VI: Duelo de hermanos
—¡Bola de Fuego!
Una hermosa esfera ardiente se materializó ante a las miradas entusiastas de sus amigos, quienes no escatimaron felicitaciones y aplausos por el pequeño gran logro de Winger.
—¡Es una Bola de Fuego perfecta! —lo elogió Lara muy sonriente.
—Por fin pude hacerla ayer por la tarde —comentó él con emoción—. ¡Estoy tan entusiasmado que ahora no puedo dejar de encenderla!
—¡Apiádate de nosotros, loco incendiario! —bromeó Zack, tan complacido como los demás.
—¿Y cómo has logrado dominarla? —quiso saber Markus, intrigado.
—En realidad, se lo debo a los consejos de Rupel —explicó Winger; la pelirroja había logrado sacarlo del callejón sin salida en el que se encontraba, y él le estaba muy agradecido—. Creo que ella es mi nueva maestra.
Los ojos de Zack y Markus centellaron con picardía al oír esa última frase y enseguida se arrimaron a Winger.
—Oh, conque una chica... —murmuró el bromista del grupo, subiendo y bajando las cejas—. ¿Y de dónde la has sacado?
—La conocí en una tienda de capas y túnicas, aunque es mucho más que una vendedora —les comentó él con admiración—. Rupel es increíble con los hechizos de Cerín. Además, enseguida se percató de lo que estaba haciendo mal con mi Bola de Fuego.
—Y... ¿es bonita? —preguntó el hijo del señor Grippe, mirándolo por encima de sus gafas.
—Sí, es muy bonita —asintió Winger; demasiado tarde se percató de las verdaderas intenciones de aquellas preguntas—. ¡Pero ella es mayor que yo!
Las miradas de Markus y Zack se encendieron aún más.
—Así que te gustan las muchachas mayores, ¿eh, Winger? —comentó Zack, sonriéndole con malicia.
—Eres bueno eligiendo a tus maestros, ¿eh, Winger? —agregó Markus, dándole un golpe con el codo.
—¡No sé de lo que están hablando! —trató de evadirlos, aunque se estaba poniendo más rojo que su Bola de Fuego.
Markus y Zack continuaron así por un rato, acosando a Winger con preguntas acerca de la hermosa Rupel. Solo June, al alzar la vista del periódico, se percató de que Lara ya no estaba participando en la conversación...
—————
Las semanas que siguieron fueron bastante activas para Winger. Ahora no solo debía esforzarse por alcanzar a sus condiscípulos en la Academia, pues al toque de la campana de salida debía apresurarse para llegar a tiempo a "El Bueno Provecho", donde lo esperaban torres de vajilla fina prestas a ser lavadas. La mayoría de los días terminaba sus quehaceres a media tarde, aunque algunas veces se quedaba hasta entrada la noche haciendo horas extras. El trabajo en el restaurante era enérgico y constante, pero a Winger le agradaba trabajar allí y se divertía mucho con la personalidad extravagante de su jefe.
Y cuando terminaba de acomodar los cajones de verduras y secaba la última copa, finalmente llegaba su momento del día favorito: las prácticas de magia con Rupel. Gracias a la instrucción de la candente pelirroja, en apenas quince días había podido completar sin dificultades el Cántaro, la Ventisca y la Ráfaga de Viento. Más de una vez Winger quiso pagarle por toda la ayuda, pero Rupel lo rechazaba arguyendo que lo hacía simplemente por placer.
Pronto los dos descubrieron que congeniaban muy bien. Winger admiraba a Rupel como hechicera y ella siempre replicaba diciendo que él tenía un talento especial para la magia y que solo necesitaba un pequeño empujón. Así, entre risas y hechizos, transcurrían las prácticas bajo el gran nogal. Pero había algo que a Winger le intrigaba mucho acerca de Rupel, y era la reserva que ella tenía en lo tocante a su vida personal.
—¡Estoy exhausto!
Winger se echó sobre la hierba luego de otra tarde de entrenamiento intenso.
—Supongo que por hoy es suficiente —opinó Rupel, sentándose a su lado—. El Resplandor es un conjuro combinado, es normal que te lleve más tiempo dominarlo. Debes tomártelo con calma. Solo dame un par de semanas más y verás cómo se asombra todo el mundo con tu progreso —agregó con voz entusiasta.
