15. Tierra sólida
Después de todo lo que había llovido durante la tarde, y todo lo que había sucedido en la noche, la madrugada se sentía tan extrañamente silenciosa que había un molesto zumbido, molestando los oídos de Will. Rondaba la una de la mañana y él se encontraba en la cocina de su casa, preparando un sustancioso estofado de carne, receta de la abuela, y aprovechando el tiempo para calmar su mente y poder volver a la sala. Con Nico.
No lo había dejado solo, estaba en el sofá, con Percy y Jason. Afortunadamente, al regresar a casa, su padre y Geofrey ya se habían ido a dormir, mientras que su madre seguía en una conferencia en Australia. No tenía ni la más mínima idea de si Geofrey le había dado el reporte del día a Apolo o no, pero había tomado la decisión de que se preocuparía por eso después. En ese momento, lo único importante en su vida, era Nico. Y necesitaba hacer lo que fuera para hacerlo sentir, aunque fuese un poquito, mejor.
Apagó la estufa de acero inoxidable, se extendió hacia el armario superior para tomar de ahí un plato hondo y un cucharón con el cuál servir el estofado, y se tomó todo el tiempo del mundo en hacerlo, y tener todo listo. Quería que Nico comiera, quería que entrara en calor, pero también sabía que necesitaba darle tiempo con sus amigos antes de volver con ellos. Sabía, que si iba en ese justo instante, interrumpiría algo.
Cuando finalmente no pudo ralentizar más sus movimientos, tomó una cuchara, un guante de cocina para no quemarse con el ahora caliente plato hondo, y se dispuso a llevarle la comida al amor de su vida. Se movió en silencio, y cuando estuvo en la sala, los encontró justo como lo había esperado.
Nico estaba en el sofá, vistiendo el pijama más calentito de Will, cubierto por una frazada color gris, desde la coronilla de su cabeza, y hasta la punta de los dedos de sus pies, quizá incluso más. Estaba prácticamente encogido en una esquina, como si no se sintiera cómodo con sus miembros extendidos, o tal vez solo estaba intentando abrazar su propio cuerpo. Como fuera, su ceño estaba fruncido. Ya no había rastro del momento de debilidad en el cual Will lo había visto llorar, allá en el sótano de Midas. Tampoco podía ver ninguna señal que le hiciera parecer furioso, cómo lo había estado después de ser humillado por Darel en la universidad.
Este era una expresión completamente distinta, como si tuviera que fingirse molesto, porque no sabía de qué otro modo se suponía que tenía que actuar. Aún así, no parecía querer alejar a sus amigos en absoluto, Ya no se estaban abrazando, pero algo en sus posiciones daba la inequívoca señal de que habían estado haciéndolo tan solo un par de segundos atrás.
Percy estaba en cuclillas frente a él, Jason estaba sentado en el sofá, a un lado. Ambos tenían los ojos húmedos, y antes de que se dieran cuenta de que Will había vuelto, le pareció que Jackson decía algo similar a "Lo siento", y Nico negó con la cabeza, como si ya múltiples veces le hubiera dicho que dejara de disculparse. Percy tenía una mano cerca de la de Nico, y Will se sintió un poco celoso, al creer que quizá se habían estado tomando la mano. Sin embargo, al segundo siguiente, notó que las fotos de Midas estaban ahí, una hecha añicos, las demás enteras. Nico había reclamado su derecho sobre las que había recogido Percy.
Se hizo el silencio, cuando lo notaron, pero Will decidió no darle importancia a eso. Sabía que no era nada personal, solo eran hombres intentando ocultar sus sentimientos reales, como usualmente lo hacía todo su género. Vio a Nico ocultar las fotos bajo la frazada, posiblemente metiéndolas en el bolsillo de su pantalón, pero tampoco dijo nada con respecto a eso. El orgullo, también era un sentimiento que debía ser resguardado.
Will, sin embargo, había sido criado diferente. Del mismo modo en que su padre le permitía echarse a llorar durante todo el día, hasta que sus ojos estaban tan hinchados que incluso ahora era difícil ignorar el ardor cuando los mantenía abiertos, también le había enseñado a demostrar sus sentimientos de la forma más ruidosa posible, y eso era lo que iba a hacer. Incluso si Nico no quería permitirle amarlo.
Se coló en medio de ellos, y le entregó el plato de estofado a Nico, para luego quitarle el cojín que tenía en la espalda y hacerlo más esponjoso para él. En un error de cálculo, dejó descubierto el pepino que había tenido que ocultar con la llegada de Percy y Jason, horas atrás, así que lo sacó y lo lanzó hacia el otro sillón, para luego fingir que no había pasado absolutamente nada. Volvió a meter el cojín detrás de Nico, y se sentó en el brazo del sofá.
—Ten cuidado —le advirtió con respecto al estofado—, está caliente.
Nico, que parecía querer hablar de cualquier cosa, excepto de lo que realmente era importante, se quedó mirando el pepino inerte y ya arrugado en el sillón, parpadeó un par de veces con el ceño fruncido y al final solo soltó un suspiro y negó con la cabeza diciendo:
—¿Cuál es la obsesión de ustedes tres con los pepinos? —negó con la cabeza—. Les juró que no lo entiendo.
