No más 🔪


🔪🍎

Caminé con pasos cortos, pero decididos. Tenía la mente nublada, no podía pensar en nada más que no fuera acabar con la vida de ese ser asqueroso y repugnante.

Me dirigí al pequeño cuartucho que esos dos monstruos habían elegido como despacho. Inmediatamente busqué en los cajones del pequeño escritorio, con el fin de encontrar el arma que ahí se guardaba. Esos adefesios tenían armas por toda la casa, no sabía exactamente dónde, pero sabía de su existencia. Solo conocía el escondite de aquella.

Saqué con premura la hermosa pistola, que en mis manos manchadas de sangre se veía como una obra de arte, y corrí hacia la habitación de mi madre. Los gritos continuaban, y era como espinas incrustándose en lo más profundo de mi alma.

Cuando estuve en el umbral de la puerta agarré con seguridad el arma, sabía que siempre permanecía cargada, era con con esa misma pistola que esos animales despiadados nos amenazaban a mi madre y a mi.

Se acabó su juego, Malnacidos... Ahora me toca a mí hacer la última jugada. Me lamí los labios.

Ni un ápice de culpa me atraviesa, sólo siento satisfacción por lo que está a punto de suceder.

La imagen de ese total desconocido que se dice llamar padre yace encima de el cuerpo de mamá. Ella gritando, sollozando. Está totalmente aterrada, puedo verlo. Pero esto acaba hoy mami.

-¿Te hace sentir placer violar a las dos únicas personas que una vez te amaron? - mi voz los asombra a ambos, pero más el hecho de que sostenga un arma fijándola en la cabeza del ser donador de esperma.

-Luz...-susurró mamá. Llamándome como siempre lo hacía por mi segundo nombre. Al igual que yo, había detestado el significado que esos seres monstruosos le habían dado a mi primer nombre, cuando mamá me llamó así por ser su primer y única hija, Eva Luz, porque también fuí luz en su vida. Lo que en mi niñez me parecía el nombre más hermoso y significativo, ahora me parecía el más atroz. Yo era Eva, la dulce tentación, y de Luz hacía tiempo que no tenía nada. Mi padre así me lo repetía constantemente.

Sacudí la cabeza enfocándome en la escena, en mi madre. El dolor era latente en su voz, pero me enfoqué en su mirada, en la que pude ver un deje de esperanza, ella confiaba en mi. Esperaba que acabará con todo este infierno.

No te defraudaré Mami.

-Baja esa maldita arma mocosa, si no quieres que te mate con mis propias manos- bramó Samuel, el hombre que me dio la vida, para luego arrebatarmela de la manera más escalofriante, más cruel, dolorosa y traumática.

-Yo morí el día que permitiste que tu hijo pusiera sus asquerosas manos en mí, el día en que mi papá dejó de serlo, para convertirse en el ser más despreciable del mundo, en la escoria que hoy en día eres... Ya no hay nada en mí que puedas dañar. Todo está jodido. Hasta mi madre que era lo único que me quedaba dañaste, y de la peor manera que se puede dañar a una mujer, a una mamá.

-No serías capaz de disparar-tartamudea. Una sonrisa siniestra se apodera de mí.

-Una mujer dolida, humillada y profanada es más peligrosa que el mismo diablo reencarnado.- Y disparo.

No en su pecho, ni en su cabeza. Sino en esa parte de su repugnante anatomía que tanto asco me da, que tanto daño me ha hecho. En su entrepierna.

Mama sale de la cama enroscada en la sabana y se queda quieta, mientras la alimaña se retuerce del dolor.

-Pod.. Podríamos ser la familia feliz que deseas, aún hay tiempo.- propone. Mi nariz se arruga.

-De ti no deseo ni la hora, animal. Ah, si hay algo que anhelo mucho-razono-. Mamá, ve a buscarme el palo de la escoba, divirtamonos un ratito.

Mamá me ve anonadada, pero lo hace. Cuando tengo el palo en mis manos me acerco a el lentamente, obteniendo la mirada que quería. Miedo, angustia.

-¿Quieres saber lo que sentíamos mamá y yo cuando tú y la escoria de tu hijo entraban sus promiscuos penes en nosotras? - el niega rápidamente, yo lo tomo como un sí.

-¡Acuéstate!-ordeno, pero el continua negando. Utilizo el arma que aún sostengo para apuntar a su frente.

-Acuéstate o lo próximo que sentirás será un balazo entre ceja y ceja-bramo. El obedece.

>>Sostén acá, si comete una estupidez le disparas.-ofrezco la pistola a mamá, ella acepta.

