Capítulo 42: La fría realidad

Christopher se alejó del grupo, siendo notado por Aria, quien decidió seguirlo, ya que los drones también lo hicieron.

—Bueno, descuida —continuó Carla hablándole a Karen—. Vamos a hacer algo al respecto, por ahora no queremos que algo así se sepa, va a causar mucho daño. No tenemos pruebas, además.

—Yo soy una prueba —dijo Mauro.

Respiró hondo a causa del nerviosismo y el malestar de recordar. Bajó la vista. Carla lo miraba con sorpresa.

—Yo también —Tomas dio un paso hacia ella—. Ella no sabía que yo soy su hijo... Hizo que sus amigas me tocaran, ella iba a dejar que alguna me hiciera más, y también otra se llevó a Christopher a una habitación.

—O-okey. —Carla debía ver cómo asimilar la información.

Otras dos guardianas estaban escuchando, además.

—Olvídenlo —refutó Tomas, sintiendo decepción—. Encierran a los hombres que ya no les sirven. ¿Qué podemos esperar que hagan? Nada.

Carla parpadeó confundida.

—Los hombres encerrados no pueden cumplir su propósito...

—Separan familias —interrumpió el chico—. Si un hombre no les va a "servir" —hizo las comillas con los dedos, con el enojo marcado en su mirada—, deberían al menos ponerlo en un hogar, no dejar que muera en el olvido. No tienen derecho a hacernos eso solo porque somos diferentes o no cumplimos sus expectativas. —Avanzaba hacia ella y la mujer retrocedió un par de pasos. El dron que la acompañaba se puso a su lado y ella lo apartó—. Tenemos tanto derecho como ustedes de querer a otra persona, aunque sea de nuestro mismo género.

Las mujeres en el exterior y en sus casas seguían sorprendidas. La mayoría ni siquiera se había preguntado si era posible siquiera que un hombre también pudiera querer a otro. Ellas estaban tan desligadas de ellos, del tema, del mundo, que nunca se lo imaginaron.

Con esa idea de que los hombres parecían de "otro planeta", no pensaron que pudieran ser tan iguales. Al final, todos eran humanos, ellos también.


Un floter llegó y Gustav bajó de este. Las dos guardianas fueron hacia él de prisa.

—¿En dónde está su Eva?

Él suspiró con cansancio.

—Solo quiero hablar con la líder.

—Soy yo a quien debes hablar. La líder ya no recibe a personas —dijo Carla.

—¿Personas? ¿O solo a los hombres?

—¿Qué es lo que tienes que hablarle? Carmela te ha acusado de agresividad también, por si no lo sabes. ¿En dónde está tu Eva?

Él, cansado, la miró con enojo.

—Ella está bien. ¿Puedes dignarte a escuchar lo que tengo que decir? O me largo.

—Dejen que hable —pidió Mauro—, por favor.

Las mujeres los miraron a ambos y, luego de pensarlo un segundo, Carla hizo que los drones se alejaran del hombre. Gustav suspiró aliviado, pero no se sentía mejor.

—Carmela hizo que algunos Adanes, incluido yo, se acostara con otras Evas, sus amigas, sobre todo, pero yo... —Bajó la vista y cerró los ojos—. No solo con sus amigas. Y lo siento, pero...

Carla notó un movimiento y maldijo al notar a un dron de las noticias.

—¡Opaquen las ventanas!


Christopher caminaba siendo guiado por DOTy, que había seguido a Aria, camuflado como de costumbre. Los drones del Edén lo dejaban pasar. La chica solo lo acompañaba en silencio, sabiendo qué era lo que el chico quería.

Llegaron a una gran entrada y las enormes puertas doradas se abrieron.

Era como una casa en el interior, con decorado, detalles en las paredes con oro, muebles grandes y cómodos. El lugar en donde Isidora pasaba la mayor parte del tiempo mientras se manifestaba como holograma en donde la requirieran.

La mujer, que lo había visto llegar mediante las cámaras, le sonrió de forma amable. Dos drones dorados se mantenían a su lado. Había un gran ventanal que daba hacia el área de incubación un par de niveles más abajo, y también tenía la vista hacia la puerta del renacer, por donde una Eva se llevaba a su Adán.

—Por favor —murmuró el chico—, dígame. ¿Qué hicieron con mis padres?

