Ciento dieciséis
—¿Sos socio de River y usuario de Chanchi? Entonces quedate porque esta promo es para vos. —Evangelina tapó la cámara, y luego tomó la tarjeta que Celeste le extendió antes de quitar la mano—. Si sos socio del más grande, vas a poder sacar tu tarjeta de crédito bonificada, y no solo eso. Si adherís tu cuota al débito automático, vas a tener un diez por ciento de descuento en la cuota social, además de sorteos, descuentos en indumentaria, gastronomía, supermercados, y mucho más. Hacé click acá —señaló para abajo con sus dedos índice—, y enterate de todo lo que Chanchi y River tienen para vos.
Evangelina señaló a la cámara, y luego se giró para dejar a la vista el dorsal 23 con su nombre, Eva, en la camiseta de River, antes de que la cámara levante el plano hasta la Sívori alta.
—¡Listo! ¡Quedó genial! —celebró Celeste, que era la encargada de filmar el video que se subiría a todas las redes sociales de Chanchi y River Plate.
—A ver... Imposible que haya quedado bien en la primera toma, Cele...
Evangelina se acercó de un pique hasta su amiga, y observó detalladamente el video con una amplia sonrisa. Mientras tanto, Franco aguardaba a un costado del campo de juego junto al encargado de redes de River.
—Che, la tiene muy clara la piba —destacó el joven—. ¿Es fotógrafa? ¿Publicista? Me gustaría que me haga algunas cositas para las redes del club.
—Es full stack developer —confirmó Franco, y sonrió—. Es de mi equipo de desarrolladores.
—Pero tiene talento para estas cosas, he visto profesionales haciendo lo mismo en varias tomas, en una o dos horas... Y ella lo hizo en cinco minutos.
—Te aseguro que tiene más talento con el editor de código. Así que ni te atrevas a tocar a la princesita de mi equipo de programadores porque se pudre todo, ¿estamos?
Franco dejó una palmadita sobre la espalda del muchacho, quien sintió temor por la amenaza que había recibido, y se acercó hasta donde Celeste y Evangelina miraban el video una y otra vez.
Habían pasado dos meses desde aquella transmisión en Twitch que revolucionó los tabloides de chimentos, y aunque estuvieron una semana en boca de todo los medios, habían dado tanta información y generaron tantos clips viralizados, que ninguno de los tres se vio en la necesidad de volver a tocar el tema en público.
A nueve meses que Evangelina entrara en su vida, las cosas también habían cambiado entre los gemelos. Bruno estaba mucho más retraído y concentrado en las operaciones en Argentina, y Franco había tomado las riendas de la marca. Le había perdido el miedo a la exposición pública gracias a la personalidad que desarrolló en su camino recorrido con Evangelina, al punto de convertirse en el gemelo malvado, aquel a quienes todos temían cuando entraba a algún lugar.
A excepción de su propia empresa, donde todo seguía igual, con Bruno derrochando respeto a su paso, inalcanzable e imponente, y Franco siendo el CEO accesible.
—La rompiste toda, mi amor. —Franco dejó un beso en los labios de Evangelina, en medio del estadio Monumental.
Y sin que ambos lo noten, Celeste se alejó un poco y les sacó una postal hermosa. Franco la sostenía de las mejillas, Evangelina en puntas de pie, con el cabello suelto como una cortina, un pie levantado, y colgada del cuello de él. Acto seguido, envió la fotos los teléfonos de ambos, cortando el beso.
—¡Ay, perdón! —gritó—. Es que se veían muy lindos y no pude resistirme.
Ambos tomaron sus celulares, Evangelina de la cintura de su pantalón bajo la remera, escondido para que no saliera en el video, y Franco de su bolsillo.
Pero Evangelina tenía una notificación más importante. El WhatsApp de Daniel era el spoiler del correo del juzgado.
Oficialmente divorciados ✓✓
Evangelina se mordió el labio y luego hizo su puchero. Una sensación agridulce la recorrió, porque si bien estaba esperando que saliera la demanda, era el cierre definitivo de su historia con Daniel, de la cual tenía una pila de recuerdos bonitos que borraban todo lo sucedido el último tiempo.
Y sí , Daniel había tomado el lugar de bestie que Franco dejó vacante, y tenía miedo de perderlo como amigo.
