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Todo el equipo de volleyball del Nekoma estaba reunido en el gimnasio, hoy era el último día para los de tercer año, por eso decidieron hacer una pequeña despedida que organizaron los de primero y segundo.

Estaban deprimidos, a todos les dolía decir adiós, pero intentaban divertirse para así no recordar este día como uno triste.

-Os voy a echar de menos a todos...A todos excepto a Lev.-.Dijo Yaku mientras comía de la tarta que habían comprado.

-¡Yo también le quiero, Yaku-San!-. Exclamó Lev con una sonrisa y corrió a abrazarle.

-¡NO, LEV!-. Gritó intentado apartar al medio ruso.

La estruendosa risa de Yamamoto se hizo sonar, Lev iba a molestar a Yaku aún que sea su último día ahí. Quiso animar más la fiesta, así que sacó su móvil para conectarlo a los altavoces y poner música a todo volumen.

-¡Qué empiece la fiesta!-.

[•••]

Ya habían pasado casi dos horas, la batería de la consola de Kenma había muerto y no aguantaba más ahí. Se había limitado a sentarse en una esquina del gimnasio para jugar tranquilo, después de haber intercambiado algunas palabras con los de tercer año como despedida.

Se puso en pie y andó hacia el equipo, concretamente hacia el capitán. Cuando llegó a su lado lo tomó de la manga de la sudadera y dio unos pequeños tirones para captar su atención. Kuroo le miró y sonrió, Kenma miraba al suelo y señaló la salida del gimnasio.

-Venga, vamos fuera, ya sabía yo que no aguantarías mucho aquí.-. Bromeó rodeando los hombros de Kenma con su brazo para atraerlo hacia su cuerpo.

Kuroo iba a extrañar a Kenma, más que a nada en este mundo. Estaba aterrado por tener que dejarlo solo, tenía miedo de no poder estar a su lado y ayudarle como hacía siempre. Se habían prometido reunirse al menos una vez por semana durante los findes de semana, pero seguirían en contacto, mensajeandose y haciendo videollamadas en cuanto pudieran.

Los dos se dirigieron al parque que había justo en frente de la escuela, siempre solían reunirse ahí después de las clases. Pero eso ya no iba a suceder a partir de ahora.

Caminaron en un silencio comfortante, hasta que Kenma se detuvo delante de un columpio y se sentó. Kuroo se posicionó detrás de él.

-¿Necesitas un pequeño empujón, kenken?-. Preguntó con una sonrisa.

Kenma simplemente asintió y Kuroo comenzó a empujarle. Estuvieron hablando sobre la fiesta que habían montado otras escuelas para los de tercer año. Kuroo le contó a Kenma la dramática despedida que Bokuto y Akaashi tuvieron, Bokuto había decidido confesarse a Akaashi antes de marcharse y saltó eufórico, lleno de rebosante alegría cuando le aceptó.

Kenma se mordió ligeramente el labio inferior y frenó el balanceo del columpio con sus pies. Se puso en pie y giró para estar de cara a su mejor amigo.

Kenma no quería estar solo de nuevo, ya sabía como se sentía y no le gustaba para nada. Siempre se sentía bien cuando estaba con Kuroo, incluso llegaba a reír y sonreír después de un mal día. Le encantaba ser recibido con un abrazo a la salida de las clases y caminar a casa junto a Kuroo. Amaba poder ir a casa de su mejor amigo y siempre ser bien recibido, se pasaban el día juntos, ya habían pasado años y años al lado del otro y jamás, nunca ninguno de los dos quiso estar sin el otro.

Pero ahora iba a ser diferente, Kuroo empezaría la universidad y viviría allí, ya no despertaría a Kenma por las mañanas para ir juntos a clases, ya no pasarían las tardes juntos en el parque, ya no dormirían en la casa del otro...

Kenma siempre pensó que Kuroo se merecía una persona mejor que él a su lado, tenía miedo de que Kuroo conociera a nuevas personas y se diera cuenta de lo increíble que son otros y de lo tan reemplazable que era Kenma.

¿Y si se olvida de mí...?

Kenma miró sus manos cerradas en puños, sentía un pequeño hormigueo en ellas y como sus ojos comenzaban a picar.

-Kenma...-. Kuroo llamó preocupado.

-Kuro...-. Su voz se quebró sin querer y acabó delatandose a sí mismo cuando alzó la mirada, mostrándole su rostro con lágrimas bajando por sus mejillas.

No lo pudo evitar, abrazó a Kuroo con todas sus fuerzas, escondiendo su rostro en el pecho del mayor para intentar calmar su llanto.

-Por favor, no te olvides de mi, no me olvides, yo no lo haré...-.Repetía entre sollozos casi inaudibles mientras negaba con la cabeza.

Esto le estaba partiendo el corazón a Kuroo, si la despedida ya era amarga ahora era letal. Se agachó ligeramente para sostener el menudo cuerpo de su amigo entre sus brazos. Llevó una mano esta su teñido pelo para poder acariciarlo y tratar de calmar tanto su dolor como el de Kenma.

-Estaremos bien, gatito...-. Susurró cerca del oído de un Kenma más calmado después de varios minutos de llanto.

Kuroo le prometió a Bokuto ser fuerte Y confesar sus sentimientos también, pero no podía, aún no.

-Creo que deberíamos volver a casa, ya es muy tarde.-. Susurró mirando a Kenma a los ojos.

-P-puedo quedarme en tu casa...-. Preguntó Kenma mirandole.

-Claro que sí.- Respondió mientras se ocupaba en limpiar las lágrimas en las mejillas del menor.-Listo, vámonos.-.

Kuroo dudó por un momento pero tomó la mano de Kenma y entrelazó sus dedos, siempre había querido hacer esto con Kenma y ojalá durase para siempre.

El más pequeño andaba con sus ojos cerrados y sin poder evitar decirse a sí mismo:

Todo estará bien, todo estará bien...


Hasta que un dia se dio cuenta de que por mucho que lo repitiera nada estaba bien para él.

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