Capítulo 3: La Noche del Festival
Rui vagaba sin rumbo por el mundo, sintiéndose atrapado en una existencia interminable. La vida de un demonio, sin un propósito claro, podía ser tan lenta y dolorosa como la muerte misma. Así era la realidad de Rui, quien había estado buscando un sentido en su interminable vagar.
Desde la sombra de los árboles, Rui observaba el bullicioso pueblo que se preparaba para celebrar un festival. La luz del sol era demasiado intensa para un demonio como él, obligándolo a permanecer oculto hasta que cayera la noche. La oscuridad era su refugio, su momento para emerger y actuar.
Con la llegada de la noche, Rui se adentró en el pueblo. La celebración era vibrante, con luces y música llenando el aire. Sin embargo, el bullicio y la alegría del festival contrastaban con el doloroso recuerdo que Rui llevaba consigo. Mientras avanzaba por las calles iluminadas, escuchó ruidos provenientes de un callejón cercano. Su curiosidad lo llevó a investigar, y lo que encontró fue una escena que evocó dolorosos recuerdos de su propia infancia.
Dos niños grandes estaban acosando y golpeando a un pequeño niño que estaba claramente asustado y desesperado. El espectáculo de crueldad despiadada hizo que Rui se detuviera en seco. Por un momento, se vio atrapado en una encrucijada moral, sin saber si debía intervenir o no. Los recuerdos de su propio maltrato por parte de su familia humana comenzaron a inundar su mente.
[Niño Grande: ¡¡Vamos, qué esperas, danos todo tu dinero!! ¿Qué esperas, imbécil?]
[Niño Grande 2: Oye, si no nos das tu dinero te va a ir muy mal.]
El sonido de algo cortándose interrumpió la amenaza de los niños grandes. Una herida apareció en la mejilla de uno de ellos, y el responsable fue Rui.
[Rui: Ustedes dos ya es suficiente. No pienso dejar que se sigan aprovechando de ese niño. Las personas como ustedes deberían desaparecer. Si prometen que no volverán a molestar a este niño, entonces no los lastimaré.]
Rui hablaba con una calma perturbadora, pero su amenaza fue recibida con risas despectivas de los niños grandes.
[Niño Grande: ¿Bromeas, verdad? ¿Crees que puedes amenazarnos, imbécil? Ahora mismo te daremos tu merecido, mocoso engreído.]
Uno de los niños grandes se acercó a Rui con la intención de golpearlo. Sin embargo, Rui, utilizando su fuerza demoníaca, le quebró el brazo derecho al niño con un solo movimiento. El crujido de huesos fracturándose resonó en la noche. Rui no pudo evitar una sonrisa macabra que se formó en su rostro, un reflejo de sus instintos demoníacos que deseaban devorar a sus agresores.
La brutalidad de la escena era un recordatorio sombrío de su propia naturaleza, una mezcla de crueldad y justicia que definía su existencia como demonio. A pesar de su deseo de vengarse, también sentía un extraño placer en la derrota de aquellos que abusaban de su poder.
Mientras los niños grandes gritaban de dolor, Rui se acercó al pequeño, quien miraba con ojos llenos de miedo y gratitud.
[Rui: No te preocupes, ellos no volverán a molestarte. En cuanto a ti, ve a casa y no salgas más durante el festival. La noche aún es peligrosa.]
El pequeño niño asintió con rapidez y se alejó corriendo, mientras Rui observaba con una mezcla de satisfacción y tristeza. En su corazón, había un vacío que no podía llenar, un deseo de redención y comprensión en un mundo que a menudo se mostraba cruel y despiadado. Mientras la oscuridad se adueñaba nuevamente del pueblo, Rui se sumía en la sombra, listo para enfrentar lo que el destino le tenía reservado.
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