Ciento seis
—Hermano, definitivamente me voy a llevar a mi cuñada al área de prensa. La descosiste, Eva. Increíble, ni siquiera tuvimos que intervenir.
—Ni en pedo te la doy —amenazó Franco apuntándolo con el dedo—, le estoy enseñando a programar, por si no lo sabías.
Bruno abrazó a Evangelina por los hombros y ella se prendió a su cintura, apoyando la cabeza en su pecho.
—Y eso que me guardé un montón de cosas para protegerlos a ustedes, sino hubiese contado lo que les hizo en Qatar.
—Suficiente con todo lo que dijiste —agregó Franco—. Ahora sí, oficialmente lo hiciste mierda, Evi.
—Confirmo, violencia económica es tendencia en Twitter.
Ismael mostró la pantalla de su teléfono, y los tweets eran todos de apoyo a Evangelina, justificando su reacción en el móvil de televisión. Evangelina tomó el celular y comenzó a leer algunos mensajes.
Del lado Evangelina de la vida. Harta de estos machitos en pleno 2023. #ViolenciaEconómica
Lo bien que hiciste, hermana. Franco Antoine es el verdadero ke hombre. Envidia y no de la sana. 🥵🥵🥵 #ViolenciaEconómica
El desagradable de Grimaldi se hacía el marido perfecto en Instagram mientras me likeaba las historias y me mandaba mensajes. 1 like y publico los chats. #ViolenciaEconómica
Hagamos que #ViolenciaEconómica sea TT, para que @DanGrimaldi no vuelva a pisar un estudio de televisión. @NoticiasYaTV debería tomar medidas para que esto no vuelva a pasar
Se dan cuenta que las mujeres no somos locas porque sí??? Detrás de una mujer enojada siempre hay un onvre que no supo resolver. #ViolenciaEconómica
@DanGrimaldi quién chota sos para decirle a tu mujer con quién debe o no trabajar???? Yo sabía que algo turbio había, el olor a mala leche traspasaba la pantalla. #ViolenciaEconómica
Y el Martin Fierro al machirulo del año es para... @DanGrimaldi. Subite a ésta para recibirlo, pelotudo!!! Aprendé a tratar a las mujeres!!! #ViolenciaEconómica
Roberto Grimaldi se debe estar revolcando en su tumba al ver a su hijito. Ese sí era un señor periodista, QEPD después de esto. #ViolenciaEconómica
Evangelina le devolvió el teléfono a Ismael sintiéndose extraña. Por un lado, estaba aliviada de haber contado su verdad, aquella que Daniel distorsionó y decoró con su comunicado. Por el otro, imaginaba las consecuencias que eso acarrearía en su relación con él, ya en calidad de ex esposo.
—Eva, dame la orden, levanto un teléfono y lo silencian. —Evangelina abrió sus ojos asustada, y Bruno se apresuró a aclarar entre risas—. No, boluda, no me refiero a matarlo. Primero, a bajarlo del canal, y segundo, a hablar con mi abogado para meterle un bozal legal. De todos modos, tengo que llamarlo para que tome el caso de tu divorcio.
—De hecho, eso es lo que vine a pedirle a Bruno, y era lo que estábamos hablando antes de que llegaras —explicó Franco—. Cuanto antes salga de tu vida, más pronto podremos empezar la nuestra.
—Te acepto el abogado pero solo para el divorcio —le confirmó a Bruno—. Ya la justicia divina se encargará del resto, las cosas siempre caen por su propio peso.
—Che, acá hay una chica que dice que Daniel le mandaba mensajes —remarcó Ismael, que se quedó leyendo los tweets—, pidió un like para publicar los chats y ya lleva más de mil.
—Mandamelo —pidió Franco—. Le voy a pedir que me mande un video para constatar la veracidad de los mensajes, puede servir en la demanda de divorcio.
—Lo vi —afirmó Evangelina—. Ahora entiendo por qué estaba tan perseguido con Franco, el ladrón cree que todos son de su condición. —Hizo una pausa mirando al vacío—. Me duele, no lo niego, pero no por él, sino por mí. ¿Cómo pude ser tan estúpida?
Evangelina intentó contener el llanto porque sabía que no valía la pena, pero no pudo. Franco la atrajo contra sí, y la consoló como tantas veces tuvo que hacerlo.
—Estabas enamorada, mi amor. No es tu culpa. —Franco acariciaba su cabeza con dulzura—. Lo voy a cagar a trompadas, boludo —amenazó, hablando con su hermano y su cuñado—, estoy muy caliente. Que no me lo cruce porque lo muelo a palos.
—Ya lo dije, no vale la pena —susurró Evangelina en su pecho.
—Sí, pero ahora sos mi mujer —recalcó levantando su rostro del mentón, y luego limpió sus lágrimas con el pulgar—. Te tocan a vos y se meten conmigo.
—Y conmigo —dijeron Bruno e Ismael al unísono.
—Repetí eso que dijiste —pidió Evangelina con una sonrisa.
—Mi mujer —reiteró, mirándola a los ojos.
Evangelina acortó la distancia y lo besó mientras derramaba algunas lágrimas más, porque nunca se había sentido tan amada y protegida en su vida.
Y no solo por Franco, también por Bruno e Ismael.
—Basta de llorar —se dijo a sí misma—, ahora tengo que volver a trabajar con la cara toda hinchada.
—Son las cuatro de la tarde, Evi. Vamos a casa, ya fue.
—Tengo que terminar la presentación para marketing, me van a matar porque la prometí para el viernes.
—¿Te creés que alguien te va a decir algo? Si antes te respetaban porque eras mi mano derecha, ahora que sos mi mujer lo que digas es palabra santa.
