/82/ Un nuevo próposito
-aparece rodando-
Bienvenidas y bienvenidos a la actualización de hoy, seguimos con el pasado de Sakura y ya es el antepenúltimo capítulo de este mini arco. Se siguen viendo ciertas situaciones. Sólo para aclarar, han pasado tantos años que obviamente no me iba a poner a describir cada día transcurrido (comento esto porqué en el futuro habrá ciertas situaciones que serán traídas al presente y que no aparecen en este arco, para que no digan "oye Alela, pero eso no paso". O sea sí pasó, pero no se los mostré :D).
Bueno, ya aclarado el punto. El siguiente es la canción que puse más abajo. Si alguien ha visto el anime Sousou no Frieren llorarán conmigo por la canción, si no lo has visto ¿qué esperas? TE ESTÁS PERDIENDO TREMENDA JOYA.
-ejem-
Como decía, leí por ahí que canción está "dividida" en 2 partes por el significado. Digamos que la primera parte de la canción Él está preguntando: "¿Y tú estás bien? ¿Puedes oírme?" y en la segunda parte de la canción ella responde: "Y estoy bien (estaré bien). Sí, te escucho (me importas tú". Y la canción en general me hace recordar a estos dos en esa época.
En fin, después de esta nota informativa, ahora siii, disfruten la lectura <3
Doscientos cuarenta y tantos años (más o menos, ya no lleva la cuenta exacta) después, Sakura alzó la vista distraídamente del puesto de baratijas y se encontró con un rostro que nunca pensó volver a ver.
—Su Alteza Aria —murmuró para sí.
Ahí estaba la mujer que fue su madre de alma. La princesa de un reino caído y lleno de dolor estaba de pie en el puesto siguiente mirando deslumbrada un par de horquillas.
No se molestó en disimular su mirada. La mujer parecía joven vistiendo kimonos verdes cómodos qué resaltan su belleza. Su cabello corto hasta los hombros y se veía del cuello apenas indicios de vendas. Sakura se concentró y sintió una energía demoníaca interna.
Vaya, así que renació como una semidemonio, pensó frunciendo el ceño. Había escuchado que en esta época los semidemonios eran esclavos y repudiados. Al parecer nadie humano se ha dado cuenta de su origen porqué la tratan amablemente.
Regresó la vista al puesto de baratijas, alcanzando una piedra ónix peculiar. Irá directo a su colección personal.
Intentó no pensar en la mujer del pasado a unos metros lejos de ella. Sentía un retorcijón y quizás le tembló un poco la mano al inspeccionar el objeto que le recordaba a otra persona del pasado, pero que viene con una sensación agridulce.
Lamentablemente Aria ocupó nuevamente sus pensamientos.
Si ella estaba aquí, eso quiere decir que Ryuichi está cerca. Sabe que esta mujer es la reencarnación de la princesa Aria, hace un par de años Xie Lian le notificó que la búsqueda de su padre tuvo éxito y por fin la halló.
Sakura únicamente pudo alegrarse por la princesa Aria, no por su padre. Con el paso de los años sus sentimientos hacia él han sido muy complicados. Dejó de enviarle cartas poco después de la dispersión de Sasuke y no hubo ningún cambio.
Simplemente dejó de insistir en ser aceptada donde ni siquiera la consideran.
—Disculpe, estimada señorita.
Al escuchar la suave voz dirigida a ella, no pudo evitar aguardar cierta respiración al virar y toparse cara a cara con la persona que hace unos segundos veía sin disimulo.
—No pude evitar darme cuenta que me miraba fijamente —dijo Aria inclinando un poco la cabeza.
Sakura la observó en silencio un par de segundos antes de sonreír de lado dejando ver una postura relajada, y por dentro está más tensa que una cuerda.
—Tu cabello me pareció un color muy peculiar ya que es igual al mío —respondió Sakura acariciando un mechón de su cabello largo.
Los ojos de Aria resplandecieron.
—La había visto antes, pero no me atreví a acercarme —expresó con un poco de vergüenza—. No es común encontrar a alguien con el cabello rosado.
—No, no lo es.
Sakura pagó la piedra ónix resguardándola en el interior de su kimono. Aria estuvo junto a ella, dándole miradas un poco asombradas y también dudosas.
—¿Qué sucede?
—Es sólo que me parece muy familiar —aclaró Aria directamente. Luego sus ojos se ensancharon y bajó la vista al darse cuenta de su actitud. Como si recordada su posición e inclinó la cabeza—. Discúlpeme si la ofendí, estimada señorita, tenía curiosidad.
De la misma manera que Sakura tuvo curiosidad. A decir verdad, en la punta de su lengua tildaban muchas preguntas, mismas que las retuvo en el fondo de su corazón. ¿Para que amargarse más en obtener respuestas de terceros sobre su padre? Una persona que nunca la quiso ver.
Lo consideró por un largo segundo y se lamento de ello después porqué sintió una presencia pesada y amenazante acercándose. Aria miró detrás de Sakura y toda su expresión se alegró, agitando la mano y llamando a la persona que desprendía esa intensión asesina. A Aria parecía no afectarle.
—¡Ryuichi, aquí estoy!
