Capítulo 17.

┌──────── ∘°☆°∘ ────────┐
Enemigos.
└──────── °∘☆∘° ────────┘

.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.

Raiden Stormborn Pov.

Mis ojos se abren de golpe, aturdida y mareada hasta el punto en que siento el ácido de mi estómago en mi boca.

Mi cabeza dolía, y cuando trate de tocar mi frente escuché un sonido metálico, toque mi piel palpitante y húmeda. Baje la mano y mire mis dedos manchados de sangre con motas doradas, oscura y pegajosa.

Miro las esposas alrededor de mis manos, y cuando intento sacudirlas para hacer que se resbalen de mis muñecas, no lo hacen, así que hago presión tratando de que se rompan, pero no lo logró. Son más resistentes de lo que imaginaba. Maldición.

Bajo la cabeza y veo mis tobillos, atados con enormes cadenas que cuelgan del techo. Son ganchos.

Estoy en un lugar frío y oscuro, la luz es blanca y lejana, parece un almacén lleno de materiales de construcción, polvo y telarañas. Muy descuidado.

— Buenas noches, princesita.— Una voz femenina hizo eco en el almacén.

Busco entre la oscuridad y veo una hermosa chica pelirroja, ojos verdes y rostro lleno de pecas. Blanca como la leche, hasta el punto en que es raro.

Se ve normal, pero es…

Está demasiado calmada y relajada como para estar hablando con una chica esposada y malherida.

Además.

Ella apesta. Apesta a podredumbre.

— Desátame. —Siseo entre dientes —O haré que mueras gritando.

— Atraparte fue mucho más fácil de lo que pensé.— Susurro y tomo asiento lejos de la luz blanca sobre mi cabeza—Estabas tan distraída persiguiendo al siervo dorado, que ni siquiera nos escuchaste.— Opino con sencillez.

—¡Suéltame maldita perra! — Trato de ponerme de pie, pero estoy débil —¡Te mataré! ¡Suéltame ahora!

Trato de gritar con fuerza, pero mi voz es aterradoramente baja.

Me duele la cabeza.

— Grita todo lo que quieras nadie te escuchará.— Exhala con delicadeza y giró ligeramente su cabeza, sonriendo—Y serás tú quien muera gritando.— La joven levanta una palanca justo en su costado, y la cadena atada en mis pies empieza a retraerse velozmente.

— ¡Debe ser una puta broma!— La cadena tira de mis pies y me levanta del suelo boca abajo —¡Sabía que los pelirrojos eran malvados!— Grito.

Se me corta el aliento, me agito en el aire y trato de desatarme.

— Tu sangre es la más dulce que he probado, es exquisita.— La joven se levanta de su silla y coloca un tazón debajo de mi cabeza —Nos daremos un festín contigo, princesa— Ella se acerca y utiliza sus uñas largas como garras cortar mi muñeca.— Tranquila, no te dejaremos morir. No por ahora.

Gotas de mi sangre empiezan a caer en el tazón de vidrio poco a poco.

— ¡Voy a matarlos! ¡Los mataré!

Grite hasta que me quedé sin fuerzas, lo que no tomo mucho tiempo por qué me estaba desangrando lentamente.

Estoy mareada y debo aceptar que las cosas no se ven bien para mí.

Después de 15 minutos toda la sangre en mi cuerpo se había acumulado en mi cabeza y sentía que mi frente iba a estallar junto con mi cerebro. Nadie sabía donde estaba y yo tampoco.

Una hora colgando después y que ese maldito tazón se llenará de sangre empecé a pensar que iba a morir.

De la manera más estúpida.

Sí, vampiros que brillan bajo el sol iban a matarme y comerme hasta los huesos. Qué vergüenza. Es como si estuviera en crepúsculo, solo que de bajo presupuesto y menos romance.

¿No pudo haberme matado algo más legendario? Maldita sea.

