Capítulo XXI. El ARCA. (Parte I)
¡Atención lector! A partir de aquí los capítulos serán narrados en primera persona, desde la óptica de Anne.
Las dosis de información serán dadas en tandas, por su propia seguridad ;-)
Un puzle. Mi cerebro era un puzle incompleto, con piezas faltantes que me impedían armar la totalidad del esquema, por lo que mi mente solo me devolvía escenas fragmentadas.
La amalgama de imágenes giraba en mi cabeza buscando ordenarse, secuenciarse, pero aquel proceso implicaba un esfuerzo muy grande que se traducía en una dolorosa migraña.
Poco a poco las inconsistentes figuras memoriales que se proyectaban intrínsecamente asumieron la forma de un recuerdo, uno lo suficientemente claro como para aportarme algo de entendimiento acerca de lo que estaba pasando.
Y fue ese instante de perspicuidad, de solidez mental, el que me permitió salir del trance y finalmente despertar.
Lo primero que mis sentidos captaron fue la liviandad. Una sensación de suspensión del cuerpo que parecía flotar.
Mis ojos tardaron unos segundos en adaptarse a la luz del escáner que recorría mi cuerpo, relumbrando especialmente en mis pupilas, pero cuando lo hicieron, percibieron un rostro conocido que me contemplaba desde arriba.
—Jane...— musité. Mi voz se sintió ligeramente diferente, pero aún así seguía siendo mía. Yo la sentía como propia.
—Bienvenida doctora— dijo la chica de ojos café, que mi cerebro identificó como mi asistente—. Sus signos vitales responden. Pueden bajarla poco a poco—indicó a los individuos, que me observaban detrás de un cristal, como si fuera un ratón de laboratorio. Acto seguido comencé a sentir el descenso de mi cuerpo, y el reposo de mi espalda en una superficie compacta, ligeramente fría, metálica—. ¿Tiene frío?
Lo cierto era que sí lo sentía. Me percaté entonces que iba ligera de ropa.
Aproveché a girar la cabeza y observar hacia uno de mis laterales, para recibir un poco más de información del entorno.
Yacía en una especie de compartimento, un cuarto minúsculo, hermético, tan impoluto como el traje que Jane llevaba.
A cierta distancia había una camilla metálica vacía. Finos hilos de grafeno, un material más fuerte que el acero y más duro que el diamante, que nacían en el techo y acaban en pequeñas grapas, se mecían sobre el palanquín, cual péndulos. Los divisé también percutiendo grácilmente sus alargados cuerpos sobre mi propia figura, ahora totalmente libres del arnés que sujetaban, y supe expresamente dónde estaba.
—Estaré bien, gracias—respondí—. Es normal sentir algo de frío cuando se sale del estado de animación suspendida—la chica asintió, satisfecha.
—Cuando esté totalmente restablecida hablaremos de lo que sucede— dijo entonces, anticipándose a las preguntas que estaba a punto de formularle—. Ahora enfóquese en recuperarse doctora. Va por buen camino.
—Entiendo que la restitución de su memoria aún es parcial, pero se muestra receptiva al conocimiento ¿Estoy en lo correcto?— inquirió Jane, quién estaba sentada frente a mí en el nuevo recinto, que era una especie de sala de reunión, donde el equipo médico me había trasladado cuando se convencieron de mi mejoría.
Para eso habían tenido que pasar diez días.
Llevaba la cuenta por las raciones de insípida comida pre-hidratada que recibía y aun así la agradecía en el alma. Parecía que hacía años que mi cuerpo no recibía alimentos.
Hasta el momento en el que intenté levantarme y caminar no me había dado cuenta lo débil y delgada que estaba.
Cuando noté el filo de mis descarnadas falanges, la fragilidad de mis huesudas piernas, mis brazos enjutos cubiertos de lanugo, de inmediato pedí a uno de los médicos que me monitoreaba, un espejo, pero me fue negado.
De seguro mi estado era tan deplorable que temían que no soportara una impresión semejante. Pero si era capaz de tolerar las imágenes que mi cerebro me devolvía de forma cada vez más brusca, y que se intensificaban en horas nocturnas aglomerándose en mis estados oníricos, confiriéndole un poco más de forma al desmadejado puzle, entonces era capaz de asimilar que me veía como un esqueleto andante, por efecto de una dieta a base de suero.
