Capitulo 15.

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Recuerdos azules.
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Raiden Castillo Pov.

Entro y salgo del estado de conciencia varias veces. Escucho gente hablando y cosas moviéndose. Quiero despertar por qué me llena de ansiedad y miedo saber que me encuentro indefensa.

Estoy tan agotada que mi cuerpo se apaga, pero mi mente inquieta lo obliga a despertar una y otra vez.

No sé cuánto tiempo me tomo, pero por fin logré abrir mis párpados que se sentían extrañamente pesados. Me muevo en la cama, aturdida, sintiendo mi garganta seca como si no hubiera tomado agua durante muchas horas.

Quiero levantarme, hablar, hacer cualquier cosa, pero mi cuerpo no me responde y cuando lo hace se llena de dolor. La confusión se vuelve miedo cuando noto mis brazos envueltos en vendas manchadas con sangre.

—Por fin despiertas.—Dice con simpleza una voz femenina.

Mis ojos se dirigen al origen de aquella voz y veo a una mujer de aspecto desaliñado. Una doctora. Parecía cansada. Llevaba una bata blanca, tenía grandes bolsas oscuras debajo de sus intensos ojos grises.

—Que…—Se me escapa un jadeo agonizante al sentir la carne de mis brazos ardiendo, palpitando y dando punzadas.—¿Qué es esto?—Jadeo e intento sentarme en la cama.

No podía respirar. Siento seca la garganta y la ansiedad me golpea como una avalancha de nieve.

—Akira…—Jadeo y mis ojos se llena de lágrimas—¿Dónde está Akira?

La doctora se acerca a mi camilla y mete sus manos en los bolsillos de su bata mirándome fijamente, espero la mujer me diga que está muerto… En cuidados intensivos o en el mejor de los casos en otra habitación. Algo.

—Su alma está esperando su turno para subir a la balsa de Caronte.—Me dice con simpleza y sus ojos centellan como rayos que atraviesan el cielo—Su cuerpo, por otro lado.—Murmura.

Siento como mi corazón se encoge en mi pecho. No solo siento el dolor de la perdida, sino el miedo inherente de lo desconocido justo frente a mí.

Estaba completamente sola.

Sola y desprotegida frente a una fuerza de la que no podía escapar.

Ni siquiera puedo pensar en escapar, estoy llena de cables que me conectan a máquinas que me monitorean y dan suero a través de una intravenosa.

Ella puede matarme ahora, y nadie en este hospital se daría cuenta.

La niebla los haría pensar que fue un simple. Mi visión está borrosa por las lágrimas, quiero gritarle, pero me cuesta respirar por el nudo que se aprieta alrededor de mi garganta.

Solo puedo mirar a esa mujer que se disfraza de humano frente a mí.

No es humana. Es un demonio.

—Nada es suficiente para ti, ¿Verdad, Alyssa?—Me cuestiona en un susurro amargo—Todo tiene que ser pisoteado por tu mimado pie.— Se mueve tan rápido que mis ojos no lo detectan.

Me toma del mentón con tanta fuerza que tira mi cabeza hacia atrás. Ahogó un gruñido de dolor y sorpresa y trato de golpearla. Es tan fuerte que podría romper mi mandíbula si aplicará un poco más de fuerza. Es demasiado.

Siento que la cabeza me va a estallar.

—¡Suéltame…!— Lloriqueo y trato de empujarla lejos de mí.

—¿Te fue de utilidad? Lo tomas todo.— La diosa saca una pequeña botella de su bata y vierte el contenido en mi boca.—Todo.—Remarca entre dientes— Incluso la vida de mi hijo—Gruñe.

El sabor delicioso del quesillo llena mis papilas gustativas y sé dé que se trata, me estaba dando néctar, pero dejaba caer tanta cantidad que lleno mi boca y empezó a deslizarse por las comisuras de mis labios. No podía respirar, me estaba ahogando.

— ¡Ya basta…! ¡Agr!—Intento cerrar la boca, pero ella presiona mis mejillas con fuerza para mantenerla abierta.