No lo sé, Serpiente gigante o quizás un dragón, algo por el estilo. En su lugar, un grupo de pelirrojos llenos de pecas iban a comerme. Por los dioses.

Cuando mis ojos empezaron a cerrarse y la somnolencia me atacó supe que no había vuelta atrás.

Diablos, iba a morir.

Bueno, al menos podría descansar en los campos elíseos y hacer amigos.

Fue tan solo un parpadeo.

Quizás me dormí 5 minutos.

Cuando abrí los ojos estaba lista para defenderme con uñas y dientes luego de tomar una pequeña siesta, pero ya no estaba en ese sucio y frio almacén. Estaba en una cama cómoda, sábanas blancas y lugar cálido. Por un instante pensé que había soñado todo, pero al ver mi brazo vendado y el otro con un cabestrillo que lo mantenía pegado a mi pecho supe que no fue un sueño.

Mi cabeza ya no dolía, así que alguien me habían atendido y cuidado.

Debieron haberme administrado suero, quizás también medicamentos mientras me encontraba dormida, vía intravenosa. Aún tenía la marca en la unión de mi brazo y antebrazo.

El aire estaba lleno de un agradable olor a pan con mantequilla.

Olía a mestizo…

Si es que eso tenía sentido.

— Hermana.— Unos brazos fuertes me envolvieron por el cuello.—Que bien que despertaste, dioses. Casi me muero del susto.— Exclamó.

El rostro de Jason llena mi campo de visión, aparta el pelo que se culea en mi rostro y me sonríe aliviado.

— Jason.— Le devolví el abrazo y respiré hondo su aroma a sol.

De inmediato me sentí aliviada por su presencia. Y lo pellizqué para saber si estaba soñando, solo por si acaso. Mi hermano mayor soltó un chillido y dio un sobresalto, mirándome confuso.

— ¡Auch! — Se sobó el brazo— ¿Y eso por qué fue?— Pregunto confuso.

Suspire aliviada.

— Solo para estar segura…— Volví a acostarme sobre la cama.— Esto no es un sueño, realmente estoy…— Me giró hacia Jason — ¿Dónde estoy?

— El Campamento Mestizo.— Responde sonriente.— Estamos en la casa grande, en la enfermería.

Pongo los ojos en blanco, por qué la última vez que estuve aquí era una zorra destroza relaciones. Y no tenía ganas de escucharlos lanzar pestes de mí mientras estaba convaleciente.

— ¿Y tú qué haces aquí?— Pregunté confundida, frotando mi frente. Tenía un parche en mí cien, justo en el lugar donde me golpearon. Aún duele.

— Pues es verano, y yo vengo todos los veranos.— Me responde alegre.

— ¿Ya es verano?— Digo incrédula, pues había pasado mucho tiempo persiguiendo a ese ciervo dorado.

— Sí, claro.— Exclama con obviedad —¿Segura estás bien...? ¿Tienes una conmoción cerebral?— Pregunta.

— No, estoy bien.— Respondo entre risas llenas de alivio.— Tengo sed.

Jason se levanta y me busca un vaso de jugo y algo para comer, se quedó sentando a mi lado mientras comía y me platicaba sobre su universidad.

— Por cierto— Me tomo el resto del jugo— ¿Cómo me encontraste? ¿Te causaron problemas esos vampiros?

Jason relamió sus labios.

— No, yo no te— El saboreo las palabras— Yo no te rescate.

Fruncí el ceño.

— ¿Entonces Leo? ¿Percy?— Pregunto confundida por sus palabras.

Jason infló sus mejillas y apretó los labios, luego extendió su mano hacia la mía y la cubrió con la suya.

— Bueno, tú estas bien. Es lo que importa ¿No?— Dice nerviosamente.

Lo miro achicando los ojos.

— No.— Alargó.— No es lo que importa, no me digas que el intenso de Apolo me salvó el trasero.— Me quejó y empiezo a patalear.

Básicamente haciendo un berrinche.

