/8/ Con gran estima, Uchiha Sasuke
*Dizi: Es una flauta transversal china construida con una caña de bambú, aunque también puede fabricarse con otra clase de madera.
*Matriz: las matrices son un conjunto de dibujos y kanjis que son parte de hechizos y contenciones.
Hola, Hola! Este capítulo es largo, ¡casi 10mil palabras!
Recogiendo una de las espadas del suelo, Sasuke repeló con sobreesfuerzo los ataques directos del Reska. La hoja del arma comenzó a agrietarse después de tres golpes, sin embargo, la desventaja no lo detuvo. En el quinto golpe consiguió que la bestia retrocediera considerablemente, lo suficiente para tomar un respiro y mirar de reojo el estado de los semidemonios detrás de él, quiénes lo veían con los ojos muy abiertos y llenos de incredulidad.
Especialmente Kiba, su actitud antes orgulloso y pedante desapareció tras su mueca de consternación, arrodillado en el suelo y sosteniendo su propio cuerpo. Tenía los ojos abiertos de par en par con una expresión escandalizada en su rostro.
—¡¿Qué diantres estás haciendo!? —exclamó escandalizado.
Sasuke abrió la boca para contestarle, pero de último momento redirigió su atención al demonio frente a él cuyos pasos se aceleraron sin intención de darle un respiro. Miró la espada en su mano, no aguantaría otro impacto. Rápidamente viró a dirección de Sakura viéndola de pie recuperando su estabilidad, lejos del risco. Fue suficiente.
Tiró la espada agrietada a un lado y con la misma mano extendida llamó a Kusanagi que regresó a su posesión como un rayo morado veloz cuyo sonido silbante y energía rebosante era difícil de ignorar para el Reska.
(Tampoco él ignoraría cuando alguien está en peligro frente a él, y si existía la posibilidad de salvarlo de una muerte inminente, lo haría. No dejaría nunca más que alguien muriera de una manera tan terrible frente a sus ojos. No otra vez. Menos si se trata del hermano de Sakura, le causaría un profundo dolor que ha experimentado en carne propia y no se lo desea a nadie).
Con Kusanagi contrarrestó firmemente los zarpazos contrarios. La respiración del demonio sobre su rostro al igual que el hedor le obligaron a reprimir el impulso de apartarse lo suficiente para no inhalarlo, de nada serviría una pelea de larga distancia. Aplicó más fuerza y precisión en sus movimientos y, por ende, energía espiritual así logrando por fin que el demonio se apartara hacia el centro después de un corte profundo en el tórax. En lugar de sangre, humo negro destiló por la herida como una cortina.
Instintivamente Sasuke frunció el ceño cubriendo su rostro con el pliegue de su kimono, el humo revoloteó a su alrededor en el instante que el demonio se abalanzó a él. Interpuso a Kusanagi preparándose para contrarrestar el ataque. Pero antes de tener otro pensamiento al respecto, una figura envuelta en ropajes rojos se deslizó frente a él en el último momento.
No se trataba de otra persona más que Sakura recibiendo el ataque directo interponiendo un par de dagas en "x" al frente, sus brazos retrayéndose ante el impacto y posterior a impulsarlos, siendo capaz de hacer trastabillar al demonio. Sin tregua, Sakura se aproximó en dos rápidos pasos, moviéndose sobre su eje agitando las armas, sus ataques fueron letales y a la vez elegantes, esquivando por centímetros los ataques y ciñéndose al espacio débil de su contrincante mutilándole mano derecha. Las garras volaron por los aires y el humo negro se intensificó, al mismo tiempo que el demonio rugía descontrolado y retrocedía llevándose con él toda nube de humo.
Sakura regresó con Sasuke de un salto, aspirando bruscamente apretando las dagas y aprovechando el breve lapso, sus ojos verdes no perdieron ningún detalle en la postura alerta del Cazador. Se miraron por unos segundos.
—¿Tienes algún plan en mente? —cuestionó Sakura de inmediato recibiendo un asentimiento firme, para su alivio.
Sasuke se apartó de ella yendo a un espacio más abierto mientras hablaba.
—Distraiga lo suficiente al Reska para que dibuje una *matriz, lo contendremos. —No hubo necesidad de explicar a detalle, Sakura lo miró significativamente antes de asentir tras deducir por su cuenta, no perdió tiempo cuestionando y se lanzó al frente agarrando con fuerza las dagas, producto de los estiramientos de las agujas en el par de anillos.
Sasuke se concentró en trazar la matriz en el suelo con la punta de su espada, cortando las flores y creando un enorme círculo con kanjis y dibujos dentro. Una de las habilidades que se orgullecía era su precisión el crear matrices a una velocidad sorprendente y sin fallas, con sólo darle un vistazo bastaba para verificar que lo hizo correctamente. En caso como estos que están a contrarreloj esta habilidad resultó indispensable.
Antes que pudiera terminar el último trazo que le llevó unos dos minutos hacer, una mano sostuvo firmemente su hombro, deteniéndolo. Se giró hasta toparse con el rostro angustiado de su hermano.
—Las consecuencias de que uses tu energía espiritual serán terribles. —Itachi le reprendió, y Sasuke dudó por un ápice ¿estaba dispuesto a hacer sufrir a su hermano una vez más?
No tuvo oportunidad de pensarlo, el Reska no le daría espacio. Al notar que Konohamaru también se había involucrado y ayudaba a Sakura a retenerlo, las dudas sobraron. Estirando el brazo, hizo el último trazo terminado la matriz con su arma y luego le dijo solemne a su hermano diciendo:
—Es necesario.
—¡No lo es —replicó Itachi desesperado, agarrándose brevemente la herida del costado en el que aplicó su energía espiritual para que ya no sangrara—, si utilizas más energía tú-!
Cortó su frase al ver que Konohamaru fue lanzado por los aires y Sakura se movió detrás de él reteniendo su caída al abismo. Velozmente hizo que una de sus agujas se expandiera similar a una lanza e incrustándola en el suelo, reteniendo el movimiento. Si bien ninguno de los dos corría peligro inmediato, la amenaza seguía allí, balanceándose cual depredador con los ojos enfocados en ellos.
El tiempo se agotó.
—Yo lo distraigo, tú activa la matriz —dijo él.
Sasuke se apartó hasta el otro lado de la matriz, en el proceso pasó la hoja de la espada por su mano haciendo un corte, después clavó a Kusanagi en el suelo y con la misma mano sacó de sus magas dimensionales el guqin, girándolo elegantemente sobre su palma con un equilibrio envidiable. Todo esto en el lapso a colocarse en su posición.
Itachi sabía que la única forma de distraerlo lo suficiente para mantenerlo quieto unos cuantos segundos era usando energía espiritual. Al ser un demonio que se alimenta de esta se sentirá atraído lo suficiente, así que tendría que expulsarlo de una forma escandalosa.
Itachi ensanchó los ojos al comprender su plan: —¡Sasuke, no!
Sasuke no atendió sus suplicas y estampó su mano ensangrentada en el suelo tiñendo las flores de rojo con su propia sangre. Inmediatamente la energía se manifestó alrededor de su cuerpo y la expulsó sin reparos, llegando hasta el demonio que batalla contra Sakura y Konohamaru. Al sentir su aura, el Reska dejó en el olvido a sus dos contrincantes y se giró a él con los ojos desorbitados y sedientos.
Sasuke entrecerró sus ojos y el sudor comenzó a correr de su frente. Vamos, acércate ya.
—¿Pero qué delicia veo por allá? —La voz de su enemigo nunca le pareció tan aguda y escalofriante. Soltando gruñido más parecida a una macabra risa, se aproximó a él.
No permitiría que pasara más allá de la matriz. El atraerlo con su energía era parte de su plan. Y mientras Itachi se apresuraba a activar la matriz, hábilmente se sentó en posición de loto poniendo el guqin sobre sus piernas, y con mano ensangrentada rasgó las cuerdas en una canción de batalla.
