Capítulo 12: Un encargo

Christopher golpeó la puerta que se había cerrado detrás de él.

—Cálmate —pidió Paul.

—¡No! ¡Aria!

—Solo quiero hablar contigo.

—Ya hablamos en el baño. —Volvió a golpear en la puerta.

Paul suspiró. Sí hablaron un poco antes cuando lo encontró con Mauro. Los había escuchado hablar sobre un chico del Edén. Luego de que él apareció, Chris había empezado a hablar sobre "criaturas" voladoras o cosas así, y al final había terminado preguntando qué eran.

—¿En serio creen que pueda haber algo afuera que vuele? Es decir, aparte de los floters —había preguntado. Algo que volaba... Tal vez...—. Tal vez es un animal. Ya saben, los que están afuera.

A lo que ambos chicos pensaron y sonrieron sintiendo que era verdad, que podía ser un animal. Un animal capaz de saltarse barreras volando alto en los cielos. Imaginar ser capaces de hacer eso, les trajo una sonrisa a los tres.

El hombre de casi cuarenta años había recordado que sí podían explorar un poco, sobre todo sus raíces.

—Quizá si un día podemos ir al antiguo Edén —murmuró—, si nos fijamos mejor, tal vez veamos algo diferente.

—Sí, quizá el Oasis del Edén —comentó el ojiazul—. Mi Eva dijo que es una ciudad o algo, como un santuario, para hombres, y que tiene de todo, además de esas aves con alas entre azul y verde.

Los hombres escucharon atentos al chico. La ilusión llenó el ambiente. Al final, Paul se había dado cuenta de que, extrañamente, nunca se había permitido el imaginar, el soñar más allá de la única función que conocía.


—No voy a hacerte nada —le aclaró al chico que intentaba escuchar con el oído pegado a la superficie.

Christopher volteó a verlo con molestia.

—Entonces dime qué pasa. Debo ir por mi Eva.

El hombre de ojos verdes suspiró y bajó la vista. Ese gesto hizo que Christopher notara que guardaba cierta tristeza.


***

Aria se separó apenas el vals terminó y se aclaró la garganta acomodando su cabello por la oreja, gesto que solía hacer cuando estaba nerviosa.

—¿Me acompañaría más tarde a una reunión con la señora Carmela y otras amistades?

—Oh, l-lo siento, pero no puedo, debo encontrar a mi Adán.

—Deberías ir. Si eres parte del grupo, procuraremos que te vaya bien en todo, incluso en el concurso anual.

Eso hizo que la chica lo pensara. Pero ¿era eso siquiera posible?

—El concurso... —El concurso que había animado a Christopher.

—Sí. Si aceptas, te veo en un momento en el segundo nivel, subiendo la rampa. La habitación del fondo.

Le besó el dorso de la mano, logrando que la chica se pusiera roja por completo y quedara petrificada ante la mirada envidiosa de otras.

Quedó sola.

—Debes ir —le dijo Ana aferrándose a su brazo enseguida.

—Pero...

—Sí. —Pamela también la tomó del otro brazo—. Así no dirán que nos juntamos con la chica camarón, sino con una de las del círculo de Carmela.

—Vamos te ayudamos con un retoque y subes.

Corrieron al baño a que la máquina le pusiera un poco más de maquillaje. Ella buscó a Christopher con la mirada, pero no estaba por ningún lado.

Como no tardó, las chicas volvieron a dirigirla hasta la rampa que iba al segundo nivel y la animaron a subir. Aria, con algo de duda, miró hacia arriba.

—Esto es por Chris —susurró—, por el concurso.

Respiró hondo y subió.

Mientras subía pudo ver algunas parejas abrazadas danzando lento, otra pareja se daba un beso. Trató de localizar a Christopher una última vez, pero no lograba verlo. Ella había querido bailar con él, pero nuevamente la había dejado.

Resopló con pena y se dio cuenta de que ya estaba en el segundo nivel. Volteó a ver hacia uno de los pasillos y parpadeó pensando en a cuál de los lados debía ir.

Avanzó unos cuantos pasos. El lugar estaba iluminado por luces tenues de color tibio que daba la sensación de elegancia, cuando alguien la detuvo y la llevó hacia un costado.

Mauro le pidió silencio con un dedo sobre los labios y miró a los costados.

—¿Por qué has subido? ¿Chris está por aquí?

—¿A qué te refieres? Se fue contigo.

—Y regresamos, te vimos bailando con ese hombre y luego no lo vi más.

Aria se preocupó.

—Y-yo subí porque el hombre me dijo que si venía... Que iba a recibir un favor.

—¿Favor? No les creas nada. Ven, te muestro.