Subo a la cama y sostengo el palo con fuerza, el monstruo ese tiembla de miedo, o de dolor, ni me importa. Acerco el elemento a su parte trasera y lo insto a obedecer abriendo sus asquerosas piernas.

Sin compasión lo entierro dentro de el, un grito desgarrador sale de su garganta. Sonrío complacida y empujo aún más el palo en su interior.

-No es lindo, ¿verdad papá?- el continúa gruñendo. Agonizando.

Saco nuevamente el palo de su interior, para luego volver a enterrarlo, una y otra, y otra vez. Cada vez más rápido, más profundo. No aparto la mirada de su rostro. Lágrimas caen de mis ojos al recordar las veces que este adefesio maldito me violó e instó a su hijo a hacer lo mismo. Mi mente viaja a esos días en que los dos se adueñaban de mi cuerpo, se divertían con mis gritos y súplicas...

-Abre las piernitas para Papi y tu hermanito, dulce Eva- susurraba el monstruo menor.

-Sí, hoy queremos jugar ambos con tu dulce cuerpito. ¿Serás buena niña?- preguntaba él.

...

-No aguanto más, paren por favor- pedía, suplicaba, rogaba. Ellos gemían en satisfacción. Penetrandome ambos sin pudor alguno.

-¿Quieres parar hijo?- se burlaba Samuel embistiéndome con fuerza por delante.

-¿Parar? Esto está cada vez mejor, como me pone la condenada- y empieza a lamerme toda, enterrándose en mí desde atrás.

Sentía que me rompería, no aguantaba, solo quería morir de una vez, pero la imagen de mi madre me daba fuerzas.

-Mi Eva. Mi dulce Eva, cuan dulce eres.-gritaban mi nombre de asqueroso placer. Cerdos.

-Ahh, papá, cuanto la deseo... Cambiemos. Necesito empotrarla desde frente, mirarle y comerle esa boquita.

Jadeaba de horror mientras ambos intercambiaban lugares. Me sentía el peor de los objetos.

-Papi te ama...-gruñía desde atrás.

-Tu hermanito te ama, te desea. Eres tan sabrosa Eva...

...

Tres horas, llevaban tres horas poseyendome como unos animales, no descansaban, no cesaban. Se veían más extasiados que nunca.

-Ahora hermanita, voy a probar tu dulce vagina- risas se escuchan de fondo. Yo me retorcía sin control.

Que inútil era, como quiera pasaría.

Samuel, el monstruo mayor me sostenía mientras su hijo ubicaba su asquerosa lengua en mi entrepierna y hacia sus movimientos dentro y fuera de mi. Disfrutando. Yo muriendo lentamente.

-Eres tan dulce Eva- gemía. Mis gritos no paraban.

-Muéstrale tus habilidades que tienes con la lengua a tu papito Eva, bésame- ordenaba. Yo apretaba con fuerza mis labios.

Me mordió hasta que grité y el aprovecho para adentrar su lengua en mi boca. Sentía asco de mí misma.

Manos me recorrían el cuerpo, me penetraban desde atrás, sentía la sucia lengua de ese monstruo en mi parte baja, y la otra del monstruo mayor en mi boca... Era lo pero que había sufrido

-Nunca olvides que papi te ama, cielo.- el jadeaba. Yo lloraba.

Gritos desesperados me sacaron de mis traumáticos recuerdos. Gritos de agonía pidiéndome que pare.

-Dime Samuel, cuando tu hija te decía que pararas, que no aguantaba,¿Lo hacías? Cuando tu mujer gritaba desgarradoramente ¿Te detenías? ¡No maldita sea! Entonces porqué lo haría yo.-entraba una y otra vez el palo en su interior, escuchando a cambio súplicas y perdón. Esas palabrerías que ya no me importan ahora.

Un abrazo me hizo detenerme bruscamente. Mamá me suplicaba que me detuviera, que ya era suficiente. Me besaba y apretaba por detrás, sollozando. Le hice caso. Cuando saqué el artificio por completo y lo tiré al suelo pude apreciar el desastre de sangre que era Samuel. Sangre le brotaba del pene... Y de su destrozado ano. A pesar de todo, sonreí con satisfacción.

Me pongo de pie nuevamente tomando la pistola, dispuesta a dar por terminada la satisfactoria escena.

-Me gustaría seguir escuchando esos gritos de agonía saliendo de ti, pero una escoria como tú solo contagia al mundo-chasqueo la lengua, y disparo de lleno en su pecho.

Muere de inmediato, y siento como si diez años fueran quitados de mi, como si un gran peso me fuera quitado.

