Capítulo XIV (Final)

—¿Por qué 2060?— pregunté, mientras ingresaba a mi paraíso personal: la Biblioteca de la nave.

Mi interlocutor, estaba de espaldas a mí, absorto, contemplando el Universo.

El negro manto estelar, salpicado de astros, se extendía pleno e infinito hasta donde la vista alcanzaba.

Era una imagen digna de presenciar, aunque fuera producto de una ilusión ofrecida por el panel holográfico. La realidad ofrecía un panorama mucho menos atractivo: una amalgama de estelas de luz distorsionadas, por efecto de la velocidad.

Al oír mi voz, el pelinegro volteó lentamente hacia mí. Un segundo tardaron sus ojos café en reconocerme.

Era extraño ver a Steven en su forma física real, pues estaba más familiarizada con la imagen de su avatar.

—Siempre me gustó el ambiente de los 60. Los avances tecnológicos hacían la vida de la gente más confortable, pero aún dejaban margen para la vida— expresó.

Yo sonreí de medio lado. Tenía razón. En nuestro tiempo la tecnología había evolucionado tanto y los humanos éramos tan dependientes de esta que cada vez estábamos más sumergidos en ella y más aislados del entorno. Vivíamos con y para la tecnología

—Resulta rara la reflexión viniendo de un informático. —me acerqué a él y lo abarqué con mis brazos. Por debajo del traje de neopreno podía sentir sus costillas y sabía que él también las mías. Era como un abrazo entre dos esqueletos —. Me alegra que estés a salvo.

—Soy un informático pero, en el fondo, siempre me consideré un rebelde—expresó, finalizando el abrazo, enfocándose en mi rostro—. También me da gusto que estés bien Doc. Aunque te veas como cadáver andante.

Volví a sonreír. Su sentido del humor seguía intacto.

—También te ves fatal, por si no lo sabías— espeté.

—Sí, pero yo nunca fui guapo en realidad. —me guiñó.

Tal vez no fuese del tipo considerado "atractivo", físicamente hablando; su yo real era una versión menos estilizada y más simple que su avatar en ARCA.DIS, pero su inteligencia, elocuencia, su carisma y su calidad humana, compensaban aquellas carencias con creces.

Steven había tomado asiento tras una de las mesas de lectura, invitándome a que lo imitara.

Al parecer sus piernas tampoco resistían demasiado, pues el músculo iría fortaleciéndose poco a poco.

Pasé mis ojos por las estanterías compuestas con los pocos libros físicos que conformaban una colección invaluable. Si bien la mayoría del material bibliográfico ya había migrado a su soporte digital, y estaba disponible para su lectura desde cualquier dispositivo, esos libros eran auténticas reliquias, tesoros que aún se mantenían en su formato original, para ser admirados.

Al menos el hombre del futuro había decidido preservar esa parte de su legado ancestral, pese a la sobreabundancia de tecnología, pues reconocía su importancia, su valor histórico y cultural.

—¿Piensas en él? —soltó Steven, de pronto.

Sabía exactamente a quién se refería. Yo también adivinaba sus pensamientos.

Asentí.

—¿Y tú en ella?

—Todo el tiempo...incluso antes de nuestra experiencia virtual— admitió, apenado por su confesión —. ARCA.DIS fue benigno al unirnos en su mundo —dijo, apropósito de que nuestro Software era una especie de Dios en su realidad virtual.

—Tal vez haya interferido un poco con aquel encuentro online, pero no te quites mérito, fueron tus encantos de "cuddly fox" los que conquistaron a Mónic.

Él se encogió de hombros visiblemente sonrojado.

—Si hablamos de "conquistas", tú no te quedaste atrás muñeca— me guiñó con descaro, posicionándose en su antiguo rol de chico osado.

—Respecto a eso...—suspiré—. La muerte de su esposa fue.

—Lo sé— repuso el castaño—. Lo superará Anne, con tu ayuda lo hará—sentenció.

