VIII: Aflicciones de un corazón roto

—¡¿Una visita al palacio real?!

Markus y Zack se llevaron una sorpresa al enterarse de cuál había sido el "castigo" que Jessio le había dado a Winger.

Los tres estaban en la puerta de la Academia, esperando el toque de la campana de entrada. Como era habitual desde hacía algunas semanas, Lara no estaba allí. De inmediato ingresaba al establecimiento al ver llegar a Winger, argumentando que debía repasar cierta asignatura. Por lo general se llevaba consigo a June, pues él no hacía preguntas, aunque a veces también ocupaban ese rol Zack o Markus.

—Así es, Jessio me pidió que lo acompañe al palacio —prosiguió Winger—. Ayer arribó a ciudad Doovati una comisión de embajadores desde Pillón y Jessio necesitaba que alguien tomara notas durante la reunión.

—Uff... Suena a algo bastante aburrido —rezongó Zack.

—Bueno, a decir verdad...

A decir verdad, apenas si Winger había alcanzado a escribir los nombres de los diplomáticos y algunas frases sin importancia, pues enseguida había hecho su entrada la princesa Pales y se lo había llevado de allí. Luego del desagradable encuentro con Piet, ambos pasaron el resto de la mañana en los establos, casi sin cruzar palabras, aunque Pales se mostró más relajada luego de la promesa de Winger. Finalmente, cerca de la hora del mediodía, Jessio había ido a buscarlo para emprender la partida.

—¡O sea que te has salvado del castigo! —se alegró Zack por la suerte de su amigo.

—En realidad, no estoy muy seguro de eso —confesó Winger.

Durante el camino de vuelta no habían tocado ese tema, por lo que Winger no sabía si su castigo seguía en pie o ya no. Jessio se limitó a preguntarle cómo había sido su encuentro con la princesa para luego dictarle él mismo un resumen de la reunión con los embajadores. Al parecer, todo había marchado bien durante ese encuentro, pero Jessio se mantuvo firme en sus sospechas sobre posibles infiltrados de Pillón en el reino. El rey había estado absolutamente de acuerdo en todo lo que su primer concejal había opinado.

De repente, Winger y sus dos compañeros comenzaron a oír voces de entusiasmo, acompañadas por algunos aplausos y vítores. Movidos por la curiosidad, se arrimaron al grupo de aprendices que había ido amontonándose en el sendero de sauces que conducía hasta la Academia.

—¡Vaya, ha regresado! —exclamó Markus con júbilo.

—¿Quién ha regresado? —quiso saber Winger.

—¡Él! —Zack señaló con entusiasmo a un muchacho de unos veinte años que avanzaba hacia la Academia saludando a los aprendices—. Ese es Mikán, el mejor discípulo de Jessio.

Se trataba de un joven alto y de rasgos finos, con una abundante cabellera castaña y la frente bien erguida, lo suficientemente atractivo como para despertar suspiros y risitas entre las muchachas de la Academia. La mirada de Mikán era amable y a la vez llena de determinación.

—Mikán es el único aprendiz que el año pasado consiguió llegar al último nivel —explicó Markus—. Recibe instrucciones directamente del maestro.

El tutor Dekis también apareció en el patio delantero, saludó a Mikán con una sonrisa y se dieron un cordial apretón de manos.

—Me pregunto si Dekis estará un poco celoso de Mikán —comentó Markus con intriga.

—Pues yo lo estaría —admitió Zack, llevándose una mano al mentón—. Después de todo, él no pudo acceder al último nivel.

—¿Tan difícil es ese último nivel del que hablan? —indagó Winger.

—Desde la fundación de la Academia, solo unos pocos han logrado llegar hasta el nivel de magia avanzada —le informó Markus—. Suelen ser enviados por el maestro a tierras lejanas para completar su entrenamiento con pruebas muy riesgosas. Definitivamente, no es para cualquiera...