—Jamás lo entenderías —contestó Percy— Va más allá de tu pequeñito cerebro.
Se arrepintió de inmediato de decir eso, fue evidente en su rostro, pero Nico sonrió y Will estuvo a punto de darle una patada para lanzarlo de culo contra el piso, antes de que metiera la pata disculpándose. Si lo normal para ellos era tratarse mal y hacer bromas pesadas, entonces tenía que seguir haciéndolo, especialmente ahora. Tenía que hacerle sentir que todo estaba bien, que las cosas seguirían siendo como antes, incluso si no era cierto.
En lugar de patearlo, Will se concentró en algo que lo preocupaba más: Nico no estaba comiendo, el humo se desprendía del, en su humilde opinión, delicioso estofado, sin que este siquiera hiciera un mínimo intento por probarlo. Fue estúpido, lo sabía, pero no pudo detenerse a sí mismo de decir:
—Puedo dártelo yo, si quieres... —para luego extender su mano hacia la cuchara. Esto hizo que Nico se molestara, de algún modo. Antes de ser alcanzado por la mano de Will, extendió el plato por completo, hacia la mesita de la sala y lo dejó ahí, para luego incorporarse en sus pies.
—No es necesario —dijo en voz alta—. Gracias por todo, pero nada de esto es necesario, Will. No tengo apetito, y tenemos que irnos ya. No nos vamos a quedar.
Percy se dejó caer hacia atrás, y retrocedió hasta estar a los pies de Jason. Fue inteligente: él había notado que Will iba a enojarse de nuevo, y no quería estar en mitad del camino. Jason también fue lo suficientemente sabio como para quedarse en silencio. Will no supo el momento exacto en que se levantó, pero de pronto estaba a la misma altura que Nico.
—Tienes que comer algo, o todo será peor. Entiendo si tienes náuseas pero... —se detuvo, era una estupidez decírselo, porque Nico tenía los mismos conocimientos médicos que él como para saberlo por su propia cuenta— ¡No te puedes ir! Ya hablamos de esto, solo accedí a no ir con la policía ahora, para que puedas entrar en calor, pero, ¡te secuestraron Nico! ¡Abusaron de ti! ¡Tienes que denunciarlo!
—Y yo también ya te lo dije a ti: ¡No podemos ir con la policía! Denunciar a Midas significa joderme yo mismo, y no lo haré. —A pesar de su tono de voz, su voluntad no estaba tan firme como en otras ocasiones, de hecho, parecía bastante débil cuando se giró hacia sus amigos y agregó—: Díselo, Jason.
—La prostitución es ilegal en casi todos los cincuenta estados —dijo Jason, casi en un susurro—. No solo para quien solicita el servicio sino también para quien lo da. Lo menos que podemos ganarnos es una multa, que para empezar no tenemos dinero para cubrir, así que tendríamos que pagar en la cárcel. Nico, además puede ser acusado de proxeneta, lo cual tiene una pena peor. Y todo eso sin contar que "la voluntad" está completamente en juego en esto. Si Nico se dedica a dar servicios sexuales, ¿cómo esperas probar que Midas lo tenía en contra de su voluntad? Y él puede pagarse los mejores abogados del mundo. Nosotros solo tenemos un yo, y ni siquiera puedo ejercer sin ser supervisado por alguien con licencia.
—Además nos expulsarán de la universidad tan pronto como pongamos un pie al otro lado de las rejas —apoyó su bro—. Significa la ruina total. Aunque, a estas alturas ya hemos huido durante tantos meses de la ruina total que, para ser sincero, no sé si sería mejor simplemente dejarnos arrastrar, Nico.
—Quizá podamos viajar a Nevada e iniciar una nueva vida vendiendo hielo —Jason colocó una pose pensativa—. Hace un poco más de frío, pero, ¡hey...! No es tan malo, ¿o sí?
—No iremos con la policía— Nico resumió— Y tampoco nos vamos a quedar aquí por más tiempo, ya hiciste mucho por nosotros, Will. Gracias, ahora nos vamos.
—¡No seas necio! —Will le regresó— Está bien, no quieres ir con la policía. ¡Lo entiendo! Pero, ¿qué se supone que vas a hacer entonces? ¿Ir a tu casa y esperar a que te secuestren de nuevo? ¡O incluso algo peor, Nico! ¡Puede matarte!
—Ese no es tu problema —Nico estaba quedándose sin defensas demasiado rápido, lo cual demostraba su actual estado de cansancio y posiblemente desesperación—. Ya te dije que es mejor que no me veas más.
—¡Sí es mi problema! ¿Qué parte de "te amo y me preocupo por ti" no entiendes? ¿Acaso necesito escribirlo? No voy a dejarte hacer esto. ¡No voy a abandonarte ahora!
—Tus sentimientos no son problema mío —esta vez, la voz de Nico salió apenas en medio de sus muelas. Se veía rabioso, se veía como el hombre sin corazón que se había esforzado en mostrar en el exterior. Ayer, Will se lo hubiera creído, y habría llorado incluso más que antes. Ahora... Ahora solo pudo soltar una risa seca e irónica, que raspó su garganta y le hizo daño a su propio corazón.