Como si sucediera lentamente, Sakura viró medio cuerpo y elevó la vista al hombre que de pronto se detuvo a unos metros lejos de ellas. Al principio Ryuichi mostraba una expresión mortalmente seria, al ser criaturas con energías parecidas era normal que sintiera algún tipo de aprensión una con la otra. Y al observarla mejor, a Sakura no le pasó desapercibido que la reconoció. Inmediatamente esa expresión en Ryu se agravó más.
—Tú. —Fue lo primero después de siglos sin verse—. ¿Qué le haces a Aria?
Sakura no se molestó en fingir que no lo conocía. Sus labios se curvaron y educó sus facciones a unas menos amigables. Si su padre no la trataba bien ¿por qué ella debería hacerlo? Trató de ignorar el dolor que le genera su rechazo, y para eso, debía marcharse lo antes posible.
Ya no le interesa tener la atención de Ryu. Haber visto una vez más a Aria es suficiente en esta vida para continuar con su propósito. Incluso si en el futuro no se vuelven a topar, estará tranquila con saber que la princesa encarnó (se dijo como mantra una y otra vez, intentando convencerse). Lo único que agradecería a su padre, es nunca rendirse en encontrarla y asegurarse en darle una buena vida.
—No te preocupes por mí, ya me iba —le espetó sin ninguna pizca de respeto. Se giró resueltamente a Aria y le ofreció una reverencia marcada—. Fue un placer verte-
Fue interrumpida por Ryuichi, colocándose frente a Aria protegiéndola con su cuerpo. Sakura parpadeó, enderezándose de sopetón para toparse a él. Muy cerca. Lo más cerca del que jamás estará.
—¿Qué pretendes acercándote a ella?
La pregunta causó confusión en Sakura, frunciendo el ceño tratando de interpretar el trasfondo. Al mirarlo directamente a los ojos y de fondo escuchando el murmullo de Aria diciéndole que no tenía porqué ser brusco, entendió a lo que la Calamidad demoniaca se refería.
Otro clavo en su corazón.
—¿Piensas que me acerqué a ella a propósito? —inquirió un poco incrédula, Ryuichi no respondió y eso fue suficiente. La daga fue enterrada más profundo de su corazón—. Vine aquí por casualidad y me topé con Aria. Entonces ¿por qué me miras como si hubiese cometido el peor de los pecados?
—Ryuichi, yo me acerqué a ella primero —aclaró Aria tomando la manga del hombre redirigiendo su atención—. Esta señorita no me hizo nada. Teníamos una charla muy agradable.
Con "charla agradable" la expresión de Ryuichi se oscureció y miró a Sakura como si pudiera atravesarla con los ojos.
Finalmente, el corazón de Sakura no lo soportó más. Se rio, un sonido herido y lleno de locura que la obligó a agarrarse del estómago y doblarse, intentando mantenerse unida en todas las piezas de su existencia.
Una vida que no ha sido más que lamentable en los últimos siglos, en los que corre tras fragmentos de almas creyendo que una será la de su amado.
Una vida deambulando y teniendo pizcas de serenidad en otras personas que considera hermanos mayores.
Cuando habría deseado para que las dos personas frente a ella fueran sus padres. No culpará a Aria, estaba muy segura de que, si hubiera sobrevivido en su antigua vida, habría dado a luz a un bebé sano y fuerte para criarlo con amor junto a Ryuichi; la misma Sakura contemplaría todo desde el árbol milenario y habría lanzando una danza de flores de cerezos cuando fueran a presentarle a su bebé.
Pero las circunstancias fueron otras.
Aria murió.
Ryuichi se convirtió en un demonio que busca a su amada.
Y Sakura se fusionó con la esencia del bebé de ambos.
Mal, un mal demasiado fructuoso.
Controló su risa al enderezarse y pasar una mano por sus cabellos, con las lágrimas ya escurriendo por la explosión de emociones.
—Tú nunca me reconocerás como tu hija ¿no es así, padre? —Sakura soltó otra risa amarga. Vio el momento exacto en que la expresión de Ryuichi se crispó y la de Aria se tornó muy confusa.
Ryuichi rápidamente habló: —No me-
—Sí, ya sé —le interrumpió bruscamente Sakura—. No debo llamarte así ya que soy una cosa que no tiene sentimientos y no debió existir. Lo siento, lo olvidé. Han sido más de dos siglos confusos de tu silencio. Ah, no un silencio absoluto, el dinero que me mandas cada tanto desde aquel entonces sigue intacto en Mansión Paraíso. Pasa por él cuando quieras, nunca lo necesité ni lo haré.
—Si no necesitas el dinero debiste decírmelo —espetó fríamente Ryuichi.
Sakura se inclinó el frente, manteniendo una sonrisa fría. ¿Acaso es posible que su corazón se rompa más?
Sucedió.
—Te lo dije en todas las cartas que te envíe, pero a vista de tus palabras, ni siquiera te molestaste en abrir una —expresó con un tono de voz muy dulce para su propio oído, uno que delataba el dolor y el cinismo en todo su esplendor. Ryuichi arrugó el ceño y no apartó la mirada, admitiendo su culpa—. No te sientas comprometido, Ryuichi, después de todo, soy un deshecho que dejaste a un lado. Mi vida no tiene nada que ver contigo, y no te preocupes —agregó al darse la media vuelta buscando alejarse de él, aferrándose secretamente a la piedra ónix que acaba de adquirir—. Jamás volveré a aparecer frente a ti. Esta será la última vez que nos veamos.