El sonido agudo vino acompañado de unas sondas que inmovilizaron al demonio sin permitir que avanzara fuera de la matriz. Apretó los dientes al sentir la palpitación de sus venas y la adrenalina recorrer su cuerpo ante el previo uso de su energía, rogando que fuera suficiente.
—¡Itachi, ahora!
El mayor apoyó ambas manos en los círculos pequeños unidos a la matriz empleando su propia energía espiritual restante, alrededor de la enorme matriz se levantó una luz azul conjunto a una barrera y el demonio rugió sorprendido al ser retenido por el poder del guqin y la matriz. El suelo debajo de él se agrieto ante las notas del guqin que se intensificaron.
—¡Actívate!
La voz de Itachi fue eclipsada por el rugido agónico del demonio que gritaba y se tomaba de las manos al sentir su piel quemar bajo las brasas ardientes de un fuego azul emergentes de los kanjis, impregnándose en todo su cuerpo. Daba vueltas y se estrellaba contra las paredes de esta con tanta fuerza e Itachi tuvo que emplear más energía.
Se ahogó en su propia turbación al escuchar a Sasuke interpretar con el guqin la canción de Exorcismo. Fue el plan de Sasuke desde un principio y se culpó por no verlo a tiempo.
Su pensamiento no fue errado. Desde el inicio hubo dificultades en derrotar al Reska, pero teniendo la ayuda de los semidemonios crecieron las probabilidades en derrotar, después de todo en las luchas la victoria se torcía constantemente. El panorama alentador cambió cuando su enemigo sacó el as inesperado y los aturdió a todos con su rugido. Su apoyo terminó siendo atacado por las púas y él lastimado, ante la situación resultó obvio que Sasuke no se quedaría de espectador e intervendría ayudándolos a costa de su vida.
Rogó a los Cielos a que las consecuencias sobre su hermano no fueran fatales.
El fuego se transformó en cuchillas y en menos de un parpadeo atravesó la cabeza del demonio separándolo del cuerpo que permaneció quieto unos segundos antes de tambalearse y caer en peso muerto contra la barrera. Itachi quitó rápidamente las manos de los círculos y dejó de emplear energía espiritual, a la par, una nota de guqin crispó en el ambiente dando por concluido la canción.
El hedor y silencio barrieron la cueva antes de que el cuerpo cayera al suelo en un sonido sordo y las flores bailaran en el aire. En conjunto todos dieron contuvieron el aliento, como si esperaran que el cuerpo se levantara y siguiera atacándolos como la calma antes de la tormenta. Sasuke le dio una mirada rápida a Konohamaru en una orden silenciosa, y el menor corrió hasta el cuerpo mutilado, sacando un talismán entre sus mangas colocándolo en la cabeza cuyos ojos giraban sin control solamente deteniéndose a los pocos segundos de ser interceptado.
—¿Está inmovilizado? —preguntó la chica semidemonio, Yuri, presa del miedo.
Konohamaru alzó su mano pidiendo paciencia y al cabo de unos segundos, se relajó un poco, girándose a los demás esbozando una sonrisa tranquilizadora.
—¡Ya no podrá hacer daño! —
Todos soltaron el aire, llenos de alivio. Y el tiempo volvió a correr. Konohamaru se apresuró a sacar la bolsita atrapa espíritus y retraer la cabeza impidiendo que se uniera con su cuerpo. Deshacerse del cuerpo de este demonio llevaría más que una simple matriz.
Por otro lado, Kiba y compañía pudieron sacarse las púas que estaban a punto de desaparecer en sus cuerpos, acompañados de gemidos y quejidos expresando su dolor y adormecimiento. Sakura había corrido a ellos cayendo de rodillas, hablándoles con un tono de voz que demostraba su preocupación.
—¿Están bien? ¿Se lastimaron demasiado? —Los palpó a todos buscando heridas mayores sin esperar respuestas. Ligeras risas y sus compañeros comentaron que se angustia demasiado por ellos.
—Nadie resultó herido de muerte, respira en paz —le avisó Kiba dejándose caer entre las flores, soltando un resoplido. Sin moverse excesivamente comenzó a buscar en sus mangas hierbas medicinales para tratar sus heridas.
Sakura inhaló y exhaló con fuerza a punto de llorar de felicidad a que nadie haya muerto en esta ocasión, aún sentía la opresión en su pecho de la última vez que recogió los dos cuerpos de sus compañeros, inertes y fríos. Una experiencia que ni arrancándose los ojos olvidaría, siempre los llevaría en su memoria. Si no hubiesen recibido ayuda de los Cazadores de demonios, el escenario sería muy parecido a la ocasión anterior.
Su pecho experimentando tanto agradecimiento, a punto de explotar de alegría se giró a los Cazadores dispuesta a agradecerles por haberles salvado la vida con su ayuda, sobre todo a su hermano y amigos. Pero el indicio de sonrisa se congeló cuando los gritos de horror provenientes de Itachi y Konohamaru irrumpieron su tranquilidad.
—¡Sasuke!
—¡Joven maestro!
Inmediatamente se fijó en el azabache. De lejos su postura erguida y firme no revela nada inusual, su rostro habitualmente sereno y serio. Hubiera pasado desapercibido si no fuera por la sangre que escurría por sus ojos, tan pronto la primera línea cayó por su mejilla, lágrimas de carmesí comenzaron a brotar sin tregua y su boca no contuvo el espasmo, obligándolo a escupir sangre bruscamente soltando su guqin en el proceso.
Tal visión la asustó lo suficientemente para soltar un jadeo y levantarse de un salto.
—¡Sasuke! —Ella misma se escuchó llamar su nombre y no dudó en correr hasta dónde Sasuke había apoyado una rodilla en el suelo y cubierto su boca con una mano, mientras que con la otra se sostenía para no caer.
Itachi y Konohamaru ya estaban a su lado impidiendo que colapsara inmediatamente, sus rostros eran de completa desesperación y terror.
—¿Qué le sucede? ¿Por qué está sangrando por todos lados? —preguntó Sakura desesperada una vez llegó a su lado sin saber si tocarlo o no.
Itachi apretó los dientes y dijo con gravedad mientras lo sostenía:
—Él tiene prohibido utilizar su energía espiritual, pero lo ha hecho, ¡drenó todas sus reservas!
La boca de Sakura se abrió cual pez y la angustia creció en su pecho.
—¿Por qué él...?
—Si lo utilizaba tendría un desborde de energía —explicó Itachi mientras Konohamaru buscaba en su bolsita dimensional un brebaje para darle que le ayudaría a soportar el dolor—. Es justamente lo que está sucediendo ahora. Normalmente manejaría sin problemas el interpretar Exorcismo, pero teniendo en cuenta que no puede usar la energía espiritual para sus técnicas y mucho menos contra un demonio de este calibre.
Tras escuchar su explicación Sakura comprendió porqué Sasuke se mantuvo alejado de la pelea en un principio. Pensó vagamente que se debía a que confiaba en que su hermano lograría ayudarlos o simple egocentrismo, pero jamás imaginó que se debía a un problema grave como el evitar un desborde de energía.
Si hubiese sabido... no, incluso si tenía conocimiento de ello Sasuke hubiera salido en su ayuda al ver la situación tan crítica. Sospechaba de la bondad del joven Cazador, ayudando sin miramientos a otros. Así como la ayudó a ella en el pasado, él no soportaría ver a otros en peligro sin sentir la necesidad de ayudar en lo que fuera, incluso más allá de sus propios límites.
Sus pensamientos fueron cortados cuando Sasuke escupió otra cantidad alarmante de sangre al intentar beber del brebaje, colapsando al fin sin las fuerzas de sostenerse con una mano. Itachi lo sostuvo a tiempo y rápidamente comenzó quitarle las vendas de los brazos, Sakura reaccionó y por inercia buscó su otro brazo e imitó la acción suponiendo que Itachi haría lo mismo en este.