—Claro que lo son —le devolvió, y esta vez no gritó—, porque también me amas. ¡No pierdas tu tiempo intentando ocultarlo! Percy ya me dijo todo.
Quizá no debió agregar lo último, porque Percy hizo movimientos desesperados con su mano simulando cortarse la cabeza. La tez de Nico se puso tan pálida que Will dio un paso hacia el frente, listo para sujetarlo antes de que se desmayara. Como fuera, no se desmayó, pero titubeó un poco antes de volver a hablar. Soltó su propia risa sarcástica y dijo:
—Gracias por declararte en mi nombre, Perce —su voz cargada de ironía, y un poco de amargura—. ¿Qué haría sin ti? ¿Eh? —luego, un poco más molesto que antes, volvió a atacar a Will—. ¡Da igual! Eso no cambia nada, solo lo empeora. No quiero estar aquí, ¿entiendes?, así que no nos vamos a quedar, y es el fin de esta discusión. ¡Me largo!
Intentó darse vuelta para marcharse, Will por supuesto lo sujetó:
—No te irás —dijo, aunque sonó más como una orden.
—¿Qué piensas hacer? —Nico aún tenía la opción de dar el golpe bajo, porque era lo que hacían los animales desesperados, cuando estaban enfrente de la muerte— ¿También vas a atarme en tu sótano para mantenerme a tu lado? ¿Es eso lo que quieres hacer?
Lo desafió mirándolo directamente a los ojos, lo cual dolió incluso más que una patada en sus partes nobles. La mirada de Will se humedeció de inmediato, lo soltó y dio dos pasos hacia atrás, todo sin siquiera darse cuenta de que lo estaba haciendo. No quería dejarlo ir, pero, ¿qué otra cosa podía hacer? ¿Cómo iba a detenerlo? A veces, ni siquiera el amor mutuo solucionaba las cosas, a veces, simplemente lo demás era más fuerte.
—No te puedes ir... —esta vez no sonó como una orden, a duras penas sonó, de hecho, porque su voz tembló, y la súplica había rondado como un susurro.
Nico cerró ambos ojos, se llevó una mano hasta ellos y masajeó un momento la parte superior de su nariz, como si Will no hiciera otra cosa más que provocarle estrés, excepto que, cuando abrió los ojos de vuelta, estos estaban tan llorosos como los de él, como si le hubiera dolido más a él que a Will, lo cual, tomando en cuenta las circunstancias, era bastante probable.
—¿Will? —Habían estado mirándose el uno al otro, de forma increíblemente miserable, por un par de segundos, antes de que Apolo apareciera, llamando a su hijo con un deje de preocupación filtrándose hasta la sala. Will dio un saltito en su lugar, sintiendo como si estuviera ocultándole algo a un padre estricto, y se volteó hacia él—. ¿Estás bien? Escuché voces.
Sin embargo, Apolo era cualquier cosa, menos un padre estricto. Estaba bajando las escaleras, al tiempo que se acomodaba su bata dorada de Dior alrededor del cuerpo. Esa bata era más cara que lo que costaría un buen abogado para salvar a Nico y a sus amigos, Will se sintió tan avergonzado por ello, que tuvo que mirar al piso un momento, intentando serenarse un poco, antes de poder contestar.
"No es nada, mis amigos ya se van" —era lo que debía contestar. Era lo que Nico quería, era lo más cuerdo por decir. Sin embargo, cuando habló, lo hizo en su mejor y más sincero papel del chico miserable en el que se convertiría si Nico salía de su casa.
—Papá... — Will no se dio cuenta de ello, pero había utilizado el mismo tono que durante toda su infancia, le había dado a Apolo una señal, para saber que, a continuación, iba a pedirle que le cumpliera un capricho. El puchero en sus labios, a pesar de ser sincero, era el arma secreta que conseguía que Apolo gateara por el suelo fingiendo ser un perro, hasta que Naomi pudiera llegar a casa con el nuevo Crestado Chino carísimo que Will había deseado tener. Llamó por completo su atención—. ¡Por favor tienes que ayudarme! ¡Es de vida o muerte!
Apolo terminó de bajar las escaleras con su ceño fruncido y su atención completamente puesta sobre Will. Pero, estuvo lo suficientemente cerca de él, en el coincidente momento en que Nico decidió que no quería a más personas involucradas en todo esto, así que intervino diciendo:
—Will, no... —e, irremediablemente, llamando la atención de Apolo hacia él, quien, por cierto, tuvo que parpadear un par de veces antes de comprender lo que estaba viendo frente a él.
—¡Papá! —Will ignoró a Nico por completo—. ¡Papá! Mi novio tiene una deuda inmensa y hay un viejo anciano abusivo que quiere obligarlo a acostarse con él si no le paga. ¡Y lo tuvo encerrado en el sótano y...!
—Will, no. ¡Cállate! —Nico tuvo que lanzarse sobre él, para poner ambas manos sobre su boca y silenciarlo. Aún así, era demasiado tarde, Will ya había dicho demasiado y no era una débil damisela que se fuera a quedar quieta al tenerlo encima. Se quitó las manos de los labios y continuó hablando.
