/75/ El origen de la flor
-Aparece mágicamente-
Ya duermanse y dejen de leer XDXD
Sí, porqué muchas de ustedes lo manifestaron toda esta semana -señala los comentarios del capítulo anterior- a petición de ustedes, les traigo capítulo tan esperado POR MÍ, CLARO QUE SÍ JAJAJAJA una de las razones para escribir el fic, ajá.
Aclaraciones: este capítulo es largo, un vistazo al pasado de Sakura (como el nombre del capítulo lo indica). Veremos interacción de Hua Cheng y Xie Lian con Sakura, cómo demonios "nació" y bueno, en general, spoilers e información general de la obra de Tian Guan Ci Fu. Como siempre les digo, no es necesario haber leído la obra para entenderlo porqué todo se explica o referencia dentro del capítulo. Ahora, si has leído la novela, me excuso en decir que es la primera vez que escribo a fondo a HuaLian, así que *risa nerviosa*
Dejo aquí alguna imagenes de referencia sólo para ambientación.
Ciudad Fantasma
Mansión Paraíso
Si no recuerdan como es la apariencia de Hua Cheng y Xie Lian, pueden ir antes al capítulo 52, en las notas iniciales están las imagenes. No quiero saturarles aquí.
-c limpia el sudor- ahora después de esto, disfruten la lectura!!!!!
Aaaah! Casi me olvido, este es Yin Yu:
El tiempo es una medida abstracta que los humanos trazaron para encontrar razón a su existencia. Sin él, no son nada. Se deslizan entre figuras difusas y líneas expresivas, estirando las manos al significado de su propia existencia.
El tiempo es algo que ella no entiende con claridad. Al igual que su propia existencia. Simplemente abrió los ojos y estuvo ahí, a lo que los humanos dirían "por mucho tiempo". No hay una medida que logre atribuir a los años, meses o días que estuvo consciente de sí misma.
Solamente sabe que apareció de pronto en medio de este mundo. Uno que la deslumbró con un gran sol cálido adornando un cielo azul brillante, con nubes blancas que van y vienen por el soplo gentil del viento. Un viento que agita sus ramas, de sus flores emergiendo de cada punta y pétalos cayendo a la hierba.
Es, lo que los humanos catalogan, un espíritu. Entidades que emergen de la naturaleza. Está atada invisiblemente a un árbol de flores de cerezo, pero más que atada, es porqué son uno solo ser. Cada vez que los niños traviesos vienen y arrancan flores, su propio cuerpo espiritual siente aguijones. Sabe que los niños no lo hacen con mala intención, pero es incómodo.
Poco a poco ve rastros de una civilización erguirse desde dónde se encuentra, en lo alto de un acantilado. Una vista hermosa para ver a lo lejos los pequeños puntos de los humanos. Seres que siempre le han parecido fascinantes.
Conoció a muchos humanos que venían de paso, muchos se apoyaban en el tronco del gran árbol de cerezo. Otros dijeron que bastaba echarle un vistazo y sentenciar que es un árbol milenario, lo que eso significara. Algunos menos afortunados, se arrastraban con extremidades entumidas y heridas mortales, esperando perecer en un lugar tranquilo y hallaban en el prado su fin.
A decir verdad, solamente ocurrió una vez. El hombre ensangrentado se había desparramado cerca del hueco de las raíces sobresalientes en plena primavera, recostándose boca arriba sobre la hierba, con los brazos estirados. En él reinando una expresión de calma y resignación.
—Quisiera ver el cielo... una última vez...
Ella estuvo sentada en la rama sobresaliente del costado, observándolo y sabiendo que no notaría su presencia. Aprendió que ningún humano podía verla. Así que no respondió su petición con palabras, en cambio, caminó hasta las ramas que impedían la vista al hermoso cielo azul y las apartó, dejando un hueco en el que filtraron cálidos rayos de sol.
El hombre, ante la repentina vista del cielo, había sonreído tenue.
Esa fue la primera vez que conoció cara a cara la muerte. Al igual que la empatía.
Las emociones humanas siempre fueron un misterio para ella, y apenas las experimentaba. Se alegró que sus pequeñas acciones le dieran un poco de paz a ese hombre moribundo que terminó sucumbiendo bajo la sombra de sus flores.
Más tarde, la flama fantasmal fue recogido por un cultivador taoísta. El cuerpo, por otro lado, cargado y alejado de allí para un entierro digno.
En otro abrir y cerrar de ojos vinieron personas a traerle ofrendas ¿por qué? Ni siquiera lo sabía. Muchos alegaban que cuidar del árbol de cerezos milenario como patrimonio es lo que enriquecería al pueblo. Uno que pasó a ser una ciudad y luego un reino. Ella lo vio todo desde ahí, sentada en las ramas y admirando el horizonte el sol salir y esconderse hasta dar paso a la luna.
Aquella época hubo más agitación. Muchas personas venían a verla.