Fueron en silencio, tocó una de las paredes, pero no pasaba nada. Posó las manos en la superficie con el ceño fruncido y miró a los costados intentando ubicarse en caso de estar en el lugar incorrecto.

Aria suspiró.

—Tengo que buscar a Christopher.

—No me extrañaría si está por aquí. Créeme, no le puedo decir esto a Karen porque ella no lo entendería, pero tú... —La miró de reojo y siguió tocando distintas partes del muro.

Parte de la pared se deslizó a un costado, sorprendiendo a Aria, y entraron.

Siguieron por un pasadizo oscuro y empezaron a escuchar extraños sonidos, aunque no tan extraños al final de cuentas. Le indicó arrodillarse y ver por una rendija, al parecer de ventilación.

La chica trató de enfocar su visión para captar algo de lo poco que revelaba la rendija. Pudo ver una pareja besándose apasionadamente, semi desnudos. No podía ver mucho, sin embargo. Más lejos sí pudo reconocer a Carmela en un sofá raro y curvo, moviéndose sobre un hombre.

Parpadeó confundida y trató de ver nuevamente, solo para comprobar que ese definitivamente no era su esposo, sino otro. ¿Estaría por ahí mirando?

Entonces se sorprendió al ver al hombre que la había invitado a ir, acercarse por atrás y comenzar a besar a la mujer por el cuello, sus manos le cubrieron los senos y los apretó. Buscó más, pero todos ahí eran solo unas pocas personas que rondaban la edad de Carmela.

Aria se alejó de la rendija, sentándose en sus talones, perpleja y sin saber qué pensar o qué sentir.

¿Acaso era permitido dejar que tu Adán tuviera contacto físico con otra mujer?

¿Se habían llevado a Christopher a alguna otra habitación? ¿Alguna chica más joven? ¡¿Por qué lo perdió de vista?!

¡¿Qué era todo eso?!

—¿Sabes por qué lo hacen? —preguntó Mauro, sacándola de su mente hecha un lío.

Aria casi no podía articular palabras.

—E-es... —Frunció el ceño apenas—. Es algo de pareja.

—Entonces... No debería hacerlo con nadie más que no fuese mi Eva...

—Puesss...

—Si en este instante vieras a Christopher como uno de esos hombres, ¿cómo te sentirías?

Y eso la dejó finalmente sin saber qué decir, ya que solo imaginarlo le dolió en el corazón, se le hizo un nudo.

Mauro lo notó y también se sintió mal por no haber podido evitarlo, por no haber podido darse al cien por ciento a Karen, pues ya Carmela lo había tomado.

Bajó la vista sintiendo que había fallado.

—Debo encontrar a mi Adán —dijo Aria poniéndose de pie de prisa.

Él la siguió luego de reaccionar.

—EDy —ella lo llamó en susurro en el teléfono virtual de su brazalete—. ¡EDy! Busca a Chris.

Salieron al pasillo. La chica se dirigía con prisa a tocar las puertas de las habitaciones y Mauro se dio cuenta.

—Espera, espera, no puedes hacer eso.

—Mírame. —Tocó con insistencia una de las puertas.

—Si él no está ahí, solo vas a conseguir que te saquen de la casa sin él.

Escucharon el deslizar de otra puerta al final y voltearon. Entonces vio a Gustav salir tocando la línea central de su camisa para que se cerrara.

—Ah, mira, decidiste venir.

Ella retrocedió y Mauro puso su brazo adelante también retrocediendo unos pasos.

—Lo siento, surgió algo y debo irme —dijo ella sintiendo que le faltaba el aire.

—¿Por qué tan pronto?

Aria solo quería huir, no se sentía cómoda, pero no se iría sola.


Christopher iba de prisa por el pasillo hasta que salió al gran salón. Buscó a Aria, pero no estaba. Vio a otras parejas bailando. Giró tratando de ubicarla y solo vio a otros de espaldas con los rostros aparentemente pegados. Frunció el ceño con extrañeza y siguió caminando.

Escuchó risas y vio hacia el segundo nivel, encontrando a una pareja yendo a paso ligero y entrando a una habitación, iniciando un beso. Volvió a ver a la pareja de espaldas y se dio cuenta de que también se besaban, no era que tuvieran las caras pegadas.

—¿Buscas a Aria? —Ana le tocó el brazo.

—Sí...

—Se fue al segundo nivel con ese hombre.

El chico resopló sintiendo de nuevo esa horrible sensación en el estómago y se fue de prisa hacia la rampa.

—¡Chris!

Alzó la vista y vio a la chica venir a él con Mauro detrás.

Ella le dio un abrazo repentino, dejándolo en blanco, acelerando sus latidos, y se apartó llevando a Mauro de la mano y llamando a Karen.

