Capítulo 17. «¿Cómo puedo querer cuando temo tanto caer?»
Música: Señorita de Shawn Mendes & Camila Cabello / Despacito de Luis Fonsi & Daddy Yankee / A Thousand years de Christina Perri.
Escucharlas según vayan apareciendo en el capítulo ♥
_________________________
«¿Cómo puedo querer cuando temo tanto caer?»
_________________________
EMMA
El corazón me da un vuelco ante el apelativo que ha utilizado Ezra para llamarme, y en contra de toda mi voluntad, mi mirada se mueve en dirección a mi vecino, quien, para llevar tanto tiempo ignorando mi existencia, me está observando como si en todo el jardín no existiera nadie más que yo.
Y como si quisiera matarme, eso también.
Luce tan jodidamente cabreado que lo más sensato que consigo hacer es apresurarme a la pista de baile con Ezra, intercambiando mi vaso vacío con el de Edward en el proceso.
Señorita de Shawn Mendes y Camila Cabello nos envuelve en medio de la multitud con una melodía lenta y sensual que invita a ser bailada de la misma forma.
Sin embargo, antes de comenzar a moverme contra su cuerpo, inclino el vaso sobre mis labios y absorbo casi la mitad de su contenido.
Descubro que es vodka cuando ya no hay marcha atrás.
—Hey, cariño, tómatelo con calma. —La mano de Ezra se mueve para quitarme el vaso de las manos—. ¿Desde cuándo disfrutas tanto del alcohol?
«Desde nunca»
—Desde hoy. —Le dedico una sonrisa que intenta parecer divertida, pero que seguro también podría malinterpretarse como coqueta—. Dijiste que te alegraba saber que estaba comenzando a dejarme llevar, ¿no? Pues bien. Aquí me tienes: una adolescente más que intenta disfrutar a lo grande de su último verano antes de irse la universidad.
—¿Quién eres y qué hiciste con la Emma que yo conozco? —Me tomaría a mal su pregunta si no estuviera viendo la sonrisa divertida que ha formado en sus labios.
—Está delante de ti, esperando que bailes con ella, bobito.
Ezra enarca una ceja, pero en lugar de seguir cuestionando mi actitud, tira de mi cintura, me acerca a su cuerpo y comienza a moverse al ritmo de la música.
No me resulta difícil sincronizar mis movimientos con los suyos a pesar de que, durante nuestra relación, no habíamos bailado más que un par de veces, y ambas habían sido baladas que él solía dedicarme en mitad de mi habitación.
Me agrada saber que, aun así, logramos encajar perfectamente bien.
E contorno frío del vaso me eriza la piel de la espalda cuando sus manos se aferran con más fuerza a mi cintura, sin dejar de moverse. Las mías le rodean el cuello y mis piernas se separan para encajar con las suyas.
Hay tan poco espacio entre nuestros cuerpos que el olor de su perfume me hace añorar los meses que pasamos juntos, componiendo canciones, hablando de todo y de nada a la vez, riendo.
—Emma... —mi nombre es un suspiro en sus labios. Alzo la mirada y encuentro sus ojos oscuros llenos con el brillo de todas las velas que danza con la brisa sobre nuestras cabezas—. ¿Te he dicho ya lo hermosa que me pareces?
Sonrío, sintiendo una presión en lo profundo de mi pecho.
—Infinitas veces.
—Y siguen sin ser suficientes —susurra, muy cerca de mis labios—. Desearía poder hacerlo un millón de veces más. Todos los días de mi vida.
—Ezra... yo... —Mis ojos se cierran por un par de segundos—. No creo que sea buen momento para que hablemos de esto. Por qué mejor no nos concentramos en bailar, ¿te parece?
Ni siquiera espero que me responda antes de darme media vuelta para continuar con mi baile de espaldas él.
«Qué valiente, Emma».
Intensifico el vaivén de caderas con la estúpida idea de que entre más le restriegue el trasero, menos oportunidades le daré para pensar en un escenario que yo misma me he encargado de plantear: el de nosotros dos... estando de nuevo juntos.