Sabía que en este caso se refería a mis aptitudes profesionales, empero no pude evitar sentir que había una doble intencionalidad oculta en sus palabras.

—¿Cuándo podremos verlos? —pregunté entonces.

—Apenas han salido de ARCA.DIS hace unos días, cuando completaron el rompecabezas. Deben recuperarse — señaló el informático.

—¿Y qué pasará con el resto de los pasajeros, los que aún duermen?

—Se mantendrán así por ahora. Faltan años para llegar a destino—arguyó—. Tú trabajaras con el equipo médico en la nueva fórmula del suero inhibidor y yo pensaré en alternativas para el proyecto "El Despertar"—informó.

—¿Crearás una masacre para obligarlos a salir del "sueño"?—inquirí, temiendo que esa posibilidad fuese viable.

—La muerte solo fue un acelerador Doc. —dijo para mi tranquilidad— Morir en ARCA.DIS sin una preparación cognitiva anterior no hubiese servido de mucho. Si mi cerebro no hubiera estado dispuesto a aceptar la verdad, entonces aún seguiría allí prisionero o estaría muerto aquí —informó—. Tengo que pensar en una simulación dentro de la simulación, que además tenga un carácter globalizador, para que todos los humanos conectados al software se den cuenta paulatinamente de que el sitio donde se encuentran no es real—se rascó su negregrida cabeza y observó meditabundo nuevamente hacia el "portal holográfico", la falsa ventana al cosmos, perdiéndose nuevamente en sus cavilaciones.

Supe que era el momento de dejarlo nuevamente solo. Un genio necesita concentración y silencio para que sus ideas fluyan plenamente.

Dos semanas después.

Nunca me había sentido tan nerviosa en una sesión de terapia. Las sensaciones se asemejaban a las que había experimentado dentro de ARCA.DIS, en casa de Magui.

Respecto a la joven, me había generado un poco de vacío enterarme que ella solo había sido una simulación del sistema, pues había resultado una compañía maravillosa, además de que nos había ayudado mucho durante nuestra estadía en el Software. Aunque claro, había sido programada para ello.

—¿Puedo tutearla Doctora?— preguntó Jack, quien estaba recostado en el diván del pequeño cuarto, que me servía como consultorio en la nave.

Su estado físico era admisible, luego de tres semanas de recuperación. Además su ancha contextura y su musculatura trabajada, había ayudado a que su deterioro físico no fuera tan severo.

En cuanto a mí, a casi un mes y medio de mi salida de la realidad virtual, ya había recuperado "algo" de dignidad, al punto de que podía mostrarme ante él sin demasiada vergüenza.

—Claro, no hay problema— respondí, paseando mis ojos desde su rostro hasta la tableta digital, mi sitio seguro.

—Todo esto se me hace muy extraño, ¿sabes?— dijo él obligándome a mirarlo. Al parecer, no podía pasar más de dos segundos enfocada en otro lugar que no fuera su rostro, en especial sus labios. Entonces se incorporó de su asiento, adoptando una postura idéntica a la mía. — Estar aquí en una sesión simplemente como tu paciente, como si nada de lo que vivimos en ARCA.DIS hubiese sido real...

Ante lo dicho, comencé a sentir el calor ascendiendo por mis mejillas y un brusco palpitar en mi pecho. Pero mi profesionalismo me obligaba a mantener la compostura...eso y las cámaras de vigilancia de la sala.

— ¿Qué es el mundo real sino el sueño que soñamos todos, el sueño común?— cité, filosóficamente.

Él sonrió. Sus rasgos faciales eran muy diferentes a los de su avatar en el software, pero seguía siendo atractivo ante mis ojos y eso suscitaba un problema.

—Es lo que pienso, que nuestras vivencias y experiencias en ARCA.DIS fueron tan auténticas como las que construimos aquí. Porque ¿qué es la realidad? sino aquello que resulta cierto a nuestra comprensión y a nuestros sentidos.