Ya tenía suficiente con él orbitando a mi alrededor en cada jodido banquete en el Olimpo. Incluso había ofrecido ayudarme para atrapar al ciervo.

Claro que esa ayuda tenía un precio.
*Guiño, guiñó* y no estoy jugando, él realmente dijo la palabra “Guiñó”

Si me había salvado el pellejo iba a querer mi blanco trasero para él.

¿Por qué tengo que ser albina? Solo pido algo de melanina, señor.

— Noo.— Alargó el rubio de ojos azules.— No pienses en eso, ¿Sí? Mejor descansa, hermanita.

Me levanto de la cama apartando las sábanas de golpe, Jason intenta hacer que vuelva a acostarme, pero ágil, me escabullo de sus brazos y atravieso la enfermería dando zancadas. Jason me persigue suplicado que descanse, aun así ese sentimiento de inquietud crece en mi pecho y me obliga a moverme.

Camino descalza por la casa grande sin saber realmente que busco, pero mis piernas me llevan por sí solas a la puerta principal. Abro la puerta y giro mi cabeza y al instante se me corta el aliento cuando veo a la figura sentada en uno de los sofás exteriores, sentado con las piernas cruzadas para apoyar el filo de su espada en su muslo para limpiarlo con un trapo viejo, rojo por la cantidad de sangre sobre la hoja.

El pelinegro alzó la cabeza en mi dirección y su mirada penetrante se fijó en mí, su aura oscura se sentía más pesada de lo que recordaba. Se veía más grande, espalda ancha y ojos que parecían pozos de oscuridad.

Cada vez se parecía más al chico que veía en mis sueños. En el pasado.

Creo que mi corazón se saltó un latido y dejé de respirar por un instante.

— ¿Y tú qué haces aquí?— Esas palabras salen de mi boca llena de desprecio y total recelo.

Sus ojos ónix siguen el movimiento de mi boca, pero no responde, como si no me hubiera escuchado. Se levantó del sillón, y noto rápidamente que debió haber crecido una cabeza en año.

Sin quitarme la mirada de encima desliza la espada en la funda atada en su cadera de un solo movimiento.

— Salvándote el trasero, hija de Zeus.— Responde con la voz áspera y noto que no soy la única a la defensiva.

Se me escapa una risa amarga.

— ¿Tú? Pensé que estabas muy ocupado tomando té y galletas en Londres. Dudo que estés en forma.— Digo con sarcasmo y malicia.

Nico deja escapar una risa baja, una que eriza los vellos de mis brazos.

Trato de no mirarlo demasiado, pero es casi imposible cuando solo utiliza una musculosa negra, dejando mucha piel expuesta, clavículas marcadas y brazos torneados. Sigue delgado, pero definitivamente se ve más musculoso.

— Disculpa ¿Qué dijiste? — Dijo fingiendo que no me entendía por mi acento—No puedo tomarte en serio mientras pareces una jodida momia— Brama Nico con burla, su tono lleno venenoso que revuelve el estómago—Por qué si no hubiera sido por mí, habrías muerto a manos de unos adolescentes pelirrojos.— Bufa.

Algo dentro de mí se agita y escucho el cielo estremecerse sobre nosotros.

— Habría encontrado la forma de escapar, siempre lo hago.— Siseo.

Nico me mira profundamente a los ojos. Después de un momento, una lenta sonrisa se extiende en su cara.

—¿Esa es tu excusa para no ser agradecida?— Me cuestiona con recelo, lleno de incredulidad.

— ¿Qué? ¿Quieres que me hinqué y te la chupe como agradecimiento?— Le cuestionó básicamente gritándole.

— ¡Raiden…!— Jadea Jason.

Miro a mi hermano que luce escandalizado y sorprendido

Diablos, había olvidado que me estaba siguiendo. Por el rabillo del ojo, lo veo al hijo de Hades sonreír, mi estómago da un extraño vuelco al verlo. Dioses.

Nico alza los hombros, indiferente.

