Capitulo 1: ¿Qué diablos sucede con esta situación?
En una habitación de aspecto oriental, postrado en una cama se encontraba el demonio del talento, Richard Bolton, en sus últimos momentos de vida, a pesar de ser un hombre de 37 años, todo lo que vivió había desgastado su cuerpo, al punto de morir a esa edad. En este momento se encontraba teniendo una última conversación con su único hijo.
— Hijo mío, has sido mi mayor gozo y alegría en este mundo, te he enseñado todo lo que pude en estos años, lamento haber puesto esa carga sobre ti, pero sabía que con todas esas habilidades podrías tener una vida tranquila aquí en Takashima, o en cualquier otro reino, sabía que no serias un bueno para nada y jamás te faltaría techo o comida, solo te pido, trata de vivir sin arrepentimientos y no cometer los mismos errores de tu viejo—dijo Richard débilmente.
—Padre, no te preocupes, estaré bien, ya no hables más, te prometo que viviré libre y respetando la libertad de otros como me enseñaste—le respondió entre lágrimas su hijo Alfred.
—Estoy orgulloso de ti, quiero que sepas que aun en el más allá, velare por ti, come bien, haz buenas amistades, ya que los verdaderos amigos los conoces en tiempos difíciles, no olvides que te enseñe no solo mis técnicas de combate, sino como leer a la gente—dijo Richard ya con su visión borrosa.
Luego de esas palabras falleció aquel que, en vida fue conocido como el monstruo del talento y el héroe oscuro. O eso pensó.
—Buenos días, señor Bolton—dijo una misteriosa voz masculina que imponía respeto.
—Ah, ¿buenos días? —respondió Richard. No podía ver a su interlocutor. La oscuridad lo rodeo. Pero se sorprendió al ver su brazo izquierdo completamente intacto y ver que su mente estaba clara y fresca, los pensamientos fluían a través de ella, como un arroyo de montaña.
Una pequeña idea cayo en su conciencia, estaba muerto sin lugar a dudas.
—Si lo estas—respondió la voz.
¿Y esta persona podía leer mi mente, a pesar de todas mis protecciones?
—Es hora de hablar—dijo la voz, acto seguido, la oscuridad desapareció para ser reemplazada por una habitación simple.
En el lado opuesto de la pequeña habitación, cómodos y relajados en grandes tronos, estaban sentados dos personas, un hombre y una mujer.
La mujer vestida con un elegante vestido de encaje blanco sosteniendo un reloj de arena y el hombre vestía una túnica oscura de negro azabache, sosteniendo una guadaña.
Ante esa vista, Richard solo pudo pensar, ¿Qué diablos sucede con esta situación?
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