Desde entonces destacó una niña en particular y la recuerda muy bien porqué tenía un color de cabello iguales a las flores de cerezo. Rosa. Una niña que con el pasar de los años sus gestos llenos de amabilidad la saludaban cuando visitaba a compartir historias.
Al espíritu le encantaba escuchar los relatos y tratar de conversar sabiendo que no sería escuchada. Esto no impedía que se maravillara con cada relato, absorbiendo más y más conocimiento.
Con el tiempo, descubrió que esa joven era la princesa de ese reino. Venía casi todos los días a admirar sus flores. A forma de saludo, el espíritu desprendía pétalos que danzaban con la corriente de viento.
La princesa siempre venía acompañada por un hombre joven de cabello largo y negro, ropajes oscuros y una espada de aspecto mortífero. Cada vez le dirigía al árbol una mirada profunda con sus potentes ojos verdes, más intensos que los de la princesa.
Un guardia que protegía a la princesa, se enteró después.
—Su Alteza, deberíamos volver —decía él cuando veía la puesta del sol asomarse en el horizonte—. No es seguro vagar de noche a las afueras del castillo.
—Espera un poco más —rebatía la princesa, sentada entre la hierba con sus anchos y elegantes kimonos esparcidos a su alrededor. Sostenía un par de pergaminos de cuentos populares que leía en voz alta—. No he terminado esta parte.
Dicho día en particular, el hombre dio un vistazo más prolongado al árbol.
Ella, siendo espíritu del cerezo que nadie podía ver, le devolvió la mirada sentada desde la raíz junto a la princesa percibiendo algo de... ¿desconcierto? Eso era.
—Viene aquí casi todos los días a leer cuentos en voz alta desde hace años —expresó el guardia regresando la vista a la princesa—. Si me permite preguntar...
—Tienes permitido.
—¿Por qué tomarse las molestias? No es que alguien la escuche en realidad, a excepción de mí. Es simplemente un árbol.
La princesa bajó el pergamino y alzó la vista a las ramas. Los pétalos seguían igual de relucientes y frescos, el aroma nunca desaparecía, un motivo para venenciar.
—La naturaleza está viva. El viento que sopla a nuestro alrededor, así como este árbol y sé que me escucha —contestó la princesa poco después, regresando la vista a su guardia con una sonrisa cariñosa en sus labios—. Se siente una paz y tranquilidad en este lugar ¿lo percibes?
—... —El guardia parecía dudoso intentando responder una afirmación que no llegó a conocer.
La princesa se incorporó. Los hermosos y finos kimonos en tonalidades verdes hacia resaltar su belleza femenina. Una adulta joven que llevaba consigo una corona de flores, hecha por los niños de su reino que siempre le daban al pasar por sus calles.
—No te preocupes si no lo sientes ahora —proclamó la princesa enrollando los pergaminos entre sus gráciles dedos—. Tengo fe que algún día lo percibirás.
Ese algún día nunca llegó a su parecer.
Porqué el espíritu conoció lo que es una crueldad ardiente y cruda cuando un día la próxima soberana del reino no apareció. Ni al otro. Ni al siguiente o los posteriores días.
Ella se preocupó, dando vueltas alrededor de las raíces, luego sentándose en las ramas admirando el reino en la que la princesa y el guardián pertenecen.
Más tarde, cuando comenzó a caer el atardecer. Vio mucha agitación a lo lejos. Sintió el aire pesado y lleno de sentimiento ambiguo. La naturaleza es quién habla, trayendo consigo flores, hojas y ramas marchitas. Su afiliación con la naturaleza es tan estrecha, después de todo ella es... bueno, parte de un árbol.
Atrapó susurros, lamentos y gritos entre cada toque. Y se desesperó de sobremanera porqué comprendió el dolor de cada persona. Cada una vino a ella dejando ofrendas y sonrisas cálidas.
¿Quién fue capaz de masacrar a todo el reino?
Se sumerge en los sentimientos agonizantes. De las sensaciones que traen consigo las flores gimiendo dolencias, asfixiándose con el aire teñido de desesperación y un sufrimiento eterno. Le abruma, el peso cae sobre sus hombros y amenaza con partir toda su existencia.
Es horrible. Doloroso. Infinito. Muchas almas clamando en piedad, destrozando cada conciencia que percibe. Desmembrando cada alma. Las flores lloran y lloran, tratando de entender los acontecimientos que llevaron al reino a caer en destrucción.
Conoció lo que fue la desesperación y el dolor ajeno.
Cuando cayó el ocaso, alzó la vista entre sus manos llena de naturaleza y dio un vistazo el reino envuelto en llamas. Un fuego que lame cada edificio y columnas de humo extendiéndose al cielo parcialmente oscuro.
Hay desesperación al intentar comprender que sucedía. El reino, al que vio establecerse, crecer y expandirse, caía a un paso del atardecer a la oscura noche.