—¿Por qué no?— Pregunta malicioso como si una mamada fuera un premio aceptable por salvarme la vida.

—¡Nico!— Chilla Jason, con los ojos totalmente abiertos por qué me haya seguido el juego.— ¡Ustedes dos!

— ¡Chúpame el pito, cara de mazorca!— Le grita sintiéndome furiosa, y un trueno atravesó el cielo nublado.

— Raiden.— Una voz clara y relajada interrumpe el momento y los tres nos giramos hacia las escaleras del pórtico —Oh, yo…— Retrocede un escalón al notar el ambiente agresivo —Vendré después.— Murmura el menor.

Toda la tensión y estrés que me provocaba estar para frente a Nico desapareció de mi cuerpo.

— ¡Akira!— Lo llamó y bajo las escaleras hasta quedar frente a él.—¿Qué haces aquí?— Pregunta.

— Si, yo.— Akira mira por encima de mi cabeza hacia Nico, luego baja sus ojos hacia mí nuevamente, nervioso—En realidad quería hablar contigo.

— ¿Conmigo?— Pregunta confusa.

— Sí, por qué tú… Bueno, esperaba tener una conversación privada.— Murmura esto último, incómodo.

Me giró para mirar por encima de mi hombro con ojos sentenciosos. Nico suelta una carcajada amarga y pone los ojos en blanco con incredulidad, baja las escaleras del pórtico a paso fuerte para pasar a nuestro costado.

— Bien, charla a solas con tu novio número tres.— Gruñe y cuando pasa junto a nosotros golpea el hombro de Akira con el suyo apropósito. Tengo que contenerme para no gritarle.

— Tch.— Resoplo enojada y Akira hace una mueca, sobando su hombro.

—Bueno, yo también los dejaré hablar a solas.— Murmura Jason, yendo tras el hijo de Hades con nerviosismo.

Akira y yo nos sentamos uno al lado del otro en los muebles de mimbre localizados en el pórtico de la casa grande. Hay algo de tensión entre nosotros, pero está bien para mí.

— ¿Qué pasa?— Pregunto.

— Bueno, recientemente me enteré de lo que pasó. — Dice Akira sin mirarme a los ojos, jugando con un lápiz entre sus dedos.—Y quería agradecerte por lo que hiciste por mí.— Akira detiene su mano.—Por ser mi amiga, yo no, yo no lo recuerdo, pero creo que fuiste.—Su voz se corta — Especial para mí.

— No es nada, no es nada.— Digo nerviosamente.— Fuiste mi único amigo en una época difícil. También eres especial para mí. — Murmuro.

Nos mantenemos en un silencio incómodo por unos segundos, no me sorprende por qué en teoría soy una desconocida total para Akira.

— ¿Cómo te está yendo en el campamento mestizo?

— Bien, bien es un lugar increíble.— Balbucea con voz entrecortada —Uno puede cultivarse académicamente en un lugar como este.— Agrega Akira, con el rostro rojo por la vergüenza.

— ¿Hiciste amigos?

— Sí, si muchos. Más de los que puedo soportar y mis hermanos también son amables. — Balbuceó Akira nervioso— Incluso estoy saliendo con alguien.

Mi cerebro tiene un cortocircuito.

Sé que no tengo derecho a estar molesta. Él ni siquiera me recuerda, pero tengo una especie de shock.

Espero no estar haciendo una cara de total incredulidad e incomodidad.

Aprieto los dientes.

— Ah.— Suelto una risita nerviosa.— Eso, eso es genial.— Murmuro, le doy un golpecito en el hombro.— Sí, es… Te lo mereces, seguro es muy linda.— Mi voz suena forzada y robótica.

— Sí, es … Es hija de Deméter. — Me informa de forma nerviosa.

Me fuerzo a sonreír. Trato de cambiar de tema para no ahogarme en veneno.

