/9/ Tildando arrepentimientos
Hola, Hola~~~
Me atrase actualizando terminando un proyecto de la universidad, y como se me fue el sueño aprovecho a compartirles este capítulo que es muy corto, pero sentí que necesitaba su propio espacio. Así que he aquí.
Advertencia: sí, mucho drama, y sí, posible dolor. Si aman a Mikoto creo que aquí se acabó su amor por ella.
Información que cura con una terminología:
Núcleo de energía, no es más que el famoso Núcleo dorado (金丹 jīndān) que mencionan en las novelas chinas. Su definición (en encontré en internet y que no me deja poner el link, por cierto): A veces se deja traducido como "Jidian" (aunque, a veces, en inglés lo ponen como Golden Pellet y litralmente significa "bolita de oro"). Es la fuente de poder de un cultivador, éste núcleo es lo que necesita de la cultivación para adquirir más poder y que su usuario pueda adquirir mayores habilidades.
¿Y qué es la cultivación? Bueno, la energía espiritual es casi parecido al chakra, nada más que centrado en la artes marciales y aumentando la energía y poder, se puede llegar a la inmortalidad. Pero en este fic, aunque sea una fusión de estos mundos decidí dejarlo como "Núcleo de energía" para no hacerlo tan pesado.
Todo esto del Núcleo es de conocimiento en general en todas las novelas Xianxian o Wuxian, pero como saben, algunos aspectos pertenencen a Mo Dao Zu Shi o Tian Guan Ci Fu cuya autora es Mo Xiang Tong Xiu.
Desde niño, los mayores pusieron altas expectativas en los hombros de Sasuke. Al ser el primogénito de la unión de la Gran Sacerdotisa que pasaría su manto de poder purificador a su descendencia, resultó inevitable que dicho peso se pusiera en él. En el instante que tuvo conciencia y aprendió, fue sometido a muchas normas, demasiadas reglas a obedecer para mantenerse ocupado practicando lo básico de toda persona al aprender a leer, escribir con una caligrafía digna de los mejores maestros, y no divagar en temas que no le trajeran beneficio mientras formaba su núcleo de energía.
Posteriormente, al tener su núcleo de energía resistente, comenzó su entrenamiento formal para convertirse en un digno Cazador de demonios y todo lo que conlleva a aprender —creación de talismanes, artes marciales y el manejo de armas—, eventualmente, cuando estuvo completamente desarrollado su núcleo de energía, inició el verdadero calvario para él.
Entrenar su poder purificador venía en el paquete de aprender a la perfección a crear matrices de contención y purificación, manifestar su poder de diversas formas y, lo que más le gustó personalmente: aprender a tocar el guqin con el fin de ayudarle a regular su poder espiritual cuando se manifestara. Además, el Clan Uchiha era el único clan de Cazadores de demonios que poseía un vasto conocimiento sobre utilizar energía espiritual mediante la música como arma, entre otras técnicas. Incluso ahora no todos dentro del Clan poseían la habilidad de aprenderlo.
Su mente, a pesar de ser tan joven, fue adiestrada para saber qué todo entrenamiento sería indispensable para un futuro, pero él tan sólo era un niño en ese entonces en constante crecimiento. Y aunque fuera lo bastante inteligente para —no— comprender su propia carga, seguía siendo un niño con mejillas regordetas y ojos grandes que se cubrían de lágrimas cada vez que la presión se ceñía sobre él como una sombra asfixiante, llevándolo a un punto de pánico y miedo en decepcionar a los demás.
Y años después se hizo realidad. Terminó decepcionando a cada persona que creyó en él. Con el pasar de los años los sacerdotes parecían menos convencidos y los Ancianos preocupados, no por él, más bien por las consecuencias que traería la ausencia de su poder.
Pero la persona que tuvo las consecuencias directas no fue nadie más que su propia madre.
—¿Irás a visitar a tu madre?
La pregunta de Itachi lo sacó de su ensoñación que se arrojó inconscientemente en el momento del almuerzo. Sentados frente a frente de la mesa en medio de su habitación, los sirvientes habían traído con anterioridad el repertorio de la comida a media tarde, con las puertas de la parte trasera de par en par para que el aire fresco se colara en el interior. Al ser verano la temperatura de las montañas ascendía un poco, no lo suficiente para estar en ropas ligeras, pero sí lo necesario para dejar que se filtrara la frescura.
Masticó lentamente considerando la pregunta de su hermano que estaba en lo suyo, sin dejar de prestarle la debida atención.
—Sí, iré mañana.
La simpleza de su respuesta provocó que Itachi enarcara una ceja y lo cuestionara mudamente con cierto aire de resignación.
—No hubo ningún cambio la última vez, ¿cierto?
Sasuke le devolvió la mirada y negó con la cabeza. El suspiro de Itachi debió ser suyo, pero a estas alturas ni siquiera esa reacción expresaría todo lo que su corazón siente cada ocasión que visitaba a su madre. La última vez fue poco antes de entrar en reclusión por tres años y después que salió no pensó en ello debidamente ante la familiaridad de su ausencia.