No tengo idea de cómo voy a poder remediar esto sin lastimarlo, pero por primera vez en la vida confío en que el alcohol puede ayudarme a aclarar las ideas, así que le arrebato el vaso al primer chico que pasa frente a mí cargando con uno.
—¿Ya lo has probado? —El chico sacude la cabeza, descolocado—. Bien. Pues muchas gracias. Vete a seguir disfrutando de mi fiesta.
Él no reacciona hasta que me llevo su bebida a los labios, comprobando que se trata de ron. Frunce el ceño de la misma forma que de seguro lo estoy haciendo yo y luego se va murmurando insultos por lo bajo.
Soy consciente de que mezclar tantas clases de alcohol diferentes no pueden hacer nada bueno en mi sistema, pero decido dejar de atormentarme por las consecuencias y tomarme un trago más largo esta vez.
Una canción termina para darle paso a la siguiente: un reguetón del cual no comprendo otra palabra que no sea «Despacito».
Y así mismo me muevo, sintiendo que con cada minuto que pasa, mi cuerpo se va llenando más y más de calor. Pero también de una energía que me invita a dejarme llevar.
Cierro los ojos con la seguridad de que Ezra estará detrás de mí para sostenerme si pierdo el control, para evitar mi caída, para cuidarme, así que simplemente bailo.
Bailo sintiéndome libre.
Fuerte.
Decidida.
Segura.
Hasta que mis ojos de nuevo se abren y me encuentro con la imagen de Jess a escasos metros de distancia, de espaldas a mí..., bailando con él.
Quisiera decir que es un baile tan inocente como su aspecto de la noche, pero lo que están haciendo ellos dos se asemeja más a una danza de apareamiento que cualquier otro tipo de baile que yo conozca.
El corazón se me desboca en el pecho cuando advierto las manos de Oliver recorriendo sus caderas y apretándose contra el trasero de mi amiga.
Ella se aferra a su cuello, hundiéndose en él cuando el coro de la canción atraviesa la noche:
♫Despacito.
Quiero respirar tu cuello, despacito.
Deja que te diga cosas al oído.
Para que te acuerde si no estás conmigo.
Despacito.
Quiero desnudar tu cuerpo, despacito.
Firmar las paredes de tu laberinto.
Y hacer de tu cuerpo todo un manuscrito♪
No tengo idea de qué es lo que dice con exactitud la letra de la canción, pero los ojos azules de Oliver Jackson, totalmente fijos en mí mientras sus labios se mueven para cantarla, me producen un hormigueo en el estómago que debería sentirse repulsivo, pero que desgraciadamente me resulta... excitante.
El muy maldito no se conforma con ser guapo, estar buenísimo, llevar un mosaico de tatuajes en la piel que lo hacen lucir mucho más sexy e interesante de lo que es, sino que, además, baila jodidamente bien.
Me giro para quedar de cara con Ezra una vez más, y decido —estúpidamente— que no voy a dejarlo ganar esta vez.
Mi ex me recibe con una sonrisa cuando rodeo su cuello, dejando que mis movimientos tomen un cariz más atrevido y sensual.
Su mirada se torna muy oscura cuando me acerca para rozar su cadera contra la mía, permitiéndome sentir la familiaridad de su cuerpo. Su firmeza y decisión.
Me esfuerzo para reaccionar ante este tipo de contacto, pese a haber estado deseando algo similar todo este tiempo, pero nada sucede. Y temiendo que él consiga leer la ausencia de respuesta en mi mirada, decido romper el contacto y darle la espalda una vez más.
Apenas atisbo un rastro de los intensos ojos de mi vecino clavados en mí cuando Ezra me hace girar de nuevo hacia él, coloca sus manos sobre mis mejillas, y sin mediar palabra me besa.
Me besa de verdad. Desesperado. Hambriento. Y como un acto reflejo mis labios le responden, presos de la costumbre y la comodidad que encuentran entre los suyos.
