Capítulo 6: Preparaciones

—¿En serio te despertó así? —quería saber Aria mientras le ponía un ungüento en el antebrazo a Christopher.

EDy le había dado un micro choque eléctrico por haber estado viendo a la chica semi desnuda.

—S-sí, él y yo nos entendemos —trató de disimular.

El dron se mantenía flotando en su mismo punto, con dos líneas como ojos, aparentando tenerlos cerrados, sin levantar sospechas. DiDi le había pasado su programación y por eso se le habían descargado "ojos" virtuales.

Aria sabía que los drones del Edén fueron programados desde un inicio para leer las "intenciones" de los hombres. Eso fue lo que leyó en una de las pautas en las que le aseguraban su bienestar. Aunque no sabía que también podían actuar de acuerdo con eso.

Solo dormía. ¿Por qué entonces despertarlo así?

—Bueno, esto te va a quitar cualquier malestar en unos segundos.

Christopher miró por la ventana y se dio cuenta de que podía ver a lo lejos el monumento de Adán y Eva, pero super chiquito.

—Ellos son los padres de todos ustedes.

Chris volteó a verla, sin importar que estuviera tan cerca de su rostro. Su cercanía no le incomodaba.

—¿Nuestros padres?

—Sí, de los hombres. Según la clase de historia, ellos nos dieron a los hombres.

—¿Eso es todo lo que hicieron?

Ella buscó en su mente un segundo.

—Tenía un cuento de niña en el que habla de un oasis, o algo así, para los chicos que quisieran sentirse seguros. Algo como una ciudad perdida, ya que no ha sido encontrada, no creo que llegaran a construirla. Era para el proyecto Eva.

—El proyecto Eva...

—Recuerdo que en clase dijeron que crearon a Tesi, la inteligencia artificial que está en todo lado. Adán reinventó la medicina y ahora muchas mujeres pueden vivir más de cien años sin problemas, como nuestra líder, por ejemplo. —Puso su dedo índice en su mentón otro segundo—. También quiso reanudar la exploración espacial, cosa que la humanidad dejó de lado milenios atrás.

—Y luego... ¿Qué pasó con ellos?

—Pues... —Parpadeó un par de segundos—. Bueno, la historia no dice mucho acerca de eso, solo que se retiraron, o algo así. El Edén no es el mismo de antes, es uno nuevo. Se supone que ahí nacen ustedes, o... Clonan...

—¿A qué te refieres con eso? Digo, ¿cómo nacemos?

—Eh...

Había escuchado que algunos eran clonados y otros eran hijos del Heaven. La pareja debía entregar a su bebé varón para que fuera cuidado ahí, ya que en ese lugar iban a estar mejor, con todo lo que necesitaran, aunque no sabía si luego salían a visitar el exterior o solo vivían ahí.

Todo eso le traía nuevas dudas. ¿Era un hijo del Heaven? Tenía pecas. Los clones no tenían esa clase de "imperfecciones" en la piel. Aunque a ella le pareciera un detalle lindo y casi no se notaban.

¿Quiénes eran sus padres entonces? ¿Lo habían dejado así sin más? Porque hasta ahora todo indicaba que, si tenía padres, no los conocía.

—¿Cómo se hacen los bebés? —continuó preguntando él.

Y Aria plantó sus ojos en los suyos. Ella sabía que creaban una bebé con los genes de sus madres y lo incubaban o lo ponían en el vientre de una, pero con un hombre... era un tanto distinto. Empezando por la intimidad que podían tener, de la que él no sabía al parecer.

No sabía si explicarle o no.

—S-sé que te incuban y...

EDy la interrumpió.

—Es hora de que se alisten para ir al Edén.

—Oh. Sí.

—Un aviso del Edén —anunció—. Buenos días, joven pareja, este es un saludo de su líder. Como recordatorio, espero que hayan disfrutado de su primera noche juntos, lamentamos que haya tenido que ser en habitaciones separadas. Sé que han de estar ansiosos, pero por ahora así es mejor y se conocen. Por favor, no llegar tarde a su bienvenida.