Sasuke ladeó el rostro y se agitó por una extraña razón. Sus manos poco temblorosas aprisionaron la muñeca de la joven pelirrosa impidiendo que continuara desatando los vendajes, ella lo miró con los ojos tan abiertos y asustados tratando de interpretar su comportamiento renuente.
—No. —Apenas articuló Sasuke intentando retirar sus brazos y Sakura se mostró impactada y lastimera sin saber qué hacer. Sasuke continuó insistiendo—. No veas...
Pero Itachi se negó y los sostuvo con fuerza por los brazos impidiendo que se interpusiera.
—Guarda silencio, agotarás tus energías —le apremió haciendo un ademán a Sakura que continuara quitando la venda, ella regresó a lo suyo—. Konohamaru, saca los utensilios de mi bolsa.
—¡¿Qué!? Joven Itachi, si intenta hacer usted mismo el tratamiento no... —El menor tembló al ver la mirada de Itachi llena de desesperación. Incluso si no intervenía el desborde de energía llegaría al punto máximo, matándolo lentamente. Mejor intentarlo que permitir que muriese sin más.
La exclamación ahogada de Sakura los interrumpió. Ella miraba aturdida los brazos descubiertos de Sasuke, aquellas manos que en el pasado la curaron con delicadeza ahora están cubiertas por un sinfín de cicatrices y puntos cosidos. ¡Las marcas no estaban ahí hace tres años, está segura de ello! ¿Qué te hicieron? Quiso preguntar mirándolo conmocionada, o más bien exigir una respuesta que no obtendría ahora. Un nudo en su garganta y su boca abriéndose y cerrándose.
Su propia desesperación ante el panorama desalentador y la inminente premisa de la muerte, la impulsó a hablar.
—Sea cual sea el tratamiento que necesite, mi abuelo le ayudará. Es curandero, pero tenemos que llevarlo hasta él —dijo apenas conteniendo su voz temblorosa. Los ojos de Itachi se mostraron esperanzados, pero luego cautelosos cuando una negación en conjunto se alzó cerca. Los semidemonios se habían acercado, por inercia Sakura se movió cubriendo las cicatrices de la vista de los demás para alivio de Itachi.
—¿Qué rayos estás diciendo, Sakura? Dejar entrar a estos Cazadores a la aldea es-
Sakura se giró a Kenta, un semidemonio de cabello azul que refutaba, sus ojos furiosos le hicieron callar al igual que sus palabras a voz de mando sin contenerse en hablar presa de su propio pánico.
—¡Estos Cazadores acaban de salvarte la vida y uno se está muriendo a causa de ello! Así que muévete tu moribundo cuerpo de una vez y avisa al abuelo que llevamos un herido, ¡ahora!
Sin replicas, Kenta casi lloró de la impresión y se apresuró a irse junto a los otros dos que siguieron su paso jurando que acababa de ver a Sasori poseyendo el cuerpo de la Sakura. Por otro lado, Kiba permaneció en su lugar mirando fijamente a Sasuke que no había emitido ningún quejido más que las arcadas al vomitar sangre. La cantidad que escupía al suelo era impresionante y si perdía más sangre se desmayaría, estuvo vagamente impactado de que aún estuviera consciente a estas alturas.
—¿Qué tipo de tratamiento necesita?
Tanto Itachi como Konohamaru intercambiaron miradas silenciosas. La condición real de Sasuke es un secreto que solamente pocas personas dentro del Clan Uchiha sabían y que forasteros tengan conocimientos de ello no parecía lo correcto. Existía la posibilidad de que difundieran rumores y sabiendo su debilidad lo atacarían sin dudarlo.
—¿Y? —insistió Kiba.
Itachi no se arriesgaría.
—Se lo diré directamente al curandero una vez que esté frente a él.
—...
Kiba no lo forzó a decirle tras ver la mirada caladora de Sakura, sus ojos verdes brillaban en una sola frase "cállate y ayúdanos". Suspirando, se acercó ayudando a Itachi en sostener al herido.
A Sakura le importaba saber esa información, pero la forma en que la renuencia se anticipo en Itachi intuyó que todo lo relacionado era un secreto. Y por ahora no es lo suficientemente curiosa para insistir, lo importante es transportar a Sasuke hasta la aldea. Tratando guardar su propia compostura mientras presenciaba el silencio agonizante del Cazador, quién apretaba fuertemente los labios conteniendo sus propios lamentos y la tortura de ser tocado de los brazos, el ceño fruncido profundamente fue lo único que reveló su sufrimiento.
Pero en ningún momento emitió quejidos ante su dolor..
La aldea de semidemonios está asentada en lo más profundo del prado. Al terminar el bosque se abría paso a un conjunto de casas construidas sobre laderas y elevaciones, campos de flores a sus alrededores y un aire tan puro y fresco debido a la presencia espiritual del Monte de las Ánimas, a unos cuantos kilómetros se erguía este tan imponente. El paisaje digno de un retrato y valía la pena permanecer en medio de la naturaleza.
En su mayoría la aldea era animada, si los gritos no provenían de los niños corriendo y jugando en los bordes de los bosques, venían desde el bosque debido al entrenamiento de los pocos adolescentes y la exigencia del líder de todos ellos. A voz viva los alentaba y les repartía órdenes a diestra y siniestra preparándolos en diferentes áreas; o de las conversaciones entre los labraderos en los cultivos de rábanos y papas las cuales vendían en el pueblo.
Al ser un lugar tan animado pocas veces reinaba el silencio, la madrugada se catalogaba como una de esas ocasiones.
Hiruzen bebía tranquilamente de su té esperando la llegada de Sakura, siendo sincero le preocupaba un poco la compañía del joven Sasuke, confiaba en este, pero en los otros no. Quizás dicha incertidumbre tenía su nieta y por eso mismo cuando se fue por la tarde parecía tensa, pero no menos emocionada por alguna extraña razón.
Pensaba en sí tuvo éxito o no cuando escuchó su nombre a gritos, se sobresaltó un poco y se levantó saliendo de su cabaña. Tres personas venían corriendo a él atropelladamente viéndose sucios, ensangrentados y respiraciones erráticas, apenas pudiendo hablar claramente.
—¡Maestro Hiruzen, es terrible!
—¡Nos han atacado!
Por un momento el anciano temió lo peor ante la idea de que los Cazadores rompieron su voto de honor y se atrevieron a iniciar una revuelta. Iba a decirle que fueran tras Sasori, pero ellos continuaron hablando sin parar.
—Un Reska se coló por la barrera, ¡no sabemos cómo ocurrió, simplemente apareció de la nada mientras patrullábamos!
Bien, si un Reska no era mejor que unos Cazadores, se sintió terriblemente bien al respecto.
—¿Están todos bien? —cuestionó temiendo lo peor, que recordase ellos tres partieron a hacer rondines con su tercer nieto—. ¿Dónde está Kiba?
—No se preocupe abuelo, él se encuentra bien.
—Los Cazadores nos ayudaron a derrotar al demonio —dijo Yuri, su voz parecía pequeña y temblorosa, casi al borde de las lágrimas—, pero uno de ellos resultó gravemente herido, Sakura lo está trayendo.
—Ningún Cazador pisará esta aldea —sentenció una voz detrás de ellos.
Hiruzen apartó a los chicos y se topó con la mirada caladora de Sasori. Al parecer no era el único que tenía la misma preocupación.
—Líder... —murmuraron los chicos mirándose confundidos sin saber qué hacer.
—Díganle a Sakura que no se atreva a-
—¿Qué no me atreva a qué cosa?
La susodicha apareció a sus espaldas, en silencio habían recorrido la distancia hasta la casa de Hiruzen. Detrás venían Itachi y Kiba sosteniendo a un herido Sasuke que aún se ponía de pie tambaleante y se ocupaba en tratar de no mancharlos con su propia sangre, Konohamaru se aseguraba de mantener las manos en su espalda impidiendo cabezazos.
