Capítulo 28: Inicia el concurso

Aria reía, como no lo había hecho en mucho. Bebió un sorbo más de vino, ya que la mano de alguien la hizo hacerlo, y asintió mirando la copa, arrugando un poco los labios y volvió a tomar.

El ruido de la música estaba fuerte. Algunas cosas giraban a su alrededor. Sonrió y giró gozando del ritmo, llevó la cabeza hacia atrás sintiendo que alguien la sostenía de la cintura.

La persona con la que estaba tomó su rostro y sintió la humedad y calidez de unos labios, sin embargo, ella lo apartó soltando una risilla tonta.

Siguió girando.

—Hey —Christopher apareció en su campo de visión y ella le sonrió de forma deslumbrante—. ¿Estás bien?

—Parece que ha bebido mucho —murmuró Andrea.

También pudo ver a Paul mirándola preocupado.

—Pf, nah —dijo ella—. Estoy bien. —Respiró hondo—. Vamos a bailar, Tomas...

Tiró del chico. Fueron a la pista de baile y le rodeó el cuello con los antebrazos. Tomas miró de reojo a Christopher, quién veía pasmado, con un leve rubor en las mejillas y las cejas completamente rectas. El ojiazul no estaba contento, y eso le causó gracia como siempre.

Se tomó la libertad de dedicarle una leve sonrisa de lado a su amigo, solo para molestarlo y ver qué hacía.

Karen estaba con Mauro y sus amigas, ensimismada en la danza. El chico solo miró lo que pasaba, pero no podía ir a preguntar.

Andrea notó la incomodidad de Christopher a su lado. Negó en silencio y suspiró.

—Ve, no sé qué esperas —renegó apenas.

Y él fue a ellos de prisa.


Aria se puso de espaldas contra su compañero y levantó los brazos meneando las caderas. Sintió las manos fuertes posarse en su cuerpo para apretar sus curvas y sonrió.

—Aceptó quedarse con Chris... —murmuró Tomas mirando de lejos con Andrea.

El joven había ido a ellos, tal y como esperaba que pasara por la cara que tenía, y le había pedido a la chica con educación.

—Sip. Le dije que fuera.

—Es tu Adán.

Andrea suspiró y giró para tomar otra copa de vino.

—Como dije, pediré otro. Él parece fallado. O no sé.

—¿Fallado?

—No sé. Como sea, a ella la mira de forma distinta, incluso la ha besado.

—¿Besado...? —Era eso que hacían muchas parejas que veía por ahí.

Tensó los labios.

—Tenemos cosas que hacer de todas formas. Ganar ese concurso, por ejemplo. Así puedo pedir otro Adán si es que mi mamá sigue renuente a hacerlo. Vamos.

Tomas se preguntó si en ese caso, había opción a pedir varias cosas, ya que lo que él quería también era de urgencia.


Aria se mordió el labio inferior al sentir esas manos aferradas a su cintura, ese cuerpo pegado al suyo. Giró para comprobar que su nariz no le fallaba, que sí era Christopher el que estaba con ella, a pesar de que no veía bien por las luces bajas que los drones pusieron para dar ambiente.

Le rodeó el cuello manteniendo la mirada hacia arriba, hacia esos ojos. La mirada, las cejas, era él. Acomodó torpemente el cabello de su frente y sonrió de nuevo.

Se empinó cerrando los ojos, quería besarlo, pero Christopher apretó los labios y alejó el rostro.

—Aria... —Ella pesó en sus brazos y se dio cuenta de que la chica estaba quedándose dormida contra su pecho.

La retuvo antes de que terminara de caer y la levantó en peso. Salió del montón de parejas que bailaban.

—¿Qué le pasó? —preguntó Mauro al verlos pasar.

Los siguió.

—No sé. Ya ha visto antes que el alcohol le afecta. Lo extraño es que no ha tomado más que otras chicas, porque solo la dejé unos minutos...

—Es verdad, creo que incluso yo he tomado más.

Christopher observó el rostro de la chica. Sus mejillas rosadas, sus labios rojos. Sus pestañas y ese delineado sobre sus párpados.

—Qué extraño... Ven, creo que puedo hacer algo.

Mauro miró hacia donde estaba Karen, pero ella estaba distraída, así que se encogió de hombros y fue con él.

Se dirigieron hacia la playa. Había una enorme y falsa luna en el horizonte. Su principal motivo era iluminar bastante bien esa playa. La chica ya se le hacía pesada en los brazos a Christopher, y deseó haber entrenado un poco más con EDy, sin embargo, no la iba a soltar ni dejar.

Su dron colorido apareció, espantando a Mauro.

—¿Qué es eso?

—Shh. —El chico sonrió de forma traviesa marcando sus hoyuelos en las mejillas—. Es mi dron. Al menos eso me gusta creer. Creo que mis padres lo dejaron para mí, no sé.

