III: La clave está en la confianza

Winger no había podido dormir bien. Si bien la cama de su modesto cuarto era bastante dura, ese no había sido el problema.

Por un lado, no podía apartar de su mente todos los detalles del enfrentamiento entre Rupel y los misteriosos enmascarados. Aquel último hechizo, la Danza de la Gacela, había sido algo tan admirable que ni siquiera aparecía en el libro de Waldorf.

Pero había otro motivo por el cual casi no había pegado un ojo: esa mañana daría inicio su aprendizaje en el arte de la magia.

Era aún muy temprano cuando Winger llegó a la Academia; tanto era así que esta ni siquiera había abierto sus puertas. Se trataba de un caserón agreste, rodeado de vegetación y alejado del ruido de la ciudad. Tenía un cobertizo en la entrada, paredes de madera y grandes ventanales. La construcción era sencilla pero de estructura firme, capaz de sostener el peso de la planta superior y el tejado rojo a dos aguas. Había algo noble en el porte de la casa, aunque él no habría sabido decir exactamente qué.

No había transcurrido mucho tiempo cuando vio venir por el sendero de sauces a un muchacho de su misma edad, quien caminaba con la vista clavada en un periódico. Winger no recordaba haberlo visto el día anterior; decidió vencer su timidez y acercarse a saludar:

—Buenos días —dijo con una sonrisa amigable.

—¿Eh? —Distraído, el joven alzó la vista y se fijó en la persona que acababa de saludarlo—. ¿Nos conocemos?

—Soy un nuevo aprendiz —explicó Winger, un tanto aliviado de que aquel muchacho no haya presenciado el episodio del día anterior.

—Ya veo... Lara me ha hablado acerca de ti. Tu nombre es Winger, ¿cierto?

—Sí, así es. ¿Cuál es el tuyo?

—June...

Los dos se quedaron de pie cerca del cobertizo. June pronto volvió a sumergirse en la lectura.

Silencio.

Más silencio...

Al parecer, no eran la pareja más sociable del mundo...

—Y... —balbuceó Winger después de un rato—. Te gusta leer las noticias, ¿verdad?

—Ajá —asintió June, distraído nuevamente—. Mi padre es el director del periódico de la ciudad, por eso siempre tengo uno a mano.

—Vaya, debe ser una persona muy importante. ¿Y hay algo interesante en el de esta semana?

—No mucho —dijo June con monotonía, y leyó en voz alta los encabezados más destacados—: "Se inicia la reconstrucción del estadio de Colossos tras el final del gran torneo". "Ciudad Doovati se prepara para recibir a la comisión embajadora de la república de Pillón". "Continúa la búsqueda de la princesa de la isla Tikki". "Se suspende la importación de carnes blancas por..."

—¡Hola, chicos! —Winger se alegró infinitamente al ver llegar a Lara y a Markus.

—Muy buenos días, Winger —lo saludó Markus con una inclinación de cabeza—. Veo que has conocido a nuestro amigo June.

El chico del periódico ni se había percatado de que otras personas estaban ahí.

—Es una hermosa capa, Winger —lo elogió Lara con una tierna sonrisa.

Pero no todos se alegraron de ver al nuevo aprendiz:

—Así que regresaste, campesino —dijo la voz desdeñosa de Rowen—. Supongo que ahora todos nos contagiaremos tus piojos.

—¿Quieres dejarlo en paz? —le espetó Lara.

—¡Pero si solo digo la verdad! —replicó su hermano, señalando los mechones rebeldes de Winger—. Mira su cabello.

—Mmm, es cierto... —Markus se puso a inspeccionar a Winger desde cerca—. ¿Por qué tienes el pelo de punta? ¿Es tradición en el sur no bañarse?

—¡¡No es eso!! ¡¡Es que mi cabello se ve siempre así!! —se defendió Winger, entre molesto y abochornado.

—Por cierto, hermanita —prosiguió Rowen con una sonrisa socarrona—. ¿Por qué tanto empeño en proteger al nuevo? ¿Acaso ya es tu novio? Creo que te has apresurado un poco...

Lara miró a su hermano llena de rabia, pero no dijo nada.