—Mikán es tan fuerte que es capaz de derrotar a los tontos de Mirtel y Rapaz al mismo tiempo —añadió Zack.

—Sorprendente —murmuró Winger, fascinado por los logros de aquel joven prodigio, el número uno de la Academia.

Mikán ingresó al establecimiento acompañado por Dekis, y seguidos de cerca por varios admiradores fueron directo hacia el despacho del maestro.

—————

Winger se hallaba bastante distraído durante la clase de Mirtel de esa mañana. Por un lado, pensaba en Mikán. ¿Qué clase de misiones serían aquellas que Jessio le encomendaba? ¿Llegaría él algún día hasta el legendario nivel de magia avanzada? Por otra parte, miraba a Lara, tratando de entender por qué se habían distanciado tanto. Era cierto que apenas hacía dos meses que se conocían, pero al principio ella había sido muy atenta con él, dispuesta a ayudarlo en todo lo posible. Y después, esa inesperada pelea con Rowen...

—Jóvenes, debo decirles que estoy muy decepcionado con la mayoría de ustedes —reprendió Mirtel al curso entero con voz ofendida—. ¡Miren la "misteriosa caja sube-calificaciones"! ¡Completamente vacía! No sé cómo muchos de ustedes piensan aprobar el próximo examen de ética si no han hecho sus contribuciones...

Mientras Mirtel continuaba hablando acerca de lo malo que era ser tacaño, Dekis llamó a puerta:

—Disculpe, señor Mirtel. Lamento interrumpirlo pero el maestro ha solicitado que Rowen y Winger se presenten en su oficina, de ser posible.

—Me importa un bledo lo que hagan —soltó Mirtel, aún disgustado—. Que vayan si quieren.

Todos en el aula intercambiaron murmullos de intriga ante ese llamado. Zack levantó los pulgares a su amigo en señal de buena suerte. Incluso Lara lo observó con curiosidad. Winger y Rowen se miraron un segundo sin comprender qué sucedía y luego caminaron detrás de Dekis en dirección al despacho de Jessio.

Cuando ingresaron, el maestro se puso de pie para recibirlos y los invitó a tomar asiento.

—Buenos días, Winger, Rowen —los saludó amablemente—. Lamento haber tenido que interrumpir su clase, pero esta vez tengo una invitación para hacerles. —Los dos muchachos seguían con interés las palabras de Jessio—. Pues bien, se trata del Combate de Exhibición de este año.

Winger no tenía idea de lo que era eso, pero enseguida notó la gran sonrisa que se había dibujado en el rostro de Rowen.

—Supongo que tú, Rowen, ya sabes de qué se trata. Lo explicaré de todas formas para Winger:

»Cada año, acercándose la fecha de fundación de nuestra Academia, dos aprendices son elegidos por mí y mis asistentes para participar de un evento que tiene lugar en el palacio real. Se trata de un duelo de magia durante el cual los dos participantes muestran cuánto han aprendido hasta el momento. Por lo general, escogemos a dos aprendices del nivel inicial debido a que los hechizos que se aprenden a partir del nivel intermedio pueden resultar peligrosos, tanto para los combatientes como para los invitados al evento.

»El combate tiene lugar en una sala especial del palacio y al mismo asisten grandes personalidades de la ciudad, entre los que cabe destacar al mismo rey Dolpan y a la princesa Palessia. El propósito de esta actividad no es la agresión, sino fomentar el estudio de la magia en nuestro reino y, a la vez, demostrar la utilidad que nuestra Academia puede ofrecer para el futuro de Catalsia.

»Dicho esto, ahora paso a hacerles la propuesta. —El maestro hizo una pausa y dedicó una sonrisa a sus discípulos—. Rowen, Winger: ¿aceptan representar a nuestra Academia en el Combate de Exhibición de este año?

—¡Rayos, sí! —contestó de inmediato Rowen, eufórico.

