Capítulo 23 - Reencuentro inesperado

Lo que habían sido solo unos minutos de intercambio de golpes, resultaron ser eternos para Rhinsia. Su hermosa y elegante armadura se encontraba llena de abolladuras, e incluso partes agrietadas. Ella se encontraba jadeando de cansancio, incluso pareciendo que en cualquier momento caería agotada

Por el contrario, aquel elegante hombre frente a ella, ni siquiera mostraba estar haciendo esfuerzo alguno. Su mirada ni siquiera tenía algún rastro de interés en ella, luciendo incluso algo aburrida.

—Si eso es todo lo que tienes, me temo que solo he perdido el tiempo contigo —mencionó con un tono seco, desprovisto de interés.

Connel se encontraba algo decepcionado del nivel mostrado por la joven frente a él. Algo inusual para el increíble poder que podía sentir emanando de ella.

La simple escaramuza ocurrida momentos antes, le daba mala espina. Algo le decía que ella aún guardaba algo bajo la manga.

Ante sus palabras, Rhinsia se comenzó a relajar, controlando su respiración poco a poco. Luego miró a Connel, mostrando una sonrisa.

—Admito que jamás me he enfrentado a alguien como tú. En toda mi vida, nunca me vi en una situación similar.

—Siempre hay una primera vez para todo, señorita.

Ante el sutil comentario dicho por su oponente, la joven caballero hizo algo que hasta el mismo Connel vio con sorpresa.

Uno a uno, el sonido estruendoso del metal se escuchaba cayendo al piso.

—Esta es tu oportunidad para atacarme. —Hizo una sonrisa sarcástica.

Rhinsia estaba quitándose su armadura. Poco a poco, su femenino cuerpo se dejó ver a simple vista, mostrando un traje de color negro; cuya textura y diseño, recordaba a un traje deportivo.

—Hemos peleado justamente hasta ahora. No veo motivos para hacerlo —mencionó Connel, haciendo un gesto que le indicaba a Rhinsia que continuara.

Si uno la viera sin su armadura y usando un vestido, podría fácilmente pasar como la hija de algún noble.

El hecho de escuchar como las piezas de la armadura caían al suelo, hizo que Connel entendiera el peso de las mismas.

—Esta armadura siempre ha sido una carga para mi. Pero al ser un regalo de mi amo, siempre la he portado para mostrar con orgullo que soy su estandarte. Pero veo que es imposible contigo. Moriré rápidamente si no lo doy todo.

Cuando la última pieza cayó, solo dejando sus botas y los antebrazos, al fin hubo algo de seriedad en el rostro de Connel.

El silencio invadió la zona. Ambos se miraban fijamente, y en un instante, Rhinsia dejó ver qué ya no sería como antes.

Su velocidad fue arrasadora, dejando ver como a un caracol, la que tenía con su armadura.

Ya se había posicionado frente a Connel, luciendo similar a cuando ella fue sorprendida por él. Sin embargo, Connel no solo le seguía el ritmo, si no que seguía mostrando que esto aún se le hacía fácil.

«¿Por qué no puedo darle?», pensó, algo desesperada.

Su velocidad había aumentado drásticamente, y sin las restricciones de su armadura, sus movimientos eran más fluidos y elásticos. Pero sin importar cuántos golpes diera, el resultado era el mismo.

Pasando algunos segundos, ella se apartó.

La rabia la comenzaba a invadir, filtrándose en su rostro, poco a poco.

—Veo que aún no sabes usar tu praná —dijo Connel.

¿Que no sabía usarlo?

Esas palabras cayeron en ella como afiladas agujas. Siempre había sido felicitada y admirada por su control del praná, y ahora venía este desconocido a decirle que no tenía idea de cómo usarlo.

Años de elogios y admiración eran repudiados por unas simples palabras.

—Entiendo tu frustración, pero lamentablemente es la verdad. Que no puedas golpearme es prueba de eso.

