Capítulo 21 - Padre
Reencontrarse con Ilios después de tantos años, fue un golpe de nostalgia para Exael. Su vida como Hiro había sido algo tortuosa, no quedaba la menor duda. Sin embargo, tampoco sería una mentira decir que hubo momentos y personas que valen la pena recordar con alegría.
Saliendo de la casa de su viejo conocido, una hermosa escena entró a su vista.
Niños jugando, conversaciones entre habitantes, los trabajadores en marcha; todo aquello que verías en una típica aldea, sucedía ante sus ojos. La diferencia, era los protagonistas de ese momento. Lo que aquel viejo demonio soñó hacer, ahora ocurría. Coexistían.
—¡Hagan espacio!
El repentino grito de alguien hizo regresar a Exael de recordar su pasado. Sus soldados estaban llegando con enormes cajas
Todos los habitantes estaban algo desorientados por este repentino momento.
Nobaro llegó para hablar con Exael.
—¿Que significa esto? —preguntó, algo nervioso.
Las inquietudes iniciales de los habitantes habían quedado atrás con la aceptación de Ilios. Pero tampoco podían bajar la guardia.
—Son víveres, ropa y medicinas. Trajimos una cantidad adecuada de cosas que les serán útiles.
Nobaro cayó de rodillas, e hizo una reverencia hasta que su cabeza chocó con el suelo.
—¡Gracias! —gritó a todo pulmón, y habló sin cambiar su posición—. Usted es una señal divina de prosperidad.
Exael recordó unas palabras de Araziel.
«La gratitud puede venir desde un simple "gracias", hasta un espectáculo. Pero eso sigue siendo prueba irrefutable de que usted está haciendo bien las cosas. Una gratitud genuina, es inconfundible de una falsa.»
—Levántate, Nobaro. —Exael le ayudó a levantarse—. Después de todo. Vine con esta intención.
Nobaro sintió la sinceridad en esas palabras. Jamás pensó que conocería a un gobernante con esta forma de ver por su gente.
Las lágrimas de felicidad casi salían, pero suficiente espectáculo ya había montado. Él se limitó a agradecer una vez más la ayuda de Exael, y se dirigió a la zona donde estaban todas las cajas, para comenzar la distribución.
Aquel temor en los rostros de los habitantes desapareció poco a poco, a medida que entendían que estás acciones eran sinceras.
—Permítame felicitarlo, amo. Ver con tanta anticipación las necesidades que encontraríamos, es digno de alabanza.
—Deberías entonces darle las gracias a Araziel. Él fue quien pensó en esto.
—Estoy seguro de que usted ya había previsto esto, y su modestia le dicta que él se lleve el crédito.
Exael lanzó un suspiro cansado ante tales palabras.
—No soy perfecto, Connel. Por más que se hagan esa idea de mí, la realidad es distinta. Yo no tengo el conocimiento de muchas cosas, y por eso estoy tan agradecido con ustedes. Si tengo alguna duda, no comprendo algo, o yo no puedo realizar tal cosa... —Exael sonrió, mostrando un rostro aliviado—. Se los haré saber. Ya que tanto yo, como ustedes, nos ayudaremos a superar cualquier obstáculo.
El actual Rey Demonio pensó que lo mejor era revelarles la realidad de a quién servirían. Sus defectos, y el miedo que sentía por el hecho de pensar el cómo gobernar.
Hubo momentos en que la depresión le hizo pensar en renunciar a todo esto; pero fueron esas mismas personas a las que les contó sus defectos y sus miedos, los que le ayudaron a ser lo que es.
Su victoria no fue solo por su poder. Fue la confianza y el apoyo depositado por todos, lo que llevó a su fin el infierno que hizo el gobierno de Afístole.
—Espero y pueda seguir contando contigo, Connel. —Puso su mano sobre el hombro de él.
—El día que yo me aparte de su lado, será el día de mi muerte.
Justo en ese momento, Exael hizo gesto, y un pequeño círculo mágico apareció cerca de su oreja. Una voz provino de él.
El Rey Demonio comenzó a contestar.
—Actualmente ya estamos construyendo los cimientos de la comunicación. —La voz siguió escuchándose a través de ese círculo mágico. Al parecer esto era una conversación—. ¿Es necesario?... Okay. Llegaré en breve. —Miró a Connel—. Tendré que regresar al castillo.
—¿Es algo grave? —Su cara estaba algo preocupada.
—Araziel no quiso decir mucho, así que no sé con seguridad. Estarás a cargo en lo que atiendo este asunto, espero regresar mañana.
Connel hizo una reverencia ante la orden de su señor. Comprendía lo importante que era hacer esto, por lo que daría todo de sí en este breve periodo de tiempo a cargo.
—¡Jázminas! —dijo Connel con una enérgica voz.
—¡A su orden! —contestó la demonio.
Lucía diferente a cuando estaba en el barco. Su vestido de sirvienta había quedado atrás, para ahora portar una armadura, cuyos detalles la ubicaban por encima del rango normal de los soldados.