Christopher arqueó una ceja y los siguió con la vista. Notó un movimiento y vio a Gustav apoyándose en el barandal de madera.

Apretó los labios y le dedicó el ceño fruncido, a lo que el hombre sonrió.

—Se atreve a retarme el niño —murmuró con diversión.

—¿Qué hace todavía ahí? —cuestionó Carmela apareciendo a su lado.

Christopher los miró con rencor a ambos y fue tras su Eva.

Aria tomó a Karen y le puso la mano sobre la de Mauro. Luego, de un empujoncito los juntó un poco más ante sus miradas de sorpresa y confusión. Asintió sintiendo que había finalizado su trabajo y volteó para volver con Christopher, pero se lo encontró viniendo a ella, con cierta intensidad en esa mirada azul grisáceo.

—Aria. —Tomó su rostro y se inclinó, plantando un suave beso en sus labios.

Carmela quedó con la boca abierta a medio camino de ir por él, completamente ofendida, mientras Gustav volvía a divertirse con la situación y la miraba para disfrutar de esa reacción.


—C-Chris —dijo Aria con un hilo de voz y el rubor en todo su rostro.

—¿Vamos? —le sonreía con dulzura—. EDy espera con el floter.

Se dirigieron con prisa hacia la salida y él pudo ver a la mujer en media rampa y al hombre observando desde el segundo nivel. Sabía que planeaban algo, así que solo quería alejarse lo más posible.

El floter ya estaba ahí, subieron y partieron.

Notó que Aria tenía su mano aferrada a la suya y miraba con algo de inquietud hacia atrás. Posó su otra mano sobre la de ella.

—¿Todo bien...?

Ella reaccionó y sonrió apenas, asintiendo en silencio. Liberó su mano y su asiento se alejó un poco. Dio un respiro hondo y se recostó contra el respaldar.


Durante el camino, la chica no podía sacar el rubor de su rostro al pensar en el gesto de Christopher. Miraba a sus manos sobre sus muslos, mordió su labio inferior, pero recordó algo.

Isidora le había pedido no tener esa clase de contactos con él. ¿Qué pasaba si se enteraba?

Por su lado, Christopher, recordaba lo que le había hablado Paul.


—Mira, yo... Nosotros —clarificó el hombre—, tuvimos un hijo. Un niño. —Eso sorprendió a Chris—. Solo quería saber si quizá llegaste a verlo en el Edén.

—B-bueno, ¿cómo saber? ¿Cuál era su nombre?

Paul apretó los labios.

—Carmela no quiso ponerle ninguno, dijo que los del Edén se encargarían.

—Entonces no sé si pueda ayudarte.

—Quizá preguntando a tu mentora, o a la líder. Yo no puedo acercarme a ella, pero tú, solo al estar en etapa de prueba, vas a poder hablar con ella dentro de poco, así como le hablaron a tu Eva. Eres el único que puede ayudarme.

Christopher dudó, pero terminó aceptando.

—Sí, está bien, intentaré preguntar.

El hombre pareció aliviado, un gran peso se esfumó de su rostro y sonrió de manera casi perceptible. Asintió.

—Bien, entonces... Te dejo ir.

—¿E-eso era todo?

Paul asintió.

—Lamento si te asusté. Carmela me dio la orden de... —Bajó la vista—. Nada importante. El asunto es que le he preguntado y me dice que no ha sabido nada de nuestro hijo, tampoco es que le importe mucho. Y la entiendo, nuestro único destino es estar en el Edén, pero de todas formas quería saber sobre él, aunque sea lo más mínimo. Debería tener tu edad.

—Está bien. Descuida, preguntaré.

—Gracias...

Ya vería qué le diría a Carmela. Si ella se molestaba iba a aceptar el castigo, por ahora solo quería ver si de algún modo podía saber algo sobre su hijo al que solo vio mientas estuvo dentro de Carmela, ya que luego de la "extracción", el Edén se lo llevó sin mostrarlo a la madre, pues el protocolo indicaba eso al ser un varón.

De ese modo, además, se evitaba que la mujer tuviera más sentimientos de arraigo hacia el bebé que, al final de cuentas, no le iba a pertenecer de todas formas.


Christopher suspiró y sintió esa sensación tibia por causa del beso que le había dado a Aria. Sonrió apenas y la miró de reojo. Solo había puesto los labios contra los de ella, pero había bastado para que se sintiera muy diferente, muy bien.

"Ahora ve por tu Eva, no querrás que esté mucho tiempo por aquí. Conozco a Gustav" le había advertido Paul.

Nada de eso le había dado buena espina. No entendía bien qué pasaba, pero no iba a dejar que le hicieran algo a Aria.


***

https://youtu.be/yydNF8tuVmU

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