Capítulo 13 "Entre amigos"

    —Nombre real Oswald Chesterfield Cobblepot, alias El Pingüino. Actualmente es acusado de realizar diversas acciones delictivas —comentó Selina Kyle.

    La chica, sentada ante aquel delincuente tan peculiar, comenzaba uno de los interrogatorios más estraños que había realizado en todo el tiempo que llevaba trabajando en la comisaria. Las espeluznantes manos del Pingüino quedaban atadas por esposas y su aspecto, ahora sin el frac de pingüino no se veía igual.

    —Puede que todo eso sea cierto... —la respondió Oswald, dejando que su voz retumbara como un martillo contra las paredes de aquella cámara de Gesell—. Mis padres me enseñaron que es mejor decir la verdad.

    —¿Entonces confirmas que has cometido todos los crimenes de los que se te acusa? —para asegurarse de que ambos estaban hablando de lo mismo.

    El Pingüino apretaba sus sucios dientes con frustración.

    —Hay que saber cuando rendiese —dijo después.

    Selina lo miró con cierta inclinación, puede que incluso con incertidumbre. Aquella respuesta no la había gustado y es que estaba claro que la había contestado con una segunda intención.

    —Pero no es eso lo que esperas oír, ¿verdad? —comentó segundos más tarde.

    —¿Perdón? —desconcertada.

    —A quien realmente busca la policía de Gotham no es a mí, sino a Arthur Fleck.

    Kyle tragó saliva, pues se reconoció a sí misma que el caso que había comenzado Harleen en Arkham era más complicado de lo que había pensado.

    —¿Qué sabes sobre Arthur Fleck? —dedeosa por conocer más sobre dicho nombre.

    De repente, Oswald creó una pequeña mueca entre sus labios. Se notaba satisfecho a pesar de haber sido atrapado por la justicia, pero tan solo era un amago de la escitación que sentía al imponerse ante los deseos de Selina.

    —Arthur tenía muchos problemas y su pasado es más oscuro de lo que crees —continuó diciéndola, realizando una pequeña pausa sensata—. Pero... ¿de verdad piensas que después de haberme atrapado y haberme metido en este agujero, te contaré algo, Agente Kyle? —observando su placa.

    El Pingüino sabía cual era su destino. Si la policía te trincaba eran pocos los días que te quedaban para ir de cabeza al Asilo de Arkham.

    —¿A caso pagarás mi deuda con la sociedad? —la dijo—. Es muy difícil escapar de Arkham si alguien no te ayuda.

    Tras esto, Selina supo que las últimas palabras que la transmitió eran para burlarse sobre lo ocurrido en la famosa prisión, cuando "J" escapó. Entonces ella se rebajó a su mismo nivel y entró en el juego:

    —¿Prefieres que te suelte para que El Joker te mate? —desafiante.

    —Dudo que hagas eso —la insinuó sabiondo—. Los dos sabemos que si El Joker me mata perderás la oportunidad de optener más información sobre Arthur Fleck.

    En ese momento, Selina se mordió la lengua. Estaba claro que esta vez había ganado Oswald, pero ella tampoco se daba por vencida tan fácilmente y tarde o temprano daría con la forma de sonsacarle la información necesaria para saber más sobre ese payaso.

    —Aunque los dos sabemos que no me abriré tanto —la continuó diciendo—. El único al que le debo un favor es al murciélago que me ha salvado, no a vosotros.

    Y ahí estaba la clave para sonsacarle todo lo que sabía de Arthur Fleck. Por lo que si Selina quería conocer más sobre él, tendría que dar antes con el paradero de ese enmascarado y convencerlo para que hablase con El Pingüino.

    Pero haber detenido al mayor traficante de la ciudad conllevaba tener presente a Amanda Waller en la comisaria. Esta última charlaría con la comandante respecto a lo ocurrido y es que había muchos asuntos que tratar.
Su llegada en helicóptero movilizó a toda la plantilla y Selina esperó a su superiora en la pista de aterrizaje de la academia.

    Mas tarde, ambas se encerrarían en el despacho que era de James Gordon, aunque no a solas. Selina había pedido la presencia de Jonathan Crane para acompañarla durante la reunión.