—¿Y como te enteraste…? Ya sabes, de nuestra antigua amistad. — Murmuro con la lengua enredada.— ¿Te leyeron las cartas los hijos de Hécate? ¿Eh?— Les cuestionó rápidamente, tensa.

— Ah.— Akira sacude la cabeza para volver en sí mismo—Lo vi.

Frunsco el entrecejo.

—¿Lo viste?

— Sí, ya sabes. Lo vi en Tv Hefesto.—Responde tranquilamente.— Tuvimos un capítulo completo, muy emotivo y fue casi dantesco verme morir.— Baja la cabeza— Estoy en terapia por eso.— Completa luciendo sombrío.

— ¿Tv qué?


(...)

— ¡Noooo! ¡Soy circo! ¡Esto es una porquería!— Sollozo de forma muy escandalosa mientras pataleo y me sacudo como una lombriz fuera del barro.— ¡¿Por qué no me dijeron que me estaban grabando!? ¡Dioses…!

— Shhh… Shhh.— Jason me abraza y da palmadas en mi espalda como si fuera un bebé —Todo está bien.

Estábamos de vuelta en la enfermería y cuando se corrió la voz de que había despertado, el resto de los chicos vino para ver cómo me encontraba.

¿Y como me encontraba?

Ufff, es una larga lista de sentimientos en los que resaltan tres: Mortificada, humildad y muy avergonzada.

Mi buen amigo Leo Valdez se tomó la molestia de explicarme y mostrarme que era la Tv hefesto, aunque Jason le pidió que no lo hiciera. Al parecer era un canal especial al que accedías con relativa facilidad al lanzar un dracma junto a una petición a la diosa iris.

Entonces una especie de proyección parecida a un televisor de manifiesta en el aire y puedes elegir entre una serie de finísimas opciones en el canal de TV hefesto; Un show de cocina con Apolo, uno de recomendación para lugares a los que viajar con Hermes e incluso con un programa de chismes con la diosa Afrodita. Entre todos esos la serie más popular eran “Los doce trabajos. Remake” del que al parecer era la protagonista sin saberlo.

Los capítulos daban inicio desde antes de que Hera me diera está misión.

— Sí, no está tan mal. — Bufa Leo tratando de animarme —¡Los planos son geniales!— Exclama y alza una de sus cejas— ¡Se te ven unas tetas!

— ¡Buaaaah! ¡Debo ser el chiste más grande la Nueva Roma!—Gimoteo y pataleo—¡Todos deben haberme visto cogiendo! ¡Dioses…! ¡¿Por qué hay tantas escenas mías bañándome?!

Jason evitó mirar el último episodio que se proyectaba en el aire con una mueca de asco en su cara. Quizás por qué 20 minutos de ese capítulo cubre mi primer encuentro con Eros.

Y es muy. Muy gráfico.

— Tranquila, los planos ocultan muy bien todas tus partes íntimas. — Dice Piper —Oye, esto es casi artístico. Muy buen manejo de cámara.— Exclama al ver las alas de Eros extenderse.

—¡Noooo!— Gritó queriendo arrancarme la piel de la vergüenza o meter la cabeza en un agujero.

— Mira el lado bueno, también vieron tus grandes hazañas.— Annabeth me indica, tratando de tranquilizarme —Eres muy popular, y— Dice con falso ánimo—¡Un ejemplo a seguir!

— Sí, los chicos en el campamento te adoran. Eres un héroe.—Dice Hazel luciendo incómoda y tensa —Aunque no dejamos que los menores de 13 vean ciertos capítulos, ya sabes…

— Y el canal solo está disponible para criaturas míticas — Bufa Percy— No es mucho si lo piensas bien.

— ¡Me importa una mierda!— Chillo y Jason me cubre los ojos con la mano.

Seguramente para evitar que vea las partes más explícitas. Necesitó unos 30 minutos para relajarme, tome agua y Jason me echo aire con un abanico.

— ¿Y como la tiene Eros? Es el dios del deseo sexual, debió ser alucinante.— Me cuestiona Leo, alzando las cejas.