Sasori se giró lentamente a ellos, su porte tenso se intensificó y la letalidad en sus ojos junto a su porte hostil habló sin necesidad de palabras. Aún así, dio un paso al frente de forma amenazante sin apartar sus ojos de ellos.
—¿Qué-hacen-aquí? —pronunció en un gruñido.
—Hermano, permite que el abuelo atienda a Sasuke en una de las cabañas—le pidió Sakura adelantándose unos pasos, sus ojos verdes ardían de angustia—. Está gravemente herido... podría morir.
—Que lamentable, que muera entonces —sentenció el pelirrojo dándose la vuelta, dispuesto a despacharlos.
—¡Sasori! —exclamó con todas sus fuerzas no creyendo que en verdad su hermano le daba la espalda en una situación tan crítica. Incrédula e indignada, caminó hasta él a pasos agigantados—. ¿Ignorarás a alguien que necesita ayuda?
Sasori simplemente gruñó haciendo ademanes.
—No queremos forasteros aquí, ¡váyanse!
—Lo atenderé estés de acuerdo o no —intervino Hiruzen a consternación de Sasori. Se detuvo y lo miró con ojos muy abiertos.
—Abuelo, ellos son Cazadores.
—No ignoraré a una persona herida.
Mientras hablaba, se acercó inmediatamente a ellos y a medida que lo hacía sus ojos se cubrían de un sentimiento de cierta urgencia. Itachi lo miró con un poco de desconfianza, pero al ver que su hermano alzaba la cabeza y entrecerraba los ojos balbuceando su nombre, permitió que lo tomar de los brazos.
—Anciano Hiruzen...
—Joven Sasuke, ¿qué ha sucedido para que termines así? —preguntó un poco contraído el anciano. Al estar cerca sus antebrazos quedaron al descubierto e inmediatamente buscó su pulso junto a su energía espiritual, sus ojos se ensancharon—. Rápido, llévenlo a mi cabaña.
—Abuelo —se interpuso Sasori firme—. Sé que tu moral no permite que no ayudes a nadie, pero no lo harás aquí.
La terquedad de Sasori era un enorme obstáculo que pasar, incluso rebatiendo a Hiruzen alguien que lo haría cambiar de opinión, y no permitiría bajo ningún concepto que los Cazadores dieran un paso más. Protegería a la aldea de los forasteros sin importar si uno muere en medio de la calle, Sakura lo asimiló y se ahogó en su propio lamento.
Lo tomó del brazo dispuesta a suplicarle si fuera necesario.
Pero no solamente ella estaba desesperada.
—Joven líder. —Itachi soltó a su hermano dejándolo en brazos de Konohamaru. Se adelantó lo suficiente para no invadir el espacio vital de Sasori y ser escuchado correctamente. Exhalando profundamente, hizo una profunda reverencia ante el pelirrojo que no se inmutó—. Le ruego permita que mi hermano sea atendido. Entiendo perfectamente su preocupación a que ataquemos su hogar, pero lo doy mi palabra que no venimos con esas intenciones.
—Su palabra no me sirve de nada —replicó Sasori mostrándose a la defensiva—. Las palabras carecen de sentido si vienen de un Cazador.
—Entonces si dándole nuestras propias armas y sellando nuestros poderes espirituales permitirá que el maestro Hiruzen atienda a mi hermano, lo haremos —propuso de inmediato. El quitarles las armas y sellarles los canales de energía espiritual es dejarlos expuestos ante muchas personas desconocidas que bien les daba oportunidad de matarlos. Un acto de total desesperación, pensó Sasori, que veía fijamente la seriedad y determinación de la mirada en Itachi.
Una emoción de que haría cualquier cosa, incluso dar su vida, por velar la de su hermano. Sasori conocía perfectamente tal sentimiento. Muchas veces en el pasado se sacrificó a causa de Sakura y Kiba cuando tan sólo eran unos niños indefensos en las calles sin un techo cual regresar ni alimento para ingerir.
Y sólo una persona les tendió la mano. Mismo que lo veía desde un lado del joven Cazador que se desangraba.
El tiempo transcurría, lo que fueron segundos se sintió una eternidad.
Finalmente, Sasori apretó la mandíbula y entrecerró los ojos.
—Primero sellen sus canales espirituales.
Una aceptación muda que hizo volver el aire a Itachi, Konohamaru y Sakura.
Itachi y Konohamaru se apresuraron a obedecer, una vez que lo hicieron, Kenta tomó sus armas. Los dos Cazadores de demonios indefensos en medio de una aldea de semidemonios, no se veía muy alentador, pero los Cazadores no retrocederían.
Sin más miramientos Sasuke fue trasladado a la cabaña de Hiruzen y recostado en la camilla improvisada de paja. Nadie cuestionó el espacio tan estrecho. Hiruzen repartió órdenes a Kiba y Sakura en traerles ciertos artefactos mientras se amarraba las mangas del kimono con una cinta blanca.
—Ahora díganme, ¿qué le sucede al joven Sasuke?
Itachi miró de reojo a las personas dentro de dicha habitación, además de Hiruzen y Konohamaru, Sasori permanecía en una de las esquinas cruzado de brazos y con los ojos de halcón fijos en ellos, no permitiría que el anciano se quedara a solas. A pesar de sus propias restricciones no confiaba en su juicio. Tuvo que aceptar que sabría sobre el estado de Sasuke.
Un tanto resignado y contraído, comenzó a explicar.
—Sólo les pido que la información que revelaré quede entre nosotros.
Apenas trajeron todo lo necesario, tanto Kiba como Sakura fueron expulsados de la cabaña. Sakura intentó quedarse, pero le pareció indebido en el último momento. La salud de Sasuke era primordial, así que se marchó sin objeciones tras dedicarle su atención a lo que estuvieran haciendo adentro. Tampoco se le permitió ver mucho.
Sasori permaneció dentro de la cabaña, ya que al tener conocimientos básicos de medicina fue de ayuda para asistir a Hiruzen; e Itachi y Konohamaru no se apartarían de Sasuke por ningún motivo. Así que, a regañadientes, regresó a su cabaña junto a Kiba que estuvo callado todo el camino.
O solamente la mitad, justo sonrió y le dio un par de palmaditas en la cabeza como si fuese él mayor entre los dos.
—Verás que sobrevivirá.
Kiba le alienta a que no pierda la esperanza. Mayormente resultaba al revés el consuelo... ¿Consuelo de qué? ¿Tristeza ante la posible muerte de Sasuke? No se engañaría, desde que sus ojos se cruzaron de nuevo su corazón latió desbocado en una sensación extraña, no le pondría nombre aún, absurdo contando que fue la segunda vez que se vieron, pero innegable que le importa su bienestar.
—Ven, descansemos un rato.
Sakura lo siguió en silencio pensando que sería inadecuando descansar en una situación como está, y aunque estuviera despierta no ayudaría en nada. Hiruzen ya cuenta con su asistente y no le es requerida su presencia, y está demasiado cansada para protestar. Dentro de la cabaña se sentó en una de las esquinas dando un suspiro bastante largo.
Kiba se movía en silencio a su alrededor buscando entre los cofres, ambos lo bastante fatigados para que él bromeara sobre cualquier cosa y ella respondiera bufando y siguiéndole la corriente. Su concentración se dirigía a la puerta y en que en cualquier momento uno de los chicos cruzaría y le diera buenas noticias.
Se le fue puesta una taza frente a ella, parpadeó un par de veces antes de fijarse en que Kiba le daba un té de hojas que le ayudaría a relajarse.
—Gracias.
—Deberías dormir un poco —aconsejó sentándose a su lado con su propia taza soplando suavemente dispersando el vaho.
Renuente, Sakura le dedicó una mirada.
—No creo que sea prudente.
—Caerás en cualquier momento y tendré que llevarte a cuestas a la cama —le alentó dándole un pequeño golpecito en la rodilla.