Permaneció ahí, angustiada por la princesa y el guardián. Ambos vivían en ese castillo envuelto en llamas ¿qué sucedió? ¿Ellos estarán bien?
Caminó alrededor del tronco, observando. Balanceándose entre las raíces y acunando los pétalos entre las manos. Alejándose a los bordes y deteniéndose en la cima del acantilado. Sabía que no puede ir más allá, así que estiraba la mano e intentaba atrapar los restos de ese reino en cenizas.
Un reino que cayó en el abrir y cerrar de ojos.
Al amanecer del siguiente día, mientras el cielo seguía oscuro, el guardia apareció cargando el cadáver de la princesa.
Ella no entendió, al inicio, como alguien pudo ser capaz de dañar a la bondadosa mujer que no le mostró más que amabilidad. Tampoco entendió por qué el cabello del guardia se tiñó de un rojo ardiente como la tonalidad del fuego y su energía era demasiado espesa y perturbadora. Tanto, que ella retrocedió hasta esconderse entre las raíces sobresalientes, temblando de pies a cabeza al intentar resistir tremendas energías demoniacas.
Es instinto natural. Después de todo, hay criaturas tan poderosas que podrían reducirla a un susurro en existencia. Desde su lugar ha visto a demonios, fantasmas, espíritus, dioses y humanos pasar, y sabe diferenciarlos. Y definitivamente el guardia se había convertido en un demonio.
El guardia la miró fijamente a los ojos y entonces el espíritu entendió que ya era visible ante sus ojos.
—Mi princesa creía que había un espíritu aquí, y veo que siempre tuvo razón —declaró, pero su voz era hueca, contrario a las emociones que siempre mostraba al estar con la princesa. Mismas que se transformaron en los años a un amor profundo y devastador. Un amor que princesa y guardián se juraron frente al árbol como pacto.
Ella parpadeó y no apartó los ojos de la princesa. Ahora comprendió perfectamente lo que era la muerte.
No ver nunca más los ojos abiertos de esa persona, ni escucharla hablar, ni reír, ni sonreír.
Extendió la mano y la retrajo.
—Su Alteza está muerta. —El rostro del guardia se crispó ante sus palabras—. ¿Cómo murió?
El guardia no respondió de inmediato, dejó el cadáver delicadamente entre las raíces. Hasta entonces ella no se percató que traía una pala, y sin preámbulos escarbó un agujero bastante grande para una tumba.
Al terminar el entierro, el hombre arrancó una rama del árbol y la colocó sobre el montículo de piedras que armó en lugar de una tablilla. El espíritu no se quejó de su rama arrancada, al contrario, hizo florecer los brotes tiernos.
Ella estaba sentada junto a la tumba, tratando de asimilar que la princesa estaría bajo sus ramas por los siguientes siglos, cuando el guardia se incorporó y le dio una mirada indescifrable con sus ojos repentinamente rojos.
—Eres un espíritu bondadoso ¿no es así? —inquirió girándose completamente a su dirección—. Entonces, cuidarás de ella por la eternidad.
—¿Eh?
Él se acercó al tronco del árbol milenario y estrelló allí su mano envuelto de energía demoniaca.
Ella gritó repentinamente por calor abrasador que recorría su cuerpo, quemándola por dentro. Sintiendo cada extremidad y rama del árbol marcándose en conjuros y protecciones demoniacas. Se miró las manos que se desintegraban y la energía demoniaca fluir y fluir sin parar.
Tomándose de la cabeza, la agitó mientras abrazaba sus rodillas y jadeaba adolorida ¡Jamás había sentido un dolor tan intenso!
Pero, sea lo que sea que el guardia hizo ese día, provocó un antes y un después en ella.
Cuando abrió los ojos de nuevo, era capaz caminar lejos del árbol milenario y la ataba una necesidad urgente y desconocida por encontrar al guardia que no veía por ningún lado.
Rápidamente entendió que la protección colocada en sus raíces la expulsó de ese caparazón. De una u otra manera debía encontrar al guardia para que le ayudase a ser uno con su árbol, extraña de sobremanera sentir la cálida ventisca de aire agitando sus ramas y acariciando sus flores.
Ella se alejó de allí después de presentar respeto a la princesa fallecida. Se aventuró al reino que no era más que cenizas. No había cuerpos, ni edificios, ninguna clase de animal o planta. Todo desapareció bajo las llamas desconocidas.
Pero todavía quería comprender, por todos los medios, qué ocasionó que ese hermoso reino se extinguiera. Necesitaba conocer el motivo porqué la princesa murió. Ella siempre fue amable y gentil, contándole sobre el mundo exterior a pesar del beneficio de la duda en saber si el árbol contenía un espíritu o no.