A decir verdad, no habría mucha diferencia si la veía o no, admitió internamente. De los años hacia acá, el ir a visitar a su madre se volvió rutina de todos los meses incluso si no se veían a la cara y ella permanecía de otro lado de la pared de papel en total silencio mientras él se dedicaba a tocar su guqin por un par de horas, antes de despedirse y marcharse en silencio.
Al principio no era así. Todavía recuerda vívidamente a los siete años de la mano de su padre yendo a la parte trasera de las montañas, pasando por el puente elevado sobre el manantial que cruzaba por el camino, en el fondo de los prados de gencianas yacía una casa rodeada de dónde su madre se recluyó para controlar su poder sin que nadie interfiriera. Fugaku lo dejaba en la puerta después de tocarla un par de veces, esperaba a que Mikoto hiciera acto de presencia y después marchaba en silencio con la orden tácita de que volvería al anochecer. Jamás intercambiaron palabras frente a él.
Mikoto ignoraba el desplante y lo recibía con una de sus mejores sonrisas y ojos brillantes, extendiendo sus manos para acariciar sus mejillas y él hacía pucheros a medio llanto, quejándose débilmente a que le dolía todo y que la había extrañado, dos veces por semana le parecía poco. Ella se reía enternecida de su puchero y lo cargaba en brazos.
Las pacíficas tardes de su infancia se resumía en las visitas a la casa de su madre, entusiasmado cada vez, contándole los progresos en su entrenamiento con la mejor de las sonrisas tímidas y rebosante de esperanzas. Cuando inicio sus clases al aprender a tocar el guqin Mikoto fue una base sólida transmitiéndole sus conocimientos ya que el instrumento fuerte de ella era el mismo; Sasuke, extasiado, no podía esperar a que llegar el día de la práctica y corría a la cabaña.
Días soleados y rebosantes de alegría no duraron para siempre.
Su refugió seguro fue desmoronándose con el pasar de los años cuando no veía ningún rastro de su energía purificadora. Sin previo aviso y ahogándose en silencio presenció las sonrisas de Mikoto decayendo con el pasar de los días y la esperanza de sus ojos perdiéndose. Cada vez su postura oscilaba y la sonrisa no era la misma, se distraía a menudo.
El punto de inflexión fue cuando transfirió su aprendizaje con el guqin a otro maestro dentro del Clan. Y así un día él corrió a la cabaña y no le abrió la puerta.
Un día Mikoto se negó a verlo y aunque le rogó pidiendo razones, ella se alejó de la peor manera con una explicación que no hizo más que destrozarle el alma dejándole retrasos de su amor materno, deduciéndose a una visita por mes detrás de una pared y recibiendo un crudo silencio.
Creyó poder sobrellevarlo tratando de hablarle de sus clases, asegurándole que algún día manifestaría su poder, pero no fue suficiente. No lo fue para ella. Así que simplemente... Lo dejó estar.
(No) lo aceptó.
—¿Has considerado dejar de visitarla?
Esta vez, Sasuke dejó el cuenco sobre la mesa.
—Lo he pensado —admitirlo en voz alta se sentía tan extraño y distante—, pero eso no haría feliz a los Ancianos. Creen que mantener el vínculo de madre-hijo mamá tendrá la suficiente motivación para que la barrera no flaqueé.
Itachi tarareó, pensativo.
—Entonces haces esto por el deber.
No fue una pregunta, a Sasuke le supo mal pero no lo negó. Ciertamente, después de todos estos años de suplicas y desaires ¿qué más puede pedir? Nada. El haberse sacrificado por su madre no es más que un intento desesperado a mantenerla lejos de las consecuencias directas sobre su propia falta de poder. No es culpa de ella que no haya heredado los poderes, es culpa de él no ser suficiente.
Lo menos que desea es traerle más aflicción y suponía que su propia presencia lo hacía, pero si quería mantener a los Ancianos a raya y conformes, tendría que torturarla más con sus visitas.
Ignoró la opresión de su pecho ante el pensamiento, como siempre lo hacía.
—Es sensato. Los Ancianos están más preocupados ahora que ha quedado en claro que no poseeré ningún poder —dijo Sasuke tras darle un sorbo a su té. El aire revoloteó y trajo consigo pétalos rosados que se filtraron en la habitación, danzando por el aire hasta caer en la orilla de la mesa. Lo miró fijamente y continuó hablando—, buscarán la forma de presionarla de alguna forma si ven su desinterés. Así que seguiré visitando... hasta el final.
—Aún tienes esperanzas.
En verdad, ¿qué pasa hoy con su hermano y sus preguntas-afirmaciones? Sasuke frunció ligeramente el ceño y no respondió de inmediato. En cambio, estiró la mano y tomó el pétalo rosado, girándolo entre sus dedos sin nada en particular.
—Siempre las tendré —susurró.
