Capítulo 10: Encajando con el mundo
—Vamos —le decía un Chris pequeño a su amigo Tomas—. Hace tiempo que no venimos, pero tengo que asegurarme.
—Trepar al árbol más alto no te va a hacer llegar al techo del jardín —le recordó Mauro.
—Anda terco con eso de ver a la criaturita —se burló Tomas.
Ambos quedaron al pie del árbol mientras Chris, de un brinco, trepó por la primera rama baja. Con mucho esfuerzo, empezó a subir una tras otra, quejándose apenas de vez en cuando.
El chiquillo solo se enfocaba en llegar a lo alto para poder ver de cerca en caso de que pasara la criatura. De paso, quizá tocar las nubes y sentir su textura.
Llegó a la copa, pero todavía estaba lejos del techo. Intentó ponerse de pie, posándose en unas ramas, cuando una se rompió. Se aferró a otras como pudo y el raspón en su pierna empezó a arderle.
Respirando algo agitado, sacó fuerzas y equilibrio para volver a posarse en un par de ramas algo fuertes y estirarse para tocar a la nube.
Apretando los dientes, se estiró lo más que pudo, viendo la nube ya cerca de las puntas de sus dedos. Jadeó y dio un último impulso para estirarse un poco más, lo cual hizo que la rama se quebrara.
Soltó aire de la sorpresa al sentir que caía, sin apartar los ojos muy abiertos de sus dedos traspasando a la nube sin sentir nada, para luego verla alejarse lentamente.
—Christopher el temerario. Tomas el protector, y Mauro el dulce —canturreaba su mentora. Lo miró con dulzura—. Chris... Esas no son nubes. Son grabaciones de las nubes. Probablemente esa criatura que dices ver es solo una grabación. Un glitch. Esas criaturas no existen...
Christopher abrió los ojos y suspiró. Aquella vez en la que cayó del árbol, el suelo se deformó para retener su caída y que no se hiriera, las alarmas sonaron y pronto estuvieron todos rodeados de drones para atenderlos.
Desde ese entonces ya casi no se había vuelto a acordar de la criatura, pero ahora que estaba afuera y Aria le había dicho que iba a revisar, la esperanza de saber si era real, volvía.
Quizá la del Edén era una grabación, pero eso significaba que podían estar ahí afuera. Quería verlas, pues sentía que eran libres, y que, por ende, simbolizaban eso. Sentía que tal vez el ver una le haría sentir libre.
No solo eso, también quería pintarla para llevarla con él y verla surcar el cielo siempre sin que fuera un recuerdo de su pasado.
Giró el rostro y vio a Aria todavía dormida. Sonrió de forma leve al recordar que la chica, todavía estando algo afectada por el alcohol, le había pedido de favor que la llevara a la cama en brazos como lo había hecho cuando se sintió mal del estómago.
—Buenos días —apareció EDy en su campo de visión y él frunció el ceño con cansancio—. A continuación, te presento tu rutina de ejercicio.
—Ugh, ¿qué?
Había creído que eso solo era mientras estuviera en el Edén, no estando afuera también. ¡Qué fastidio!
—Si quieres que tu Eva te invite a su cama pronto, debes lucir bien.
Eso hizo que el chico parpadeara confundido.
¿Que lo invitara a su cama? Ya había escuchado eso antes.
Arqueó una ceja y sonrió volteando a mirar a la chica que todavía dormía, sintiendo curiosidad, pensando en que la idea de que lo "invitara" a ir con ella era algo interesante después de todo.
Suspiró con fastidio, sin embargo, sintiendo la pereza sentada encima de él como una piedra gigante.
Pero al ver que el dron se acercaba, produciendo un muy leve sonido como el de un zumbido, se espantó y se sentó, recordando el choque eléctrico que le había propiciado antes.
—¡Ya! ¡Ya voy! —Sacó las piernas de la cama, sentándose en el borde, se frotó la cara quejándose bajo y se puso de pie—. Máquina odiosa, te odio y te detesto —murmuró somnoliento dirigiéndose al baño.
Aria fue despertada también por su dron con su música de piano suave y en bajo volumen. La chica sonrió y se sentó, dirigiendo su vista a la habitación del chico, pero parecía no haber nadie. Suspiró.
Se apresuró para empezar el día y bajar a desayunar. La máquina ya estaba preparando algo, pues ya la había programado mediante DiDi.
Luego de ducharse, el sistema la secó y perfumó. Se arregló el cabello, pero luego decidió dejarlo suelto.