Se detuvo un breve momento, ladeando la vista sobre el hombro para dar un vistazo a Aria que estaba petrificada junto a Ryuichi, mirando a Sakura con los ojos muy abiertos y miles de emociones que explotan en sus ojos.
—Aria, no te hagas una opinión de él por mi —dijo esto último apartando la vista de ellos, pétalos de cerezos se desprendieron de su cuerpo anticipado su huida—. Las personas tienen sus caras malas y buenas, seguramente él te muestras la más gentil. En eso no lo culpo, yo haría lo mismo con mi amado.
Sin más, desapareció en una lluvia de pétalos de cerezos.
https://youtu.be/utCM41yCZYA
Encontrarse con su padre no fue tan doloroso a comparación de lo que ha experimentado.
Desde el día que Sasuke se disipó entre sus brazos, su existencia se transformó en un páramo demasiado caótico y lúgubre, apenas sostenido por las migajas de alegría espontanea que experimenta.
De días calurosos en que se encuentra vagando por los ríos, captando reflejos de Sasuke entre el agua cristalina sacado de sus propios recuerdos. De días lluviosos que siente su calidez en medio de una melodía que tararea para consolarse mientras las lágrimas fluyen silenciosamente, respondiendo a preguntas sin sonido, prometiéndose una y otra vez que estará bien.
Repite una y otra vez una canción que siempre la acompaña ya sea que sus días sean agradables o al punto de ser insoportables. Cantarla le ayuda a calmarse y recordarse su propósito.
El tiempo no perdona a nadie. Transcurre. Se dobla. Se transforma, y en doscientos años hubo demasiados cambios para enumerarlos todos. Pero lo más notorio para Sakura es la decisión de mudarse de Mansión Paraíso y hacerse un lugar propio.
Por supuesto que Xie Lian al principio estuvo preocupado por su abrupta separación después de casi cincuenta años en constante convivencia, sin embargo, la apoyó dándole palabras de aliento y haciéndole prometer que visitaría. Hua Cheng, por su parte, aceptó no sin antes preguntar:
—¿Estás dejando tu puesto?
—Nunca pretendí abandonar mis deberes. —le recordó Sakura arrugando el ceño—. Simplemente ¿quizás aminorar mi carga? Yo... debo invertir mi tiempo en buscarlo a él.
Si Hua Cheng entendió a quién se refería con "él" tuvo la decencia de pasarlo por largo. Al igual que Xie Lian, ambos sabían el destino final de Sasuke. Después de todos, la encontraron llorosa y deprimida en su habitación al negarse salir durante una semana entera.
En aquel entonces, Sakura les relató lo que había sucedido.
La razón por la que Sasuke se dispersó. De que, en el último segundo, Sakura dejó residuos de su propia energía protegiendo el alma de Sasuke. Así, cuando él renaciera, sabrá que es él y nadie más. No se equivocaría. Lo buscaría en los largo y ancho de los Tres Reinos con tan de verlo, aunque sea una última vez. Así esperada siglos, milenios. No se rendirá.
Ante su resuelta declaración imperiosa, Hua Cheng la había visto con un extraño brillo de respeto en sus ojos y Xie Lian la había abrazado con fuerza, intentando darle consuelo.
Los años siguientes no fueron precisamente amables para Sakura. Hubo algo en su interior que se reformó, se quebró y luego se esparció. No volvió a ser la misma mientras buscaba en el basto mundo una pizca de esa presencia. Había ocasiones en las que se topaba con personas iguales en apariencia que Sasuke, pero al tener contacto, no podía sentir los residuos de esa protección.
Ninguno de ellos era su Sasuke. Pese a eso, se aseguraba que cada uno estuviera en un lugar próspero. Además, monitoreaba cada cierta década la descendencia de Sasuke surgida de su hija Sarada. Lo normal sería pensar que él renacerá por esa línea de sangre, pero hasta ahora ninguno es el verdadero.
Parecía que sus esfuerzos no daban frutos, y en cada fracaso, iba a Mansión Paraíso y se consolaba con la presencia de quienes considera sus dos hermanos mayores. No era tan evidente. Sakura procuraba mantener una sonrisa, que con los años ya no se sentía real. No cuando su corazón se estruja a cada pensamiento y el reconocimiento de lo que sintió por Sasuke fue amor.
Y lo supo muy tarde, demasiado tarde.
A veces se pregunta, si hubiese reaccionado a tiempo a las intenciones de Sasuke ¿él estaría todavía aquí con ella?
Es una pregunta que se hace todos los días.
Por ahora, mientras se une en pétalos después del desagradable encuentro con su padre, alza la mirada y se topa con la cabaña que construyó con sus propias manos al pie del cerezo milenario. El lugar que marcó un después en su existencia se volvió una vista reconfortante a pesar de lo que representa.
Se adentró lánguidamente al interior de la cabaña, sacando la piedra ónix y dejándola en la repisa de objetos que tienen un gran valor para ella. Al mirar a su alrededor, se topó con la vida que ha construido en estos doscientos años: un espacio agradable con objetos que colecciona, todos ellos le recuerdan a Sasuke o los acumula pensando que le agradarían. Hay una cocina integrada, un camastro improvisado y una mesa con cuatro sillas. Entre otras cosas, la que más resalta es el retrato de Sasuke que dibujó con su propia mano, resguardado entre toda su colección.
No se atreve a decir que esta cabaña es su hogar. No ha sentido la pertenencia de uno desde que Sasuke se dispersó. Más bien es una residencia bonita y acondicionada.