La mujer anciana parpadeó un par de veces, manteniendo su sonrisa.

—Cariño, no sé de qué padres hablas. Eres un hijo del Edén.

—No. No mienta, por favor. Solo dígame. No estoy molesto, estoy... triste. Ellos fundaron el proyecto Eva, pero esto que han hecho es muy diferente a lo que ellos querían.

Sin que se dieran cuenta, los drones de las noticias que habían sido espantados de los niveles inferiores, encontraron las ventanas angostas y más altas del lugar, del área de Isidora, y enfocaron al chico, captando también el sonido.

—¿Te refieres a los primeros Adán y Eva?

—Por supuesto, ¿quiénes más? Ellos son mis padres. Lo sé. Tengo pruebas.

Isidora suspiró y caminó un par de pasos. Su túnica blanca arrastrándose por el piso de alfombra.

Un gran escritorio de resina translúcida surgió del suelo. La anciana, con su sonrisa de ternura, amplió las imágenes de los jóvenes.

—Christopher, el temerario. Tomas, el protector. Mauro, el dulce... No debimos dejarlos ser amigos, pero no pude evitarlo, me causaban mucha calidez en el pecho.

—Por favor, por favor —Chris dio un par de pasos—. Solo dígame qué pasó con mis padres.

—Mi niño, eres hijo del Edén.

—Basta. —Apretó los puños—. Basta. Usted sabe que mis padres son ellos. Este dron lo dejaron ellos para mí. Solo se activa con mis huellas digitales. No solo eso, también en la casa de ellos, en el antiguo Edén, pude abrir mi habitación.

—Oh... —La mujer pareció asombrada apenas—. Eso es maravilloso. Qué éxito. Eres mi orgullo.

—¿Qué pasó con ellos? ¿Me arrebataron de sus brazos para dormirme y despertarme luego cuando ya hubiera olvidado todo? Porque eso es lo que recuerdo. Ellos querían una sociedad igualitaria. Ellos no querían que un género dominara sobre el otro, todos somos humanos. Los primeros Adán y Eva quisieron una humanidad feliz. Amor real, calor de familia para todos.

Isidora asintió.

—Es una idea hermosa, pero es utopía. El hombre siempre va a caer en el mal.

—No. No...

—El proyecto Eva era un fracaso. Las mujeres querían todas a un hombre, y si no calificaban, había problemas, además de ser tan pocos niños a disposición...

—Eso no es una falla del proyecto, eso es falta de concientización.

—Los primeros Adán y Eva tenían una buena idea, pero esa idea no pudo sostenerse por sí misma. Ellos no querían que los hombres fueran exclusivos, pero, como dije, no era posible porque eran muy, muy pocos. No solo eso, tras la aparición de chicos que no iban a poder cumplir con su deber como hombres con su Eva, ellos no quisieron que se le descartara. Eso no era justo para las tantas mujeres que querían y merecían a un Adán, siendo tan pocos, ¿no crees?

—¿Entonces por eso se deshicieron de ellos? ¿Para que pudieran ustedes hacer lo que quisieran?

Isidora suspiró, borrando finalmente su falsa sonrisa.

—Mi niño, voy a mostrarte algo.

Aria le tomó la mano. Temía por lo que le haría ver. Ya bastante había escuchado, ya no confiaba en las mujeres.

La mujer deslizó en su escritorio y llevó los datos fuera de esta, creando el holograma.

Aria se confundió mucho al ver a Chris, pero con personas que no conocía. Distintas imágenes en movimiento de él, sonriendo al lado de una mujer con rizos y ojos verdes. Él corriendo de niño, pero también él, ya más grande, casi de la edad que tenía.

—Él fue Christopher, uno de los primeros —habló Isidora—. El primer Adán para el proyecto Eva. —La máquina continuó mostrando algunas imágenes de él de pequeño, cosas que recordaba... pero que, sabía bien, no había vivido—. Ellos fueron sus padres... —Los primeros Adán y Eva, jugando con el pequeño niño, abrazándolo. Su padre llevándolo en los hombros mientras él señalaba al cielo. Lo recordaba, recordaba su mano apuntando a una estrella, pero no lo había vivido. Sus ojos se llenaron de lágrimas al estar tan atónito—. Sus amigos, otros nuevos niños. ¿Ahora lo ves? Mi dulce Chris...

