Capitulo 19.
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Baile alrededor del fuego.
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Narrador Pov.
— Entonces esa chica sexy con músculos en los músculos me partió la jeta.— Relato la albina antes de meter una gran cucharada de cereal con fruta picada en su boca. Mastico y trago, luego siguió.—¡Para nada! ¡Por qué iba a darme el cinturón de todos modos por qué era una mujer bonita!
Hazel sonrió como si recordara una anécdota graciosa y lejana.
— Con ser mujer tenías todo a tu favor, quizás si solo se lo hubieras pedido te lo hubieran dado. — Le Hazel comentan sonriente.
Nico se llevó la taza de café negro a los labios y bebió un largo sorbo sin quitarle los ojos de encima a Raiden. Ciertamente, los primeros días fue un poco incómodo estar cerca del otro y los demás podían sentir esa tensión.
Con el tiempo volvieron a comer todos juntos en una mesa, tratando de ignorar él lanzó caótico que unía al hijo de Hades y la hija de Zeus.
Incluso las chicas habían empezado a adoptar a Raiden en su círculo.
— Al final conseguí el cinturón de Hipólita y tuve que quedarme un mes para aprender sus tácticas de pelea.—Dijo Raiden con entusiasmo y orgullo, ella alzó la comisura de su labio con su dedo índice mostrando su colmillo que curiosamente tenía un color más claro que el resto de sus dientes.—También me arreglaron el diente que me voló la líder de las amazonas.
Jason ahogó una risita.
— Bueno, la líder de las amazonas es la hermana de reyna.— Recordó Jason con añoranza y alegría.—Siempre han favorecido a las mujeres, un poco de misándricas, pero no son malas.
Percy trago el contenido de su boca e hizo un sonido de reconocimiento.
— A mí una fulana de esas me quería convertir en su esclavo. Creo que era algo sexual o algo así, fue raro.— Les menciono como un asunto gracioso.
Annabeth frunció el entrecejo y miro de reojo a su querido novio.
— Confirmo, es algo sexual.— Le aclaró Raiden con entusiasmo.
Leo alargó un silbido.
— Una mujer sexy con músculos busca esclavos ¿Dónde me apunto?— Pregunto con un tono sugerente.
Piper le da un suave codazo y Leo se ríe a carcajadas con burla.
— ¿Cómo va ese brazo?— Pregunta Piper haciendo que todos dirigieran sus ojos al cabestrillo de Raiden.
Aún tenía el cabestrillo que mantenía su brazo pegado a su pecho.
— Ya sabes, un poco mejor.— Dice insegura.—Quizás si los monstruos dejarán que el hueso siguieran en su articulación estaría mejor.— Bufa.
— No seas quejumbrosa.— Sisea Leo en un tono burlón y sarcástico.
— Déjala, debe ser difícil ir a una búsqueda sola.— La defendió Piper.
El ambiente relajado del comedor se vio interrumpido por una docena de gritos agudos a lo lejos. Los mestizos que desayunaban tranquilos giraron sus cabezas la puerta y vieron como los sátiros del campamento huían en manada a la espesura del bosque.
— ¿Qué les pasa? Parece que vieron un fantasma.— Se burló Leo.
— ¿Escuchan eso?— Pregunto Frank extrañado— Suena como …
—¿Qué?— Pregunta Hazel al ver la expresión en el rostro de su novio.
El sonido del plato de vidrio chocando contra la madera los hizo saltar. Todos se giraron y vieron al gran héroe del Olimpo durmiendo sobre su comida.
— ¡Percy! ¡Que caraj— Annabeth cayó al costado del pelinegro, dormida.
En un parpadeo, todos en la mesa se habían desmayado, a excepción de la hija de Zeus y el hijo varón de Hades.
—¿Qué está sucediendo?— Exclamo Nico colocándose de pie.
El pelinegro miró a su alrededor y llamo a las sombras, trayendo desde su cabaña su espada de Hierro Estigio a su mano. Sus ojos ónix se clavaron en su baso de agua sobre la mesa y noto que el agua estaba vibrando.
— ¿Has visto Jurassic Park?— Pregunto Raiden, palideciendo.
