Capítulo 16
-¿Me harías esa promesa?- los ojos suplicantes de un hombre que sabe del poco tiempo que dispone.
Erwin Smith traga saliva con dificultad. Está nervioso, pero nadie más que él lo sabe.
-Sí, lo prometo- se gira para no verlo marcharse de el lugar.
Ya habían pasado unas horas desde que Clearke se había ido, lo cual le causaba un poco de temor.
-Erwin- Hanji entraba en la sala-, tengo los resultados de los moradores de la muralla 143 y 144.
Papeles, letras, información, desolación. Estaba acostumbrado a su trabajo en ese lugar, estaba acostumbrado a ser cruel con los demás.
Hanji no espera por una respuesta y comienza a hablar sobre los resultados.
-Cada uno comienza a debilitarse mentalmente, por más que les hayamos cuidado, las muertes que han vívido y el encierro los están perturbando más que a la población promedio...
-Guarda esos resultados- pide-, los leeré más tarde.
-Son importantes.
-No tanto como la promesa que acabo de hacer.
‡•‡
Levi había regresado con un aspecto pálido, perturbado, momentos después de que Mikaela y Yuuichiro regresaran del baño. Eren y Ciel lo supieron al verlo: ya sabía lo que Sebastian ocultaba.
-¿Qué haremos?- pregunta Yuuichiro, un poco de temor se denota en su voz.
Sebastian lo piensa unos momentos.
-Creemos que Clearke puede venir...
-Poco probable- corta Sebastian-. Para entrar a las murallas un día como hoy necesita una muy buena razón o matar a alguien más, y, hay que ser sinceros, la buena razón existe pero no se le puede contar al oficial que cuida la entrada de la muralla.
Cada uno guarda silencio.
-Yo me tengo que marchar en este momento, chicos- Sebastian comienza a despedirse de nuevo-. Dejé a Bathory mi cuarto.
Ciel tiembla ante la sola idea de volver a dormir en el mismo lugar donde ese hombre hubiera estado.
-No causen ningún alboroto en lo que resta del día, continúen sus trabajos y guarden todo, cenen, vayanse a dormir y mañana veremos como hacer para que Bathory no descubra la falta de Armin.
Sebastian se acerca a Ciel para dejarle un beso corto en los labios, a los demás les dedica un ademán con la mano.
Y silencio absoluto desde que Sebastian se fue, podrían sentir que pasó solo un minuto, pero realmente ya había pasado una hora.
Cada quién, envuelto en su propio silencio, se retiró para continuar sus labores. Levi y Yuuichiro limpiaban una y otra vez el mismo espacio, habían sido absorbidos por los nervios. Eren no dejaba de poner colores en el lienzo, creando una horrenda figura que lo absorbía todo, era la representación de su mente. Mikaela, por su lado, había estado esculpiendo varias pequeñas figuras que eran devoradas por otra inmensa, una representación de la guerra. Ciel, totalmente ido, escribía una y otra vez la misma palabra.
Miedo.
Era lo único que se leía, la misma palabra repetida sin dejar espacios.
En momentos como ese, en el que ninguno podía dejar de suplicar a los cielos por clemencia y que Ferid Bathory realmente no despertara, una sola patada abrió la puerta, cada quién corrió a la entrada para ver.
Suplicas en susurros antes de reconocer la verdadera presencia.
-Hola, chicos- saluda, ocultando su impaciencia.
-Clearke...- Eren es el primero en hablar, parece aliviado.
Los demás dejar escapar suspiros de alivio, que mueren en el monento en que notan la sangre que cubre sus manos y parte de su rostro.
-Perdon por mi aspecto, pero el guardia- impregna todo su odio en esa sola palabra- no me dejaba entrar ¿Qué diablos pasa?
La puerta se vuelve a cerrar.
-¿Vienes por Armin?- pregunta Mikaela.
-Sí, alguien me informó que el medicamento no funcionó y que debía venir por el cadáver- de su bolsillo saca una bolsa muy bien doblada- ¿Donde está, polluelos?
Un escalofrío le recorre el cuerpo a los nombrados.