—Por favor, déjala en paz.

Esta vez fue Winger quien intervino. Sorprendido por tamaña osadía, Rowen dio un paso hacia él y soltó con actitud desafiante:

—¿Qué dijiste, novato?

Winger se mantuvo firme, sin apartar la mirada. Ambos permanecieron así durante un momento de tensión, hasta que sonó la campana que marcaba el inicio de las lecciones.

—Te has salvado, forastero —lo amenazó Rowen—. Cuida bien a tu novio, hermanita.

Lara lo siguió con ojos fulminantes hasta que ingresó al establecimiento junto a su pandilla.

—Un mal modo de empezar tu primer día, ¿no? —dijo la muchacha con una mueca de disculpa.

—Podría haber sido peor —Winger le restó importancia al asunto.

—¿Cómo puedes soportarlo todos los días? —se preguntó Markus, meneando la cabeza con incredulidad ante la actitud de Rowen.

—Es un poco más manso cuando no está en público —explicó Lara, y se quedó algo pensativa—. No lo sé, tal vez la pérdida de mamá lo haya afectado de una manera diferente que a mí... En fin, ¿por qué no entramos ya?

—————

El hall central era amplio y luminoso, con olor a tinta y pergamino. Había varias puertas separadas entre sí por bibliotecas robustas, y una escalera a la derecha de la entrada que conducía a la planta superior.

La puerta marcada con un "1" (y que también podía ser una "I") daba al aula de los aprendices del nivel inicial de la magia. Se hallaba en la planta baja, junto al despacho del gran maestro. Era un salón espacioso, con gradas de madera que miraban en semicírculo hacia un escritorio y un pizarrón negro. Winger y los demás se ubicaron hacia el centro, reservando un asiento para un compañero llamado Zack.

Markus y Lara se habían puesto a discutir acerca del ordenamiento correcto de los símbolos alquímicos dentro de la ecuación de un hechizo de agua, mientras que June seguía concentrado en su periódico, por lo que Winger se entretuvo observando el planisferio que colgaba de una de las paredes. En este aparecían representados los cuatro continentes: Prama y Mélila en el hemisferio norte, Dánnuca y Lucrosha en el hemisferio sur.

Catalsia era un reino ubicado en el corazón del continente de Dánnuca. Esto era ciertamente una desventaja, pues Catalsia no poseía salida al océano. Sin embargo, el reino había progresado en las últimas décadas gracias al desarrollo de la agricultura y la ganadería en las fértiles llanuras del este y del sur, sumado al avance de la minería en las montañas del norte. Por otra parte, Catalsia había adquirido prestigio en todo el continente gracias a su Academia de Magia, aquella que el mismo Jessio había fundado.

—Esta Academia no es muy antigua, ¿verdad? —indagó Winger.

—Así es —le confirmó Markus—. El señor Jessio la fundó hace apenas trece años.

—El maestro también es el consejero personal del rey Dolpan, ¿lo sabías, Winger? —comentó Lara.

—¡Y no solo eso! —se adelantó a exclamar Markus con un ademán exagerado—. El señor Jessio es toda una eminencia. Dicen que llegó a Catalsia tras un arduo viaje que duró varios años y que, al parecer, él fue una especie de héroe.

—¡Vaya! ¿Todo eso es cierto? —Winger estaba muy admirado—. ¿Y qué fue lo que hizo para convertirse en un héroe?

Lara y Markus vacilaron antes de responder.

—No tenemos idea —la muchacha se encogió de hombros.

—Pero hay algo que sí es cierto —dijo el joven de gafas con una voz que buscaba generar suspenso—. Según se comenta, la intervención de Jessio tuvo algo que ver con el final de la Era de la Lluvia...

—¡Buenos días a todos!

Un muchacho muy sonriente acababa de entrar al salón y saludaba a Lara y compañía con una bolsa de bollos de azúcar recién horneados bajo el brazo.

—Tarde como siempre, Zack —lo reprendió Markus, acomodándose el marco de los anteojos.