Una colisión contra la pared lateral derecha del comedor provocó que toda la estructura se sacudiera y el polvo llenará el lugar. Hubo un casi imperceptible segundo de silencio. Y cuando la nube de polvo se desvanece ante los ojos de los mestizos, la figura de un jabalí se alza, mide diez metros de altura, tiene colmillos del tamaño de canoas y se mueve muy rápido.
El jabalí rugió, pero sonó más como un chillido ensordecedor. Y entonces todas estallaron en gritos y chillidos.
— ¡Evacua al resto de mestizos! ¡No dejes q—Raiden apenas logro decir en dirección al hijo de Hades antes de que el jabalí la embistiera, igual que una bala, su cuerpo fue lanzado al otro lado del comedor, choco contra la pared y la atravesó perdiéndose en el bosque del campamento mestizo.
— ¡Raiden!— Grito Nico, trato de ir a buscar a la hija de Zeus, pero recordó el comedor lleno de niños pequeños y sus compañeros inconscientes.
Todo sucedió en cuestión de segundos
Ese enorme jabalí estaba arrasando con todo lo que tenía a su alrededor, lo que incluía a los semidioses que se cruzarán en su camino. El pelinegro se las arreglo para hacer más viajes de sombras de los que alguna vez había hecho en toda su vida en un mismo período de tiempo. Tratando de poner a salvo a todos los semidioses y llevar a sus amigosa un lugar seguro.
Los mestizos corrían desesperados hacia la armería para buscar todas sus armas, escudos, y armaduras para defender el campamento mestizo.
Pero después de que el enorme jabalí logró destruir el comedor, decidió que el lugar al que corría ese montón de hormigas sería su próxima víctima.
Nico corrió en su dirección con todas sus fuerzas y aunque para este punto debería estar desgastado, sin energía, su cuerpo se negaba a rendirse. Sentía descarga tras descarga de energía que recorrían cada fibra de su cuerpo. En años anteriores no podría hacer más de 3 viajes de sombras sin agotarse.
Y aunque pareciera extraño, desde que puso un pie en el continente americano se sintió más fuerte.
El hijo de Hades hizo un viaje de sombras hacia el jabalí, pero incluso así no pudo igualar la velocidad de la bestia. Solo logro clavar su espalda en una de sus patas, cuando el objetivo era su lomo. El jabalí soltó un chillido desgarrado y empezó a patear, Nico se las arreglo para no ser aplastado.
La bestia era imparable, incluso los árboles eran arrancados desde la raíz a su paso. Nico trató de recordar el mito en el que Heracles lo capturó.
— ¡Busquen cadenas! ¡Cuerda! ¡Algo para inmovilizarlo! — Grito, pero ese pequeño descuido le dio la ventaja al jabalí para embestir al pelinegro.
Su cuerpo salió volando, el dolor en su pecho era punzante, pero no iba a permitirse caer en batalla. Antes de que pudiera chocar contra algo, hizo un viaje de sombras y logro caer en un sitio seguro, casi ileso. Dioses.
El jabalí destruyó el cobertizo arrasando con la madera.
En realidad, parecía que la bestia iba a por toda construcción en pie, así que los mestizos no tenían armas ni donde refugiarse. El pelinegro hizo un viaje de sombras tras otro, apartando a los mestizos del camino de completa destrucción que dejaba el jabalí a su paso. Tomo el mango de su espada, y volvió a cargar en su contra.
El cielo se estremeció y oscureció llenándose de nubes negras, luces empezaron a cruzar las nubes en tonos blancos azulados y el cielo rugió como un monstruo furioso.
Raiden Stormborn salió como una bala del bosque, surcando los aires hacia la bestia salvaje. Cómo un para rayos humano, redirigiendo la pura electricidad hacia su objetivo.
Todo el cielo se iluminó.
Los rayos cayeron en fila persiguiendo a la bestia que huyó al bosque.
—¡Di Angelo!— Uno de los hijos de Hermes lanzó un bulto de cadenas echas de bronce celestial y Nico las atrapó en el aire siguiendo la estela de rayos que dejaba Raiden a su paso.
Nico fue haciendo viajes de sombras persiguiendo a la albina, mientras ella trataba de atinar un rayo a la bestia.
Raiden logro acorralar al jabalí contra un pequeño acantilado lanzó un rayo tras otro contra la bestia dejándola lo suficientemente aturdida para que el hijo de Hades pudiera inmovilizarlo con las cadenas de bronce celestial.