Una esperanza vaga a que Mikoto abriera una vez la puerta de su corazón y lo abrazara. Pero, una vez más, sabe que es un anheló infantil, de ese niño que se perdió en lo profundo de la neblina de las expectativas y cargas inconexas. Del niño que se arrastró todo el camino en solitario siendo sostenido por la mano cálida de su medio hermano y su maestro Kakashi, junto a la silenciosa presencia de su padre, distante, pero siempre estando allí en las sombras.
Itachi guardó silencio encargándose en terminar su propia comida, después Sasuke reunió los cuencos sucios en la bandeja y se los entregó a un sirviente dándole las gracias, regresando a terminar su té despejando todo pensamiento relacionado con su madre.
Tardes como estas en compañía de su hermano le agradaban. Ambos tenían responsabilidades independientes. Mientras Itachi se hacía cargo del Clan junto a Fugaku, Sasuke tenía la responsabilidad entrenar a los discípulos jóvenes en las formaciones de espadas y el aprendizaje en guqin, no por nada era el discípulo principal del clan para disgusto de los discípulos mayores y los de su generación.
Si no fuera por la mancha negra de que no poseía el poder de purificación, su reputación solamente sería por lo magnifico, habilidoso y fuerte que era el segundo joven maestro del clan Uchiha (y no, no era que se vanagloriaba él solo, los chismes corrían por los pasillos y las personas susurran furiosamente).
Pero, por supuesto no todo en la vida es fácil. ¿Qué sentido tendría ser uno de los Cazadores más fuertes de su generación si moría pronto?
—Tuve noticias de ANBU —dijo su hermano interrumpiendo sus pensamientos. Sasuke se interesó. ANBU era la fracción de espías que trabajan en la orden directa del líder del clan, por ende, Itachi sería su superior en un futuro cercano. Encargados en buscar pistas de Toru que, lamentablemente y para consternación de ellos, ANBU no logran conseguir—. Corren rumores de que Toru murió hacía dos años, por supuesto, es información... cuestionable. Seguirán buscando.
Si Toru murió él simplemente tendría que vivir con la alternativa del primer tratamiento por el resto de su vida, en algún momento su cuerpo se acostumbraría y dejaría de ser eficiente. Se conocía a sí mismo para saber que no se mantendría quieto y utilizaría su poder espiritual en una situación de gravedad como ocurrió en el Monte de las Ánimas, y moriría, sin duda alguna.
Sin embargo, por ahora ANBU sólo informó rumores, no verdades. Y mientras tanto se apoyaría con las plantas medicinales Hiruzen le entregó a su hermano la última vez que se vieron. Sea lo que haya sigo, explicó en la nota acompañada que una vez aplicado directamente la medicina en sus canales espirituales era posible utilizar su energía espiritual, puesto que la medicina actúa como una sustancia que contrae y entrelaza los canales de energía espiritual por cada cierto tiempo y desgaste, pero no se zafa por completo. «Es como un pegamento relativamente resistente».
Y claramente lo fue. Aún recuerda la sensación de regocijo cuando tomó su espada y empleó su energía espiritual sin correr el riesgo de desborde inmediato. En sus brazos sintió el retorcijón y sus venas expandirse en una sensación incomoda y dolor sordo, para instantes después contraerse y regresar a la normalidad.
Se distrajo de sus pensamientos al ver una cabecita con sombrero de paja asomarse por la puerta del patio trasero, viéndolos con tanta curiosidad y anticipación.
—Momo —llamó extendiendo la mano recibiendo al animal espiritual que se lanzó a él y restregó su mejilla en la palma abierta, regocijándose del saludo. Sasuke sonrió ligeramente levantando al hurón y poniéndolo en su regazo.
—¿Dónde has estado, pequeño? —preguntó Itachi dándole sus propios mimos, Momo no escatimaba en ir tras la mano reconfortante de los hermanos, más a Sasuke, por supuesto, pero Itachi también es bien recibido.
Pronto obtuvo su respuesta al ver que Sasuke deshacía el hechizo sobre Momo revelando las cartas que transporta, los ojos de su hermano brillaron bajo la vista de las cartas. Itachi no contuvo su propia sonrisa cómplice y entrecerró los ojos.
—Veo que llegó noticias de la señorita Sakura —dijo, y notó el tirón de la ceja de su hermano menor, habiéndose encontrado no tan impresionado a que adivinara de quien se trata—. Por favor, hermano ¿con quién más intercambiarías cartas si no es con ella? A menos que hayas hecho otro amigo sin que me diese cuenta.
—Tampoco es que lo oculte de ti —tarareo poniendo la carta sobre la mesa, extendiendo más su mano en busca de nueces para darle a Momo que dio vueltas y se sentó, esperando paciente mientras agitaba su cola, el ruidito contra la madera inundó el ambiente junto la risa de Itachi.
Al cabo de unos segundos, mientras Momo se regocijaba con su premio y daba bruces sobre sí, Itachi se levantó anunciando su salida. Sasuke lo despidió con un tarareo acordando verse en la cena y pronto se encontró en la soledad de su Pabellón, en silencio contemplando el paisaje frente a él.
