Capítulo 44: Código rojo

Christopher abrió los ojos y dio otro respiro por la falta de aire.

—¡Chris! —Aria lo abrazó, envuelta en llanto.

—Deja que respire —dijo Carla.

La chica lo soltó, disculpándose. Christopher se dio cuenta de que estaba en una camilla en una extraña máquina que parecía una cápsula, que estaba abierta. Lo habían "resucitado" luego de que esos drones lo electrocutaran.

Le dolía el cuerpo y todavía podía recordar la electricidad quemando cada célula, pero también a DOTy interviniendo. El dron había respondido y eso evitó que lo dañaran por completo a él. El dron estaba equipado para resistir fuertes descargas, después de todo él lo encontró luego de que un rayo le dio.

Su corazón estaba adolorido y no sabía si era por saber su realidad, o por la corriente.

—Carmela escapó, pero ya la ubicamos —avisó Carla—. Gustav confirmó mis sospechas de que quiso matar a los hombres eternos. Es peligrosa. Será mejor que se vayan.

—Yo me quedo —murmuró el chico.

—No, Chris. —Aria tomó su rostro para mirarlo a los ojos y se encontró con sus profundos azules llenos de tristeza.

—Solo soy un clon. —Sus comisuras subieron en un intento de sonrisa de conformidad—. Si Carmela quiere hacerme pagar por lo que le hizo a Paul y por todo, está bien...

—Christopher. —La chica sonó molesta, pero su labio inferior temblaba—. Quizá no eres ese Chris, y ellos quizá no eran tus padres, no exactamente, pero eres mi Chris. Mío. Eres una persona muy especial y eres irremplazable para mí. —Juntó su frente a la suya, cerrando los ojos y respirando su suave aroma—. Ven conmigo, mi Adán...

Él suspiró y sonrió apenas, sintiendo ese calor, ese amor, el sentirse querido, el sentir que, al final de cuentas, sí tenía un hogar entre los brazos de su chica.

Asintió.


Carmela, que fue expulsada por drones del Edén al exterior del edificio, era perseguida por algunas mujeres que querían explicaciones, diciendo que sus Adanes empezaron a actuar diferente desde que tuvieron alguna "lección" por parte de ella.

Magda y su grupo también iban detrás, querían agarrarla y, mediante su traje, mandar la orden de abrir el cuarto de los hombres eternos, para liberarlos y poder llevárselos.

Christopher y Aria salieron a buscarla, los demás también, sobre todo Karen, que todavía quería hacerla pagar. Andrea quería que toda la locura parara. Escucharon a las mujeres reclamarle cerca de la plaza del Edén.

La mujer, agotada, hizo que su dron desplegara videos para que los drones de las noticias los vieran.

—¡No sé por qué vienen a querer defender tanto a los hombres si son ningunas joyitas! —reclamó.

Los hologramas empezaron a mostrar las atrocidades que los hombres hicieron en sus tiempos, y la multitud quedó horrorizada. Los hombres, que no estaban muy lejos, ya que debían mantenerse siempre cerca de sus Evas, no creían lo que veían.

Matanzas, hombres atacando mujeres, hombres en el poder dando órdenes para destruir poblaciones enteras. Niños hambrientos, flacos hasta los huesos, podredumbre, montañas y montañas de basura. Hombres matando y despellejando a animales.

Los gritos no se hicieron esperar.

—¡SI LOS DEJAN, VAN A VOLVER A HACERNOS ESTO! —gritó Carmela. Estaba fuera de sí.

Carla, que vio de lejos, se espantó y desplegó la función del micrófono de su traje.

—¡Detente! —su voz se escuchó en todo el complejo—. ¡LOS DRONES VAN A MATARLOS...!

Y, ni bien terminó de advertir, las máquinas doradas se lanzaron. Los propios drones de cada hombre activaron su código de matar por haber detectado la violencia de los videos, y empezaron a perseguirlos.

Se armó un caos.

Carmela quiso seguir corriendo, pero se topó con Mariel, quien, furiosa, se le lanzó a tirar de su cabello.