Se supone que el jabalí debía ser “atrapado” y ya estaba hecho, pero nada realmente sucedió. Raiden bajo de los cielos, luciendo exaltada, tenía una pequeña herida en la frente que había llenado la mitad de su rostro de sangre fresca, exhalando vaho, pero extrañamente había logrado que su cabestrillo permaneciera intacto.
Tenía el cabello lleno de ramitas y la ropa hecha jirones y llena de tierra por haber sido arrastrada.
—¿Por qué no desaparece?— Raiden se preguntó a sí misma.
La enorme bestia empezó a despertar y sacudirse, tratando de liberarse.
— Heracles la cargo sobre su cabeza — Menciona Nico, jadeante.— Quizás debas intentar eso.— Recomienda.
Raiden utilizo el aire para crear ráfagas alrededor del jabalí para elevar su cuerpo por los aires. Se colocó debajo de él y con su mano libre rozo el lomo del jabalí.
Al instante este estalló en polvo dorado y un número apareció por encima de la cabeza de Raiden.
«4»
Y luego desapareció.
A Heracles le tomo unos largos doce años completar los doce trabajos, pero Raiden había completado cuatro en dos años y medio. Quizás podría ser libre mucho antes que su antecesor.
Los ojos azules como el cielo de Raiden se encontraron con los ojos ónix de Nico quien la miraba de vuelta con la respiración agitada.
Ambos se miraron agitados.
Unos minutos de silencio.
— ¿Estás bien…?— Pregunta Nico acercándose cautelosamente.
Dudo, pero empezó a quitarle las ramitas atascadas en sus cabellos blancos y plateados bajo su atenta mirada azul y las tiro al suelo.
—Fueron solo unos golpes.— Dijo Raiden apartando la mirada.— No es nada…— Intento apartar la mano del pelinegro, pero este no lo permitió.
—¿Cómo está tu brazo?— Pregunta el pelinegro mirándola de arriba abajo para buscar más heridas en ella.
Buscando mutuamente sus ojos
—Estoy bien, estoy bien.—Murmuro por lo bajo.—¿Y tú? — Le cuestiona —Pensé que tenías un número límite de viajes de sombras.— Exclamó.
Nico sonrió apenas.
— Ya no tengo un límite.— Dice.
Raiden respiro hondo. Apartó la mirada y se sobó el brazo.
— Supongo que Hera no podía dejarme curar mis heridas.— Dice como un suave reproche.— ¿Hubo algún herido? ¿Todos están bien?
— Yo me encargué de eso.— Le asegura Nico.— No te preocupes.
Raiden asintió con la cabeza.
— ¿Puedes caminar?— Pregunta.
La hija de Zeus exclamó que podía hacerlo con seguridad, pero termino siendo llevada por el hijo de Hades en su espalda devuelta al campamento.
Esa noche la fogata se transformó en una pequeña «celebración» por estar vivos y no perder sus cabañas, gracias a las hijas de Afrodita que no podían dejar pasar la oportunidad para hacer una fiesta, los únicos no emocionados eran los hijos de Hefesto, por qué ellos tendrían que reconstruir el comedor y la armería. Aun así, se unieron a la fogata para comer buena comida y bailar con los demás semidioses.
Los semidioses de la profecía estaban un poco confundidos, pero dijeron la palabra “fiesta” y estuvieron dentro.
—¿Y qué fue lo que pasó? Desperté con granola en la nariz.— Pregunto Percy confundido y aturdido.
— Un puerco gigante destruyó el almacén y comedor.— Le explico un hijo de Hermes con calma.
Nico y Raiden estaban sentados en lados opuestos de la gran fogata con coronas de laurel sobre sus cabezas por haber vencido a la bestia.
Mirándose mutuamente en silencio a través del fuego ardiente.
Frank le tendió la mano tímidamente a la morena y está la acepto gustosa su invitación a bailar con él, girando en círculos alrededor de la fogata. Percy y Annabeth ya estaban haciendo un gran espectáculo, y Jason y Piper se lo tomaban con mucha más calma.
Leo había intentado sacar a una chica, pero como ninguna acepto, solo siguió ofreciendo bailar hasta que otro chico (hijo de Hermes) finalmente acepto y bailaron juntos unas tres canciones.