—Así es...—señalé.

—¿Entonces por qué sigues mostrándote tan distante Anne?— expresó él, levantándose de su asiento mientras comenzaba a acercarse a mi sitial.

De inmediato fijé mis orbes en el sitio donde se encontraba la cámara de vigilancia y él se detuvo.

— ¿Piensas que no sería correcto? —me increpó, frunciendo el entrecejo.

La verdad es que ya no sabía qué pensar. ¡La cabeza me latía de tanto pensar!

Finalmente aceptaría que la vida en el Software, aún con todas las dificultades que teníamos era más sencilla.

—Eres uno de los Directores del Proyecto... mi superior...

—Pero tú no lo supiste hasta hace unos días— señaló astutamente.

Era verdad. ¿Cómo podría haberlo sabido? En ARCA.DIS no tenía memoria de conocerlo, y cuando desperté jamás asocié su nombre con el de uno de mis Jefes, uno con el que jamás había tenido un contacto directo. Para mí Jack era un pasajero más. Eso sin mencionar que mis recuerdos sobre su aspecto físico eran absolutamente diferentes a los que tenía de su yo real.

Pero cuando lo vi a través de las cámaras ejercitándose en el gimnasio durante el periodo de recuperación, todo el peso de la realidad me cayó encima y deseé que un agujero negro me tragara.

Estaba decidida a olvidar todo lo que había pasado entre ambos, de hecho planeaba evitarlo a toda costa, pero él había insistido en tener una sesión a solas conmigo.

—Aun así, no es correcto...—musité. Sentí que la voz me fallaba. Además de que mi afirmación había sonado demasiado falsa.

Con dos zancadas, Jack cubrió las distancias entre ambos, al punto de posicionarse justo frente a mí. Tomó mi mano y me impulsó a levantarme.

—Si de ética hablamos Anne, algunos también dijeron que no era "correcto" sacrificar a mi esposa —al decir eso tragué saliva presa de un culpabilidad ajena—. Pero la mayoría decidió que su muerte era la única forma de hacerme salir de mi ceguera y lograr mi colaboración. Mi necedad pudo habernos costado las vidas a todos— señaló.

"Un sacrificio en pos del bien mayor" pensé.

—Quizá debieron buscar una alternativa menos radical— observé. Y hubiera querido añadir que además se trataba de la esposa de un superior, pero cuando se intentaba lograr el bien común, no valían nada los títulos o jerarquías. Era una de las políticas del ARCA.

—Dadas las circunstancias, y la escases del tiempo, fue la solución más efectiva y más viable—reconoció—. Si yo que fui su esposo puedo entenderlo, te pido que tú también lo hagas— dijo mientras elevaba su mano y deslizaba su dorso por mi mejilla notablemente rosada.

—Puedo llegar a entenderlo— repuse—. Pero aún necesito saber una última cosa o jamás dejarán de acosarme mis fantasmas... ¿Aún la amas?— en ese momento volví a verlo plenamente a los ojos. Los suyos eran de un tono azul penetrante, plenos, hipnóticos.

—La superé hace tiempo doctora— repitió, provocando un ligero temblor en mis piernas, uno que ya no tenía que ver con mi debilidad muscular—. Pero contigo no puedo, aunque lo intente. Desde el primer instante en que te vi, fui prisionero de la magia de tus ojos caramelo, como lo soy nuevamente ahora— añadió, y esta vez, tras esas palabras que hicieron temblar también mi corazón, fue él quien inició el beso.

Adorados lectores:

Gracias a todos por haberme acompañado con la lectura de esta obra 💜

Sus comentarios y votos me han dado el ánimo para terminarla. 😊

Espero que se hayan llevado una buena impresión de la historia en general y si es así, que puedan recomendarla. 😉

Aún falta un anexo así que no quiten la obra de sus Biblio pues tendrán un adicional muy zukulento 😏

Los amodoro viajeros del Arca. ¡Hasta pronto!

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