CHAPTER SEVEN












— CHAPTER SEVEN —

( walkie-talkies! )

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VARIAS HORAS HABÍAN PASADO DESDE QUE LOS TRES adolescentes se encontraban en la estación de policía, después de que éstos arrestaran a Jonathan. El muchacho había agredido a uno de los oficiales, cuando quisieron detener su pelea con Steve, quien junto a sus odiosos amigos habían escapado.

Nancy podía jurar ver humo salir de las orejas de la Hopper. Amelie estaba furiosa con el estúpido que alguna vez fue su primer amor, si es que hoy en día podía seguir llamándolo así. El muchacho no sólo se "vengó" de la Wheeler por algo que no había cometido, sino que además al no poder con su orgullo, dijo palabras sumamente hirientes a Jonathan.

Los ruidosos pasos de Joyce y el jefe de policía al entrar al edificio, los alertaron llamando su atención hacia la entrada.

Mierda— maldijo Amelie, al ver a su padre mirándola furioso mientras se acercaba a ellos.

— ¿Jonathan?— habló Joyce viendo los moretones en la cara de su hijo—. Cielos, ¿qué pasó?

— Estoy bien— respondió el nombrado, mirando hacia el suelo avergonzado de su estado.

— ¿Por qué está esposado?— le preguntó la mujer a Phil Callahan, quien se acercó tratando de calmarla.

— Su hijo agredió a un oficial de policía— le respondió Callahan con voz tediosa, ya cansado de la pelea que estaba por venir con la madre del muchacho.

— Quíteselas.

— Me temo que no puedo.

— ¡Quíteselas!— exclamó Joyce, estresada por todo lo que estaba ocurriendo en su vida.

— Ya la oíste— se metió Hopper—. Quíteselas.

— Jefe, sé que estamos todos muy sensibles, pero hay algo que debe ver— se metió en la conversación Calvin Powell, intentando que nada pasara a mayores.

Jim asintió siguiendo a sus compañeros, no sin antes darle una mirada a su hija, quién no dejaba de mover su pierna con nerviosismo.

¿Qué hiciste ahora, Ame?, pensó el adulto.

Ella conocía esa mirada, la misma mirada que le dio a los cinco años cuando había descubierto el gabinete de los dulces, acabándoselos todos en una tarde; o a los trece cuando casi no pasa de año por pelear con su profesor de Historia acerca de sus opiniones sobre George Washington.

La pierna de Amelie no se detuvo un segundo, poniendo aún más nerviosos a sus amigos. Mordía sus uñas deseando tener un cigarrillo en ese mismo instante, mientras esperaba la inminente furia de su padre al ver lo que contenía el maletero del auto.

Estaba acabada, y aún más con las palabras que le dijo la última vez que se vieron.

Jim Hopper volvió con una caja en sus manos, la cual puso en la mesa frente a ellos bruscamente. Ningún adolescente se movió sabiendo el contenido de ella.

— ¿Y esto?— preguntó Joyce, mientras se acercaba para ver mejor.

— ¿Por qué no le preguntamos a nuestros hijos? Estaba en su auto— sugirió el jefe, sin despegar la mirada de Amelie, quién lo miraba con ojos de cachorro—. Eso no funcionará, cariño.

Mierda, pensó. Su táctica de tantos años, ya no tenía efecto alguno.

La castaña bufó, antes de mirar a sus asustados amigos.

— ¿Qué?— exclamó Joyce, impactada de que pudieran conseguir todo eso.

— ¿Por qué revisaron mi auto?— preguntó Jonathan.

— ¿Esa es la pregunta que deberías hacer?— le contestó Hopper, antes de señalarlos a los tres—. Quiero verlos en mi oficina.

— No vas a creernos, papá— habló Ame por primera vez desde que los detuvieron.

Jim conocía a su hija a la perfección, podía intuir cualquier pensamiento que pasara por su cabeza, antes de que si quiera lo haga. Porque ellos eran iguales, siempre lo habían sido. Y en aquel momento, el padre pudo ver el inmenso horror en los ojos de su hija. Ella había visto algo, algo que jamás había creído posible, y algo que la tenía realmente aterrada.

— ¿Qué tal si me das una oportunidad?

En ese momento, Amelie notó que su padre ya no se encontraba cegado en la oscuridad. Él también había visto algo.