La respuesta de Winger, en cambio, se estaba haciendo esperar.

—¿Qué dices tú, Winger? —debió insistir Jessio.

—Pues, yo...

Vacilaba. No sabía si estaba listo para algo así.

—Eres un cobarde —se burló Rowen de él a media voz.

Winger lo miró con disgusto.

—Está bien, acepto.

Rowen le devolvió una sonrisa de complacencia.

—Entonces está decidido —declaró Jessio, al mismo tiempo que sonaba la campana de salida de clases—. El Combate de Exhibición tendrá lugar dentro de diez días, justo antes del receso invernal. Además, por participar de esta actividad extracurricular, su castigo queda ahora cumplido —agregó con un tono cómplice—. Les sugiero que se preparen mucho, y recuerden que estarán representando a la Academia.

Jessio acompañó a los dos aprendices hasta la entrada de su despacho, pero Winger se detuvo antes de salir.

—Maestro, ¿podría hablar un momento con usted?

—Seguro, Winger, no hay problema. —Jessio cerró la puerta tras la salida de Rowen y le dedicó su atención—. Dime, ¿qué ocurre?

—¿Por qué me ha escogido a mí? —preguntó con cierto recelo—. Apenas llevo un par de meses en su Academia. He estado practicando mucho, pero no sé si estoy al nivel de mis condiscípulos. ¿Por qué entonces yo?

Jessio lo meditó un poco antes de contestar.

—Si debo ser sincero contigo, Winger, fue la misma princesa quien solicitó que seas tú uno de los participantes del duelo de este año —explicó el maestro, y agregó con una sonrisa—: Al parecer, le has causado una buena impresión a la brava Palessia.

Winger se sonrojó al oír eso. También estaba muy sorprendido. ¿Ella había solicitado ese combate? ¿Acaso Pales estaba intentando darle la oportunidad para tomar revancha contra Rowen?

—Como verás, no tenía otra opción. —La mueca en el rostro de Jessio daba a entender que estuvo entre la espada y la pared—. Ella es una persona muy pertinaz con las cuestiones que le interesan, y es muy difícil hacerla ceder. ¿Comprendes ahora cuál fue el motivo más fuerte para elegirte a ti?

—Sí, ya veo... —musitó Winger, pensativo.

—De todas formas, estoy seguro de que darás un buen combate —agregó el maestro, poniéndole una mano en el hombro y yendo con él hasta la puerta—. Eres una persona muy inteligente, Winger. Tal vez Rowen te supere en técnica, pero serás capaz de atravesar sus murallas de polvo si usas la cabeza. Como siempre digo, solo ten fe en ti mismo.

Cuando abandonó el despacho del maestro, Winger no tuvo tiempo para reflexionar acerca de lo que había ocurrido, pues sus amigos ya estaban ahí esperándolo. Por la expresión en sus rostros, dedujo que ya se habían enterado:

—¡Rowen se lo ha dicho a todo el mundo! —dijo Markus con entusiasmo—. ¡Participarán en el Combate de Exhibición! ¡Felicitaciones!

—¡Pero qué suerte tienes! ¡Pelearás en el palacio! —se sumó Zack al festejo, sujetando a Winger por el cuello y revolviéndole el cabello.

—No puedo creer que Jessio te haya elegido a ti —se escuchó de pronto.

Era Lara, quien se hallaba a unos pasos de distancia junto a June. Se la notaba muy disgustada.

—Es un insulto para la mayoría de los que estamos en el nivel inicial.

—Vamos, Lara —intentó calmarla Markus—. Sabes que si no tuvieras el brazo vendado, Jessio seguramente te habría escogido a ti para el duelo...

—No es solo por mí —se apresuró a aclarar ella—. Todos nosotros nos hemos esforzado mucho desde que las lecciones se iniciaron hace casi seis meses, y él es prácticamente un recién llegado. ¿Acaso ustedes no quieren participar del Combate de Exhibición?

