Capítulo 22 - Choque

—Hemos detectado al último ejemplar de esos badaks. Una vez hayamos terminado su cacería, ya no habrá inconvenientes para la seguridad de la isla.

—Excelente trabajo, Connel. Justo lo que esperaba de ti.

Escuchar esas palabras significaban mucho para Connel. Su única meta era el cumplir con las exigencias de su amo, no existía otro motivo para seguir viviendo. Así que él cumplía con devoción sus órdenes.

Justamente habían pasado tres días desde que la cacería de los badaks había dado inicio, y hoy, terminarían con el último ejemplar. Cada uno de los más de doscientos ejemplares, fueron aniquilados por el hombre de porte elegante que había llegado con el Rey Demonio.

—¡Señor Connel! —Alguien entró estrepitosamente, abriendo la puerta de la habitación en donde estaba Connel—. ¡Lo tenemos! —Su cara expresaba cansancio y agitación. Señales de haber forzado su cuerpo.

Con total respeto, se despidió de Exael, quien había comentado que no estaría presente en días anteriores, debido a un asunto que surgió de la nada.

Igualmente, Connel no mostró enojo o molestia. Tenía claro la importancia del lugar que ocupaba su amo, y lo inesperado que serían los eventos que pudieran surgir.

Terminando de acomodar su traje, salió de la habitación.

***

—No es necesario que ustedes actúen, esa es la razón por la que estoy aquí. Sus nombres no pueden quedar manchados; por ende, esperen aquí, mientras termino esto.

Una hermosa mujer de cabello negro y una armadura de color esmeralda, se encontraba en las orillas de una playa. Esto significaba que la nación de los humanos ya había llegado a las Tierras Uniune.

Ella miró a Heros, mostrando una mirada afilada, que transmitía algo de hostilidad. No era estúpida. Aunque no lo sabía a detalle, su instinto le decía que el héroe del arco tramaba algo.

Un grupo de soldados también estaban presentes.

Con una poderosa voz, se dirigió a ellos.

—¡Esto debe ser rápido! ¡En marcha!

El pequeño grupo partió a un ritmo rápido, para lograr en el menor tiempo posible, los objetivos de su misión.

Revivir la guerra entre las dos especies, cada vez estaba más cerca de consumarse.

—Esa zorra de Rhinsia. —La cara de Dike era amarga—. Con ella aquí, parece que no tendré nada mejor que hacer.

Se automasajeaba los hombros, viendo como la silueta de Rhinsia se perdía entre la maleza.

Al saber que de plano no haría nada, solo chasqueó la lengua en señal de molestia, dejando ver su enojo.

Rhinsia sabía que probablemente tendría que asesinar a personas inocentes. Mujeres, niños, ancianos... Esto no era algo que no hubiera hecho en el pasado; pero sin importar lo que fuera, la lealtad a su salvador era inquebrantable. No importaba cuál fuera su orden, ella la ejecutaría sin vacilar.

No les había tomado mucho tiempo encontrar indicios de caminos no naturales, esto les dejaba en claro que aquí había habitantes. Rhinsia estaba segura que el asentamiento no estaría demasiado alejado, pero justo antes de dirigirse hacia el interior de la isla siguiendo el camino, una extraña sensación la detuvo.

Ella instintivamente volteó al este. Había detectado una pequeña vibración en el suelo, y junto con eso, una gran presencia que provenía probablemente de algún animal, había desaparecido.

Titubeo por algunos instantes, pero al final dio su orden.

—¡Cinco de ustedes me seguirán! ¡El resto diríjanse hacia el interior de la isla!

Los soldados obedecieron sus órdenes sin objetar.

En su corazón. Rhinsia tenía el presentimiento de que lo que hubiera matado a esa criatura, era la mayor amenaza de la isla.

No le preocupan los nativos. Al fin de cuentas, ¿qué podrían hacer contra los soldados entrenados del reino?

***

—Como era de esperarse del señor Connel... No por algo es uno de los seguidores más cercanos a su majestad.

Algunos comentarios parecidos sonaron entre los otros soldados del rey demonio. Ellos solo habían participado en contener a las inmensas bestias que acechaban la isla.

Su piel era muy dura, para que un simple soldado fuera capaz de cortarla; por lo que era increíble ver como el elegante hombre frente a ellos, pudo aniquilarlos con sus propias manos.

Incluso los soldados se habían estado preguntando todo este tiempo, en cómo los habitantes de la isla los habían podido mantener alejados todo este tiempo.

El golpe seco que la criatura ocasionó cuando colapsó, fue acompañado por el grito de alegría de los soldados y aquellos cazadores que habían decidido participar.

Un soldado se acercó a Connel.

—¡Hemos terminado la casería, señor! —Hizo un saludo militar, que habían aprendido de su nuevo rey—. ¿Cuáles serán las siguientes órdenes?

En el momento en que Connel iba a contestar, alguien gritó, mientras apuntaba al cielo.

—¡¿Qué es eso?!

Una esfera de luz, de color roja se alzaba en el aire. Connel frunció el ceño, rápidamente.

—¡Todos regresen a la aldea! —gritó.

Sin demora, todos comenzaron a correr con dirección a la aldea. Uno de los cazadores de la isla, era el más lento de todos. Y acordé a su velocidad, sus reflejos y reacción, también lo eran.

Nunca se dio cuenta que el filo de una espada estaba a nada de cortar su cabeza.

Él cayó al suelo, y solo la voz de Connel se escuchó.

—¡Huye!

Él se encontraba deteniendo la espada con la parte metálica de sus guantes. Al perecer, su material y dureza superaba con creces a la mayoría de espadas.

Connel vio que el portador de la espada era una bella mujer, de cabello negro. Su hermosa armadura de color esmeralda, cambiaba de tonos con los rayos del sol.

