Capítulo 18: Encontrarla

—Mamá, mami —dijo con tristeza, viéndola dormir en aquella cápsula.

—Tranquilo. —El hombre de ojos entre celeste y gris, de mirada profunda, pero amable, le sonreía para que se calmara—. Va a estar bien.

—Su corazón...

—Lo he reparado, descuida, no hay nada que temer. No voy a dejar que algo así le pase de nuevo. —Lo rodeó en brazos y pudo sentir su calor, su fuerza y su amor paternal—. Ya lo reparé... Tranquilo.


Unos murmullos hicieron que Christopher apretara los parpados. Se quejó bajo y trató de cubrirse los oídos.

—Es un chico —susurró la voz de una joven adolescente.

—Ya lo sé, aunque no estoy muy segura. ¿Es así como lucen?

—Sí, sí...

Chris sintió unos leves toques por su pecho.

—¡No lo toques! —regañó la otra mujer en susurro—. No sabes qué podría tener.

El joven abrió los ojos despacio y los volvió a cerrar a causa de la clara luz. Se quejó y giró, volviendo a intentar mirar.

Vio el techo iluminado, volvió a girar y se encontró con los ojos ámbar muy abiertos. Se espantó y trató de retroceder, pero estaba en un sofá. Miró a todos lados para ubicarse, mientras que la mujer alejaba a su hija de los hombros.

—¿Eres un chico? —preguntó la joven de unos catorce años.

Christopher la miró y parpadeó todavía confundido.

—¿Cómo llegué aquí?

La chica se emocionó al escuchar su voz profunda, y su mamá sintió intranquilidad.

—¡Si eres un chico...!

La mujer se alejó un par de pasos y llamó a su dron.

—¿Estoy en el Heaven? —quiso saber Christopher.

—No. Una máquina agricultora te trajo hasta aquí, estábamos trotando mamá y yo y la vimos con su luz roja encendida pidiendo ayuda, contigo en sus brazos mecánicos. Así que nuestros drones te arrastraron hasta aquí —contó con emoción.

Él se frotó las muñecas, ya que dolían apenas, y ahora sabía que era porque seguramente lo habían jalado de ahí con magnetismo o algo similar.

—¿Te perdiste?

—D-debo encontrar a mi Eva...

—Probablemente está en el Heaven —intervino la mamá—. Ya estoy en espera para comunicarme con ellos.

Christopher se espantó de nuevo. La niña fue hacia ella.

—Mamá, lo quiero —repuso—, quiero que nos lo quedemos, no llames al Edén.

—Hija. Es un hombre, tiene que estar en donde puedan darle las cosas que necesita. Yo no sé qué es lo que hay que darle o qué. Aquí no tenemos ni espacio para alguien más.

—Madre, por Dios, es como nosotras. No ha de necesitar nada especial.

—No. Hay muchas cosas para él en el Heaven, allá tienen lo que necesita, y no quiero una sola palabra más. Que el Edén venga por él, ellas saben cuidarlos.

—¡Mamá!

—Por favor —pidió él—, no las llame, mi Eva no está en el Heaven.

—Por supuesto que sí.

—Ella vino a visitar a su familia —mintió de prisa—, está aquí.

—Bueno, dime su nombre para buscarla en el sistema.

Él sonrió con alivio, removiendo algo en la dura mujer y haciendo que la chica se ruborizara.

—Se llama Aria Montés.

Puso el nombre, pero el sistema no la encontró en la lista de las Evas.

—No hay, niño —dijo la impaciente—, ¿seguro que te sabes su nombre?

—Sí es —insistió—. Quizá no sale disponible porque está aquí...

—No es así como funciona.

Christopher miró hacia la puerta y se puso de pie despacio, mientras las mujeres volvían a buscar y la madre renegaba.

Fue entonces que la castaña volteó para decirle que su Eva no existía, y lo vio al lado de la puerta.

—¡Oye...!

Y él salió disparado apenas la puerta se abrió.


