Capítulo XIII (Parte II)
—Haz lo que dice— aportó Jack, dando su aprobación. Él más que nadie sabía que debían tomarse en serio las advertencias de esa fémina.
A regañadientes Kalani hizo lo propio. Apagó la simulación y abrió la puerta de la celda donde se encontraba el rubio.
—Anne, despierta a Steven, mientras yo vigilo a estos dos. Pero antes, colócale las esposas a Leilani—indicó.
—La próxima vez que me llames así te juro... —advirtió este, cerrando los puños.
—¿Me juras qué? —dijo la chica y amenazó, sin pestañear, con oprimir el gatillo del arma que apuntaba directo a la sien de Jack.
Anne estaba absorta nuevamente con la frialdad que manifestaba su compañera. Mónic se mostraba sumamente metódica, controlada y eficiente. Tan sumida estaba en su nuevo rol que parecía que hubiese sido programada para ser "una chica ruda"
Kalani, impotente, guardó silencio, mientras la psiquiatra lo desarmaba y le colocaba las esposas magnéticas, para luego dirigirse a la habitación del pánico, donde Steven ya estaba despertando.
—¿Qué demonios...?—empezaba a balbucear el ojiverde—. ¿Anne? —sus ojos desconcertados estaban captando los primeros vestigios de realidad —. ¿Qué haces aquí? ¿Dónde está...?
—Aquí estoy cielo— dijo Mónic, adentrándose con ambos polis al cuarto, donde pensaba dejar encerrado al menos a uno de ellos, el que no le sirviera de rehén.
—¿Por qué están aquí? Sabías lo que debías hacer si algo salía mal —dijo Steven confuso, incorporándose con ayuda de Anne.
—¿Te refieres a que había un plan B? — preguntó esta, sorprendida mas no enfadada por la omisión de información.
—Con Steven siempre lo hay—corroboró la otra mujer y luego volvió sus ojos, que estaban ligeramente brillantes, hacia su ex pareja—. Sabía lo que debía hacer, pero no iba a dejarte aquí. No podía...
La doctora llevaba años analizando personas como para darse cuenta de que quien hablaba no era una mujer culpable, sino una mujer enamorada.
Pese a la tensión del momento y a la intrincada situación en la que estaban involucrados, al filo de la ley, ambos jóvenes se permitieron sonreír un momento, comunicando con ese simple gesto, todos los sentimientos que aún albergaban el uno por el otro.
Y fue de ese estado de éxtasis momentáneo del cual Jack hábilmente se valió para desestabilizar a la chica, que segundos atrás se mostraba tan concentrada y efectiva.
Mientras él, en un súbito y acertado movimiento redujo a Mónic y se hizo del arma, Kalani intentaba hacer lo mismo con Anne y ya había avanzado varios pasos hacia ella.
La joven, temerosa, pero ágil, no demoró en apuntarlo con la pistola láser, indicando que se detuviera.
Ahora las cosas estaban parejas. Jack tenía como rehén a Mónic, quien se encontraba, a falta de una mejor palabra, histérica, en brazos del intrépido oficial, que de seguro ya no le parecía tan sexy. Mientras Anne apuntaba directamente a Kalani.
Steven por su parte hubiera deseado no sentirse tan débil o con la cabeza palpitante como si una estampida de elefantes pasara dentro de esta y sus hondas pisadas retumbaran en todo su cerebro, pero los efectos de la odiosa habitación del pánico, tardaban algunos minutos en difuminarse por completo. De haber estado en plenas facultades de seguro se le hubiera ocurrido alguna maniobra para salir bien librado de esa situación.
—Señorita Jones...Anne—había iniciado Jack, quien había recuperado su poder de disertación y pensaba usarlo de la mejor manera, empleando su tono de voz amable, suave, "persuasivo"—. No tienes por qué hacer esto, ya te lo dije. Me doy cuenta que no eres una mujer violenta y muy posiblemente estás actuando bajo la coacción de este par...
—¡No lo oigas Anne, te está manipulando!— chilló Mónic, quien forcejeaba y se agitaba como pez en el agua, en brazos del oficial.
¡Vaya que le estaba dando trabajo!
—¡Eso Doc!...escucha a mi "sexy bunny"—dijo Steven sonriendo al recordar el viejo apodo de su querida—. Quien usa coacción aquí es este muñeco de utilería...
Jack prefirió omitir las provocaciones del "fastidioso" Hacker y volvió a dirigirse a Anne obcecado en salirse con la suya.
—¿Sabes que si te entregas ahora podría conseguir que tu sentencia no sea tan dura? Es más, si colaboras con información fehaciente sobre sus intenciones en todo este asunto, podría incluso llegar a exonerarte de la habitación del pánico. Eres testigo de que sus efectos llegan a freírte el cerebro —añadió, y ahora sí se estaba cobrando la de Steven.
La chica estaba en un completo estado de mutismo, dubitativa, y su pulso se percibía ligeramente tembloroso. Incluso, se había descuidado un par de veces de su objetivo: Kalani, para posar sus ojos, en los de Jack.
