Capítulo 19
Más de una hora después, Hanji tuvo que vigilar de cerca a Clearke mientras ella leía su diario, Erwin había decidido ir por otra inyección.
-Por si acaso- había dicho al salir.
En el momento en que Clearke cerró de golpe el cuaderno, Hanji se preparó para detener un ataque de locura.
-Hanji- habló con calma-, necesito ir a verlo. No recuerdo bien como es él.
Hanji, indispuesta, continuo en silencio. Si Clearke intentaba salir, sin duda la pararía.
Antes de que cualquiera de las dos se mueva, Smith regresa, abriendo la puerta con una mano y llevando en la otra una pequeña caja negra.
-¿Ya estas bien, Clearke?- pregunta con voz cansada.
-Necesito ver a mi hermano- repitió.
Con un suspiro, Smith cedió la puerta.
-Lleva esto- del bolsillo de su chaqueta sacó una pequeña píldora.
-¿Qué es?- desconfiada, aún no recuerda muy bien las cosas.
-Utilizala si sientes que alguien actúa extraño- Smith se la da con una sonrisa.
-Olvidé casi todo, Smith- ella gira los ojos, guardando la píldora en su bolsillo.
-Apresurate.
Y ella se va sin más que agregar. Sabe como llegar, gracias a haberlo detallado en un mapa del cuaderno, pero no sabe ¿Qué le dirá al guardia?
-Erwin, harás que mate a otro guardia- Hanji estaba preocupada-, si continúa así nos descubrirán.
-No- habla Smith-, no va armada...
-Pues lo matará a golpes- eso realmente le asusta.
Smith se ríe.
-La ves como una completa salvaje- entonces calma su risa-, hice un falso llamado a la central para los guardias de ese lado. Tendrá unas dos o tres horas para entrar y salir.
‡•‡
Sebastian había intentado abrir esa puerta, golpeó múltiples veces la misma, pero no cedió.
Finalmente, se decidió por volver a la casa para vigilar a los cinco que quedaban, estaba resignado, no podría entrar para continuar trabajando. No sabía por qué Clearke se había llevado a su Unión sin más, pero no le importaba. Alois Trancy era un verdadero dolor de cabeza.
Al llegar, Ciel, Mikaela y Eren continuaban en la sala, cada uno muy enfocado en su trabajo. Levi y Yuuichiro limpiaban una y otra vez el mismo lugar del pasillo, no tenían descanso.
-¿Saben? Aunque hagan un trabajo increíble ahora, igualmente no tendrán ningún derecho a comer nada.
Nadie le contesta.
-Tienen que responder un "Sí, Sebastian"- se burla mientras toma asiento al lado de Ciel en el sillón.
Con voz rota, contestan.
Ciel no podía hacerlo. Él no era Sebastian... No su Sebastian. Contestar así a quién amaba no era digno para él, y lo nota con rapidez. Eso le molesta más: la indisciplina.
-¿No lo dirás?- Sebastian lo toma del rostro con brusquedad para que lo vea directo a los ojos.
Esos hermosos ojos azules están llenos de lágrimas de insuficiencia. No puede pararlo.
-Lindos ojos- habla, observando detenidamente-, pero no por tenerlos así te descontaré la falta de respeto.
Y, un segundo más tarde, Ciel se encontraba en el suelo, su rostro inclinado a un lado, cubierto por su cabello.
Lo había abofeteado, con bastante fuerza. Sentía como palpitaba el lugar lastimado, ardía diez veces peor que las lagrimas que contenía.
Eren y Mikaela se horrorizan al ver tal escena, pero continúan sin poder hacer nada, Sebastian se acomoda en el asiento y le ordena a Ciel hacer lo mismo. No tarda en regresar para continuar escribiendo, aún oculta su rostro con su cabello.
Las lágrimas le hacen arder los ojos y doler la cabeza, sumando ese golpe, las ideas para continuar escribiendo se disipan, obligándolo a parar para pensar.
-¿Qué ocurre?- Sebastian habla, observándolo con mucha atención- ¿Falta de ideas?
-Sí- responde, su voz está rompiéndose, si vuelve a decir algo, terminará soltando todas las lágrimas.
Los sentimientos negativos se acumulan en su Interior, el miedo es cada vez más fuerte. Ahí se esconden las ideas, comienza a escribir con mayor rapidez, está errático y su mente vuela.
-Me encanta cuando Lloran- su cerebro estaba configurado para sentir verdadero placer al dominar las situaciones. Eso es lo que siente un supervisor real-, dejame ver tu rostro.