Pero completamente carentes de chispa, de emoción, de esas mariposas que deberían estar revolucionando mi vientre.
Reacciono finalmente a lo que está sucediendo y me separo de él. Porque no está bien. Porque no es justo. Porque acabo de descubrir que de la misma forma en la que él se merece más que mi miedo, yo merezco algo más que contención en mi vida.
—Lo siento... yo no... —Echo un vistazo fugaz hacia atrás, descubriendo que Oliver y Jessica han desaparecido completamente de la escena. Cosa que no sé cómo me hace sentir—. Lo siento, Ezra...
—El que tiene que sentirlo soy yo, Emma —repone él, negando con la cabeza—. Me moría de ganas por besarte, joder, dios sabe cuánto, pero no debí hacerlo sin tu consentimiento. De verdad lo lamento.
—No pasa nada —aseguro—. Esto también ha resultado un poco culpa mía. Tienes razón al decir que esta no soy yo. No sé qué me pasa, pero no he parado de provocarte en toda la noche.
—Podría vivir con tus provocaciones toda la vida, si tan solo tuviera la certeza de que vas a dejarme hacer algo al respecto. —Acaricia un costado de mi rostro, nostálgico—. Sabes que te estoy esperando, ¿verdad?
—Y tú sabes que no estoy de acuerdo en que lo hagas.
—Lo sé, pero solo existe una forma de que pueda dejar de hacerlo.
—¿Cuál?
—Si no se dice, no se cumple, ¿no? —Me dedica una sonrisa de esas que son capaces de reconstruir un corazón roto y me quita el vaso de las manos—. Iré por más cerveza de mantequilla para ti, brujita.
Deposita un corto beso sobre mi nariz antes de perderse entre los invitados. Se me escapa un suspiro cargado de frustración al tiempo que unas manos frías y delgadas aparecen frente a mí y me cubren los ojos.
—¿Lisa? —inquiero más extrañada con su presencia que sorprendida por el hecho de que sea ella quien se encuentre detrás.
La oigo resoplar antes de apartarse.
—¿Cómo es que siempre consigues reconocerme?
—¿Será porque llevas toda la vida usando el mismo perfume? —le devuelvo al tiempo que me giro para encararla—. ¿Qué estás haciendo aquí? Por cierto.
Sus cejas se alzan con indignación, provocando que sus ojos verdes y delineados de negro brillante luzcan mucho más grandes y hermosos.
—¿Por qué no me dices cómo es que tu vecino súper millonario monta una épica fiesta en tu honor y a ti ni siquiera se te ocurre avisarle a tú mejor amiga?
—Porque no tenía idea de que había una fiesta a la que asistir hasta esta tarde y porque no tengo intenciones de quedarme mucho tiempo, además.
Esa no es toda la verdad, pero no creo necesario mencionar que no confío en ella y en Edward encontrándose de nuevo en el mismo escenario. Sobre todo, por lo hermética que ella se mostró el lunes cuando le hablé para preguntarle que tal el viaje a su casa la noche anterior en compañía del moreno.
Ese día me despedí de ella dejándole como consejo que la sinceridad es mejor escudo contra las tragedias.
«Sí, mamá», fue la respuesta que ella me dio antes de colgar.
—Como sea, no mencionaste ni una mísera palabra y eso no se le hace a una amiga.
Pongo los ojos en blanco.
—Ya estás aquí, ¿no? ¿Y cómo te enteraste, por cierto?
—Edward posteó una foto de la fiesta en su Instagram —responde como si no fuera gran cosa—. Y aunque omitió los detalles y la ubicación, reconocí los jardines de la propiedad y decidí venir.
—¿Sin ser invitada?
—Por dios, solo mírame. —Se señala el outfit de la noche, que consiste en un vestido de verano amarillo, unos botines negros y un sombrero de bruja que seguro tomó de la pila al llegar—. ¿Quién no querría tenerme en una de sus fiestas?
«¿Yo?»