"¡Mierda! Va a caer en sus redes" pensó Mónic al notar las reacciones de su compañera.
—Ya estuvo bueno, Anne dame el arma— exigió Steven, quien aún en su "estado", se daba cuenta de las influencias que Jack podía tener sobre aquella psiquiatra.
"¿Dónde están ahora todas sus tácticas de psicología inversa? Este poli la está envolviendo como a una ingenua mariposa en su tela" meditó el rubio.
Entonces, extendió su mano para tomar la pistola láser, pero solo consiguió dar un par de manotazos en el aire, porque sus sentidos no se encontraban del todo óptimos.
—¡Silencio todos! — inició Anne haciendo uso de su voz, al fin— No puedo creer nada de lo que dices Jack, como tú tampoco me has creído ni una palabra a mí. Ni antes, ni ahora. Insistes con la verdad... ¡JA! ¡Tú no podrías ver la verdad ni aunque la tuvieras enfrente de tu nariz! Estás ciego respecto a todo. Las personas desaparecidas son reales. Hemos hallado pruebas de su existencia en los archivos del Pentágono. El gobierno está detrás de todo este asunto... es el verdadero culpable. NO nosotros. ¡Y todo esto está relacionado con el fin del mundo!— comunicó eufórica, soltando gran parte de la información que habían recabado hasta ahora a la espera de analizar las reacciones de su contrincante.
—Entiendo tu punto de vista porque es cierto— admitió el oficial—. No pude creerte antes y tampoco lo hago ahora, porque tu testimonio está falto de evidencia que lo corrobore. Y por más empeño que ponga en valerme simplemente de tu confesión Anne, soy un hombre empírico, pragmático. Si tan solo me indicaras dónde está aquella pieza que soy incapaz de ver y que corrobora tu declaración, entonces con gusto admitiré que me equivoqué en todo este asunto.
—Las pruebas estaban en ese archivo, "ARCA", pero se desvaneció cuando ustedes recuperaron el control del Software y no pudimos copiar la información —reconoció—. Tal vez si volvieramos a acceder desde aquí...
—No te molestes Anne— interrumpió Steven—. Ya lo intenté y toda la información ha desaparecido de la nube.
La psiquiatra suspiró frustrada, aunque estaba renuente a darse por vencida.
— En ese caso, te pido que nos liberes y nos dees al menos 48hs para demostrarte que no te estamos mintiendo, que no hay engaños en este asunto. No somos orates, ni mucho menos unos terroristas— dijo, para sorpresa de Jack. Ella había seguido el hilo de sus pensamientos, y fácilmente podía adelantar las teorías que rondaban por la mente del policía—. Tal vez te niegues a confiar en ellos, por eso te ruego que si fuiste sincero antes, y si en verdad intentas ayudarme, hagas esto por mí.
"Está loca" pensó Jack, en medio de su aturdimiento mental y emocional. Esa mirada fija y aquella voz tan profunda y suplicante, lo atosigaban.
Anne, una vez más supo adivinar sus cavilaciones, o al menos parte de ellas. No le creía...jamás iba a hacerlo.
—Está bien— resolvió, ahora sujetando el arma con pulso renovado, decidido, firme—. Sé que ninguno dará su brazo a torcer en este día. Así que no tenemos por qué demorarnos más. Suelta a Mónic, y déjanos ir de aquí ahora mismo— exigió, haciendo uso de una nueva voz autoritaria y acto seguido, le disparó a Kalani en la pierna. Observar las tácticas de su colega había dado sus frutos—. La próxima va a su cabeza— elevó la voz, sobre los gritos del oficial hawaiano.
El mismo había caído en el suelo por efecto del disparo y sollozaba, mientras sujetaba con sus manos esposadas, su pierna herida. Por fortuna los sonidos, lamentaciones e improperios, que salían de su boca, quedaban insonorizados hacia el exterior por el revestimiento especial con el que contaba la habitación del pánico.
Jack había cambiado por completo su semblante. Ya no había vestigios de amabilidad en su faz, que contemplaba a un compañero caído, furioso.
Steven estaba alucinado y Mónic sonriendo satisfecha, "orgullosa" de su compañera.
—Tenías razón Jack, antes no era violenta, pero tú acabas de sacar lo peor de mi y ahora estoy dispuesta a todo, así que haz lo que te digo sino quieres sumar más drama en este asunto— siguió Anne.
"Okey, debemos trabajar más en la profundidad de sus amenazas, pero irá progresando" pensó Mónic.
—Si lo matas aparte de convertirte en homicida, serás unas mujer muerta— amenazó Jack, posando sus ojos fríos, vacíos, en los de Anne, encontrándose con una mirada igual de gelida.
—Podrás matarme, pero mientras aprietas el gatillo, ¿quién crees que llegue a ti antes para desarmarte y vengarme? ¿Steven o Mónic? —dijo la psiquiatra sonriendo ampliamente, mientras formulaba un mental "jaque mate"
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