Lo sospesó un momento, encogiéndose de hombros admitiendo que el cansancio pronto pasaría mella y caería rendida. Bebió con cierta rapidez el té ignorando la pinchada de culpabilidad y se trasladó a la cama. Una vez que acomodó sus botas a un lado, se giró a su hermano con ojos entrecerrados.
—Me despertarás cuando tengas noticias. —No fue una orden. Kiba ocultó la sonrisa bebiendo su té agitando su cabeza—. Kiba —advirtió severa.
—Sí, sí. Lo haré —prometió agitando su mano.
Sakura sospechó de su actitud, pero de algo a nada prefirió confiar. Así que se acomodó en la cama y se concentró en descansar lo suficiente para no ser una carga.
Los horarios de sueño de Sakura eran variados dependiendo de sus sueños buenos. Cuando soñó vívidamente sobre maravillas disfrutaba levantarse al amanecer y recorrer el bosque hasta llegar al lago, contemplar desde ahí el cielo; en el caso que las pesadillas decidieran atormentarla —lo cual no era muy frecuente conforme fue creciendo— se volvía muy perezosa para levantarse y se enrollaba en las sábanas esperando a que su presencia fuera requerida a principio de la mañana para realizar sus deberes.
Pocas veces se rendía al sueño profundo fuera de la aldea, aunque estuviese muy cansada y si debía estar alerta su mente no se sumergía al descanso. Pero en casa podía permitirse bajar paulatinamente la guardia, la mala noticia es que se acostumbró tanto a estar alerta que cualquier movimiento a su alrededor mientras dormía lo detectaba inconscientemente y de inmediato regresa a la consciencia.
Escuchó pasos adentrándose a la casa, no abrió los ojos, pero prestó atención a los ruidos a medida que volvía a la conciencia habitual. Risitas por aquí y murmuraciones por allá de niños, podía imaginarse como se daban codazos entre sí.
—Háblale bajo o se despertara de mal humor.
—Ni que fuera el líder Sasori para gruñir, ¡ella es mucho mejor que él!
—Eh, eh ¿crees que si la despertamos despacito esté de buen humor para tocarnos una canción?
Sakura sonrió un poco aún sin moverse.
—Si se enfocan en levantarme, quizás lo piense —les habló con voz mesurada desde su lugar, girándose y abriendo los ojos perezosamente, despertando por completo.
Ambos niños respingaron y la miraron con ojos muy abiertos, esbozando sus propias sonrisas.
—¡Buenos días, hermana Sakura! —dijeron el unisonó en diferentes connotaciones.
Ellos eran hermanos gemelos. Sus ojos de un negro profundo y cabello del mismo color que brillaba momentáneamente contra la luz, el de la derecha lo traía largo agarrado en una coleta baja y el de la izquierda suelto y corto. Un cuerno sobresalía por sus frentes lado contrario y sus cuellos cubiertos por vendas que ocultan sus grilletes malditos, ambos le sonreían a su manera.
—Rocky, Lee ¿qué hacen aquí? —preguntó mientras se sentaba un poco desorientada notando que por la puerta se filtraba la luz del día. ¿Cuánto tiempo estuve dormida? No logró pensar más, los niños aclamaron su atención.
—¡Kiba nos envió a despertarte! —informó Rocky asintiendo con la cabeza. Su personalidad entusiasta y alegre contrastaba con las sonrisas tímidas de su hermano Lee, más cohibido asintiendo con la cabeza complementando las acciones de su gemelo, pero sin dejar de lado su entusiasmo.
Desde luego Kiba la despertaría una vez que tuviera noticias de Sasuke. Sus ojos se acostumbraron a la luz y se levantó de sopetón de la cama buscando sus botas. Los gemelos la miraron estupefactos ponérselas en un santiamén y les sonrió en agradecimiento.
—Gracias por despertarme, ahora vuelvan con la abuela Chiyo.
—¿Y la canción? —preguntó Rocky haciendo el puchero adorable que sólo un niño de siete años puede hacer—. ¡Prometiste dulces!
—Dije que lo consideraría —alegó bastante acostumbrada a los mini berrinches de Rocky, secretamente divertida al contemplar como el niño infla sus mejillas cruzado de brazos y Lee intentando tranquilizarlo.
—Hermano, es irrespetuoso pedir dulces a los mayores —le recordó Lee solemne, tan seriamente imposible para su edad. Su gemelo aumentó su puchero y se marchó después de fingir lamentarse, corriendo a la salida.
—¡No volveré a levantar a Sakura nunca más! —exclamó dramáticamente. Cuando se ofendía la llamaba por su nombre a secas.
Antes de que Lee lo siguiera, Sakura lo llamó. Se acercó obedientemente a ella quién le hizo extender los brazos después de alcanzar los cajones del mueble a su costado, dejando caer un par de cubitos. Lee sonrió expectante y alzó la cabeza encontrándose con una mirada divertida.
—Toma estos dulces, compártelos con Rocky.
—¡Gracias, hermana! —dijo alegre y corrió tras su gemelo.
Sakura salió justo detrás de él observando cómo se reunían ambos un poco más allá yendo al comedor comunitario, justo siendo la hora del desayuno como supuso en un principio. Comúnmente dirigiría sus pasos allá incluso antes de que los más jóvenes ya estuvieron agazapados contras las mesas, pero en esta ocasión redirigió sus pasos a la cabaña de Hiruzen, alejándose el bullicio mañanero.
Mantuvo su mente ocupada en el breve lapso de su caminata, negándose a dejarse caer ante el retorcijón de su estómago y la opresión de su pecho al pensar en que existía la posibilidad de que jamás pudiera contemplar aquellos ojos negros que está aprendiendo a conocer. Se niega fervientemente. Aunque viéndolo por otro ángulo, la aldea no estaría sumergida en su rutina habitual si hubiera un Cazador muerto.
Se estremeció de pies a cabeza y apartó sin remordimientos esos pensamientos agitando la cabeza. De nada le ayuda tener ideas pesimistas.
Una vez frente a la cabaña se adentró sin preguntar conteniendo su propia respiración, preparándose para cualquier noticia, así que toparse con la escena peculiar de Sasuke durmiendo e Itachi sentado en una silla con los ojos fijos en el menor. Se permitió soltar un suspiro de alivio que captó toda la atención del Cazador despierto.
—Señorita Sakura —reconoció su presencia con un saludo.
—Joven Itachi —respondió ella con un asentimiento, adentrándose por fin notando su rostro cansado, volviendo la vista a Sasuke. Se paró a su lado sumergiéndose en un extraño silencio que apenas duró lo suficiente para hacerlo cuestionarse su presencia ahí—. ¿Cómo se encuentra Sasuke? ¿Su núcleo de energía se encuentra bien?
Quería obtener una respuesta factible, a medida, claramente. Ver los ojos de Itachi le dieron esperanzas de que el asunto no escaló a mayores.
—Estable. El anciano Hiruzen y el líder Sasori hicieron lo posible para impedir el desborde de energía —relató con una mirada enfocada en el rostro de Sasuke que dormía impasible, ajeno a su conversación. Sakura se permitió saborear brevemente el alivio, por un instante hasta que retomó sus palabras—. Pero no será por mucho tiempo.
—¿Qué quieres decir? —preguntó abruptamente apartando la vista de Sasuke, con un fruncimiento de cejas—. ¿Tiene relación con las heridas de sus brazos?
Itachi, erguido en la silla, no reflejó el peso de su preocupación inicial.
—Sí. Como le dije antes tiene prohibido utilizar descuidadamente su energía espiritual sin correr el riesgo de un desborde de energía. Sin embargo, en esta situación lo llevó al límite... —Apretó sus labios con fuerza.
—Y si no fuera por la intervención de mi abuelo en estos momentos estaríamos en su funeral. —Vaya manera de decirlo de forma sombría, pensó Sakura, constándole expresar una palabra tan fatídica.
Itachi asintió y sus hombros se tensaron teniendo los mismos pensamientos de la joven, pero más caóticos.
—Entonces ¿el abuelo no encontró una solución?