Nico respiro hondo y se puso de pie, al instante la hija de Zeus se tensó, trato de buscar una forma de abandonar el sitio sin ser tan obvia, pero chocó casi de inmediato con el pecho del hijo de Hades que se manifestó frente a ella a través de las sombras como si supiera que iba a huir. La corona de laurel en la cabeza de la albina se deslizó hasta su cara, el pecho del joven vibró con una pequeña risa y devolvió la bonita corona de laurel devuelta a su lugar.
—¿Quieres bailar…?— Pregunta suavemente tendiéndole la mano aunque apenas había un pequeño espacio de distancia entre ambos.
— Ya hemos bailado antes alrededor de una fogata.— Dijo sarcástica.
— Solo en otra vida.— Nico miro su mano extendía y luego la miro a ella.
Raiden ahogó una risita amarga y coloco su palma sobre la de Nico mucho más grande y rasposa. Ese simple roce hizo les erizo la piel.
Nico se relamió los labios y se permito respirar hondo aspirando su aroma, le colocó su mano libre sobre la cintura de la albina haciendo que ráfagas de electricidad los recorrieran a ambos.
Sin apartar la mirada de los ojos del otro, conteniendo la respiración por qué el aire que compartían se sentía como fuego líquido deslizándose por cada vena, arteria y vaso sanguíneos. muy lentamente, ambos empezaron a balancearse al ritmo de la música que tocaban los hijos de Apolo, llena de sonidos suaves de lira y flauta.
Se sentía como un déjà vu.
Sus manos unidas pasaron de tener un agarre flojo a entrelazarse con fuerza, estando tan cerca que sus cuerpos se rozaban ligeramente.
Ambos tuvieron el mismo sentimiento de reconocimiento. De que muy en lo profundo de ellos sabían…
Sabían que esto ya había pasado.
—No te había visto volando antes, es impresionante.— Susurro Nico.
Le dio una vuelta, llevando su mano por encima de su cabeza haciéndola girar y luego la atrajo de nuevo hacia él. No había necesidad de hablar, el silencio que llenaba la música era cómodo, pero Nico quería poder seguir hablando, escuchándola.
— No era tan impresionante las primeras veces…— Se burló de sí misma.— Me compadezco de los polluelos que aprenden a volar.
— Seguro eras impresionante, incluso chocando contra los árboles.
— Dejaré que pienses eso.—El cuerpo de la albina empezó a relajarse.— De todos modos no había nadie que me viera, así que lo dejaré así…
Se movían con tanta naturalidad que parecía que habían bailado juntos toda su vida y las anteriores.
Y quizás era así.
— Yo también pase algún tiempo solo cuando era más pequeño.— Comento y ambos giraron rodeando el fuego.— Debió ser difícil para ti.— Le dice.
— Mmm… No es tan malo, las ninfas suelen hacerme compañía.— Dijo con una pequeña sonrisa.— Son lindas.
Nico alzó ambas cejas.
— Bueno, cuando era pequeño huían de mí como si tuviera lepra.— Rodeó los ojos— Siguen haciéndolo.
Raiden soltó una risita harmoniosa.
— Es que eres un hombre, además hijo de Hades.— Dice sonriente.— Los dioses no suelen ser amables con ellas y los semidioses menos.— Responde.
— Bueno, tienen sus razones.— Bufa amargado.— Igual son unas groseras.
Se sonrieron mutuamente y se hundieron en un silencio cómodo.
Jason los miro de reojo con una sonrisa y suspiro aliviado. Si Nico seguía tratando mal a su hermana menor iba a tener que golpearlo, y no quería tener que hacerlo, pero en el gran esquema de las cosas Raiden es una chica y tiene que protegerla.
Juntaron sus manos a la altura de su cabeza y giraron lentamente.
— No soy capaz de odiarte.— Susurra Raiden solo para los oídos de Nico.— Pero tú mismo lo dijiste antes, no somos las mismas personas.
Nico no aparta la mirada.
— Puedes torturarme el tiempo que quieras.— Asegura con voz ronca.
— No trato de torturarte.— Dice la albina en voz baja—Mantengamos las cosas sencillas, además yo… — El hijo de Hades envolvió su cintura y la pegó contra su abdomen, el contacto cálido fue abrazador y sobrecogedor.—Estoy saliendo con alguien más.— Balbucea.