—Deja de moverte.—Gruñe y me mantiene quieta—¿Acaso no quieres curarte? Soy la diosa que apadrina a los héroes después de todo.—Dice.

Ella me suelta y empiezo a toser, con los ojos llenos de lágrimas. Sostengo mi cuello y bajo la cabeza, tratando de recuperar el aire en mis pulmones.

Narrador Pov.

—Y ¿Cómo está, Jason?—Pregunta Annabeth discretamente.

Piper hace una mueca y se pone de puntillas para alcanzar las frituras en la parte superior de los armarios.

—Está más tranquilo, pero es difícil.—Murmura por lo bajo.—Creo que él siente que le falló.—Ambas chicas se estiran para ver a los chicos sentados en la sala viendo la televisión.—Él se siente muy culpable por compararla con Thalia.—Susurra indiscreta.

Hazel no estaba prestando atención, estaba demasiado ocupada estando deprimida por la diferencia horaria con Inglaterra. Ella estaba viendo por la ventana como un perrito triste.

Su hermano mayor estaba internado en el hospital y Will aún no le había dado la actualización del día.

—¿No ha recibido noticias de Raiden? Ya pasó mucho tiempo.—Pregunta la Annabeth mientras abre las bolsas de frituras para echarlas en un tazón.

—Ella le envía un mensaje una vez por semana.—Le comenta Piper en un tono distraído y se desvía para ir a apartar a Hazel de la ventana.—Para avisarle que está viva.—Agrega.

—No puedo imaginar lo difícil que es— Suspira—Tengo muchos hermanos y si no los hubiera tenido a mi lado.— Annabeth hace una mueca al ver a la hija de Plutón decaída—No lo sé…— Susurra—Nunca había pensado en lo solitario que es ser un hijo prohibido.

Las tres se mantienen en silencio triste e incómodo por unos segundos.

—Está es una actividad bastante normal—Exclama Piper con una sonrisa forzada—Ver el superbowl.

La hija de Afrodita toma uno de los tazones y anima a las demás a tomar uno para unirse a los chicos.

—Yo solo quiero ver a Shakira en el medio tiempo—Admite Annabeth.

Las tres se miran y se ríen, estando silenciosamente de acuerdo.

Las chicas toman asiento en los espacios libres de los sillones.

Para su sorpresa, los chicos estaban viendo las noticias. Ellas mostraban la mitad de un internado consumido por un incendio, hablaban de una fuga de gas, provoca por un tiroteo que dejo doce muertos y unos treinta heridos.

Lo que llamo realmente la atención de los semidioses fue cuando mostraron las imágenes de los heridos; Raiden.

Raiden estaba entre las docenas de estudiantes heridos de gravedad.

En las noticias estaban tratando de localizar a sus padres de la estudiante de intercambio, mostraban una foto tipo carnet de la albina de ojos azules con el uniforme del internado, como si fuera una estudiante común y no la hija del rey de los dioses griegos.

El grupo entero se movilizó hacia New York al hospital central de Brooklyn.

Debieron tardar un par de horas y cuando por fin llegaron vieron como el hospital cerraba sus puertas, había guardias de seguridad movilizándose por todo el perímetro hablando de las instalaciones por sus radios. A lo lejos se escuchaban las patrullas de policía acercarse. Piper detuvo a uno de los guardias y pregunto qué pasaba.

—Una paciente escapó del área de quemaduras. Está sufriendo una crisis psicótica.—Señaló el último piso con voz monótona.—La acorralaron en el último piso, dice que se va a lanzar de la azotea por qué puede volar.—Dice el guardia de seguridad, embrujado por la suave voz de la morena.

—Oh, oh—Siseo Leo y miro a Jason.— Eso suena extrañamente familiar.

—Enciendan el auto.—Pidió Jason arremangándose la camisa—Voy a buscarla y la sacaremos de aquí.

—Espero que la policía se haya olvidado de mi rostro.—Murmuro Percy subiendo al asiento del piloto y encendiendo el motor.—Si me hacen otro maldito reporte mi mamá me va a regañar.—Susurra preocupado.

Annabeth Chase toma el asiento del copiloto y lo tranquiliza. Asintiendo con la cabeza para indicarle a Jason que ya estaban listos para partir.

