Capitulo 4

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Soy solo una chica.
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Raiden Isabel castillo Pov.

«Todo pasa por una razón» realmente estoy empezando odiar esa frase, de más en esta situación de mierda.

¿Por qué me haces esto universo?

Nunca me sentí parte de nada.

Y ahora estoy aquí.

En un maldito campamento militar para los bastardos de los dioses.

Y ahora estaba aquí.

De nuevo parada frente al campamento Júpiter.

No podía volver a casa.

—¡Raiden…! ¡Estás…!

Sí, supongo que todos estaban sorprendidos de que esté viva.

No los culpó.

Con mis habilidades hubiera sido imposible que sobreviviera sola.

Me miran como si fuera un fantasma caminado entre los vivos. Lo curioso es que en nueva Roma hay muchos.

—Viva.—Complete.

Él me miró y pareció perder todo el aire de sus pulmones, su pecho salto como si tuviera hipo y sus ojos azules se cristalizaron como si estuviera a punto de romper en llanto.

Y quizás me hubiera sentido conmovida, pero la verdad no.

Jason Grace no era mi amigo, tampoco mi hermano mayor. Solo un tipo.

En cuanto me vio la primera vez pude ver la incomodidad en su rostro, él no me habló, no dijo nada. Simplemente, me ignoró durante el tiempo que pase siendo parte de la cuarta cohorte.

Él dejó de visitar los entrenamientos en la legión por completo desde el día que llegué al campamento Júpiter.

Aunque todos me dijeron que a Jason le encantaba ir a ahechar un vistazo y participar en los entrenamientos.

Así que básicamente me había estado evitando durante meses. Fingiendo estar muy ocupado en la universidad como para venir a verme, a su media hermana, en la duodécima legión.

¿Entonces por qué se ve tan destrozado ahora? ¿Por qué de pronto me mira de esa forma?

—¡No vuelvas a hacer eso! ¡Jamás…! ¡Me diste un susto terrible!

Estaba perpleja, cuando corrió hacia mí para abrazarme no fui capaz de apartarme. La forma en la que se aferró a mí, como si fuera la única cosa que le importará en la vida.

Aunque seguía molesta y no me agradaba nadie aquí.

No me aparté.

¿Por qué de pronto se preocupa tanto por mí? Antes ni siquiera me miraba.

— Jason— Dije apenas, con la voz entre cortada por la presión de sus brazos a mi alrededor—Ya puedes soltarme.—Suplique sin aliento.

— Sí, claro.— Él se apartó y limpio sus lágrimas.— Ven, te enseñaré a usar la espada y te acompañaré a cenar.

— No tienes que cenar conmigo.

— Cenaré contigo todas las noches por qué eres mi hermana.

— ¡Hey! ¡Hijita de papi!—Vuelvo en mí misma al escuchar esas palabras. —¡Hija de Júpiter!— Dirijo a mi cara hacia la centuriona que me grita.

— Lo siento— Sacudo mi cabeza.— ¿Qué decías…?— Pregunto confusa.

Todos se ríen a mi alrededor. Me conocen por ser despistadas, torpe y poco habilidosa. Desde que regrese las cosas no han mejorado para mí.

Siguen tratándome mal. Hablando a mis espaldas sobre lo inútil que soy y sé asegurándose de recordarme todos los días que son mucho mejores que yo siendo hijos de dioses menores.

Solo que ahora lo hacen por debajo de la mesa por qué Jason me vigila como un Alcon y nadie quiere meterse con el antiguo Pretor. Punto para mí.

Supongo.

— Es tu turno.

— No. Creo que prefiero mirar por ahora.— Me excusó, pero me lanzan la espada y la atrapó en el aire con dificultad. Casi se me resbalan de las manos y todos se burlan de mí.— Es que Jason me está buscando, debo ir con él o se pone todo loco.— Exclamo.

El centurión me miro mal y esta vez su voz se volvió más exigente.

— Pasa al frente hija de Júpiter.

Bajo la cabeza y aprieto los dientes.

— Soy Raiden.— Murmullo en voz baja pasando al frente donde me esperaba mi oponente.

Ni siquiera sé cómo manejar una espada, me cuesta alzarla, es muy pesada y no me gusta en general la sensación de pelear. Nunca fui una persona conflictiva, y siempre me he burlado de la gente que recurre a los golpes en lugar de la palabra como «Gente sin masa encefálica» y ya.