Se puso una camiseta bonita, o al menos eso esperaba, ya que el espejo lo había aprobado, y pantalones sueltos. Planeaba estar en casa.
Salió de su habitación y vio la de él vacía. Aunque logró ver otra puerta más allá y asumió que sería su closet. Se acercó y la puerta, al reconocerla, se abrió, dejando a su vista a Christopher sin camiseta sosteniéndose de una barra y levantando su cuerpo.
—Quince —decía EDy—, dieciséis.
—¡Ay, ya no! —renegó el chico y se dejó caer y pisar suelo, espantándose al ver a Aria—. Oh...
—Buenos días —dijo ella con un hilo de voz, con los ojos bien abiertos plantados en su torso.
Él cruzó los brazos intentando cubrirse y se aclaró la garganta.
—¿Cómo amaneciste?
—B-bien.
EDy flotó hacia ella y Christopher lo sostuvo, sintiendo que el aparato iba a mandarle un shock eléctrico a la chica.
Aria reaccionó, sin sospechar lo que pasaba, solo dándose cuenta de que no debía verlo así, sin camiseta.
—Te veo abajo —y salió de prisa.
Christopher suspiró y giró el aparato para que su cámara lo enfocara.
—No te atrevas a castigarla con electricidad, máquina psicópata, me la vas a espantar —renegó. Pero EDy era inmune a su enojo.
Resopló y lo liberó.
Mientras Aria tomaba desayuno y pedía a la máquina hacer un budín de pan, se le acercó DiDi con un mensaje.
—Una invitación se ha activado.
Ella suspiró, olvidando el rápido latir de su corazón cuando vio al chico, y tocó al dron para desplegar la pantalla virtual.
Al ir leyendo, empezó a fruncir el ceño. Christopher bajó luego de ducharse, seguido de EDy, y la vio molesta sentada en la barra. Tensó los labios, pero no dijo nada. Tocó el botón de la máquina para que esta le sirviera un vaso con leche y miró de reojo a la chica.
—¿Pasa algo?
Ella resopló. Alzó la vista, pero al recordar la exótica visión de su torso desnudo, el calor subió a sus mejillas y trató de disimularlo.
—La tal Carmela nos invita a una fiesta.
—¿Otra fiesta en el Edén?
—No, esta es en su mansión en el Heaven, muy aparte de lo que organiza el Edén.
—Además dice que ahí van a estar las máquinas en donde las parejas que gusten se inscriban para el concurso ese en el que eligen a los mejores dúos. Aunque no sé si podamos, es decir... —Lo miró un segundo y volvió a ver a la barra—. No eres mío oficialmente todavía, y no esculpes.
Él se encogió de hombros.
—Puedo aprender, ¿qué tan difícil puede ser? —Pero al verla alzar la vista ofendida, levantó las manos en señal de disculpa y volteó a sacar su taza con leche. Hizo una U invertida con los labios, medio asustado por haber "insultado" el talento de la chica—. Bueno, no es necesario participar.
—Las nuevas parejas lo tienen que hacer obligado, dicen que es como una afirmación de su compatibilidad, luego ya si gustas ya no participas al siguiente año.
—Ugh. En serio... —se lamentó—. Supongo entonces que estamos también obligados a ir a esa reunión.
EDy también lo había agregado a su agenda sin que él supiera todavía qué era. Ahora que lo sabía, le fastidiaba.
—Bueno, hay tiempo para ir a ese restaurante de todas formas —murmuró con más ánimo.
Eso sorprendió a la chica, ya que ella creía que ya se había olvidado del asunto, de lo que le dijo, de la promesa de salir. Iban a tener una cita y eso la puso muy contenta. Bajó de un brinco de la silla alta de la barra.
—Voy a vestirme entonces.
La vio subir con prisa la rampa siendo seguida por DiDi. Sonrió y tomó un sorbo de leche.
***
Mauro despertaba con Karen en sus brazos. Su Eva finalmente lo había invitado a su habitación, finalmente le había dicho lo que iban a hacer, aunque él ya lo sabía, pero mantuvo silencio.
Cuando llegaron a casa la noche anterior, él se había ido a su habitación como de costumbre, sin embargo, para su sorpresa, su dron lo detuvo, anunciando que su Eva lo requería para su primera noche juntos.
Los nervios lo habían atacado. El dron lo guio a las máquinas que lo arreglarían, limpiarían y hasta perfumarían, mientras él solo pensaba en si lo haría bien. De eso dependía de que Karen lo volviera a invitar.
Aunque Carmela le había enseñado qué puntos tocar, qué besar. Claro que algo le advertía no decir nada de eso, además del recuerdo de Carmela diciéndole también que no lo dijera.