—¡Papá, paga su deuda por favor para que lo dejen en paz! ¡Por favor, por lo que más quieras, por favor, por favor, por favor, por favor!
—Señor no le haga caso, no es cierto —Jason y Percy se levantaron del sofá de inmediato y con las manos en alto comenzó a negar, mientras Nico luchaba por volver a poner sus manos sobre la boca de Will, hasta que, Apolo se molestó, y con el ceño aún más fruncido que antes, sujetó a Will del brazo y lo arrastró lejos de ellos.
Y comenzó a regañarlo, como si ellos no estuvieran ahí, o como si simplemente no importaran más que el resto de muebles en la sala.
—¡Will! ¿Qué te he dicho sobre andar botando tu dinero solo porque alguien te pone ojos bonitos? —Su voz era severa, y dejaba ver que, esta no era la primera vez que Will pedía exorbitantes cantidades de dinero—. ¡La gente es mala, allá afuera! Se aprovechan de ti, amor. ¡No tienes que creer todo lo que te dicen!
—Papá, pero esta vez no es así —intentó Will.
—Ya dije que no —refutó con rotundidad, y luego se giró hacia los chicos—. No importa lo atractivos que sean —miró incluso peor a Nico, y tuvo que detenerse un momento para agregar—: muy, muy atractivos... —casi dudó un instante, pero luego se reafirmó en su punto—. ¡Ustedes no van a aprovecharse de la bondad de mi hijo! ¡Váyanse de aquí ahora!
Y Nico se sintió agradecido de que al menos su padre no fuera tan tonto como Will, y no anduviera dejando que su hijo botara el dinero tan fácilmente como él pretendía hacerlo, o de lo contrario, estarían arruinados en un par de meses. Ya suficiente se había gastado el chico en comprar los servicios exclusivos de Nico.
—¡Papá! Pero, esta vez no es nada de eso. ¡Lo juro! —Y después en un intento desesperado—. ¡Yo lo amo!
—Will... eso es incluso peor —Apolo parecía querer darle un golpe en la cabeza para hacerlo entrar en razón.
—Discúlpenos, señor —Percy, sujetó a Nico de un brazo y a Jason del otro—. Nosotros ya nos vamos. No se preocupe, no nos vamos a volver a acercar a su hijo. ¡Le doy mi palabra!
—Pero él también me ama a mí —Will lo dijo de un modo tan miserable, que su padre no pudo evitar mirarlo, y luego mirar a Nico de nuevo. Nico desvió la mirada de inmediato, sin querer, fue solo un efecto reflejo. Sus mejillas se sonrojaron, algo completamente incontrolable, que, por descuido, le dijo la verdad a Apolo.
Su mano subió hasta sus labios, ocultando la pequeña "o" que se había formado en ellos, con la sorpresa que se había llevado. Y entonces rebobinar sus recuerdos unos cuantos minutos, para conseguir darse cuenta de que, antes de eso, ese chico atractivo no había querido que Will siguiera hablando. Él, realmente, no quería que Will pidiera el dinero.
—No se preocupe, señor —Nico al fin consiguió hablar—. Como dijo mi amigo, nosotros ya nos vamos. Y no tendrá que preocuparse por nosotros nunca en su vida a partir de este momento. Disculpe nuestra irrupción en su casa.
—¡Oh, Dios mío! Es cierto —Apolo estaba estupefacto—. Realmente te ama, Will... —luego miró a los ojitos de borrego de su hijo y agregó—: ¡Es amor de verdad!
—Lo es, papá. ¡Lo es! Lo juro —Will aprovechó el instante de debilidad de su padre—. ¡Papá, necesita ayuda! Ese viejo cochino lo secuestró en el sótano y abusó de él, y ya no sé de qué más sea capaz, pero Nico no quiere ir a la policía porque Midas tiene mucho dinero y...
—¿Midas? —Apolo gruñó—. Así que es ese viejo irreverente, ¿eh? —se cruzó de brazos, como si solo hablaran de una mala calificación de su bebé que él tendría que resolver—. Está bien, ya, ya, deja de lloriquear, Will... Yo pagaré. No te preocupes. Todo sea por mi hijo y el amor de su vida.
—¿Qué? ¡No! —Nico estuvo a punto de golpearse el rostro con la palma de su mano. ¿Qué diablos estaba mal con esta familia? La fuerza de voluntad de Apolo no había durado ni cinco minutos en pie— ¡Basta! No voy a aceptar tu dinero —le dijo a Will y luego aclaró—: Ni el suyo, señor. Ya encontraremos un modo de salir de esto. Ustedes... ¡Déjennos en paz, por favor! No necesitamos caridad.
—Oh... así que es eso... —Apolo movió su mano despreocupadamente, solo le faltaba abanicarse el rostro con sus cheques—. De acuerdo, qué tal esto... Yo pago su deuda, y ustedes me pagan a mí. ¡Sin intereses! Y sin plazo de vencimiento. ¿Qué tal?