Así que se encaminó entre bosques y prados, deleitándose por nuevos entornos descritos por la princesa. Siguiendo un camino diferente al que estuvo atada por demasiado tiempo. Siguiendo un instinto recién adquirido que le instaba a caminar en dicha dirección.
Saber que el mundo es tan basto y recorrerlo son dos conceptos muy diferentes.
Lastimosamente, no es tan bello como la princesa lo relató en sus cuentos.
En algunos lugares las personas eran muy temerosas que, al verla, gritaban que era un demonio. Sacerdotes y mojes intentaban extinguirla y ella tuvo que huir a la naturaleza. Cada vez que pisaba un pueblo era el mismo resultado. Los humanos más valientes le escupían creyendo que era un fantasma, pero tales creencias absurdas no aplican en ella, y bueno, tampoco en los fantasmas.
Lo que pareció una eternidad la persiguieron. Algunos alcanzaron a lastimar su esencia. Otros la capturaron al descubrir qué podía hacer florecer cualquier árbol y la maltrataron cuando ya no le quedaban energía.
Cada día se volvió un reto y suplicio hasta que lograba escapar y esconderse. Pero siempre avanzando a paso tambaleante por dónde el instinto la guía. Y entonces, su ilusión por conocer a los humanos y el mundo que la princesa le relató se apagó poco a poco.
Se dio cuenta que los humanos son las criaturas más crueles con la cuales se pudo topar. Y, al mismo tiempo, las más gentiles que existen en este mundo. Son como las dos caras de una sola moneda, lo giras y lo giras y te muestran solamente la imagen que quiere.
A veces es la misma.
A veces diferente.
Y ella no soportó el golpe de realidad. Tanto que su chispa de ánimo se apagó y terminó escondiéndose ente los callejones de una aldea. Ignorando resueltamente el tirón que la guiaba. Quería volver a su lugar seguro, pero ya estaba demasiado lejos, tanto que ya no sentía la conexión. Y todo por seguir ese tierno tirón desconocido cuyo instinto le decía "alcánzame".
No dejó que nadie la viese por mucho tiempo, moldeando su energía hasta hacerse más y más pequeña. Por lo menos hasta que él la encontró.
Recordará mucho ese día porqué se deslumbró con su presencia. Había escuchado mucho sobre estas personas. Antes fueron humanos, pero ahora son dioses. Cada espíritu del bosque tenía noción de estos seres que habitan los Cielos. Después de todo, la naturaleza es más vieja que ellos. El mundo es mucho más antiguo que cualquier fantasma, demonio, espíritu o dios.
—Mi nombre es Xie Lian. —Se presentó aquel joven cuya edad real era inmensurable—. ¿Cuál es el tuyo?
Esa también fue la primera vez que alguien le preguntó su nombre.
—No tengo nombre —aseguró ella serena.
A pesar de todos los calvarios, sintió que podía confiar en este muchacho de apariencia andrógina. Su sonrisa le recuerda mucho a la de la princesa: amable y gentil. Ah, cuanto la extraña.
Percibió de este joven una inmensa energía espiritual, la más intensa y fuerte que nunca haya sentido. Que él se detuviera al verla de reojo escondiéndose en uno de los callejones, mientras ella alimentaba a un gato del bollo caído del puesto ambulante, casi la hace llorar a mares.
Han sido, a su parecer, tantos años vagando.
—Oh... —Xie Lian la miró con una especie de tristeza. Luego recobró el ánimo. Estaba agachado a su altura para verla mejor y con túnicas blancas esparcidas en el suelo. No parecía importarle si se manchaban—. ¿Qué tal si pensamos en uno parta ti?
—¿Un nombre? —No pudo evitar emocionarse.
—Sí, por ejemplo, podemos basarnos en... —estimó dándose golpecitos en la barbilla con un dedo— lo que te gusta.
—Me gustan las flores de cerezo —recitó ella obediente.
—Debí suponerlo. —Xie Lian se rio gentilmente—. Tu cabello es de un rosa muy hermoso y desprende un olor a flores agradable.
—¡Ah! ¿En serio? —Ella se tocó la cabeza, conmocionada. En pocas ocasiones vio su en algún río, pero nunca le tomó mucha importancia. Siempre tenía que huir.
Xie Lian asintió inmediatamente.
—Si te gustan las flores ¿Qué te parece "Sakura"? —propuso Xie Lian casi dubitativo—. Aunque es muy evidente.
—¡Me gusta! —Ella se rio tan feliz—. ¡Me llamaré Sakura!
Xie Lian parpadeó antes de sonreír contagiado de su alegría y le dio unas palmaditas en la cabeza.
—De acuerdo, serás Sakura a partir de ahora.
Un nombre.
En toda su existencia nunca tuvo uno real. Al estar unida al árbol, siempre le llamaban "ese árbol milenario". Al separarse, los adjetivos eran crueles y horribles, no valían la pena recordarlos. Y ahora, Sakura, es el nombre que le dieron.
