5. En pausa.

El lunes, Will había decidido no despegarse de una de sus amigas, Calipso Belladona. Puesto que sus amigos eran expertos en torturarlo con bromas acerca de cogerse al famoso y solicitadísimo Nico di Angelo, guapísimo y deseado hasta por el director de carrera de la facultad. No había tenido de otra, no se encontraba listo para enfrentarse a la realidad, por lo que había decidido darse una pausa de todo.

Una pausa para dejar de contemplar a Nico. Una pausa de intentar cortejarlo. Y otra pausa para preguntarse seriamente, si sería lo correcto, continuar con su plan de enamorar a Nico en la forma en que estaban ocurriendo los hechos: pagando por su compañía. Porque, ¿cómo iba a llegar al corazón de alguien si lo hacía de la manera más superficial que existe? Es decir, a través del dinero. No había forma en que Nico lo mirara con buenos ojos mientras lo obligaba a estar con él.

Pero tampoco tenía cómo acercarse a él sin ese modo.

Soltó un largo suspiro. Internamente, Will sentía ganas de llorar. Se encontraba en el taller del novio de su mejor amiga, un tipo llamado Leo Valdez, con sangre latina en las venas y adrenalina corriendo por ellas, ya que nunca parecía capaz de quedarse quieto por más de un minuto. En ese momento, Leo estaba arreglando la chapería de un auto que había chocado contra una señal de tránsito.

Calipso estaba sentada detrás de un escritorio, refunfuñando sobre el pésimo manejo de los estados de cuenta de su novio. Y Will miraba el suelo, suspirando a cada rato, como un cachorro sin hueso, como un gato sin atún, o como una llama sin turistas a los cuales escupir.

Estaba sentado con las piernas cruzadas sobre una enorme llanta de camión que Leo había transformado en asiento, jugando con los tornillos desperdigados del suelo mientras sus labios lucían una permanente mueca lastimera. Leo, que había acabado de arreglar una parte de la abolladura de la chapería trasera, miró en dirección a Will, con expresión preocupada.

—Uhm... oye, hombre... — Will levantó la mirada hacia él, con desgana—. No lo tomes a mal pero... realmente tienes un pésimo aspecto. Y me inquieta verte con cosas punzantes en la mano, ¿si entiendes lo que quiero decir, no?

—Lo siento — suspiró Will, dejando caer la cosa extraña con punta afilada en el suelo, que no tenía idea para que servía excepto que podría hacerle un buen agujero a su corazón. O agrandar el que ya tenía.

—¿Todo bien? — preguntó Leo, recostando su espalda contra el auto para descansar un poco. Sus manos estaban manchadas de aceite, pero se las limpió con un trapo sucio que, posiblemente, fue naranja en algún momento de su vida—. ¿Perdiste una mascota...? ¿Quieres hablar de eso?

—No — contestó con voz ronca, y fracasando estrepitosamente en enviarle una sonrisa tranquilizadora—. No es nada de eso.

—Hay helado en la cocina si quieres — continuó Leo— perfecto para contener las ganas de suicidarse.

—Leo... — comenzó su novia, mirándolo mitad divertida, mitad enojada— déjalo. Will tiene sus propias formas de ahogarse en el drama. Ahora, mejor mira esto...

Acto seguido, Calipso se puso de pie, y se encaminó hacia Leo llevando el libro de cuentas en manos. Pasó de largo a Will, a quien solo le regaló una breve caricia fraternal en el pelo, y luego, cuando llegó frente a su novio, se sentó en el suelo a su lado, utilizando el costado del auto para recostarse también. Dobló una pierna debajo de su cuerpo, y colocó su muslo sobre el de Leo, no contenta con eso, se apegó más hasta que empujó un poco a su novio hacia un lado. El latino complacido, rodeó los hombros de Calipso con un brazo y miró el libro de cuentas que ella le mostraba.