—Como sea, ¿dónde está Adam? —Me asomo sobre su hombro en busca de mi mejor amigo, pero me resulta imposible dar con él entre la multitud.
—Déjalo, Em. —Lisa me toma por las mejillas—. He venido yo sola.
—Pero, ¿por qué?
—Su padre lo tenía ocupado con unos asuntos del negocio —responde sin hacer contacto visual, lo que no me da muy buena espina para empezar—. Pero da igual, tampoco pienso quedarme mucho. Solo tenía curiosidad de ver todo esto con mis propios ojos. ¡Es una maravilla!
—Ajá. —Le arranco el vaso rojo de las manos y me lo llevo a los labios sin reparar siquiera en su contenido.
Solo sé que para mantener esta conversación con ella voy a necesitar del alcohol. Aunque esta vez ni siquiera alcance a reconocer de cual tipo se trata.
—¡Oye, ladrona! Eso era mío.
—Podrás ir a buscar más después de que respondas a mi pregunta.
—¿Qué pregunta? —Ella se cruza de brazos, mirando el vaso con anhelo.
—¿Adam lo sabe? Que estás aquí. ¿Lo sabe?
—¿Qué importa eso?
—Sí que importa Lisa. Así que respóndeme.
—No. No lo sabe.
—¿Por qué no le dijiste que venías?
—¡Porque Adam es mi novio, no es mi papá, Emma! —me suelta entonces, con un ademán—. No tengo que andar por ahí dándole explicaciones de cada paso que doy. Y tampoco es como si hubiera planeado venir desde antes. Simplemente surgió.
—Surgió, claro. —Me llevo la bebida a los labios—. ¿Y te interesaste en invitarlo a venir contigo cuando surgió?
—Ya te dije que está trabajando con su padre, pesada.
—¿Lo invitaste sí o no?
—¡No, no lo invité! —exclama—. ¿Eso te deja más contenta?
—La verdad es que no. En lo absoluto.
Lisa toma una respiración profunda antes de suspirar.
—¿Qué quieres que te diga? ¿Que quería pasar un rato sin mi novio? Recordar que somos dos personas en lugar de una después de una semana en la que no nos hemos separado ni para orinar. ¡Necesitaba un respiro, ¿vale?! Eso no tiene nada de malo.
—Yo no estoy diciendo que esté mal que quieras un espacio para ti —le dejo en claro—. Lo que está mal es que lo quieras para compartirlo con alguien que no es tu novio, pero que claramente estaría dispuesto a meterte la lengua. Necesitas comenzar a ser honesta contigo misma para que puedas serlo con Adam.
—Igual de honesta que estás siendo tú con Ezra, ¿no? —replica ella—. Trayéndolo aquí para darle celos al vecino que lleva toda la semana volviéndote loca. —Mis labios se separan, pero mi cerebro no encuentra palabras coherentes para decir—. Lo vi todo, ¿sabes? Su ridícula guerra de bailecitos y de miradas. También vi cómo te dejabas meter la lengua de uno y luego buscabas la mirada del otro. Quien, por cierto, se fue echando chispas en esa dirección. —Me señala el camino que conduce hasta el bosque—. Por si quieres comenzar a aplicar tu propio consejo y ser honesta contigo misma. Mientras tanto, yo iré por un trago y la compañía de alguien que no se dedique a señalar mis defectos todo el maldito tiempo.
—Lisa, espera... —le pido en vano, porque ella prefiere ignorarme y continuar por un camino que la conduce directamente al lugar en el que Jessica y Ed se encuentran hablando animadamente.
Un gruñido bajo y frustrado hace vibrar mi garganta, y tras terminarme el poco menjurje que queda en el vaso, lo dejo caer en la hierba sin ningún tipo de respeto por la contaminación ambiental.
Supongo que lo mejor será que me dirija a la enorme mesa de las bebidas en busca de mi acompañante, pero las palabras de Lisa resuenan con tanta fuerza en el interior de mi cabeza, que resulta imposible contener el impulso de girarme en dirección al bosque.