—Y no tienen trabajo, papá —Will habló sobre su hombro, como un niño eligiendo el juguete de su cajita feliz—. Por eso no han podido pagar.
—¡Felicidades, están contratados! —soltó Apolo luego de dar un único aplauso como quien dice: "todo está solucionado".— Serán un éxito en las noches de chicas...
Jason y Percy miraron a Nico, como un par de niños preguntándole a su madre si podían tomar el dulce que les ofrecía el extraño, y Nico, como la buena madre que era, estaba a punto de negar con la cabeza. Casi no se dibujó esa sombra del símbolo del dólar en sus pupilas... casi.
—No vamos a... —iba a declinar, lo intentó al menos, nadie podría decir que no lo había hecho—. Si se refiere a streaptease o algo por el estilo, la respuesta es no. Gracias, pero no gracias.
—¿Streapers? —Apolo levantó una ceja, y se rascó un lado de la mejilla—. No, no, nada de eso. Necesito meseros en uno de mis bares, hay noche de chicas una vez a la semana, pero estamos escasos de personal. ¿Y ustedes tres? Son como tres imanes. ¡Llenos de sexappeal! ¿No se los han dicho antes? Aumentarán incluso más las ventas. Se les dará el uniforme, usamos uno temático por día, y pueden quedarse con las propinas. ¿Qué tal eso? ¿Lo tomas?
Nico pestañeó rápidamente, como si los cables de su cerebro soltaran chispas por un uso excesivo. Todo estaba pasando demasiado rápido. De hecho, desde hace veinticuatro horas, todo se sentía demasiado irreal en su vida. ¡¿Le estaban diciendo, que después de meses de sufrir y fallar incontables veces en conseguir un empleo honrado, por lo que no había tenido más remedio que prostituirse junto con sus amigos, ahora lo contrataban sin siquiera oír una entrevista o estar meramente bien vestidos?! ¿Así de fácil? ¿Así de rápido?
Dio dos tambaleantes pasos hacia atrás, y se dejó caer de espaldas sobre el sofá, con las piernas estiradas y los brazos a cada lado de su cuerpo, sin fuerzas, como dos espaguetis. De pronto, una risa muy histérica empezó a brotar de sus labios, tan fuerte que asustó terriblemente a Jason y a Percy, quienes seguían de pie a su lado, como dos cachorritos sin saber qué hacer por su dueño enloqueciendo.
Al final, Apolo asintió solemnemente, como si todo ya hubiese sido dicho.
—Tomaré eso como un sí —anunció alegremente, y entonces, se giró hacia su hijo, fingiendo ver un reloj que ya se había quitado para dormir—. Bueno, nada como salvar a tres hermosos muchachitos de las garras de un viejo pervertido para terminar el día. ¡Me siento realizado! Una vez más, el dólar americano ha salvado el día —soltó un profundo suspiro conmovido—. Ah, ¡qué bonito país! ¡Viva el capitalismo!
Luego de exclamar más cosas como: "¡Arriba Yanquis!" Y, "Hoy es noche de Mean Girls en TNT, Will, y no pienso perdérmelo. Ya mañana hablaré con Midas", Apolo se marchó nuevamente a su habitación, con su bata ondeando detrás de sus piernas cual Snape con su capa caminando por los pasillos de Hogwarts. Un instante después, Will divisó a Godfrey, el mayordomo, contemplando la escena con un pañuelo para secarse las lágrimas y los mocos.
—Estoy tan feliz de que todo haya terminado bien. A veces, el amor triunfa por sobre todas las cosas —se sonó la nariz ruidosamente—. Creo que iré a llamar a mi ex. Estoy listo para que me vuelva a romper el corazón.
Y feliz, y emocionado ante la perspectiva de otra relación llena de dolor, Godfrey desapareció por el pasillo, dirigiéndose hacia sus aposentos.
Will suspiró, cansado. Finalmente, ya no se sentía tanto como flotando en un vacío sin gravedad sin saber hacia dónde se dirigía, ahora tenía una soga por la cual sostenerse y también a Nico junto con sus amigos, al menos, ya no estaba solo. A continuación, mediante otro intercambio de palabras insistentes y suplicantes, porque no había otra forma de conseguir las cosas con Nico, este chico oscuro y terco, logró que se comiera el estofado de carne que, por la ligera expresión de sorpresa y satisfacción en su rostro, supo que le había gustado en gran medida.
Y también a Percy, ya que cuando vio y olió la comida, su estómago rugió como un león atrapado en sus entrañas, así que muy a regañadientes, Nico tuvo que invitarle un poco y luego a Jason, porque lucía lamentable viendo que su compañero recibía alimento y él no. Al final, todos terminaron comiendo del estofado, incluso Will, puesto que Nico le había ofrecido con cuchara en manos. Feliz, Will abrió los labios y se dejó mimar.
Y luego se regañó porque se supone que Nico debía ser mimado, no al revés. ¡Rayos!
Ya entrada la madrugada, y cuando Nico soltó el primer bostezo, Will se puso en pie y anunció que todos deberían descansar. Había sido un largo día, especialmente Nico, tenía que recuperar sus fuerzas para que su mente y los malos pensamientos, no se aprovecharan de su debilidad. Subieron por las escaleras, y en el pasillo, Will se giró hacia Percy y Jason.