El aire empezó a arremolinarse alrededor de los pies del hijo de Júpiter. Empezó elevarse cruzando piso por piso a una gran velocidad hasta llegar a la azotea donde pudo percibir la presencia de Raiden.

La albina estaba allí.

De espaldas a él, su cabello plateado se sacudía con el viento igual que su bata del hospital. La fémina no tenía heridas visibles, pero Jason Grace no se fiaba de su apariencia impoluta.

—Raiden—Jason la llamo en un tono fuerte en cuanto sus pies se apoyaron en el filo de la azotea.—¿Hermana?

Los guardias y doctores presentes empezaron a gritarle preguntando cómo había subido hasta allí, pero Jason los ignoro por completo.

—Estoy enojada.—Murmuro.

—Entiendo eso.—Jason empezó a acercarse con pasos lentos.

— No.—Raiden se giró hacia él—Creo que he estado enojada desde que nací.—Trata de explicarse mientas su vista se nubla por las lágrimas. Jason nunca la había visto así—Se siente como una maldición, no sé si nací con esta irá en mis venas o si se quedó pegada a mí—Sus manos temblaban y sus ojos como el cielo se desbordan.—Los mataré…— Susurro para sí misma— A todos.

Un pequeño grito se quedó ahogado en la garganta de Raiden cuando el rubio la atrapó en sus brazos y ambos cayeron por el filo de la azotea.

Sí, Jason pensaba que Raiden estaba desvariando y por eso la dejo hablar para poder atraparla. No quería que saliera volando y pudiera escapar en ese estado, siendo tan vulnerable. Por suerte Raiden no lucho para escapar y se quedó dormida en cuando entro en el auto y pudieron llevarla a la Nueva Roma sin mucho más escándalo.

Cuando llegaron al campamento Júpiter, Jason llevo a su hermana en brazos a la habitación de invitados de su casa para que pudiera descansar.

Raiden durmió 48 horas. 48 HORAS.

Jason estaba perdiendo la cabeza por qué pensó que su hermana estaba en coma, aunque los médicos le dijeron que todo estaba en orden, le pusieron suero y le indicaron llamarlos si algo fuera de lo común pasaba ¿Fuera de lo común? ¡Estaba como muerta…!

—Hola, Raiden… Te traje algo de sopa y jugo para q—Al rubio se le corta la voz al ver la cama vacía—Oh dioses.

Suelta la bandeja y la comida se desparrama en el suelo. Jason corre escaleras abajo buscando a Raiden, gritando su nombre y llamando a su novia por teléfono para avisarle lo que pasaba con su hermana.

—¿Por qué gritas?—Pregunto la albina escaleras abajo, con el cabello húmedo y una toalla alrededor de sus hombros.—¿Está todo bien?

Jason se detiene en seco y aparta el teléfono ligeramente de su oreja.

—Piper ya la encontré, te llamo después ¿Sí?…—Murmura Jason y cuelga la llamada.—Te busqué y no estabas en tu habitación—Dice.

—Llevo algunos días sin bañarme, así que tome una ducha.—Explico con la voz bajá—Lo siento si fue grosero.

—No, no, no…—Murmura el hijo de Júpiter.—Siéntete cómoda.

Raiden bajo la cabeza.

— Lamento traer tanto drama a tu vida de nuevo.—Alza sus ojos azules para ver a su hermana.—Pero tengo que irme de nuevo, hay cosas que…— Balbucea con la voz rota.—De las que tengo que encargarme.— Exclamó.

—Te ayudaré en cualquier cosa que necesites—Menciono Jason.—Pero come algo antes de pensar en irte.— Pide el rubio de ojos azules.—¿Sí?

Comieron juntos en la cocina en completo silencio. La sopa de pollo estaba buena. Quizás demasiado.

Después de la primera cucharada Raiden rompió en llanto, aunque no paro de comer. Sollozaba, gimoteaba y gemía como si sufriera mucho dolor, pero seguía comiendo mientras lucia genuinamente miserable. El rubio se alarmó al ver el estado de su hermana menor, intento consolarla, pero ella no paraba de comer y sollozar.