Una tenue luz destelle en medio de la oscuridad de los árboles, bastante cerca del final de la empalizada que divide las propiedades.
Una luz que parece causar la pérdida completa de mi sentido común, porque incluso antes de ser consciente, ya mis piernas se encuentran acercándome a ella.
A él.
El corazón me da un vuelco cuando descubro que se encuentra ahí... recostado contra ese árbol. Nuestro árbol. Y con ello, una avalancha de recuerdos que me atropellan, me cubren, me protegen, y luego... me abandonan.
La luz que había divisado es el reflejo de la pantalla encendida de su móvil, que ilumina su perfil de una forma que me resulta tan aterradora como mágica. Quizás porque esas son las cosas que él me hace sentir.
A medida que avanzo, la oscuridad del bosque me va tomando más y más. Pero por alguna razón no siento temor. Nunca he sentido temor en medio del espesor de los árboles y las hojas secas crujiendo bajo mis pies.
Vagamente soy consciente del sonido de la música electrónica trasmutando en una balada, de esas que te hacen soñar en el baile de graduación con el anhelado beso del chico de tus sueños, pero que a mí solo me generan una traicionera ansiedad.
♫Heart beats fast
Colors and promises
How to be brave
How can I love when I'm afraid to fall♪
«El corazón late de prisa. Colores y promesas. ¿Cómo puedo ser valiente? ¿Cómo puedo querer cuando temo tanto caer?»
♫But watching you stand alone
All of my doubt suddenly goes away somehow
One step closer♪
«Pero viéndote ahí, completamente solo, todas mis dudas de alguna manera desaparecen. Estoy un paso más cerca».
La mirada de Oliver se alza en mi dirección al advertir el sonido de las hojas que arrastran mis pisadas, pero tan rápido como lo hace, baja de nuevo hacia el móvil entre sus manos.
—¿Qué haces aquí? —pregunta sin siquiera mirarme.
Por dios, ni yo misma lo sé, pero tampoco pienso quedarme a averiguarlo si esa es la actitud con la que él me va a recibir.
—El ridículo, por lo visto. —Me doy media vuelta para regresar por donde vine, pero me detengo cuando lo escucho decir:
—Espera. —Permanezco de espaldas, a la espera de que continúe—. Lo siento, no quise sonar tan...
—¿Maleducado? —inquiero, enfrentándome nuevamente al brillo que la luz artificial refleja en sus ojos.
Su respuesta es un tenso asentimiento de cabeza.
—¿Qué haces aquí, Granger? —
Me remuevo sobre mi sitio, incómoda. Y un tanto borracha también, ahora que lo pienso.
—¿Eso mismo podría estar preguntándote yo? ¿Qué haces aquí? —Bloquea el móvil y se lo guarda en el interior del bolsillo, dejando que sea la luz de la luna que se cuela a través de las copas la que ahora nos ilumine.
—No lo sé... —murmura tras varios segundos de silencio—. Pensar, supongo.
—Oh, lo siento, no tenía idea de que tuvieras esa capacidad. —No puedo evitarlo, las palabras se me escapan con la misma avidez de aquella niña que siempre tenía algo mordaz para decir.
—Ese humor, Granger... —Sacude la cabeza, pero la forma en la que pronuncia mi apodo, en conjunto con esa sonrisa ladina que se forma en sus labios, consigue desactivar mi primer mis sistemas de seguridad.
Lo sé porque mis piernas me conducen un paso más cerca de él. Y otro. Y luego otro más. Hasta que nos encontramos lo suficientemente cerca para que pueda sentir el calor que emana su cuerpo.
—Se supone que eso es cosa de brujas, ¿no?
—¿Lo de intentar volverme loco?
Sonrío.
—Lo del humor, idiota.
Él encoje los hombros, apenas un poco.
—Supongo. Pero lo de volverme loco también. —Tira de mi brazo con suavidad, atrayéndome a su pecho. Luego, con una delicadeza que no creí pudiera ser propia de él, reacomoda mi sombrero y aparta de mi rostro los mechones de cabello que parecen estorbarle—. ¿Por qué lo hiciste, Granger?