    —Oswald Chesterfield es un criminal obsesivo por conseguir todo lo que quiere —explicaba la comandante—. El cuerpo de policía pudo descubrir su ubicación cuando uno de sus mejores clientes nos llevó hasta él la noche de su secuestro —refiriéndose a la pareja que habían detenido injustamente ella y Crane.

    No estaba mal pensado. Selina había pensado una historia creíble a la par que real, pues aquellos ancianos estaban manchados de mierda hasta arriba, al igual que muchos integrantes de la fiesta.

    —El Joker y Harley Quinn lo secuestraron, pero conseguimos rastrear su localización y liberar al Pingüino —la contaba Kyle—. Hemos estado investigando y sabemos que El Joker le debe dinero, por eso secuestró a Harley Quinn.

    Amanda escuchaba atenta la historia de los agentes. Observaba como Selina se apoyaba sin miedo sobre el escritorio de Gordon y Jonathan tomaba la palabra para seguirla contando:

    —También hemos descubierto varios de los negocios que llevaba en Gotham. Algunos de ellos no parecen ser delictivos como La Sala Iceberg, de hecho hemos observado cámaras instaladas dentro del local —haciendo una pausa—. Aún así mantendremos vigilados dichos lugares. Sin embargo, sabemos que esos negocios no son los únicos que debía tener el Sr. Oswald. Puede que haya otros de los que no nos hayamos percato todavía.

    —Pero hay algo más... —añadía Selina al levantarse de la mesa.

    La muchacha se acercaba a su jefa y la redirigía hacia el tablón de las investigaciones. Allí, Amanda observaba el retrato robot de un hombre enmascarado. Su rostro negro impactó a la superiora y es que su silueta de murciélago aterraba.

    —Apareció durante la persecución del Pingüino, aunque perdimos su pista —decía Selina—. Desapareció ante nosotros como por arte de magia y no conseguimos dar con él tras capturar a Oswald.

    —¿Tenemos alguna pista de quién puede ser? —la preguntó Waller, sin quitar la mirada del dibujo.

    —Ni idea, pero sea quien sea, conocía nuestra posición —contestó—. Además, fue herido durante la captura de Oswald.

    Entonces Amanda no prosiguió. Se mantuvo callada durante unos segundos mientras asimilaba que un nuevo enmascarado había aparecido en la ciudad.

    —¿Puede saberlo la prensa? —se preguntó Selina en voz alta.

    —No —la respondió Waller de inmediato—. No quiero que nadie más que nosotros sepa algo sobre esto.

    —Tarde —las sorprendió Jonathan de repente.

    Él agarraba su móvil aparentemente anonadado por lo que había visto en su teléfono y es que "J" y yo estábamos inundando las redes sociales con el nombre de aquel hombre que ayudó a Oswald en el parque de atracciones.
Amanda se volteó rápidamente para dirigirse hacia el chico y este la dejó ver un vídeo.

    —¡Joker, no te olvides de mí! —exclamaba yo en la grabación.

    Se nos veía a los dos juntos, a "J" y a mí, mientras ambos hacíamos un vídeo para revelar la identidad del nuevo superhéroe que había aparecido en la ciudad.

    —Saludos cordiales de Harley Quinn —continuaba "J"—. Lamento decirles a todos nuestros seguidores que ha aparecido un nuevo héroe en la ciudad...

    —Dónde se esconderán estos hijos de puta —decía Amanda en voz alta.

    Y al mismo tiempo que "J" sostenía el teléfono para enfocarnos a los dos, yo enseñaba un dibujo del hombre murciélago hecho por mí.

    —Queremos saber quién eres, follamurciélagos —decía con el papel en la mano.

    —Batman, así es como se llama nuestro enmascarado —les hacía saber Joker—. Queremos que vosotros participeis en la caza, ovejitas.

    Entonces yo me adelantaba a "J" para acercarme a la cámara y exclamar:

    —¡Y nosotros seremos vuestro pastor!

    Momento en el que el vídeo de Instagram finalizaba y la plataforma se detenía para dar paso a otro distinto.