-Yo te llevo- Levi se apresura a llevarla al sótano de la casa.
Eren los sigue, dejando a los otros tres en ese lugar.
En el sótano acondicionado para la preservación de los cuerpos, Levi guía a Clearke junto al cadáver de Armin. Al verlo nota la terrible verdad: se había descompuesto totalmente, trayendo los asquerosos recuerdos de la muerte de Alois Trancy. Su cuerpo se había convertido en la misma masa de carne, sangre y órganos pútridos.
Clearke aparta a Levi con cuidado, su tacto es suave.
-Vayan afuera- pide-, yo me encargo desde aquí.
Eren aparta a Levi, guiándolo hasta la salida.
Clearke suprime sus lágrimas y el vomito que intenta escapar de su cuerpo. Podría mostrarse fuerte o desalmada frente a ellos, pero ese trabajo y esa carga sobre sus hombros estaba acabando con ella.
"Si estas preparada para esto: toma el trabajo, pero si sabes que no lo soportarás regresa inmediatamente a Costretnio y olvidate de tu hermano"
Las mismas palabras retumbaban en su mente una y otra vez mientras colocaba los restos de esa persona dentro de la bolsa. En el momento en que un ojo celeste fue encontrado entre la carne y la sangre no lo soportó más.
Las lágrimas corrieron si parar por sus mejillas.
Había matado a otro hombre, tenía que llevarlo junto con esa masa asquerosa que alguna vez fue una persona. Iba a tener que cortar el cuerpo de un hombre que ella misma había asesinado.
"Si estas preparada para esto: toma el trabajo, pero si sabes que no lo soportarás regresa inmediatamente a Costretnio y olvidate de tu hermano"
Recordaba y dolía, la asqueaba.
-Toma el trabajo- recuerda con dolor- o debes olvidarte de tu hermano.
Termina de hacer lo que empezó, debía seguir. Con todo concluido, se lava las mano y el rostro con agua fría del baño de esa habitación. Al salir, Levi y Eren la esperan en silencio.
Ninguno nota su sufrimiento. Ellos realmente creen que disfruta haciendo eso.
-Me retiro- es lo único que dice, terminando su actuación con una sonrisa.
Eren y Levi la ven llevarse la bolsa con los despojos de su antiguo amigo.
-Regresemos a la casa- pide Eren, dejandole un beso en la cabeza.
En ese mismo momento Yuuichiro lloraba desconsolado en los brazos de Mikaela.
Eran demasiadas emociones, no podía controlar ninguno de sus pensamientos.
Ciel observaba callado, intentando olvidar.
¿Qué debían sentir?
‡•‡
Guren Ichinose caminaba nervioso por el largo pasillo hacia la base que había en las murallas. Dot Pixis había ordenado su presencia en la habitación 101. Ichinose sabía lo que eso significaba.
Dos guardias lo esperaban en la puerta, para tomarlo de los brazos, así lo someterían para amarrarlo de manos y pies en la silla central de la habitación.
Todo era muy blanco. Las paredes, el suelo, las luces. No habían ventanas. Podía gritar lo que quisiera, nadie escucharía, eso lo sabía muy bien.
Los hombres salieron, dejando únicamente a la persona que conocía desde hace unos días.
-¿Sabes lo que sucederá, Ichinose?- Nanaba aprovechó entonces para dejar al descubierto el torso del llamado.
-Sí, lo sé- sus ojos empezaban a soltar lágrimas.
-No me dijiste nada relevante- le recuerda-. Tu mismo pediste esto.
La silla comienza a reclinarse, hasta quedar totalmente acostado, entonces se descubre la jaula que contenía a las ratas hambrientas. Coloca la misma sobre el estómago descubierto, solo falta presionar un botón para que la trampa se abra y ellas comiencen a devorarlo.
-¿Me dirás lo que quiero escuchar?- es su última oportunidad.
¿Sería capaz de traicionar a sus amigos, a su amante y otras (muchas) vidas?
Erwin, Hanji, Clearke, Shinya... Otras personas de las cuales no conocía ni el nombre.
-Nunca- es su sentencia.
El botón es presionado. La jaula se abre y los gritos comienzan.
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