—¡Oye, tranquila, jefa! —trató Zack de frenarla—. Claro que queremos, pero no somos ni la mitad de buenos que tú o Rowen. ¡Yo ni siquiera he podido completar la Hidro-Cápsula! Y tú misma has visto cuánto ha mejorado Winger.

—Genial, ahora todos están en mi contra —protestó la muchacha, cruzándose de brazos.

—¡Lara! ¿Pero qué te ocurre conmigo? —exclamó Winger, desahogándose de una vez por todas—. Desde hace un tiempo que me ignoras, y ya casi no me diriges la palabra.

—¡Oh! ¡Como si tú precisaras que alguien como yo te dirija la palabra! —replicó Lara con cinismo—. ¿Acaso no tienes suficiente con tu noviecita Rupel?

Todos se impresionaron al percibir el filo hiriente de ese último comentario.

—Lara, estás hablando como Rowen... —señaló Winger, muy dolido.

Se hizo silencio ante esa sentencia. Lara intentó decir algo, pero en vez de eso tomó a June del brazo y lo arrastró hacia la salida del establecimiento.

—Vámonos, June —dijo ella, ofendida—. No necesitamos escuchar estas acusaciones sin sentido de alguien que apenas conocemos.

—————

Winger, Markus y Zack caminaban en silencio por las calles de ciudad Doovati. La actitud de Lara les había quitado el buen ánimo a los tres.

—Sinceramente, no entiendo por qué se ensaña tanto conmigo —comentó Winger, afligido—. ¡Si yo ni siquiera quería participar en algo así!

—No te disgustes tanto por eso —dijo Zack, restándole importancia al asunto—. Lara solo está enfadada porque no la han elegido a ella, pero en un par de días se le pasará. Ya sabes cómo son las mujeres.

Pero ese era justamente el problema de Winger. ¡No sabía cómo eran las mujeres! Sin contar a su tía Bell, solo había conocido a tres muchachas en toda su vida: Lara, Rupel y Pales. Tres personalidades muy distintas; tres mundos diferentes.

Markus resopló con fuerza al oír el comentario de su amigo.

—Zack, ¿por qué no te adelantas un poco? Quisiera platicar un poco con Winger.

Al muchacho le llamó un poco la atención esa petición, pero conocía lo suficiente a Markus como para entender que deseaba hablar de algo importante con Winger.

—De acuerdo, los veo mañana, chicos —se despidió y desvió su camino en la siguiente intersección.

Markus y Winger caminaron un buen tramo sin decir una palabra.

—¿Cómo va tu entrenamiento con Rupel? —preguntó después de un rato el muchacho de gafas.

—¡Muy bien! —afirmó Winger, con más ánimo—. Estoy teniendo algunos problemas con la Encantación, pero solo es cuestión de practicar más...

—Sabes, tal vez Lara esté un poco celosa de Rupel.

Winger lo miró con extrañeza.

—No comprendo, ¿por qué habría de sentir celos?

—Vaya, realmente no eres muy intuitivo para estas cosas, ¿verdad? —comentó Markus, sacudiendo la cabeza con incredulidad.

Aquello debía ser cierto, pues Winger ni siquiera sabía qué responder.

—Déjame contarte una historia —propuso Markus—. ¿Sabes algo acerca de los ángeles?

—Solo he oído algunos comentarios.

—Está bien, te explicaré.

El hijo del señor Grippe pensó en la mejor manera de introducir el tema. Se aclaró la garganta y luego comenzó a hablar:

—Cada uno de los Dioses Protectores cuenta con la ayuda de tres ángeles: servidores obedientes que cumplen los mandatos de su divinidad y llevan a cabo su voluntad a través de distintos trabajos. Y en los tiempos conflictivos, ellos son los representantes de los dioses en el campo de batalla. Es por ello que cada ángel ha fabricado una reliquia, un objeto milagroso capaz de otorgar a su portador cualidades únicas.