Prosiguió un gesto tan atento y altruista el de Xie Lian en, literalmente, recogerla de las calles. Al tener un cuerpo pequeño la sostuvo en brazos y la llevó a un lugar al cual dijo, es su hogar ubicado en el corazón de Ciudad Fantasma.
Xie Lian sacó un par de dados cuales arrojó frente a una puerta al azar, y tras abrirla se adentraron a un lugar completamente diferente. Parecía el interior de una lujosa mansión.
—Ciudad Fantasma suena a un lugar dónde hay muchos fantasmas —caviló Sakura con un estremecimiento—. Con los que me he topado fueron algo crueles, tuve que huir de ellos muchas veces. ¿Allí será lo mismo?
—Te puedo asegurar que serán inofensivos mientras estés conmigo —aseguró Xie Lian caminando a un paso moderado por los pasillos de una lujosa y extensa mansión, en el que predominaba un rojo vivo, la elegancia y una decoración exquisita. En cada paso, Sakura vio de reojo objetos legendarios que recuerda haber visto dibujados en pergaminos y libros que encuentra olvidados en ruinas.
En el trayecto Sakura descubrió que Xie Lian tenía un compañero singular, un pequeño demonio inofensivo representado en una seda blanca enrollado alrededor de su brazo. Esa seda salió a saludarla. Xie Lian reveló que se llamaba Ruoye.
Jugó con la seda hasta que Xie Lian abrió una puerta dando paso a una habitación y la dejó sentada en la cama. Pronto alguien apareció por la puerta, una mujer cuyo aspecto parecía el de un ave. Sakura rápidamente lo identificó como un espíritu cuervo.
—Su Alteza —saludó la mujer con una profunda reverencia.
Sakura abrió los ojos, impresionada hasta virarse a Xie Lian. ¡El dios resultó ser un príncipe, así como la princesa del reino que vio crecer! Con razón él era gentil, amable y cuidadoso. Ni que decir elegante a pesar de su apariencia solemne.
—Por favor, ayúdala a bañarse. Regresaré pronto. —Eso último se lo dijo a Sakura, dándole unas palmaditas en la cabeza—. Trata de comportarte.
—Lo haré.
Xie Lian asintió y desapareció por la puerta. La mujer ave se acercó, extendiendo las manos para ayudarla a caminar al baño. Sakura se sumergió inmediatamente en sus cavilaciones.
Contrario a su apariencia infantil, hay rasgos de madurez en Sakura. Además de los años existiendo, no es que la hagan super inteligente o sabia, pero reconoce cuando hay intención detrás de ciertas acciones. Hablando de Xie Lian, sabe que no hay malas intenciones detrás, pero ahora tiene curiosidad por saber qué lo impulso a ayudarla.
Siempre hay un motivo y quiere conocerlo.
Lo externó más tarde, después que Xie Lian entrara cargando una bandeja con cuencos que poseen una especie de grumo y bolita lisas qué parecen cemento... no es muy conocedora de la comida humana, pero un instinto le dice que no debería ser liso.
—Es uno de mis platillos favoritos, se llama "Albóndigas de castidad incorruptibles".
Sea como sea, a Sakura le supo a gloria. Xie Lian la miró expectante en cuanto se llevó la cuchara a la boca. Como si esperara que en cualquier momento se desplomase.
—¿Y cómo está?
—Mm, impresionante —respondió sincera. Es lo único que ha comido de verdad y le sabe singular. En la calle atrapó por curiosidad uno que otro alimento de aspecto dudoso. Gracias a su mala experiencia decidió abstenerse de comida. No que lo necesite para sobrevivir, claro.
Reanudando sus sospechas, tras escucharla preguntar por los motivos, Xie Lian sonrió con los labios cerrados al ser atrapado.
—No tengo malas intenciones —negó Xie Lian agitando la cabeza y con los ojos cerrados—, pero sí un motivo. Sentí una energía familiar en ti, de alguien que conocí hace tiempo. —Al abrir sus ojos ámbar, había cierta curiosidad—. Tengo algunas conjeturas, pero primero me gustaría comprenderte mejor.
Sakura se relajó de sobremanera. Xie Lian la trata francamente y le agradó. Puede notar qué él también es una presencia vieja, y entre los dos, no sabe quién es mayor de quién, pero no desestima sus influencias.
Así que abrió la boca, narró desde la creación del reino que vio emerger y destruirse en una noche. Habla sobre una princesa y su guardia. De que ese mismo guardia convertido en demonio selló su cuerpo físico, que es el árbol, en una especie de protección a los restos de la princesa. De su separación abrupta y la imperiosa necesidad de seguir ese hilo, que muy en el fondo sabe que es el guardia.
—Quiero regresar —expresó admirando tristemente el cuenco vacío en sus manos—. Este mundo no me acepta, a donde quiera que vaya, soy despreciada. Es mejor si me quedo en esa colina cuidando de los restos de la princesa como el guardia me lo pidió en un principio.