Jason se levantó de su silla y trato de dar palmadas en su espalda.

La albina recostó su mejilla del pecho de su hermano y dejo que este le diera palabras de apoyo mientras acaricia su largo cabello blanco platinado.

—¿Qué pasa? ¿En qué puedo ayudarte?—Pregunta exaltado y nervioso—Dímelo y lo haré.

—Hagamos un viaje por carretera. Cómo una familia normal— Pide.

Jason alza una ceja por tal petición.

—¿Cómo? ¿Ahora?—Pregunta el rubio confundió, algo consternado.

Raiden asiente con la cabeza.

Jason tuvo dos opciones.

Llevar a Raiden al hospital para que la seden y le dieran apoyo psicológico o llevarla a un loco viaje de carretera.

Eligió el viaje por carretera.

Seis horas de convivencia mientras recibía llamadas de su novia, quien estaba enloqueciendo por qué Raiden era una bomba de tiempo a punto de estallar y él no podía manejarla.

Al menos no solo.

Durante el camino hicieron cosas normales, charlar sobre sus vidas, contar anécdotas graciosas, hablar de sus gustos y las cosas que odiaban.

— Así que recuerdas tu vida pasada en la que fuiste una reina griega…— Recapitula Jason, cauteloso.— Misma vida que recuerda Nico, por qué ustedes estaban involucrados.

— Si algo así.— Murmura Raiden.

El rubio contiene el aire en sus pulmones y asiente con la cabeza.

—No creo que haya tenido las mejores relaciones en esa vida pasada, algunos dioses parecen reconocerme… — Dice Raiden cautelosa —Y creo que no les agrado demasiado.— Admite.

Jason se queda pensativo.

—¿Si eres una reencarnación por qué entonces tienes la misma cara que tu versión pasada? No deberías, ya sabes— Alza los hombros.— Ser diferente.

— Creo que así funciona ¿No?— Raiden desvía la mirada— No puedes reencarnar en el mismo cuerpo.

— Qué complicado — Bufo Jason restándole importancia.

—¿No piensas que es raro?— Pregunta volviendo su mirada a su hermano.

— Sí…— Mueve su mano por el volante — Pero no tanto en la escala de rareza de la vida de un semidiós.

— Es agradable escuchar eso.

— Lo llevas muy bien, yo hubiera tenido una crisis existencial.— Opina Jason mirándola de reojo. Da un largo suspiro y dice con sarcasmo. — Claro que yo solo perdí todos los recuerdos de mi vida, así que hay 15 años que son un completo borrón.— Bufa.

Raiden sonríe apenas.

— ¿Estamos compitiendo por quien sufre más?— Pregunta Raiden.

— No.— Alarga Jason.— Pero si estuviéramos compitiendo.— Se señala a sí mismo con la mano.

La albina suelta una risita.

Se detuvieron a comer en una cafetería, pero tuvieron que salir antes de probar bocado cuando el pequeño televisor que proyectaba el canal de deportes fue cambiado por un anciano para ver las noticias. El reportaje cubría lo que sucedió en el internado donde Raiden estudió.

Eso debió hacer cortocircuito en la mente de Raiden por qué hizo estallar el televisor y todas las luces del lugar.

Jason creyó que irían a alguien paraje especial para su hermana.

Un parque o una playa quizás.

Nunca creyó que lo llevaría a las puertas del inframundo.

— ¡Esto es una locura!— Jason la toma del antebrazo, aferrándose a Raiden.— ¡No puedes ir allí sola…!

— Dos hijos de Zeus en el inframundo no es buena idea.— Exclama Raiden con la voz apretada.— Estaré bien, lo prometo.— Le aseguro con firmeza.

— No, no…— Jason sacude la cabeza y lleva su cabello hacia atrás.— Es una mala idea, todo esto. Es una locura y si sale mal estarás en grandes problemas Raiden. Solo, volvamos a casa.— Pide.

Raiden le sostiene la mirada.

— No puedo dejarlo.— Admite con los ojos cristalizados y mejillas rojas.