    —Si esos payasos ya han publicado la aparición de ese extraño no podemos hacer como si no existiera —decía Waller mientras pensaba.

    —Al menos ya sabemos como se llama —comentaba Jonathan, al mismo tiempo que guardaba el teléfono móvil en su bolsillo.

    —¿Entonces qué hacemos? —volvió a preguntar Selina.

    Tras esto, Waller suspiró agobiada.

    —Tratar a ese hombre como si fuera otro criminal —les dijo, refiriéndose a Batman—, que los ciudadanos de Gotham vean que no bajamos la guardia ante nadie nuevo que aparezca en la ciudad.

    —Pero es que ese enmascarado no es un criminal —la hizo saber la chica, inocente.

    —Quizás no o... puede que sí —la intentó comencer Waller—. Además, con esa máscara nos impide saber quien es, tú misma lo has dicho. Negarse a ser identificado por el cuerpo policial es delito. Ahí ya tienes una razón por la que atraparlo.

    Kyle, admitiendo que todo aquello era cierto, asintió con la cabeza y avergonzada llevó su mirada hacia el suelo.

    —Sé que es una mujer peligrosa, Comandante Kyle —añadía Amanda justo después—, puede que incluso sea una exconvicta, una ladrona...

    "¿Cómo pudo decir todo eso delante de Crane?", pensó Selina, "aquello era información confidencial o al menos eso creía".

    —Sí, sé que Gordon la salvó de Arkham y que confía en él —posiguió—. Además, su juicio quedó al margen de la ley. Yo misma lo autoricé y por esa misma razón confío en que dé con la identidad de ese enmascarado.

    No sabía como explicar lo que sentía en ese momento. ¿Amanda Waller la había estaba alabando o degradando? Lo cierto es que era algo incoherente, pero lo que estaba claro es que la estaba amenazando, porque esa era su manera de trabajar. A ella le gustaba tenerlo todo bajo control para que nada se la escapara de las manos, incluidos sus trabajadores.

    —Quiero que descubra quién es Batman —la ordenó directa—. Aunque para ello necesitara ayuda.

    Selina y Crane se miraron entre sí, entonces oyeron aquello que Waller les quiso decir:

    —De ahora en adelante, James Gordon queda exento de su suspensión y podrá volver a su puesto, siempre y cuando usted sea la coordinadora de toda la operación, Agente Kyle.

    Jonathan miró a su comandante con satisfacción. La verdad es que estaba contento de haberla ayudado con el caso, pues él pensaba que Selina podría ser mejor jefa que Gordon.

    —Confío en usted, Selina —la acabó diciendo—. No se olvide de ello.

    Pero la victoria de unos, era la derrota de otros y a Joker no le gustaba la idea de saber que El Pingüino había caído en manos de la policía. Sin duda, "J" habría preferido ser el verdugo de Oswald.

    De todas formas, El Joker había sacado partido después de lo ocurrido y es que él y yo nos instalamos en la mansión del Pingüino. Este último ya no iba a pasar más tiempo allí y sus matones no volverían al lugar en donde Selina Kyle había capturado a los cabecillas criminales más buscados de la ciudad.
Después de la fiesta, la mansión quedó precintada por un cordón policía tras detener a los acusados y haber registrado hasta el último rincón de la vivienda. Es por eso que nuestros hombres no tuvieron impedimentos para tomar la casa. Ahora ese lugar era nuestro hogar y si todo iba bien nos mantendríamos escondidos allí, junto con las riquezas y el oro que había robado "J".

    De hecho, ambos aprovechamos las pocas horas de noche que nos quedaron a solas, encerrados en aquella habitación a oscuras hastas que el primer rayo del sol iluminó nuestro rostro al amanecer. Poco descansamos de la lucha que protagonizamos contra el murciélago, incluso podríamos decir que "J" y yo nos dimos una paliza entre sí.
No me juzguéis por ello. Yo seguía teniendo las mismas dudas y pensamientos de siempre. A pesar de todo, no me olvidaba de las palabras de Oswald y si había pasado una noche desenfrenada con Joker había sido porque me había apetecido, simple y llanamente. Una cosa no quitaba la otra y yo seguía con ganas descubrir qué era lo que quería hacer "J".