—Wow...

—¿Verdad? Sus patrones de colores en su panza a veces parecen... O bueno, no "parecen", sino que era la criatura que yo veía de forma borrosa en el Edén.

—Doble wow.

—Por favor, escanéala... —le pidió al dron luego de ahogar una corta risa.

El dron así lo hizo.

—Somnífero.

Ambos se intrigaron.

—Somnífero.

—¿Qué es eso?

—Te hace dormir —explicó la pequeña máquina.

—Oooh —levantó el dedo índice—. Claro. Qué tonto...

—Pero ¿quién pondría eso en el vino?

—No en el vino —Christopher frunció el ceño—. En su vino.

—Vi que le rechazaste un beso —comentó Mauro de pronto—. Creí que no te preocupaba...

—No fue por eso...

—¿Es porque ya no es tu Eva?

Chris sonrió de lado.

—Sabes que sigue siendo mi Eva muy en el fondo.

Mauro resopló sonriente, pero vio a su amigo volverse serio y bajar la vista, volviendo a mirar a la chica.

—Lo siento... —murmuró—. Ahora entiendo por lo que has pasado con Carmela. —Lo volvió a ver, y Mauro había bajado la vista también.

—¿Qué te hizo?

Christopher volvió a ver al horizonte frunciendo el ceño.

—Ella no, solo porque soy de su hija, pero hizo que su amiga... Me tocara.

—Lo siento.

—Vamos a detenerla, ¿sí?

—No creo que sea posible.

—Podemos intentar, aunque sea. También —bajó la vista para ver a Aria que seguía dormida—, hizo que la castigaran por haberse encontrado conmigo. Le mostraron cosas... Dijo que Tomas no es su hijo, a pesar de que sí. Y ahora estoy seguro de que la ha dormido por alguna razón.

El dron giró para ver al pelinegro.

—Chris, hay algo para ti. Debes ir al Edén.

El joven resopló.

—Sigue diciendo eso.

Mauro pensó un segundo.

—Bueno, quién sabe podemos aprovechar alguna de las tantas fiestas... O quizá... ¿Puedes mostrar la ruta? —le preguntó a la máquina.

—El Edén —dijo el dron y desplegó un mapa en tres dimensiones.

Ambos se sorprendieron. No era el Edén en donde crecieron, sino el Edén antiguo, el que había sido abandonado hacía mucho.


Gustav entró a una habitación en donde estaba Carmela. Se sentó triunfante en un sillón y jugó con un brazalete, haciendo que colgara de sus dedos.

Carmela sonrió de lado y dejó la copa de vino en una repisa. Fue hacia él y se sentó a Horcajadas. Paul solo se retiró sin decir nada.

—Bien. —La mujer le acarició el cabello al rubio—. ¿Te la llevaste a la cama?

—Nah, Christopher estaba muy cerca.

—Qué bueno. Apuesto a que estarías decepcionado. —Lo besó apasionadamente y gimió suave ante la presión de las manos de él aferrando su cuerpo.

Paul, que seguía en la entrada, apretó los labios y retiró la vista. La puerta se cerró.

Carmela había estado con algunos hombres, sobre todo con Gustav, era su preferido desde siempre, pero no los besaba mucho, no lo besaba así... Esa clase de intimidad había sido solo para él hasta ese momento.

Frunció el ceño, sintió aquella punzada que había sentido antes, hacía años, antes de acostumbrarse y aceptar que ella era así. Pero, por otro lado... Era un castigo, probablemente, por lo que tenía que aceptarlo.

Vio a Mariel observar desde el primer nivel y le sonrió apenas haciendo una señal hacia el cuarto, restándole importancia. Ella le correspondió la sonrisa y se encogió de hombros.

La mujer suspiró y se acercó a una mesa, al ver que Paul había bajado y se ponía a su lado, sonrió de nuevo sintiendo un tibio hormigueo en su estómago.

—¿Estás bien? —quiso saber el hombre.

—No —se sirvió un bocadillo—. Traumé a un chico.

—¿Cómo? —Él la miró con preocupación.

Ella negó enseguida.

—No me aproveché de él, no pude, pero de todas formas mi consciencia me molesta. Y más después de que llevé a tu hijo con ellas...

—Tranquila. —Bajó la vista—. Al menos no les pasó nada... Ojalá hubiera tenido la fuerza para evitar que esto les pasara a otros chicos...

—Recuerda que como Adán no...

—Lo sé. No puedo hacer más que apoyar a mi Eva.


***

Aria despertó, pero la luz del día le quemó los ojos, haciendo que los cerrara de inmediato. Sintió calor, pero, sobre todo, le dolía la cabeza.

Se removió y se dio cuenta de que el peso de la colcha que tenía encima no era solo por eso, sino que un brazo reposaba sobre su cintura.