Abrió con cuidado la carta. La comisura de su labio se alzó mientras leía la carta, la anécdota de la semana en la vida cotidiana de Sakura, claramente sin revelar más información de la necesaria. Pero no le interesa nada de eso, con el simple hecho de que sea ella escribiéndole es más que suficiente para él, calmaba su incesante opresión en el pecho cuando creía que Sakura no quería saber nada de él.
Recibió respuesta a su primera carta dos semanas después de enviarla. Siendo sincero, consideró en no insistir en enviar a Momo a la aldea, quizás Sakura en verdad catalogo su encuentro como una coincidencia y prefería vivir en el anonimato. A falta de respuesta y sin palabras plasmadas de por medio, respetaría su silencio.
Cuan grande fue su sorpresa que al último viaje que Momo hizo trajo consigo dos cartas, una del maestro Hiruzen y otra de Sakura. Su corazón dio un tirón cuando la sostuvo y leyó un poco ansioso, las palabras le robaron sutiles sonrisas ante las quejas de la joven por escribirle tan formalmente y pidiéndole (rogándole) que nada de formalidades excesivas. Y con esto inicio una peculiar rutina de cada semana intercambiar correspondencia.
En esta ocasión, dejó la carta sobre la mesa buscando sus artículos para redactar una respuesta, sentándose con la espalda recta y los ojos fijos en la hoja, ordenando sus pensamientos y redacciones a contarle.
Así pasó el resto de la tarde elaborando su respuesta, con tanta serenidad e importancia de lo que le daría a un documento oficial.
Las visitas con Mikoto son puntuales. Llegaba a cierta hora y salía a otra terriblemente puntual y no se veían fuera del horario. Fuera de lo que cualquiera pensara que es fácil ir y sentarse por un par de horas tocando el guqin, él sería cortés a corregirlos: "¿Creen que disfruto ser ignorado por mi propia madre?". Así que día previo a su visita meditaba lo suficiente para que sus nervios fueran de acero a soportar el desaire.
Así que después de la cena en la que decidió ir hasta el sector principal para acompañar a su hermano y Konohamaru, quién se unió con entusiasmo, regresó sin prisas a su propio pabellón. Con el aire agitando sus mechones de cabello y considerando sustituir su meditación en pro de agregar un saludo de Konohamaru a la carta de Sakura.
Pensaba en ello cuando se encontró con uno de los sacerdotes, pero no a cualquiera. Se trataba de Jiraya imponente con sus kimonos oscuros arrastrándose y el postizo en su largo cabello recogido, una mirada serena y sin mentiras.
Al pasar a su lado, Sasuke lo saludó asintiendo con la cabeza: —Gran Sacerdote.
Los fríos ojos del sacerdote no lo intimidaron, si había alguien más intimidante en todo el clan por su semblante imperturbable ante las amenazas, era Sasuke. Desde pequeño se le enseñó a controlar sus expresiones faciales con el fin de evitar desairar a sus mayores; agregando que los discípulos de su generación tenían un acuerdo tácito de no invocar su ira, ya que una sola vez probaron su mirada fulminante y furiosa, la única ocasión bastó para infundir miedo y respeto —esto último en los discípulos menores, cabe aclarar—.
Así que simplemente Sasuke le devolvió la mirada en blanco y siguió su camino sin esperar respuesta cual sorpresivamente obtuvo antes de avanzar fuera de su rango auditivo.
—Espera un momento, Sasuke. Estaba buscándote.
Se detuvo y giró a Jiraya intentando leer su expresión igual de fría e imperturbable. En silencio le invitó a continuar.
—Mikoto solicita tu presencia ahora en su cabaña.
Si acaso esto es un sueño, por favor, que alguien le pellizque y le diga que es real. ¿Desde cuándo Mikoto solicita su presencia? No desde los trece años. A pesar de su emoción creciente, vio sospechoso el acto, y sobre todo viniendo de Jiraya. Para él no era secreto que le provocaba desagrado.
—¿Por qué tan repentino? Mañana es la visita programada —dijo sin dejar que la emoción se filtrara en su voz.
Jiraya simplemente se encogió, casi imperceptible, de hombros con una expresión indiferente y nada filial. Continúo su camino como si no hubiese perturbado su paz.
—Se convocó una reunión mañana en el horario de tu visita. Es mejor que lo aborden ahora a que dejen pasar más días, llevan años sin verse.
Sasuke lo observó irse. En silencio retomó su andar con la vista al frente, titubeando en cada paso y deteniéndose en la intersección en dónde se dividía los caminos a adentrarse a su Pabellón o ir al de Mikoto.
Alternando su vista en ambas, recorrió el camino hacia el manantial, cruzando el puente y a cada paso su corazón latía con una expectativa, ni tan grande ni tan pequeña. Guiado por su propia curiosidad y necesidad latente de verificar si Jiraya le decía la verdad, hasta ahora simplemente lo veía con desagrado, pero no había hecho nada para en su contra (el hecho de que fuera Jiraya quién estuvo abriendo y cerrando sus canales espirituales durante la reclusión, fue solamente procedimiento para forzar a salir un poder inexistente).