El rubio desliza su mano por el brazo de su hermana hasta tomar su mano y finalmente afloja su agarré y la suelta.

— Esperaré aquí. Si no regresas en una hora iré a buscarte.—Afirma con la voz fuerte, como una orden.

— Entiendo.— Susurra.

El camino hacia la sala del trono es corto cuando puedes sobrevolar los obstáculos que ponen en el camino para que los mortales no entren en el inframundo a su antojo o las almas se escapen hacia la tierra de los vivos.

La hija de Zeus desciende sobre la sala, justo frente al trono, ya que la mayor parte del castillo no tenía techo.

El rey del inframundo parecía haberla estado esperando. Apoyando la mejilla del dorso de su mano, sonriente.

Aunque no una sonrisa agradable.

—¿Ah que has venido? Hija de Zeus.— Pregunta chocando sus uñas contra él reposa brazos de forma alternativa.

— Quiero hacerle una petición, Rey del inframundo.— Raiden duda por un momento, pero se arrodilla frente al dios—Juro que le dedicaré todas mis victorias, haré cualquier cosa, le daré lo que quiera… Solo le pido una cosa a cambio.— Súplica cabizbaja.

—¿Y qué es esa cosa? — Pregunta con cierta burla y altanera en su voz.

Aunque algo le decía a Raiden que Hades lo sabía perfectamente.

—Quiero el alma de Akira, hijo de Atenea. Quiero que vuelva a la vida y sé que usted puede hacerlo.— Pido.

—Ha pasado mucho tiempo en la fila para atravesar el río.—Resopla con un tono sentencioso, dando un suspiro de fastidio —Los recuerdos nuevos en su cerebro se desvanecieron y quizás en unos días más no recuerde nada de su vida.— Explica.— Es posible que no te recuerde, su alma no ha sido juzgada, así que no los tendrá devuelta.— Dice y alza una de sus cejas.— ¿Aun así lo quieres de vuelta? No te recordará.

Una lágrima se resbala por la mejilla de Raiden que limpia rápidamente.

— Eso no me importa. Solo quiero que esté vivo.— Chilla proyectando su voz por toda la sala del trono.— Lo quiero.

Hades fuerza una sonrisa.

— Lo haré, por la joven que llevará a mi hijo a la ruina.— Brama con voz oxidada y cruel. Se levanta del trono y camina hacia la albina—Pero tengo que advertirte.— Hades le hace un gesto para que se ponga de pie.—Su alma te seguirá hasta que salgas del inframundo, pero en todo ese tiempo no puedes girarte para verlo.— Sonríe — Pero si lo haces, su alma volverá a la fila a esperar su turno para subir a la canoa de Caronte.— Le explica.

— ¿Y como sabré que dices la verdad?— Le cuestiona Raiden a la defensiva y se llena de insistencia.— ¡Si es su alma o la de otro! ¡¿Puedes jurarlo?!

Hades alza los hombros de forma despreocupada y tranquila.

—Es tu decisión, no podrás saber si el alma que te sigue es la correcta… Creo que tienes que tomar el riesgo hija de Zeus o irte con las manos vacías.— Le dice con simpleza y frialdad. Hades le da una sonrisa cruel y Raiden aprieta los dientes.—Supongo que tendrás que confiar en mí.— Sisea el dios.

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— Eres Akira ¿Cierto?

— … Sí, como ¿Cómo sabes mi nombre?— Pregunta confuso.

— Tranquilo, te explicaremos todo y te mostraremos tu cabaña.— Dice uno de los Campistas, sonriéndole.

— Ven.— Lo toma del antebrazo y tira de él hacia el campamento mestizo.

El asiático se giró sobre su hombro y miro a las dos personas que lo habían traído a unos metros de la barrera. El chico alto y rubio de aspecto atlético tenía una mano sobre el hombro de la chica albina pequeña, esta se abraza a sí misma y lo mira mientras lágrimas como echas de diamantes brotan de sus ojos azules y caen por sus mejillas sonrojadas. Se veía realmente triste.

Akira volvió su visita al frente. Se sentía contrariado y extrañado, pues aunque sonara un poco ridículo casi parecía que la chica lloraba por él.