Giró despacio y se encontró con el rostro de Christopher.

Apretó los labios mientras sus mejillas empezaban a quemar. Supo que se estaba poniendo muy roja, pero relajó apenas su expresión al quedarse observándolo.

Las muy tenues pecas adornando sus pómulos, las oscuras y pobladas cejas negras como su cabello, los labios. Ella recordaba bien su grosor entre los suyos, su sabor.

Creyó recordar algo del caos de la noche anterior. No sabía en qué momento perdió el conocimiento. Recordó de forma fugaz haber estado tocando el pecho de un hombre, pero ese no era su Chris.

Luego de eso, bailó con él, y lo siguiente y último, era sentir que la llevaba en brazos y la recostaba en cama, solo para retenerlo y hacerlo caer con ella, pidiéndole que la acompañara para enseguida quedar dormida.

Chasqueó los dientes y se cubrió la cara.

Reaccionó y miró su muñeca, solo para encontrar que no estaba su brazalete. Se cubrió el rostro de nuevo soltando un lastimero quejido.

Christopher abrió los ojos y sonrió a labios cerrados al verla. Aunque la chica se mecía de un costado a otro, quejándose y cubriendo su cara...

Se sentó para mirarla mejor.

—¿Qué pasó? Lo siento, no quise dejarte sola, pero eso...

—Mi brazalete —lamentó.

—¿Eh?

Ella dejó caer sus brazos y quedó mirando al techo.

—Tenía una grabación en mi brazalete. Iba a delatar a Carmela con eso, pero parece que se dio cuenta. Ya no sé.

—Bueno, debe haber una copia en tu dron.

—No si la mandas a borrar en todos los dispositivos.

—Oh.

Aria volvió a quejarse tapando su rostro.

—Esa bruja sucia —renegó.

Christopher ahogó una silenciosa risa.

—Lo lamento. Solo te dejé unos minutos. No debí... Debiste decirme que tenías esa grabación...

—No quise usarlo todavía. Por lo del concurso. No vaya a ser que cause problemas.

El chico tensó los labios pensando en eso.

—Sí, quizá.

—Ahora va a ser muy difícil, sino imposible, hacer que esa mujer hable.

—Tranquila. Algo haremos.

Christopher se dejó caer en el colchón y voltearon a mirarse. Ella se perdió en sus ojos profundos y cristalinos.

Le sonrió apenas, volviendo a sentir el calor subir a sus mejillas.


***

—Como dijimos anoche —la presentadora anunciaba—. Tienen tres días para presentarse. Si es algo que requiere varios días, pueden empezarlo ya, si es algo que solo deben practicar, como una canción, pueden hacerlo y presentarse el día del día.

—Esto va a ser emocionante —dijo su Adán con su deslumbrante sonrisa.

—Así es. Yo también muero por ver qué cosas presentan esta vez, sobre todo las nuevas Evas.

—Siempre es bueno ver talento nuevo.

—Nuestros drones ya se encuentran en Playa Estrella, en la mansión resort. Las nuevas parejas están ahí.

—Así es. Solo las nuevas. Los floters ya están llevando los materiales que necesita cada pareja.

Ambos se miraron y se sonrieron.

—Vaya tiempos en aquella casa, ¿eh? —dijo con picardía la mujer.


Carmela y todas las mujeres que no eran nuevas Evas, habían tenido que retirarse del lugar, dejando solo a las nuevas diez parejas.

Su hija le había dejado en claro que pediría otro Adán si ganaba un puesto. Incluso ya había mandado su renuncia a Christopher al parecer. Resopló.

Paul, que iba a su lado, ya no le preguntó si todo estaba bien como acostumbraba. Miraba con seriedad por la ventana del floter. Sin embargo, recordó que su hijo se había quedado ahí y, aunque estaba molesto, seguía alegrándole que estuviera bien. Solo le desconcertaba el saber que lo habían tenido aislado.

Era como lo que había pasado con un compañero suyo cuando estuvo en el Edén. Lo habían aislado y no lo había vuelto a ver. Nunca...

Al llegar a su casa, fue directamente a su zona, se encerró en su oficina y trató de buscar información sobre eso. Lamentablemente, el Edén era muy cerrado en cuanto a lo que compartía.

Suspiró y llamó a su dron. Lo pensó un segundo, pero terminó haciendo la llamada.

—¿Papi? —murmuró Andrea al desplegarse su holograma.

Él le sonrió a labios cerrados.

—Quisiera que... de ser posible, le hicieran un par de consultas a Tomas.

—Está aquí conmigo. —Giró a su dron y este lo enfocó.

El chico se notó incómodo.

—¿Qué sucede?

—Me dijiste que estuviste aislado...

—Sí.

Andrea los miró a ambos con intriga y preocupación.