Los tres adolescentes se miraron, antes de entrar a la oficina de Hopper junto a Joyce. Se sentaron en el sillón, mientras los adultos los miraban desde arriba esperando respuestas. Nancy esperó a que sus amigos asintieran, para después entregarles a los adultos la foto de la extraña bestia sin cara y explicarles todas sus teorías.

— ¿Dicen que le atrae la sangre?— preguntó Jim, después de ver todos los detalles de la imagen.

— No sabemos— respondió Jonathan juntando sus manos en su regazo.

— Es solo una teoría— siguió Nancy.

La sala quedó en silencio por unos minutos, antes de que Joyce agarrara a su hijo para hablar afuera. Jim miró a su hija, quién no dejaba de morderse las uñas, con intenciones de iniciar una conversación con ella. Al ver las intenciones del jefe, Nancy se excusó, diciendo que iría por un vaso de agua.

La oficina nuevamente quedó en un ensordecedor silencio, hasta que finalmente Hopper decidió romperlo.

— ¿Por qué no me dijiste nada?— le preguntó a su hija seriamente.

— ¿Me hubieras creído?— redobló la apuesta, antes de mirarlo a los ojos.

Su padre suspiró fuertemente.

— ¿No pensaste en lo que pudiera haber ocurrido?

— Solo pensaba en recuperar a Will.

— Ese es mi trabajo, Ame— le respondió avanzando unos cuántos pasos—. Deberías enfocarte en la escuela, no en querer hacerte pasar por detective como Nancy Drew.

La muchacha dejó salir una risa irónica.

— Por si no lo has notado, esto es más grande que tú, papá.

— ¡No puedes arriesgar tu vida como si no importara!— exclamó el hombre, antes de suspirar tratando de calmarse. Para después agacharse frente a su hija y bajar el tono de voz—. Eres lo último que me queda, Amelie.

»¿Y si no hubieras salido de allí? ¿Cómo podría salvarte?«

Papá...— murmuró la castaña, tratando de contener las lágrimas que querían salir por todo lo que había pasado en sus vidas—. Me salvarías, como siempre lo has hecho— le aseguró agarrando su mano—. De la misma forma que salvaremos a Will.

El momento se vio interrumpido por la voz de una mujer, la cual gritaba en la entrada, provocando que Jim tuviera que dejar a su hija para cumplir con su trabajo.

Amelie salió de la oficina, encontrándose con Jonathan y su madre quien la abrazó fuertemente, al igual que había hecho con su hijo anteriormente.

Pasaron pocos minutos, cuando su padre volvió. Se encontraba agitado y con preocupación en su rostro, los guió a su auto sin dar explicaciones. Antes de arrancar con velocidad hasta la casa de los Wheeler. 

En el trayecto comenzó a contarles lo que había descubierto junto a Joyce, sobre el laboratorio de Hawkins y una niña llamada Jane, una de los tantos niños con los cuales aquel lugar parecía haber experimentado.

Según el niño, del cual la madre había gritado en la estación de policía, una niña de cabello rapado y con extraños poderes se encontraba con Mike, Dustin y Lucas.

— Conozco a la niña que se junta con ellos, los acercamos a la escuela junto a Oliver— dijo Ame a pocas cuadras de la residencia de los Wheeler—. Pero tenía cabello rubio, no creo que sea la misma niña, ¿verdad?

— ¿Cómo se llamaba?— le preguntó su padre, sin sacar la mirada del camino.

— ¿El?— contestó, aún confundida por toda la información adquirida.

Jim estacionó el auto a varios metros de la casa de Nancy, al ver la cantidad de agentes federales que se encontraba en ella sacando cajas llenas de objetos.

— Tengo que ir a mi casa— dijo la muchacha preocupada.

— No, no puedes— le respondió Hopper.

— ¡Ahí está mi mamá y mi papá!

— No les pasará nada— Nancy no lo escuchó comenzando a acercarse, pero el jefe la detuvo—. Lo que menos necesitamos, es que ellos sepan que estás metida en esto.

— Mike está ahí...

— No lo encontraron, aún no— terminó señalando al helicóptero que volaba sobre ellos.

— ¿Por Mike?— preguntó Nancy asustada, mientras Amelie la ayudaba a subir al auto nuevamente.

Ya todos reunidos arriba del vehículo, Hopper se giró hacia los adolescentes en el asiento trasero.