—También me gustaría que mis amigos te conocieran... —comentó Winger, como al pasar.
Rupel enseguida puso cara de fastidio.
—Sabes que no me gusta andar alardeando en público. Ya hemos hablado acerca de eso.
—Ya sé que hemos hablado de eso, pero a mí me pareces una persona muy agradable. ¿Por qué mis amigos no pueden conocerte?
—¡Ya te lo he dicho! Soy tan fantástica que todos querrán pasar su tiempo conmigo. Y solo tengo tiempo para mi aprendiz consentido —agregó con tono sensual.
Winger sabía que ella decía esas cosas para evadir el tema. Y siempre funcionaba, puesto que esos juegos de coqueteo lo ponían muy incómodo.
Los dos se quedaron un rato en silencio, contemplando el atardecer.
—¿Por qué no sé nada acerca de ti, Rupel?
—Es que no puedo decir nada, ¡mi vida es un secreto! —bromeó ella mientras se ponía de pie—. Pero prometo que uno de estos días te contaré algunas cosas.
Tras guiñarle un ojo, la pelirroja se fue, dejándolo una vez más solo y lleno de dudas.
—————
Un par de días después, a la salida de la Academia, ocurrió en episodio que dejaría a Winger muy pensativo. Ya se había despedido de sus amigos y caminaba hacia el restaurante cuando oyó una voz que lo llamaba:
—¡Winger, espera!
Era Lara, quien aceleraba el paso para alcanzarlo. El hecho de verla por allí lo sorprendió un poco, pues por lo general ella se iba rumbo a la zona residencial acompañada por Markus.
—Lara, ¿necesitas algo?
—Pues, verás... He notado que aún tienes algunos problemas con la Hidro-Cápsula, ¿verdad? Y tal vez yo pueda ayudarte con eso... —Winger notó que Lara se estaba poniendo nerviosa, lo cual no era muy habitual en ella—. Quisiera saber si esta tarde te gustaría practicar magia conmigo.
—Oh, conque se trataba de eso —dijo el ingenuo muchacho oriundo del campo—. Eres muy amable, Lara, pero Rupel dijo que hoy me enseñaría un truco especial de fuego. Me gustaría invitarte a que practiques con nosotros, pero creo que antes debería hablarlo con ella...
—Está bien, Winger, no te preocupes —le ahorró ella el dilema; esbozó una sonrisa incompleta, turbada por un tipo de decepción que él aún no era capaz de comprender—. Te llevas muy bien con Rupel, ¿cierto?
—Supongo que es así —admitió mientras se rascaba la nuca con timidez—. Empezamos con el pie izquierdo, pero luego no hemos tenido inconvenientes... ¿Qué sucede? ¿Dije algo malo?
Recién entonces Winger se había percatado de que algo no andaba del todo bien en la expresión de su amiga.
—No es nada, en serio —se excusó ella, esquivándole la mirada.
Lara sintió de pronto un apremiante impulso por salir corriendo. Pero al darse vuelta, una sonrisa socarrona le cortó el paso.
—¿Qué haces por aquí, hermanita? ¿Arreglando una cita con tu noviecito el forastero? Deberías fijarte con quién te juntas, le das mala reputación a la familia...
—Él no es mi novio —dijo ella con aspereza.
La muchacha mantenía la vista clavada en el suelo mientras apretaba un puño con fuerza. Winger y Rowen se miraron extrañados al notar que la tensión de Lara iba en aumento. Ninguno de los dos entendía lo que le estaba ocurriendo. Y entonces, insólitamente, ella estalló:
—¡Él no es mi novio!
Lara dio un paso hacia su hermano y le propinó un puñetazo en pleno rostro que lo hizo trastabillar. La gente que pasaba por la zona se detuvo a observar la situación. Rowen se llevó una mano al rostro y comprobó que su hermana le había hecho sangrar la nariz.
—¡¿Estás loca?! —exclamó con perplejidad; no se esperaba en absoluto aquella reacción tan repentina y exagerada.