Xie Lian escuchó silenciosamente durante todo el relato, sirviendo té en las tazas que trajo consigo. Le ofreció una a Sakura, quién la tomó entre sus pequeños dedos y le dio un sorbo. Delicioso.
—Puede que este mundo sea cruel, pero no deja de ser hermoso. —Xie Lian tenía esa sonrisa que habla desde la experiencia—. Hay personas con buenas y malas intenciones, al parecer sólo te topaste con personas maliciosa. En algún momento te toparás con personas bondadosas y de gratas intenciones.
—Cómo tú.
Xie Lian fue tomado por sorpresa, su sonrisa indulgente lo demostró.
—Quizás, sí —accedió a medias y luego se recompuso en una mirada serena—. Con respecto a ti, tenía mis sospechas sobre qué eras. Si quieres regresar, te acompañaré.
—¿De verdad? —resplandeció Sakura.
Sus esperanzas resurgieron sin parar.
Mismas que poco después se destrozaron.
Porqué al detenerse frente al árbol milenario e intentar unirse a él, ya no sentía su conexión. Por más que intentó y lo intentó, empujó y forzó, no pudo unirse de vuelta.
—¿Por qué no puedo regresar? —Sakura se desesperó mirándose las manos, la tumba y el enorme árbol. La angustia tiñó cada facción de su rostro. Después se giró a Xie Lian quién la acompañaba unos pasos detrás de ella—. ¿Qué sucede conmigo, Su Alteza?
La expresión de Xie Lian pasaba de seriedad a una de comprensión, apretando ligeramente las manos entre sus mangas anchas blancas.
—Me temo que ese ya no es tu cuerpo físico original —respondió él con un deje de compasión en sus ojos. Se acercó a ella alzando su mano para acariciarle la cabeza, al mismo tiempo que daba una mirada al tronco del árbol milenario.
Horror.
Sakura sintió horror porqué sabía lo que eso significaba.
Su cuerpo físico pasó al que posee ahora. Por eso los humanos la veían a pesar de sus esfuerzos de querer desaparecer ante sus ojos. Tal vez desde un inicio lo supo, pero se negó a retroceder hasta comprobarlo. Porqué su cuerpo original, el árbol milenario es una especie de energía pura, desprovisto de toda maldad.
Y ella, al entrar en contacto con el guardia en su forma de demonio, se canalizó hasta expulsar esa parte maligna. Como una purga. Entonces, mientras Sakura existiera en este mundo, no retomaría el lazo con el árbol milenario.
Que deprimente.
A decir verdad, Sakura sospechó que aquel acontecimiento no fue la única razón que su antiguo cuerpo físico la expulsó. Y lo descubrió poco después tras conocer al amado de Su Alteza: un hombre de excéntrico y sumamente poderoso, llegando a igualar la fuerza espiritual de Xie Lian.
Hua Cheng destilaba imponencia con solamente su presencia, vestido con todas esas túnicas rojas y adornos plateados. Era una cabeza y media más alto que Xie Lian, y eso es decir mucho ya que Su Alteza es relativamente alto. Una mirada filada de su único ojo visible la recorrió con un deje de interés en la situación, ese parche que cubría el ojo derecho le recordó a las historias de piratas que gobiernan los mares en países extranjeros que la princesa le relataba en sus días de ocio.
Días en los que deseaba con todas sus fuerzas regresar.
— San Lang ¿qué opinas? —inquirió Xie Lian junto a Hua Cheng. A Sakura le pareció tierno que se dirigiera así a él.
—Definitivamente posee la chispa de Ryuichi en ella, dentro su alma —expresó Hua Cheng apartando la mano de la cabeza de Sakura. Al dirigirse a Su Alteza, era amable y gentil, pero al dirigirse a los demás es brusco y cortante—. Hay dos posibilidades: que Ryuichi la haya absorbido como alimento y expulsado después o que Aria tuviera una parte de él dentro de ella antes de morir. Por eso, cuando la enterró debajo de las raíces, el árbol la absorbió como nutriente.
—Él no me absorbió ni expulsó —suministró amablemente Sakura desde abajo.
¿Los demás se veían así de enormes? Hubo una pequeña sumisión y precaución ante Hua Cheng cuando lo miró, reconociendo su presencia como Rey Fantasma, pero aminoró al verlo interactuar con Xie Lian. Descubrió que Su Alteza es buen juez de carácter, además, Hua Cheng es el dueño de la Mansión Paraíso y conyugue de Xie Lian. No debería ser muy mala persona.
—Entonces la segunda opción.
—Oh. —Sakura bajó la vista, pensativa. Hasta ahora descubrió que los nombres de la princesa y el guardia son Aria y Ryuichi respectivamente. Le quedaban bien.
Por otro lado... la segunda opción le parece indescifrable. ¿Una parte de esencia de Ryuichi dentro de Aria?