-Hasta luego papá, espero que en el infierno tampoco te quieran.

Siento movimientos apresurados, pero yo sigo rígida. Siento como alguien quita la pistola de mis manos, creo que es mamá. Sigo aturdida.

-Los maté- susurro.

-Hiciste lo que tenías que hacer cariño, esos monstruos no deberían vivir- mamá me sostiene de los hombros.

-Ahora el monstruo soy yo-balbuceo.

-Nunca mi amor, eran ellos o nosotras hiciste lo correcto-nos abrazamos urgente, nos rompemos, lloramos. Por fin, ya no más.

-Tenemos que movernos rápido, cariño. Hoy es sábado, ¿sabes lo que significa?-cuestiona alejándose y comenzando a moverse rápidamente por la habitación.

-Los vecinos- susurro. Mamá asiente.

-Si no me equivoco, la policía debe de estar en camino. Debo de borrar las huellas.

Y es exactamente lo que hace, la de la pistola, el cuchillo, el palo, e incluso en los cajones del despacho. Todo en cuestión de minutos. Mamá me cambia de pijama, debido a que el mío está completamente empapado de sangre. Ella se coloca una bata, la cual mancha de sangre a propósito. Esperamos hasta que escuchamos las alarmas que avisan que la policía está acá.

Yo aun sigo pasmada, viendo un punto fijo. No puedo creer lo que pasó.

En cuestión de minutos ambas estamos rodeadas de agentes, escuchando preguntas y acusaciones. Yo no respondo a nada, solo miro el cuerpo inerte del que una vez fue mi padre. Hasta que escucho la voz de mi madre, y todo se derrumba.

-Yo los maté-dice decidida, con lágrimas en los ojos-y lo volvería a hacer. Ese bastardo y su hijo nos violaron a mi pequeña y a mi, nos tenían prisionera. Yo solo nos defendí.

-los agentes observan la escena algo sorprendidos. Uno dice:

-Señora, esto es muy serio, ¿Está segura?

-¿A caso no haría usted lo mismo si una hija de usted pasa por la misma situación? Por favor no me venga a hablar sobre denunciarlos, eran ellos o nosotras- mamá los mira frunciendo el ceño.

-Señora Bronx, queda detenida por homicidio, todo lo que diga puede y será usado en su contra, tiene derecho a un abogado, si no...

-Ya me se ese discurso de memoria, pongame las malditas esposas y listo-respondió mamá alterada.

Sentía como me desvanecía poco a poco, el miedo otra vez arropándome.

-Mamá- susurré. Y corrí a abrazarla desesperadamente.

-Tranquila cariño, ya nadie nos hará daño-me dijo- hiciste lo correcto, fuiste valiente, ahora es mi turno de serlo, por ti mi bebé. Eres fuerte y sé que superarás todo esto- terminó por susurrarme.

-No me dejes sola-sollocé. Ella volvió a abrazarme.

-No lo estarás, esta señora-señaló a una mujer en una esquina de la habitación que hasta ahora había visto-se encargará de llevarte con tu tía Camila. Allí no sufrirás más. Ya no más violadores ni abusadores, no más monstruos, te lo prometo.

Continúe llorando, hipando.

-Ahora, prométeme que vendrás a verme siempre y no te olvidarás de tu mamá-pidió con los ojos aguados por las lágrimas, pero con una sonrisa dibujada. Yo asentí.

-Te lo prometo mami- y se la llevaron, mamá no ponía resistencia, solo sonreía. Ya no tendría que escuchar los gritos desesperados cada noche y ser violada. No más. Ya no habrían mas golpes, abusos, ni humillaciones, porque a pesar de la situación eramos libres.

Fui vagamente consciente de que la mujer me llevaba consigo. Pero mi mente solo pensaba una cosa.

Ya no más. Su día había llegado, al fin. Mamá estaría presa no sé por cuánto tiempo, pero sabía que se sentiría mejor allí que en la situación que estábamos, y eso de alguna manera, me regocijó.

Yo saldré de esto, y estaré esperando con ansias el día que mamá salga en libertad, así sea en 20 años.

Estaba bien, porque el día de ellos había llegado, ya no más sufrimiento, Ya no más. Porque Eva, la hija del pecado, o debo decir del mismo diablo, había acabado con esos monstruos. Yo acabé con el sufrimiento que nos arropaba.

Te sacaré de ahí mami, te lo prometo, así como una vez te prometí acabar con ellos.

Fin.

*Un minuto de silencio, para romper tención*

Bueno, había dicho que era un relato corto así que...

Lean la última parte que subiré donde aclararé algunos puntos.👇

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