—Pregunta al señor Nobaro las principales necesidades en cuanto a seguridad de los habitantes.
Ella asintió, y fue a dónde estaba el jefe de la aldea.
—Entonces. Dejaré esto en tus manos.
El maná en el Rey Demonio se dejó sentir por una fracción de segundo, y desapareció ante la vista de Connel.
«Aun no me acostumbro a creer que él y la señorita Indara puedan teletransportarse a cualquier lugar en donde hayan estado previamente.»
Al desaparecer Exael, no pasó mucho tiempo antes de que llegaran Nobaro y Jázminas.
—¿Y su majestad?
—Tuvo que regresar a la capital por asuntos importantes.
—Es una lástima que no pudo quedarse más tiempo.
—Descuida, tal vez vuelva mañana.
Para el jefe de la aldea, el comprender eso de que el Rey Demonio tuviera que volver a un lugar que estaba a un par de semanas de distancia, y después regresara al día siguiente, le era imposible de asimilar.
Connel notó su confusión, pero prosiguió.
—Supongo que me dirá cuál es su angustia. ¿O me equivoco?
Nobaro sonrió amargamente antes de hablar.
—Verá. Hay un problema que habíamos podido mantener a raya los últimos años. Pero actualmente ya ha comenzado a sobrepasar nuestra capacidad.
—Creo entender a que se refiere. —No solo Connel, sino también aquellos soldados hábiles en el combate, miraron en la misma dirección—. Me encargaré personalmente de ese asunto.
Ya no mencionó nada más, y fue en dirección hacia donde momentos antes había dirigido su mirada.
Nobaro mostraba una cara de preocupación, pero no le quedó más de otra que ir junto a él, para contarle los detalles de su situación.
***
Exael apareció en su habitación.
Fue algo nostálgico el volver a verla después de ausentarse por tanto tiempo.
La teletransportación era un hechizo demasiado útil, e incluso pensó en usarla cada vez que fuera necesario durante su trayecto hacia las Tierras Uniune; pero al final desistió, pues este era un hechizo que no debía estar en el conocimiento de las masas. Solo los más cercanos a él, sabían de su existencia fuera de las leyendas.
—Veo que regresaste. No imaginas lo tanto que te extrañé.
El Rey Demonio tenía una imagen clara de lo que sería lo primero que vería una vez volviera. Y al dirigir su mirada hacia la fuente de esa voz, a su visión entró una mujer de joven apariencia de cabello blanco. Cuyo rasgo a destacar, eran sus seis ojos totalmente rojos.
Ella lo miraba cómodamente desde la cama. Cubierta por las sábanas hasta la mitad de su cuerpo, su hermoso torso desnudo deleitaría a más de uno.
—¿Qué te parece si recuperamos el tiempo perdido? —Ella invitó a Exael a la cama. Intentando hacer que cayera en la tentación, mostrándole el resto de su cuerpo—. ¿Eh?...
Sin embargo. Exael no se inmutó en lo más mínimo, saliendo de la habitación sin mencionar nada.
A lo lejos solo es escuchó las quejas de Aranya.
—¡Me vas a dejar así!
***
Después de deambular por los pasillos, y preguntar a las sirvientas, llegó al objetivo principal que se propuso a penas llegar.
En los jardines del castillo, se encontraban a quienes buscaba.
—Padre, tonto.
Frente a Exael y con una mirada de enojo, se encontraba una niña pequeña. De cabello negro y corto, con algunos mechones de un carmesí oscuro.
Sus ojos de un tono rosa, fulminaban el Rey Demonio.
—¡Papi!
En sus brazos estaba una bebé, cuyo cabello largo era de un carmesí similar al de Exael. Ella se encontraba feliz de verlo, y hasta estiraba sus brazos para incitarlo a que la cargara.
—No, Melia. Recuerda que estamos enojadas con él. —Hizo que la bebé la mirara.
Ella inclinó su cabeza en duda, hasta que logró comprender las palabras de su hermana mayor. Después miró a Exael, y frunció su ceño, haciendo además un puchero.
El Rey Demonio se acercó a ellas, y puso sus palmas en sus cabezas para acariciarlas.
—Yo también las extrañé, niñas.
La bebé mostró una alegría absoluta siendo acariciada. Por su parte, la mayor se sonrojó levemente.
—Te fuiste sin avisar —dijo, mirando hacia abajo.
—Tuve que salir de imprevisto.
—Pero ni siquiera te despediste.
—No es como si no fuera a volver. —Exael se agachó, para poder ver a su hija cara a cara—. Son lo más importante para mí. Jamás podría dejarlas.
La bebé interrumpió la escena, llamando una vez más a su padre, para que la cargara. Ella rápidamente se abalanzó a su pecho. Estaba muy feliz de verlo.
Exael comprendió que tal vez se debía a que ni su madre ni él, estuvieron cerca de ella en mucho tiempo.
—Padre. —La mayor jaló la ropa del Rey Demonio—. Cárgame también a mí.
Exael sonrió.
—¿La última vez no me contaste que ya estabas grande para ese tipo de cosas?