—No es para tanto, amigo —replicó el recién llegado sin preocuparse demasiado; le aventó a Markus uno de los bollos y se echó en la silla al lado de Winger—. Así que tú eres el nuevo ¿eh? ¡Bienvenido, nuevo amigo! —Le dio unas palmadas en la espalda y le pasó otro de sus bocadillos—. Es una pena que tu primera clase sea con el tonto de Mirtel...

—¿Quién es Mirtel? —preguntó Winger con curiosidad.

—Es uno de los dos asistentes principales de Jessio —le informó Lara—. Y es nuestro tutor en Ética de las Artes Mágicas.

Los cuatro amigos guardaron silencio e intercambiaron miradas cómplices.

—¿Qué sucede? —quiso saber Winger.

Zack rió con picardía y le explicó:

—Si le pagas una moneda de oro, te aprueba en los exámenes.

Justo en ese momento hizo su entrada el tan difamado tutor.

—Buenos días, jóvenes aprendices —saludó educadamente mientras avanzaba con paso elegante hacia el escritorio; era esbelto y de facciones estilizadas, con un cabello rubio y sedoso muy acorde con la vistosa capa plateada que lucía—. No perdamos más tiempo y empecemos con la lección de hoy, pues llevamos varios minutos de retraso...

—Sí, por su culpa —susurró Zack.

—... Continuemos con el tema de la semana pasada. Pero antes, como siempre, ya saben que aquí adelante está la "misteriosa caja sube-calificaciones". —El tutor les dedicó una sonrisa sugerente y puso sobre la mesa una caja de color púrpura con muchas flechas que apuntaban hacia arriba—. No duden en hacer sus contribuciones...

Mirtel apenas había tomado asiento cuando llamaron a la puerta. El tutor miró con fastidio a la persona que osaba molestar desde tan temprano, pero su expresión empalideció de golpe al descubrir de quién se trataba...

—¡Maestro Jessio! —exclamó con nerviosismo al tiempo que quitaba de la vista la "misteriosa caja sube-calificaciones"—. ¿En qué puedo ayudarlo, señor?

—Disculpa la interrupción, Mirtel —dijo el hechicero con cortesía—. Solo por esta vez quisiera hacer uso de tus horas de clase.

—¡Oh! ¡Por supuesto, señor! ¡Adelante, adelante! —Mirtel asentía con énfasis mientras caminaba hacia la puerta con la caja oculta bajo su capa—. Cualquier cosa que necesite, yo estaré en la sala de descanso.

Mirtel no tardó en desaparecer del aula, pero los aprendices siguieron mostrándose confusos por la inesperada aparición del maestro de la Academia.

—¿Acaso Jessio no suele dictar las lecciones? —preguntó Winger, intrigado.

—Solo a sus discípulos más avanzados —le explicó Markus—. Los tutores designados por él se encargan de formar a los aprendices del nivel inicial.

—Jessio solo nos ha dado algunas de las primeras lecciones —añadió Lara—. Pero han sido las mejores que hemos tenido.

En eso estuvieron todos de acuerdo. El gran maestro caminó hasta el frente y se paró delante del escritorio. Era un hombre alto y delgado, con un cabello negro largo hasta los hombros y una barba corta y prolija. Su semblante elevado hacia las gradas inspiraba respeto y admiración, y solo le bastó una sonrisa para hacer saber a sus discípulos que se hallaban en buenas manos.

—Buenos días, chicos. Lamento haber interrumpido de esta forma la clase de Mirtel, pero considero que hoy tenemos una circunstancia algo inusual. Tal vez no todos se hayan percatado aún, pero hay un nuevo aprendiz entre ustedes. —Todas las miradas giraron hacia el recién ingresado, quien se encogió lo más que pudo en su asiento—. Su nombre es Winger y viene desde los campos del sur. Es necesario aclarar que él no cuenta con ningún beneficio especial y que deberá esforzarse mucho para estar a la altura de la clase. Por eso apreciaré que sean amables con él y lo ayuden en todo lo que puedan. En relación a esto último, he estado pensando en cuál sería la mejor manera de introducir a su nuevo condiscípulo a nuestra Academia. Un repaso general de las nociones básicas que han estado aprendiendo hasta ahora podría ser una buena forma de hacerlo. ¿Están todos de acuerdo?

