ¿viste sis? ¡A veces nos quieren! ¡No somos simples prostitutas que les proveemos ricuras!

K: Owwww, sí, lo vi y se me derritió el corazón. Entonces, chicos, este es su momento de dejarnos su esplendoroso, precioso y larguísimo comentario sobre qué les pareció el capítulo. Aquí, justo a lado de este delicioso pepinazo 🥒

A: No nos enfadaremos si también ponen halagos sobre nuestra gran magnificencia, y sobre lo mucho que aman nuestro increíble talento proveído por el mismísimo Apolo. Y sobre nuestro gran y humilde corazón generoso. 💙

K: Eso es todo, nos leemos pronto, gracias por leer y comentar. Muak muak

A: ¡No mojen el piso del palacio sismance con sus lágrimas y mocos! IUG. ¡Eso es muy grosero!

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