Capítulo 15 "Hiedra"

    Los fluidos químicos del tanque inundaron el cuerpo de Lillian y acariciaron hasta el último rincón de su organismo. Su sangre, ahora más roja que nunca, se volvió corrosivamente tóxica, al igual que su piel verdosa, la cual era intangible.
Se había transformado en alguien imparable, intocable... Desde ese mismo momento, no sólo había cambiado su forma de ser, pues el conjunto de procesos conscientes e inconscientes propios de la mente humana la hizo ver el mundo de otra manera totalmente distinta a como lo había visto hasta ahora. Tanto, que aquella extraña y repentina transformación la convirtió en otra persona completamente diferente y desconocida para sí misma.

    Pamela había desaparecido completamente del mapa y la policía había perdido su pista. Cuando estos últimos llegaron a Ace Chemicals ya solo quedaban unos ropajes rotos y quemados al borde del piso desde donde habíamos grabado la extorsión. La fábrica había quedado, ahora sí, totalmente abandonada. Aunque no vacía. Aquellos tanques de líquido verde seguían difuminando el paisaje de la industria que junto a la estampa tétrica de la propia instalación creaban un ambiente fúnebre.
Entonces Selina se asomaba con cuidado para ver los tanques de ácido desde arriba.

    —¿Crees que estará viva? —la preguntó Gordon desde atrás.

    —No lo sé, de hecho ni siquiera sabemos a ciencia cierta si la han precipitado al líquido—volviéndose hacia él tras inalar el mal olor del humo—. Nuestros hombres están cogiendo muestras del ácido para saber qué contiene.

    Y mientras que la comandante observaba como los agentes tomaban de muestra los trapos encontrados, ella pensaba que todo aquello era un montaje. Un sucio juego para que todos ellos creyeran que Lillian había muerto.

    —Aún así, Joker a roto su palabra —la dijo James—. No hay señales de ese murciélago llamado Batman, al igual que de la víctima. Nuestros hombres la han identificado, se llama Pamela Lillian. A parte de eso no sabemos nada más de ella.

    Sin embargo, por más que le daba vueltas Selina no conseguía seguir los pasos del Joker. No entendía la mente del payaso más perturbador de Gotham y lo peor es que no conseguía conocer la razón por la que realizaba tantos titubeos durante sus golpes. Se encontraba ante una situación que no sabía afrontar. Tenía dudas y no paraba de sentir que no hacía nada más que dar palos de ciego una y otra vez. Aunque Kyle también dudaba en sí realmente Joker actuaba sabiendo lo que hacía o los resultados derivados de las acciones que protagonizaba. Tal vez solo estaba intentando atrapar a un loco que mataba por placer.

    —Estoy perdida Gordon, no sé por dónde empezar a buscar —le confesó moviendo su cabeza de un lado a otro, decepcionada—. Ni siquiera sabemos por qué el Joker decidió esconderse en este lugar.

    —Además de verdad —añadió el comisario—. Hay varias habitaciones en esta misma planta que parecen haber sido habilitadas actualmente como dormitorios. Algo parecido a un refugio temporal —aclaró.

    Ella misma había visto con sus propios ojos a lo que se estaba refiriendo Gordon. Entonces Selina se volvía a preguntar... "¿por qué aquí?". Tenía que haber una razón lógica para ello". Joker había estado en Arkham y Harleen no había tratado a presos normales. Sin duda, el pensamiento de este payaso les estaba superando con creces. Además, "¿por qué Joker estaba tan obsesionado con atrapar a Batman?", pensó Kyle, "¿qué tenía que ver dicho enmascarado en toda esta historia?".

    —Parece que nuestros dos fugitivos han pasado más tiempo aquí de lo que pensamos —comentó la comandante, pensativa—, pero no creo que lo sigan haciendo. Ya hemos dado con su escondrijo.

    Su ansia por atrapar a aquel fugitivo fue tanta que Selina insistió durante muchos minutos para reflexionar sus preguntas y todas las posibles respuestas que podía tener. El desafío que ambos habían tenido ante todo el cuerpo policial y los matones del Joker la hizo ver a ese hombre con otros ojos. Ya no lo veía como a un simple criminal asustado buscando venganza. Detrás de todo este caso había algo más, una oscura verdad que tardaría en salir a la luz si ella o Gordon no conseguían desvelar pronto lo que ocurría realmente.