Las cejas de Rhinsia se crisparon ante esas palabras.

—¿A que te refieres con eso? ¿Dices que podré vencerte si aprendo a usarlo bien?

—Parece que aún no te das cuenta. No hay mucha diferencia en nuestras fuerzas actuales. —Hizo una pequeña sonrisa—. La razón de mi ventaja, se debe a mi mayor control del praná.

—¡Tonterías! Incluso mi control del praná supera al de los héroes, exceptuando a la heroína sagrada. ¡No te pongas arrogante solo porque has esquivado algunos golpes!

Ante su evidente frustración, Connel solo hizo un gesto de desilusión.

—Bueno, entonces responde esta pregunta. ¿Qué es el praná?

¿Esto a caso era una broma?

Estaban teniendo lo que ella consideraba una batalla de vida o muerte. Y justo en estos momentos, se estaba poniendo a darle clases...

Para Rhinsia esto ya parecía más un chiste, que otra cosa.

—¡Déjate de tonterías! ¡¿Te estás burlando de mí?!

Ante esas palabras, Connel solo dio un suspiro amargo. Su actitud hacia ella parecía más de decepción, que otra cosa.

—Le daré un consejo, señorita. La forma en que siente el praná a la hora de combatir, no es la manera correcta de hacerlo. —Connel se movió rápidamente a su posición—. Así que le sugiero que tome mis palabras más en serio.

Para una batalla de este calibre, las capacidades humanas no permitirían si quiera comprender lo que sucedía a su alrededor. Ese era el triste destino de las personas promedio de este mundo.

Pero los seres vivos aprendieron a usar la energía del mundo, el Éter.

Lograron hacer que sus capacidades físicas y espirituales pudieran llegar a alturas inimaginables.

Rhinsia se concentró, se enfocó en comprender el movimiento de su oponente.

Aquello de lo que se sentía orgullosa, de lo hacía sentir viva, el rayo de esperanza en un mundo oscuro que la mantenía de pie. Su mejor cualidad, el manejo del praná…

Había sido humillada.

Ella comprendió que Connel jamás había ido en serio, que todo su esfuerzo era en vano contra él. Justo en ese preciso instante, su puño había conectado en su cara. No pudo leerlo, no pudo evitarlo. Por más que concentró el praná para mejorar su visión, ese simple movimiento carente de técnica, pasó su defensa y había conectado.

Salió volando algunos metros frente a Connel.

—Tanto potencial desperdici…

—¡Por qué! ¡¿Todo lo que pasé y viví se desperdiciará así?!

Rhinsia observaba el cielo, desprovista de esa actitud de seguridad mostrada anteriormente. Si nariz sangraba y lucía muy lastimada. Su rostro, en estos momentos, carecía de toda la belleza que normalmente irradiaba.

Connel se acercó a ella.

—Efectivamente. Todo lo que has experimentado en toda tu vida, carece de importancia y peso contra mi. A final de cuentas, de eso se trata la verdad absoluta.

Ese término golpeó duramente el orgullo de la caballero. Tantos años pisoteando a sus rivales, humillándolos, y despreciándolos. Todas esas situaciones ahora se habían invertido hacía ella.

—Esto no puede terminar así… —Comenzó a levantarse—. ¡¿Tienes idea de lo que he tenido que hacer para llegar donde estoy ahora?! ¡¿Lo que hice para sobrevivir?! ¡¿Sabes lo que siente tener que matar a tus propios seres queridos para sobrevivir?!

Rhinsia comenzó a desquitar la frustración que estaba sintiendo. Todos los recuerdo de su infancia que tenía reprimidos pasaban por su mente uno a uno. El entrenamiento sufrió, los asesinatos que cometió.

Su lealtad a Maiel era genuina, el la sacó de la miseria, le dio un techo y comida, una razón para ser alguien; pero aún así, no podía evitar tener una espina en su corazón por tener que matar a su familia y amigos por orden suya.