Winger tampoco podía entender por qué Lara había hecho algo así. La chica miraba a su hermano llena de odio, y Winger tuvo la impresión de que ella estaba a punto de comenzar a llorar. Rowen se abalanzó como una bestia sobre Lara y la sujetó del brazo con brusquedad.
—¡¿Por qué rayos me golpeaste?! —bramó el pendenciero, con ojos desorbitados—. ¡Maldita perra, ya me tienes harto! ¡No pienso dejar que me humilles así frente a toda la ciudad!
—¡Genial! —repuso Lara, también exaltada, quitándose de encima a Rowen de un tirón—. ¿Quieres arreglar esto con un duelo?
—Por supuesto que quiero hacerlo —asintió él con una sonrisa confiada—. Pero no soy tan estúpido como para pelear en plena calle. Ya verás, hermanita. Me las pagarás todas juntas.
Dicho eso, Rowen se alejó furioso y con paso acelerado. Winger intentó decirle algo a Lara, pero ella no lo escuchó y se fue con prisa en la otra dirección. Aún muy confundido, llegó a ver lágrimas en las mejillas de su amiga.
—————
Winger estuvo toda la tarde bastante distraído. Se había quedado un poco preocupado por Lara, pues nunca la había visto reaccionar así. Mientras terminaba de secar algunas tazas, se dijo a sí mismo que más tarde podría pasar a visitarla y tratar de hablar con ella.
—¡Pssst! ¡Winger! —le chistó de pronto el señor Grippe, asomándose al lavadero—. ¡Ven aquí, rápido!
El muchacho siguió a su jefe hacia la parte delantera del restaurante. Comenzaba a acostumbrarse a ese tono de secreto y no pudo contener una sonrisa al pensar en lo que venía a continuación.
—¿Qué sucede, señor Grippe?
—Tío Grippe, Winger. Tío Grippe —lo corrigió él en voz baja, ya oculto detrás de la barra—. Ven aquí un momento. ¿Ves a esa pareja de allí? Son otra vez el señor Bárrager y la esposa del vendedor de carruajes. ¿Cuántos encuentros van ya?
—Déjeme ver... —Winger hizo memoria—. Con este, ya son cuatro.
—Y están tomados de la mano, ¿me equivoco? —indagó el señor Grippe, expectante.
—A decir verdad, tiene razón, señor Grippe —asintió Winger, siguiéndole el juego—. Supongo que ya puede confirmar sus sospechas.
—¡¡Lo sabía!! —El dueño del restaurante alzó un puño triunfal por encima de la barra—. Tenemos una gran primicia, Winger, una gran primicia...
Mientras el señor Grippe anotaba la noticia del día en su pizarra, Winger recordó a su misteriosa maestra y una idea acudió a su mente. Pensó que el padre de Markus debía conocer la vida de muchas de las personas de ciudad Doovati, y él no perdía nada con indagar un poco...
—Señor Grippe...
—Tío Grippe, Winger. Tío Grippe —volvió a reprenderlo mientras seguía con sus anotaciones—. ¿Qué sucede, muchacho?
—En el distrito comercial hay una tienda de túnicas para magos que pertenece a una anciana llamada Alba. Quisiera saber si usted conoce a la muchacha que trabaja allí.
—No sabía que esa mujer tenía una empleada —comentó el señor Grippe con interés mientras se alisaba el bigote—. Dame un par de días y veré qué puedo averiguar...
En ese momento, la puerta del restaurante se abrió de golpe y entró Markus. El muchacho jadeaba mucho y se lo veía alarmado.
—¡Winger! ¡Tenemos que ir ahora mismo! —dijo con inquietud—. Son Lara y Rowen. ¡Se están por batir a duelo!
—————
El señor Grippe dio permiso a Winger para retirarse antes de hora gracias a su colaboración en la "recolección de información" del día, por lo que él y Markus marcharon con prisa hacia el lugar del enfrentamiento.
—Se encuentran en una colina cercana a la Academia —indicó Markus mientras corrían—. Todos los aprendices del nivel inicial ya deben estar allí.
—¿Por qué ahí? ¿Qué hay en ese lugar?
—Fue el sitio donde unos maleantes atacaron a su familia hace cinco años —explicó Markus, y luego añadió con pesar—: Fue entonces cuando falleció su madre.