Winger paseó la vista por las gradas, temiendo encontrar rostros enfadados por tener que perder una clase por su culpa. Sin embargo, solo halló alegres expresiones de entusiasmo; al parecer, era cierto que las lecciones de Jessio eran las más anheladas.

—Muy bien, comencemos entonces. —El maestro de la Academia hizo una breve pausa antes de lanzar el primer interrogante a la clase—: ¿Qué es eso que llamamos "magia"?

Varias manos se alzaron (era claro que se trataba de una definición bien estudiada) y Jessio cedió la palabra a un aprendiz de la primera fila:

—Es la conjunción entre una fuerza externa y otra interna, que a la vez son una y la misma, mediante un nexo simbólico y un detonador oral.

—La respuesta es precisa. Muchas gracias, Harold —asintió el maestro—. Tratemos ahora de desglosarla un poco. ¿A qué nos referimos con esas dos fuerzas que a la vez son una sola?

—Hablamos de las fuerzas que rigen al mundo, y la fuerza inherente a cada ser. —Esta vez fue Lara quien contestó—. Aún siendo entidades individuales, cada criatura de este mundo es parte de ese mismo mundo.

—Muy bien dicho —la felicitó Jessio—. De acuerdo a esa premisa, emplear magia es, en cierto sentido, la creación de algo nuevo a partir de algo ya existente: dos fuerzas que se vuelven a juntar. Quizás no esté de más aclarar que esta explicación se deriva de la interpretación tradicional del origen de la magia, según la cual esta es un don legado por los Dioses Protectores. Cuando las seis divinidades descendieron por primera vez desde su hogar en el Recinto Etéreo, nos otorgaron esa herramienta fundamental que nos permite manipular el flujo de energía del mundo. ¿Quién puede decirme cuál es esa herramienta?

—Son los símbolos alquímicos —respondió una chica de la tercera fila—. El "nexo simbólico" del que habla la definición.

—Así es, Yuna —asintió el maestro—. Las marcas de poder, el alfabeto de los dioses. Ya sea que los escribamos o los formemos en una imagen mental, los símbolos alquímicos siempre están presentes a la hora de invocar cualquier hechizo. Son la pieza que une la energía de los elementos, libre en el mundo, y la intención del individuo de formar algo diferente con esa energía. Jóvenes discípulos, si no tuviéramos estos simples garabatos, la magia no existiría.

Jessio se paseaba frente a las gradas mientras hablaba. Estudiaba las reacciones de los aprendices, la implicación de cada uno con el tema de su discurso.

—Entonces tenemos la energía y tenemos los símbolos —continuó hablando el maestro—. Tenemos la flecha y tenemos el arco. Aún nos falta algo...

—El usuario que active el hechizo mediante las palabras mágicas —volvió a intervenir Lara.

Jessio la miró con agrado y volvió a asentir:

—El "detonador oral" del que habla la definición especifica que tiene que haber un individuo capaz de realizar el nexo entre los símbolos y la energía disponible en el mundo. Sin el arquero, el arco y la flecha carecen de sentido...

—Pero no es cierto que siempre haya que pronunciar las palabras mágicas —intervino Rowen, al parecer con un genuino interés en el tema—. Además, hay animales que pueden usar ciertos hechizos, y ellos no pueden hablar.  ¿Cómo se explica eso?

—Admito que tienes razón, Rowen, y que es un tema un poco más complejo que el simple hecho de pronunciar las palabras mágicas en voz alta —le concedió Jessio el mérito por la observación—. Por eso antes he hablado de la intención del usuario. En última instancia, es ese deseo de manipular los elementos de la naturaleza lo que determina que un hechizo se materialice o no lo haga...

Winger se miró las manos y pensó en su Bola de Fuego defectuosa. ¿Acaso él era un pésimo arquero y por ese motivo no podía realizar ni el más sencillo de los hechizos? Volvió a centrarse en la clase cuando Jessio rodeó el escritorio y tomó una tiza.

—Ahora haremos algunas ilustraciones.

El hechicero se acercó a la pizarra y dibujó un símbolo:

—¿Alguien recuerda qué representa esto?