Un floter los esperaba una vez listos. EDy anunció que irían al Heaven, a un centro comercial, a conseguir las mejores prendas que pudieran para usar más tarde en la ceremonia. Hacían de todo un evento, así que no era de extrañarse.

Seguramente cuando pasaran esa corta etapa de conocerse y fueran al Heaven, les harían otra ceremonia. Eso Christopher lo sospechaba, así que iba a ser un buen Adán.


El floter les dejaba apreciar todo el cielo con su techo translúcido. Él a veces no podía evitar apoyar ambas manos en el cristal al ver la ciudad. Aria lo miraba con cierta dulzura, pero le seguía molestando la pequeña idea de que al parecer no había salido del Edén en mucho, mucho tiempo.

También se había dado cuenta de que EDy, el dron, lo mantenía a raya de cierto modo.

Cuando llegaron, ella también quedó sorprendida, ya que la ciudad era mucho más movida que el exterior, algo que no había podido apreciar cuando fue al Edén desde la vía alta. Los edificios con detalles dorados desplegaban sus anuncios gigantes. Sonaba una música instrumental tipo de desfile de moda de los que tanto había.

—Ya he visto el anuncio de esa pareja —comentó refiriéndose a los que posaban espalda con espalda.

—Es de un concurso —dijo EDy—. Cada año el Edén elije a los mejores dúos. Ellos, por ejemplo, cantan juntos.

—Ooh... —Aria miró alrededor sonriente mientras que Christopher solo buscaba los parlantes, de donde podría estar viniendo la música, sin tener éxito—. Si esculpimos algo juntos podemos participar —murmuró con emoción.

—¿Qué se supone que ganan?

—Reconocimiento y lo que gustes.

Eso hizo que Christopher pensara un segundo y sonriera.

—¿Lo que guste? —Si quería ir a visitar el exterior, saber de dónde venía, o ver a Tomas...

—Lo que gustes.

La chica lo tomó de la mano y entraron.

EDy los había llevado a centro comercial en donde había ropa para ambos, ya que no había tiempo de ir a otras tiendas, considerando que eran enormes y muchas mujeres se tomaban horas en cada una. Para suerte, o no, Aria no tardaba mucho. Solía ir a lo directo. Claro que no quería arruinarlo, así que buscó lo que más llamara la atención.

Había puestos de detallitos, llaveros, peluches bonitos en medio del pasadizo. Tiendas a cada lado, de perfumes, ropa interior, drones último modelo, ropa de hombre y mucho más.

Christopher solo seguía mirando alrededor con los labios entreabiertos.

—Vamos —dijo la chica—, tenemos que vernos lindos.

Apenas se movieron unos pasos, una mujer virtual, representando a una marca de un pequeño puesto de en medio del gran pasillo, se acercó.

—Hermoso joven. Es un nuevo Adán.

Vino otra mujer virtual.

—¿Desea registrarlo? —le preguntó a Aria.

Algo tiró del chico y lo sentó en una silla flotante. Él se aferró a los reposabrazos, ya que no estaba muy acostumbrado a esas sillas que aparentaban inestabilidad por el magnetismo, aunque en realidad no caería.

—Le haremos un bonito corte de cabello.

Se desplegó un catálogo con cortes de cabello frente a Aria mientras las máquinas estilistas empezaban a sacar sus brazos blancos semi translúcidos cerca del aterrado muchacho, quien movía las piernas intentando hacer la silla retroceder de forma inútil.

—¿Desea registrarse?

—Eh —la chica estaba confundida también—, sí, pero no cortes, él no quiere...

Los brazos mecánicos se guardaron y al chico se le bajó el cabello que ya se le había encrespado del susto.

—Por favor, diga su nombre.

—Aria Montés.

La mujer guardó silencio un segundo.

—Nombre no encontrado. Por favor intente de nuevo.

La joven suspiró recordando que probablemente era porque todavía no vivían en el Heaven. Vio a otra llegar con un chico. Enseguida hizo que las mujeres virtuales lo sentaran y buscó en el catálogo. Ella parecía nueva también, pero por ser una hija del Heaven, probablemente ya estaba en el sistema.