    Siendo la primera en madrugar, me dirigía semidesnuda al borde de la ventana y miraba a través del cristal la hermosa estampa de la ciudad. La mansión sobre salía por encima de las copas de la arboleda y esta hacía de límite para una de las zonas más bonitas de Gotham.
Adormilada, aproveché aquel momento placentero para acariciarme el pelo mientras me despertaba sosegada con el tenue sonido de los pájaros y producía un suave gemido de satisfacción debido a la agradable sensación que me transmitió aquel despertar.
Sin duda era perfecto, tal y como lo había soñado. Él y yo a solas, tan agusto. Sin nadie que nos pudiera separar o herir.

    —Desde la distancia es preciosa —dije agradecida, refiriéndome a la imagen de la ciudad—. Que pena no estar allí.

    Entonces, las manos de "J" aparecieron para rodear mi cintura con gozo. Su boca se pegaba a mi cuello con lascivia y sus labios surcaban mi piel con delicia.

    —Pronto será nuestra, pastelito —comentaba rijoso, desde tras mía.

    No pude evitar cerrar mis ojos debido al alborozo de sus gestos. Sus manos captaron por un momento el cauce de mis senos e insinuó por un instante querer arrebatarme el sujetador. Entonces yo me volví hacia él, arañando con calma cada palmo de su cara mientras admiraba con deseo sus labios pintados.

    —Ayúdame a matar al Pingüino —me pidió, obsesivo.

    Yo le dejé que me tocara, me lamiera la boca y el pecho con una resignada y, tal vez, habitual lasitud. Fue entonces cuando empecé a notar aquel tedio que arrastraba de manera cotidiana, como si sintiera hastío a los ribetes de antihéroe que solía tener. "J" debía aprender a saber perder.

    —Olvídate de Oswald —le dije, intentando ignorar la excitación.

    Sus pupilas se dilataron con tesón cuando notó mis uñas recorriendo el espesor de su glauco cabello mientras se atrevía a contestar bajo el efecto placentero del erótico momento:

    —No puedo... —interrumpiéndose a sí mismo debido al agradable gozo—. No puedo seguir con el plan, Harley.

    Gracias a la luguria había conseguido llevar la conversación hacia donde había querido. Sin pensarlo, él había sacado el tema por el que estaba tan interesada y es que deseaba con todas mis fuerzas saber por qué Joker tenía tanta tirria a La Familia Wayne.

    —¿Por qué no? —apoyando mis manos sobre su pecho tatuado—. ¿Qué es lo que buscas, bichito? —curiosa.

    Él respiró profundo para rebajar sus salvajes impulsos y tomó mi rostro con sumo cuidado. Quería contestarme, pero no sabía cómo. Realmente su pasado era oscuro, tal y como me había contando El Pingüino.

    —Venganza —resaltó con ansia.

    Mis labios carnosos lo llevaron a querer besarme, pero no pudo. Segundos antes yo le estaba preguntando aquello que más terror le daba, aquella pregunta que lo hizo escapar de Arkham:

    —¿Contra quién? —insistente.

    Tras esto, "J" quedó pensativo, absorto incluso. Parecía mirarme a mí, pero... era como si su mente lo estuviera utilizando y le hiciera recordar a alguien del pasado. Sin embargo no estaba enfadado, más bien atontado. Transmitía un atisbo de nostalgia y ternura al mismo tiempo.

    —No puedo ayudarte si no me dices cual es tu plan —continué diciendo al no recibir respuesta, aunque con tacto. No quería incomodarlo.

    Mas su estado de ánimo fue tan positivo y tranquilizador que me provocó aceptación y un deseo intenso de besarlo y comérmelo entero. Pero él no.

    —Vamos a acabar con ese murciélago —me dijo, sorprendentemente serio.

    Tras esto, "J" dejó de tocarme y se alejó de mí de repente.

    —Prepárate —justo antes de darme la espalda y arremeter su frustación contra una de las decoraciones de la habitación.

    Sin duda, me había castigado dejándome a medias, justo de la misma manera que yo le había castigado al pedirle que se olvidara de Oswald. Era una sensación agridulce e hirviente, pero aún así yo le seguía queriendo igual.