—De vez en cuando no está mal.
No había mayor felicidad para él, que convivir con sus hijas. Aunque se sintiera inseguro, respecto a si podría ser un buen padre.
En su mundo de origen no tuvo el afecto que hubiera deseado. Solo unos vagos recuerdos de su madre prevalecían aún hoy en día.
La pequeña se sorprendió por cómo fue cargada por Exael, repentinamente.
Una pequeña sonrisa se vio en ella al estar sentada en brazo.
—Genieve.
—¿Sí?, padre.
—¿Indara salió? No siento su presencia.
La niña puso una cara algo incómoda.
—Mamá Indara lleva sin aparecer desde que te fuiste.
Exael frunció un poco el ceño. Pero antes de hablar, Araziel llegó para recibirlo.
—De haber sabido que vendría inmediatamente, habría ordenado que se prepara algo de comer. —Él se arrodilló para mostrar sus respetos.
Connel tenía un semblante de elegancia en él. Pero Araziel simplemente estaba escalones arriba. El hecho de que fuera un noble en su pasado, no se había perdido aún.
—¿Sabes algo de Indara?
—Lo lamento mucho, mi señor. Pero lo único que me comentó fue que tenía algo importante que hacer, y desapareció.
Exael dio un gran suspiro.
«Eres tan impredecible. ¿Qué estarás haciendo?», pensó.
—Ofrezco nuevamente mis disculpas. Pero tengo que interrumpir su reunión con las señoritas Genieve y Melia.
—De acuerdo. —Exael bajó primero a Genieve. Luego le dio a su hermana menor—. Sigue cuidando a tu hermana. Prometo que estaré el resto del día con ustedes una vez termine este asunto.
Genieve volvió a mostrar una cara molesta una vez más. Melia, por su parte, tenía una cara triste viendo cómo Exael se alejaba. Al notarlo, la hermana mayor intentó animarla.
—Descuida, Melia. Papá siempre cumple sus promesas. Busquemos a Jinia para que nos prepare unos pastelillos.
La bebé mostró algo de ánimo ante las palabras de su hermana.
Ya con Exael y Araziel, este último comenzó a explicarle la situación.
—En estos momentos, tengo al gobernante de la nación de los elfos oscuros y sus guardias en la habitación de espera.
Esto era algo intrigante para el Rey Demonio. Los elfos oscuros no suelen abandonar sus tierras a menos que fuera una emergencia. Y que sea su propio gobernante el que acudió para una audiencia, lo volvía algo alarmante.
La relación con ellos era amistosa, y veían a Exael como un héroe no solo por derrocar a Afístole, sino también por salvarlos de un temible dragón que amenazaba sus tierras años atrás.
—Será algo relacionado con el dragón. Hasta dónde sabemos era uno joven, puede que sus padres hayan aparecido.
—Dijeron que su gente no estaba en peligro. Pero que no hablarían a menos que fuera con usted. —Araziel se acomodó sus lentes—. Si me permite especular. Creo que tiene que ver con los elfos blancos del continente de los humanos.
—¿Qué te hace pensar eso? —Exael estaba algo intrigado.
—Ya que una de sus acompañantes es un elfo blanco. Y por su apariencia, la ubicaría en una posición muy alta.
Las especulaciones ya no servirían de mucho. Pues estaban a punto de averiguarlo. Esto podría significar el primer paso para entablar buenas relaciones con el continente que una vez llamó hogar.
***
—Increíble...
Un atónito Nobaro miraba con incredulidad la escena frente a él. El demonio jamás había visto tal demostración de poder en su larga vida.
—Dice que probablemente hay más grandes, ¿verdad?
Connel estaba tranquilo frente a la criatura sin vida que tenía a todos los presentes estupefactos.
Había algunos soldados y lugareños quienes vinieron a apoyar. Pero apenas y habían participado.
La criatura era de unos dos metros de largo, con una piel tosca y una forma que recordaba a un rinoceronte.
Después de seguir andando por la selva, salieron una zona donde los árboles ya dejaban mucho espacio entre sí. Era casi un pequeño paraíso.
—A estas criaturas las llamamos, badaks. Y estos últimos años han proliferado sin control.
—Si los cazamos hasta aniquilarlos, ¿causará algún impacto en la naturaleza?
Nobaro negó con su cabeza.
—Son una plaga, y arruinan el ecosistema. Creemos que deben haber alrededor de unos trescientos ejemplares en esta isla. Aunque también habitan en las demás del archipiélago.
—Con eso me basta... —Connel Dio un vistazo a todos—. ¡Escuchen todos! Les indicaré la manera en que hay que cazarlos. Unos días deberían ser suficiente para terminar con ellos.
Connel haría que su amo estuviera orgulloso de su trabajo. Para él, sus deseos eran órdenes.
Y viendo lo fácil que fue matar a esa criatura, no veía dificultad alguna en poder librar a los pobladores, de esta amenaza.
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Esta ilustración no es parte de la historia, pero es un diseño de como lucen las hijas de Exael.
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