—Es más complicado de lo que parece. Para saber cómo proceder necesitamos la opinión de la sanadora que ha tratado a mi hermano. Solamente estoy esperando a que el anciano Hiruzen terminé un ungüento provisional para trasladarlo de regreso a casa.
Saberlo a escucharlo le dio una sensación de vacío en su boca, pero se repitió que era necesario, Sasori no permitiría que estuviera un día más aquí y admitía que no él no tendría remordimientos echando a un herido fuera de la aldea. Llevárselo era una acción prudente y esperada. Removiéndose inquieta en su lugar, apoyó el peso en el otro pie mientras cruzaba los brazos pensando en las complicaciones.
El viaje a la Villa de Fuego constaba de dos a tres días dependiendo el ritmo, en espada un día entero, pero Sasuke no soportaría tanto. No creyó que Itachi no tomara en cuenta estas pautas y se encontró preguntando en cómo pensaban transportarlo.
—Tengo planeado llevarlo en un punto intermedio volando sobre nuestras espadas, y posteriormente utilizar un talismán de teletransportación —explicó brevemente mostrándole dicho talismán que tenía preparado bajo los pliegues de su kimono. Una táctica acertada, los talismanes de teletransportación gastan mucha energía espiritual, mientras más larga sea la distancia es más agotador—. El anciano Hiruzen nos acompañará para estabilizarlo hasta el punto intermedio. El líder Sasori... no estuvo muy de acuerdo —torció el gesto recordando la disputa que se libró unas horas antes entre el anciano y el líder.
Sakura compuso su propia mueca.
—Puedo imaginármelo, mi hermano no es especialmente sutil.
Itachi le dedicó una mirada en acuerdo y no comentó nada más.
Sakura se distrajo al ver como las manos de Sasuke se contraían y se extendían ligeramente, incluso mientras dormía, como si estuviera apretando algo. Tuvo el impulso de agarrar su mano y dejar que la apretara, inundándose de su calor t haciéndole saber que no se hallaba sólo. Se ahogó con ese pensamiento y lo expulsó sin remordimiento, aturdida por su propia emoción.
Buscó distraerse preguntándole a Itachi si quería té, tras recibir una afirmación acompañado de una sutil sonrisa, se giró en busca del té. Justamente cuando colocaba la tetera en el fuego, unos pasos apresurados irrumpieron. Se enderezó justo en el momento que las persianas fueron hechas a un costado y apareció Konohamaru, un poco expectante y serio. Sakura se preguntó sobre el asunto que tuviera al pequeño Cazador con esa expresión poco habitual.
—Joven Itachi, lo hemos traído.
Resultó que, aquello que trajeron fue el cuerpo del Reska. Sakura había olvidado por completo que tras la pelea dejaron el cuerpo atrás sin tener tiempo de pulverizarlos debidamente, solamente recogió la espada y guqin de Sasuke allá atrás. La matriz solamente funcionó para aniquilar su esencia más no su cuerpo.
El cuerpo fue tendido detrás de la casa de Hiruzen, en esa posición se ocultaba de la vista de los curiosos y evitaría traumatizar a otros. Así, los tres hermanos semidemonios y los dos Cazadores formaron un círculo alrededor del cuerpo de la criatura y la observaban con ojos analíticos.
—He tocado exorcismo para mantenerlo calmo, puedes inspeccionarlo por el momento. —Como era de esperarse de Konohamaru, su propio guqin en sus manos demostrando ser uno de los pocos del clan Uchiha en practicar la música para apaciguar espíritus.
—Ciertamente es tres veces más grande que el anterior —comentó Sasori tras inspeccionarlo. Se fijó de la cola con las púas sobresalientes y sus garras manchadas de sangre combinadas con tierra. El cuerpo yacía separado de la cabeza colocada al otro costado con los ojos desvariados.
—Incluso fue capaz de regenerar sus extremidades y aturdirnos con su potente grito —aportó Sakura recordando el brazo que la tomó desprevenida—. Eso fue nuevo.
—Pero no imposible, el Reska es capaz de hacerlo. —Al hablar Itachi, todas las miradas se centraron en él—. Para que su nivel de autocuración incluso a las mutilaciones sea tan rápida, debió de haber absorbido una cantidad impresionante de energía espiritual antes de venir aquí.
—Con razón era mucho más fuerte que el anterior —dijo Kiba estando de cuclillas a un costado del cuerpo, inspeccionando las heridas profundas del cuerpo. A su costado Konohamaru hacía lo mismo, frunciendo el ceño a medida que veía los cortes.
—Eso no explica que viniera justo cuando ustedes aparecieron —escupió Sasori fijando sus ojos frívolos en los Cazadores.
Inmediatamente Itachi entrecerró los ojos y su mirada fue dura.
—¿Insinúa que nosotros atrajimos a este demonio para que atacara su aldea?
La expresión de Sasori expresó que lo consideraba seriamente, el ambiente se volvió tenso en un santiamén y más de uno iba a intervenir. Pero inesperadamente Kiba habló:
—Hermano, eso no tiene sentido. Piensa un poco ¿Por qué atraer a un Reska sabiendo que uno de ellos no podía utilizar energía espiritual? Prácticamente sería un suicidio.
—Quizás decidieron arriesgar demasiado —rebatió el pelirrojo a la defensiva.
Una línea fina se formó en los labios del Cazador.
—No sé por quién me toma usted, líder Sasori, pero no soy una persona que sacrificaría a su hermano sólo por matar a un par de semidemonios. —La molestia de Itachi se expresó con un ceño fruncido y caminando al otro lado despegando su vista de Sasori para enfocarla en el cuerpo, y sin darle oportunidad a nadie de contradecirlo, retomó sus antiguas palabras—. El Reska se siente particularmente atraído por la energía espiritual. El Monte de las Ánimas es un objetivo claro para ellos, no puedo explicar por qué los atacó el primero pero sí el segundo: seguramente se sintió atraído por nuestra presencia y por eso se desvió. Aunque...
Su ceño se profundizó más.
—Su presencia no debió ser muy notoria incluso para un Reska —completó Sakura, recibiendo un asentimiento de concordancia. Muy suspicaz la mente de la joven, pensó Itachi—. Teniendo enfrente el Monte de las Ánimas que rebosa de energía, comparado a tres Cazadores de demonios, su elección es predecible.
—Entonces ¿Por qué se desvió? —murmuró Kiba cavilando en sus pensamientos—. La única razón que se me ocurre es que sintió una energía más fuerte que el Monte de las Ánimas, pero es imposible. Ninguno de nosotros tenemos más energía espiritual que el legendario Monte de las Ánimas.
Una incógnita que despertó a todos por igual y no llegaron a ninguna conclusión.
—El segundo ataque no es aislado del primero, debe haber una relación. Es muy sospechoso que viniera uno tras otro —aseguró Sasori bajando las manos que había cruzado detrás de su espalda—. Hay que estar atentos en los próximos días, es probable que aparezca otro.
Sus hermanos asintieron a sus palabras y Sasori se encontró observando a Konohamaru acercarse al centro con una bolsita atrapa espíritus y extraía el cuerpo para mantenerlo a salvo, lo llevarían de regreso a la Villa de Fuego. Rechinó un poco los dientes a la defensiva. Ver a esos dos Cazadores en sus tierras le sentaba mal. Debía admitir que los hechos no apuntaban a que atrajeron adrede a ese demonio, como decían, uno de ellos resultó herido de gravedad estando al borde de la muerte. Además, si tuvieran intenciones dañinas en primera estancia la barrera los hubiera rechazado.
Muy remotamente quizás tuvieran razón en la coincidencia de que apareciera el demonio junto a su visita. Si todo esto fuera una treta admitiría que su mente era muy macabra y meticulosa como para fingir dolor y desesperación. Recordó la expresión de Itachi cuando veía a Sasuke retorcerse de dolor durante el proceso de curación en la noche, expresaba mucho terror y lamento al verlo sufrir, uno que ocultó bien.
