CHAPTER FOUR
— CHAPTER FOUR —
( the seat belt, michael! )
| ||||| ||| |||||| || |||||||| ||||
AMELIE MIRABA TODA LA SITUACIÓN DESDE SU LEJANÍA, sin saber realmente cómo reaccionar. La policía recorrió toda la casa de los Byers, sin embargo, no había ningún rastro de Will en aquella pared como Joyce afirmaba. La sala se encontraba repleta de luces navideñas, y la pared detrás del sillón estaba escrita con pintura negra, cada letra del abecedario se encontraba allí.
— Un policía encontró algo en el agua de la cantera— dije Hopper cuando dejó entrar a la familia Byers a la casa, Amelie se encontraba junto a ellos—. Por el momento, nuestra teoría es que es Will. Chocó con la bicicleta, llegó a la cantera y se cayó. La tierra debe haber cedido.
Joyce no reaccionaba aun mirando la pared en la cual juraba haber visto a Will.
»¿Joyce? ¿Entiendes lo que digo?«, insistió su Jim al no obtener respuesta.
Jonathan se encontraba de espaldas a la conversación, mientras Amelie acariciaba su hombro.
— No sé a quién encontraron, pero no es mi hijo— habló finalmente la mujer—. No es Will.
— Joyce...
— No, no entiendes. Hablé con él hace media hora— lo interrumpió antes de agarrar las luces—. Él estuvo aquí, se comunicó a través de estas.
— ¿Se comunicó?
— Si parpadeaba una vez era sí, dos era no— explicó—. Y preparé esto para que pudiera hablarme, porque se estaba escondiendo.
— ¿Escondiendo?— preguntó Amelie ahora más atenta la conversación, ganándose una mala mirada de su padre por interponerse en asuntos de la policía.
— Sí, de esa cosa— le respondió Joyce feliz de que alguien la escuchara realmente, aunque provocando que Jonathan se alterara más.
— ¿Esa cosa que salió de la pared?— siguió el Jefe de policía.
— Sí, sí.
— Mamá, por favor— trató de tranquilizarla el muchacho—. Termina ya con esto.
— ¡Lo quiere atrapar!— exclamó preocupada por su hijo menor—. Él está en peligro, debemos hallarlo.
— ¿Qué era esa cosa?— volvió a preguntar la castaña, aún intrigada por lo que Joyce contaba.
Su padre volvió a mirarla para que se detuviera, siguiendo él con la pregunta.
— ¿Una especie de animal dijiste?
— No, era casi humano, pero no... De brazos largos y no tenía rostro— comenzó a describirlo Joyce, haciendo recordar a Amelie a las pesadillas que tenía de pequeña, con aquellos monstruos horripilantes que inventaba su mente.
Jonathan sin poder seguir soportando la situación, se fue de allí para encerrarse en su cuarto de un portazo, poniendo aún peor a su madre.
La castaña no dudó en seguirlo por el pasillo, más la voz de su padre la detuvo antes de llegar a la puerta de la habitación del adolescente.
— Después de lo de Sarah, yo también la veía— escuchó, cerrando fuertemente sus ojos, recordando a su hermanita y todo lo que la llevó a sufrir junto a su padre—. Y la oía. No sabía qué era real, luego me di cuenta que era mi imaginación y tuve que sobreponerme a todo eso. Porque si no, iba a caer en un pozo dónde no podría salir y arrastraría a Amelie conmigo.
— No, tú hablas de duelo— le contestó Joyce, sin notar que la muchacha aún los escuchaba a escondidas—. Esto es diferente.
— Sólo digo que tú...
— No, entiendo lo que dices, Hop— lo interrumpió—. Pero te juro que sé lo que vi y no estoy loca.
— No digo que estés loca.
El dolor en la voz de Joyce Byers quebró la poca fuerza que Amelie mantenía, provocando que las lágrimas retenidas comenzaran a caer por sus ojos. Sin querer escuchar más de esa terrible conversación, se dirigió a la habitación de Jonathan, donde dio dos suaves golpes en la puerta, los cuales no fueron contestados.
Dubitativa la abrió, encontrándose con su amigo hecho un mar de lágrimas al borde de su cama. Sin decir nada, se sentó junto a él y lo abrazó mientras ambos lloraban juntos por Joyce y el que podía ser el cuerpo del pequeño Will.
Minutos más tarde, su padre fue por ella. Debían volver a casa.
Ambos subieron a la camioneta dispuestos a irse, pero Hopper se detuvo antes de encender el vehículo. Amelie lo miró fijamente, atenta al no accionar de su progenitor.
Sabía que era difícil no solo para la familia Byers, sino también para el Jefe de Policía de Hawkins, siendo ésta la primera desaparición del pueblo frente a su mandato. Y claro que dolía aún más que fuera el pequeño Will.
— Tenemos que hacer algo, papá— murmuró la muchacha sin necesidad de subir el tono de voz por su cercanía.
— ¿Tenemos?— preguntó sarcástico, fijando su mirada en su hijo— Yo tengo, querrás decir.
— ¡Vamos, papá!— exclamó cansada de que no confiara en ella—. Podría ayudarte.
— Mantente lejos de esto, Amelie— le ordenó seriamente—. No estoy bromeando.
Pero Amelie no se quedaría de brazos cruzados.
| ||||| ||| |||||| || |||||||| ||||
Al día siguiente tanto Amelie como Oliver se pasaron toda la temprana mañana buscando un nuevo lugar de trabajo. Después de lo que pasó con Benny, la hamburguesería cerró dejándolos a la deriva, por lo que debían encontrar empleo pronto.