—Mira... —repitió Calipso, y sus dedos vagaron sobre el papel casi pintado en negro por tantas anotaciones— Este es el balance de activos y de pasivos, ¿ves esta línea de aquí? Necesito que concilie con esta otra, pero por algún motivo tengo un faltante, ¿ok? Explícame qué es esto de aquí, y este... y este... y...

—Ah, ya... ya... — asentía Leo a cada indicación, sin embargo, parecía más distraído jugando con el tirante de la blusa de su novia que dejaba bastante escote para contemplar desde su altura— Claro... claro.

—¿Estás oyendo algo de lo que te digo? — el tono de Calipso era una mezcla de cariño e irritación, lo cual siempre sorprendía a Will cuando lo atestiguaba. Su amiga siempre le había parecido un cubo de hielo, gruñona, apática y cínica, excepto cuando estaba con Leo, que era cuando se convertía en una cariñosa joven preocupada por el porvenir de un chico que pensarías, jamás le hubiera importado—. ¿Puedes repetir todo lo que he dicho? — inquirió Calipso, alzándole una ceja.

—¿Y si mejor nos preguntamos por qué eres tan malditamente hermosa? — repuso Leo, sonriente, mientras se acercaba a su rostro—. ¿Y si mejor me besas?

—¡Leo, esto es serio! —lo regañó Calipso, pero sin fuerza, y luego ella ya estaba cayendo, y correspondía a los besos de su novio mientras soltaba risitas de chiquilina— ¿Harás lo que te digo?

—Sí, sí — y luego de nuevo se estaban besando. Ellos siempre se besaban mucho.

Una chispa de envidia le dio picazón en el pecho. Se rascó con una mano. Pero claro, no desapareció. Es decir, Will estaba feliz por ellos, pero en momentos como estos, egoístamente, deseaba que todos fueran igual de solteros y desgraciados como él. Y eso empeoraba su sentir. Soltó otro suspiro apesadumbrado, y se levantó de su asiento.

—Iré por ese helado— anunció, y Leo le hizo un gesto vago con la mano hacia la cocina mientras su otra mano se enredaba apasionadamente dentro de la melena de Calipso— Sí, tranquilos, ustedes sigan con lo suyo.

Los besos con sonido de succión y saliva empezaron, y esa fue su señal para retirarse. Will pasó cerca de ellos, saltó sobre las piernas estiradas de Leo e ingresó dentro de una pequeña habitación, que parecía más bien un compartimiento del tamaño de un baño público. Era alargado, pero estrecho, tanto, que solo pudo abrir la puerta de la heladera hasta la mitad. Al cabo de un segundo, escondido detrás de envases de yogur y jugo, Will encontró un bote de helado de limón.

Se sentó en el lavamanos, con un pie colgándole y el otro apoyado en el suelo. Agarró una cuchara de un bote de cubiertos, y en seguida, ya tenía helado en la boca enfriando cada terminación nerviosa de su lengua. El helado de limón no era su favorito, pero Will pensó que era lo adecuado, porque era ácido, igual que Nico di Angelo. Y era lo más cerca que iba a estar de él ese día... o eso pensaba.

De pronto, Will oyó el ronroneo de un motor, que le puso los pelos de punta porque era uno que reconocería en cualquier parte. Al instante, se puso de pie, y con el corazón latiéndole con fuerza. No salió de la mini habitación, se mantuvo cerca del marco de la puerta y sacó un poquito la cabeza hacia afuera, y entonces, pudo verlo. El Mustang se estacionó a lado del coche con la chapería arruinada, y de su interior, salió el trío más famoso de la universidad de Will:

Percy Jackson, Jason Grace, y... Nico di Angelo.

Los tres eran guapísimos, como hijos de dioses griegos, pero toda su atención estaba centrada en Nico. Él acababa de cerrar la puerta de su auto con un portazo, traía una expresión serena de ojos negros e insondables, y vestía un sencillo pantalón negro de lana junto con un mangas—largas térmico de color azul que hacía resaltar su piel blanca cual nieve. Siempre era lo mismo, cada vez que pensaba que podría superarlo, Nico aparecía, y desbarataba todas sus convicciones junto con la estabilidad de sus piernas.