Noto que me tiemblan los labios cuando los separo para responder:
—¿Por qué hice qué?
—Darle a otro lo que yo llevo anhelando desde que te vi. —Sus brazos bajan para rodear mi cintura, y cuando siento sus dedos acariciando la piel descubierta de mi espalda, todo mi cuerpo comienza a temblar.
Mis labios se separan en una exhalación temblorosa y él aprovecha para acariciarlos con su pulgar. Tan solo es un roce, pero me basta para comprender lo que está a punto de suceder.
Retrocedo todo lo que mi momento de lucidez me permite, que resulta ser nada debido a los fuertes brazos que están rodeándome la cintura.
—Déjame ir, Oliver.
—¿Para qué? ¿Para que vayas a besarte de nuevo con él? —El brillo oscuro ha regresado nuevamente a su mirada.
—Lo que yo haga con él no es problema tuyo.
—Lo es cuando se nota que lo haces para volverme loco de celos —replica, tensando la mandíbula.
—Lo siento, pero no parecías muy celoso mientras estabas manoseando el culo de Jessica —le devuelvo, golpeando su pecho para que me suelte—. Déjame ir. No tienes moral para reclamarme nada.
—Tienes razón. No la tengo —admite sin ningún tipo de remordimiento—. Pero, dime algo, Granger, ¿eso que estoy oliendo son celos?
—¡No seas imbécil! —Vuelvo a golpear, sintiendo como el rostro se me llena de calor. No sé si de rabia o vergüenza, pero, en cualquier caso, mis puños no paran de chocar contra los endurecidos músculos de su pecho—. Eres un creído, estúpido y arrogante, niño rico, Oliver Jackson. Y lo odio. Odio en lo que te has convertido. Te odio.
—Muy bien —gruñe él, tomando mis muñecas con la fuerza suficiente para detenerme—. Soy todas esas cosas y más. Y puedes odiarlas. ¡Puedes odiarme, Emma! ¿Pero sabes qué no vas a odiar? Esto.
Mis labios se separan para preguntarle a qué se refiere con «esto», pero él se adelanta a mis palabras reclamándolos como suyos.
Me está besando. Y lo está haciendo de verdad. Lo sé porque el mundo entero estalla con ese contacto y sus fragmentos comienzan a llover a nuestro alrededor como los destellos de un antiguo hechizo que estuvo esperando mucho tiempo para ser liberado.
♫Time stands still
Beauty in all she is
I will be brave
I will not let anything take away
What's standing in front of me
Every breath
Every hour has come to this
One step closer♪
«El tiempo parece detenerse. Belleza es todo lo que es. Seré valiente. No dejaré que nada se lleve lo que está delante de mí. Casa respiración. Cada hora me ha traído hasta esto, un paso más cerca»
La letra de Christina Perri con «A thousand years» penetra profundamente bajo mi piel, envolviéndonos en una burbuja donde solo importamos él, yo, y el mundo mágico que juntos hemos creado.
Sus labios, llenándose con los míos como si fueran la ambrosía que tanto estaba necesitando, me dejan sin fuerzas para luchar.
Es mi segundo beso robado de la noche, pero no se siente ni por asomo, como el primero.
Este me resulta más urgido, desesperado, y hambriento. Lo sé porque soy yo la está experimentando todas esas sensaciones. Ese deseo. Ese anhelo.
Una chispa que se enciende en mi vientre y envía calor a todas mis venas.
Mis dedos se entrelazan detrás de su cuello, como si eso fuera lo único a lo que podría aferrarme para que no se aleje de mí.
Un gruñido se le escape al sentir finalmente comienzo a responderle con todo mi cuerpo, que se arquea en busca del suyo.
