XXVI: La cacería


Los habitantes de villa Cerulei llevaron al recién llegado hasta la prisión vacía donde habían estado encarcelados los cómplices de la persona que primero fingió amistad para luego atacar la aldea valiéndose de criaturas monstruosas.

Cualquiera podría preguntarse: ¿por qué continuaba esa gente confiando en desconocidos que arribaban sin aviso para solucionar sus problemas? Tal vez era porque sentían que la situación rebasaba sus posibilidades de acción y necesitaban ayuda para superarla. Además, aquel joven de la coraza azul parecía tan dispuesto a dar caza a Winger como cualquiera de los lugareños. Eso delataba su mirada llena de resentimiento cada vez que pronunciaba el nombre del prófugo.

—Entonces simplemente escaparon —murmuró Juxte mientras continuaba inspeccionando la celda.

—Bueno, no fue exactamente así —intervino el hombre encargado de la vigilancia, quien se mostraba muy abochornado—. Un animal salvaje me atacó durante la guardia nocturna y ellos aprovecharon ese momento para golpearme y tomar las llaves.

—Y Winger ya no estaba con ellos. —Otra vez el odio en los ojos del Pilar de Zafiro al pronunciar ese nombre.

—Él escapó la noche anterior —intervino otro aldeano—. Traté de detenerlo, pero esos gusanos lo protegieron. Luego huyó montado en un pájaro extraño y muy macabro.

—Demonios de la Cámara Negra —concluyó el Pilar de Zafiro.

Durante el largo camino hasta villa Cerulei se había topado con los destrozos hechos por dichas alimañas. Todo parecía indicar que uno de los objetivos de Winger era obstaculizar las vías de comunicación de Lucerna. Pero, ¿por qué atacar en un lugar tan remoto?

Tal y como Jessio había sospechado, Winger sí se había estado escondiendo en Dédam. Ese fue uno de los primeros sitios que Juxte visitó. Un individuo en la carretera que unía la capital de Catalsia con el poblado fronterizo le indicó que el herrero del lugar estaba dando refugio a un muchacho desde hacía bastante tiempo. Hacia la herrería se dirigió el Pilar de Zafiro y allí conoció a un hombre corpulento, benevolente en apariencia, pero que rehuyó con ingenio sus preguntas a la hora de pesquisar el paradero del traidor de Catalsia. Juxte abandonó la herrería dispuesto a regresar con métodos más violentos para obligarlo a hablar. Sin embargo, eso no fue necesario. Una anciana le salió al paso y le proporcionó la información que él precisaba.

"Ha partido rumbo a villa Cerulei", le comunicó ella. "Nunca me fié mucho de ese joven. Parecía estar ocultando algo."

Al final, había valido la pena seguir esa pista incierta. Winger efectivamente había viajado hasta villa Cerulei. Ahora era necesario dar con su paradero actual.

—Dices que Winger se fugó montado en un ave monstruosa —repitió Juxte el testimonio del aldeano—. ¿Puedes indicarme qué dirección tomó?


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¡SPLASH!

Una Hidro-Cápsula en pleno rostro sacó a Winger del sueño de las Esporas de Ágape. Unos bellos ojos, almendrados y rencorosos, lo escudriñaban desde muy cerca.

—Buenos días, príncipe azul —murmuró Rupel con el rencor también en la voz.

—Buenos días... —respondió Winger, aún aturdido por su largo letargo. Se incorporó a duras penas y de repente cayó en la cuenta de lo que había ocurrido—. ¡La mujer del bosque!

—¡Exacto! —Rupel volvió a tumbarlo apoyándole un pie sobre el pecho y se inclinó hacia él—. Interrumpí su momento romántico, ¿cierto?

—¿Momento romántico? —Winger estaba demasiado embotado y somnoliento como para seguirle el juego a la pelirroja. Recordaba un aroma atrayente y a una mujer que le pareció menos atractiva una vez que recibió la bofetada de la pelirroja, quien llegó a tiempo para socorrerlo—. ¿Cómo me encontraste?

Rupel levantó una semilla de mandrágora y la puso frente a los ojos del muchacho.

—Tenías esto prendido en la capucha de tu capa. Esta pequeña mandrágora la percibió y me guió hasta ti. Se llama Marga.

Winger giró la cabeza y se encontró con un monstruo diminuto y de ojos saltones y llorosos. Miró a Marga sin entender demasiado lo que estaba ocurriendo. Su cabeza estaba tardando en volver a funcionar correctamente...