»La historia que quiero contarte sucedió hace no más de cien años, y narra la tragedia de Andrea, uno de los ángeles de Cerín. La reliquia de Andrea era su propio corazón, el cual irradiaba tanta pasión que la convertía en la luchadora más valiente...

—¿Te refieres al mismo corazón de Andrea que utilizamos en las ecuaciones alquímicas? —intervino Winger, recordando el triángulo que era la base de muchos hechizos de fuego.

—Así es —asintió Markus—. De hecho, Cerín confiaba tanto en su servidora que hasta el día de hoy utilizamos ese símbolo para representarla. Fue por eso que la diosa del fuego encomendó a Andrea la tarea de activar todos los volcanes del mundo. Así, la temperatura de la Tierra ascendería colosalmente, convirtiéndose en un lugar propicio para su regreso.

»Sin embargo, Riblast, el protector de la humanidad, se percató de las consecuencias catastróficas del plan de Cerín: el mundo podría quedar envuelto en llamas, desatándose una época de calamidades, una auténtica Era del Fuego. Para evitarlo, el Cisne apareció frente a un noble caballero llamado Nicolatías, y otorgándole el título de "Guerrero de Riblast" le encomendó la tarea de detener a Andrea.

—¿Por qué Riblast escoge guerreros humanos y no envía a sus ángeles?

—Mmm... —Markus vaciló un momento—. Supongo que es porque los ángeles de Riblast fueron abatidos por los de Daltos en el pasado... ¡Por Derinátovos, Winger! ¿Tus tíos no te contaban cuentos cuando eras pequeño?

—Lo hacían, pero sus cuentos no tenían por protagonistas a dioses o ángeles —repuso Winger con una sonrisa de disculpa—. Pero continúa con la historia de Andrea.

—De acuerdo —exhaló Markus para luego retomar el hilo de su relato—. Ella y Nicolatías libraron numerosos combates. La destreza del guerrero de Riblast era admirable, pero gracias a su coraje, Andrea siempre llevaba las de ganar. Entonces ocurrió lo insólito, algo que cambiaría de una forma inesperada el curso de los acontecimientos: después de tantos encuentros, Andrea cayó perdidamente enamorada de su rival.

—Vaya...

—Llegó el punto decisivo de la batalla. Uno de los centros volcánicos más importantes estaba a punto de ser activado. De no detener Nicolatías al ángel en aquella ocasión, el mundo se convertiría en una pira ardiente. Sin embargo, Andrea ya no anhelaba luchar; aguardó a Nicolatías en la cima del volcán mayor y allí abrió su corazón. El ángel confesó su amor al hombre que hasta ese momento había sido su enemigo y le propuso abandonar la contienda, escapar juntos hacia el rincón más alejado del mundo, permanecer solo ellos dos unidos para siempre.

»Pero la lealtad de Nicolatías era absoluta. El guerrero de Riblast dijo que jamás traicionaría a su dios y rechazó rotundamente la ofrenda de amor eterno del ángel. Frente a tal desilusión, el corazón de Andrea se llenó de grietas y acabó por romperse. Extinguida su inmensa pasión, ya no pudo continuar con la batalla y se quitó la vida arrojándose a las llamas del volcán.

»Ese fue el fin de la última batalla entre Cerín y Riblast. El mundo otra vez estuvo a salvo, y solo gracias a un desamor... Y esta es la historia de Andrea —concluyó Markus, esbozando una tímida sonrisa—. ¿Qué piensas ahora?

—Pienso que es una historia muy intensa... —comentó Winger, aún impresionado por el trágico desenlace—. Pero no comprendo por qué me cuentas esto.

Markus suspiró con resignación.

—Solo procura no lastimarla, Winger.