Sin embargo, no insistí en eso. Me enfoqué en nutrirme e hidratarme y hacer los ejercicios que me recomendaban para que mis músculos empezaran a ganar fuerza y eventualmente lo hicieron.
Para el momento en que los doctores habían decidido que era tiempo de resolver mis inquietudes, ya podía mantenerme en pie y caminar ayudada por una muleta mecánica.
—Así es. Sigo teniendo destellos memoriales, recuerdos fragmentados que he ido ordenando por mi cuenta, armando un esquema con cierta lógica, que me ha permitido adquirir cierto entendimiento de lo que ha pasado y lo que está aconteciendo. Sin embargo, aún hay sitios vacíos, zonas en blanco, que me resultan imposibles de llenar por mi misma. Y eso es bastante frustrante— repuse.
—Comprendo. Pero yo estoy aquí para ayudarla a llenar esos espacios vacíos, a fin de que logre un mejor discernimiento, si está de acuerdo —dijo Jane. Yo asentí con un gesto. Lo que más deseaba era echar luz en todo ese asunto—. En tal caso, necesito que me diga qué es exactamente lo que recuerda, lo que sabe.
—De acuerdo... Sé que estamos en el año 3000 y sé el planeta tierra ha perecido producto de las explosiones solares que tuvieron lugar en marzo de 2098. También sé que fui seleccionada por el gobierno de los Estados Unidos para formar parte de la privilegiada tripulación del ARCA 1, la nave espacial donde me encuentro ahora, la cual nos conduce a Kepler-200L, el nuevo planeta descubierto por la NASA que reúne las condiciones de habitabilidad suficientes para permitirnos desarrollarnos en el—mientras hablaba, Jane había accionado el modo "grabación" en el tablero digital, de la computadora holográfica que había entre ambas —. Sé, además, que el mismo se encuentra a 200 años luz de la tierra, por lo cual todos los pasajeros de la nave eventualmente seríamos colocados en estado de animación suspendida, en receptáculos diseñados para conservar nuestros cuerpos hasta que llegáramos a destino.
—¿Sabe por qué fue seleccionada?
—Sé que trabajo para el gobierno y que colaboré activamente en el desarrollo del proyecto ARCA. Me convocaron junto a otros eruditos de distintas áreas, cuando tuvieron plena certeza de que las erupciones solares serían inminentes y que las llamaradas arrasarían el planeta.
—¿Recuerda exactamente a qué se dedicaba? ¿Cuál era su misión en el proyecto?
—Formaba parte del equipo de psicólogos que supervisarían el estado emocional de los pasajeros del ARCA 1. Nuestro objetivo era minimizar los daños psicológicos que estas personas experimentarían por el cambio de situación y de entorno, durante los primeros meses a bordo. Antes de colocarlos en estado de animación suspendida —hice una pausa, recordando la opinión que aquello me había merecido—. Tengo que añadir además que fui una ferviente opositora de la transmisión del video que mostraba imágenes de la catástrofe. Las personas a bordo necesitaban convencerse de que aquello pasó realmente, pero no tenían por qué ser partícipes directos de tal masacre...los traumas...
—Lo sabemos —la cortó Jane. La joven asistente se mantenía en una actitud circunspecta e impávida frente a ella, analizando cada palabra—. Yo tampoco lo aprobaba, pero decidió la mayoría, como siempre.
—Lo sé. En la nave también conservamos las bases de un sistema democrático— señalé. La mujer consintió, juntando sus manos, sobre el tablero.
—Por lo que veo recuerda bastante doctora. Sin embargo, hay algunos datos erróneos, que me gustaría corregir, además de proporcionarle la información faltante, si me lo permite.
—Adelante— concordé.
—El primer error radica en la fecha en la que nos encontramos. En realidad estamos en el año 3010. Descontando los dos años que estuvo activa en la nave, ha pasado los 8 años restantes en estado de animación suspendida.
"¡Claro! Eso explicaría mejor mi estado famélico." Reflexioné. "Pero vale, puedo con ello"
—La otra cuestión es que usted hizo mucho más que asistir terapéuticamente a nuestros pasajeros y ayudarlos a superar sus traumas, durante los primeros meses a bordo de la nave. Tanto usted como el equipo técnico e informático, desarrollaron un subproyecto que revolucionó nuestra concepción de realidad.
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