—¡Mira cuánto daño haces, perra loca asquerosa! —chilló arrastrando a la rubia, mientras esta gritaba también intentando defenderse—. ¡Siempre te seguí como una estúpida y mira cómo terminamos! —Empezó a golpearla—. ¡TE ODIO, PERRA!

Karen vio pasmada todo eso, y decidió no avisarle a Andrea ni a nadie, solo atinó a dejarlas y regresar con los demás.


—¡Al Edén! —llamó Andrea—. ¡Todos al Edén!

Empezaron a correr, pero un dron interceptó a Christopher.

—¡Chris...! —Aria lo abrazó sin pensarlo, cubriéndolo con su cuerpo, y cerrando los ojos en espera de un ataque.

Sin embargo, jadeó al ver que no le pasó nada. El dron se mantenía a la espera de que ella se alejara.

Reaccionó.

—¡PROTÉGANLOS! —chilló—. ¡Protéjanlos con sus cuerpos!

—¡Estás loca! —gritó una mujer, escapando y dejando a su Adán, quien, para horror de Aria, cayó tras un láser de un dron.

Empezó a respirar de forma agitada al ver que muchos eran abandonados y dejados a escapar como pudieran de esas máquinas.

—¡Al Edén! ¡Entren al Edén! —Carla avisó.

Miraba desesperada hacia las puertas. Isidora también veía el caos, y mantenía una expresión casi neutra.

—¿Qué hemos hecho? —susurró.


—¡Protéjanlos con sus cuerpos y entren al Edén! —seguía avisando Carla.

Las guardianas ya estaban afuera con los drones dorados intentando detener a los drones de los hombres, deshabilitando a varios con descargas eléctricas.

—Vienen muchos drones —avisó Tesi—. Vienen tras el llamado de emergencia de los que están aquí.

—Maldición —Carla lamentó.

—No van a detenerse hasta entrar y matar a todos los hombres que vieron los videos —avisó otra guardiana a su lado.

Aria, que llegaba con los demás, escuchó eso.

Estaba muy asustada. Vio a su alrededor, muchas mujeres llorando porque sus Adanes habían sido atacados, estaban heridos, algunos sentándose para aplacar el dolor y el cansancio. Una que otra gritaba llamando al suyo, que se había quedado atrás.

Miró a Chris, sintiendo que la esperanza se le iba.

—DOTy, guíanos a los floters del Edén —pidió—. Vamos, chicos. ¡Hombres! —se dirigió a los que estaban ahí—. ¡Escapen, vengan con ellos, hay un lugar en donde van a estar seguros hasta que esto pase!

—Aria, ¿qué haces? —preguntó Karen.

—DOTy, el drive. —El dron dejó el drive en la palma de su mano y lo mostró—. ¡Esos drones van a venir por ustedes, pero con esto pueden ir a un lugar seguro en donde no los van a poder encontrar! ¡Evas, dejen que sus chicos vengan, si tanto dicen amarlos!

Algunas seguían llorando, otras estaban pasmadas, otras sin saber qué hacer. Algunos drones dorados empezaban a traer chicos heridos. Una Eva gritó al recibir a su Adán muerto.

Carla y las guardianas se pusieron en acción.

—Los drones están cerca —avisó a Aria—. Vayan ustedes. —Se dirigió también a los que estaban ahí—. ¡Lleven a los muertos y heridos a las cápsulas de sanación!

—Yo no firmé para eso —sollozó una chica.

—¡No importa ya, muévanse! —ordenó la guardiana—. ¡Drones!

Las máquinas se empezaron a movilizar.

—¡Todos los que puedan, vengan con nosotros! —insistió Aria.

DOTy los guió hasta donde detectaba el almacén de los floters dorados del Edén. Salieron a un amplio espacio en donde los aparatos estaban estacionados, pegados al piso metálico.

Christopher conectó el drive a uno y este se encendió.

—Destino cargado —dijo Tesi.

El chico lo retiró entonces, y fue hacia otro floter, el cual hizo lo mismo y cargó el destino.