Leo, que hace sólo un momento movía las manos sobre los atributos de su novia, se levantó aparatosamente del suelo y les dio la bienvenida a sus nuevos clientes. Calipso tardó un poco más, se arregló el escote, y luego se puso en pie para después dirigirse a sentarse en el escritorio.

—Qué tal, chicos, ¿en qué puedo ayudarlos? — preguntó Leo, estrechando la mano a cada uno de ellos, en modo todo profesional, como si no hubiera estado metiendo mano hace unos segundos en hora laboral.

—Queremos pintar el coche— respondió Nico, al terminar el saludo— Calipso dijo que podíamos venir hoy, también que tú podrías hacernos un buen precio por ello.

"Podíamos venir hoy" — se repitió dentro de su cabeza— "Hoy". ¡Esa perra! ¡Lo hizo a propósito! Will miró enojado en dirección a Calipso, quien deliberadamente, había empezado a toser con nerviosismo y tocarse de forma distraída el collar de su cuello.

—Oh, sí, Calipso me habló de ustedes— asintió Leo, cruzándose los brazos— Dijo que vendrían. Ahora, sobre el precio...

"¡Me la vas a pagar, Cali!" Pensó, porque a pesar de no oírlo, sabía que ella podía sentir perfectamente sus vibras asesinas. La forma en que soltaba un escalofrío, se lo confirmaba.

—Me parece bien— concordó Nico, lamiéndose los labios en un gesto distraído. "Oh, pero qué sexy gesto" pensó Will embobado, mordiéndose los labios y deseando que fueran sus labios los que mordía—. ¿Podemos pagarte por cuotas a cuatro meses?

Leo se encogió de hombros.

—Por supuesto. Calipso los conoce, es suficiente garantía para mí— dio un gran aplauso, como cerrando el trato— Entonces, ¿ya han decidido el nuevo color?

—Negro.

—Azul.

Dijeron Nico y Percy respectivamente, al mismo tiempo. Y entonces, ambos chocaron miradas desafiantes.

—No vamos a pintar mi coche de azul —dijo primero Nico, volteando su cuerpo hacia él.

—¿Tu coche? — Repitió Percy con sorna, y le dio la cara—. Te pertenece tanto como a Jason y a mí. ¡Y yo lo quiero en azul!

—¡Es horrible! — contraatacó Nico, cruzándose de brazos— ¡Ya deja de quererlo todo en azul, maniático del azul! Jason, por favor haz entrar en razón a Percy.

Pero antes de que Jason pudiera decir cualquier cosa, Leo habló:

—Bueno, bueno, ¿qué les parece si lo pinto de negro pero con efectos azules en los costados?

—¡Oh! Eso me gusta— asintió Jason emocionado, y dándole un ligero golpe a Percy en el brazo— ¿qué dicen ambos?

—Uhmm... supongo que eso está bien también para mí— concedió Percy reticente, mientras Nico se limitaba a encogerse de hombros. Su silencio fue de aprobación tácita.

—Genial, por cierto, hay mucho tipos de color azul y negro— inició Leo, para luego, dirigirse hacia una pequeña mesita de madera que estaba contra una pared. Pared que ocultaba a Will de ellos. Entró en pánico. Y de inmediato se apartó del umbral, intentando hacerse pequeño en su lugar, a pesar de que nadie podría verlo de igual modo—. Miren este catálogo y me avisan cuál han elegido, ¿ok? Mientras, los dejo un momento en privado.