Así que no sé pelear.

Las espadas, arcos, lanzas…

Solo soy una chica. No quiero ser un gladiador de la antigua Roma.

Cuando me pasan al frente es siempre para ser apaleada por un miembro de la legión para después presumir que «Vencieron al hijo de Júpiter» lo que realmente no tienen mérito si ese hijo en cuestión soy yo. No soy nada buena peleando, no quiero que se me rompa una uña o algo así. Así que las peleas en que participo se resumen en; Mi cara y el suelo teniendo una intensa relación. Es realmente humillante.
 
Mi oponente cae de rodillas y vomita su desayuno en el campo. No solo él.

El resto de la legión lo hace también.

Yo me mantengo en pie, aún fresca como una lechuga, aunque también comí lo mismo que ellos. Los veo caer y arrastrarse con los brazos cruzados y admiro mi hazaña. No sé pelear, eso no significa que no pudiera usar mi mente y envenenar su comida.

Desde que llegué todos los legionarios están paranoicos conmigo, me acusan de querer robar sus puestos o algo así, por creerme superior a ellos. Todo por ser hija de Júpiter, el Rey de los dioses.

Ellos esperan que sea una líder, pero no lo suficiente como para ocupar el puesto de Pretora. Les desagrado por qué no soy lo suficientemente fuerte, pero si lo fuera mas fuerte se sentiría amenazados y me tratarían peor.

Ser débil en la legión es una sentencia.

Pero cuando los miro así.

Sé que tienen razón. Nací para estar por encima de todos, por eso no me gusta que me den órdenes o griten.

Ellos creen que pueden doblegarme.

Pero solo encienden la llama.

Actúan como si quisieran meterme en un molde para ajustarme a ellos.

Pero no dejaré que lo hagan.

— ¿Qué está pasando?— Balbuceó Hazel perturbada y confundida.

— No tengo idea.— Murmura, Frank.

Desde que llegué aquí he sido pisoteada, escupida y se burlan por mi situación migratoria.

Se merecen esto y más.

Me intoxiqué dos veces de pequeña y sé lo feo que puede llegar a ser.

Pero Hazel y Frank son amables, no había necesidad de molestarlos.

Los días son largos y pesados. Intento ignorar a todos en su gran mayoría. A veces pienso en que estaría haciendo Nico en el inframundo, si es que acaso nos volveríamos a ver o si alguna vez se pondría en contacto conmigo. Es mi único amigo en este país, aunque solo pasamos unos días juntos, creo que…

Lo extraño. Supongo.

Sueño con en él en algunas ocasiones. No sueños húmedos. Sueños en dónde somos felices juntos como pareja. Me da risa cuando lo pienso bien ¿Él y yo juntos? Lo dudo. En ellos él llama por otro nombre y me cuida con esmero.

No sé por qué sueño que soy una especie de princesa. Debo tener un gran ego, y lo admito. Soy un poco egocéntrica, siempre lo fui y tengo un serio complejo de superioridad.

Pero ¿Qué venezolano no? Es mi mente, soy la última coca cola del desierto y aunque no sea verdad, eso no me impide creerlo en mi mente.

Me preguntó que está haciendo Nico, si está en el inframundo o en ese otro campamento. Si estará pasándola bien o si logro volver con su expareja.

Quisiera hablar con él…

No lo sé, pasar el rato.

Pienso mucho en él y supongo que lo utilizo para aliviar mi situación, pero pensar en él me distrae de las malas situaciones que vivo en la legión.

Soy una paria. Básicamente.

Nadie me habla por qué estoy en la mira de los legionarios con cargos más altos y cuando lo hacen es solo para burlarse de mí por ser incapaz de sostener una espada. Los odio.

Apenas llegan te ponen etiquetas, no solo en la legión. Si no que en Estados Unidos en general. Yo soy la latina de un país corrupto, albina e incapaz.

Es como si te pagarán en la frente una gran etiqueta con tu raza, sexualidad, y pronombres de forma permanente. Todos se separan por grupos y todos se creen verdaderamente oprimidos.

Y no solo lo creen, les gusta victimizarse. Esa es casi toda la personalidad de la mayoría.