—Chicos, aquella es una habitación de huéspedes... Tenemos más, pero deben estar llenas de polvo, porque hace tiempo que nadie se queda en ellas—. Will los miró con una sonrisa apenada—. ¿Les molesta compartir cama?
—Para nada —dijo Jason—. Estamos acostumbrados, y agradecemos tu hospitalidad por sobre todas las cosas. De verdad. Eres muy amable.
Percy ya se estaba durmiendo en el hombro de Jason, así que, después de un par de agradecimientos más, los dos se marcharon hacia la habitación indicada, y desaparecieron tras la puerta. Al instante siguiente, Will se giró hacia Nico:
—Ya conoces mi habitación. Puedo extender un colchón en el piso y tú te quedas con la cama, o podemos dormir juntos, con un montón de almohadas en medio. Lo que te resulte más cómodo. Tú solo dime...— al ver la indecisión en el rostro de Nico, Will agregó—: O puedes quedarte tú en la habitación y yo me iré a dormir con mi padre. ¿Eso suena mejor? Solo debes prometerme que no vas a escapar en mitad de la noche, por favor.
—No, yo... —Nico intentó hablar, Will le había sujetado la mano en algún momento cuando Percy y Jason estaban distraídos dándole las gracias, y no lo había soltado— Es que... Le dijiste a tu padre que soy tu novio...
—Ah... sí... ¿Quieres que me disculpe?
—¡No! Es... Es solo que no entiendo por qué... —se le estaba dificultando mucho contestar, y para ser sincero no sabía cómo poner sus deseos en palabras. Para empezar, le daba miedo ser rechazado, aunque sabía que después de todo lo que Will había hecho por él, eso era casi imposible—. Es tu habitación, no necesitas cedérmela.
—Es... es que tampoco quiero dar la impresión de que... Sé que... —Will inhaló profundo antes de tener la fuerza suficiente para hablar—. Sé que mi reputación, y honor y moral, ya está por el suelo en lo que respecta a ti. Sé que te pagué por sexo muchísimas veces... Pero, no soy un pervertido sin remedio, ¿de acuerdo? Y lo lamento... Y quiero redimirme de algún modo. No quiero que pienses que me debes algo, o... lo que sea. Es solo que... No quiero arruinarlo más, ¿sí? Demonios, desearía solo... poder devolver el tiempo, e invitarte a salir como una persona civilizada...
—No tienes que sentirte mal por nada de eso —Nico soltó un suspiro—. No me obligaste a hacer nada, te lo puedo jurar. De hecho, voy a devolverte ese dinero, te lo prometo.
—No tienes que... No... No hagas eso, cállate. —Will sujetó ahora su otra mano, solo para estar un poco más cerca—. Te lo volvería a dar, y de gratis.
—Nada en esta vida es gratis, Will —le regresó Nico, de nuevo mirándolo a los ojos. Will sintió que el mundo se le venía encima. ¿Realmente no podrían arreglar esto? ¿Lo habían perdido incluso antes de empezar?— Así que...
—Nico... —Will lo interrumpió, no quería escuchar lo que seguía, pero él no le prestó atención y continuó de todos modos:
—Así que... ¿Cuánto me costará, tenerte acurrucado contra mí toda la noche? —pronunció suavemente, citando lo mismo que Will le había pedido en San Valentín— Pagaré lo que sea...
Will tuvo que cerrar los ojos para evitar que las lágrimas salieran a trompicones e inhalar profundo, solo para luego echarse en sus brazos para abrazarlo como si pudiera meterlo dentro de su cuerpo, para nunca más dejarlo salir otra vez.
—La casa invita —contestó, solo porque no podía dejarlo pasar, y a continuación lo llevó a su habitación, donde no estuvo contento hasta que lo tuvo bien envuelto como un taco entre las sábanas y con la almohada más suavecita bajo su cabeza. Will fue a cambiarse de ropa y cuando regresó, Nico ya no estaba envuelto en las cobijas, sino que estaba sentado, mirando nuevamente las fotografías.
—Ya, no hagas eso —Will sacó las que había tenido, hasta entonces, resguardadas en su pantalón y ahora se notaban arrugadas y sucias. Las unió con las de Nico y se las arrebató, solo para meterlas en la gaveta de la mesita de noche y cerrarla—. No te tortures con ellas. Solo las conservaremos hasta estar seguros de que no serán necesarias, luego las haremos desaparecer, ¿sí? Y no vas a tener que pensar en ellas nunca más.
Nico volvió a abrir la gaveta y metió la cámara, que había estado sobre la cama. Era pequeña, una polaroid posiblemente carísima por ser una antigüedad aún en funcionamiento. Era una jodida lástima que hubiera sido utilizada por un ser sin escrúpulos. Nico no dijo nada, solo se metió otra vez bajo las sábanas, y esperó a que Will entrara con él. Cuando Will lo hizo, se acomodó atrás de su cuerpo y lo envolvió en una cucharita. Estuvo a punto de creer que Nico se iba a apartar, pero no lo hizo. Solo se giró y enterró el rostro en el pecho de Will, para luego cruzar las piernas con las de él.