—Vamos, se nos va el tiempo —le pidió a Chris.

Pero cuando volteó, la máquina le estaba masajeando las mejillas con una crema y él solo tenía los ojos semi cerrados.

—Lo estamos humectando. ¿Deseas una muestra de nuestra otra nueva crema? —le ofreció otra mujer—. Le va a quitar las pecas.

—No, no, gracias. —Tomó a Christopher de la mano para sacarlo de ahí.

Siguieron caminando y procuró tenerlo cerca para que no lo jalara por ahí alguna otra máquina.

Había notado que algunos muñecos virtuales mostraban ropa que era más atractiva que otras. La mayoría de las mujeres que recorrían las tiendas estaban en grupos o solas, pero sin hombres, seguidas de un dron, más otro de la tienda mostrando anuncios.

Christopher notó que iban a subir por una rampa magnética. Ella se montó de un brinquito, ya que sabía que el magnetismo la iba a subir sobre la superficie. Él quiso poner un pie y el magnetismo tiró de él, por lo que torpemente puso el otro pie detrás perdiendo equilibrio.

Aria le tomó el antebrazo y él quedó quieto. La miró con los labios entreabiertos y ella le sonrió con diversión.

—No te vas a caer. Tranquilo.

Él miró hacia la base y pudo ver cómo la superficie brillaba levemente bajo sus zapatos. Ella intentó soltarlo, pero él se aferró a sus manos, haciéndola reír. Chris sintió ese calor en sus mejillas y sonrió levemente con vergüenza.

Pudo ver en un nivel intermedio a esa rampa, un cine en donde ofrecían películas en realidad virtual.

Llegaron al nivel que querían y ella no lo soltó. Mirando hacia el frente, bajó, y él, de forma torpe, al quedar en seco en el piso sin magnetismo, tropezó y chocó con ella. Aria rió girando y reteniéndolo con las manos contra su pecho mientras él la tomaba de los hombros en su intento de no dejarla caer.

Ella quedó riendo en silencio, sintiendo las formas de su pecho detrás de la tela, unos escasos segundos, hasta que reaccionó y alzó la vista para perderse en sus ojos, sus labios apetecibles.

Se apartó tras el brinco de su corazón, incitándolo a avanzar.

—Ven...

Y así, él terminó andando de la mano con ella por un rato, tomando de un vaso con una especie de jugo de colores, con leche y bolitas masticables en el fondo.


Christopher buscó con la vista al ver con el rabillo del ojo un movimiento. Logró divisar una mujer con un hombre, ya quizá rozando los treinta. Ella andaba altiva adelante y él atrás cargando algunas prendas que la mujer le daba.

Sus ojos divisaron una sección de ropa y eso le trajo a la memoria los mensajes que le mandaba la chica. Sí los leía, sobre todo porque quería responder cosas complacientes para que se vieran pronto y así salir del Edén.

Le sonrió a Aria.

—Ven, recuerdo que dijiste que te gustaba la ropa con flores, creo haber visto algo por allá.

La chica sonrió ampliamente y se dejó llevar.

Mientras andaban ella vio una máquina de las que daban algunos snacks libres de carbohidratos para pasar el rato.

—Oh, ven, debes probar esto también.

Al lado de la máquina también había otra con juegos virtuales para "entretener" a los hombres, según sus anuncios. La zona era para que los hombres estuvieran ahí mientras las mujeres les buscaban ropa.

Era un espacio grande, pero tenía unas puertas de cristal y estaba segura de que requeriría estar registrada para dejar entrar a su chico. Por lo tanto, prefirió ver las máquinas que estaban de muestra ahí afuera.

Ella presionó algunos botones y la máquina dejó caer un paquete.

—Mira esto. —Lo aplastó suavemente con los dedos y este se empezó a tornar rojo.

Al abrirlo, el contenido estaba tibio.

—Woh —susurró el chico, quien se había inclinado para mirarlo a detalle.