Y estoy harta de ellos.

Y ellos están hartos de mí.

— ¿Qué te paso?—Jason entra a la enfermería corriendo, cuando me mira sus ojos azules se llenan de una profunda preocupación—Dioses, solo mírate… ¿Por qué se han vuelto tan agresivos los entrenamientos?

— Está bien. No es nada.— Jason toma mi rostro entre sus manos y no puedo evitar el siseo de dolor que se escapa de mis labios cuando presiona sin querer mi rostro magullado.

— ¿No es nada? ¡Mira tu cara!—Dice con la voz entrecortada por la rabia y la precisión—¿Quién te hizo esto?—Me pregunta —Dímelo.— Exige saber.

Apartó la mirada de sus ojos y alejo suavemente sus manos rasposas de mi rostro amoratado y adolorido.

Al menos Jason llegó justo cuando por fin había parado de sangrar mi nariz.

— No, no es necesario.

— Solo quiero hablar con ellos.— Insiste con pesadez.

— No, Jason.

El rubio cierra los ojos con fuerza. Necesita un momento para digerir toda la situación y cuando por fin lo hace él parece llegar a un acuerdo consigo mismo y cambia de tema.

— ¿Por qué no te han atendido?—Pregunta al abrir los ojos, luciendo más calmado e inexpresivo.

Él es como un pequeño militar.

— Creo que están ocupados.

— ¡Aquí no hay nadie!— Señala en voz alta. Suelta un resoplido y rodea mi camilla —Espera aquí.— Pide el rubio de ojos azules con la voz muy agitada y labios apretados.

Está molesto

Jason rápidamente se adentra en la enfermería llena de camas vacías.

Suspiro e incluso hacer eso duele. Me acuesto la camilla y trato de ignorar el dolor palpitante en mi cara.

Soy una bocona. Entiendo por qué me golpean. Aquí hay jerarquías de poder así que no puedes ir por allí siendo un estorbo cuando eres probation.Igual a mí. No sé por qué lo hago si sé que me van a golpear, pero no puedo evitarlo.

Cierro los ojos y trato de pensar en un buen recuerdo para despejarme.

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—Olvidé preguntar, ¿Qué edad tienes?

— Acabo de cumplir 16 hace pocos días. — Solté con simpleza, y miré de reojo el rostro de Nico, quien comía a gusto una hamburguesa. Entrecierro mis ojos azules— ¿Y tú, Nico…? ¿Hace cuánto tiempo tienes 17?—Tanteo de forma cautelosa, alzando una ceja.

Nico detuvo el movimiento de su mandíbula, apartó la hamburguesa y me miro de forma pensativa.

— Eres bastante perspicaz.— No sé si fue un halago o un insulto disfrazado.

Su tono de voz hace difícil saber qué pasaba por su mente.

— Gracias.— Sonríe con suficiencia.— Sí. No quiero presumir, pero soy un prodigio.— Dije fingiendo humildad que no tenía.—¿Entonces?

—También eres muy curiosa, y poco razonable.— Nico me dio un lepe en la frente haciendo que soltara un leve chillido de dolor.— Pero estoy muy dispuesto a escuchar tus teorías.

— Bien, hay una foto en tu armario, se ve antigua y abajo tiene la fecha en la que fue tomada. —La expresión de Nico di Angelo se tornó curiosa, como si fuera el programa más interesante del mundo. —Allí aparece una mujer, que supongo que es tu madre y una niña, tu hermana.—Tantee un tanto insegura de mi teoría.— Lo que me dice que el adorable bebé sentado en las piernas de su madre era tú.— Hago mis suposiciones y el alza una ceja.

Un atisbo de sonrisa cruzó los labios de Nico di Angelo.

— Estás en lo correcto.—Me felicito, cada vez que me miraba a los ojos se sentía como si pudiera mirar a través de mi alma.— ¿Pero dime cómo crees que sigo vivo?— Me pregunta.

— Eres… ¿Inmortal?— Le cuestione.

— No.— Respondió.

Aquello me confundió bastante, si la fecha de aquella foto era correcta entonces Nico debería tener unos 90 años como mínimo, nadie podría sobrevivir a esa cantidad de tiempo viéndose tan joven y saludable.

Y atractivo.

— Entonces no lo sé.— Admito.