—Confirmo —acotó Ismael—. Me ven llegar y se mean encima, porque a mí me tocó el gemelo malvado.
—Acordate que tenemos algo que hacer antes de entregarle el departamento a Bruno —susurró en su oído, y volvió a repetir el gesto con el piercing.
—Voy por mis cosas —anunció mucho más animada.
Evangelina tomó su computadora y salió de la oficina a pasos cortos y apresurados. Ismael y Bruno la observaron confundidos por su radical cambio de actitud.
—¿Qué le dijiste, chabón? —quiso saber Ismael.
—Me lo guardo para mí.
Acto seguido, mordió la barra de su nuevo piercing.
—Ay, no... Suficiente información —expresó Bruno, frunciendo la nariz—. Por cierto... ¿Al final te lo hiciste? —En relación al piercing—. Siempre le tuviste miedo al dolor.
—Después del dolor que experimenté estos días, la perforación no fue nada —minimizó, levantado los hombros.
—Seguí perforándote y vas a parecer un colador —lo recriminó.
—Así sigue siendo más fácil para el mundo diferenciarnos. Los veo mañana, chicos.
Franco le guiñó un ojo y abandonó la oficina para seguir a Evangelina en caravana hasta su departamento. Y volvió a tener otro micro infarto cuando la vio dirigirse en dirección a su casa, la realidad era que quería agarrar ropa para el día siguiente, y así poder quedarse más tiempo en la cama con Franco. Dejó el auto en la cochera y se subió al Peugeot de Franco, más precisamente encima de Franco al volante, y comenzó a besarlo con desesperación.
—Evi, es pleno día, vamos a ir en cana por exhibicionismo —dijo entre besos—. Encima tenés puesto un vestido, hija de puta.
—¿Hay gente en el garage del edificio a esta hora?
—Ni idea, ¿por qué?
Evangelina abrió el bolsillo de su chaleco de jean, y saco un preservativo.
—Nunca lo hice dentro de un auto.
—Yo tampoco.
—Entonces ya sabes qué hacer.
Volvió al asiento del copiloto, y el resto fue historia. El auto estacionado de frente a la pared, la radio encendida, y los vidrios polarizados, cubrieron la pequeña fantasía de Evangelina.
—Espero que todavía te quedan fuerzas, porque quiero que me cumplas dos: la pileta y el jacuzzi. Te dejo elegir por dónde querés empezar.
—La pileta, y después nos damos un baño en el jacuzzi. Lo que pinte y dónde pinte, soy enteramente tuya.
—¿Qué me hiciste, Evangelina? —jadeó sobre su cuello—. Yo no era así.
—Lo mismo me pregunto —respondió, dándole más acceso a su cuello.
—Vamos arriba no me aguanto.
No pasó mucho tiempo para seguir lo que empezaron, Evangelina se había quitado toda la ropa interior antes de salir del coche, y Franco lo notó en el ascensor. Acarició su cuerpo entero debajo del vestido lo poco que duró el viaje, y apenas entraron, fue dejando un camino de ropa hasta llegar al balcón. Cuando Evangelina iba a quitarse el vestido floreado, Franco no se lo permitió, quería ver cómo la gasa se pegaba a todas las curvas de su cuerpo, lo que desbloqueó un nuevo nivel en ella: el roce de la tela por las caricias que le proporcionaba.
Para el momento en que Franco volvió protegido, el vestido yacía al borde de la pileta, y Evangelina desbloqueó otro nivel más. El roce del agua en sus zonas más sensibles cuando Franco aumentaba el ritmo, y la falta de gravedad que le otorgaba más libertad para entregarse entera a ese hombre que la amaba como nunca la habían amado.
—Dos de tres —señaló Franco cuando todo había acabado—. Pequeño descanso para merendar, después jacuzzi, la cena, y la cama. ¿De acuerdo?
—¿Y en qué momento me toca probar tu nuevo piercing?
—En la cama, obvio —aseguró con voz grave—. Suave y lento, a mi tiempo. Quiero que te derritas en mis brazos.
—Pero para eso no necesito estar desnuda, ya me derretís con solo una mirada. Como hoy mientras daba la entrevista, o cuando me ves trabajar con tu equipo... Franco, sos el amor de mi vida, sé que quizás es temprano o apresurado para decirlo, pero es lo que siento.
—Repetilo.
—Sos el amor de mi vida —reiteró, mirándolo a los ojos, tal como Franco hizo en la tarde.
—Quiero que te cases conmigo apenas salga tu divorcio.
Evangelina hizo un puchero, mientras luchaba con la sonrisa y las lágrimas de felicidad.
—Sí, Fran. Sí.
—¿Entonces estamos oficialmente comprometidos?
Evangelina perdió la batalla contra el llanto, tomó el rostro de Franco con ambas manos y lo besó con dulzura.
—Tenemos mucho que hacer a partir de mañana, como por ejemplo, buscar nuestra nueva casa. Y una vez que tu divorcio esté listo, nos vamos a registro civil. Y después, hay que buscarle un nuevo dueño a JavaScript for Babies.
—Es una cuenta pendiente de ambos, nada me haría más feliz que la hagamos realidad juntos.
—Te lo dije en Navidad, puedo ser el padre de tus hijos, Evangelina.
—Y te voy a tomar la palabra.
El único problema era que desconocían que todavía tenían un obstáculo que atravesar, más allá del divorcio. Ese obstáculo tenía nombre y apellido.
Daniel Grimaldi.
Se habían olvidado de Daniel, ¿no desgraciadas? Pues no, mis cielas... 💅🏻
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