    —Pese a eso, todavía tenemos que averiguar por qué aquí. Por qué razón Joker se escondió en esta fábrica —decía James, dándole vueltas al asunto una y otra vez—. Hay muchas otras distribuidas por Gotham, pero... me crea curiosidad que él en concreto conociera la existencia de un lugar tan peculiar como este, tan apartado...

    Mientras, embobada, Selina descubría algo oculto entre las paredes de la fábrica. Una pista oculta en forma de dibujo que les abría las puertas a una nueva hipótesis de por qué El Joker estaba atacando ciertos lugares de la ciudad.

    —Puede que eso sea cierto, pero hay una cosa de la que no nos habíamos dado cuenta —le hizo saber a Gordon sin apartar la vista de una de las paredes de la instalación.

    La chica había encontrado una marca en forma de "W" en la pared, una insignia de la empresa que antiguamente regentó el lugar. Tal vez no supieran que se hacía en ese lugar, pero gracias a ese descubrimiento ya sabían a quien pertenecía la fábrica.

    —Quizás haya muchas fábricas en la ciudad, pero muy pocas que tengan ese logo —continuó diciendo Kyle.

    —Ya lo he visto antes —al darse cuenta de aquello que intentaba decirle Selina.

    Uno de los anteriores golpes del Joker tomaba sentido tras enlazar todas las pistas y acontecimientos ocurridos en estos últimos meses y la comandante recalcó:

    —Yo también —segura—. Al menos ya podemos decir que El Joker va en contra de Los Wayne.

    Sin embargo, por más que Gordon y Selina se intentaban acercar al Joker, muchos de los casos nuevos que se abrían en Gotham quedaban transpapelados. Tal y como sucedió con Pamela Lillian, a quien se dio por desaparecida aquella misma tarde. Incluso los medios de televisión hablaron de ello. Se dio tanto bombo a su desaparición que Kate cayó en una depresión repentina y Dick no lo aceptó.

    —No teníamos que haberla dejado sola —decía Kate, afectada—. Si la hubiéramos contado la verdad desde un primer momento no me habría seguido hasta allí.

    Sentada en el sofá del piso, se llevaba las manos a la cabeza y se arrepentía una y otra vez de no haberla podido salvar de aquel golpe en la que fue secuestrada. Grayson la miraba con pesar y rechazaba su tristeza con un duro ceño fruncido.

    —No es culpa tuya —quiso transmitirla.

    Oculta entre sus manos, Kate intentó tapar su amargado rostro, hasta que los brazos de Dick la obligaron a dejar de martilizarse. Ella lo miró con los ojos ahogados en lágrimas y escuchó lo que quería que oyese el chico:

    —Escúchame, no es tu culpa Kate —haciendo una pausa—. Hiciste lo que pudiste.

    Harta de oír eso, Kate explotó y dejó que toda la rabia acumulada en su cuerpo invadiera la habitación con oído y frustración.

    —¡No! —exclamó cansada—. Tú no me dejaste ayudarla.

    Asombrado, Dick se echó para atras para alejarse de la furiosa chica, quien se levantaba hacia él para incomodarlo, tal y como había estado haciendo él a Lillian durante todo este tiempo.

    —Yo solo intentaba protegerte —trató de explicar el muchacho, anonadado.

    Nunca había visto a Kate ponerse de esa manera. Le pareció tan raro que incluso le sorprendió la siguiente pregunta que decidió hacer:

    —¿Y a ella? —frustrada y dejando un largo período de tiempo en el que los segundos se volvieron horas.

    Jamás habría creído que Kate le hubiera dicho una cosa así. De hecho, nunca pensó que su amistad con Pamela pudiera ser tan fuerte, más fuerte de lo que fue su relación...

    —A ella no pensabas protegerla —aclaró Kane.

    Sin saber cómo arreglar la situación, Dick intentó acercarse a ella para consolarla. Pero lo único que consiguió fue enfadarla aún más.

    —Kate, yo...

    —¡No me toques! —apartándole de inmediato.

    El chico, asustado, se quedó perplejo. No quería hacerla daño y mucho menos dejarla sola, no ahora.

    —Pamela tenía razón, ella siempre será una mala hierba para ti —se atrevió a decir Kate.