No se permite hacerse ilusiones, que, si llegase a encontrar a Sasuke, este le devolverían los sentimientos. Después de todo, será un humano cuyos sentimientos son cambiantes. Hay ocasiones que considera en las posibilidades que quizás él ya haya formado una familia.
Si ese llegase a ser el caso, bastaría con cuidarlo desde lejos, hacer perdurar su vida. Que él la disfrute y la aproveche al máximo sin la sombra de su anterior vida. Vivir esta nueva existencia sin las cargas que antes le afligían, a su propio ritmo.
Son tantos escenarios que Sakura ha tenido mucho tiempo en recrearlos y trazar alternativas. Por más que le carcomen las ansias y los celos perpetuos, siempre respetará las decisiones de Sasuke sin importar qué. Con qué sea parte de su vida, sea como sea, será suficiente para ella.
Nunca forzará los sentimientos de Sasuke, aun si va en contra de su destino. Sería normal que él no la recordase, ya hizo las paces con ello hace mucho tiempo, en medio de noches en las que parece un pájaro perdido y sin rumbo, enroscada entre los poemas escritos con tanto anhelo.
Ella acogería los recuerdos de los dos y los llevaría al mañana.
Unos días después, Xie Lian se acercó a través de la matriz de comunicación.
"Ryuichi estuvo en Mansión Paraíso preguntando por ti".
Justo en ese momento Sakura lanzaba cuerpos de monstruos a una hoguera ardientes en medio de la noche en el Reino Mortal. Se limpió las manos y llevó dos dedos a su sien.
"¿De verdad?" el tono de voz en Sakura era ambiguo y desinteresado. Seguramente su padre fue a recoger el dinero que le dijo.
"Insistió tanto y le dije algunos detalles generales" explicó Su Alteza "nada que nadie no sepa".
"Gracias" respondió sincera, porqué no sabía que sentir respecto a que Ryuichi estuviese indagando sobre ella ahora, aunque se daba una idea de la razón, misma que no le ha dicho a Xie Lian "A decir verdad... me encontré con él hace un par de días".
"Lo sé, él me lo dijo en su visita".
Entonces no era necesario explicarse tanto.
"Quería verte" Xie Lian se escuchaba un poco incómodo al decir esta parte. Los labios de Sakura se crisparon "Lo despache, sin embargo, persistió que necesitaba conversar contigo".
Esta vez Sakura se rio burlona.
"Tan hipócrita. Hace un par de días me quería muy lejos de él ¿y ahora me busca?" negó con la cabeza dejando escapar un fino suspiro.
Xie Lian permaneció extrañamente silencioso ante esto, y cuando habló, fue con tacto y cuidado.
"Considera escuchar sus razones".
"Lian-ge" renegó sombríamente ella.
"No lo hagas por él, sino por ti".
"Si es por mí, estoy perfectamente bien".
"Como digas" delegó fácilmente Su Alteza nada afectado por su actitud obstinada "Si no tienes persistencia en este asunto, yo tampoco ¿de acuerdo?".
"... De acuerdo" Ella relajó los hombros.
"Cuídate, Sakura. ¡Nos veremos pronto!".
"Hasta pronto, Su Alteza".
Creyó que eso sería lo último que sabría de su padre.
Una vez más descubrió que subestimó las circunstancias.
Al día siguiente sintió una presencia caótica acercarse a su residencia. Sakura estaba cocinando unas gachas buscando despejar su mente cuando la energía se aproximó. Al principio trató de ignorarla, creyendo que se trataba de una jugada macabra de su propia mente.
¿Por fin me habré vuelto loca? Fue lo primero que pensó al sentir la presencia familiar de Ryuichi.
Cuánto deseo haber perdido la cordura, por lo menos sería más amable que la cruda realidad.
Alguien tocó la puerta y Sakura se tensó de pies a cabeza.
Unos toques más y una voz demandante surgió: —Abre la puerta, sé que estás ahí.
Sabía quien estaba del otro lado. Lo que desconocía era sus intenciones.
Se armó de valor, dejando el cuchillo en la encimera y se giró hablando con un tono irónico: —Por supuesto, te dejaré ingresar para que me asesines.
Intentó no alterarse. Alrededor de la cabaña había instalado matrices protectoras qué no permitían qué nadie pasara, a excepción de las que ella consideraba confiables. Los cuales se reducen a Xie Lian y Hua Cheng. Entonces ¿Cómo pudo Ryuichi pasar las matrices?
La realización llegó de golpe al recordar que él era su padre al fin del día. Comparten esencias muy parecidas. Maldijo entre dientes y se prometió configurar las matrices una vez Ryuichi se marchara.
No imaginó que Ryuichi fuera muy persistente.
—Prometo no asesinarte.
—No lamento decirte que no confío en tus palabras, y con justa razón —espetó Sakura caminando hasta posicionarse frente a la puerta. El imaginar que su padre está del otro lado erguido en esa gran estatura le causó escalofríos—. Te pediré que te retires y me dejes en paz. ¿No es lo que querías?
A todo esto ¿qué buscaba Ryuichi?
Ryuichi guardó silencio por un breve momento.
—La situación ha cambiado —dijo Ryuichi con un extraño tono, Sakura desechó qué percibió cierta incertidumbre—. Hablemos de frente.