El muchacho refirió los detalles del dramático episodio: la familia se hallaba en un alegre día de campo cuando unos asaltantes aparecieron. Sabían que el señor Greyhall ocupaba un cargo importante y solo estaban allí para conseguir oro. Pero la situación se salió de control: hubo un forcejeo, una caída accidental y la madre de los mellizos acabó por perder la vida.
—El señor Greyhall siempre fue una persona muy austera, pero a partir de ese día se abocó de lleno a su labor de consejero real para mejorar la seguridad del reino. Lara se volvió una persona muy decidida y esforzada, y en cuanto a Rowen... Bueno, digamos que no siempre fue el bravucón que es ahora.
Winger sintió mucha compasión al oír esa historia. En cierta forma, le recordaba a lo que había sucedido con su hogar, y sabía que la pérdida de un ser querido podía llevar a las personas a cambiar drásticamente.
Los dos aprendices aceleraron el paso y enseguida estuvieron en el escenario de la contienda. Como Markus había anticipado, un gran número de jóvenes ya se había congregado en el lugar. Todos estaban ansiosos por descubrir cuál de los dos hermanos era el mejor mago del nivel inicial. Mantenían una distancia prudencial alrededor de Lara y Rowen, formando un círculo que pronto serviría de arena de combate.
Winger y Markus no tardaron en divisar a Zack y a June, quienes se hallaban escoltando a su amiga.
—¡Lara! ¿Qué estás haciendo? —exclamó Markus al llegar junto a ella.
—Es hora de aclarar un par de cosas. —La muchacha estaba muy seria y no apartaba la vista de su hermano.
—Hace una hora Rowen anunció que iba a pelear con Lara en este lugar —le explicó Zack a Winger con una mueca de preocupación—. Hemos intentado disuadirla todo este tiempo, pero hoy nuestra jefa está un poco terca...
—Lara, no tienes que hacer esto —trató Winger de hacerla cambiar de opinión.
—No tienes que preocuparte por mí, sé cuidarme sola —dijo ella con una voz muy poco amistosa.
—¡Esta vez no habrá nadie para salvarte, hermanita! —le gritó Rowen desde el otro extremo del círculo, rodeado por su pandilla—. A partir de ahora vas a respetarme y sabrás quién es el más fuerte de la familia.
—No te tengo miedo, Rowen. —Lara dio un paso al frente y se puso en guardia—. Cuando tú quieras.
La multitud hizo silencio y todos se alejaron un poco más. Los dos hermanos se miraron fijamente por varios segundos. Solo ellos dos conocían el significado de esa mirada y lo que estaba pasando por la cabeza del otro. Y entonces comenzó la lucha.
—¡Fuego-Ariete!
Rowen fue quien realizó el primer movimiento. Su puño se envolvió en llamas y lanzó un ardiente golpe a su hermana. Lara siguió atenta la trayectoria del ataque y logró evadirlo con facilidad.
—De nada sirve que uses un hechizo como ese si no lo sabes controlar —le echó en cara con una sonrisa confiada—. ¡Doble Hidro-Cápsula!
Dos esferas líquidas se formaron alrededor de los puños de Lara, cubriéndolos como guantes de lucha. Arrojó entonces una lluvia de golpes que acabó con un fuerte puñetazo en el pecho de Rowen. A punto de caer hacia atrás, el pendenciero logró apuntar una mano hacia el suelo:
—¡Ráfaga de Viento!
El impulso de aire lanzó a Rowen de nuevo hacia delante. Aquella jugada tomó desprevenida a Lara; su hermano la sujetó entonces del rostro con su mano libre y realizó un segundo disparo:
—¡Ráfaga de Viento!
Lara cayó al suelo muy aturdida por el golpe. Un murmullo de conmiseración recorrió el círculo de sobrecogidos espectadores; esa última treta había sido tan despiadada que recién entonces todos se percataron de que la pelea iba en serio, y que cualquiera de los dos podía resultar gravemente lastimado.
Markus y Winger se acercaron de inmediato a socorrer a su amiga.
—¡Lara, esto es una locura! —exclamó Winger mientras la ayudaba a incorporarse—. Tienen que detenerse...