Ella sonrió por su curiosidad y volteó a verlo, sin importar nuevamente que quedara tan cerca de él.

—Prueba. —Se lo dio.

—G-gracias —sacó una galletita tibia y la comió.

—Y esto es un juego, por lo que veo —agregó la pelinegra señalando a la otra máquina—. ¿Quieres tratar?

Christopher se enderezó y se encogió de hombros.

—Sí, teníamos uno en el Edén, aunque no nos dejaban usarlo casi nunca. ¿Ustedes juegan?

—Pues... muy pocas lo hacen, según tengo entendido.

—Trata conmigo, anda —la animó mientras se dirigía al aparato.

Ella sonrió con entusiasmo. Se posicionaron y tomaron unos controles. Él soltó una corta risa, mostrando los hoyuelos en sus mejillas, al ver a la chica con ambas manos hacia adelante sosteniendo el control.

—No es necesario que lo tengas tan adelante. —Tomó las manos de Aria y la hizo ponerlas más cerca de sí misma, mientras que con la otra la hacía enderezarse—. En cuanto los monstruitos virtuales vengan, haz como que les disparas electricidad presionando el botón en el control.

Aria asintió sonriendo, ya que él había puesto su mano, tan grande comparada a la de ella, sobre las suyas para indicarle cómo hacerlo. El calor de su tacto se había quedado en su piel desde que la tomó para que no cayera.

El escenario al final del túnel de la máquina, que simulaba ser más profundo de lo que en verdad era, se transformó en un bosque, y pronto algunas criaturas similares a animales emergieron y corrieron hacia ellos.

Aria dio un corto grito y disparó la falsa electricidad mientras Chris solo rió recordando cuando jugaba eso de niño. Él lo hacía mejor, así que Aria no quiso quedarse muy atrás y le disparó a los que pudo.

Los animales caían dormidos. No había sangre, en realidad era un juego un tanto inofensivo que intentaba hacerles saber a los niños que el exterior era peligroso.

—¿Es así en verdad ahí afuera? —preguntó el chico luego de haber terminado.

—Eh... Nunca en mi vida he salido. La profesora dijo que los animales debían estar en paz, ellos por su lado y nosotros por el nuestro. Que ya habían sufrido mucho hace milenios por nuestra causa. Aunque algunas mantienen ciertas especies como mascotas.

—Oh, vaya. Es que... Bueno... ¿Hay alguna criatura que pueda elevarse sobre los cielos?

Eso confundió a la chica.

—Sí. —Se encogió de hombros—. Creo recordar que las hubo alguna vez. Las aves. No creo que todas hayan desaparecido.

La masiva extinción de los insectos, a causa de la humanidad, produjo la desaparición de las aves que los comían, pero estaba segura de que habría otras por ahí.

—Un ave... ¿Tenían alas de colores entre azul y verde?

—Pues sí... —Sonrió—. Es curioso. En el cuento que tenía sobre el oasis del Edén, describía aves con alas de esos colores.

—Oh... —Parpadeó un par de veces y volteó, solo para encontrarse con la mirada de sorpresa de Mauro, su amigo.

Quedó mudo, sin darse cuenta de que Aria se iba hacia las prendas de vestir cercanas.

Al inicio sintió que le pareció su amigo, así que parpadeó de nuevo y frunció el ceño con extrañeza. Al ver que sí era Mauro, sonrió con algo de ilusión.

El chico de piel morena, sin embargo, le retiró la vista y siguió con lo suyo, así que Christopher, sin poder creerlo todavía, dio un par de pasos hacia él.

—Mauro —murmuró, pero el otro chico estaba muy lejos como para escucharlo.

Mauro le dio otra fugaz mirada con algo de desinterés y hasta hostilidad, y Chris supo que sí lo había reconocido, pero se fue con su Eva, una chica de cabello marrón rizado, quien lo tomó de la mano y le instó a avanzar.

Christopher quedó perplejo. ¿Por qué no lo saludó siquiera?