Un coro de gracias salió de la boca de los tres. Will no podía verlo, pero por el sonido de pisadas alejándose, asumió que Leo se había marchado como dijo y ahora el trío de amigos estaba "solo" leyendo el tal catálogo de colores. Percy empezó a hablar sobre elegir un tono de azul marítimo, y Will se preguntó en ese momento si debía salir de su escondite o permanecer oculto. Sin embargo, sus deliberaciones quedaron en pausa, cuando los oyó empezar a hablar de algo interesante.

—¿Qué tal vas con la subasta de San Valentín, Nico?, ¿muchas chicas peleando por nuestras partes inferiores?— preguntó Jason, su tono neutral como si estuviera hablando del clima.

—Bien — contestó el susodicho— Excelente. Es una suerte que sus admiradoras sean unos monstruos insaciables que solo piden más y más de ustedes.

—No las culpo— comenzó Percy, con petulancia tiñendo sus palabras— Una vez que prueban el poder de mi gran anguila marina, no hay forma de superarlo jamás.

Se escuchó un golpe sordo de fondo, y luego Percy se quejó diciendo: Auch. Nico volvió a hablar:

—Seh, como dije, es una suerte que tengamos tantos clientes. Especialmente estos días en los que el viejo pervertido ha estado más pesado de lo usual.

—¿Más de lo usual? A qué te refieres — escuchó como Jason tomaba una honda inhalación, como si intentara prepararse— ¿qué sorprendente asquerosidad te ha pedido esta vez, Nico?

—Oh, nada muy raro según él — Will notó el sarcasmo inundando su voz— Sólo que si no aceptaba coger con él... que al menos lo dejara mirar cogiéndome a su hijo... o ser cogido por su hijo, como sea...

—¡¿Qué carajos?! — explotó Percy al instante, lo cual era la misma reacción que Will estaba teniendo ahí mismo. ¿Quién carajos era ese viejo lunático? ¿Por qué Nico trataba con gente así? — ¡Sabía que ese viejo verde estaba enfermo pero no puedo creer que lo estuviera fuera de los límites del puto universo!

—¿Junior lo sabe? — preguntó Jason, este parecía ser mejor en controlar la rabia de su voz, aún así, oyó matices de repugnancia en su tono.

—Sí, en realidad, estaba allí presente cuando su padre me lo sugirió— respondió Nico, y más que nunca, Will deseó salir de escondite, a abrazarlo, consolarlo, o solo tomar su hombro para mostrar su apoyo, sin embargo, se quedó donde estaba y siguió escuchando con una sensación de culpa—. Y... dijo que si no le gustaba la inocente idea de su padre viéndonos follar... que entonces le permitiera grabarnos para él...

—Dime que no aceptaste — susurró Jason, escandalizado. Nico exclamó:

—¿Crees que soy un imbécil como Percy?

—¡Hey! — protestó el aludido.

—Por supuesto que dije que no— continuó Nico, y parecía tener la voz alterada de cólera—. Aquello sería mi ruina. ¡No necesito tener mi culo abierto, expuesto en una página cutre de Xvideos!

—¿Qué le dijiste entonces?— preguntó Jason nuevamente— ¿Cómo te lo sacaste de encima esta vez?

—Pues haciéndome el bonito hasta que se olvidó de lo que pidió— Nico sonó mitad avergonzado mitad irritado consigo mismo— Igual que siempre... Y espero que no deje de funcionar, porque no sé qué haré entonces.

—Está bien, no pasa nada— esta vez, Percy sonó serio también— Aún tenemos más de medio mes... Solo hay que mantenernos al día y... —se detuvo de pronto y soltó una risita burlona— ¡Por Dios Nico! Dile a Junior que no te muerda así, o los rumores de que eres un vampiro se volverán más frecuentes y no sé si eso sea bueno o malo para el negocio.

—¿Eh?— Nico por un momento no comprendió.

—Aquí, en tu cuello— Jason debió haberle señalado el lugar.

—Ah... Eso... — Nico pareció buscar una forma de esquivar la aclaración, pero la risa de Percy se había extinguido demasiado rápido, y Jason había sonado preocupado— Esto no es de Junior— el modo en que lo pronunciaba le hacía saber a Will que ese no era el verdadero nombre del aludido— Esta atrocidad en mi cuello lleva la firma del maldito millonario imbécil.