Obviamente no pasó nada sexoso, ni siquiera se besaron en los labios, aunque Will sí le dio uno que otro besito en la coronilla. Solo se abrazaron, durante lo que parecieron ser horas, hasta que Will perdió el conocimiento debido al cansancio y comenzó a respirar lentamente, pero sin aflojar su agarre sobre Nico. Nico, lo intentó. Cerró los ojos tan fuerte como pudo, y se concentró en el calor. Durmió en algunos momentos, solo para despertarse después, y volver a dormir.
Finalmente, después de múltiples batallas perdidas para conciliar un sueño ininterrumpido, Nico se rindió. Se incorporó de los calentitos brazos de Will y se alejó de su cuerpo casi febril, con él no había necesidad de calefacción ya que le había dejado una ligera capa de sudor en la espalda, o quizás era producto de las pesadillas donde seguía atado a esa maldita cruz en aquel sótano, mientras los rostros de Darel y Midas flotaban cerca de él, con expresiones lascivas y babas corriendo por sus labios. Se levantó. El azulejo bajo sus pies se sentía frío como la nieve, pero no se puso las pantuflas que Will le había dado.
El frío traspasando sus huesos era la prueba de que seguía con vida. Libre. Y despierto.
Se dirigió en silencio hasta la mesita que estaba al otro lado de la cama, cuando estiró el brazo para agarrar la manija, las articulaciones de su muñeca sonaron como una explosión en la quietud del cuarto, sin embargo, el despreocupado hijo millonario de la mansión, siguió apaciblemente dormido, abrazando un espacio vacío que poco a poco perdía calidez. Nico regresó su atención al cajón que había abierto, tomó las fotos que habían sido guardadas boca abajo, junto con la cámara vieja, y salió de la habitación, dejando una finísima franja de luz entrar de los pasillos como una flecha.
Will abrió los ojos, pensó por unos segundos si era mejor darle espacio, y entonces, se fue tras él.
Luego de una breve caminata, pasando puertas, descendiendo escaleras, tomando una pequeña pausa en la cocina para recoger algo, Nico salió al jardín, extenso y verde con pequeñas lámparas adornadas con arabescos de hierro, situadas estratégicamente a lo largo del césped para que iluminaran los jazmines y margaritas amarillas desperdigadas por todas partes, como un campo de flores exótico, perfumado y relajante. Por encima de la valla, el horizonte empezaba a pintarse con rosa y morado, los primeros matices del amanecer.
Cerca de un gnomo de jardín y bajo un árbol de hojas blancas, que parecía haber agarrado color de la luz de la luna, Nico depositó el basurero de acero inoxidable que había traído de la cocina, el cual apenas le llegaba hasta la rodilla, y se sentó, sobre sus propias piernas al puro estilo japonés, mientras sacaba el conjunto de fotos que había guardado debajo de su camiseta. Las sostuvo por un momento entre sus manos, con un leve temblor que no tenía nada que ver con la fría brisa de la mañana. Antes de que tuviera la horrible tentación de echarles otro vistazo, dejó caer las fotografías en el recipiente, y utilizando un fósforo que también había robado de la cocina, les prendió fuego, junto con un par de periódicos para hacer perdurar la llama. Finalmente, observó embelesado, como las pruebas de su horrible pesadilla se hacían cenizas.
Era una pena que no pudiera hacer lo mismo con los recuerdos de su mente. Muy a su pesar, comprendió que éstos probablemente lo acompañarían hasta que envejeciera.
Se preguntó si se lo merecía. Todo el dolor, la desesperación y la humillación por la que pasó. ¿Podría ser su castigo por haber creído que podría controlarlo todo? ¿Fueron Midas y Darel parte de su expiación? ¡Qué risa! Nico cerró sus ojos, mientras la ironía curvaba sus labios suavemente. Decidió que ya no le interesaban esas respuestas, y que por hoy, al menos, podía dejar de ser cruel consigo mismo. ¿No era así? Dejó que el viento le acariciara los mechones de la frente, como fríos dedos que le recordaban a su madre.
Will se unió a él al cabo de un minuto. Se sentó sobre el césped húmedo a su lado, y le rodeó inmediatamente los hombros con la frazada gris que le había dado en un inicio cuando llegaron. Nico abrió sus ojos y viró el rostro en su dirección. Las llamas le daban un cálido tono anaranjado a sus mejillas, y a sus ojos, un reflejo que le recordaba al sol saliendo desde las profundidades del mar azul.
—No me importa si tu padre no lo soluciona —dijo, después de otro rato en silencio—. No quiero que nadie más vea estas fotos, ¿entiendes?
Will dejó de contemplar el fuego, y lo miró en su lugar. Nico tenía los labios secos y rotos, profundas ojeras y la piel de un blanco casi translúcido por el que se veían las venas azules alrededor de su cuello y sienes. Pero sus ojos seguían siendo los mismos, incluso después de todo el horror que habían visto, todavía lucían fuertes e insondables, listos para absorber cualquier cosa en las profundidades oscuras de sus iris.