—Pues no quiero escucharte —refunfuñó Sakura bastante tensa—. Sean cuales sean tus motivos, ya no me interesan. Llegaste tarde, casi tres siglos tarde.
Ha de confesar que sus declaraciones fueron demasiadas rudas y sin ninguna pizca de remordimiento al decirlas. Taladró la puerta con la mirada hasta sentir que Ryuichi desapareció silenciosamente. Ni siquiera el sonido de sus pisadas captó, únicamente su energía de pronto ya no estuvo ahí.
Ese encuentro marcó otro antes y después en su vida. Creyó, ingenuamente, que Ryuichi entendió su negativa.
Sufrió otra patada en su realidad.
Días después se lo topó frente a frente. No podía anticipar su llegada, al parecer Ryuichi escondía su energía y la dejaba pulular una vez estando cerca.
Esta vez Sakura atendía una diligencia asesinando un par de fantasmas que hicieron de las suyas con algunos residentes de Ciudad Fantasma. Hua Cheng especificó causar mucho dolor ¿y quién es ella para renegar?
Los fantasmas imploraron por misericordia, pero Sakura pocas veces la concede. A veces se pregunta si su capacidad de sentir emociones se deriva a la manera que se transformó en este cuerpo físico. Siendo solamente un espíritu que nadie podía ver, apenas lograba descifrar las emociones y sentimientos de los demás. Ahora también es complicado.
Por eso no se detenía en ser absoluta. Estos fantasmas maliciosos ocasionaron la dispersión de otros fantasmas que no dañaba a nadie ¿por qué tenerles misericordia?
—Eres letal con tus enemigos.
Ryuichi de pronto estuvo ahí y a Sakura se le erizaron los bellos de los brazos. Giró la cabeza en dirección de la voz y se encontró al hombre de largo cabello rojo de pie a cierta distancia. Atiborrado en sus kimonos oscuros y cabello largo rojizo. Una imagen que le remonta a ese título que adquirió: Hiryu Ryuichi, Fuego Ardiente del Amanecer Olvidado.
Lo miró fijamente a los ojos y su molestia creció.
—¿No te dije que me dejaras en paz? —espetó Sakura tensa.
—Yo nunca accedí a tal trato.
Embustero, pensó sombríamente Haruno virándose a los restos de los fantasmas que desaparecía en la nada.
—Había escuchado rumores, no imaginé que fueras tú a quien los demonios tanto temen toparse. —Ryuichi ladeo la cabeza—. La Bailarina Sangrienta.
Sakura apretó la guadaña del arma qué sostenía. Aquel título solamente es una singularidad ganada de su reputación durante estos siglos años que comenzó a forjar desde que trabajo bajo las órdenes de Lluvia Sangrienta que Busca la Flor.
Sin embargo, esta reputación no era una sombra del Rey Fantasma. Se la forjo por sus propios méritos sin ser realmente consciente. Para sus enemigos aquel título inspiraba miedo profundo. Sobre todo, porque ha eliminando a cada demonio o fantasma que ha venido tras ella para atraparla. Cada batalla parecía una pista de baile para ella, moviéndose fluidamente entre sus enemigos y dejando paso muerte y destrucción sin medida.
Una ocasión también la persiguió dios (y por eso el título tomó mucha fuerza), pero aquel individuo la había desafiando a un duelo a cambio de su propia vida por un malentendido severo en que creyeron que Sakura estaba dirigiendo un grupo de trata de personas. Haruno aceptó la afrenta porqué aquel dios estaba liado con el verdadero culpable que resultó ser un demonio desagradable que iba tras Sakura desde un inicio.
No vale la pena aclarar porqué iban tras ella.
Lo que sí le encanta recalcar es asegurar que ganó el duelo, y por el simple hecho de asesinar a un Oficial Celestial (por más mediocre que fuera) ya es motivo para que los Cielos te miren.
Xie Lian opinó al respecto citando solemne: "Un duelo es un duelo. Si ambas partes estaban de acuerdo, no hay nada que podamos hacer respecto a los resultados establecidos. Combatieron con consentimiento mutuo".
Hua Cheng, siempre tenía su lengua filosa y lista para atacar: "Si ella hubiese muerto, ahora mismo estarían celebrando a esa basura que se decía llamar un dios. Siempre tuvieron una podrida brújula moral que no me sorprende que estén ladrando ruidosamente".
Al final, el actual Emperador Celestial, Pei Ming, también estuvo de acuerdo con el resultado del duelo para disgusto de la mayoría de los dioses.
Sakura estimó que solamente porqué ese dios había roto las reglas del Cielo y dañado a los humanos, fue que no hubo consecuencias atroces sobre ella. De a otra forma, el Emperador Celestial no habría aceptado tales resultados. Él no era conocido por ser especialmente indulgente... a menos que fueras mujer.
Volviendo al aquí y ahora, no dijo nada a las indagaciones de Ryuichi. Consideró silenciosamente la mejor vía de escape. Si él decidía intentar asesinarla, ella no tendría oportunidad. Sakura es lo que catalogan un rango Ira y su padre es una Calamidad, por encima de ella en poder.
Si se baten en duelo es seguro que ella moriría.
Al parecer la Calamidad notó su tensión y alzó un poco las manos en señal apaciguadora.
—No busco luchar. Quiero conversar pacíficamente contigo.
—Aww, que mal para ti. No me interesa.