— Debemos encontrarlos antes que ellos— determinó el adulto— ¿Se les ocurre dónde pudieron haber ido?

— No sé, últimamente no hablamos mucho— respondió Nancy sujetando su cabeza.

— ¿Hay algún lugar del que tus padres no sepan adonde puedan haber ido?— le preguntó Joyce.

Amelie agarró el brazo de Jonathan, cuando la realización llegó a ella.

— Walkie-Talkies...— murmuró, antes de mirar a los adultos quienes no pudieron escucharla— ¡Usan Walkie-Talkies!

— Will tiene uno, debe estar en su habitación— la siguió Jonathan, antes de que Hopper arrancara hacia la casa de los Byers.

Al llegar, todos corrieron hacia la habitación de Will. Nancy se detuvo al ver el estado de la casa, antes de seguirlos nuevamente. Finalmente, Joyce lo encontró bajo la cama, antes de entregárselo a la Wheeler.

— Mike, soy yo Nancy— la muchacha trató de comunicarse, ante la vista de todos—. Mike, ¿estás ahí? Contesta, es una emergencia— siguió insistiendo sin obtener respuesta.

Jim se cansó, sacándole el aparato de las manos de Nancy.

— Soy el jefe. Si estás ahí responde— habló aún sin respuesta—. Sabemos que están en problemas, y sabemos de la niña. Podemos protegerlos, podemos ayudarlos, pero tienen que responder. ¿Estás ahí? ¿Me copias? Cambio.

Nadie respondió quitándoles la esperanza al grupo, quién intentaba buscar otra forma de dar con el paradero de los niños. Cuando la voz de Mike se escuchó.

"Sí, lo copio. Soy Mike, aquí estoy. Aquí estamos."

Amelie dejó salir el aire que no sabía que se encontraba sosteniendo, relajándose finalmente.

Los niños estaban bien.



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Los tres adolescentes y Joyce, se encontraban en la sala esperando a que Jim Hopper apareciera con los niños. Cuando las luces del auto iluminaron la habitación, los cuatro corrieron hacia afuera, viendo como bajaban del auto. Nancy corrió hacia su hermano para abrazarlo fuertemente.

Comenzaron a entrar uno por uno, no sin antes darle un pequeño abrazo a Amelie. Excepto por Dustin, quién no quería soltarla, hasta que el jefe lo agarró de su campera para meterlo dentro de la casa.

— ¿Era necesario?— le preguntó en un murmuro su hija de brazos cruzados, por la tonta reacción de su padre.

Hopper solo se dignó a hacer un movimiento de hombros, antes de dirigirse a la mesa de la cocina donde los esperaba el resto.

Al acercarse a la mesa, donde se detuvo a un lado de Jonathan, Amelie pudo ver como Mike terminaba de dibujar en una hoja, para después mostrárselos. Había dibujado una línea recta con un pequeño hombrecito sobre ella y un punto atravesándola.

— En este ejemplo, nosotros somos los acróbatas. Will, Barbara y el monstruo, son esta pulga— comenzó a explicar el menor de los Wheeler—. Este es el Otro Lado, donde se esconde Will. Según el Sr. Clarke, solo se llega por un desgarre de tiempo y espacio.

— Un portal en el laboratorio Hawkins con nuestras brújulas— habló Dustin, al ver la confusión en la mirada de Amelie—. El portal tiene un campo electromagnético muy fuerte que afecta el sentido de la aguja de la brújula.

Oh sí, ahora lo entendí todo— dijo Ame con sarcasmo, nunca había sido buena en Física o nada por el estilo.

— ¿El portal está bajo tierra?— preguntó Jim acercándose a su hija.

— Sí— respondió Eleven.

— ¿Junto a un gran tanque de agua?

— Sí.

— ¿Cómo sabe todo eso?— le preguntó Dustin.

— Lo vio— siguió Mike, al no recibir contestación del adulto.

— ¿Hay alguna manera de que te contactes con Will?— le preguntó Joyce a la niña— ¿De que puedas hablarle en...?

— El Otro Lado— terminó El por ella, para después asentir.

— ¿Y mi amiga Barbara? ¿También puedes encontrarla?— le preguntó Nancy.

Eleven volvió a asentir.

 Eres increíble...— susurró Ame, ganándose una pequeña sonrisa de la niña.

Finalmente, todos estaban en la misma página.






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