—No... No. No entiendo.... —Su voz sonó temblorosa—. Yo sé que ustedes hicieron algo...

Pero más imágenes de Christopher fueron apareciendo, imágenes de él ya más grande. De joven, abrazado a su mamá quien ya aparentaba algo de más edad que en las anteriores fotos. Recuerdos con ellos, recuerdos de esos abrazos, de esas reuniones, de esa vida.

Una vida que recordaba en parte, pero que no había vivido. La vida de un fantasma. O el recuerdo fantasma de una vida pasada.

Una vida que no era suya. Una vida ajena.

—Niño, eres un simple clon, pero uno perfecto, nuestro orgullo.

Él siempre estuvo en el Edén, él no podía ser la persona de las imágenes, y eso lo rompió. El mundo que se había armado para sentirse parte de algo, para sentir que tenía un propósito, se desboronaba bajo sus pies.

—No...

Llevó las manos a la cabeza mientras las lágrimas caían por sus mejillas. Temblando a causa del llanto contenido, empezó a negar.

—Quizá recuerdas algunas cosas hasta la edad en la que pudimos hacernos con el material genético del chico sin que se diera cuenta, pero ya no tienes recuerdos del resto de su vida. Eso se me hace muy interesante...

—Mientes... ¡Mientes! —sollozó—. ¡Yo sé que no es así! ¡Yo tengo padres, y son ellos!

—Chris —susurró Aria yendo a abrazarlo. El chico se aferró a ella envuelto en llanto y ella no pudo evitar dejar caer un par de lágrimas por sus ojos y mirar con enojo a la mujer—. ¿Ya estás feliz con lo que has hecho? ¿Con lo que han hecho ustedes por años...?

—No entiendo —dijo Isidora, confundida—. No hay nada malo en reciclar los genes de los hombres. Nosotras lo hacemos siempre. La única diferencia es que él es un clon exacto. Verás... —Más imágenes aparecieron y Aria abrió más los ojos—. Primero, Adán y Eva no quisieron que Chris fuera criado en el Edén. Mis antecesoras aceptaron. Sin embargo, cuando él era mayor, no quisieron que hiciéramos nada en cuanto a su condición.

—¿Qué condición? —quiso saber Aria.

—El primer Christopher se enamoró, sí, pero de su amigo.

Christopher volteó a ver, todavía pasmado, con las lágrimas corriendo por sus mejillas.

Se vio a sí mismo caminando con otro chico de cabello marrón, con un mechón blanco. Ambos reían y hablaban. Sus padres también estaban cerca. DOTy se acercaba a ellos y volaba al rededor.

—Como sabrás, habiendo tantas mujeres a la espera, esto fue un desaire para las pobres —continuó Isidora—. Los primero Adán y Eva no quisieron que se le hiciera nada al chico, así que mis antecesoras esperaron. Los dejamos vivir a su modo. No les hicimos nada, cariño, eso jamás. Ese Christopher vivió feliz y pleno. Sin embargo, luego de un centenar de años, y que el proyecto Eva se volviera lo que es, quisimos intentarlo de nuevo contigo, porque eres muy especial, el primero. Teníamos los genes, así que te recreamos. Aunque, lamentablemente...

Mostró la toma de la zona de congelamiento. Un hombre anciano, que parecía dormido en el frío cubículo adentro de un floter-féretro. Aria jadeó por la para nada grata sorpresa.

—La primera vez no nos funcionó —contó la anciana—, te gustaban los chicos y, con el dolor de nuestro corazón, la líder tuvo que acceder a aislarte en el cuarto de los hombres eternos. Es cuestión de azar, y nos duele cuando un chico no cumple con el estándar. No lo tomes personal.

Christopher empezó a hiperventilar, recordando también de pronto algunos días en aquel sitio, sabiendo que moriría ahí. Que nunca saldría. Recuerdos de haber visto muchas veces a "la criatura" voladora afuera del Edén. DOTy queriendo ayudarle en su existencia anterior, sin éxito.

Se dejó caer de rodillas, negando. Apretó los dientes, cerrando los ojos mientras las lágrimas caían sin parar.

"Déjenme salir" Su propia voz pidiendo que le dejaran libre, sin saber por qué lo aislaron luego de sus pruebas fallidas. Una vida desperdiciada.