Con cada paso se obliga a mantenerse sereno, al ver a lo lejos la cabaña de su madre ralentizó su andar, inseguro en sí seguir avanzando o no. Se dijo que tocaría una sola vez la puerta y esperaría, si Mikoto no le abría daría la media vuelta y regresaría con el mismo vacío en su pecho.
Pero si Mikoto abría la puerta...
Deteniéndose en la escalera, observó fijamente la puerta recreando su serenidad. Pronto se percató de que la puerta estaba abierta hasta la mitad e inconscientemente frunció el ceño. Acortando la distancia, apoyó una mano y asomó un poco la cabeza para observar en el interior la sala vacía, pero la soledad y el silencio le ayudó a agudizar su oído y escuchar voces provenientes de las siguientes habitaciones. Las siguientes puertas igualmente estaban abiertas hasta la mitad dejando el espacio visible para la parte trasera de la cabaña.
Fue abriendo las puertas siendo sigiloso, pero no ocultando del todo su presencia. No sabía quién está hablando con Mikoto y tuvo la sensación helada de que no le gustaría la respuesta.
Y efectivamente, a medida que se acercaba identificó la voz indiscutible de su padre. Su ceño se hundió más, ¿Fugaku aquí y conversando con Mikoto? En todas sus interacciones nunca los vio compartir palabras, ocasionalmente un saludo demasiado frívolo y un asentimiento de reconocimiento, pero no más.
Por ello, al tener de frente la última puerta la conversación se volvió clara.
https://youtu.be/G81Y8aOGBfA
—Dame una razón para aceptar tu absurda solicitud. —La voz de Fugaku expresaba tanta ira, Sasuke se sorprendió al escucharlo. Su padre pocas veces se exaltaba, la única ocasión en presencio su furia fue en una reunión con los sacerdotes cuando presentaron su demanda de las visitas madre-hijo a puerta cerrada.
—¿Qué más razones quieres, Fugaku? —Y la voz de su madre ¿desde cuándo fue la última vez que la escuchó? Su propio recuerdo constaba de infinito amor y dulzura, pero ahora se trata de un espejismo a la contención y frustración—. Sólo acéptalo, no compliques más la situación.
—Estás siendo completamente irracional —advirtió incrédulo. Detrás de la puerta se vislumbra sus siluetas, no están cerca, los separa unos metros de distancia y Fugaku agitaba un par de las hojas en su mano—. ¡No estás pensando tu pedido con claridad!
—¡Por supuesto que sí! —le dice ella de vuelta, sobresaltándose un poco—. ¿Acaso no entiendes las palabras "no quiero más reuniones con Sasuke"?
La mente de Sasuke pasó a una emoción hilarante e incrédula. Caminó hasta la cabaña creyendo la relación con su madre cambiaría para bien, pero en cambio recibió el desplante absoluto y la descorazonada desesperanza inundando su pecho, casi desinflándose en su lugar.
Ojos fijos en la silueta de su madre que se alejaba y vitoreaba claramente que no quería otra reunión y su padre intentando ver que era irracional, pero Sasuke la comprende mejor que nadie, desde antes Mikoto ha expresado su negación y después de todos estos años que no se vieron es normal no querer retomar las visitas.
Pero no por ello le dolería menos el saberlo inyectándole una sensación de haber vivido este momento antes.
—No puedo prohibirle las visitas a Sasuke, ¡Es tu hijo quién se ha esforzado en cumplir tus expectativas! Hace unos meses salió de reclusión al borde de la muerte, ¿sabes a quién llamaba entre su delirio? ¡A ti! ¡Suplicaba por ti!
Sasuke no supo cómo tomar la revelación de su padre. Ignoraba que llamó a su madre entre su delirio, pero no era momento adecuado en indagar al respecto, después le preguntaría a Itachi. En su lugar debería dar la media vuelta y partir, no hay razón más en permanecer aquí.
Tan inmersos en su discusión como para darse cuenta de su presencia le daría una gran ventaja escabullirse ahora mismo. Un lapso de espeso silencio por parte de ambos antes que se rompiera por el murmullo audible de su padre.
—Aun sabiendo su dedicación, ¿te negarás a recibirlo?
—Mi decisión es firme, no quiero soportar su presencia —recriminó Mikoto, y Sasuke prefirió ignorar la amargura en su voz y su propio dolor—. Solamente te estoy avisando que no lo recibiré, así que transmíteselo para que no desperdicie su tiempo.
Incluso cuando se dio la vuelta dispuesta a partir decidiendo que escuchó lo suficiente, Fugaku continúa hablando, casi con cansancio y un deje de incredulidad, como si no reconociera a la mujer tiene frente a él.
—Te arrepentirás de tus acciones, Mikoto... —le advirtió.
Casi pudo percibir el desprecio en la voz de su madre.
—De lo único que me arrepiento es haber dado luz a Sasuke —respondió con desdén.