Sentía que se estaba olvidando de algo, pero no estaba seguro de qué.

El hijo de Atenea siguió a los dos Campistas que vigilan la barrera.

Y no volvió a mirar atrás.

Raiden se giró y apoyo la cabeza sobre el pecho de su hermano mayor.

No podía parar de llorar.

Aunque trataba de parar y respirar, la horrible sensación en su pecho no se desvanecía y el dolor solo se volvía aún más intenso con cada minuto.

La albina sollozó y se abrazó a su hermano mayor, quien solo le daba palmadas en la espalda tratando de consolarla, no dijo mucho, solo se limitó a estar allí para Raiden.

Una parte de ella tenía la esperanza de que Akira la recordara.

Que se girara una vez más a verla.

Solo eso.

Nico di Angelo Pov.

Me arrastro hasta la conciencia y me fuerzo a mí mismo a abrir los ojos. La luz blanca directa hace que sienta una punzada en el cerebro, cierro mis ojos y siento que mis globos oculares están en llamas, el ardor se extiende por mi garganta y se transforma en dolor en mi estómago. Tengo tanta sed que mis labios están agrietados y resecos, me las arreglo para sentarme y tomar un el vaso de agua que me extiende.

Cuando el agua se desliza por mi garganta una sensación de completo alivio me embarga y mis ojos logran acostumbrarse a la luz blanca.

—¿Estás bien?— Pregunta una voz suave y conocida para mí.— ¿Estás bien? ¿Cómo te sientes? ¿Bien?

Me sostiene de los hombros y me dirige devuelta a la camilla.

— Estoy bien…— Digo con voz rasposa y es una mentira total. Estoy en agonía con la peor resaca de toda mi vida.

Los ojos grandes y azules de Will están llenos de lágrimas. Me mira, y entonces se abalanza sobre mí.

Pasa sus brazos por encima de mis hombros y se cuelga de mí, un sollozo que no comprendo se le escapa. Tardo unos segundos, pero correspondo su abrazo. Sin entender por qué llora.

El abrazo se extiende por minutos.

— Carajo, Nico…— Él se aparta y me mira— Estaba tan preocupado por ti.

— ¿Qué paso…?— Pregunto tomando su rostro entre mis manos.

Will me mira con los ojos abiertos por completo, y suelta un bramido.

— ¿Qué pasó? ¿Q-que paso? — Me cuestiona entre balbuceos.—Paso que estabas tan borracho que cruzaste la calle y te desmayaste.— Me grito y su voz taladro en mi cerebro, el dolor me hizo cerrar los ojos.—¡Un pobre tipo creyó que te había atropellado y llamo a una ambulancia! ¡Tienes suerte de no haber quedado como panqueque!¡Dioses!— Will se queda sin aliento y respira agitado—¡Yo sé…!— Se cubrió los ojos con las manos, temblando.—Sé que es difícil para ti estar aquí y acostumbrarte a los cambios…

No lo había notado antes, pero Will se veía cansando. Ni siquiera recuerdo la última vez que lo mire de verdad y me detuve para examinar su rostro. Tenía marcadas bolsas debajo de sus ojos, el rostro rojo y una mirada lastimera. Se veía tan preocupado, tan asustado.

Me sentí mal.

Por mentirle o por omitir decir la verdad de lo que estaba pasando.

— Will.— Lo llamó.

—¡Pero esto es demasiado…! ¡T-tú no duermes, no comes y no te relaciones con nadie! ¡Y ahora esto…!— Chilla y sus ojos se llenan de lágrimas, coloca su mano en su frente y niega con la cabeza varias veces.— Sé que haces todo esto por mí, para volver a estar juntos, pero si esto te está llevando a la autodestrucción… — Murmura.

Aferrarme a él le hizo esto. Lo sé.

¿Cómo le digo que cada vez que intento dormir recuerdos del pasado vuelven a mí? De un tiempo más crudo, sangriento y cruel.

Que me persiguen los fantasmas de una vida que alguna vez tuve.