—Tal vez deberíamos saludarnos con un abrazo y contarnos las últimas novedades... —balbuceó y volvió a cerrar los párpados.

Rupel resopló, se acomodó el flequillo y se dejó caer junto a Winger.

—No sé si fue un somnífero lo que te inyectaron o una pócima para atontar...

Rupel puso a Winger al tanto de lo ocurrido durante el combate. También mencionó la conexión entre Ágape y Jessio, y el asunto del corazón robado en isla Tikki.

Luego fue el turno del muchacho de la capa roja, quien refirió los acontecimientos que tuvieron lugar en villa Cerulei, el secuestro de los suspiros y el misterioso violín de Dinkens. Uniendo ambos relatos pudieron llegar a la conclusión más importante:

—Ágape se valió de esas flores para producir la poción que Jessio y Caspión utilizaban para controlar al rey Dolpan —resumió Winger—. Tenemos que regresar a villa Cerulei y advertirles...

—Olvídalo —lo interrumpió Rupel y sacó la nota que Demián había enviado junto a Marga—. Parece que alguien se está haciendo pasar por ti y anda por ahí causando problemas.

—Un impostor... —se asombró Winger. Y entonces comprendió—: Están tratando de volverme un enemigo de Lucerna también.

Si el impostor seguía mancillando su imagen a través de los estragos de los demonios de la Cámara Negra, pronto no tendría hacia dónde escapar. Era evidente que Jessio estaba realizando su siguiente maniobra. El panorama era cada vez más desalentador.

—¿Qué hacemos entonces? ¿Volvemos a la mansión de Gasky? —sugirió el muchacho.

—Son varios días de caminata —estimó la pelirroja—. Jaspen estaba conmigo, pero parece que alguien tenía mucha urgencia por volver a ver al guingui.

—Demián —supuso Winger; y recordó que se habían separado en las peores condiciones—. Espero que Soria y él se encuentren a salvo....


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Ronda sostenía la campana de Jaspen con sus pequeñas manos y trataba de entender la situación que sus ojos de mandrágora le mostraban. Un pájaro gigante había salido de la nada y los dos humanos se habían puesto a discutir ruidosamente.

—¡No vamos a abandonar a Winger! —protestó Soria—. ¡No puedo creer que estés proponiendo eso!

—¡Yo nunca dije que lo íbamos a abandonar! —repuso Demián—. Pero no sabemos dónde está. La mejor opción que tenemos ahora es ir con Gasky.

—Gasky tampoco sabe dónde está Winger, ¿cómo podría ayudarnos a encontrarlo? —objetó la muchacha—. Además, si seguimos a Ronda, ella nos llevará hasta Winger. Recuerda que él tiene una semilla de duende en su capa...

—Ronda es un chico, ¿por qué le dices "ella"?

—¡Ay, Demián, cómo puedes ser tan despistado! ¡Ronda es una niña!

—¡Marga es una niña! ¡Ronda es un chico!

—¡Son dos niñas!

Mientras Soria y Demián continuaban arguyendo como un par de chiquillos, Jaspen cabeceaba por el cansancio y el sueño. El guingui había estado volando de ida y de vuelta durante toda la noche y todo el día, y no estaba de humor para seguir escuchando tantos gritos. Antes de meter su pico entre las alas para intentar dormir un poco, razonó con su cabeza de pájaro que las mandrágoras eran criaturas sin género y que, por lo tanto, Ronda no era ni un chico ni una niña.


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Ya en las afueras de villa Cerulei, Juxte dirigió la vista hacia las montañas del sur. La cacería continuaba. Sin embargo, no sería fácil dar con su presa en el frondoso bosque cordillerano. Se debatía acerca de cuál era el mejor camino a seguir cuando un rollo de pergamino cayó ante sus pies.

"SIGUE AL CUERVO Y ENCONTRARÁS A WINGER", rezaba el mensaje.

El corazón del Pilar de Zafiro palpitó con fuerza y la lágrima de Cecilia se estremeció. ¿Qué significaba ese mensaje? ¿Había alguien que quería ayudarlo desde el anonimato? ¿O era una trampa?

Alzó la vista y vio al ave negra volando en círculos. Resolvió seguirla. Después de todo, había llegado a un callejón sin salida.

¿Cómo habría podido Juxte adivinar que el individuo de la carretera, la anciana frente a la herrería y el cuervo en las alturas eran un único ser llamado Quadra?



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