Había sido genial estar con su Eva. La había tocado y besado, y había sido delicado como le indicó Carmela que fuera, ya que era la primera vez de la chica y se sentiría raro para ella. De todas formas, ella había conseguido una pastilla especial para que no doliera al momento, pero igual tuvo cuidado.
Aun así, la amabilidad de Aria se había quedado plantada en su mente. Cómo ella, a pesar de no conocerlo, se había demostrado preocupada por su "estado". Mientras Karen solo se preocupaba por ella misma, cosa que había creído normal en todas las mujeres hasta ese entonces.
Karen había disfrutado de tenerlo en cama, y luego se había apartado de él para darse una ducha, hablar con sus amigas, por los murmullos que escuchó, y luego volver para dormir.
Ella se había puesto el pijama y le pidió vestirse también. No le había importado, después de todo, parecía lo normal a hacer luego de estar en la cama de esa forma.
Quizá todo eso sí era normal, solo que Aria no era del Heaven, y por eso parecía ser un poco diferente.
Empezó a sentir cierta envidia de Christopher, quien siempre pareció ser el favorito de las mentoras, hasta de su amigo Tomas.
¿Qué sería de él? Recordaba que fue aislado y eso fue todo.
El dron de Karen se acercó seguido del suyo, que solía quedarse en casa si salían, y presentó la notificación de otra de las fiestas de Carmela.
Karen ya estaba despertando, lo miró y se apartó con una leve sonrisa. Su dron se acercó a darle el aviso y ella se emocionó. Otra fiesta, y de Carmela, la mejor anfitriona. Volvió a ver al chico.
—Espero que no me hagas pasar vergüenza, o esto no se va a repetir en un buen tiempo.
Mauro apretó los labios, asintió y miró a otro lado. Se preguntó si Christopher estaría, y eso sí le preocupó.
***
Aria había ubicado un restaurante que servía el mismo tipo de comida, pero en el Heaven, ya que no podía sacar a Chris de ahí y llevarlo al restaurante que conocía en su ciudad del exterior.
Esperaba que fuera igual de bueno. Debía serlo, ya que por algo estaba en la mejor zona.
Luego de eso, iban a ir a la fiesta de Carmela. Como no era necesario ir elegante, pensaban pasarse luego. EDy manejaba la agenda y las rutas, puesto en su zona de carga en el floter.
Cuando llegaron, él la ayudó a bajar, para gusto de ella, ya que le gustaba esos detalles, y entraron tomados de la mano. Sin embargo, la alegría de Aria se esfumó al ver ahí a las amigas de Andrea.
—Ay no...
—Mejor nos vamos...
—¡Ahhh! ¡Aria! —gritó la rubia, como si fueran amigas de toda la vida.
La chica había rezado porque no la vieran, pero ellas estaban atentas a todo.
Christopher quiso irse, pero Aria la detuvo.
—¿Qué haces? —reclamó el chico en voz baja.
—Ya nos vieron, si nos vamos, podría ser mal visto.
—Claro que no.
—¿Tú qué sabes? ¡Tu dron te vigila! —susurró con molestia.
—¡No quiero que me empiecen a manosear!
—Nadie va a tocarte. Vamos o vas a ser regresado al Edén.
—Eso es lo que tú crees.
—Les diré entonces que no esculpes.
—¡Ven siéntate aquí! —la llamaban las chicas.
Christopher quedó mudo y frunció el ceño. Sí, si Aria decía que había mentido, probablemente volverían a encerrarlo para que hiciera nuevas pruebas. Por un momento, creyó a la chica capaz de hacer eso, después de todo, ya estaba viendo cómo eran las mujeres en ese lugar.
Había creído que ella le entendía, pero parecía que solo quería que él obedeciera como todos los demás.
Aria bufó y tomó al chico de la mano para que no se escapara. Respiró hondo y fue. Ella quería guardar las apariencias, porque probablemente no eran tan compatibles en verdad y si se sabía, iba a perderlo, y no quería eso.
Tampoco quiso irse por el temor de parecer una rara, de que se dieran cuenta de que no encajaba. No quería que descubrieran que todo era una enorme farsa. Si se lo quitaban, se lo darían a otra chica que lo iba a tratar como un objeto.
Se le había formado un nudo en la garganta al ver al chico molestarse con ella, pero ya estaba dicho. Se sintió mal además que él no se concentrara en la idea de que estaba ahí para pasar el rato con ella, sin importan con quién más estuvieran.