Tomándolo con brusquedad hace que se siente sobre él. Al descubrir su rostro, Ciel toma el aspecto de una muñeca rota de porcela, esa espantosa cicatriz que guarda un secreto. Él se deja hacer.
Todos han dejado de lado sus obligaciones, están horrorizados de ver esa escena. Sebastian estaba perdiendo el control.
En su mente las cosas se distorsionan. Una parte de él le grita que no le cause más dolor porque lo ama. La otra grita que el control y la sumisión son la respuesta a su odio y repulsión.
Ciel tiembla en sus brazos, viéndolo a los ojos, puede sentir como pelea internamente, entre lo que configuraron de sus recuerdos y los reales.
Las cosas se ponen peor cuando los recuerdos distorsionados ganan la pelea. De un empujón ya tiene a Ciel acostado en suelo para colocarse rápidamente sobre él y demostrar su control.
Lo besa, desenfrenado, imparable, la lujuria y el odio se materializan en ese beso, Ciel no puede hacer nada más que seguirlo, incrementando su dolor. Y su trauma.
Eren, en el momento que termina de digerir lo que ocurre, está dispuesto a actuar, da un paso al frente y Sebastian levanta la mirada, es fría, le advierte que si se acerca más va a terminar muerto. Aunque sus instintos le gritan que ayude a su amigo, otra parte de él le ordena quedarse quieto y no mirar.
Mikaela se paraliza en el mismo lugar, su mente está intentando descifrar aún lo que ocurre.
Levi y Yuuichiro se esconden detrás de la pared, no quieren ver para que, en el momento de ira total, cometan una estupidez.
-Sebastian- suplica, tartamudeando, no puede detener las lágrimas-, para...
Por su lado, Sebastian dejó de atacar sus labios para bajar y probar su piel. Ciel tiene la ropa rasgada por la fuerza del otro. Sus suplicas solo logran hacer disfrutar más al otro.
Levi no puede tolerar más eso.
-¡Para de una vez!- grita colérico, entre las sensaciones de no poder controlarse más, abandonando su escondite para adentrarse en el peligro.
Eren sabe que no puede solo observar ahora que su pareja está involucrada.
En sólo cuestión de segundos, Sebastian se levanta con rabia, dejando a Ciel en el suelo, para callar a sus espectadores.
La puerta se abre de un golpe, entrando Clearke, totalmente descontrolada. Vio parte del espectáculo por la ventana cuando se acercaba a la casa, no tiene más motivos para reaccionar.
De un golpe a las largas piernas de Sebastian logra hacer que esté de rodillas frente a ella, toma la pastilla y la introduce hasta la garganta.
-Tragalo, idiota- ordena, tirando hacia atrás su cabeza.
De sus ojos desaparece el odio antes de cerrarlos y caer dormido.
Clearke, viéndolo inconsciente, sabe que no representa un peligro ya. Lo deja sobre el sillón y se acerca a Ciel, tendiéndole la mano.
-¿Estas bien?- le pregunta, preocupada.
Le ayuda a levantarse mientras los cuatro chicos se colocan con sus parejas en una esquina de la habitación.
-No- Ciel es sincero al contestar.
Clearke se quita la chaqueta para cubrirlo con la misma y luego dirigirse a los demás.
-No tienen la culpa de nada- habla con voz tranquila, como si fuese una madre-. Lo peor ya pasó, Sebastian regresará a la normalidad cuando despierte. Fue un... Experimento extra de las murallas, los de altos rangos hicieron esto, no volverá a pasar. Perdón por venir un poco tarde.
Clearke reconoce a su hermano, el corazón le late con frenesí.
-Perdonanos, Ciel- habla Eren-. No pudimos...
-Callense- corta el discurso-. Sé que no podían hacer nada.
En ese momento el sol se esconde completamente, dejándolos en la oscuridad hasta que Yuuichiro enciende la luz del cuarto.
¿Lo peor ya pasó?
‡•‡
Los pasos de alguien resonaban por el pasillo del cuartel, la persona que se ocultaba en las sombras terminó por abrir la ultima puerta para entrar sin ser escuchado.
Su búsqueda entre los archivos duró menos de cinco minutos, con mucha destreza y rapidez copió en una hoja en blanco lo más importante de ese informe para guardarlo de nuevo.
Nadie la vio ni entrar ni salir debido a que las cámaras no captan a las sombras.
A paso tranquilo, ligero y silencioso, se dirigió a las oficinas de las murallas. Era un viaje medio largo.
Conocía bien a donde debía ir. De nuevo, siguió el camino oscuro para llegar a la oficina deseada. Ya frente a ella, deslizó debajo de la puerta el papel con la información.
Bailando entre las sombras volvió a esfumarse.
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