~10~
Había pasado varios minutos desde que cayó inconsciente al suelo. Los minutos pasaron pero éstos se sintieron como si fueran simples segundos.
Todo era oscuro, no había nada que decir, oír, ver o hacer, simplemente esperó a que algo sucediera, pero nada cambiaba a medida que caminaba solo por la oscuridad.
Comenzaba a aburrirse, a desesperarse, a angustiarse de llevar tanto tiempo ahí, su cuerpo temblaba por el frío del lugar, ya no sabía qué hacer, hasta que, de repente, algo sucedió, algo que le dejó sin habla. Una sensación de calidez en su hombro derecho hizo contraste con el helado lugar, su mirada bajó inevitablemente a su hombro dónde una mano descansaba sobre él, iba a tocarla con su propia pero el agarre en su hombro se hizo más fuerte, extrañamente sin llegar a lastimarlo, iba a hablar pero la persona que estaba a sus espaldas le hizo voltear, y posó su otra mano sobre su hombro libre.
Los ojos de Kenma se abrieron, esa sonrisa que hacía que su corazón saltase de alegría le recibió. Kuroo estaba ahí. Kuroo le estaba sonriendo, como si Kenma se tratase de lo mas valioso en el universo, como si todo su ser fuera perfecto. Kenma sentía las lágrimas dominar sus ojos, pero estas no eran de tristeza, si no que se trataban de lágrimas de pura felicidad, de satisfacción, lágrimas que se debían a lo seguro, tranquilo y feliz que se sentía después de un día lleno de dolor.
Estaba a salvo, por fin.
-Kuro...-. Pronunció el armador, pero una explosión blanca estalló detrás de Kuroo, todo a su alrededor se tornó blanco puro en cuestión de menos de un segundo, un abrir y cerrar de ojos en el que al volver a abrirlos se topó con el frió suelo de su casa.
Había despertado en el mismo sitio en el que cayó, su mente se llenó de imágenes de lo que había pasado hace una media hora, aproximadamente. Pero estos pensamientos se vieron interrumpidos por el sonar del timbre de su casa.
-¡Gatito! ¿Estás ahí? ¡Abre la puerta, llevo aquí un buen rato!-. Kenma escuchó la voz de Kuroo llamándolo desde fuera, mientras seguía pulsando el timbre y aporreando la puerta, seguramente creía que se encontraba jugando, pero él ya no hacía eso. Pudo distinguir la voz de una mujer mayor hablando en la lejanía, Kuroo dejó de gritar por un momento, pero volvió a hacerlo.-¡No señora! ¡Ya sé que los gatos no abren puertas! ¡Le estaba hablando a mi Kenma...! ¡No, señora, mi gato no se llama Kenma! ¡Y NO PUEDE PASAR A ACARICIARLO!-.
Kuroo hizo reír a Kenma cuando este no tenía siquiera ganas de respirar. Una pequeña risa escapó de su boca pero fue callada por los dolorosos recuerdos.
-¡Ya me he cansado, Kenma! ¡Te voy a llamar y si no abres la puerta me voy a casa de mamá a pedirle la llave de repuesto de tu casa!-. Dijo Kuroo. Esto hizo que Kenma se levantase rápidamente y abrir la puerta.
-¿Kenma...?-. Dijo en un susurro, un tanto sorprendido. Kuroo trató de sonar tranquilo, pero Kenma pudo notar que no lo estaba.
-Hola, Kuro. Perdón, estaba durmiendo.-. Kenma respondió mientras abría la puerta completamente para dejarle pasar.
Esto es lo malo de ser amigos por tantos años, Kenma no podía engañar a Kuroo. Cualquier otra persona le habría creído, pero Kuroo no.
-Kenma...-. Kuroo pasó dentro, caminó un poco hasta llegar al salón, en silencio, Kenma le siguió, pero se detuvo cuando Kuroo se giró para mirarle a los ojos.
-¿Qué pasa...?-. Preguntó el menor confundido.
-¿Qué te pasó en el entrenamiento?-.
-Fue más duro de lo normal y no pude soportarlo...-. Kenma se inventó una rápida mentira, no podía preocupar a Kuroo, seguro que él tenía mejores cosas que hacer que tener que solucionar los infantiles problemas de Kenma.
-Yamamoto me dijo que fue el mismo entrenamiento de siempre.-. Dijo el más alto mientras se acercaba al menor.