Sorbí mi nariz.

Jason se queja y lo regaña.

— Pues muy rico, pitote 10/10.— Le respondo con la voz llorosa.

— Lo sabía.— Me tiene su mano extendida— Dame eso 5, puta.

Choco la mano con el moreno y Jason no puede evitar sisear con asco.

— Por favor, no hablen de eso frente a mí. Es perturbador.— Murmura.

(...)

Paso algunos días en la enfermería antes que me dejen volver a la cabaña uno con mi hermano, cosa de la que no me quejo por qué hace tiempo que no dormía sin preocupaciones de que un monstruo intentará atacarme en ese momento vulnerable como lo es dormir. Así que no me molesta.

Aún tengo que utilizar el cabestrillo por qué el hecho de que mi brazo se disloque con tanta frecuencia es un poco preocupante, así que debo de permanecer más tiempo en reposo.

Me las arreglo para vestirme. Aunque no tengo ropa en realidad.

Piper me prestó algunas prendas y me aseguro que iríamos a la ciudad para hacer “compras” todas las chicas.

Lo malo es que la ropa de Piper me queda ajustada en el pecho.

Suelo comprar un cambio nuevo cada que tengo la oportunidad de bañarme y cambiarme de ropa, por qué debido a estar en movimiento todo el tiempo me impide tener cosas en general.

Cuando Jason me convence de ir a la fogata trato de verme decente.

Me pongo un vestido azul con flores que Piper me regaló por qué le queda grande, y a mí me va muy bien.

No puedo evitar sentirme tensa con toda la atención sobre mí. En realidad todos me están mirando, no de forma discreta, así que no puedo disfrutar de las canciones y malvaviscos.

Es casi como si todos estuvieran esperando algo de mí.

— Voy a dar un paseo— Murmuro levantándome del tronco.

— Bueno.— Me responde Jason un poco confundido.— Pero no vayas muy lejos.—Advierte preocupado.

Camino sin miedo por el sendero adentrándome en el bosque. Antes me habría asustado la idea de estar sola en un lugar así, pero ahora no siento ni una pisca de miedo. Tomo un palo con mi mano sana y golpeo las ramas, piedras y árboles que me encuentro en el camino para pasar el rato.

He pasado un año entero viajando, moviéndome de un lado al otro, que permanecer estática en un lugar me hacía sentir extraña y cansada.

Supongo que tantos días de reposo han entumecido el cuerpo.

—¿No te gustan las canciones de fogata?—Mi piel se eriza cuando su voz retumba en mis oídos, me giró y lo veo apoyado en uno de los pinos.— Parece que no puedo escapar de ti.— Menciona distraídamente mientras lleva la pequeña flama al cigarrillo entre sus labios.— Debemos dejar de encontrarnos así.— Dice expulsando el humo de sus pulmones.

Es algo extraño la fuerza que nos empuja a encontrarnos siempre.

— …— Aprieto la mando y me doy la vuelta, lista para seguir sola.

— Ese tipo de vestidos no parece muy adecuado para un campamento.— Menciona al aire, como si quisiera mantener una conversación.

Detengo mis pasos.

— Si no lo notaste, estoy herida y no tengo por qué estar participando en las actividades.—Le recuerdo alzando ligeramente mi brazo lastimado.

— ¿Qué pasa señorita popularidad? ¿No te gustan tus fans?— Pregunta.

— Me siento como un espectáculo de circo.— Murmuro —Es insoportable que todos me están mirando siempre

— De un extremo al otro, ¿No? Parece que no se deciden si te ama u odian.

— Qué extraño.— Digo en tono burlón y me giró hacia él— Mmmm… Eso me recuerda a alguien, pero ¿Quién será?—Pregunto llena de sarcasmo.

Nico me mira en silencio, oculto en la oscuridad del bosque. Apenas puedo verlo gracias a la pequeña chispa de fuego en el extremo del cigarrillo.