Pensé que quizás si bebía lo suficiente podría dejar de pensar en eso.

— Lo siento.— Susurro apenas.

— Creí que estabas muerto.— Su voz es interrumpida por un sollozo.

Will baja la cabeza y se cubre el rostro con ambas manos, estresado.

— Lo siento.—Balbuceo.

— ¿Por qué te sigues disculpando?— Alza la cabeza y se limpia el rostro.

—Tengo algo que decirte.—Extiendo mi mano para tomar la suya.— Siento estar torturándote con esto.— Digo.

— Puedes decirme lo que sea.— Me tranquiliza.—¿Qué pasa Nico?

Trate de explicarle lo que pasaba, y aunque fuera estúpido o improbable, decidí ser completamente sincero.

Para cuándo termine el hijo de Apolo estaba en completo silencio, tratando de asimilar lo que le había dicho. No me atreví a pedirle una respuesta.

¿Y qué podría responder?

Me acomodo en la almohada y miré por la ventana de la habitación.

Cierra los ojos y soy transportado años atrás. A mí primera vida.

──── ∗ ⋅✧⋅ ∗ ────

— No quiere unirse a la celebración mi reina.— Pregunta suavemente en la oscuridad, observando desde una esquina al pequeño blanco dónde la joven doncella miraba a su ejército.

El cabello albino plateado de la reina se sacudía con el aire frío de la noche, se giró hacia atrás con elegancia y fijó sus ojos azules cuál el cielo despejado en un punto en la oscuridad. Nikolai sonrió ladino al ver su hermoso rostro iluminado con la luz cálida del fuego, abandono las penumbras para ir al encuentro de la hija del dios Zeus.

— Me gusta verlos ser felices desde lejos.— Admite y vuelve su mirada a la celebración —Cuando me uno a ellos parecen un poco aturdidos.

— La admiran. Son felices sabiendo que le sirven.— Se acerca al costado de la joven doncella, manteniendo una distancia respetuosa.

Por otro lado, la albina acorta la distancia entre ellos, y pasa su brazo por debajo del de su guardia, sin dejar de mirarlo, enganchándose al joven. Antes de apoyar su cabeza sobre el hombro del hijo del dios Hades.

Nikolai rueda los ojos, pero no puede evitar dejar de sonreír como tonto.

Alyssa siempre había sido algo encimosa con él, pero antes no se sentía tan sofocado como ahora.

Era como respirar brasas ardientes, sus mejillas se sentía calientes y tenía el corazón tan acelerado que podía escuchar el retumbar en sus oídos.

— Lo sé.—Susurra— Lo que pasó en Egipto— Tantea sonando culpable.

— Fue un riego que decidió tomar, y salió victoriosa. Debí escucharla.— La tranquiliza dándole la razón, pero ella niega con la cabeza varias veces.

— No, no debes escucharme. Si nadie me cuestiona me volveré blanda.— Le suplica, apoyándose contra él.

— Lo seguiré haciendo si es lo que usted desea.— Susurra por lo bajo.

Aunque no había necesidad, no estando completamente solos.

— No me hables con tanta propiedad cuando estemos solos— Pide.

— Lo siento, Alyssa.

La joven la mira desde abajo.

— Estás más alto, pronto no podré alcanzarte.— Bufa la menor.

— Puedo arrodillarme. Si quieres alcanzarme, claro.— Le ofrece.

— Eso suena agradable.—Susurra Alyssa pasando deslizando su mano para tomar la del pelinegro—Si hablas de esa forma con mis doncellas harán que quieran desposarte.— Brama.

— No me interesan sus damas.— Bufa el pelinegro, negándose.

— ¿Y qué te interesa?— Pregunta.

— Protegerla siempre.

Hola chicas y chicos.

Espero que no estén molestos por hacerlos esperar tanto. Tuve un bloqueo con esta historia, así que me tomo un tiempo hacer el capítulo.

Pero oigan, Akira está vivo. Aunque mi plan original era dejarlo muerto, lo hice por ustedes chicos ;⁠-⁠) los quiero.

Espero poder seguir actualizando y no quedar bloqueada de nuevo.

Bye bye.

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