Sus dientes presionan mis labios en una serie de pequeños mordiscos que parecen formar parte de ese castigo que me merezco por haberme estado negando a esto. A su lengua, abriéndose paso en busca de la mía. A sus caricias que se pasean por toda mi espalda con desesperación. Al nudo que lleva años apretando mi pecho y que solo el sabor de sus labios ha conseguido deshacer en tan solo un instante.
La mezcla de vodka y cigarrillos que emana su aliento envía abajo todas mis defensas, y con un roce más de su lengua, el calor en mi vientre comienza a descender, llenándome de un deseo que no había experimentado jamás.
Un deseo visceral, urgido y salvaje que aumenta a medida que sus manos ascienden por mis caderas, se cuelan bajo la tela de mi camiseta, y sus pulgares comienzan a rozar la piel bajo mi sujetador.
—Joder, Granger, me encantas —susurra sobre mis labios antes seguir depositando besos húmedos que descienden hasta mi cuello y terminan muy cerca de mi oreja—. ¿Cómo es que esto puede sentirse tan aterradoramente bien?
Mis ojos se cierran y mi pecho se llena de aire al tiempo que mis oídos absorben la letra de Cristina Perri.
♫I have died everyday waiting for you
Darling don't be afraid I have loved you
For a thousand years
I'll love you for a thousand more♪
«He muerto todos los días esperando por ti, cariño, no tengas miedo de que te haya querido durante mil años. Te voy a querer por otros mil años más»
Muerdo mi labio con fuerza, sin tener idea de lo que estoy haciendo cuando, en un susurro doloroso, pronuncio:
—No lo sé, Oliver, pero... solo cállate, ¿quieres? Cállate y bésame.
Para mi completa suerte, o desgracia, él no tarda en obedecer.
Sus labios se encuentran una vez más con los míos, que se separan para recibirlo con las ganas de alguien que no parece haber pasado una semana completa renegando de él, despreciándolo, odiándolo, odiándolo tanto como me estoy odiando mi misma por convertirme en la chica débil y estúpida que, a pesar de todo, termina cayendo.
Cayendo por él.
Un chico con la fuerza suficiente para tomar mis muslos por debajo de la falda, obligarme a rodear sus caderas, y hacernos girar hasta que mi espalda se encuentra contra la corteza del árbol que lleva tallada nuestra promesa de estar juntos por siempre.
—No puedo parar —me susurra entre besos—. Acabo de descubrir mi droga.
—Al parecer yo... también he encontrado la mía. —Cierro los ojos dejándome llevar por sus besos, que regresan a mí con una intensidad renovada.
El problema con las drogas es que te pueden conducir a la muerte. Y yo no me quiero morir por amor.
Sin embargo, esos son los últimos pensamientos que ocupan mi mente cuando lo siento tan él, tan firme contra mi centro. Llenando espacios que ni siquiera sabía que se encontraban vacíos. Gruñendo contra mis labios. Diciéndome sin palabras que de mí siempre estará necesitando más.
Y yo, aterrada, descubro que estaría completamente dispuesta a dárselo todo. Ahora mismo. Si él lo quisiera.
Porque estar aquí, en medio del bosque, entre sus brazos, sumergidos en nuestro pequeño mundo, se siente tan jodidamente bien que a punto estoy de olvidar que allá afuera se sigue encontrando nuestra realidad, un mundo totalmente carente de piedad.
Y me obligo a recordarlo de golpe, cuando nuestro momento se ve interrumpido por el sonido sordo de algo chocando contra las hojas secas.
Mis ojos, intentando adaptarse nuevamente a la oscuridad, recaen en el par vasos rojos que yacen tirados a pocos metros de nosotros.
Mi corazón se contrae y mi mirada se alza lo suficiente para alcanzar, en la distancia, la espalda de un chico que regresa con pasos rápidos a la fiesta y no tarda en perderse entre la multitud.
Ezra.
____________________
N/A: Ufff quede agotada de tanto escribir. No se pueden quejar. Merezco un premio.
¿Escucharon eso? Es el corazón de Ezra rompiéndose.
Opiniones AQUÍ
¿Qué creen que va a pasar ahora?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top