—Perfecto —murmuró—. ¡Vayan subiendo y partiendo! —les dijo a los hombres.

Algunas Evas no los querían dejar ir, pero al verlos tan asustados, y al haber escuchado y visto todo lo que se habló en el Edén desde que los drones de las noticias empezaron a transmitir, también reflexionaron de que, aunque los querían a su lado, era mejor si los dejaban ir para que estuvieran a salvo al menos por un tiempo.

Los floters se iban uno tras otro. Los hombres que habían sido resucitados y curados también fueron guiados y subidos a los aparatos, que partieron hacia aquel desconocido destino. Se aseguraron de moverse rápido y que todos fueran, ya que los drones estaban por la entrada ya, disparando a la gran puerta.

El código rojo se había extendido y las pequeñas máquinas lo habían enviado incluso a los drones domésticos de Hive, los cuales también estaban en camino.

Christopher retiró el drive del último floter.

—Vamos —le pidió a Aria, quien veía hacia el pasadizo.

La chica miró a Andrea y a Karen y volteó a mirarlo a él, observando sus ojos celeste oscuro, casi azul, casi gris, como una tormenta.

—Vayan ustedes.

—¿Qué?

—Nosotras estamos a salvo —agregó Karen.

Mauro tomó su mano y la miró a los ojos, dándose cuenta de que estaba decidida, que no cambiaría de opinión.

—Aria —Chris negó en silencio, pero ella tomó su rostro.

—Estamos bien. Nosotras vamos a hacer que esto pare. Y cuando pare, iremos por ustedes.

El chico tensó los labios, bajó la vista un segundo y le dio el drive.

—Prométeme que vas a estar bien.

—Por supuesto. Los drones no nos atacan. Vamos a deshabilitarlos y cuidaremos de que los reprogramen, para que sea seguro para ustedes también, no te preocupes. Prefiero que estés allá. —Las lágrimas se juntaron en sus ojos.

Christopher sintió que el labio inferior le tembló. Le cerró el puño con el drive adentro para que lo guardara y la abrazó con fuerza.

—Te veo pronto, mi dulce Eva.

—Sí... Y recuerda que no soy tu...

Él negó, mirándola con dulzura.

—Lo eres. No importa en dónde esté yo, tú siempre serás mi Eva.

Aria se empinó y lo besó. Mauro también se despedía de Karen con un beso.

—Perdóname por ser tan tonta —le susurró la chica de rizos a su Adán.

Tomas y Andrea se abrazaron.

—Nos vemos pronto —susurró ella.

Aria apretó a Chris contra su cuerpo, tocándole incluso atrás mientras mordía su labio, recordando lo glorioso que se sentía hacerle el amor, sentirse deseada, admirada, sentir sus fuertes agarres, su peso y su calor.

Él sonrió apenas, para seguir devorando sus labios.

Un golpe en la distancia la hizo reaccionar.

—Ve. ¡Ve!

Los chicos cerraron el floter en donde estaban otros tres jóvenes recién curados, y este partió.

Christopher miró a Aria por la ventana y ella, con lágrimas en los ojos, trotó a su lado, la distancia que pudo, sin dejar de mirar al chico con tristeza y las lágrimas bañando sus mejillas.

El floter aceleró y la dejó atrás. Se perdió de vista pronto.

El chico suspiró y apretó los labios. Recordó cuando Aria le tocó atrás al besarlo con tanta pasión, como si fuera una despedida no temporal, sino para siempre, y tocó su bolsillo trasero, notando algo.

Lo sacó... Y sus cejas cayeron rectas en una expresión de tristeza e incertidumbre, al ver el drive.


Aria lloraba, todavía de pie en la salida de los floters. Luego de todo lo visto, había llegado a la conclusión definitiva de que era mejor así. Que les habían hecho demasiado daño, que incluso los drones tenían códigos para matarlos. Merecían ser libres.

Los hombres... No eran de otro planeta, eran humanos...

Y estaban mejor sin ellas.


***

https://youtu.be/xUZo5aawcEQ

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