***

—Tenemos reportes de un robot agricultor que detectó una forma de vida y la llevó a la ciudad —avisaba una guardiana del Edén a Isidora—. Hemos visto las grabaciones de esta y confirmamos la identidad. Es Christopher.

Las imágenes aparecieron en la pared frente a ella e Isidora lo vio. El chico se veía asustado, perdido, y además débil. El traje negro que llevaba tenía un aviso en su antebrazo indicando fiebre.

La mujer anciana apretó los labios y llevó las manos a su frente unos segundos.

—No podemos perderlo, no podemos dejar que le pase algo... Prometí cuidarlo bien —se lamentó en susurro—. Vayan por él y tráiganlo. Rastreen ese traje.

—Sí, señora.

La guardiana se retiró.

La puerta se volvió a abrir, dejando entrar a alguien más.

—Carmela, ¿qué has hecho? —murmuró Isidora.

La estilizada rubia se cruzó de brazos con molestia.

—Tu chico es un malcriado. Rompió reglas, robó el traje y se escapó.

—¿Por qué? Sabes bien el cariño que le tengo, te pedí que, si se lo daba a tu hija, lo cuidaras.

—Solo es un hombre más al final. Deberías estar preocupada preguntándome si más bien no me lastimó.

—¿Tienes las grabaciones para ver qué hizo? ¿Qué reglas rompió?

Carmela apretó los labios, miró al costado un segundo y volvió a verla.

—No. No tengo que probar mi inocencia de todas formas. No tengo nada que probar.

Isidora le sonreía con su calma de siempre.

—Lamento que te sientas estresada por esta situación. Voy a ver cómo lo soluciono, pero de verdad dudo que ese chico haya hecho algo sin motivo, así que, si tienes pruebas de lo contrario, me gustaría ver.

—Ugh, no puedo creerlo. —Se retiró ofendida.


Fue en su floter de prisa, ya que sabía de una reunión. Una vez que llegó, fue de frente hacia el salón de los hombres, ya que no había visto a Mauro. Karen estaba con sus amigas.

Vio al chico hablando con Michael y le sonrió. Mauro apretó los labios.

—Veo que la señora Carmela te ha echado un ojo —se burló Michael en susurro.

El chico de rizos, sin embargo, no sintió que eso fuera merecedor de celebraciones.

—¿Puedes hacerme un favor? —murmuró—. No dejes que me lleve...

—¿Por qué?

—N-no me siento muy cómodo.

—Es una mujer, todas las Evas son grandiosas...

—Mauro —lo llamó la mujer, acercándose—. ¿Podemos hablar?

El chico tragó saliva con dificultad, miró fugazmente a Michael y asintió haciendo una sola línea con los labios.

El rubio quedó confundido. Su amigo Robert se acercó sosteniendo un platillo con frituras.

—Uh. —Comió un par de papas—. ¿Se metió en problemas o qué?

—No sé. Es un raro.

—Bueno, he escuchado cosas más raras de otros que han ido con esa mujer.

Michael quedó intrigado. Miró sobre su hombro y volvió a encarar a su amigo.

—¿Qué cosas?


Carmela hizo que Mauro entrara a una habitación y la puerta se cerró.

—Dime algo —pidió ella fingiendo mucha amabilidad—. ¿Le has dicho a alguien sobre nosotros? —Llevó sus manos a la corbata del chico.

—No, por supuesto que no.

—¿A tu amigo? —Arqueó una ceja y se empinó para darle un beso en el mentón.

—No. Lo juro...

—Qué buen chico que eres. Tienes mi aprecio. —Tocó el centro de su camisa para que esta se abriera y el joven reaccionó.

—Señora, lo siento, e-es que no creo que esto sea apropiado.

Carmela sonrió levemente.

—No tiene nada de malo. Un Adán obedece, ¿o no? Tu Eva está de acuerdo, ella te dejó venir conmigo la primera vez, ¿recuerdas?

—Pero ella no sabe para qué fue.

A la mujer se le borró la sonrisa.