Oh.
Oh.
—Entonces ¿la princesa estaba embarazada cuándo murió? —inquirió haciéndose más y más pequeña en presencia.
Xie Lian se había arrodillado a su lado, frotándole el brazo tratando de darle consuelo. Hua Cheng permaneció de pie, con los brazos cruzados y observando analíticamente hasta que abrió la boca:
—La energía demoníaca estuvo a punto de hacerte desaparecer e inconscientemente te aferraste a la parte amable de su esencia. La ironía del asunto es que te fusionaste con el alma del feto. —Hua Cheng habló en un tono nada impresionado, pero a la vez, curioso. Pareciera que la situación atrajo parte de su atención—. No es de extrañarse que te parezcas tanto a esos dos.
—¿Me parezco físicamente? —Sakura se tocó el rostro.
A respuesta, Hua Cheng sacó un espejo de la nada y se lo entregó. Sakura contempló su propio reflejo con detenimiento, mirando fijamente sus ojos verdes y cabello rosa, atribuyó en un principio que se debía a su afiliación con las flores de cerezo. A lo mejor sí, a lo mejor por la apariencia de la princesa Aria.
—Te volviste su hija —estimó Xie Lian con ojos ensanchados y una sorpresa muda.
Sakura estaba versada lo suficiente en la estructura de una familia humana. E incluso toda criatura de este mundo es parte de alguna afiliación, ya sea familia por sangre o de nombre. Ella, por ejemplo, en el tiempo que estuvo atada al árbol, podría decirse que el árbol de naranjas del otro lado, y el espíritu que lo custodiada era su hermano.
Compartía parte del mismo lugar, se veían cada cierto tiempo y se saludaban a lo lejos. Hasta que él pereció por alguna extraña plaga y desapareció. Lejos de ahí, es el único "lazo" que tuvo.
Entiende lo que es un padre. Se tocó el pecho sintiendo algo cálido arremolinarse en su interior ante la mención de Ryuichi. ¿Es este el lazo invisible que sentía conexión con Ryuichi? ¿Un afecto ajeno al que le tuvo antes de convertirse en demonio?
¿Será posible que por fin tenga respuestas?
—Técnicamente sí. Sólo falta ver que se haga responsable —bufó Hua Cheng apoyando una mano en la cintura. Xie Lian suspiró audiblemente—. Gege ¿esto no le trae recuerdos? Lidiamos con otro espíritu feto.
—No soy un feto ni un bebé.
—Ciertamente no te ves cómo uno —replicó perezosamente la Calamidad ante el puchero de Sakura.
—Llamaré a Ryuichi —intervino Xie Lian llevándose los dedos a su sien—. Espero esta vez atienda a mi llamado.
Resulta que Ryuichi tardó algunos días en aparecer.
Mientras esperaba le embargaron las ansias por la nueva perspectiva de tener un padre. No estuvo tranquila, era una emoción desconocida pero grata.
Xie Lian le explicó que su existencia era un poco confusa, hubo otros casos similares en que las almas de los fetos se volvían fantasmas o absorbían otras criaturas para no desaparecer. Su caso, por el contrario, al ser más fuerte Sakura absorbió el alma, volviéndose uno.
Sin embargo, todavía existían ranuras inestables, mismas que debía llenarse con energías similares. Así que mientras acuda Ryuichi a buscarla, Hua Cheng se encarga de pasarle energía espiritual dándole palmaditas en la cabeza con cierto aire aburrido o estrechando su mano.
Aprendió en pocos días que Hua Cheng se aburre con facilidad y tiene una aura indiferente cuando Xie Lian no está cerca. Y si no está ocupado en sus asuntos (dígase dirigir Ciudad Fantasma) Xie Lian le pide proporcionar energía espiritual a Sakura y Hua Cheng accedía bajo demanda de recibir atenciones y mimos de su esposo.
Rara vez Su Alteza se ausenta en estos días, pero cuando ocurre, como ahora encaminándose al encuentro con Ryuichi, el fantasma y espíritu comen a hurtadillas del guiso que cocinó Xie Lian. Este planeaba que Ryuichi los acompañase a cenar.
Anteriormente Xie Lian nombró el platillo como "Sopa del reencuentro primaveral". Hua Cheng había aplaudido elogiando sinceramente el nombre del guiso y Sakura alabado su ingeniosidad descubriendo que Su Alteza le gustaba cocinar y ponerle distintivos nombres a sus creaciones.
Xie Lian los miró a ambos un poco avergonzado, pero no menos agradable, alegando que exageraban con sus halagos.
Por otro lado, Hua Cheng se alegró cuando Sakura afirmó, con una sinceridad absoluta, que la comida de Su Alteza es la más impresionante que había probado.
—Por fin, alguien que sabe apreciar la comida de gege —expresó Hua Cheng sonriendo de lado, llevándose a la boca la cuchara con una sustancia verde viscosa y apetecible.