Connel, por su parte, no mostraba reacción alguna ante sus palabras.

—Por supuesto que lo sé… —Le dirigió una mirada fría.

A la mente de Connel, una triste escena vino a su mente.

Era lo que parecía una celda, por los barrotes a su alrededor, el tenía en sus brazos a una mujer. Ella lo miraba con unos ojos desprovistos de toda intención de vivir.

«Má... tame… —dijo, mientras intentaba llevar su mano al rostro de Connel».

El solo le limitaba a llorar.

Cerca de ellos, el cuerpo desnudo de una chica estaba postrada sin señales de vida. Su apariencia era similar al de la mujer, pero con un cabello del mismo color que el de Connel.

Él la abrazó fuertemente, y después la besó. La mujer alcanzó a decirle una última palabra, mientras mostraba una leve sonrisa.

«Vive…»

Los comentarios de Rhinsia habían traído un mal recuerdo de hace años.

—Sé lo que se siente. No eres la única que lo ha perdido todo en este mundo. Aquellos que han confiado en mi —Pensó en su señor y todos los que lo rodean—. Han perdido todo y pudieron sobreponerse. Así que deja de llorar pensando que solo tu tienes la desgracia de sufrir.

Se lanzó para dar el último golpe.

Hasta ahora, Rhinsia no había podido leer sus movimientos, era como si el no emitiera praná al atacar. Pero eso era imposible.

Por un momento pensó que hasta ahora solo estaba usando su fuerza física. Aunque no había lógica en eso. Su cuerpo no podría soportar toda esa fuerza sin el uso del praná.

Agudizar sus ojos no la ayudaban en lo más mínimo. Entonces fue que creyó comprenderlo...

El puño de Connel fue bloqueado. La reacción del sirviente del Rey Demonio no estuvo de más.

La herida Rhinsia mostró una enorme sonrisa.

—Al fin lo entendí —comentó, al instante que comenzó el contra ataque.

A pesar de sus heridas, sus movimientos mejoraron en gran medida. Velocidad, certeza y fuerza. Era como si fuera otra persona.

Por primera vez, pudimos observar a Connel estar a la defensiva.

—No me equivoqué con tu potencial… —comentó Connel—. ¿No quisieras seguir a mi señor?

—¡Le debo mi vida a mi señor Maiel! ¡A pesar de lo que me obligó a cometer, ¿en dónde quedaría mi honor si no lo sigo hasta el final?!

—Yo también le debo mi vida a mi señor —Connel se apartó—. Por eso no puedo permitirme perecer aquí.

Él tomó posición.

—Ahora que comprendí el como has usado el praná contra mi, no moriré tan fácil. Incluso ti dijiste que nuestras fuerzas eran muy similares.

Su confianza había regresado. Ahora que sentía que estaba por encima una vez más, creía que incluso ahora los héroes no representaban amenaza alguna.

«Con esto sin dudas podré protegerlo, señor Maiel», pensó.

—Ciertamente me tienes muy impresionado. Comprendiste y usaste en unos instantes, lo que a mí tomó años. Pero… —Su rostro se tornó totalmente serio—. En que momento dije que estaba usando praná para luchar.

Rhinsia quedó perpleja. Fue solo por una fracción de segundo, pero fue suficiente para que se diera cuenta y entendiera que frente a ella estaba un monstruo.

Connel había usado praná, y se puso a escasos centímetros frente a ella.

«Perdóneme, señor Maiel… —El puño de Connel era lo único en su visión—. Al menos… espero que mi perdida no afecte sus planes…»

El sonido de un fuerte golpe sacudió la zona.

Connel observó su puño lleno de sangre y restos.

«Tal talento desperdiciado.»