—No me molestes —le espetó ella, alejándolo con rudeza—. Esta es mi pelea, no quiero que intervengan.
Lara consiguió ponerse de pie y embistió nuevamente contra su hermano, con los puños en alto y los ojos encendidos. Sin embargo, aún se hallaba algo mareada, por lo que Rowen la esquivó sin dificultades y de un empujón la envió otra vez al suelo.
—¡Asfixión! —rugió entonces, encerrándola en un remolino de polvo—. ¡No tienes forma de librarte de eso, ríndete!
Atrapada en el conjuro asfixiante de Rowen, la situación en verdad parecía perdida para Lara. Pero ella también tenía sus trucos:
—¡Presión a Chorro!
Un potente y veloz disparo de agua atravesó la cortina de polvo, asestándole un fuerte golpe a Rowen en el estómago. El impacto le cortó la respiración y el chico cayó de rodillas al suelo.
Winger conocía aquel hechizo por haberlo leído en el libro de Waldorf. Era algo que aún no habían visto en la Academia y que, probablemente, no aprenderían hasta el nivel intermedio. Sin duda, Lara era muy buena con los conjuros de agua.
—¡Hidro-Cápsula!
Sin darle oportunidad a recuperarse, Lara volvió a envolver su puño en agua líquida y se arrojó en un gran salto hacia su hermano. La chica ya estaba encima de él cuando Rowen alcanzó a decir:
—¡Resplandor!
Aún sin ser demasiado potente, el destello había bastado para encandilar a Lara y que su golpe se desviara. La Hidro-Cápsula estalló al impactar contra el césped, apenas a unos centímetros de la oreja derecha de Rowen.
El muchacho se quitó a su hermana de encima y se apresuró a tomar distancia. Los dos volvían a estar en igualdad de condiciones. Aunque se los veía agotados, ninguno pensaba en darse por vencido.
—Este es tu fin —sentenció Rowen, y comenzó a hacer círculos con los brazos.
Pero para asombro de la multitud, Lara estaba realizando los mismos movimientos que su hermano. Un instante de silencio se apoderó de la colina. Y cuando estuvieron listos, los mellizos dispararon a la vez:
—¡Remolino de Viento!
Las dos corrientes de aire produjeron una gran agitación al colisionar. La fuerza del viento sacudía los árboles y hacía tambalear a los presentes, quienes apenas podían mantenerse en pie. Aquel hechizo era la evolución de la Ráfaga de Viento y ambos habían igualado su poder. La situación era tan pareja que nadie podría haber anticipado quién de los dos ganaría. Los remolinos rugían con furia; avanzaban, retrocedían y volvían a avanzar. Pero el equilibrio acabó por romperse, y el hechizo vencedor fue el de Rowen.
Los vientos arrastraron a Lara con violencia hacia arriba, dejándola luego indefensa y en caída libre, a merced del siguiente conjuro de su hermano. Winger reconoció los movimientos que Rowen estaba realizando; Markus gritó desesperado el nombre de su amiga.
Pero ya no había nada por hacer.
—¡Entalión Ardiente!
La sólida masa de polvo alcanzó a Lara con un golpe directo en pleno aire. Cuando su cuerpo llegó al suelo, ella ya estaba fuera de combate.
Markus y June corrieron hacia el lugar donde su amiga había caído; la muchacha había perdido el conocimiento y tenía un brazo en una posición extraña. Winger y Zack intentaron abalanzarse sobre Rowen, pero fueron detenidos por su pandilla.
—¡Canalla, no tienes escrúpulos! —gritó Winger mientras dos muchachos lo sujetaban con fuerza.
—Déjame en paz, forastero —escupió un jadeante y agotado Rowen; sus amigos lo ayudaron a enderezarse y aprontaron a marcharse del lugar—. Ahora ya todos saben de lo que soy capaz. Si quieres pelear conmigo, con gusto te haré pedazos.
Winger abrió la boca para responderle, pero no pudo decir nada. Luego volteó y miró a Lara, tan lastimada, y apretó los dientes, lleno de impotencia. Sabía que aún no estaba listo para hacer frente a Rowen.
«Solo espera un poco más», se dijo, prometiéndose que haría lo necesario para volverse más fuerte.
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