—¿Solace?— Percy no estaba preguntando, sino simplemente poniéndolo en palabras. ¿Cuántas veces tenía que haberse referido a él de ese modo, para que sus amigos ya supieran de quién hablaba? — Pero dijiste que tampoco cogieron esta vez.

—Sí, eso dije— contestó Nico, sin dar ninguna otra explicación, para luego volver a la temática de los colores del auto— ¿Creen que se vea bien en mate? No lo sé, no me convence...

—De acuerdo, quien haya sido — intervino Jason de nuevo —Pero, dile que no lo haga más... Percy tiene razón... Las marcas no son convenientes. ¿En serio hay rumores sobre Nico siendo un vampiro?

Continuaron hablando, pero Will ya no deseaba escuchar mucho más. No era solo que lo hubiese llamado "maldito millonario imbécil". Era además que le había causado daño, posiblemente dolor. ¿Y cómo podía él sentirse asqueado con ese tal anciano y el Junior, cuando él no era mejor que ellos? Quería vomitar, quería subirse a un puente y dejarse caer desde lo más alto... ¿Por qué? ¿Por qué había tenido que sucumbir ante la tentación?

Se quedó ahí, oculto hasta que se fueron. Y luego, cuando no hubo moros en la costa, se marchó hacia su casa sin siquiera decirle adiós a Calipso, y odiándose profundamente.

Días después, Will aún se sentía triste y utilizado, por haber descubierto que todo había sido una ilusión. Pero esos sentimientos no eran capaces de competir con la culpa que lo embargaba. ¿Qué lo diferenciaba del degenerado que pidió expectar a Nico cogiendo? Se sentía un monstruo, una escoria sucia y asquerosa que solo estaba motivada por el placer y tenía suficiente dinero como para permitírselo. Y para esas alturas posiblemente todo el mundo lo sabía, los rumores zumbaban cual abejas en primavera.

Evitó acercarse a él, el tiempo suficiente como para que el mordisco que le había dado en el cuello desapareciera a causa de la regeneración de la piel. Esa marca le había causado incluso pesadillas. ¡Y es que no conforme con obligarlo a practicarle una masturbación, le había causado dolor y dejado un daño superficial! Nico posiblemente había sentido asco cada vez que se miraba en el espejo. Y Will no quería siquiera pensar en lo que había pasado al día siguiente con su "próximo cliente", el tal Junior. Quizá, además de todo, le había hecho perder dinero.

"Tal vez, gracias al mordisco no cogió con nadie más aquel día"— la voz de su consciencia sonaba tan emocionada al respecto que Will se sintió patético — "Tal vez tuvo que suspender su cita, por ti"

Pero, si era sincero consigo mismo, eso realmente no lo hacía sentir mejor. Porque sabía que era un monstruo, tenía la seguridad de que Nico debía estar odiándolo, y aun así, un nuevo rollo de billetes bien verdes y recién salidos del cajero automático, hacían que su billetera se sintiera en llamas dentro del bolsillo trasero de sus vaqueros. Podía pagar nuevamente por él. Iba a hacerlo, en realidad; muy dentro de sí mismo, sabía que ya había tomado la decisión.

Will ya había agotado toda la extensión de su Caja Menor, en las primeras dos citas que había comprado y creyó, ilusamente, que eso le venía bien, porque después de cómo su corazón se había estrujado como una naranja debajo de un camión blindado al darse cuenta de que todo el romance que había pensado que era para él, no era otra cosa más que una ilusión, sus sentimientos le estaban rogando a gritos un descanso.