Lo que Rhinsia había logrado entender era usar el praná en tu sistema nervioso, en lugar de solo tus ojos. El escaso conocimiento de la anatomía y el funcionamiento biológico del cuerpo, hacía imposible el poder comprender este concepto para ponerlo en práctica. Si no fuera por el conocimiento básico que poseía Exael de su vida anterior como Hiro, Connel tal vez no lo hubiera descubierto.

El uso que ella le dio no era perfecto, pero había logrado darle un impulso increíble en sus capacidades.

«Siento dos grandes presencias en dirección a la aldea. Ten… —Sin motivo alguno, Connel calló al suelo—. ¿Veneno? ¿Cuando?»

Su cuerpo comenzó a paralizarse.

Todo fue por culpa de Rhinsia. En caso de que ella muriera, un hechizo se activaría liberando veneno paralizante de su cuerpo. Para que en caso de que el asesino huyera, pudiera encontrarse con rapidez.

«¡Maldición!», exclamó Connel, para si mismo.

***

—¿Percibiste eso? —dijo Heros, con duda—. ¿El Rey Demonio está aquí?

—Tenemos años sin saber noticias de él, pero jamás olvidaré su poder. La energía de antes era monstruosa, aunque no a su nivel —contestó Dike.

Unos leves sonidos de queja se escuchaban provenientes del suelo.

—¿Y si la razón por la que ya no atacó es por estar lastimado? Eso explicaría porqué es más débil que antes.

El héroe del martillo hizo una gran sonrisa.

—Si ese es el cazo, entonces nos sacamos la lotería. Si unimos fuerzas, podemos matarlo en su estado actual.

Los sonidos de queja provenían de Jazminas, cuya cabeza estaba siendo pisada por Dike. En los alrededores solo habían cadáveres de soldados tanto de un bando como de otro.

Jazminas, como alguien que fue entrenada por Connel, hizo lo mejor que pudo, pero frente a ella estaba uno de los héroes. Ella no podía jactarse de ser un teka para estar a su altura en poder.

El héroe portador del martillo disfrutaba el mover su pie en su cabeza, sentía que era como pisar a una cucaracha.

—Esta perra me entretuvo un buen rato, hizo que los habitantes pudieran escapar —dijo, quitando el pie de su cabeza. Acto seguido, la pateó en su abdomen.

Jázminas escupió una bocanada de sangre, mientras el brillo en sus ojos desaparecía.

La potencia de la patada, la levantó varios metros, haciendo que cayera estrepitosamente en el suelo.

El miedo invadía el corazón de la demonio ante su situación. Lo tenía claro, ella moriría.

Ante su vista borrosa, la imponente figura de Dike se acercaba lentamente a ella. Sin embargo, la calidez y tranquilidad rápidamente regresó a ella.

El héroe del martillo se detuvo abruptamente por la inmensa presión que se sentía en el lugar.

Sin darse cuenta, su cuerpo estaba comenzando a temblar. Era como si detrás de él, estuviera una bestia esperando para acecharlo.

¿Qué clase de monstruo podría provocar esto? Ni siquiera el Rey Demonio había logrado generar tal sensación en él.

Volteó a ver a Heros, quién en su posición, tendría total visibilidad de lo que estaba detrás de él.

Al ver su cara…

—No… —dijo Heros, en un tono ahogado.

En su rostro se expresaba la palabra «miedo», pero Dike notó algo más. Veía asombro.

Se dignó a voltear. Quería sacar las dudas que se habían generado en él.

Sus ojos se abrieron de la impresión.

—Im-posible… —dijo, trabándose nerviosamente.

La inmensa presión era generada por un hombre de cabello y ojos carmesí. Su cara no mostraba rabia, ni nada por el estilo. Aún así, Dike sentía en plenitud el instinto de matar de quien estaba parado a pocos metros de él.

Aquel hombre se dignó a hablar.

—El martillo y el arco… —dijo, dando un vistazo rápido a Heros—. Los otros dos… ¿también vinieron?

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