—————

Más tarde, ese mismo día, Winger y Rupel se hallaban bajo el nogal tomando un descanso de su entrenamiento. Luego de que él le informara acerca del Combate de Exhibición, juntos habían comenzado a idear una estrategia para poder hacerle frente a Rowen.

—Sabes, tal vez deberías enseñarme otro de esos trucos secretos tuyos —sugirió Winger con discreción.

—Oye, ya te he enseñado unos cuantos, ¿no crees?

—Sí, lo sé... Pero tal vez algo un poco más avanzado. ¿Qué tal Fuegorrión?

—Pequeño, no estás preparado para aprender una técnica como esta —le explicó Rupel con tono burlón, haciendo aparecer una pequeña ave de fuego en su mano—. Es demasiado compleja para ti.

La pelirroja envió el Fuegorrión hacia Winger, haciéndolo revolotear a su alrededor para molestarlo.

—Pensándolo mejor, no necesito aprender algo como esto —bufó Winger, resentido y tratando de apagar el Fuegorrión con su Chorro de Agua—. ¡Es un conjuro tonto hasta en el nombre!

—¡Oye! Me ha costado mucho trabajo pensar el juego de palabras —exclamó Rupel, ofendida—.  ¡Atácalo, Fuegorrión!

—¡Ay, basta!

Y mientras el Fuegorrión picoteaba a Winger, alguien más apareció en el claro. Rupel fue la primera en percatarse de su presencia.

—Winger, creo que están buscándote.

El muchacho giró en la dirección que la pelirroja le indicaba. Lara aguardaba a una distancia prudente, sin atreverse a romper el círculo invisible bajo el nogal que servía de lugar de entrenamiento para Winger y Rupel.

—¿No te he dicho que no traigas personas aquí? —lo regañó Rupel en voz baja, clavándole un codo en las costillas.

—¡Yo no le he dicho a nadie, lo juro! —trató Winger de defenderse—. Debe haberlo descubierto ella misma...

Se puso de pie y fue a reunirse con Lara.

Ambos se miraron en silencio por unos instantes.

—¿Así que ella es Rupel? —murmuró Lara, mirando por encima del hombro de Winger—. Tenías razón, es muy bonita...

—¿Por qué has venido hasta aquí, Lara? —quiso saber él, adivinando que Lara no estaba allí simplemente para hablar de la pelirroja.

—Es que... —La muchacha bajó la vista—. Sé que no te he tratado muy bien últimamente. Quería pedirte perdón y decirte que lo siento.

Sorprendido por las palabras de su amiga, Winger sintió un gran alivio en el alma y se alegró de poder hablar con ella al fin.

—Lara, no tienes por qué disculparte —le aseguró con una actitud comprensiva—. No estoy enfadado contigo, solo un poco preocupado, igual que los demás. Sobre todo Markus, creo que le importas mucho.

—¿Estuvieron hablando acerca de mí? —indagó ella, asombrada.

—Sí... O tal vez no, no estoy muy seguro —dudó Winger, todavía intrigado por la historia de Markus—. Él me habló acerca del corazón de Andrea.

Lara se ruborizó al oír eso. Al parecer, ella sí comprendía el significado de aquel relato.

—Vaya, supongo que a veces olvido que tengo excelentes amigos —susurró avergonzada, pero esta vez con una cálida sonrisa y una mirada brillante. Antes de dar la vuelta para marcharse, Lara dijo algo más—: Estoy segura de que lo harás muy bien en el duelo contra Rowen.

Detrás de los ojos claros de la muchacha, Winger ya no supo adivinar qué emociones y pensamientos se escondían.

Mientras Lara se alejaba del claro, Rupel se acercó a su discípulo. Apoyó un brazo sobre el hombro de Winger y los dos la siguieron con la vista.

—Bueno, ¿volvemos a lo nuestro? —propuso la pelirroja.

—Seguro —accedió Winger, ahora con el espíritu renovado, y continuaron practicando durante el resto de la tarde.



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