—Ella se ha visto beneficiada, ¿o me equivoco?

—Supongo. —Bajó la vista con cierta vergüenza.

—Creo que puedo hacer que ustedes entren a mi grupo de amistades. Ya sé que somos un poco como de otra generación, pero si ella es de mente abierta, va a estar más que encantada.

Tocaron la puerta, para sorpresa de la mujer, que ya estaba intentando desabrochar los pantalones del joven.

¡¿Quién osaba molestar?! Creyó que tenía esa habitación ya apartada.

—Permiso —gruñó haciendo al chico a un lado mientras él se acomodaba la ropa, y abrió la puerta tras un suspiro.

Abrió mucho los ojos, pero enseguida fingió una espléndida sonrisa al encontrarse con Karen, y el dron que había localizado a Mauro.

—Ay, querida. Iba a buscarte.

—Quisiera bailar con mi Adán, si no es mucha molestia.

—Oh, para nada. —Se hizo al costado y el joven salió—. Ahí está. Solo le conversaba. Ya sabes. Recordarle un par de reglas, ya que es amigo de ese maleducado de Christopher, que, como sabrás, robó en mi casa y quiso atacarme.

Mauro quedó pasmado, pues él no sabía. Karen suspiró en silencio.

—Sí. He escuchado de eso. Bueno. Gracias, nos vemos.

Michael, que observaba desde el primer nivel, hizo contacto visual con Mauro y el chico pareció darle las gracias solo con ese gesto.

El moreno no creía a Christopher capaz de hacer lo que la mujer decía, pero, por otro lado... Ya no estaba seguro. De todas formas, ella pudo haber intentado hacerle algo, pero consideraba a Christopher más valiente que él como para no dejarse.


***

Christopher caminaba agotado. Un dron lo seguía desde donde el magnetismo del traje no lo alejara. El chico alzó la vista y bufó. Parecía ser el mismo dron que había encontrado en el bosque.

No era del Edén, por su estilo, por sus tres lentes indicando tres cámaras y sus colores cambiantes. Además, un dron de ese lugar ya lo habría atacado. Tampoco era del clima al parecer.

—Largo —renegó.

El dron se alejó elevándose un poco, pero volvió a bajar, de costado, tratando de disimular, y lo siguió de nuevo luego de que él avanzara unos cuantos pasos.

Chris volvió a voltear, enfadado, y como ya sabía que alejarlo con magnetismo no le funcionaba con ese aparato, esperó a que se acercara y lo detuvo con la mano.

—¿De dónde eres? Vete. —Y su traje soltó algunas chispas haciendo que el dron brillara de colores.

Quedó sorprendido, pero no le vio el caso a seguir discutiendo con una máquina, así que continuó andando.

El problema era que no se sentía tan bien. Tenía hambre, estaba agotado, y su traje nuevamente indicaba fiebre, pero no tan alta al menos.

Se daba cuenta de que algunas mujeres lo observaban desde los ventanales de sus casas. Se detuvo en un puesto extraño que parecía tener información, sobre todo para las niñas que andaban por ahí con sus amigas, ya que las más adultas usaban los floters para ir a donde quisieran.

Él se acercó a mirar el mapa que resaltaba parques, puestos de dulces y demás, y un par de niñas que estaban ahí lo miraron hacia arriba, extrañadas.

—Qué chica tan grande —murmuró una a la otra.

Rieron entre dientes.

—¿Buscas algo? —preguntó la computadora con el nombre de Tesi arriba de la pantalla.

—Aria Montés —dijo él con prisa.

Las niñas hicieron muecas y se apartaron.

—El mapa se descargará a tu dron, por favor ponerlo cerca.

—No tengo un dron...

Y el dron que lo seguía y se mantenía cerca, se acercó, chocó con su codo y recibió las chispas del traje, brillando en colores de nuevo.

Christopher chasqueó los dientes y lo espantó como si de un mosquito se tratara.

—Traje de guardiana detectado... —continuó la máquina.

—Es un chico —susurró una niña.

—¿Cómo sabes?