—Claro, no te preocupes —contestó, con una débil sonrisa—. Pase lo que pase, Nico, nunca volverás a estar cerca de esas personas. Eso es seguro. Van a pagar, de un modo u otro.
Nico no contestó. No era como si no confiara en sus palabras, simplemente había aprendido que era mejor esperar a que ocurrieran las cosas, que tener esperanzas y recibir una enorme desilusión por ello. A decir verdad, a veces extrañaba esa dulce ingenuidad, la capacidad de creer firmemente en algo aún. Él ni siquiera recordaba la última vez que había rezado. ¿O lo hizo? Las cosas estaban muy confusas ahora. Luego haría las paces con Dios.
Entonces, se acercó más a Will, hasta que no hubo más espacio entre sus cuerpos y pudo cubrirlo también con la manta. Apoyó su cabeza en su hombro, divisando a la distancia, las luces de un avión titilando al alejarse, y se preguntó si los pasajeros podían verlo desde sus ventanas: Dos chicos compartiendo calor, con el trinar de las aves sobre sus cabezas, mientras el cielo se aclaraba y volvía las nubes rosas como algodones de azúcar. Dos chicos finalmente juntos sobre la tierra, después de haberse perseguido incansablemente en los confines de la estratosfera.
—¿Quieres hablar, ahora, sobre la idea de ir a un psicólogo o...? —Will se detuvo, al momento que sintió un pequeño apretón.
—Después —dijo con amabilidad—, quizás después de un delicioso y grasoso desayuno.
Will asintió una sola vez, acariciando los nudillos de Nico con los dedos al mismo tiempo. Transcurrido un rato, cuando lo vio agarrar la cámara de Midas con la mano libre, y posarla en su regazo, preguntó:
—¿Vamos a deshacernos también de eso?
—Eso creo. Le pertenecía a él. Ya está contaminada —respondió dudoso, luego formó una mueca—. Aunque siempre quise una de estas.
Nico jugueteó distraídamente con la lente de la cámara, pensando sobre qué hacer con ella, hasta que finalmente, Will se la arrebató de las manos, y la levantó todo lo alto que su brazo podía alcanzar, delante de ambos.
—Tomemos una última, entonces —dijo, sonriendo de una manera tan hermosa que ni un amanecer estaría a la altura—. Un recuerdo de tu libertad.
Will observó a Nico tomar una honda bocanada de aire, antes de dejar que las líneas tensas de su rostro, se relajaran lo suficiente para imitar a algo parecido a una sonrisa. Sin embargo, en el momento que sus manos se soltaron, para rodear sus hombros y acercar tanto sus caras que podrían haberse fusionado como siameses, su sonrisa fue sincera. Pequeña y tímida. Pero real, como el cielo encima de ellos, el amanecer que prometía un nuevo inicio, y el amor que sentían el uno por el otro.
La fotografía descendió de la delgada abertura unos segundos después. En blanco y negro. Will pensó que él no se veía para nada destacable, ¿pero Nico? Entendía, y ojalá no lo hiciera, por qué ese anciano asqueroso había elegido una cámara monocromática, ya que no hacía más que resaltar las características de Nico. Su piel blanca y pelo azabache, sus ojos y sus pestañas negras, un contraste armónico y perfecto que lo convertían en una belleza de otro universo.
Antes de que pudiera decir algo estúpido, como, por ejemplo, guardarla en el sótano o lavarla con lejía para volver a usarla, Will observó, con muda sorpresa, la cámara ser lanzada sin más miramientos al interior de las llamas, causando ciertos ruidos y un profundo olor a plástico quemado que se mezclaba con el suave aroma de los jazmines del jardín. Humo ligeramente negro se elevó hacia arriba, y las virutas doradas volaron alrededor de ellos, como las luciérnagas de aquel día cuando sus cuerpos se unieron por primera vez en el coche de Nico, como cuerpos celestes colisionando para transformarse en algo aún más maravilloso.
—Te compraré uno más bonito, ¿sí? —murmuró Will, con sus labios pegados en la cabeza de Nico. Olía mejor que las flores, a tierra después de una lluvia—. A color y con una gran definición. El más caro del mercado. ¡La mejor cámara que un asiático haya inventado!
La apagada risa de Nico retumbó en su pecho, con un atisbo de cariño.
—Prefiero que solo me prepares el desayuno —dijo, volviendo a recostarse sobre su hombro—. ¿Es posible?
—Claro —contestó Will, satisfecho—. Haré mi especialidad, crepes dulces con fresas.
Sí. Quizás el espacio era un lugar infinito lleno de posibilidades y maravillas. Pero era frío. Y el sol aquí era cálido y reconfortante, especialmente con la mano de él entrelazada con la suya. Sí, por primera vez, la tierra firme sonaba como el mejor lugar para estar, si era con él.
Y, este damas y caballeros, fue el último capítulo de Exclusivo.
Aún nos queda el epílogo y finalmente, nos despedimos de esta bella historia.
Ahora es cuando dicen qué les pareció la historia desde el comienzo hasta este fin, pueden ser amables dando sus palabras :3
Nos vemos pronto.
Muak muak
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