Aquel sentimiento no se fingía, se sentía en cada poro del ser y mata lentamente.
Pero, aun así, no sería compasivo. Ya había permitido suficiente dejando que abrieran sus canales de energía espiritual para transferirle la misma a Sasuke mientras lo curaban.
—¿Cuándo se marcharán?
Itachi le dirigió una mirada, metiendo la bolsa atrapa espíritu en la manga, respondió solemne:
—En cuanto el anciano Hiruzen indique que puedo mover a mi hermano.
Sasori hizo una mueca.
—¡Abuelo, ven aquí! —llamó lo bastante alto para llamar la atención de cualquiera. Se escuchó un suspiro en conjunto de Sakura y Kiba, resignados a la actitud de su hermano.
—Deja de gritar —le ordenó Hiruzen de inmediato lo bastante alto viniendo desde su cabaña, con los brazos al frente y dándole una mirada de desaprobación—. Comportante como tal.
Sasori gruñó. Konohamaru se preguntó si acaso uno de sus padres era un demonio perro o parecido, ¡si le dieran una moneda por cada vez que lo ha escuchado gruñir en las últimas horas sería relativamente más rico que ayer!
—¿Ya pueden mover al Cazador?
—Justamente venía a dar el visto bueno —replicó el anciano directamente a Itachi, quién asintió y se aproximó a la cabaña, seguido de Konohamaru que recibió las espadas de Kiba y corría tras su mayor.
En el breve lapso de soledad, Hiruzen reprendió a Sasori con la mirada.
—Sasori, hemos hablado de esto hace exactamente unas horas. No puedes forzar el cuerpo humano, necesita descansar...
—Ellos se marchan ahora y no está a discusión.
A pesar de lo obstinado y encaprichado que pudiese sonar Sasori, Itachi comprende perfectamente. Puede escucharlos desde el interior de la cabaña ya que justamente están del otro lado y el pelirrojo, como dijo Sakura, no es nada sutil expresándose. No lo culparía por su trato. Lo único que lamentó es que no haya hablado debidamente con él, después de todo permitió que su hermano se recuperara ahí y eso jamás lo olvidaría. Los momentos de desesperación al ver a su hermano retorcerse en la cama sin llegar a gritar le llevó al fatídico día de tres meses atrás. La imagen lo perseguiría en sus pesadillas.
La habilidad y experiencia de Hiruzen salvaron la vida de su hermano menor.
Incluso cuando se encontraron listos para partir, Itachi se inclinó profundamente en agradecimiento a Sasori en un arco perfecto de modales y palabras iguales. Este hizo una mueca llena de desagrado e incomodidad parecida a la que Sakura hacía ante las muestras excesivas de agradecimiento.
—Detente con eso —le interrumpió bruscamente Sasori agitando su mano, Itachi alzó la cabeza y se enderezó debidamente notando la incomodidad detrás de su ceñudo rostro—. No es necesario las formalidades y tampoco deseo que me debas nada. Toma nuestra ayuda como intercambio.
Las cejas de Itachi se elevaron y Sakura inmediatamente respingó al comprenderlo.
—Sasori, no.
—Una vez tu hermano salvó la vida de mi hermana, nosotros hemos salvado la suya. Estamos en paz —siguió agitando la mano sin permitir ni una palabra más al respecto. Lo único que deseaba era que acabaran todas esas formalidades y se largaran, empeñado en hacérselo saber les envío una mirada frívola.
—Estoy seguro que, cuando mi hermano ayudó a la señorita Sakura, no tenía en mente recibir ningún favor a cambio —dijo Itachi dando un vistazo de soslayo a Sasuke aun inconsciente y siendo sostenido por Konohamaru.
Sabiendo cuando detenerse, Itachi no hizo más comentarios y se despidió cortésmente de Sakura y Kiba, quienes estaban a un lado observando en silencio su partida.
Y Sakura más consternada y preocupada que los otros sin llegar a demostrarlo debidamente, jamás apartó la vista del cuerpo de Sasuke como si esperar que en cualquier momento abriera los ojos y se despidiera. Incluso cuando se marcharon junto a su abuelo, permaneció observando el horizonte, su pecho oprimiéndose ante la terrible sensación de desconsuelo que le daba el futuro incierto ante su próximo encuentro.
Una voz le susurró miles de ideas descarriadas ¿Habrá un próximo encuentro?
Finalmente dejó que los pensamientos resbalaran y se alejó al comedor, dispuesta a distraerse.
Sakura no tuvo noticias de Sasuke hasta dos semanas después.
Pasando por el pueblo después de vender el lote de papas cultivados junto a Kiba y la abuela Chiyo, se separó de ellos en busca de su más grande tentación: bollos rellenos de frijol rojo. Una fascinación inexacta con la que Kiba apoyaba con entusiasmo y Sasori relajaba (sólo un poco) el ceño. En el tiempo que los tres vivieron en las calles los bollos de frijol rojo se convirtieron en un espectro imposible de alcanzar cada vez que tenían hambre y anhelaban con tanto añico aquellos bollos.
Y ahora que mantenían sus ingresos un poco estables, no escatiman en comprarlos cada que tenían la oportunidad.
Sumergida en sus ociosos pensamientos, apenas escuchó un llamado.
—¡Oye, semidemonio!
Al principio lo ignoró, si las personas le hablan irrespetuosamente ¿por qué molestarse en contestar? Así siguió su andar firme si quiera dar un vistazo. Hasta que sintió pasos detrás y la constante repetición del apelativo, cada vez más cerca y siendo una voz extrañamente familiar. Comenzó a fastidiarle.
—¡Ah, con un demonio ¿puedes detenerte?!
Frunció el ceño y se detuvo abruptamente girando sobre sus talones ante tal insistencia llevándose con la desagradable sorpresa de toparse con Sota, el dueño de la posada que la culpaba por el abandono de su esposa (¿En serio? No le podía importar menos). E inevitablemente también, ligado a sus pensamientos se unió Sasuke.
—Me detendría si me llamaras por mi nombre —espetó lo bastante irritada porque la sola presencia del hombre le recordó a Sasuke y trajo consigo la preocupación constante de no saber sobre su estado actual de salud.
Lo había metido en una cajita y encerrado en los más profundo de su mente con la vaga esperanza de olvidarlo. El efecto fue contrario: ante cualquier incidente lo recordó con añico y comenzó a frustrarle el no obtener noticias. Tampoco es que pudiera hacer un viaje a la Villa de Fuego y preguntar por él, apenas vieran la vendas y descubriera su procedencia, era seguro que la echarían a patadas sin reservas.
Un resoplido la sacó de su divagación. Sota se plantó frente a ella jadeando y diciendo entre dientes "Como sea que te llame no hay diferencia" metiendo la mano en el pliegue de su yukata. Sakura se puso alerta de inmediato tratando de anticipar si se trata de un ataque, sus conjeturas no eran tan erradas, un par de ocasiones intentaron atacarla tras la fachada de serenidad.
—No es como si me interesara tener tratos contigo, ya sabes. Pero, uhg —hizo un sonido extraño de exasperación que Sakura definió en desagrado, le dirigió una ceja arcada y una silenciosa comprensión. También me exaspera ver tu viejo rostro—, me pidieron que te entregara esto. Es correspondencia del joven maestro Uchiha Sasuke.
Le extendió dos sobres blancos sellados con lacre tatuado en una insignia de abanico representante del clan Uchiha.
Y Sakura bajó la guardia, desconcertada, observando detenidamente las cartas. Pasó unos segundos vergonzosos en el que conectó los puntos y se sobresaltó ligeramente. Son cartas de Sasuke atinó repentinamente con la emoción filtrándose en cada poro de su piel, aguantando la respiración al ver la pasta roja con el símbolo de abanico representante al clan Uchiha. Se quedó congelada en su lugar haciéndose una y mil preguntas.
Su falta de reacción impacientó a Sota y agitó los sobres frente a ella con aire de desaprobación.