El mapa se descargó y él lo desplegó en su muñeca. Jadeó al ver la ubicación. No estaba cerca, así que debía volver a correr si quería llegar sin que los drones del Edén lo encontraran primero.

Pero antes...

—Tesi, algo más...

Sin que se diera cuenta, más niñas se habían ido acumulando para observarlo. Una adolescente salía de casa, vio la escena y volvió a entrar de prisa para luego salir al rato con otras dos mujeres más adultas.

—Un hombre —susurraban.

Christopher había preguntado sobre los primeros Adán y Eva, y esta buscaba en su base de datos.

—Ellos murieron juntos —mencionó la máquina.

El chico se quedó con la mente en blanco y tragó saliva con dificultad. A él no le gustaba mucho escuchar eso, ya que empezaba a sentir que tenían algo que ver con él.

—Y-ya, pero —se aclaró la garganta—, ¿qué fue de ellos? ¿Tuvieron un hijo? Me refiero a biológico, no "todos los hombres" que nos regresaron.

—Una fuente no confirmada dice que sí, tuvieron un hijo. Uno de los hombres que nos regresaron.

Christopher jadeó por la sorpresa, aunque no sabía por qué contaban al hijo dentro de los hombres que regresaron. Entonces reaccionó y miró a su alrededor, notando a las mujeres mirándolo.

—Sí es un chico —murmuraban.

—Cariño, ¿te has perdido? —le preguntó una de las mujeres adultas.

Pero Christopher, al haber sido tocado de forma extraña por Carmela en el Heaven, y creyendo, temiendo, que todas fueran así, salió corriendo.

Las mujeres adultas empezaron a correr tras él.

—¡Un hombre! —avisaban a las que salían a ver el alboroto.

Algunas gritaban y corrían a esconderse, mientras otras se unían a la persecución. Unas mujeres subieron a sus deslizadores para darle alcance, ya que el traje lo hacía correr el doble de rápido.

Él vio al dron extraño siguiéndolo desde lo alto. Volteó y se espantó al ver a la horda de mujeres tras él.

Soltó un corto grito cuando una iba a la par con él gracias al deslizador.

—¡No corras, te vas a perder! ¡Debes volver al Edén! —le pidió, pero él no escuchó.

Frenó y eso hizo que la chica siguiera de largo y tardara en girar, mientras que él ya iba volteando la esquina con más mujeres detrás.

Ya empezaba a sentirse agitado y tan solo respirar le ardía en el pecho. Además, los pies volvían a doler de nuevo.

—¡Se va a lastimar si sigue corriendo! —gritó una mujer de las que lo perseguían.

—¡Está asustado! —avisó otra, como si de un venado de tratase—. ¡Solo déjenlo!

El chico llegó a un área por donde pasaban los floters a cierta altura, veloces. Gritó y se hizo para atrás cuando un pasó frente a él, casi rozándole.

—¡Detente! ¡Deténganlo! —gritaban.

Se dejó caer por la ladera metálica y corrió por la superficie magnética. Un floter lo esquivó, saliendo de su ruta y fue a estorbar a otros que tuvieron que desviarse también, saliendo de sus vías y cayendo, pero sin rozar la superficie, ya que esta también era magnética.

Christopher apretó los puños y el magnetismo de su traje se activó, haciéndolo salir volando. Gritó, llegó a cierta altura y empezó a caer. Apretó de nuevo los sensores y empezó a deslizarse boca abajo como otro floter más.

Respiraba asustado con los ojos muy abiertos viendo pasar el suelo debajo de él. Alzó la vista y se dio cuenta que era como volar.

Jadeó, empezó a detenerse, pero volvió a presionar los sensores y aceleró un poco.

—Wow —susurró. Esquivó a un par de floters y se las arregló para subir, manteniéndose paralelo al suelo.

Otro floter pasó y perdió su balance, soltando un leve grito al tiempo en el que giraba. Estiró apenas los brazos para parar y quedó boca arriba.