Sasuke detuvo abruptamente sus pasos ensanchando sus ojos ante la revelación. Trató de respirar y se dio cuenta que olvidó momentáneamente como hacer, faltándole el aire como si alguien le hubiese pateado sin piedad en el estómago sacándole todo el aliento, dejándolo desarmado y vulnerable. Su cuerpo estático, su mente un torbellino de emociones vacías y sus propias manos temblorosas, casi podía escuchar gemir al viento ante la crueldad y desaire que experimenta, su propio nudo en la garganta fue difícil de ignorar al igual que sus ojos repentinamente nublados.
Sus ojos ardiendo, su pecho contrayéndose. Duele. Las palabras arden clavándose en su piel y corazón, vaciándole todas sus esperanzas y anhelos antiguos, los más recientes se hicieron añicos sin siquiera probar la luz del sol.
De inmediato su mente lo llevó a sus trece años, en la misma casa, en una situación similar donde escuchó a escondidas una conversación que no debió oír. Mikoto y Jiraya, frente a frente y su madre deletreando las mismas palabras a diferencia que lo dijo a gritos.
«¡Me arrepiento de haber dado a luz a un hijo sin uso!».
Ese día conoció el dolor en toda su expresión en una sola frase. Lastimosamente recuerda ese día tan nítido por dichas palabras. De la misma forma se enteró: escuchando a escondidas y huyendo de inmediato ante su miedo de ser descubierto por las lágrimas que brotaron de sus ojos y los sollozos que amenazaron sus labios.
Corrió directo a la única persona que le quedaba en ese momento para apoyarlo con la incertidumbre de no saber que lo aceptaría, después de todo, apenas conocía a su hermano Itachi, al haber nacido de diferentes madres levantaba una barrera invisible.
Sin embargo y para su alivio, ese día también conoció el amor fraternal. Itachi lo recibió con los brazos abiertos, preocupado y dispuesto a consolarlo en medio de su angustia. Él lloró y suplicó por respuestas a los porqués que asaltaron su mente. Itachi no menospreció su actitud, sino que lo atrajo a sí en un abrazo y lo llevó dentro de su habitación, arropándolo en su propia cama y quedándose a su lado a partir de ese día, prometiéndole que él jamás lo abandonaría pasara lo que pasara. Una promesa que lo mantuvo cuerdo los años siguientes y que está seguro que jamás se rompería a contrario del desprecio de su madre.
Ah, ya veo porque me parecía familiar la escena, pensó desolado y abrumado, tratando de controlar sus manos y su cuerpo que temblaba ligeramente. La desdicha de saber que la persona quién te dio la vida lo despotricara a los cuatro vientos, no es un descubrimiento agradable. Dos veces se lo confirmaron y dos veces se rompió por dentro.
Dio un respingo cuando la puerta tras de él se abrió de sopetón junto a un jadeo de sorpresa, estando a espalda de la puerta lo único que pudo observar en el suelo fue la sombra de su madre, la misma que sentenció sus arrepentimientos en él.
Con disimulo aspiró el aire fresco se filtró a sus pulmones y serenó su expresión antes contraída para dar la media vuelta y enfrentarlos.
Mikoto seguía viéndose de la misma manera que la recordaba, con la única diferencia de las ojeras debajo de sus ojos y su expresión desconcertada y contraída que tenía en ese momento al verlo. Le devolvió la mirada fijamente a los ojos, los mismos que los suyos y se lamentó en silencio, parte de su cuerpo aún quería correr y acurrucarse a su lado, quejándose de que el entrenamiento era duro y lamentándose de que todavía no manifestaba su poder.
Pero él era rechazado.
—Sasuke. —el primero en romper el silencio incomodo fue Fugaku, con una expresión preocupada, acercándose unos pasos. Mikoto parecía absorta en la visión frente a ella, sin parpadear en absoluto—. ¿Qué haces aquí?
Sasuke apartó la vista de su madre y la posó en él. Se inclinó a ambos para saludarlos conforme la etiqueta.
—Gran Sacerdotisa, líder Uchiha. —Su fachada formal y educada era lo único que se interponía en su dolor y serenidad. Al enderezarse se dirigió exclusivamente a su padre que lo veía con una expresión complicada en su rostro, sabiendo que escuchó su conversación, sobre todo el final—. Mi hermano ha estado buscándolo desde la cena para lidiar con un asunto urgente.
Si bien era una mentira a medias no dejaba de ser una excusa patética. Sasuke no es de las personas que huyen a la primera oportunidad, enfrentan las consecuencias de sus actos con la cabeza en alto, sin embargo, esta vez no se sintió lo suficientemente valiente y audaz en soportarlo recurriendo a la mentira tacita. Fugaku asintió habiéndolo comprendido y él se despidió de ambos con otra reverencia, marchándose con su habitual serenidad, solamente dando una mirada de reojo y bien disimulada a la silueta estática de Mikoto que no había dicho ninguna sola palabra y lo veía cono ojos muy abiertos.
Su presencia en los alrededores parecía ser de un fantasma conteniendo su propia agonía. Con los ojos ardiendo en anticipación yendo directo a su Pabellón rogando para no toparse con nadie en el camino, lo menos que deseaba era lidiar con las miradas llenas de lástima de otras personas.