Pero, aquella mañana, cuando su padre le había preguntado, como todos los día si llevaba el dinero para el almuerzo, y él le había contestado mostrando un billete de cinco dólares, este casi entró en crisis existencial pensando que su hijo iba a morirse de hambre. No hizo preguntas, no le interesó a dónde se había ido todo el efectivo... Simplemente sacó su teléfono, entró a la aplicación del banco, e hizo una transferencia cuantiosa, para luego marcharse a trabajar con su conciencia tranquila y la esperanza de Will arrastrándose por el suelo.

Porque tener dinero a su disposición, no hacía que Will comprase un almuerzo más sustancioso, sino simplemente le daba antojo de comer algo que le causaba una alergia mortal.

Como lo era el maní para la tía Gertrudis, delicioso, pero la asfixiaba en segundos.

De modo que estaba sentado en el suelo, en un pasillo del primer piso, frente a la sección administrativa de la Universidad, que daba hacia el jardín frontal, mirando hacia la nada y esperando que nadie le hablase, sin embargo, parecía que las personas no se cansaban de darle guiños cómplices o palmaditas de compañerismo en el hombro cada vez que pasaban junto a él.

Ya no estaba huyendo de Nico, pero tampoco tenía un especial anhelo por encontrárselo muy pronto. Aún así, no pudo evitar localizarlo con la periferia de su visión. Un punto negro, que caminaba lentamente, pero que parecía abrirse espacio sin necesidad de siquiera decir una sola palabra. Sus ojos se dirigieron hacia él, como si fuera un enorme imán que los atraía sin permiso.

Pensaba que podría observarlo desde la distancia al menos, degustarse la vista un poco, pero, antes de siquiera poder enfocarlo bien, la mirada de Nico coincidió con la suya; vio su ceño fruncirse, y sus labios formar una sola línea recta. Y después... Darel, se metió en su rango de visión, interrumpiendo lo que sea que aquel encuentro de miradas pudo haber sido.

Por un segundo, Will no le dio importancia. No era la primera vez que veía a Darel hablarle a Nico. Por el contrario, para su desdén, solía ser algo bastante común de presenciar, y a di Angelo no parecía molestarle en absoluto.

"Quizá está enamorado de él"— le dijo su muy desgraciado y cruel subconsciente— "Tal vez es Darel la persona con quien Nico realmente quiere compartir la cama... Pero está condenado a compartirla con gente asquerosa como nosotros".

Empero, a continuación recordó que Darel era "el chico del oro", el "usurero", aquel que presumía su dinero al aparecer cada día con un nuevo accesorio de oro brillante. Y también vino a su mente un pensamiento sobre Calipso comentándole que a Darel no le molestaba pagar por Nico. Entonces reconoció que la sonrisa que mostraba di Angelo en los labios, no era la misma que le dirigía muy de vez en cuando a Percy y Jason, sino la que le había dirigido a él, ya varias veces:

La sonrisa de negocios.

Y sintió asco. ¡Así que Darel realmente era otro de sus clientes! ¡Ja! Con razón no le caía muy bien últimamente. A continuación se lo imaginó a él en una cita con Nico en el observatorio, y sintió cómo su corazón se carbonizaba dentro de su pecho. Luego, imaginó a Nico sentado sobre su regazo, y cada una de las zonas de su cuerpo que habían entrado en contacto con el italiano, dolieron como si se le clavaran mil cuchillos.

¿Nico, en serio, habría hecho con sus otros clientes lo mismo que con Will? ¿También los había llevado hasta allá solo para mostrarles la vista? ¿También les hablaba con esa suavidad?¿También los dejaba tan mareados que creían que se encontraban en algún lugar de la estratosfera y que ya nunca podrían volver a poner sus pies sobre la tierra?

"Sí, pero ellos sí se lo cogen"— respondió nuevamente su subconsiente— "Tú eres el único estúpido que no".

Se sintió morir. Frotó ambas manos contra su rostro y al retirarlas, notó cómo Darel soltaba una carcajada ruidosa, que Nico correspondía con una sonrisa tensa. Pero los ojos de di Angelo estaban opacos por completo, y un músculo en su mandíbula dio un salto debido a la tensión.