Nico me miro con superioridad, casi de forma egocéntrica. No puede evitar hacer una mueca de disgusto.

— Vamos, chica pródigo.— Me alienta —Creí que eras inteligente.— La voz tenía una chispa de burla, me dio un suave empujón con el hombro.

— Bien.—Resople, algo molesta. No me gustaba que se cuestionara mi inteligencia.— ¿Eres un vampiro griego?— Pregunté curiosa.

Sabía que eso no sonaba demasiado inteligente, pero estaba segura de que el mito de los vampiros venía de la antigua Grecia. Eso creo al menos.

Los ojos ónix de Nico brillaron.

— ¿Qué?— Bufo, totalmente incrédulo como si se hubiera quedado sin aire en los pulmones mientras una sonrisa socarrona se extendía en sus labios.

La risa de Nico me hizo sonrojar hasta las orejas a pesar de mi aparente odio hacia aquel sonido, tal vez por qué la risa de alguna forma representaba la expresión más pura de felicidad o por la gente solía reírse de mí como si no estuviera parada frente a ellos.

Pero había algo en la clara risa de Nico que despejó las nubes que había en mi corazón y me llenaba de una extraña sensación de calidez.

Se notaba que no reía mucho, pero debía hacerlo con más frecuencia.

Cuando reía sus mejillas pálidas se tornaban rojas, sus ojos se llenaban de brillo y su rostro se llenaba de vida.

Nico parecía una persona fría, alguien con el que no deberías meterte, pero había sido muy paciente conmigo.

Me había ayudado.

Me dio un recorrido por el pasillo de su padre y trajo comida del mundo mortal por qué yo no podía comer la peculiar comida del Inframundo.

Él no parecía el tipo de persona que hacía estás cosas.

Note un hilo suelto en la chaqueta de aviador de Nico, me aproxime a él para quitárselo, pero antes de que siquiera pidiera alcanzarlo, el chico metió el resto de su hamburguesa en su boca y se giró rápidamente para darme la espalda. Quede perpleja y confundida por su forma de actuar, él se giró y me miro consternado aún con las mejillas repletas de comida.

Entonces lo entendí.

Me cubrí la boca y sentí los colores subir a mi rostro, me alejé de él y me levanté de las escaleras de golpe.

Parpadee múltiples veces, avergonzada.

Me había acercado a él muy rápido y seguro pensó que iba a besarlo.

Se me hunde el pecho. Desde la perspectiva de Nico, yo me había inclinado sobre él peligrosamente cerca de rostro. Y no sabía que me avergonzaba más, que haya pensado que lo besaría o que se apartará de forma tan dramática; como si tuviera alguna enfermedad o fuera una jodida leprosa que iba a contagiarlo.

Las dos opciones me enojan.

— ¡No iba a intentar besarte! — Exclame casi en un grito, temblaba por la vergüenza y no podía articular las palabras.—¡Solo quería quitarte ese hilo!— Señale su chaqueta.

Estaba tan avergonzada que quería ponerme a llorar.

Nico miró su chaqueta, luego a mí y de nuevo a su chaqueta. Sus ojos negros se abrieron por completo y noté un destello de culpa en ellos.

— Perbgm…— Intento decir algo, pero tenía la boca llena de comida.

No sé por qué lo hice, tomé lo que quedaba de mi hamburguesa y se la metí la fuerza en la boca.

Estaba enojada y avergonzada.

Mi cerebro no pensaba correctamente.

— ¡Ya me voy! — Chille con voz temblorosa antes de salir corriendo.

Salir corriendo por el inframundo no fue mi mejor idea, de todos modos no fui muy lejos. Me encontré con el dios de la muerte pacífica casi al instante y pase un rato muy raro después.

Aunque me resultó interesante ver a Nico erizarse como un gato frente al dios. Cuando lo recuerdo no puedo evitar reírme de la situación.

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Sonrió para mí misma al recordar aquello. Me muevo en la camilla y me pongo en posición fetal. De ese modo el sueño me invade y me duermo.

Trato de mantener un perfil bajo los siguientes meses. De todos modos, mis compañeros de la cuarta cohorte no me respetan por qué piensa que me escapé y cuando vi que las cosas eran duras afuera regrese al campamento.