    Entonces, ambos se quedaron observándose fijamente mientras la chica se levantaba para disponerse a salir de la casa, hasta que un fuerte golpe en las ventanas del hogar rompieron los cristales de la terraza en mil pedazos. Sin pensarlo, Dick se abalanzó sobre Kate y los dos se protegieron mutuamente para que ninguno de los cristales les cayera encima. Y al mismo tiempo, el escurridizo cuerpo de muchas raíces gigantes se hicieron con el control de todo el salón. Era algo mágico y escalofriante, como si la mismísima naturaleza se estuviera adueñando de su hogar. Las plantas se instalaron alrededor de ellos y un olor a hierba fresca tomó la habitación para quedarse a la llegada de una extraña mujer vestida con hojas enormes.

    El viento jugaba a su favor cuando el aire ondeaba su pelo rojo y de inmediato el miedo inmovilizó a los dos jóvenes, los cuales fueron cogidos fuertemente por las grandes raíces que ella misma parecía controlar con la mente. Sus manos ordenaban aquello que quería que hiciesen y las plantas acataban todo aquello que la chica les pedía sin decir ni una sola palabra, simplemente utilizando el movimiento de su cuerpo.
Ella pedía a las raíces que atrapasen a Kate y lanzaran a Dick lejos de ella. Le dieron un golpe tan fuerte que este último acabó chocando contra una de las paredes de la casa. Pues después de eso, Kate fue trasladada hasta detrás de la mujer para mantenerse fuera de la batalla mientras unas lianas tomaban a Grayson por su cuello para ahorcarlo en lo alto. Quiso apretarlo tanto, pero tan lento, que aquel momento fue realmente angustioso para Kate. La extraña, al percatarse de la inquietud de la chica por querer liberarse y salvarlo, alzó al muchacho por completo y empezó a apretar más la mano para acabar de una vez con su sufrimiento, hasta que Kate gritó:

    —¡Basta!

    La mujer misteriosa se volvió hacia Kate y, con mirada intimidadora, decidió dejar libre al muchacho. Gracias a ello, Grayson seguiría vivo, aunque por los pelos, pues sus fuerzas estaban a punto de desvanecerse. Aún así, aquella mujer no era un monstruo. A diferencia de él, ella no intentaría eliminar a nadie de su camino.
Fue en ese instante en el que Kate se dio cuenta de quién era realmente. Esa mirada de esperanza y esos ojos repletos de furia solo podían ser de una persona en concreto.

    —¿Pamela? —preguntó ella.

    Pero Lillian no quería que se corriera la voz. Y ahora que tenía poderes no estaba dispuesta a que nadie la pisoteara de la misma manera que durante el tiempo que respondió al nombre de Pamela, cuando aún no era nadie.
Una de las ramificaciones amordazó a Kate para que no hablará más y Lillian se aproximó al chico abatido mientras las raíces se hacían con las muñecas del chico y lo emprotaban contra la pared, tal y como si estuviera en una cruz. Otra rama lo amordazaba de la misma manera que a la anterior y se aproximaba al muchacho para hacerle saber:

    —Ahora sabrás todo el dolor que se siente... —amenazante, relatando cada palabra justo al borde de una de sus orejas.

    El muchacho, acobardado, pudo observar de cerca la piel de la chica, la cual se iba poniendo cada vez más verde a medida que su enfado iba en aumento. Entonces pudo ver los ojos de Pamela en ella y su mirada de odio, tal y como la había visto en otras ocasiones cuando se atrevió a acercarse a Kate.
Estaba justo donde le quería, haciéndole sufrir pero sin llegar a matarlo. Notando su miedo en cada tacto que las plantas le transmitían durante la respiración. Un atisbo de venganza la hizo agarrarlo con su propia mano con desdén y de inmediato él empezó a gemir. Un comezón increíblemente irritante le abrasó la piel que ella misma había tocado con su mano y es que había sido ella quien se lo había provocado. Tal y como hacía la hiedra, ahora su piel también era igual de venenosa que dicha planta y al verse la palma de la mano completamente intacta decidió confesarle en quien se había convertido gracias a todas las malas experiencias que había vivido hasta ahora:

    —Saluda a la nueva y mejorada Hiedra Venenosa.

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