Bajó la vista sintiendo algo de decepción. Había salido para encontrar su propósito, para quizá encontrar a su amigo ahí afuera, y abogar por que liberaran a Tomas, pero tal parecía que a Mauro ya poco le importaba.

Bueno, al final lo que Mauro había querido siempre era estar con una Eva, así que asumió que ya no necesitaba nada más.

Se dio cuenta de que solo salió de una prisión para entrar a una mucho más grande, que al final no tenía mucha diferencia.

—¿Qué? —quiso saber Aria al verlo meditar con cierta tristeza.

Buscó con su vista lo que fuera que estaba mirando el chico, pero no había nada que pareciera de interés.

—Nada, solo... Eh, nada.

Pero no se quedó tranquilo.

Siguió de largo, dejando a Aria confundida, con ese sentimiento feo de que no había avanzado nada en su relación con él a pesar de que tan solo unos minutos atrás parecía que sí.

—Deberías decirme qué te pasa —murmuró dándole alcance—. Créeme que me importa...

—Apenas nos estamos conociendo.

Aria quedó quieta y bajó la vista sintiendo su estómago encogerse de nuevo. EDy se puso en frente.

—Queda poco tiempo.

Ella resopló y sacudió la cabeza. Hizo a un lado al dron y decidió buscar algo rápido. De todas formas, no debía encariñarse con él. Si no hubiera sido por la tarjeta que encontró, probablemente no estaría ahí, y además debía prestarlo.

La amargura la devoró.

—Aria —la llamó Chris—, mira —sostenía un vestido floreado.

Él la vio apretar los labios en una línea y asentir. Se le hizo extraña su reacción, pero le habían dicho muchas veces que no hiciera preguntas tontas cuando su Eva tuviera cierta actitud, así que prefirió quedarse callado.

La joven se le acercó y tomó el vestido de su mano para ir a probárselo, dejando al chico más confundido.

"Tu Eva te va a hacer sentir acompañado..."

Frunció el ceño ante esa lección del Edén que ahora parecía no ser cierta.


Ella no le dijo nada durante el regreso, cosa que a él empezaba a preocuparle. Cuando llegaron a casa, EDy les hizo ir a vestirse.

Christopher acabó pronto. Era un traje negro, lo detestaba, pues lucía incómodo, pero cuando se lo puso notó la flexibilidad de la tela. La máquina en su habitación lo roció de perfume hasta que tosió y trató de disipar la nube con sus manos.

Salió y cerró la puerta, quejándose por el intenso olor a flores mientras la puerta de Aria se abría también. El chico volteó y la vio salir, sonriendo enseguida al verla ahí. Se le hacía muy hermosa una y otra vez, cada vez que la veía.

El vestido floreado le quedaba muy bonito. Se ceñía a las curvas y luego se abría en una falda desde sus caderas. Siempre acostumbrado a ver solo a chicos y a las pocas mentoras con ropas bastante neutras, holgadas, iguales y sin gracia, verla a ella desde un inicio, con esa blusa con lazo en el pecho, con su ropa interior, con vestidos, había sido una experiencia diferente.

Su cabello ondeado y hasta los hombros le provocó pasar sus dedos para ver si estaba tan suave como lucía.

Iba levantando la mano apenas, pero la chica le retiró la vista y siguió de largo siguiendo a EDy.

Christopher resopló y le dio alcance en un par de pasos.

—¿Vas a decirme qué sucede? —preguntó caminando a su lado.

—¿Para qué? No nos conocemos.

Suspiró.

—Siento si dije algo que te molestara.

—No estoy molesta —negó ella con tristeza.

Él apretó los labios.


Luego de volver a viajar al Edén, él la ayudó a bajar del floter, siendo vigilado por los drones, y fueron escoltados. No sabía qué esperar de esa ceremonia.

Un dron color carmesí vino, lo escaneó y retrocedió, tomando por sorpresa al chico, quien volteó y vio al aparato escanear a otro hombre que venía detrás. Pareciendo eso algo habitual, él le restó importancia.

El dron giró despacio y, al ver que ellos seguían de largo, se retiró.

https://youtu.be/oO3T0Ve_iPo

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top