— …

No me sorprende que no responda.

— ¿Por qué regresaste?— Pregunto.

— Inglaterra es aburrido, nadie está intentando matarme las 24 horas.— Responde con indiferencia.

— ¿Cómo fue? ¿Cómo fue que me encontraste?— Le cuestionó—Yo ni siquiera sabía donde estaba.

— No lo sé…— Susurra—Tú solo, me llamaste en un sueño y fui a buscarte.— Agrega con total normalidad.

— ¿Por qué?— Le cuestionó.

Pues la última vez que nos vimos me dejó claro que no quería saber de mí o estar involucrado en mi vida.

— Tú sabes por qué.— Dice con voz áspera y ronca, demasiado bajo.

Mi corazón se encoge en mi pecho y siento esa chispa encenderse.

— No, no lo sé.

Sus ojos brillan en la oscuridad.

— Lo sabes.— Afirma.

No puedo evitar reírme.

Reírme nerviosamente.

— No sabía que fueras tan hipócrita.— Lo acusó con un tono sentencioso.

— Esto no se trata de lo que quiero o no.— El pelinegro endereza, saca el cigarro de sus labios y lo deja caer en el suelo. Luego lo aplasta con su pie—¿Tiene sentido seguir peleando?— Me cuestiona Nico con incredulidad.

— Tú y yo nacimos para pelear, para ser enemigos. — Sentenció, fría—Uno de los dos debe morir para liberar al otro, y ni siquiera estoy segura de que así estemos libres.— Bramo venenosa.

El pelinegro se me acerca a grandes zancadas y, por una vez, no busco inmediatamente mis armas.

Antes de nuestro último encuentro, no quería herir a este hombre. Ahora que me ha salvado y ha permanecido cerca hasta que despertara…

Soy especialmente reacia a usar la daga que tengo en mi cadera. Sé que es ridículo, pero ahí está.

Nico se detiene frente a mí.

—Toma tu daga entonces—Se atreve a decirme sin rastro de miedo.

Debe saber que estoy en desacuerdo conmigo misma. Cuando no lo hago, se acerca. Tomando mi mano, la guía hacia la daga enfundada a mi lado. Me obliga a cerrar mis dedos sobre ella y saca el arma. Todo el tiempo hay un brillo desafiante en sus ojos ónix.

—Si vamos a ser enemigos, entonces hazme daño — Solo cuando lleva la hoja a un lado de su garganta empiezo a resistirme—Hazlo —Me ordena con una voz profunda y ronca—Mi arteria está justo ahí, debajo de la piel. Todo lo que hace falta es un golpe, Raiden.—Está tan cerca de mí qué respiro su aroma natural se mezcla con el tabaco —Me desangraría en minutos. Serías libre, ambos lo seríamos ¿No?

Mi pecho se aprieta.

—Basta —Le susurro. Nico suelta su agarre en mi mano, mi daga se desliza entre mis dedos, golpeando el suelo— No sé qué hacer—Admito, las palabras se me escapan—No quiero hacerte daño, pero no dejaré de pelear.

La mano del pelinegro sube hasta mi mejilla. Sus dedos la acarician, y como soy tonta, dejo que me toque. Se siente mucho mejor de lo que recordaba.

—Cuando te encontré, antes de curarte.—Dice en voz baja. Su mirada se posa en mi boca— Me encontraba anhelando otra razón para abrazarte fuerte.—Susurra demasiado cerca.

Cuando nuestras respiraciones se mezclan me alejo de golpe de él con sintiendo mi sangre ardiendo.

Me agachó para tomar mi daga rápidamente y regreso a la fogata.

Hola chicas y chicos.

Espero que les haya gustado el capítulo, por fin Nico y Raiden se reencontraron. Espero que este cap haya cambiado opiniones. No de la mejor forma, pero planeo que los próximos capítulos estén llenos de dramas.

Comenten y voten o hay tabla.

Memes del capítulo:

Bye bye.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top