Evangelina canalizó todo ese cariño de ex compañero de vida en amistad, y lo que ayudó a afianzar esa relación fue el contrato que Daniel tenía con Chanchi, su patrocinador del canal de Twitch. También tuvo su cosquilleo en el corazón cuando Daniel comenzó un nuevo vínculo con una colega chilena, una periodista de deportes que había conocido casualmente en Qatar, pero que trabajaba en Uruguay. Era una relación a distancia, pero mucho más llevadera al estar a una hora de avión, o un corto trayecto en Buquebús.
Contestó el mensaje con los ojos llenos de lágrimas.
Igual, no te vas a deshacer de mí tan fácil, desgraciado. Acordate que tenemos sede en Uruguay, digo... Porque ya nos podemos casar de nuevo, y seguro te vas a instalar allá con Cecilia... 😋 ✓✓
Eva! Llevamos un mes! 😂 Además, me temo que uno de los dos va a tener que ceder, y ese no voy a ser yo. En abril vuelvo a la televisión. Aire y cable. ✓✓
Evangelina no aguantó y efectuó una videollamada.
—Mirá dónde estás, no me contaste nada, Evangelina. ¿Qué estás haciendo ahí?
—Vinimos a grabar la publicidad para redes de la tarjeta de River.
—¿La hiciste vos? —Evangelina asintió con la cabeza una enorme sonrisa—. Tu viejo va a enloquecer cuando la vea. ¿Y yo? ¿Tengo que esperar a que salga en las redes, o como patrocinado la puedo ver antes?
—Ahí te la muestro.
Evangelina llamó a Celeste y le pidió el teléfono para mostrarle el video por la cámara, fue Franco quien que le acercó el aparato, y aprovechó para saludar a Daniel.
—Dani... ¿Cómo va todo?
—Hola Franco. ¿Tu mujer ya te dio las buenas nuevas?
—No... ¿Qué pasó?
—Ya pueden casarse, oficialmente estamos divorciados, esta mañana salió la demanda.
Franco enmudeció, clavó su mirada en la imagen de Daniel en la pantalla del celular, y luego observó a Evangelina, que se mordía una uña mientras sonreía y lo miraba de reojo.
—¿Qué pasa, chabón? —insistió Daniel al otro lado, para hacerlo reaccionar—. ¿Te arrepentiste? Mirá que no acepto devoluciones, eh.
—Jamás pensé que diría esto, pero... Daniel, me acabás de hacer el hombre más feliz del mundo.
Franco abrazó a Evangelina por los hombros y le dejó un pequeño beso, para no incomodar a Daniel al otro lado.
—Bueno, ¿me van a mostrar el video o no?
—Me lo filtrás y te rompo la cabeza, ¿si?
—Tranquilo, que todavía trabajo para ustedes. Todavía...
—¡Eso! ¡Por eso te llamé! Contame, ¿dónde y cuándo empezás?
Daniel les comenzó a relatar la propuesta que había aceptado para trabajar en uno de los canales de televisión abierta que también tenía su señal propia en cable. Estaría en el noticiero central del canal de aire, y tendría su propio programa deportivo en el cable, una fusión de deportes y redes sociales. Las autoridades de la señal habían visto el éxito de su canal, y apostaron a llevar el mismo formato de su programa de Twitch a la televisión.
—¡Viste, boludo! Te dije que eso te iba a devolver a la televisión.
—Fuiste un visionario, y te lo agradezco de todo corazón. Me incentivaste, me patrocinaste, y apostaste por mí. Te debo la vida, hermano.
—Bueno, ¡pero no te duermas! —lo amenazó con un dedo en alto—. Cuando no estés al aire podés prender en Twitch, y Chanchi va a seguir apoyándote. ¿Querés saber cómo? River quiere que hagas micro notas deportivas para sus redes en nombre de nuestra marca, porque también te vieron en Twitch, y todo el mundo sabe que sos gallina.
—De no tener trabajo fijo a estar desbordado... ¿Te das cuenta por qué no podría casarme ahora? —Daniel le habló a Evangelina—. No pude con vos, que me viste crecer en este medio y me acompañaste siempre, menos voy a poder sostener una relación con una periodista mucho más influyente que yo. Franco siempre tuvo razón, mi esposa es mi carrera. Gracias por abrirme los ojos una vez más, es mejor retirarse ahora que después de trece años de relación, ¿no?
—¡Basta de ser tan dramático! —lo retó Franco—. Te espero mañana en la oficina, así te cuento lo de River.