Luego de ir a varios lugares, donde los rechazaron. Llegaron a la gasolinera del pueblo, quienes finalmente los aceptaron. Amelie atendería la caja registradora del interior dónde se encontraban los abastecimientos alimenticios, mientras que Oliver se encargaría de los autos en el exterior.
Felices de conseguir un empleo más rápido de lo que esperaban y antes de que comenzaran las clases, se dirigieron al centro dispuestos a tomar un rápido desayuno antes de dirigirse a la secundaria. Encontrándose en el camino con tres niños bastante particulares en sus bicicletas.
— ¡Hola, Ame! — exclamó Dustin feliz de verla, mientras agitaba su mano como saludo. El pequeño nunca podía evitar saludarla, tenía un enamoramiento platónico con la castaña desde que salvó a su gato.
Hace unos años, Mews, el gato; había subido a un gran árbol fuera de la casa de los Henderson. Dustin no podía hacer que bajara del él, y el hecho de que su madre no quería que jugara con el gato afuera, lo ponía más nervioso por su llegada.
Para su suerte, Amelie pasaba por ahí y se ofreció a ayudarlo con una gran sonrisa, que encandiló al de rulos. La chica subió al árbol con facilidad para sujetar al gato y bajar con él, entregándoselo al pequeño Henderson, quién la esperaba con sus ojos brillando de admiración.
Al día siguiente en la escuela, Dustin no paraba de decirle a sus amigos lo heroica que se había visto Amelie. Y claro que éstos, no le creían que haya interactuado con la hija del jefe de policía. Por lo que con sus mejillas rojas y lleno de determinación, el pequeño de rulos la saludó al verla pasar, deseando por dentro que no lo ignorara.
Y para sorpresa del resto de los niños, Amelie lo saludó de vuelta con la misma sonrisa. Y no sólo eso, sino que se acercó para saludarlos a todos, sobre todo a Will, a quién despeinó un poco su cabello.
Cuando la castaña se alejó despidiéndose, los niños se enteraron de que era la mejor amiga de Jonathan. Y a partir de ese día, ya se había vuelto rutina que el Henderson la saludara todas las mañanas; y también, que quisiera que sus juntadas de juegos fueran en casa de los Byers, con la esperanza de que la Amelie se encontrara allí.
Pero a diferencia de las demás veces, los amigos de Dustin se quejaron de que la haya saludado, provocando que su ceño se frunciera. Al parecer tenían prisa por llegar a algún lugar, y no querían que la castaña fuera una distracción.
— ¡Hola, Dustin! — saludó con la misma emoción, a la vez que frenaban junto a los adolescentes— ¿No deberían estar en la escuela?
— ¿No deberían estarlo ustedes también?— contestó Mike, haciéndola reír por sus típicas palabras atrevidas. Y también provocando que notara una presencia que antes no había visto.
— ¿Tienen una nueva amiga?— los niños comenzaron a boquear sin saber qué decir, mientras Amelie se acercaba a la niña rubia estirando su mano—. Soy Amelie, ¿cómo te llamas?
— El— contestó la niña antes de que el resto pudiera inventarse una excusa.
— Qué lindo nombre— le sonrió amablemente al ver lo tímida que era—. Eres muy bonita, El.
La pequeña sonrió, al escuchar que a la hermosa joven le parecía que era bonita.
— Oye, Ame— le habló Dustin, luego de que este tuviera una conversación en susurros con el resto de sus amigos— ¿Crees que podrían llevarnos a la escuela?
— Oh, em...— giró a ver a Oliver, quién asintió afirmando, algo curioso por el actuar de los niños— Claro, no hay problema.
— ¡Eres la mejor! — exclamó Lucas, sorprendiéndola por su halago.
Realmente tenían prisa.
Los niños peleaban por quién iría adelante junto a Oliver, quién ya había guardado las bicicletas en la parte trasera del vehículo. Dustin desistió de la pelea cuando vio que Amelie se sentaría en el asiento trasero, con El en su regazo, por lo que se ubicó junto a ella feliz. La niña sorprendentemente había confiado en la Hopper en tan solo segundos, permitiéndole llevarla sobre ella.
La pelea fue ganada por Mike, luego de que jugaran un "piedra, papel y tijera"; provocando que Lucas subiera atrás molesto por perder.
— Mike, el cinturón— le ordenó Amelie, al ver que éste la ignoró repitió más fuerte— ¡El cinturón, Michael!
— Ya escuché, ya escuché...— se quejó acatando la orden, molesto de que le digan qué hacer.
La vista de Amelie se dirigió a los otros dos niños, quienes copiaron la acción de Mike un tanto asustados por desobedecer. Por otro lado, la mayor enredó sus brazos en el cuerpo de la niña proporcionándole la seguridad que necesitaba.
Oliver rió ante la escena comenzando a conducir.
— Sí que los tienes amaestrados— dijo, antes de mirara por el espejo retrovisor—. Pareces su madre.
Dustin frunció el ceño.
— Saben lo que les conviene— sonrió satisfecha— ¿Verdad, niños?
— Sí, Ame— respondieron al mismo tiempo.
— Sí— dijo El sorprendiendo a la mayor.
Amelie sonrió divertida, mientras dejaba un mechón de cabello rubio detrás de su oreja.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top