Will se levantó antes de poder darse cuenta de lo que planeaba hacer. Nico estaba lo suficientemente lejos para no escuchar lo que hablaba con Darel, pero también tan cerca como para llegar rápido hasta él, y escuchar las últimas instrucciones del usurero:

—Es una cita— dijo jovialmente. Entonces se dio cuenta de la proximidad de Will, se burló, y agregó— Hoy en la noche, no faltes.

Y se marchó.

Y Will perdió la cabeza.

—Te quiero, hoy por la noche. Pagaré el doble que él— No se había dado cuenta, pero le dolía la frente, como si tuviese el ceño tan fruncido que sus cejas amenazaran con cubrir sus ojos. Además, su voz sonó más ronca e imperiosa de lo normal. Tanto que la primera reacción de Nico fue reír. — No bromeo. Hablo en serio, pagaré el doble. ¿Acaso crees que no me alcanza el dinero? Que no tenga cadenas de oro alrededor de mi cuello no quiere decir que no pueda dar un mejor pago que él. ¿No eres tú quien está realizando una subasta para vender la noche de San Valentín de tus amigos? Te pago el doble, ya dije— se cruzó de brazos— ¡Y esa es mi última palabra!

Y tras su última palabra, Will se dio cuenta de que no lo había saludado, ni le había sonreído, ni se había disculpado por dejarlo prácticamente plantado en la última cita. Ni le había pedido perdón por la mordi... ¡No había hecho nada de lo socialmente aceptable! ¿ok? ¡Era un idiota! ¡Era un perdedor!

"Pero lo hiciste reir"— pensó— "Y no era la risa de negocios, sino la burlona con la que le hacía bullying a Percy. Y aún parece divertido. Que guapo se ve así..."

—¿Hoy, Solace?— le preguntó, con una ceja escéptica levantada— ¿En serio? El idiota de Darel solo lo hizo para molestarte, ¿sabes?

—Si dije que hoy es que ho... ¿Qué?— se interrumpió. ¡Claro que no podía haberlo hecho para molestarlo! Porque Darel no sabía sobre los sentimientos de Will, ¿o sí? Y si lo sabía, entonces también Nico... ¡Y Nico no iba a tratarlo como a un cliente cualquiera si se enteraba de sus sentimientos! ¿Verdad?

¿Verdad que no?

Por favor... No...

— Sip... — contestó Nico, empezando a caminar de nuevo. Will no pudo evitarlo y sus pies empezaron a moverse con él— Toda la universidad se enteró de que te uniste al séquito de clientes. ¡Competencia directa! Ya no le agradas como antes... ¡Bueno! Ya viste lo mucho que le gusta presumir sobre su dinero, al muy imbécil— Parecía estar hablando con calma, pero había cierta energía rabiosa en su voz que hacía que cada palabra saliese de su garganta con una tonada agria.

—¿Y qué tiene que ver conmigo?— gruñó Will, sin embargo, ya no estaban tan celo... enfadado, molesto. Ajá. ¡Celoso! ¿Qué más daba? Malditamente celoso.

Nico no contestó. Parecía agotado, deprimido incluso. Después de dejarlo plantado por segunda vez, Will había esperado que no quisiera siquiera dirigirle la palabra, pero, por el contrario, esta vez incluso parecía tener la guardia tan baja, que no tenía espacio siquiera para el rencor.

—¿Ya no te duele la cabeza?— se detuvo de nuevo, y la mirada escéptica volvió. Nop... Siempre había un lugarcito para el rencor, al parecer.

—Yo... em... este...— inició a balbucear— ¡Hoy en la noche, entonces! ¿Verdad?

Nico soltó un suspiro de desaliento.

—¿En serio? ¿Justo esta noche? ¿Acaso lo haces a propósito?— ahora parecía querer pegarle en la cabeza con el libro de anatomía que llevaba entre manos— ¿Justo antes del examen con Valero?