—Es el símbolo del Cisne Riblast —respondió Lara.

—Ya van tres respuestas acertadas, Lara, puedo ver que has estado estudiando mucho —la elogió Jessio, haciéndola sonreír—. Riblast es el dios del viento y también el guardián de la humanidad. Desde épocas muy remotas las personas lo han visto volar en forma de cisne alrededor de la Tierra, vigilando que todo esté en orden. Y en tiempos de conflicto, se dice que encomienda a los hombres más valerosos el cuidado del mundo, otorgándoles el título de "Guerreros de Riblast". En relación a los hechizos asociados a este dios, estos tienen un enorme rango de alcance pero solo muestran su verdadero potencial cuando el mago logra concentrar su poder en un único punto. De lo contrario, su magia se desvanece como una suave brisa. Ahora quiero que alguien me diga qué es esto:

—Es el símbolo del hogar, y también representa a la diosa Derinátovos —respondió Markus, quien se encontraba haciendo minuciosas anotaciones de todo lo que el maestro decía.

—Muy acertado. La diosa de la tierra, la naturaleza y la vida, a quien muchos consideran la divinidad más poderosa. La diversidad de hechizos asociados a Derinátovos es enorme y de lo más variada, pero así como es difícil interiorizarse en los secretos de la naturaleza, también es complejo aprender a manejar la magia de esta diosa. Sus conjuros no suelen ser para cualquiera; solo el alma conectada con el espíritu del mundo podrá hacer cosas increíbles con la ayuda de esta deidad. Agreguemos ahora el tercer símbolo, ¿qué representa?

—Esa es la lágrima de Cecilia —dijo una chica sentada cerca de Winger—. Es el símbolo de Yqmud.

—Efectivamente, se trata del dios del océano —volvió a asentir Jessio—. Del mar sereno en los buenos tiempos y de la tormenta en los malos. Los hechizos relacionados con Yqmud se caracterizan tanto por su precisión como por su enorme poder ofensivo. Pueden ser una herramienta muy útil si se los sabe manipular, pero su fuerza arrolladora se vuelve con facilidad contra el mago incauto. Nunca debemos subestimar la inmensidad del océano. Prosigamos con nuestras ilustraciones. ¿Quién puede decirme qué es esto?

—Es Daltos, el dios de la muerte —contestó un muchacho, algo cohibido.

Jessio esbozó una sonrisa de simpatía al oír eso.

—Es cierto que en medio de la oscuridad muchas veces nos sentimos solos y eso puede asustarnos. Sin embargo, en la calma de la noche también se esconde una sabiduría ancestral; es la paz que encontramos en los ecos nocturnos, en los abismos más profundos. Daltos es el dios de la noche y de lo oculto, pero también de la inteligencia. Se cree que todas las ciencias fueron descubiertas por esta deidad. En conclusión, sería injusto tildarlo de "dios del mal" o "dios de la muerte". Después de todo, no solo le debemos a Daltos los terribles maleficios, sino también algunos de los encantamientos más útiles y asombrosos.Continuemos con el siguiente símbolo:

—Es el dios del tiempo, Zacuón —intervino otro aprendiz.

—Exacto. Zacuón es el dios del tiempo y de las dimensiones espaciales, así como de la mente y sus secretos. Se lo considera el más extraño de los Dioses Protectores debido a que sus hechizos muchas veces van más allá de nuestra imaginación. Diversos fenómenos de percepción extrasensorial, como la telekinesis o la adivinación, entran dentro del terreno del dios del tiempo. Estimados discípulos, podrán decir que Daltos es el dios de la oscuridad, pero Zacuón es el dios del temor. Agreguemos un símbolo más. ¿Quién de todos ustedes puede indicarme qué representa?

—Es el corazón de Andrea, el símbolo del fuego.

Toda el aula volteó hacia la persona que había pronunciado esas palabras con una voz tan distante y apagada. Había sido Winger. Por primera vez, él no prestó atención a todas aquellas miradas; contemplaba las líneas trazadas en la pizarra como si un lazo cruel los uniera.

Si bien Lara y sus amigos no comprendieron la extraña reacción de su nuevo compañero, esta no pasó desapercibida para Jessio.