Sin embargo, sus deseos no son cumplido cuando se percata que alguien se aproxima de frente caminando firmemente con los ojos fijos en él evidenciando sus intenciones de hablarle. Sasuke gimió internamente y se obligó a alejar todo rastro de tristeza de su postura para no revelar su vulnerabilidad, no necesita que la gente hable más de él.
—Sasuke —le habló secamente impidiéndole avanzar. Sasuke se detuvo por inercia, su ánimo se enfrío al ver el rostro pálido y apático de su primo, pero su mente era un revoltijo de emociones y sentimientos complicados que no tardarían en explotar.
—Sai, ¿necesitas algo? —asintió en saludo, y espero callado en caso de que agregara algo más. Arrugó imperceptible el ceño y agitó un poco su cabeza, invitándole a continuar y así apresurarlo.
—Es muy pretencioso de tu parte asumir que te estaba buscando —respondió Sai mordaz.
Sasuke no pudo evitar entornar internamente sus ojos, en cambio externamente entrecerró sus ojos. Fuiste tú quién se detuvo frente a mí, quiso objetar. Esta persona era una de las pocas que lograba una reacción descortés de su parte, aunque no lo expresara abiertamente, el sutil tirón de sus labios demuestra su punto y quién lo conociera muy bien logra descifrarlo.
Manteniendo su expresión, asintió sin ceremonias y se alejó con una breve despedida. Siendo sincero, Sai sería la última persona en su clan a la que mostraría alguna clase de respeto y estaría dispuesto a dedicarle tiempo. En el pasado, cuando era un niño bastante inocente y con anhelo de tener una relación cordial y amigable con sus primos, Sai resultó ser una influencia no tan buena. Incluso con el pasar de los años cierto incidente declaró tácitamente una rivalidad entre ambos, una disputa que inicio por un rencor antiguo de sus padres y terminó por una mirada glacial y feroz de su parte.
Desde ese entonces todo aquel que presenció su desplante tenían un acuerdo silencioso de jamás hacer enojar al primer discípulo del clan Uchiha, rumores corrían de que la mala experiencia de presenciar una actitud tan glacial. Después de todo, antes de ese día nadie lo había visto verdaderamente enojado e irritado para que su temple siempre serio e imperturbable saltara en emociones extremas.
Pero alguno no tenía sentidos de autoconservación.
Sai se giró y rechinó los dientes.
—Espera ahí, primo —la palabra lo escupió con ácido y Sasuke giró la cabeza a su dirección, más por compromiso que por querer hacerlo. En serio, sólo quería encerrarse en su Pabellón y lamentar que su madre no lo quería, pero en cambio estaba en medio de la noche lidiando con su pedante primo—. Tengo un mensaje que darte.
—No estabas buscándome —le recordó con tanta indulgencia, hablándole como un niño pequeño.
—Dije que no fueras pretencioso, no que no te buscara.
Sasuke regresó su vista al frente y rogó a los cielos por paciencia. La paciencia es una virtud. La paciencia es una virtud. Se repitió constantemente. Con Sai hacia acopio de todo su repertorio de indulgencia y paciencia, hablar con él era parecido a conversar con un niño testarudo que si decía que el cielo es verde es porque el cielo es verde.
—¿Qué quieres?
Sai bufó, cruzándose de brazos.
—Medio mundo alaba tu actitud cortes y formal, ¿qué diría la gente si escuchara que me hablas de ese modo?
—La gente suele hablar sin conocer la verdad detrás, me importa poco los chismes y rumores de mi persona —se defendió sin perder la compostura, con los ojos entrecerrados a su dirección—. Así como tampoco les concierne saber porque tú y yo tenemos este intercambio de palabras.
—¡Vaya, haz dicho más de cinco palabras!
Lo ignoró decidiendo su línea descortés y dejarlo con las palabras en la boca, nada propio de lo que se esperaba de él. Incluso Sai percibía este inútil intercambio de palabras, pero parecía disfrutar llevarlo al borde.
—Sólo permite que sacie mi curiosidad preguntándote sobre cierto rumor que escuché en el que tu madre envío una carta de petición al líder del clan pidiendo cesar sus encuentros contigo, por supuesto, no sabrías de esto ¿cierto? Te importa poco lo que la gente piense de ti. —Lanzó una mirada llena de burla, de una víbora disfrutando como su presa reaccionaba al veneno inyectado. Sasuke intentó por todos los medios no revelar su disgusto, apretó los dientes y los puños debajo de sus mangas, pero algo en su expresión convenció a Sai en seguir empujando—. Aunque seas un poco ignorante, dime ¿Qué se siente ser despreciado por tu propia madre? No lo he experimentado en carne propia, ¡pero debe ser una experiencia sublime!
Finalmente, los ojos de Sasuke ardieron y se giró oponiéndose a Sai y sus burlas, respirando profundamente dispuesto a encontrar un contra argumento. Su mente viajando a la velocidad de sus pensamientos y encontrando venas cuales apretar. No sería nada compasivo con Sai cuando él vino a atacarlo de frente.