Nadie cree que me perdí en el bosque, aunque considero que tengo una gran habilidad para mentir, pero supongo que tienen razón por qué estuve en el inframundo paseándome con el hijo del rey del inframundo durante días.

La legión se prepara para su visita anual al campamento griego. Una cohorte se queda en la Nueva Roma para proteger la ciudad y los demás esperan al transporte para ir a New York, Manhattan. Estoy emocionada.

Me da vergüenza admitirlo, pero realmente quiero ver a Nico.

Aunque no más emocionada que Jason, quien saca chispas de las manos por la emoción de presentarme a sus amigos. A la única que conozco bien es Piper, su novia, hija de Afrodita.

— Leo es mi mejor amigo. Estoy seguro de que se llevarán bien.— Me explica el hijo de Júpiter.— Y luego está Nico, es algo así como mi hijo.

Alzó una ceja y mi pecho se aprieta.

— ¿Tu hijo?

— Siento la necesito de cuidarlo, es como mi hermanito. Lo que significa que también es el tuyo.—Me explica Jason y yo suelto una risa nerviosa— A veces puede ser un poco cruel, pero sé que se llevarán bien. — Asegura.

Tiene razón. Nos llevamos bien.

Sopeso la posibilidad de contarle la verdad y decirle que ya lo conozco.

Que no me perdí en el bosque.

— También estoy segura de que nos llevaremos bien.— Suspiro y dejo caer las manos a ambos lados de mi cuerpo — Ya siento que lo conozco.

Jason sonríe y me despeina el cabello.

— Oh, te encantará. En el solsticio de verano iremos al Olimpo con todos los griegos y podrás conocer a papá.—Exclama con la voz llena de alegría y me sacude por los hombros.— Será tu primera vez allí, pero no tienes que sentirte nerviosa. Papá puede ser un poco severo e indiferente, pero…

Los ojos azules de Jason centellan.

— No creo que existe alguien que no pueda quererte.— Afirma.

Sonrió apenas y resoplo con fuerza para apartar el flequillo de mi cara.

— Tranquilo, espera a que me conozca.— Dije con sarcasmo.

Jason se ríe.

—¿Viajas ligero?— Pregunta mirando mi bolso enganchado a mi espalda.

Frunsco los labios.

— No traje casi nada de mi casa. Así que no tengo muchas cosas.

El rubio hizo una mueca.

— ¿Por qué no me dijiste?— Me cuestiona preocupado.

— No necesito mucho. Siempre uso el uniforme de la legión.— Me excuso.

— ¿No quieres un corte de cabello? Puedo pedirle a Piper que lo haga — Cambia de tema.— Creció disparejo.— Dice tomando un mechón de mis cabellos blancos platinados.

Hago una mueca. Bajo la mirada y tomo la punta de mis cabellos. Él tiene razón. Antes lo tenía muy corto, pero creció hasta llegar a la altura de mis hombros. Parece que un morrocoy me arranco los mechones a mordiscos.

— Lo pensaré.— Murmuro.

Creo que lo que más extraño de Venezuela es mi peluquera y manicurista de confianza.

Me da miedo que me dejen como Barbie de niña pequeña.

El Argo II llega por nosotros y nos recibe el capitán del mismo. Un tipo de piel morena y cabello castaño. Su rostro tiene una expresión perpetua de burla y malicia, orejas puntiagudas y ropa similar a la de un mecánico, yo diría que un mecánico pirata. Jason me habló mucho sobre Leo Valdez.

Leo fue con mi hermano hasta mi preparatoria para secuestrarme, pero en realidad no hablamos mucho.

Estaba un poco a la defensiva en ese momento. Estaba como loca.

Creo que lo mordí.

Aparte de eso, solo compartimos un par de palabras y nada más. Así que no lo conozco como tal.

— ¡Hola, Romanos!— Exclamó Leo Valdez desde el Argo II atravesó de un pequeño megáfono. Desde abajo, las cohortes esperan a que baje la rampa para subir al barco— Espero que no exista rencor por los lamentables.— Dice con tono exagerado—Sucesos del pasado que involucran a su humilde y ardiente servidor bombardeando su ciudad, pero eso ya paso.— Grita.

Piper suspira profundamente y se acomoda el flequillo con su mano.

— ¿Por qué tiene que decir eso todos los años…?— Murmura, Frank.