Cada palabra goteó una intención insana. Sakura no se molestó en escuchar una respuesta. Resueltamente se marchó deshaciéndose en miles de pétalos de cerezos.
Ryuichi siempre la evitó.
Sakura haría lo mismo para conservar su cordura.
Y como la mayoría de las situaciones, no sale como quiere.
Las semanas siguientes la presencia de Ryuichi se volvió constante. De pronto Sakura estaba lidiando con algún asunto ¡daba la vuelta y ahí estaba su padre, observándola fijamente!
Su comportamiento le comenzó a confundir y estresar por partes iguales. Esa actitud defensiva qué mostró al principio pareciera asunto del pasado, si bien había bordes duros y secos en sus palabras jamás volvió a mirarla tan fríamente o como si fuera una amenaza.
Aunque nunca había dicho su nombre, tampoco le dijo "cosa" (un irónico avance).
Hubo una ocasión en la que Ryuichi intervino en sus asuntos y fue cuando —otro— grupo de demonios la acorraló alegando que se parecía al Rey Demonios Ryuichi, y había rumores, bla, bla, bla. Las mismas razones de siempre, con los mismos resultados. A estas alturas, Sakura dejó de preocuparse y mejor ocuparse de los habladores.
Por un momento viró a su alrededor y no vio a su padre presente, lo cual no era muy extraño ya que aparecía y desaparecía por intervalos. Y justo cuando el primer demonio se abalanzó sobre ella, una ráfaga de energía resentida se estrelló contra el grupo. Sakura apenas y tuvo que sacar su espada antes de que Ryuichi apareciera caminando desde la ladera de los árboles y se deslizara a encargarse del grupo.
En un abrir y cerrar de ojos, el grupo de diez individuos quedó reducidos a masas asquerosas y sangrientas esparcidos por todo el claro, con Ryuichi en medio y sin un cabello fuera de su lugar. Únicamente bajo la mano y arrugó la nariz, mirando desdeñoso la sangre salpicada en sus botas.
—Estas escorias ni siquiera sirvieron de calentamiento —espetó Ryuichi apartando un mechón largo de su hombro. Dirigió sus ojos verdes a Sakura que ya había dado la media vuelta alejándose de él—. Oye ¿a dónde vas?
—Te encargaste de ellos. No es necesario que me quede.
—Tsk.
Sakura lo ignoró. De reojo notó que el fantasma bajo las órdenes de su padre, Shikamaru, surgía de las sombras para encargarse del desastre a su paso. El fantasma era cordial y cada vez que hacían contacto visual, recibía una reverencia marcada y respetuosa, Sakura respondía con un asentimiento de cabeza.
Esta vez continúo su camino. Detrás de ella, escuchó a Ryuichi dar algunas instrucciones a Shikamaru antes de que la siguiera. Hay cierta anomalía, esta vez no se detuvo a unos metros respetando su espacio, se acercaba más y más.
Eso la puso nerviosa. Estaba llegando a su límite de tolerancia.
—Por tu actitud, supongo que no es la primera vez que lidias con esta situación —consideró Ryuichi caminando muy cerca de ella. Sakura podía sentir la mirada penetrante de su padre en la nuca y le erizaba los bellos de sus brazos el tenerlo tan cerca ¿será que la matará ahora o esperará a que tenga la guardia baja?
Es muy mala idea darle la espalda, así que se detuvo y lo miró. Ryuichi igual aminoró los pasos y nunca apartó la vista.
—Resulta que ciertas criaturas piensan que el matarme o capturarme será un golpe duro para ti. —No pudo evitar la vena sarcástica que surgía cada vez que hablaban de ese lazo inexistente entre padre-hija. La quijada del demonio se contrajo un poco—. Les he dicho una y mil veces que no conseguirán nada, aún así se empeñan. A decir verdad, con el pasar de los años se han vuelto molestos.
—Años.
—Eh, siglos.
Sakura arrugó su propia nariz ante el silencio inusual de Ryuichi, dónde sus ojos verdes se volvieron rojos mientras la observan. Trató de mantenerse serena y secretamente la mano que reposaba en el mango de la espada se preparó para cualquier escenario.
Decidió ser un poco osada y empujar. Si así por fin él muestra sus verdaderas intenciones, lidiará de una vez con las consecuencias.
—Si sabes quién está detrás de todo esto, hazle saber que no tengo nada que ver contigo. Me resulta fastidioso lidiar con tu basura —refunfuñó dándose la media vuelta con la idea irse. Le dará un par de horas o quizás días para que Ryuichi la alcance. Se preguntó vagamente qué ocurría con Aria ¿no estará esperándolo dónde sea qué esté?
Ryuichi, en cambio, retomó la conversación.
—No creo que esa persona esté abierta al diálogo.
—Si presionas más con tu título de Rey Demonio soberano de las Tierras Malditas, te escuchará.
De reojo cómo un tic asaltaba la ceja de Ryuichi. Se dio cuenta que esos gestos son comunes cuando Sakura era específicamente sarcástica. Y es una alegría personal el causarle molestias a su padre. Así que nunca dejará de serlo en su presencia.
—Dudo que aún así esté de acuerdo. Se trata de la persona que provocó la caída del reino dónde crecí con Aria.
Esta nueva información interesó lo suficiente a Sakura para considera si marcharse o indagar. Al final, no fue necesario decidir, Ryuichi retomó su andar y le hizo señas para que la acompañara.