El chico ahogó un grito, tapando sus oídos.

Aria estaba horrorizada. Su Christopher no tenía consuelo.

—¡Fueron demasiado lejos! —reclamó la joven, aguantando la rabia.

—No tendrías Adán si no fuera por nosotras —intervino Isidora—. No sé por qué te molestas. No lo habrías conocido.

—No me importa —contestó con la voz quebrada—. Hubiera preferido eso a verlo sufrir, al ver cómo sus esperanzas, y toda su vida y lo que creía de esta, se rompieron frente a mis ojos...

Limpió sus lágrimas, resoplando, y le acarició el cabello.

Isidora bajó la vista, entendiendo algo...

Entonces lo importante no era darle un Adán a todas las que pudieran, sino, simplemente dejar que todo fluyera, cuidarlos como las cuidaban a ellas, con libertad, con opciones.

Al sobreproteger a sus chicos del mundo exterior, también les había hecho un daño. La naturaleza sabía manejar las cosas, quizá mejor que la misma humanidad, y solo era cuestión de ayudarle, mas no de robarle todo su trabajo y pretender hacerlo mejor.

Isidora entendió que Aria, a pesar de no ser compatible con ese chico, lo había llegado a amar. No lo veía como su Adán, lo veía como su amigo, su compañero. No era otro accesorio super personalizado.

No era un clon que salió bien. Era otra persona. Los hombres eran personas como todas ellas.

—Han hecho mucho daño —reclamó Aria—. Los hombres ahí afuera son usados como accesorios. Carmela, sé que la conoces bien, abusa de ellos. Y estoy segura de que le hizo algo a Paul. —Bajó la vista—. Este chico no es solo un simple clon, como lo llamaste. Es un ser humano, es como yo. Todos esos chicos son cada uno un individuo único, con sus defectos y virtudes. Tienen curiosidad por el mundo exterior porque les privaron de su libertad, libertad con la que crecieron los primeros niños. ¡Han desvirtuado las enseñanzas de los primeros Adán y Eva! ¡Ellos no hubieran querido esto!

Isidora giró y fue a acercarse a ver por el ventanal que daba hacia el jardín de los niños y puso la mano contra la superficie. Todos hacían las mismas cosas que sus antecesores, todos harían lo mismo, vivir ahí hasta ser chicos grandes y ser asignados a una Eva.

—Lo siento mucho, pequeños —susurró—. ¿Por qué hacemos esto? Crecí con la idea de cuidar a estos chicos, con la idea de mis antecesoras, de que estaban mejor aquí que con sus madres...

—¡Necesitan cambiar el proyecto Eva a lo que era! —exigió Aria—. ¡Ya basta de esto!

—Entonces... —Christopher habló con un hilo de voz. Aflojó su agarre alrededor de la cintura de la chica y se apartó con la vista baja—. Esto es todo lo que soy... Sin propósito real, con los recuerdos de alguien más...

Se puso de pie y se encaminó hacia la salida.

—Chris —Aria lo siguió, pero él echó a correr—. ¡Espera, no!

Isidora se sentó pensativa en uno de sus amplios sofás.


Christopher corría, sus lágrimas todavía no dejaban de salir. Los recuerdos de sus padres, la sonrisa de su mamá, sus miradas dulces, ninguna era para él... Las palabras de su padre, sus abrazos, tampoco eran para él. Ellos no eran sus padres, él no era Christopher.

DOTy lo seguía.

—¡Deja de seguirme, no soy él! —ordenó con la voz quebrada.

El nudo en su garganta apenas le dejó hablar.

—Chris es Chris —dijo la máquina—. Yo debo ayudar a Chris en todas sus existencias...

—ۣ¡Calla!

Se espantó y se detuvo, derrapando un poco sobre el suelo, al ver a Carmela frente a él, con el traje de guardiana y dos drones.

La mujer había visto todo en las pantallas del exterior. Respiraba agitada y estaba furiosa.

—¡¿Hice todo lo que hice por un maldito clon?! —Chris apretó los puños, temblando levemente a causa del dolor y el llanto—. ¡Perdí todo, a mi hija, a mi Adán...! ¡POR UN MALDITO CLON!

Los drones chispearon. Aria, que llegaba, solo pudo ver el brillo intenso de la electricidad.

—¡CHRISTOPHER!


***

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