— Déjalo. Lo está disfrutando.— Susurra Hazel, comprensiva.

—¡Suban! ¡Mis pocos desarrollados amigos Romanos!— Las plataformas bajan y los romanos suben en orden mientras se quejan por las palabras del moreno de sonrisa burlona.— ¡La semana de intercambio comienza el día de hoy! ¡Arriba…! ¡Vamos, vamos! — Grita y yo pienso en que debería ser presentador y no un científico loco/ mecánico desquiciado.

Hazel, Piper y Frank suben.

Leo le da un beso en la mejilla a la morena, igual que a piper y un par de palmadas en el hombro al asiático en forma de saludo amigable. Jason toma mi mano con fuerza y sube corriendo la plataforma para llegar a su amigo.

— ¡Jason! ¡Hermanó! — Exclamó Leo dándole un abrazo al rubio.—Mira esos pectorales, si sigues así tendré que hacerte unos sostenes.

Jason solo se ríe y le da un golpecito en el hombro en forma de saludo.

— Compórtate. Harás que Raiden se asuste.— Le recuerda y entonces el moreno se fija en mí, sonriente.— La recuerdas ¿Cierto? Es mi hermana.

—¿Pero qué tenemos aquí?— Leo entrecierra los ojos y apoya su mano sobre su mentón. Analizándome— Mmmmh… Bonita, bonita Raiden.— Dice en español, pero tiene un acento muy marcado que me hace saber que no es su primer idioma.— Claro que te recuerdo, me mordiste varias veces cuando intenté subirte al Argo II.

Mis mejillas arden.

— Lo siento por eso, no estaba en mi mejor momento.— Me disculpo.

Los ojos marrones de leo brillan.

— Tu inglés mejoró mucho.— Me halaga.— Definitivamente estás más bonita que antes, incluso con toda la cara golpeada.— Dice sorprendido.

— Ya, ya, ya…— Jason aleja la cara de leo de la mía y es allí cuando me doy cuenta de lo cerca que estaba.— Es suficiente, tienes que estar— Empuja al moreno suavemente.— A 1 metro de distancia para hablarle.— Dice.

Leo solo se carcajea y me invita a pasar mi brazo alrededor del suyo.

— ¿Quieres navegar?— Él saca un sombrero de pirata de bolsillo de su cinturón y me lo tiende.— Capitán.

Tomo el sombrero y me lo pongo.

— Pensé que nunca lo pedirías— Paso mi brazo alrededor de suyo y dejo que me guíe dentro del Argo II.

Jason le grita a Leo que mantenga las manos quietas si no quiere perderlas. Pensé que habría un timón o algo así, pero solo había un viejo control para videojuegos. Fue más fácil de lo que creí, pues supuse que iba a ser un reto para mis capacidades intelectuales.

Pero estaba emocionada de conducir una aeronave. No era un avión, pero estaba sobre el cielo y eso bastaba.

Fue una experiencia increíble.

Y leo fue agradable conmigo. Es un tipo coqueto y juguetón, pero no es un baboso, así que está bien. Es lindo.

Cómo; Lindo y torpe, pero lindo al fin y al cabo. Creo que seremos amigos.

Cuando aterrizamos en la entrada boscosa del campamento mestizo los romanos bajaron del Argo II en una perfecta formación. Del otro lado de la barrera nos esperaban los griegos agrupados de forma desordenada, y con una apariencia más relajada.

Jason me busco y me alentó a bajar del Argo II rápidamente para que pudiera presentarme al resto.

En cuanto mis pies tocaron la hierba, el aire se llenó de energía eléctrica. Y el cielo despejado típico del verano empezó a llenarse de nubes oscuras que amenazan con una tormenta.

Aunque me parece raro, lo ignoro.

Cuando la primera cohorte puso un pie dentro del campamento mestizo recibieron una gran cálida bienvenida con coronas de flores y aplausos.

Mire desde atrás y sonreí.

El lugar se veía bien.

— Vamos, vamos.— Grita Jason con la voz agitada por la emoción.

Antes de pasar la barrera, y ver el árbol que alguna vez aparentemente fue mi hermanastra, nos encontramos con una rubia de ojos grises quien iba de la mano con un pelinegro de ojos verdes como el mar. Dos Héroes que salvaron al mundo varias veces.

