Capítulo 11
La muerte es algo que nos espera a todos.
Algún día...
‡•‡
-Buenos días- Clearke entraba a la oficina esa tarde. La misma tarde.
Smith toma la decisión en un solo segundo; no le dirá nada.
-Buenos días- regresa, sin verla a los ojos aún, se escuda en sus informes.
-Creo que conseguí matar el sistema operativo para sacarlos en tres semanas- Clearke toma asiento frente al escritorio.
Erwin Smith tiene que escucharla si quiere tener libre el resto de la tarde, por lo que deja los papeles y le dedica la mirada profunda.
-¿Qué es?
-El guardia se dejará su puesto media hora antes de la explosión. Puedo llegar media hora antes, matarlo, sacarlos y llevarlos al sector seguro donde nos encontraremos con los demás.
-Prometiste no matar a nadie más.
-Esto es necesario. Ya te lo dije: haré cualquier cosa por mi hermano.
Smith suspira con pesadez, sabe que no puede negarle el plan.
-Si estas segura de lograrlo, hazlo. Plan aprobado.
Clearke sonríe.
-Gracias...
-Pero quiero que lleves la especial.
El alma se le cae a los pies a Clearke.
-No la sé usar aún...
-Tienes tres semanas- vuelve a tomar sus papeles-. Es una orden.
‡•‡
Hórrido. El proceso había sido hórrido.
Sebastian había terminado luego de una hora y media, Yuuichiro continuaba inconsciente pero con buenos signos vitales y, en una caja especial con un nombre largo, estaba congelado el feto. Era una practica inhumana, pero eso era lo que se hacia en estos casos... Eso o el aborto.
Los omegas y las mujeres podían quedar embarazados, sí, pero si eso ocurría debía visitarlos un médico especial, alguien que se encargaría de que esos nueve meses fueran una plena tortura por las reglas de los gobiernos. No podía someter a Yuuichiro y Mikaela a eso, menos aún sabiendo que les arrebatarían al bebé cuando terminara de nacer.
Así habían crecido todos, sabían bien lo que significaba un embarazo.
Justo cuando había terminado de guardar los utensilios y cambiar las sábanas llenas de sangre, tocaron la puerta.
Eran todos, demandando saber lo que le había ocurrido a Yuuichiro. Sebastian no dudó en mentir, contándoles que había enfermado, por lo que había suministrado medicina que lo dejaría en cama un par de días.
-¿Puedo ir a verlo?- Mikaela pregunta, inquieto.
-Ve- Sebastian sonríe señalando las escaleras.
Los demás van directo a la pequeña sala de la casa.
-Sebastian... Quiero hablar contigo- pide Eren, con un semblante serio- ¿Me acompañas afuera?
Sebastian lo sigue, no puede hablar porque sabe lo que Eren le dirá, tiene claro que el Alfa sabe que todo lo que dijo era mentira.
Nervios, nervios, nervios. Por primera vez sintió eso con tanta fuerza.
-¿Donde está el feto?- pregunta directa.
-Regla 10-64.
La expresión de Eren se suaviza.
-Solo lo sé yo, no te preocupes por eso- Eren parece un poco relajado después de escuchar la respuesta-. Tenemos un problema.
-Ya lo sé. Un Omega y un 3-LX no pueden procrear normalmente, la Regla no prohíbe tratar mejor al feto, así que lo revisé antes de dormirlo.
-Eso suena horrible- Eren sufre un escalofrío-, pero era necesario ¿Él... Despertará?
Sebastian traga saliva con dificultad.
-Yuuichiro seguro puede despertar, pero tomará un tiempo, recuerda que la morfina es exclusiva para callarlos unos días si son rebeldes.
-Estúpidas reglas de otros Alfas- se molesta Eren-. Mika está muy preocupado... Pero me refería al bebé.
-Hay probabilidades, pocas, pero las hay- admite-. Sé que lo hará.
Eren sonríe.
-Yuu y Mika confían en ti, todos lo hacemos, no te esfuerces demasiado, podemos ayudarte.
El peso se va de sus hombros.
-Vamos con los demás.
Los chicos regresan para pasar lo que queda con sus parejas.
Ciel y Levi no son muy buenos con la paciencia.
-Levi- Eren le susurra al oído mientras le abraza por la espalda, aprovechando que su novio se había levantado del asiento.
Y sonríe. Levi Ackerman sonríe al fin.
-Estamos viendo a Levi sonreír- se sorprende Ciel.
Sebastian se concentra en mimar un poco más a su pequeño novio. Pequeño... Muy pequeño.
Mientras ellos se acomodan en los sillones, Mikaela sufre el silencio de su pareja.
-Yuu-chan- le susurra mientras deja un beso corto en los labios.
En medio de su melancolía, termina acostándose a su lado, abrazando su cuerpo inconsciente como lo haría siempre. Toma su fría mano, notando, mientras le da suaves caricias, una que otra cicatriz que no debía estar.
Las dudas regresan, pero decide no dudar de Sebastian. Era su amigo ¿Por qué dudar de su palabra? Yuuichiro estaba enfermo y no embarazado.
No quería que otro niño viviera lo que a ellos les tocó: una infancia fría plagada de gente que no los quería por una regla estúpida que impedía ser libres. No quería privar a alguien más de pensar y amar sin preocuparse de ser encerrado o morir a los veinte años.
-Queda poco tiempo- les comenta Sebastian.
-¿Para?- Ciel le pregunta.
-Para ser libres.
Silencio, no incómodo, pero silencio.
-Pero primero tendremos la visita del supervisor de la muralla vecina... Y tendrás que irte- Ciel parece molesto.
Sebastian había olvidado eso.
Era obligatorio cambiar un día a los supervisores vecinos para controlar que no se estuvieran rompiendo las reglas.
Y ellos las estaban destrozando.
-Aún no- intenta relajar el tenso ambiente después del comentario de Ciel-, pero ya veremos que hacer para ese único día.
Levi, que había estado muy callado, por fin habla.
-Podríamos darle un poco de la morfina. Dormiría un día, no descubriría nada relevante y podríamos seguir en nuestras rutinas normales.
Todos los ojos giran para ver a Levi. Era una buena idea, solo si el supervisor se dejaba engañar. Ya habían matado a uno hace 56 años, por lo que tenían que ser precavidos para suministrarle la morfina.
-Ya lo perfeccionaremos, es un buen plan- admite Sebastian, comenzando a planificar- les diré luego.
La tarde pasa así para ellos hasta que llega el momento de cenar, Sebastian prepara todo para ello. Mikaela come, triste, por lo que Sebastian le dice que se quede a dormir esa noche al lado de Yuuichiro mientras él y Ciel ocupaban su habitación en la otra casa.
‡•‡
-Comandante- una chica de cabello castaño ingresa a la oficina para entregarle un grueso folder con más papeles-. En dos días se llevará a cabo el cambio de supervisores.
A Clearke se le congela la sangre al escuchar la información, Ichinose comienza a rebuscar entre los papeles de información con quién debe intercambiar puesto Sebastian.
No le gusta para nada saberlo.
Cuando la chica se va, Ichinose lo suelta.
-Sebastian tiene de vecino a Ferid Bathory.
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