Valero... El terror de los estudiantes de medicina. El maestro por el cual Will llevaba un mes estudiando para esa prueba. Todas las noches, cuando el insomnio de culpa le atacaba. Valero... el único profesor que reprobaba al sesenta y ocho por ciento de sus estudiantes cada semestre. Valero... aquel profesor que posiblemente significaba el treinta por ciento anual de los ingresos de la universidad, solo por los pagos de exámenes de ampliación para evitar reprobar el curso.

Will compartía esa clase con Nico, era bastante patético que se hubiera olvidado.

"Pero prefiero que pierda el tiempo conmigo y no con Darel"—pensó— "¡Hasta podríamos estudiar juntos! Siempre había querido tener una cita de estudio!"

De algún modo supo que a Nico no le iba a gustar esa opción.

—De todos modos vas a ir con Darel, ¿no es así?— Will intentó desviar el tema.

—Te digo que te estaba fastidiando nada más— regresó Nico— Tengo la noche reservada para Valero, únicamente. ¡Así de exclusivo soy! Ya ves...

—¡Vaya qué honor para ese anciano!— no pudo evitar decirlo en voz alta, y por algún milagro del cielo, a di Angelo le resultó chistoso. Lo había hecho reír por segunda vez... Ahora, se sentía de nuevo en la estratósfera.

—De acuerdo, no tiene que ser hoy— continuó Will, aún con el rastro de una sonrisa sobre sus labios — Pero sí quiero otra cita... ¡Y sí pagaré el doble! Lo prometo... — Nico abrió los labios para decir algo, pero Will siguió hablando— Solo quiero una condición especial esta vez... ¡Yo elijo el sitio!

—Ajá— Nico bufó— Dime dónde y planea...

—No... — Will negó con la cabeza y luego sonrió para imitar una frase que Nico le había dicho la última vez— Es una sorpresa.

—No. — Nico se detuvo en seco para mirarlo directamente a los ojos— Ni lo sueñes. No pasará.

—¡Oye! Dije que pagaré el doble— Will se cruzó de brazos de nuevo e hizo un mohín con sus labios— Iremos en tu auto si quieres, y será a plena luz del día. No voy a secuestrarte. Solo te daré instrucciones de a dónde llevarnos. — Nico seguía muy serio— ¡En serio! Palabra de explorador— hizo una cruz sobre su pecho—. Puedes confiar en mí.

—Y supongo que no querrás la cita si te digo que no, ¿verdad?— Nico desvió la mirada, como quien no quiere la cosa.

—Nop. Mi dinero, mis condiciones— dijo Will, de pronto muy confiado. Pero al instante siguiente tuvo miedo, porque Nico volvió a mirarlo y había cierto grado de rabia y decisión en su mirada esta vez.

—Te costará el triple— le espetó.

—¡Hecho!— contestó Will de inmediato, porque no quería esperar a que cobrara el cuádruple del precio original.

—Eh... ¿Hecho?— Nico de pronto habló muy bajo, estupefacto, como si se hubiera dado cuenta de que su par de ases, no vencían un color al rey. Sin embargo, se repuso pronto— De acuerdo... Y más te vale que tu sorpresa no incluya una orgía, porque eso no está dentro del trato.

Y se marchó, sin más, al reanudar su paso, pero haciéndolo tan de pronto que, para el momento en que Will se enteró, no habría modo de seguirlo a menos que corriera tras él de una forma muy patética. Suspiró, y a pesar de que Nico ya no lo veía, el mohín volvió a sus labios:

—Como si yo quisiera compartirte, Nico... — murmuró para sí mismo— Como si no me muriera por tenerte solo para mí.

Suspiró una vez más, y se fue a estudiar.

Lectores entrando en pánico al leer el título: "En pausa".

Sismance: se la creyeron, eh. 

Dejen sus bonitos comentarios y hasta la próoooooximaaa.jpg

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