    De la misma forma, Alfred sentía cariño hacia Bruce. Pues a pesar de sus errores era capaz de perdonarlo y curarlo como si se tratase de su propio hijo. Al fin y al cabo solo se tenían a sí mismos para cuidar el uno del otro.

    Tras lo ocurrido en el parque de atracciones, el mayordomo consiguió dar con su señor sin dar pie a que la policía se percatara de su presencia. De la misma forma, llevó a Bruce hasta la mansión y le curó en uno de sus aposentos. Sin embargo, el balazo con el que le había herido Selina tardaría en cicatrizar, por lo que Batman también tardaría en volver a aparecer.

    Obviamente, Bruce acabó desmallándose y se despertó justo después del amanecer. Había pasado horas ausente mientras Alfred lo había estado curando y no se acordaba de nada de lo que había ocurrido desde que consiguió escapar de la atracción.

    —Esta vez ha tenido suerte, Sr. Bruce —le decía Alfred al verlo abrir los ojos—. Estaba inconsciente y pude extraerle la bala del hombro, aunque puede que no haya quedado muy bien —le explicaba—. Además, he conseguido posponer la sesión de fotos de esta semana. Imagino que no le dejarán salir en una revista con el hombro vendado —después hacia una pausa y proseguía inseguro—. Por supuesto, el murciélago tendrá que esperar un tiempo hasta que pueda volver a luchar.

    Wayne apretaba los dientes con fuerza y mientras se sujetaba el brazo malo con la otra mano se incorporaba hacia el borde de la cama.

    —Batman no puede esperar —comentaba Bruce—. Los tuve delante, Alfred —refiriéndose a "J" y a mí.

    —Yo también le vi a usted al borde de la muerte, señor —fijándose descaradamente en la venda que le había puesto en la herida.

    Bruce tenía que reconocerlo. No era buena idea volver a salir ahí fuera en ese estado. Sin embargo, aquello no quitaba que Wayne estuviera a disgusto con la situación y se lamentara cada segundo de que no había estado a la altura de sus enemigos. Pero si esto le parecía injusto, no le iba a gustar en absoluto aquello que estaba a punto de decirle Alfred. Este último cogió el móvil de Bruce de la encimera y se lo ofreció para que viera todas las llamadas que había recibido de la comandante.

    —Le aconsejo que no siga haciendo más amigos como Selina Kyle, señor —comentó para ayudarlo—. Si de verdad quiere que Batman permanezca en el anonimato tendrá que alejarse de la policía y crear una tapadera de alguien que no es para que no existan sospechas sobre su persona.

    —¿Y cómo hago eso? —fatigado y exhausto.

    —Rodeese de amigos falsos, salga por ahí un rato... Demuestre a la policía que Bruce Wayne es una mala infuencia para la ciudad.

    Entonces, debido al dolor de cabeza y la fiebre, Bruce se dejó caer contra el colchón, rendido ante el dolor.

    —Así que la captura del Joker tendrá que esperar...

    Alfred no pudo evitar reirse.

    —Me temo que para eso tendrá que tener a un ayudante que le cubra las espaldas, señor —dijo después.

    Bruce lo miró irónico desde la cama y con ceño fruncido dudó en aquello que le quiso decir Alfred:

    —¿Ahora quieres ser tú también un justiciero, Alfred?

    —Ah, no, yo no, Bruce —risueño—. Pero tal vez debería buscar a alguien para que le ayude.

    Bruce resoplaba y aguantaba el dolor mientras se tumbaba contra las sábanas y se apretaba la frente con una mano.

    —Tal vez tengas razón, Alfred —acabó cediendo.

    Pero a pesar de reconocer que Batman necesitaba un ayudante que le acompañara durante las misiones, ya había otras parejas que se estaban uniendo en Gotham para conseguir sus propios propósitos. Tal y como Dinah Laurel y Jonathan Crane.