—¡¿Vas a tomarlos o no!? ¡Estas cartas llegaron hace una semana! ¿Crees que tengo tiempo de esperar a que aparezcas? ¡Solamente me haces perder del tiempo! ¡Tengo cosas más importantes que atender!
Bajo sus quejas Sakura apretó los labios un poco contraída, ignorándolo, entumecida por la repentina sensación de calidez que impregnó su pecho. ¿Una semana? Ciertamente no bajó a la aldea por unos días, mucho menos por estos rumbos (pero volviendo al punto, Sasuke le escribió).
—Ah, yo- los tomaré —rápidamente se lo quitó de las manos, un poco brusca ha de admitir, pero Sota tampoco fue precisamente amable.
—¿Ni un gracias? ¡Que grosera!
En esta ocasión Sakura le envío una mirada fría.
—No hablemos de acciones groseras porque tu lista es demasiado larga.
Sota apretó los dientes, a punto de gritarle seguramente, pero desistiendo en el último momento ante su falta de argumento. Agitó furiosamente su mano, girándose en regresar por dónde vino.
—Como sea, lo hice porque el segundo joven maestro me pidió este favor. —Claro, pensó Sakura sarcástica. Sota se cortaría le lengua antes de hablarle por voluntad propia, estaba segura. Apostó a que Sota lo hizo más para mantener su reputación—. Dentro de dos días llegará de nuevo una... ¿nutria blanca espiritual?
—Hurón —corrigió inmediatamente por inercia sintiéndose un poco ofendida a nombre de Momo.
—¡Lo que sea! El hurón vendrá a recoger tus cartas en mi posada.
Y con un desplante de desdén se marchó sin mirarla ni despedirse. Sakura se encogió de hombros restándole importancia, concentrada en admirar los dos sobre en sus manos, una iba dirigida a su abuelo y la otra a ella.
Siguiendo con su misma impaciencia a leer, consiguió los bollos y corrió de vuelta a su hogar. Su estado de ánimo cambio abruptamente desde su partida y fue notorio para los que la vieron llegar. Kiba enarcó una ceja mientras ayudaba a los mayores a labrar la tierra para cultivar nabos, intrigado por su reacción. Sakura no comentó el motivo de su ánimo en su lugar preguntó por el abuelo.
—Está enseñándole a los niños sobre que plantas son venenosas —respondió encogiéndose de hombros.
Sakura estimó que la clase terminaría antes de la cena, así que regresó a su cabaña, a cada paso sus ansías crecían y era un manojo de nervios. ¿Por qué su reacción era un poco exagerada? Preparó té retrasando el momento, no es que fuera a carbonizarse las cartas por sí solas ¿cierto? Se repitió calmando sus impulsos y se sentó frente a la mesa, las cartas siendo un eco silencioso entre las cuatro paredes, susurrando palabras suaves en sus oídos.
Por más que intentó imaginarse el contenido de la carta —¿Un simple saludo? ¿Noticias sobre su condición o le diría que no pensara más en él? — ninguna de sus especulaciones parecía reales. Agitando la cabeza furiosamente despejó sus pensamientos clavando sus ojos en la dizi que reposaba en la otra mesa, silenciosamente dándole aliento.
Retrajo su vista y calmó sus pensamientos, ver y/o tocar la dizi le tranquiliza de sobremanera. El único recuerdo de su padre siempre permanecía con ella, le ayudaba a serenarse y desprenderse de sus inquietudes adversas.
Sus manos un poco temblorosas se apropiaron de la carta dirigida a ella y la abrió con cuidado sintiendo la expectativa pesada, ansiosa por leer. Sacó la hoja y con la misma delicadeza desdobló con cuidado siendo recibida por una letra pulcra y refinada, tan obstinadamente elegante, nada comparado a su propia caligrafía.
"Señorita Sakura,
No pretendo ser pretencioso asumiendo emociones que no son al pensar que está inquieta por mi incierto estado de salud. Pero me complace transmitirle que me he recuperado lo suficiente para retomar mis actividades normales, todo gracias a la medicina proporcionada por el maestro Hiruzen. El desborde de energía ya no es un peligro inmediato incluso si utilizo mi energía espiritual, por lo menos durante un tiempo mientras se encuentra una solución permanente.
También me informaron que no hubo ningún avistamiento de algún Reska cerca de su hogar, ¿así que debo asumir que no ha habido ningún percance? Aquí los Maestros siguen purificando el cuerpo del Reska que asesinaron. Hasta ahora se ha descubierto que previo a su encuentro debió absorber una cantidad considerable de energía espiritual en pequeñas porciones. Se sigue investigando al respecto.
Dejando de lado las inquietudes, deseo que, como aquella vez, esté teniendo una vida plena. No se obligue a responder esta carta si lo encuentra inoportuno, mi intención no es obtener respuesta mediante obligación. Pero, de alguna forma, ¿puede complacer mi deseo de hacerme saber que usted se encuentra bien? No son necesarias las palabras.
Con gran estima, Uchiha Sasuke"
Sakura hace una mueca apenas termina de leer la carta.
—Es dolorosamente más formal en correspondencia —se queja débilmente, pero la sonrisa explota en su rostro sin previo aviso mientras sus ojos adquieren un brillo repentino y lleno de alivio al saber que no tuvo persecuciones severas por ayudarlos a vencer.
Le causa una terrible diversión lo formal en que se dirige a ella, de lo breve que fue, y, sobre todo, que realmente le escribió (parte de su mente, hasta hace unos segundos, creía que era broma muy elaborada por parte de los aldeanos). La carta breve y concisa es bien recibida. Los pensamientos susurrados de una parte tan recodito de su ser que le molestaron durante días se evaporaron sin piedad alguna. No pudo evitar divagar e imaginar la postura de Sasuke al momento de escribirle, con su rostro sereno y concentrado, no tomándole mucho tiempo quizás. ¿Y qué decían las palabras finales? ¡No esperaba respuesta si era por obligación!
Claramente no la conocía lo suficiente para saber, que incluso si lo intentara ocultar, la carta sería respondida debidamente con un rastro de efusividad muy bien oculta.
No sabe que emoción la impulsa a buscar frenéticamente entre todos sus cajones un par de hojas elegantes, regalo de Sasori a sus dieciocho años que no vio la necesidad de utilizar hasta ahora al negarse a enviar sus pergaminos descuidados a Sasuke. Exasperándose al no recordar dónde dejó la caja, se detuvo en medio de su espacio mordiéndose el labio inferior y acariciando la dizi que recogió entre su búsqueda. Hasta que sus ojos cayeron en su cofre, se abalanzó rebuscando en lo más recóndito hasta hallar el fajo empaquetado y sin abrir.
Tras lanzar un suspiro de victoria, se dejó caer frente a la mesa esparciendo las hojas, jalando el pincel y tinta deteniéndose de último al percatarse que no tenía lacre para sellar la carta, resueltamente decidió comprarlo más tarde en el pueblo mientras colocaba el instrumento a un costado. Se concentró en redactar una adecuada respuesta para el segundo joven maestro de un clan proveniente de Cazadores de demonios, un contrario y suponía debería rehuir cada vez que se plantea un posible encuentro.
Por todos los medios educó su expresión cuando más tarde Hiruzen entró a su cabaña preguntando porqué lo buscaba. Sakura le entregó la carta obviando las cejas alzadas del anciano y el tirón en sus labios ante su propia expresión desinteresada que claramente fingió, pero que bien Hiruzen descifró con sólo mirarla. Se marchó tras darle una mirada divertida a las hojas elegantes.
Y si Sakura pasó toda la tarde escribiendo y desechando cartas hasta que estuviera satisfecha por su respuesta, bien, eso no es asunto de nadie más que suyo.
Dato: en realidad Sasuke tuvo la misma actitud de Sakura cuando escribió la carta y la incertidumbre de ofenderla de alguna manera (por eso es dolorosamente formal con sus palabras, ¡eso cambiará, tenganlo por seguro!).
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