𝟬𝟵. 𝖺 𝗇𝗂𝖼𝖾 𝗉𝗋𝖾𝗌𝖾𝗇𝗍
CHAPTER NINE
last act ; a nice present
evermore
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EL 24 DE DICIEMBRE HABÍA LLEGADO MÁS RÁPIDO DE LO QUE ALGUNO SE ESPERABA y los chicos estaban listos para la cena navideña, todos estaban entusiasmados, sin duda aquel sería un año diferente, pero diferente no siempre significaba malo, así que James y Sirius eran los más impacientes por ver lo que pasaba.
Durante la mañana, los chicos se dedicaron a decorar la casa, colocando los adornos navideños, entre ellos, varios muérdagos, los cuales realmente no le hacían a Patrick ninguna gracia. También ayudaron a Alya con la comida y la decoración del pino de Navidad . Finalmente, al atardecer, todos envolvieron los regalos que habían preparado para los demás.
La noche había llegado y cada una de las personas en la casa, se encontraba preparándose y Olivia realmente creía que jamás lo había hecho mejor que ese día, Sirius le había puesto todo tipo de productos para que su cabello naturalmente lacio, se ondulara un poco, mientras que James y Remus la había ayudado a elegir su atuendo para la cena, que consistía en un bonito vestido suelto de color azul pastel, unas botas blancas que le quedaban por debajo de las rodillas y una bonita diadema del mismo color que el vestido adornaba su cabeza.
Las cosas tenían el panorama perfecto para que todo se convirtiera en una gran noche, todo a excepción de la carta de Thomas en la que expresaba que lamentaba no poder presentarse a la cena, pero al final, sus padres no le habían permitido salir ya que era la primera Navidad del nuevo Diggory y aunque fuera un bebé que probablemente no recordaría nada cuando creciera, querían hacerlo especial. Aquello había afectado principalmente a Olivia y a Remus, a la rubia porque desde que conocía a Thomas, nunca había pasado una Navidad sin él, siempre se turnaban para pasar las fiestas una vez en la casa de uno y a la siguiente en la del otro y Remus porque, bueno, él era su novio y sería lindo que pasaran algunos días juntos, pero ante la situación y la poca tolerancia que tenían Amos y el señor Diggory por la sexualidad de Thomas, la casa de los Eyre era perfecta para que estuvieran juntos, sin embargo esa ya no era una opción. A pesar de todo, los chicos habían decidido que se divertirían tanto como pudieran, después de todo, ya habría ocasión para reunirse todos juntos.
Los Eyre y sus invitados se reunieron en el comedor de la casa y después de algunas palabras de agradecimiento, todos comenzaron a cenar, la comida estaba deliciosa y todos la estaban pasando muy bien cuando se escucharon algunos golpes en la puerta.
─ Yo voy ─ Dijo Patrick con una mueca ─ ¿A quién se e ocurre salir en Noche Buena?
Todos se quedaron callados esperando a oír algo, pero nada... pasaron algunos minutos hasta que Patrick regresó con una expresión de molestia, Alya estaba por preguntar cuando al comedor, entró el rostro familiar de Thomas y ni él, ni el mayor de la casa pudieron seguir conteniendo la risa y estallando en una gran carcajada a la que pronto Sirius y James se les unieron, por otra parte, ni Remus, Alya u Olivia se encontraban muy felices, la primera en reaccionar fue la rubia, quien se levantó en ese instante para comenzar a golpear el pecho del joven.
─ Hey, hey, ¿Qué te pasa?
─ Tú... la carta...
─ Bueno, quería una entrada triunfal ─ Sonrío con suficiencia, sin embargo, cuando su mirada se cruzó con la de Remus, la sonrisa desapareció ─ Buenas noches...
Remus se levantó de su lugar sin ninguna expresión en específico y se acercó hasta Thomas quien no pudo si quiera dirigirle la mirada, cuando Lupin llegó hasta el castaño, tomó su mentón con cuidado ─ Eres un imbécil, Diggory ─ Dijo para finalmente abrazarlo.
La cena transcurrió de forma animada y al finalizar, todos fueron por sus regalos para por fin abrirlos, todos se encontraban sentados alrededor de la sala y frente al pino, listos para comenzar.
─ Bien, yo primero ─ Se levantó Olivia ─ Hmm... este es para una de las personas a las que más quiero en el mundo, así que...
La rubia se comenzó a acercar hacia un espacio en donde estaban sentados Patrick, Sirius y Alya, el pelinegro puso una sonrisa de suficiencia y se levantó de su lugar extendiendo los brazos, sin embargo, la Eyre nunca llegó, Black abrió los ojos y vio como Olivia le extendía una cajita a su cuñada, quien se puso de pie para abrazarla.
─ Gracias por todo, Aly.
─ Te quiero mucho, cari...ouch ─ Se quejó sosteniéndose del hombro de su esposo.
─ ¿Todo bien?
La castaña hizo una mueca evitando responderle a su esposo de mala manera ─ ¡NADA ESTÁ BIEN, PATRICK, EL BEBÉ YA VIENEE! ─ Gritó ─ ¡VE POR LA MALETA!