Raiden tomo su extraña relación con Eros como excusa, pero ella no estaba segura de que estuvieran saliendo de esa forma o que realmente lo quisiera.
— ¿Ese pajarraco? Ni siquiera es tu tipo.— Se burla con altanería.
—¿Y cuál es mi tipo?
— Yo.
Raiden pone los ojos en blanco, pero no puede evitar sonreír burlona.
— Vas a chocar contra la pared durante el solsticio y no quiero que hagas un drama.— Le advierte.— Sé que no te cae bien el dios Eros.
— Ya veremos quién choca contra la pared en el solsticio.
(...)
Alyssa Pov.
— El hijo de Hades protege a Alyssa, pero quien protege a Alyssa de ese engendro.— Cuestiona Hera—Fue una mala idea que Zeus permitiera eso.
— Yo digo que es romántico.— Suspira Afrodita enternecida.
— Es una zorra igual que su madre.— Bufa la diosa del matrimonio—Tendrá un bastardo de cada dios del Olimpo en poco tiempo.— Dice llevándose la copa dorada de hidromiel a los labios.
— Me parece que las reglas humanas la condenan a serle fiel a su esposo.— Le responde afrodita.— Ella no es una diosa, solo es una niña mestiza… No es legal, pero ya hizo una promesa.
Hera la miro con ojos afilados.
— Una niña mestiza a la que llaman “Más hermosa que Afrodita”— Siseo Hera tratando de meter en dedo en la herida, sabiendo perfectamente lo orgullosa que era la diosa del amor.
La sonrisa en los labios de la diosa del amor se volvió tensa y apretada.
— Eso… — Afrodita respiro hondo—Eso no es cierto.— Susurro.
— Ah, pero los mortales lo creen.— Interviene Hera, alzando una ceja.— Si no fuera por la restricción de mi esposo la hubiera regalado a una casa de placer en cuanto su tío murió.— Brama amargamente —Allí perdería su belleza, y sus dientes rápidamente.
— Eso es un poco rudo.— Murmuro Hebe por lo bajo, un poco incómoda con el tema de la conversación.
— Hebe.—Dice Hera sentenciosa—¡Ella te ha quitado todo, la atención de tu padre, tu posición en el Olimpo…! ¡Tú eres su hija legítima y él prefiere darle su favor a su bastarda!— Gruñe— ¡Prefiere sentar en el trono a su nieto bastardo que a tu hermano! Eres quien más debería estar resentida.
Hebe evito la mirada de su madre y se llevó a los labios la copa de néctar. No es una diosa conflictiva y nunca había sido mala conmigo, solo indiferente.
Hera está particularmente venenosa y alterada el día de hoy y hay una razón válida para su estado. Zeus tiene a mi bebé en su regazo, y le dijo que pronto ese sería su lugar. El trono. Cosa que no cayó bien a la mayoría de dioses.
Y ella podía lanzar todo el veneno que quisiera, no me importaba.
Entro en el salón y detengo mis pasos al llegar al costado de mi guardia.
Miro a mi hijo, con sus ojos azules eléctricos y cabello negro mirando a su abuelo entre confundido y casi fascinado por su presencia. Mi bebé solo tenía nueve meses, nunca había salido del castillo en su vida y mucho menos había conocido a un dios.
Verlo en el regazo de mi padre me trajo recuerdos, dulces recuerdos de cuando me ponía en su regazo. Y me besaba las mejillas, lleno de cariño.
— Tengo el estómago revuelto.— Susurra Nikolai a mi lado, mirando fijamente a nuestro bebé, se ve tan preocupado y protector. Lo amó.
—Mi padre no le hará daño, es su nieto.— Le indicó con simpleza.
—Le pone un blanco en la espalda, prefería que solo lo ignorara.— Dice con suavidad y un tono ronco.— Lo miran… Todos los dioses lo miran, no sé si eso sea bueno para él.— Agrega.
— Él me protegió y sé que lo protegerá también a él.— Digo serena, aunque la semilla de la duda y ansiedad empieza a crecer en mi pecho.—Sé que lo hará.
— En cuanto empiece a caminar le enseñaré a protegerse a sí mismo.
Hola chicas y chicos.
Espero que les haya gustado el capítulo, es un poquito corto por qué tengo planeado que el próximo sea largo y lleno de drama.
Comenten y voten mucho.
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