Era por mientras, hasta que tuviera a Chris asegurado. Al menos eso era lo que ella se repetía una y otra vez para tener el valor.
—Me alegra que hayas decidido salir un poco —le dijo la rubia mientras se sentaban con ellas—, por cierto, soy Ana, no nos habíamos presentado.
—Eh... Bueno, Christopher me dijo de venir —murmuró y se arregló el cabello detrás de la oreja para disipar la incomodidad.
Ellas lanzaron suspiros de sorpresa y sonrieron mirando al chico, aunque, para él, eran sonrisas falsas. Las reconocía muy bien.
—Oye, pero qué bien. ¿Carmela le enseñó?
—N-no...
Eso las sorprendió más y Ana sonrió más ampliamente, aunque todavía de forma falsa.
—¡Ay, me alegra tanto! Deben salir así, ya luego no van a querer. Nosotras estamos solas porque con los chicos se torna un poco aburrido.
Rieron entre dientes ante la mirada confundida de Aria.
—¿Qué van a pedir? —interrumpió Pamela.
Los menús se desplegaron en la mesa de cristal. Debían escoger tan solo tocando las opciones en la superficie.
—Tu Adán debería escoger algo para ti, así como una prueba de confianza —dijo otra.
Aria se sentía algo estresada.
—Está bien —murmuró él buscando en las opciones. Al ver una, sonrió de lado y la miró—. Recuerdo que te gustaba el marisco con vegetales.
Error. A ella le gustaba el pollo con naranja, un plato asiático que combinaba el dulce con lo salado.
Tensó los labios.
—Ooh —exclamó Pamela—, pero qué bien. Sí te conoce. ¿Ya ves?
Aria fingió una sonrisa y puso la mano sobre la pierna del chico por debajo de la mesa, en un intento de pedirle que se comportara.
Ella detestaba el sabor de la comida marina y él lo sabía. Nada de la carne era real, pero las carnes proteicas falsas podían pasar como la original, sin problemas, en textura y sabores.
—Ahora tú —dijo Ana.
Entonces Aria supo que al menos podía vengarse. Su expresión cambió. Arqueó las cejas y lo miró de forma altiva.
—Resulta que nos gusta lo mismo, pero le agregaré pescado seco.
Las chicas habían arrugado las caras unos segundos para luego disimular y revisar el menú.
Christopher la miraba de forma retadora y ella, de igual forma, no le retiraba la vista.
Los platillos llegaron y mientras las otras jóvenes habían ordenado fideos chinos con vegetales, arroz frito, pollo con almendras y demás cosas apetecibles, a ellos les llegó su oloroso plato de comida marina.
Ambos lo vieron sintiendo que se les revolvía algo en el interior.
—¿Qué esperan? —dijo Ana levantando su copa de vino que había pedido, porque a ella eso no podía faltarle—. A comer.
Tomaron los palillos, aunque Chris no sabía usarlos, así que batalló un par de veces y se rindió, tomando el tenedor.
Aria hacía el esfuerzo por lucir normal y contenta mientras comía. Christopher lo olió, se dio cuenta de que una de las chicas lo veía, así que apretó los labios fingiendo una leve sonrisa, y se metió el bocado.
Sintió que su cabello y los bellos de su cuerpo se encrespaban como cuando probó su primera comida en su casa temporal.
Aria, por su parte, se aclaró la garganta.
—¿Estás bien? —preguntó Pamela.
—Oh, perfecto —rió Aria falsamente mientras cogía comida con los palillos—. Me encanta. ¿No es así, Chris?
—Sí —dijo luego de pasar con dificultad—. No puede ser mejor.
—Hah. Me encanta cómo estos dos se comunican y Aria tiene la amabilidad de preguntarle a él cómo se siente —comentó Ana a su compañera de al lado en voz alta para que todas escucharan cómo aprobaba a la pareja—. Eso no se ve todos los días.
—No olvides tu salsa favorita —Christopher le alcanzó a Aria la salsa picante.
Ana lo miró con sorpresa aprobatoria y esperó a que Aria la usara.
La chica apretó los labios y trató de sonreír levantando las cejas, pero con los labios en una línea todavía.
—Sí. Casi la olvido. —La tomó—. Oh, pero tú también. —Le echó un buen poco y luego se echó solo un par de gotitas en su plato.
Él también trató de sonreír con los labios hechos una línea. Para colmo, luego irían a esa fiesta. No podía dejar pasar la oportunidad de preguntarle a Carmela qué sabía sobre Tomas.
Iba a ser una larga, larga noche.
***
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