Los dos se apartaron rápidamente.

—¿Eres tú el Rey Demonio? —preguntó.

Connel mostró algo de sorpresa ante la pregunta. Pudo sentir que la fuerza de esta mujer no era ordinaria. Sus manos aún estaban algo adoloridas por el choque de antes.

—¿A caso eres un héroe? —preguntó él, de manera seria.

—No, no lo soy. Aunque se podría decir que soy tan fuerte como uno de ellos. —Podías sentir como derramaba su orgullo, palabra por palabra.

—Dado que has respondido. —Hizo una leve sonrisa—. Yo también contestaré. No, no soy el Rey Demonio. Mi señor no puede desperdiciar su tiempo en cosas tan triviales como una simple cacería.

La mujer frunció el ceño. Por alguna razón, no podía sentir ningún tipo de poder emanando de él. El ocultar tu poder no era algo imposible de hacer, el problema radicaba en el hecho de que aquel hombre frente a ella, le daba la sensación de que no existía. Si cerrara los ojos, podría asegurar que no había nadie frente a ella en este lugar.

—¡Mantengan su posición y estén atentos!

En el instante en que volteo brevemente para dar la indicación a sus hombres, Connel había acortado la distancia entre ellos, lanzando un potente golpe hacia ella.

«Que fuerza...», pensó Rhinsia.

Apenas y pudo reaccionar usando su espada para bloquear ese ataque; pero debido a la inercia del movimiento, había salido disparada a varios metros de distancia.

Se estrelló con algunos árboles hasta que al fin se detuvo.

Estaba algo aturdida, pero se logró recuperar, llegando de nuevo al campo de batalla. Aquél cuando llegó...

La ira se acumuló en ella. Su mirada se tornó más afilada de lo que ya estaba, y reforzó su agarré en el mango de su espada.

El pequeño grupo que la acompañaba, yacía en el suelo sin algún tipo de señal de estar con vida. Y en medio de los cuerpos, estaba aquel hombre de porte elegante, que solo sacudía el polvo dejado en su traje.

No había rastros de sangre. La manera en que fueron asesinados distaba de una muerte violenta. Una sola palabra podía describir lo que se encontraba frente a ella: limpieza.

Incluso la inmensa criatura cuyo asesino más probable era el hombre frente a ella, carecía de heridas que dejarán una inmensa cantidad de sangre a su alrededor.

Rhinsia supo rápidamente que tenía que darlo todo en sus siguientes movimientos.

«Él mencionó que tiene a un señor... ¿Será igual o incluso más fuerte?», pensó.

Ella se quitó rápido ese pensamiento. No importaba si su amo era más fuerte, la prioridad en estos momentos era él.

—¿Se puede ese saber qué es lo que están intentando hacer? Sus armaduras son las típicas usadas en los ejércitos. Por lo que la idea de que sean bandidos queda descartada —preguntó Connel, con una mirada seria.

—Se nos informó que en esta isla los demonios usan de esclavos a los humanos. Por lo que acudir en su rescate es lo más obvio.

Ahora había sido Connel quien frunció el ceño ante lo dicho por Rhinsia. Sabía perfectamente que ese motivo era una mentira barata.

—Sé perfectamente que lo que acabas de decir es una mentira. —Connel suspiró.

Rhinsia aprovechó ese repentino momento de distracción en Connel, y se lanzó directamente a atacarlo.

Ella lanzó varios ataques ante el hombre de porte elegante frente a ella. Pero algo, a sus ojos, estaba mal.

«¿Qué es esto? —pensó nerviosa—. Es como si no existiera nada frente a mí.»

Connel esquivaba sin mucha dificultad cada corte que Rhinsia lanzaba. ¿Por qué no podía acercarse? ¿Por qué se le dificultaba intentar atacarlo? La desesperación comenzó a brotar en su corazón, cuánto más avanzaban los segundos.

De repente sintió un dolor agudo en su costado derecho. Sin darse cuenta, había sido golpeada. Un pequeño gemido de dolor vino de su parte.

Rápidamente logró alejarse, solo para ver de manera incrédula al hombre frente a ella.

Al examinarse su costado, sin dejar de ver a Connel, ella sintió con su mano que su armadura tenía una abolladura. No podía creer que un puño había logrado tal efecto.

«Ni siquiera pude reaccionar...»

—De seguro en estos momentos te has de preguntar cómo es que mi presencia es inexistente —dijo Connel, mientras se acomodaba su traje. Era como si pudiera leer su mente—. Los seres vivos están tan acostumbrados a la energía proporcionada por el ether, que sus cuerpos reaccionan inconscientemente a él. Mi señor llama a ese fenómeno memoria muscular.

—Entonces... ¿quieres decir que tú no puedes usar magia?

Connel solo mostró una mirada seria, sin decir nada.

Las increíbles reacciones que los guerreros tenían en combate estaban ligadas al uso del ether, ya que es imposible que un ser vivo pueda reaccionar a tales velocidades.

Esto significaba que, si el individuo frente a Rhinsia no podía usar magia, podría aniquilarlo fácilmente. Y en el preciso momento en que entendió eso, su corazón comenzó a latir más rápidamente.

Hasta este día, se jactaba de su fuerza y de su posición como el perro leal de su amo. Estaba orgullosa de lo que había conseguido. Pero ahora, se sentía abrumada. Todo lo que había sucedido en su pequeño encuentro contra Connel, significaba una cosa que la hizo estremecer...

Las habilidades de este sujeto eran puramente el resultado de su fuerza física. Por eso sentía que no existía. Todo era por el simple hecho de que la persona frente a ella, no usaba ni siquiera una pizca de ether para convertirlo en praná. 

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