Sakura dudó demasiado, quedándose estática cuando su padre se viró y dijo: —¿Me dejarás contarte esa historia, Sakura?
Él, después de casi tres siglos, dijo su nombre.
Fue una explosión en su interior. Una que le destripa hasta lo más profundo de su ser. Le arranca las extremidades y despelleja su alma por completo. No hay noción del dolor, porqué es intenso que ya no tiene con qué compararlo.
De pronto supo que este sería siempre su aguijón.
Retrocedió unos pasos, sintió su propia expresión cerrarse.
—¿Qué es lo que quieres de mí? —cuestionó Sakura buscando desesperadamente respuestas—. ¿Por qué de pronto me tratas amablemente cuando antes ni siquiera te molestaste a darme un vistazo?
Ryuichi tensó la mandíbula, abrió y cerró las manos en puño, dejando que sus hombros se encorvaran un poco, lo suficiente para parecer un poco afligido y a Sakura no le pareció nada justo. ¡Es ella quién debe sentirse miserable!
Descubrió una vez más que su padre tenía el poder para lastimarla.
—Leí tus cartas —confesó Ryuichi tan rápido que Sakura apenas logró entenderle.
—¿Todas?
—Cada una de ellas. —Los ojos verdes de su padre pronto se llenaron de culpa al tragar grueso y Sakura se hundió en su propio caos, tratando de averiguar cómo sentirse al respecto—. Me di cuenta que cometí un terrible error al dejarte de lado. ¿Me dejarías...?
No terminó su frase, Sakura no se lo permitió. De pronto negó bruscamente con la cabeza mientras se frotaba el rostro con ambas manos y retrocedía. Un rechazo que nació del dolor y desesperación, pero, sobre todo, la desesperanza.
—Basta, por favor.
—Sakura-
—¡No digas mi nombre! Es mío ¡mío! —exclamó Sakura dando un paso al frente y dándole un golpe en el pecho—. ¿Tanto es tu remordimiento qué te obligó a buscarme? Si solamente te acercas a mí impulsado por la culpa en lugar de tu propio deseo de conocerme ¡es lo mismo que despreciarme!
—Estás haciéndote ideas que no son.
Sakura se rio.
—Es la verdad, una que tú impusiste con tu egoísmo. ¿Y sabes qué? Revuélcate en tu remordimiento por el resto de tu existencia ¡no vuelvas a aparecer frente a mí!
—¡Sakura, espera!
La aludida no lo escuchó, está vez desapareció muy rápido en el estallido de pétalos de cerezos.
Estaba cansada, muy cansada de existir.
Por favor, pensó desesperadamente, que alguien escuche mis súplicas. Estoy cansada de esta vida ¿no merezco un poco de alegría?
Por más increíble que fuera, un par de días después Sakura atrapó un rayo de esperanza. Diminuta, demasiado pequeña para considerarse una posibilidad, pero no se pudo evitar. Por más pequeña que fuera, era una gota de probabilidad.
Se encontraba en medio del mercado de un pueblo bastante singular al que llamaban Konoha. Ubicado a las faldas de las montañas dónde residen los descendientes de los antes cultivadores Lan, ahora denominados Cazadores Uchihas habitando la renombrada Villa de Fuego.
Con el paso de los años y décadas, los términos se reformaron. Incluso antes de "nacer", esta transición ya estaba completándose. Sakura sabe de historia y fechas gracias a su curiosidad de meter la nariz en dónde sea y pasar desapercibida, agradecía a sus hermanos mayores por enseñarles inconscientemente esa habilidad.
Ahora, centrándose en esa pequeña chispa de esperanza, Sakura dejó el abanico de diseño de dragones en la mesa del vendedor y viró a su costado dónde una mujer joven de bondadoso cabello azabache se detuvo frente al puesto continúo. El puesto pertenecía a un artesano que reparaba algunos instrumentos musicales.
Esa mujer poseía ropajes finos y blancos. Los emblemas del Clan Uchiha la señalaron como miembro de ese clan. Ante la ausencia de alguna espada, supuso que no era una Cazadora de demonios como tal, si no una joven maestra de posición influyente para vestir tales galas.
Lo más importante: albergaba una chispa divina en lo más recóndito de su ser, pero eso no fue lo que le dio esperanza, sino fue sentir su propia energía. La misma que Sakura lleva buscando estos siglos. Sin embargo, es diminuta, casi inexistente que tiene que tocarla para confirmarlo. Por dentro casi está incrédula y al mismo tiempo, impresionada.
¿Y si el alma de Sasuke renació como una mujer?
Agitó la cabeza. Sea como sea, primero debe comprobarlo antes de hacerse más conjeturas.
Con mucho disimulo se acercó fingiendo admirar una flauta de jade, y con los oídos atentos a la conversación junto a ella. El artesano había negado con la cabeza y su expresión parecía apenada.
—Me disculpo, Madam Mikoto, no me especializo en matrices de protección. Únicamente fabrico los instrumentos. —El vendedor aclaró e inclinó la cabeza a un costado—. El Clan Uchiha es especializa en ello ¿por qué no se lo pide a sus artesanos?
—Yo, mmm —susurró la mujer. La sonrisa que ofreció dejaba entrever ecos incómodos—. Ninguno puede recrear mis peticiones.