El rubio palideció en ese instante sin saber que hacer y mirando a todos lados con preocupación.
─ ¿La maleta? Ah... sí, sí, ahh...
Olivia rodó los ojos y corrió escaleras arriba, cuando regresó, ya tenía dos maletas, una con las cosas de Alya y otra con las de su sobrino que estaba por nacer, se las colocó en el hombro a su hermano y chasqueó sus dedos en su rostro.
─ ¡REACCIONA, JESPER ESTÁ POR NACER!
─ Ah, sí, sí... hmm... ¿Crees que puedas viajar con los polvos flu?
─ ¡PATRICK! ─ Lo reprendió Olivia.
─ No, no, está bien, sí puedo, ¡PERO DÉMONOS PRISA!
─ Bien, hmm... ustedes quédense aquí, les mandaré una lechuza cuando ya haya nacido.
─ No, no, yo pienso ir.
─ Olivia...
─ Y yo la acompañaré. ─ Dijo James.
Patrick pareció considerarlo por algunos segundos, pero el quejido de su esposa hizo que finalmente accediera.
─ Bien, Thomas, Sirius, Remus, están en su casa. ─ Dijo Patrick antes de desaparecer por la chimenea con su esposa en brazos.
─ Bien, nos vemos ─ Se despidió la rubia ─ No rompan nada.
Tan solo algunos minutos después, James y Olivia se encontraban en la sala de espera de San Mungo, habían pedido informes a algunas sanadoras que pasaban por ahí, sin embargo, no había logrado conseguir demasiadas respuestas. Al cabo de un rato, la rubia estaba recostada en el hombro del azabache, mientras este trenzaba las putas de sus cabello.
─ Menuda Noche Buena, ¿eh?
─ No está tan mal ─ Respondió el de anteojos ─ Al menos es la más interesante que he tenido en años.
─ Supongo que es algo nuevo pasar las fiestas aquí, pero no es mi primera...
Antes de que Olivia pudiera terminar su oración, el reloj sonó indicando la media noche, James sonrió de lado y se volteó para abrazar a la chica frente a él.
─ Feliz Navidad, Livs.
─ Feliz Navidad, Potter.
Ambos jóvenes se abrazaron por algunos minutos, cuando se separaron, se quedaron mirando directamente a los ojos por más tiempo del necesario, James bajó sus manos a la cintura de Olivia, haciendo que los latidos de la chica Eyre se comenzaran a acelerar y lo que sea que estuviera por decir o pasar, se vio interrumpido por un joven medimago que carraspeó frente a ellos y sea quien fuera, el azabache descubrió que no le gustaba para nada.
─ ¿Olivia?
─ ¡Laurence! Que gusto verlo por aquí.
El joven río ─ Ya te dije que me puedes hablar de "tú" y ya sabes que aquí trabajo, ¿Te sientes bien?, ¿Pasó algo?
─ Oh no, esta vez no estoy aquí por mí, pero mi hermano...
─ ¡Oh!, Alya, ¿Cierto?
─ Precisamente.
─ ¿Y tienes algún informe?
La rubia se cruzó de brazos ─ Nada.
─ Bien, si me permites, iré a ver qué puedo obtener.
─ Se lo... te lo agradezco mucho.
Unos minutos habían pasado y James no había hablado para nada, tenía curiosidad, pero no se había atrevido a preguntar, hasta que finalmente se animó.
─ ¿Quién era?
─ ¿El sanador Laurence? Oh, él me atiende por mi... hmm, ya sabes, chequeos necesarios.
James no le creyó del todo, sin embargo, tampoco quería discutir.
─ Señorita Eyre, la señora Eyre dio a luz hace algunos minutos a un bebé sano, puede pasar.
De la emoción, Olivia abrazó al joven frente a ella ─ Muchas gracias, sanador Laurence ─ El medimago se retiró ─ ¿Me acompañas?
─ Está bien, ve tú... ─ La animó James.
Cuando Olivia entró a la habitación, lo hizo con cuidado y en silencio, se acercó a la camilla en donde estaba recostada Alya.
─ ¿La quieres cargar? ─ Preguntó la castaña.
─ ¿La?
─ Un pequeño error de la sanadora ─ Río.
La rubia sostuvo a la pequeña en sus brazos, estaba aún algo hinchada y sus ojos estaban cerrados, pero algo que resaltaba, era su hermoso cabello castaño claro, una combinación perfecta entre el de Patrick y Alya.
─ ¿Ya tienen un nombre? ─ Preguntó sin despegar su mirada de la de la bebé.
La pareja se miró por varios segundos y después sonrieron.
─ Olivia.
La rubia los miró con curiosidad ─ ¿Qué?
─ Olivia Emily Eyre.
─ Pero... ¿E-Están seguros?
─ Más que nunca ─ Alya sonrió en su dirección.
─ Olivia ─ Murmuró hacia la bebé.
Y ese día se hizo un juramento interno, mientras ella viviera, siempre protegería a esa pequeña.
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