Mi hermano parecía muy feliz, así que le seguí la corriente.

Es raro, no me sentí intimidad por ellos. Parecían dos jóvenes adultos bastante comunes, bueno, eran muy atractivos; Cómo una pareja de dioses que parecían poderosos y bellos.

— Una hija de Júpiter parece un mal presagio.— Dice Annabeth como si nada, luego se enrojece y niega con la cabeza varias veces.— Lo siento, creo que dije eso en voz alta.— Farfullo.

— Annabeth.— Dice Jason con un tono bastante ofendido.

Annabeth gruñó y negó con la cabeza, escondiéndose detrás de su novio.

— Perdona. Te vuelves insensible con estas cosas con el tiempo.— Percy me mira comprensivo.— Lo siento.

— No. Está bien.— Niego varias veces, entiendo perfectamente lo que dijo.

Ya me lo habían dicho 100 veces desde que llegue al campamento Júpiter.

— Bueno, vamos.— Jason, me jala del brazo — Te presentaré a Nico.

Jason tiene la mala costumbre de arrastrarme con él, sin importar que él sea dos veces más grande que yo.

Y entonces cruzamos la barrera y sentí una punzada eléctrica en mi columna vertebral que se extendió a todo mi cuerpo. Fue como una ráfaga de energía en mis venas, nunca había experimentado algo como eso.

Puedo sentir las chispas eléctricas recorriendo las puntas de mis dedos y toda mi piel erizarse.

El rubio de ojos azules se gira hacia mí con una expresión que no logro descifrar y se lanza contra mí como si quisiera alcanzarme. No lo logra.

Jason sale disparado hacia atrás, como los mestizos a mi alrededor cuando un rayo cruza el cielo y cae sobre mí. Me cubro con los brazos y cierro los ojos con fuerza esperando el golpe.

Quizás el dolor quemante en todo mi cuerpo, pero no sucede.

Siento un pequeño hormigueo en todo el cuerpo y nada más. Escucho el cielo estremecerse sobre mí, los truenos estridentes se cuelan en mis oídos.

Cuando tomo el valor para abrir mis ojos noto que sorprendentemente no tengo un solo rasguño, mi piel parece intacta y normal. Alzó la cabeza y me percató de que todos me miran con una mezcla de sorpresa y horror.

Una luz azulada baña mi cuerpo, alzó la cabeza buscando la fuente de dicha luz cegadora y observo la imagen de un rayo que flota sobre mi cabeza.

— Rey de los dioses, el cielo y los rayos. Salve Raiden Isabel castillo.— La voz masculina llama mi atención y mis ojos se centran en un centauro que se arrodilla frente a mí en una reverencia— Hija de Zeus— Baja la cabeza ante mí y entonces los pocos mestizos que seguían de pie imitaron la postura del centauro. Dioses.

— Salve hija de Zeus.— Recitan los griegos en un coro y mi corazón se acelera dentro de mi pecho.

Entonces mis ojos captan a la única persona que permaneció de pie.

Nuestras miradas se cruzaron y sentí un chispazo de reconocimiento entre ambos. El pelinegro estaba parado a escasos metros de mí, tenía las manos metidas en los bolsillos y traía puesta una capucha sobre su cabeza, con una expresión seria en su rostro bonito, su cuerpo emanando sombras al igual que la tinta que se corre en el agua.

Él no se arrodilló.

En realidad tenía esa mirada en sus ojos que me decía que nunca iba a arrodillarse ante nadie.

Algo en él no estaba bien. No me miraba como lo haría un amigo, se veía molesto y receloso, pero no lo comprendo, pensé que Nico estaría feliz de verme nuevamente.

Creo que me equivoqué.

La luz desapareció y todos se levantaron del suelo.

Evite la mirada del centauro quien me miraba como si me conociera.

Mire a los semidioses griegos que aún me miraban expectantes.

Levanté la mano apenas.

— Hola.— Dije con voz débil.— Soy Raiden.— Me presentó.

Holaaa chicas y chicos.

Espero que les haya gustado mucho el capítulo de hoy, tarde más de lo esperado en escribirlo por qué Raiden es un personaje un poco complejo.

Dejen sus comentarios y votos para saber si les gusta.

Pobre albina.

Bye bye.

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