—Has respondido muy bien, Winger —dijo el hechicero, sacando al muchacho de su ensimismamiento y atrayendo de nuevo la atención del grupo hacia el frente—. El corazón de Andrea es el símbolo del fuego por antonomasia y, por lo tanto, también es el símbolo de la diosa que rige sobre ese elemento: Cerín. Esta feroz y apasionada divinidad nos otorgó el don para emplear el fuego en nuestros hechizos. Los conjuros de Cerín son potentes y versátiles, aunque muchas veces son difíciles de controlar. El fuego puede ser nuestro aliado, pero también puede volverse en nuestra contra; por eso siempre es importante no subestimar el poder de esta diosa.

Jessio trató de mirar a Winger, pero el muchacho agachaba la cabeza. Un silencio incómodo sobrevoló el aula: recorrió las gradas, visitó los seis símbolos que formaban un hexágono en la pizarra y finalmente se posó sobre la expresión reflexiva del maestro. Y cuando los aprendices pensaron que la lección había concluido, Jessio volvió a hablar:

—Sé que esto no tiene una relación directa con su formación como magos, pero quiero revelarles un secreto.

El hechicero entonces agregó un séptimo símbolo en el centro del hexágono:

—¿Alguien sabe qué es esto?

Esta vez no hubo respuestas; todos estaban intrigados por el misterioso símbolo.

—Jóvenes discípulos, este es el símbolo del séptimo dios. —Un murmullo de asombro se hizo oír entre los aprendices—. El dios olvidado, el dios sin nombre. El dios que ha desaparecido de la historia. Ni siquiera sabemos por qué nuestros antepasados decidieron olvidar a esta deidad...

—Disculpe, maestro —intervino Lara—. ¿Pero cómo es entonces que saben que ese dios existe?

—Esa es la gran pregunta —observó Jessio—. Y no tenemos una respuesta. ¿Existe este séptimo dios o son solo sombras de un mito arcaico? Prácticamente no sabemos nada acerca de él. Todo lo que ha llegado hasta nuestros días son unas pocas placas de piedra, algunos monolitos y grabados, y nada más. En total, no creo que lleguemos a reunir ni una docena de estos elementos en todo el mundo. Pero si obviamos los recursos materiales, ¿qué otra pista tenemos sobre la posible existencia de este dios?

Hubo silencio una vez más.

Jessio apuntó hacia los símbolos del pizarrón.

—La magia, aprendices míos. La magia es nuestra huella hacia el dios olvidado. Hay hechizos que no pueden clasificarse dentro del dominio de ninguno de los seis Dioses Protectores. Algunos eruditos de la magia consideramos a estos conjuros misteriosos un obsequio del séptimo dios. Y déjenme decirles que se trata de los hechizos más antiguos y poderosos que este mundo haya conocido.

Jessio se dejó llevar por un momento de contemplación en los sutiles trazos de tiza sobre la pizarra. Acabó soltando un suspiro.

—¿Por qué motivo he querido compartir este pequeño secreto con ustedes el día de hoy? Solo para mostrarles que no todo está dicho aún. Siempre habrá una nueva pista que nos marque un camino por descubrir. Todos ustedes son capaces de llegar a ser magos legendarios, aunque de momento tal vez no puedan completar ni el hechizo más básico. —Jessio volvió a mirar a su nuevo discípulo—. Solo deben recordar que la clave está en la confianza: la confianza que cada uno tenga en sí mismo.

Dicho esto último, los aprendices estallaron en una ovación hacia su maestro, con calurosos aplausos y hasta golpeando sus mesas con entusiasmo. Una vez más el prestigioso hechicero de Kahani les había hecho experimentar en carne propia toda esa pasión que él irradiaba al hablar acerca del mundo de la magia.

En cuanto a Winger, él simplemente estaba agradecido. Presenciar esa primera lección le hizo sentir que su decisión de convertirse en un mago era la correcta.



Esta es la versión gratuita de Etérrano. Si quieres leer una versión más pulida del libro, puedes encontrarla en Amazon.com! (https://amzn.to/3D2c7Wg)

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top