    Después de haberla visto en la mansión del Pingüino Crane pensó que Dinah jamás volvería a confiar en él. De hecho, creía que nunca regresaría a su casa y sin embargo allí estaba. Le había estado esperando sentada en el sofá del salón, ansiosa por saber la verdad. Ella se levantaba nada más verlo entrar y Jonathan se mantuvo quieto, mientras con cuidado cerraba la puerta que daba al portal.
Sentía una necesidad por contarla todo lo que había pasado, para que no lo matara allí mismo con un grito y para que ella descansara sabiendo que ya no tenía por qué temer al Pingüino.

    —Han trincado a Oswald, ya no tienes por qué temerlo, ni a él ni a sus matones —sereno—. Puedes irte si quieres, ya no corres peligro ahí fuera. Nadie te hará daño.

    La chica observaba desilusionada la forma en la que se lo había dicho y de la manera en como tiraba las llaves de casa sobre la encimera de la entrada. Estaba decepcionado o, mejor dicho, acobardado. Sabía que a ella le podría haber molestado el hecho de no saber que era policía. Pero aquello no era nada más que una hipótesis que Crane había pensado. En verdad, Dinah simplemente se sentía engañada, aunque por una buena razón. Entendía que la tapadera del Espantapájaros era solo un personaje inventado para poder investigar a su aire y que por ello no podía contárselo a nadie.

    —¿Por qué no me dijiste que eras policía? —con cejas de preocupación.

    Sin embargo, Jonathan no sabía qué decir.

    —Te he visto en la fiesta y si no hubiera sido por mí Oswald te habría matado —le siguió diciendo.

    —¿Y por qué lo has hecho?

    —¿El qué? —confundida.

    —¿Por qué me has salvado? —frío.

    Ella llevó inconscientemente su mirada hacia abajo, avergonzada. Tomaba valor para responder a su seca cuestión y le dijo:

    —Todo habría sido más fácil si me hubieras dicho desde un primer momento que trabajabas con la justicia —sincera—. Habría confiado en ti.

    El muchacho, confuso, se aproximó a ella con cariño para facilitarle una tarjeta.

    —Lo siento mucho, Dinah. Agradezco tu ayuda —la dijo mientras la traspasaba el papel—Por lo menos, ahora puedes seguir viviendo tu vida. Nadie te molestará.

    La chica miraba la tarjeta y observaba un número de teléfono escrito en ella. Ahora sí que estaba decepcionada. Había llegado a pensar que podría haber habido algo más entre ambos, aunque solo fuera una simple amistad. Pero estaba claro que eso solo habían sido ilusiones suyas.

    —¿Sabes? —terminó confesando sin apartarse de él—. Te salvé no porque fueras policía... te salvé porque has sido la única persona en ayudarme desinteresadamente.

    La muchacha, demostrando su verdadera forma de ser, apoyó una de sus delicadas manos sobre el pecho del chico y le hizo saber lo que sentía realmente:

    —Después de todo lo que ha pasado no puedo volver a vivir sola —preocupada—. Solo me siento segura aquí, contigo.

    Tenía la esperanza de conseguir lo que quería, pues le habría gustado sacar algo bueno de todo esto, algo como un amigo de verdad.
Así que, para acabar, no se cortó en darle un abrazo. En parte, Jonathan lo agradeció. Fue un gesto de cariño que había echado en falta desde hace tiempo y que por fin había vuelto a encontrar. Por lo que, quizás, su idea de vivir juntos no había sido tan descabellada y tal vez la convivencia les vendría bien a los dos. Además, de esta manera ya no tendrían que temer más a la peligrosa soledad.

    Sin embargo, James Gordon aún seguía atrapado entre las paredes de su casa, sin poder salir. Es por ello que Selina fue a buscarlo a su portal, no sin antes aprochechar ese momento a solas para probar a llamar a Bruce Wayne una vez más. Aunque estaba claro que este último no quería coger la llamada y hablar con ella. Así que Kyle no insistió más y decidió olvidarse de ese infantil ricachón para ocuparse de lo que realmente importaba de verdad. Y en ese momento era Gordon. Tras llamar al telefonillo para subir a su piso, James abrió la puerta y, más tarde de darle la buena noticia, ambos se abrazaron para confirmar su unión y trabajo en equipo, pues juntos irían tras los criminales más buscados en Gotham.

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