Evangelina también se despidió, colgó la llamada, y clavó sus ojos en los de Franco, quien no se contuvo, la subió a horcajadas y comenzó a girar con ella, aferrada a su cintura.
—Al fin, mi amor —dijo, cuando finalmente la dejó sobre el césped—. Todavía no me creo que vas a ser mi esposa. Y pensar que hace nueve meses eras inalcanzable para mí, noches y noches pensando «tengo todo, y lo único que me falta es un imposible».
—Lamento informarte que todavía te falta algo. —Franco frunció el ceño, y Evangelina fue tajante—. Francisco. O Francisca.
—¿Te estás cobrando la que hice con las Eva? —la amenazó, apoyando su nariz en la de ella—. Habíamos acordado que íbamos a elegir juntos el nombre de nuestro hijo.
—Puede ser... —deslizó mirando para un costado.
—¿Por eso buscaste un nombre parecido al mío?
—Puede ser... —repitió, mirando para el otro lado.
—¿Te cuento algo que solo Bruno y yo sabemos? Esto ni siquiera lo sabe Julieta. —Evangelina afirmó con la cabeza—. Yo me iba a llamar Francisco.
—¿Y que pasó?
—Apareció Bruno en una ecografía, y para ahorrar me acortaron el nombre.
—¿Te gusta al menos? Porque no pienso moverme de ahí, ya es una decisión tomada.
—Me gusta más mi nombre, siempre agradecí que me llamaran Franco porque suena más imponente. Pero me encanta que estemos tan conectados, siento como si me hubieras robado la anécdota con solo una mirada.
—Entonces... ¿Cómo sigue esto? —preguntó Evangelina colgándose de su cuello.
—Por mí me casaría mañana mismo, así, vestidos con lo que llevamos puesto. Pero quiero hacerlo especial, y Bruno me va a tener que ayudar con esto.
Cuando Franco mencionó a su hermano, Evangelina tuvo el pie para exponer su loca idea.
—¿Qué tan fuerte es tu lazo a Bruno?
—¡¿En serio me lo preguntás?! Vivimos en la torre Alvear porque no puedo estar separado de esa larva. ¿Por qué?
—Ellos no se casaron todavía, siguen dando vueltas con pelotudeces. ¿Y si hacemos boda doble? Si nosotros tomamos las riendas del asunto, a ellos no le quedaría más que ajustar sus propios detalles. ¿Te gustaría?
Franco no pudo evitar contener el llanto. Era algo que siempre habían fantaseado con Bruno en forma de juego, a sabiendas de que sería técnicamente imposible enamorarse al mismo tiempo, y madurar sus relaciones individuales sincrónicamente al punto de llegar al altar. Era matemáticamente imposible.
Pero Ismael y Evangelina llegaron a sus vidas en simultáneo, y lo imposible se hizo realidad.
—Obvio, fue lo que siempre quisimos, pero había una posibilidad en un millón de que nos enamoráramos al mismo tiempo.
—Entonces... ¿Y si resulta que Bruno está dando vueltas intencionalmente porque estaba esperando mi divorcio?
La mirada pícara de Evangelina, Franco la conocía. No le estaba contando la historia completa.
—Esto lo planeaste con ese hijo de puta, ¿no? —preguntó, hundiendo los dedos en el cabello de Evangelina, para chocar su frente con la de ella.
—Casi. Cuando te fuiste a Uruguay la primera vez y Bruno se convirtió en mi bestie, me contó que ustedes siempre imaginaron una boda doble, pero que eso nunca iba a suceder porque vos estabas casado con tu trabajo, y no ponías voluntad en buscar una novia. En ese momento todavía no sabía lo que sentías por mí, pero él sí, y conociéndolos, imagino que sabía que iba a ser difícil que me olvidaras, y por eso era algo imposible de lograr.
—Por eso está dando vueltas... Estaba esperando tu divorcio... —dedujo con la mirada clavada en el césped.
—¿Vamos a casa entonces? Hay dos bodas que preparar.
Evangelina y Franco se besaron por última vez en el campo de juego del Monumental, y entrelazaron los dedos mientras volvían lentamente hasta el banco de suplentes, donde Celeste aguardaba junto al responsable de redes del club, quien no perdió el tiempo.
Cumplió con la promesa de no ofrecerle el trabajo, aunque no pudo resistirse a invitarla a salir.
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