-Vale...Tal vez me he quedado jugando por las noches un poco...-.
-¿Cuántas horas has dormido,Kenma?-.
-No muchas, lo siento.-. "Perfecto." Pensó Kenma, esta era una buena excusa a su parecer, y bastante creíble, podría decir con facilidad que no estuvo durmiendo y el cansancio pudo con él.
-Kenma, tienes que dormir más, por favor, no quiero que caigas enfermo o que te vuelva a pasar lo del entrenamiento...-. Susurró Kuroo mientras se acercaba aún más a él.
-Yo...hoy iré a dormir pronto...-.
-¿Lo prometes, gatito?-.
Kenma le miró y asintió, haciéndo que una sonrisa se formase en el rostro de Kuroo, quien inmediatamente se agachó para rodear el cuerpo del menor y así poder abrazarlo. Kenma cerró sus ojitos, ese sentimiento cálido le inundaba de nuevo, esta vez por todo su cuerpo, era lo mejor que había sentido nunca y estaba más que seguro que daría lo que fuera por poder sentirlo por siempre.
Después de varios minutos se separaron, Kenma miró a Kuroo y supo que no debía de preocuparse ni temer por nada, si Kuroo estaba a su lado entonces él estaba a salvo.
[•••]
Pasaron toda una tarde juntos, se habían cansado de hablar hace rato, por lo que se pusieron a ver una película hasta que fuera la hora de irse para Kuroo.
Desde luego que él no quería marcharse, quería gritar a los cuatro vientos lo tan enamorado que estaba del pequeño armador que se encontraba entre sus brazos, con la cabeza descansando sobre su pecho mientras cerraba sus ojitos. Estaba exhausto por no haber descansado durante los últimos días y Kuroo pudo darse cuenta en seguida.
Kuroo siempre había ido a casa de Kenma cuando este tenía pesadillas o cualquier tipo de problema para dormir, nunca le molestó ir por la noche a su casa y acompañarle, de hecho disfrutaba pasar tiempo con Kenma y ver cómo el menor caía dormido en cuanto se tumbaba en su cama y lo abrazaba le hacía sentir realmente increíble.
Le hacía enamorarse cada día un poco más, si acaso enamorarse más de Kenma fuera posible.
Puso uno de sus brazos detrás de las rodillas del menor y otro detrás de su espalda, para poder cargarlo hasta su habitación, evitando a toda costa poder despertarlo del tan merecido descanso que necesitaba. Con cuidado lo dejó sobre la cama y se detuvo un momento para observarlo.
Había algo que no le gustaba nada.
Desde que Kenma abrió la puerta pudo notar varias cosas, pequeños detalles que le hicieron la sangre hervir. Cómo la no muy notable, por ahora, pérdida de peso de Kenma, los círculos ligeramente oscuro bajo sus preciosos ojos que en ese momento estaban rojos e irritados causado por un probable llanto, las heridas en sus frágiles manos no pasaron desapercibidas a sus ojos...
Mucho menos la marca roja sobre su mejilla.
Esta tampoco parecía precisamente reciente, pero cuando Kenma abrió la puerta aún se podía distinguir el contraste de tonos sobre su piel, que a medida que iba pasando la tarde fue desapareciendo de su rostro, pero no de la memoria de Kuroo.
Desde ese momento de se pudo dejar de preguntar, ¿Qué había pasado? ¿Quién había sido? ¿Por qué? ¿Ha pasado algo más que esto?
Kuroo frunció el ceño mientras miraba la cara de Kenma, quien dormía tranquilamente sobre su cama. El mayor suspiró y cubrió parte del cuerpo del armador con las sábanas.
Antes de marcharse, Kuroo se arrodilló a un lado de la cama para poder tomar una de las manos de Kenma y hacer circulos con su pulgar sobre la palma con heridas de esta. Su mirada viajó hasta el rostro del menor, donde antes había una marca, y se acercó lentamente, sin hacer ningún ruido y dejó un beso sobre la mejilla del menor.
-Kenma...No estás sólo y nunca lo estarás, sea lo que sea que te está hiriendo, créeme que te ayudaré a ponerle fin. No dejaré que quién te esté haciendo esto se salga con la suya. Cuando todo se acabe te prometo que te diré y demostraré lo mucho que te amo...Te lo prometo, gatito..-.
[♧♧♧♧]
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top