Abrió su boca dispuesto a contradecirle, vio la anticipación y regocijo de su primo y le enfermó más, a punto de romper su compostura, pero la aparición inesperada de Itachi viniendo detrás de Sai lo aturdió unos segundos para pensar con claridad.
—¿Hermano?
Aunque la furia no abandonó su cuerpo, su expresión decayó a una máscara neutral, mordiéndose la lengua dándose cuenta que estuvo a punto de caer en las provocaciones de Sai. Viéndolo desde una perspectiva más fría y calculada, en este momento no se encuentra en buena posición dentro del Clan. El que fuera discípulo principal no lo eximía a que no logró manifestar ningún don, por lo tanto, cualquiera sería mejor que él, un completo fiasco. Y una discusión avivaría y daría los Ancianos de qué hablar, culpando a su madre y a él mismo de la incentiva, se pondrían de lado de Sai de inmediato.
Ni a él ni a su madre —a pesar de todo— les convenía atraer atención desagradable, sobre todo sin saber su futuro incierto. Lo mantenían dentro del círculo principal por ser el heredero del poder purificador, pero sin ello, sería un discípulo más y no haría gran diferencia ser el discípulo principal del Clan. A él no le podía importar menos su posición, lo que le preocupaba eran las persecuciones de su madre. Si no pudo enorgullecerla, lo mínimo que podría hacer era no causarle problemas.
Pero no está dispuesto seguir tolerando esta actitud, su pecho se agitaba y el nudo de su garganta no se deshizo, en cambio se intensificó y temía que en cualquier momento sus emociones explotaran. Así que sin esperar a que Itachi los alcanzara, se apartó bruscamente caminando con rapidez de regreso a su Pabellón, logró escuchar la risa ácida de Sai y a su hermano llamarlo con preocupación.
Avanzó sin mirar atrás, sintiendo a su hermano correr a su dirección. Una vez que bajaron la colina e Itachi lo alcanzó, Sasuke se detuvo frente a su pabellón con la repentina oleada de pánico y angustia agazapándose. No debía ser así, él debía controlar sus emociones, nada le afectaría, mantener su rostro neutro y sin reacciones.
Nada. Nada.
Y, sin embargo, se encontró desolado y perdido en medio de las montañas. Girando hasta toparse con su hermano, le dedico una mirada tan lastimera. Itachi se detuvo a unos metros de él con los ojos ardiendo de comprensión su alteración, queriendo acercarse para consolarlo, pese a que desde hace ya varios años Sasuke no corría a su lado acurrucarse como solía hacerlo de niño. Ambos eran adultos, Itachi un heredero del Clan y Sasuke... ya no sabía qué ocupación tenía, el desprecio de su madre lo dejó aturdido.
Dolía terriblemente ser despreciado por la persona que amaste incondicionalmente. Ser despreciado por tu propia madre. Itachi no lo comprendería del todo, ha escuchado de su boca como era Madam Uchiha con él, se veían todos los días; Sasuke envidiaba un poco esto de su hermano, que si tuvo la oportunidad de ser amado por su propia madre, lejos de odiarlo le alegra que Itachi no tuvo que pasar por la situación de él.
Uno de los tantos dolores que no le desea a nadie, especialmente a su hermano.
—¿Te parezco... —susurró Sasuke sin apartar los ojos de Itachi—... una persona defectuosa?
¿Por eso mi madre no me ama?
Dicha pregunta tan infantil lo perseguía desde hace una década, y hasta el momento la respuesta sigue siendo tan desastrosa.
Una pregunta que flotó en al aire y que su hermano supo interpretar.
—Sasuke, tú no eres defectuoso —dijo Itachi viéndose desconsolado sin saber cómo acercarse.
Sasuke lo miró en silencio tratando de créelo, y después se aproximó a las escaleras casi recuperando su propio sentido, casi.
—Quiero estar solo.
Con esa declaración se encerró en su Pabellón y buscó su guqin. Tocar siempre le ayuda a serenarse y ordenar sus pensamientos, dejar fluir sus emociones y centrarse en las notas.
Esa noche el sonido del guqin acompañó su dolor e Itachi fue el único testigo silencioso de ello.
Les dije que no les iba agradar.
Itachi está ENOJADO con Mikoto por despreciar a su hermano. Creeanme, si Itachi no fuese su hermano y conociera a un pequeño Sasuke no dudaría en hacer todo lo posible por adoptarlo. Afortunadamente para él, son hermanos. Así que puede consolar y apoyar a Sasuke.
Así que díganme, ¿qué les está pareciendo la historia? Aunque todavía no se ve del todo el trama principal, pronto se abrirá el paso, estoy poniendo la cimiente. Y como pueden darse cuenta el romance todavía no está presente, les dije que sería lento, pero no tanto. Yo también quiero ver a la pareja y sus momentos. El próximo capítulo será más agradable (? por así decirlo.
eN FIN ¡gracias por leer!
-Que no se pierda la costumbre de actualizar en la madrugada, ¡todos somos vampiros! iare?-
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top