***

Christopher salía vestido con una camisa y pantalones jean como de costumbre, pero cuando vio a Aria con un camisón que revelaba sus piernas, quedó como tonto unos segundos. Sacudió la cabeza y la siguió hacia otro lugar. Era una nueva mañana y ya estaba desconcentrado.

Aria observaba a los dos drones posicionar una pieza rosada en una base a su altura. Estaban en una habitación o taller, con ventanas del piso hasta el techo que daban a la playa cuyo horizonte falso se veía más amplio y lejano. Era una vista hermosa.

Como puso la opción de que era una presentación que tomaba tiempo en ser hecha, un dron iba a quedarse a filmar y así comprobar que ella efectivamente lo hacía. Ya había presentado algunas imágenes de ejemplo de sus trabajos, hermosas esculturas de animales y seres de estilo de fantasía.

Calculó su tiempo y pensó.

—Debo empezar ya, o no acabaremos en tres días. Luego debes pintarlo.

—Te ayudo —murmuró Christopher.

—Puedes ayudarme alcanzándome las herramientas. ¿Cuánto tiempo te va a tomar pintarlo?

—Uhm —se rascó la nuca—. No mucho, creo.

—Muy bien. —Vio el dron del Edén posicionarse en una base. Mantenía una lucecita roja a un lado del lente—. Empecemos.

Pidió una herramienta y Christopher se la entregó acercándose por atrás. Sus manos rozaron, pero, no contento con eso, le recorrió el antebrazo con sus dedos, comprobando una vez más que la piel de la chica era muy suave.

Aria sintió una dulce corriente y sonrió.

—Chris...

—Lo siento.

La imagen de él con aquella mujer la perseguía, le borraba la sonrisa. La imagen de Andrea desvistiéndose para él... El saber que incluso Carmela lo había tocado... Todo le hacía sentir amargura. Suspiró deseosa de poder reclamarlo como suyo, que ya lo dejaran en paz, pero tampoco podía hacer eso ni actuar de esa forma infantil.


Así mismo. Andrea se dedicaba a pintar en un gran cuadro de material translucido. Su lápiz tomaba el color de la paleta virtual y así iba cambiando de tonalidades. Tomas la observaba y sonreía levemente. Pensaba en alguna melodía instrumental para que sonara con la pintura.

Sintió una cálida esperanza al saber que su papá estaba al tanto de lo que pasaba en el Edén. Al saber que Andrea los había mirado a ambos, se había preocupado, y había dicho que los ayudaría.


Karen, por su parte, ensayaba un baile con Mauro.

Resopló y dejó caer sus brazos.

—¿Estás distraído?

El chico entreabrió los labios.

—Lo siento.

—¿Por qué te pones así cada vez que sabes que esos chicos están cerca?

—Son mis amigos.

—Yo soy tu Eva. Eso es más importante.

—L-lo siento...

—Ni siquiera debería recordártelo, es tu labor saberlo —lamentó—. Deja de pensar en ellos o esta noche no te invito a mi cama.

—Pero... Los presentadores dijeron que dormiríamos en las mismas habitaciones. Las mismas camas...

—Bueno. No haremos nada, aunque durmamos juntos —renegó.

El chico suspiró.


El día pasó rápido. Aria recibió una llamada de sus mamás y así ver qué opinaban, y las mujeres quedaron sorprendidas al ver que estaba con Christopher. Sin embargo, actuaron profesionales, aunque felices por ella, y le aconsejaron qué detallar mejor en la figura.


Los drones servían la cena y el vino abundaba. Los presentadores aparecieron en la pantalla. El programa era visto en todo el Heaven.

—Bueno, nuestra primera noche de concurso —dijo él con entusiasmo.

—Así es —su compañera continuó—. Tenemos algunas tomas de los drones, de las parejas que ya han empezado.

—Pero no todas son sobre sus talentos.

—O querrás decir que son nuestros dulces escogidos.

Todos miraron a las pantallas mientras se mostraban algunas parejas dando muestras de amor. Aria abrió mucho los ojos al verse a sí misma sonreír apenas ante la suave caricia de Christopher detrás de ella.

Andrea y Tomas los miraron de reojo y continuaron comiendo.


Carmela, en su casa, también estaba viendo el programa. Apretó el reposabrazos de su sofá con amargura. Desplegó su teléfono de su brazalete y entró al sistema de EDy. Tomó los datos de sus noches fallidas y las mandó al Edén.

—A ver qué hace con eso.

Pensó otro segundo e hizo una holo-llamada.


Christopher fue llamado por su dron a seguirlo a alguna oficina o habitación. El chico fue por un par de pasadizos elegantes, con luces a los costados, hasta entrar a un ambiente. Un escritorio se desplegó de la pared y la puerta se deslizó cerrándose.

El dron se posicionó y desplegó el holograma. Era Gustav.


***

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