Trató de girar moviendo los brazos y lo hizo, pero de forma casi brusca por la naturaleza del magnetismo, y volvió a perder balance. La ruta se curvaba y él, creyendo que caería, empezó a tratar de detenerse, logrando empeorar las cosas y empezar a girar nuevamente.

Un floter pasó casi rozándolo y su magnetismo lo sacó disparado de la ruta finalmente.

Cayó sobre tierra y se deslizó sobre ella un tramo, rodando de forma estrepitosa hasta quedar cerca de un jardín.


***

—El Edén no quiere que sepan, queridas —decía la voz de la presentadora—, pero mis drones han captado lo que parece ser un hombre, un Adán. Aquí algunas imágenes de él siendo perseguido por muchas mujeres. Parece que se ha perdido. ¿Alguna Eva malvada lo ha dejado solo?

Francia, quien veía la televisión, entrecerró los ojos para tratar de reconocerlo. Las imágenes eran difíciles de ver.

—Edén —se burlaba la mujer del canal—, aquí está su chico, vengan a recogerlo. —Ampliaron la imagen y se le pudo ver el rostro—. Oh, y no está feo, puede que también salga a buscarlo... Señoras, atentas a esto, puede que sea la única oportunidad para algunas de ver a un chico.


Stacy, quién tenía la televisión como sonido de fondo, había corrido a ver, encontrándose con el rostro del chico de la grabación de Tesi, en el puesto de información. Enseguida lo reconoció. ¿Era que acaso buscaba a Aria?

¿El Edén lo había dejado salir?

—Ah. —Magda dio un silbido de sorpresa—. Me dijiste que el Adán de Aria tenía pecas. Algo raro que no creo que repitan en otro Adán, ya que son como un defecto o algo así, ¿no?

—Eh...

—Está perdido, y es de tu amiga. ¿Qué haces aquí todavía? —le reprendió.

—Sí. Voy a buscarlo...

—Esa es mi niña buena. —La mujer de cabello entre rojo y marrón se fue a recostar en su sofá y cerró los ojos, sintiéndose relajada—. Esas tontas del Edén han de estar hechas un caos ahora mismo. Ya quisiera verlas, me reiría demasiado de sus caras.


***

Aria iba de camino a casa, había visto las noticias en el floter y reconoció a su chico. Jadeó y sonrió ampliamente, pero enseguida se preocupó. ¿Qué hacía ahí? ¿El Edén lo había dejado para ella?

Imposible, le habrían dicho al menos que fuera por él.

—Sigue la señal de esos drones, por favor —le pidió al floter.

La máquina captó la fuente y giró.

Aria empezó a sentir ansias y angustia porque él estaba perdido, ya quería verlo, saber qué pasó. ¿Quién había sido su Eva? Temió al pensar en que algo le había hecho escapar, quizá Carmela.

Estaba cerca de él, sin embargo, la señal se cortó.

—No... No. —Tocó la pantalla—. ¡De prisa...! —pidió.

El floter siguió avanzando hasta llegar a la última ubicación y ella bajó.

Miró alrededor.

—¡Christopher!

Se quejó por la preocupación. ¿Qué pasó? ¿Acaso lo había encontrado el Edén?

Se sorprendió al ver a su dron venir hacia ella y luego a Stacy. Corrió y se abrazaron.

—Aria... Tomé tu dron porque creí que ayudaría a rastrearlo al conocerlo.

—Está bien... Tiene que estar por aquí, vamos.


Sin embargo, buscaron por casi cuatro horas y no encontraron al muchacho. Stacy vio a su amiga muy preocupada, lamentablemente ella podía imaginarse los posibles paraderos del chico y ninguno podía ser bueno.

Para empezar, Stacy ya iba a tener un problema en casa, pues su madre no había querido que ayudara a su amiga precisamente, sino más bien que atrajera al chico a su trampa.

Había mujeres ahí afuera que pagarían muchos Cresses por un poco de esperma masculino. Ahora no sabía si quizá había caído en la trampa de alguien más.


***

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