A Sakura le sobran décadas de experiencia para dictamina que lo dicho es una enorme mentira disfrazada de justificaciones sensatas. Eso le dice la incomodidad y la pronta resignación de la mujer al marchitarse en su lugar.
—¿Conoce a algún otro artesano especializado en esta área?
El hombre asintió, pero no felizmente. Dejó la flauta qué tallaba y se concentró en la mujer.
—Conozco a un comerciante que conoce a alguien con esa habilidad. Lo veo cada par de semanas que acudo al territorio Nara, sin embargo, dicho artesano es extranjero. Así que, si de alguna manera consigo contarlo, dudo que tenga el instrumento dentro de los próximos meses.
Si acaso era posible decaer más, la mujer, Mikoto, se hundió en hombros.
—Ya veo —murmuró para sí.
Al final, Mikoto agradeció al artesano y se marchó. Sakura tomó la flauta qué sostenía, y antes de que el artesano le prestara atención, le lanzó una moneda de oro dando un breve "quédese con el cambio".
Siguió a la mujer a una distancia prudente. Agradeció haber decidido cambiar de apariencia simple y común antes de entrar a Konoha, de lo contrario, de haber tenido el cabello rosado y ojos verdes ya estaría recibiendo miradas innecesarias.
Su cabello negro se agitó por la brisa de viento al adentrarse a un restaurante. Mikoto había ingresado y pedido directamente a uno de los meseros. Sakura se apresuró a caminar hacia ella midiendo más distancias para que chocaran y pareciera un accidente.
Lo consiguió. Mikoto trastabilló y casi se cae de lado, sin embargo, Sakura la sostuvo del brazo y le ayudó a enderezarse. Aprovechó ese mísero segundo de contacto, en que agarró su mano para mejor soporte, para extraer energía espiritual sin que se diera cuenta.
Ahí, muy pero muy en el fondo estuvo la energía que Sakura alguna vez le dio a Sasuke en su último momento de desesperación.
Ahí, en el centro de la vida quedaron residuos.
Alguna vez Mikoto tuvo su energía dentro de ella, pero ahora ya no le pertenecía.
Le pertenecía a alguien más. Alguien que Mikoto engendró y dio a luz. De otra manera, no explica por qué le queda aquella peculiar energía residual.
El mundo parecía haberse abierto, y Sakura apenas logró comportarse con decencia tras este descubrimiento. Su mente y corazón trabajaron sin que fuera realmente consciente.
Conversó con Mikoto a causa de este choque. Se sentaron a beber té y descubrió tras un ida y vuelta de preguntas y repuestas, que Mikoto tenía un hijo que cumpliría cuatro años y se llamaba Uchiha Sasuke.
Sakura tuvo que controlar su espasmo de emoción. En todos estos siglos, ninguna de las personas con las que se topo en los parecidos coincidían con ese nombre.
Esta segura.
Es una señal.
Y, rematando, este pequeño Sasuke se interesó por el guqin a su tierna edad. Mikoto se encarga de enseñarle. Por eso quiere conseguirle un propio instrumento que le acompañe toda su vida. Un guqin especial qué tuviera incrustado matrices de protección.
—Es mi adorado niño —había dicho Mikoto con una sonrisa amable—. No quiero que nada malo le suceda cuando se vuelva todo un Cazador de demonios.
Ni yo si estoy en lo correcto, pensó Sakura con el nudo creciente en su garganta. Hay una sensación de "está ocurriendo" qué la tiene atrapada en el centro de su existencia.
Apenas puede controlar su lengua. Mientras hablaba y conversa con la mujer, engañándola para descubrí que es una sacerdotisa. Obviamente Mikoto se mostró un poco aprensiva cuando Sakura dijo que ella podía conseguirle el guqin qué buscaba.
—¿Cuál es el precio por este favor?
La sonrisa de Sakura fue sincera al decir: —Qué me dejes entregarlo en persona.
-se ajusta el cinturón- ahora sí, las aclaraciones.
Sí, Sakura conoció a Mikoto cuando esta todavía no era consumida por la Flor de Medianoche (y si se preguntan porqué Mikoto no la reconoció cuando se reencontraron, es porqué en este capítulo Sakura tenía una apariencia diferente). Recordemos que en ese tiempo, si bien Mikoto no era precisamente la mejor madre, intentaba serlo para Sasuke. En los primeros capítulos de este fic, Sasuke menciona que ella le enseñó a tocar el guqin (antes que Mikoto le impidiera verlo).
Por otro lado, sabemos porqué Ryuichi paso de tener esa actitud a la que todos conocimos en los primeros capítulos de este fic. Es incomprendido, dejénlo, ya tendrá su momento de excusarse. Pero amable recordatorio que Ryu ama mucho a Sakura y en la actualidad, hace hasta lo imposible por ella *pulgar arriba* más adelante sabrán a lo que me refiero.
Por cierto, tengo curiosidad ¿recuerdan desde que año siguen este fic? La idea de Eterno Equinoccio nació durante la pandemia del 2020 después de ver Tian Guan Ci Fu *toses*, pero no publique nada hasta mayo del 2022.
¡Nos leemos en el siguiente capítulo!
PD1: estaré contestando sus comentarios del apartado anterior, ¡gracias por dejar sus impresiones y reacciones, me hace tan feliz ver que les agrada el rumbo del fic!
PD 2: Amable recordatorio de que estamos entrando, bueno, casi al arco final. Todo depende de mis motivaciones y ganas de seguir explayando.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top