Sakura asintió profundamente, sentada en la mesa del centro mientras Hua Cheng apoyaba la cadera en la encimera, sumergidos en el parcial silencio.
Por lo menos, hasta que Sakura lo rompió.
—Señor Chengzhu —llamó ella.
Desde su llegada, se percató que todos los sirvientes o cualquiera que no sea Xie Lian utilizan este título con el señor de la Ciudad Fantasma. Y San Lang es de uso exclusivo de Su Alteza; y Sakura no quiere darle incomodidades a estas dos personas que se toman la molestia en ayudarla.
Hua Cheng apenas reconoció su llamado, dándole una mirada de reojo con su única pupila visible.
—¿Qué?
—¿Qué clase de cosas le gusta a Su Alteza? —Ante la mención de Xie Lian, inmediatamente la atención del fantasma está sobre ella—. Me refiero a objetos o cosas en general.
—Estimo que tu interés por este asunto tiene un propósito en particular. —Él estrechó su ojo obsidiana con un deje de sospecha.
—Sé que mi estadía con ustedes se termina hoy, y como agradecimiento por su ayuda, quiero darle un regalo a Su Alteza —expresó Sakura con mucha ilusión—. Me tendió la mano cuando más lo necesité y estaré eternamente agradecida. Desconozco sus gustos, por eso le pregunto a usted, que es la persona que lo conoce a mucha profundidad.
La ceja fina del fantasma se enarcó ente tales movimientos astutos del espíritu. Sakura se percató de una cosa en particular: Hua Cheng adora hablar de Xie Lian. Sólo basta pulsar las teclas adecuadas, con buenas intenciones, claro está, y se dará fluidamente la información. Lo más curioso, es que ocurre a la inversa con Xie Lian respecto a Hua Cheng.
Algo en la expresión de Hua Cheng se ablandó, fue minúscula, pero perceptible.
Lo que nunca imagino es que se viese atrapada en una conferencia de horas sobre las diferentes flores que puede ofrecerle a Xie Lian como ofrendas en sus templos. De porqué el color coral y blanco le viene mejor a Su Alteza; y sobre armas legendarias que apenas son dignas de un Dios Marcial Coronado con Flores. Pero eso sí, Xie Lian siempre se sentirá avergonzado en aceptar tales regalos, pero Hua Cheng piensa que es digno de recibirlos.
Así que estaban planeando una estrategia de cómo abordar a Xie Lian cuando Sakura eligiera un presente nada menos que digno, cuando él mismo dios Marcial irrumpió por las puertas de la cocina, cruzándose de brazos al verlos cuchichear entre sí.
—¿Acaso están planeando la aniquilación del mundo allá abajo?
—Gege, me hieres —dramatizó Hua Cheng llevándose una mano al pecho, fingiendo dolencia—. No haría arder el mundo, a menos que me lo pidieras.
—San Lang, nunca te pediré tal cosa.
—Lo sé. —La sonrisa de Hua Cheng resplandeció recuperando ese ánimo juguetón y coqueto alrededor de Xie Lian.
Sakura los observó de hito a hito, sonriendo para sí. Recayó del motivo por el cual Xie Lian apareció al toparse con sus ojos ámbar.
—Es momento, Ryuichi nos espera.
Su estómago dio un vuelco por el nerviosismo.
—Esa cosa no es mi hija.
Tales palabras fueron las primeras que Sakura escuchó salir de la boca de Ryuichi, rompiendo todas las ilusiones que se había creado. Quizás también fue culpa suya, por idealizarse y fantasear con un hogar. Han sido demasiados años desde la última vez que vio a Ryuichi.
Se había hecho la idea de que serían padre-hija. El anhelo olvidado, del alma con la que se fusionó la hizo desear ese vínculo. Obtener una razón para no querer correr de regreso a su lugar seguro, ese mismo que la rechaza por lo que ahora es.
Un espíritu extraño en este mundo desconocido.
Sakura se encogió de hombros, escondida detrás de las túnicas blancas de Su Alteza, aferrándose a sus ropas mucho sentimiento escuchando cómo Xie Lian amonestaba a Ryuichi con un tono de voz que jamás había empleado en su presencia.
—Te pediré que no seas insensible con ella. Es un espíritu y tiene emociones.
—Ella —La voz de Ryuichi contenía cierta frialdad— no es nada mío.
—Sé que es confuso y difícil de comprender dada la situación de su nacimiento. Pero tiene tu esencia. ¿No lo sientes?
Sakura asomó un poco la cabeza. Desde que llegó a Mansión Paraíso ninguna persona más alta que ella logró intimidarla del todo, pero ahora mismo, el solo ver a Ryuichi irradiar una frialdad profunda en sus ojos verdes cuando la miraron fijamente, le causó muchos escalofríos. No por miedo a su poder.
Miedo al rechazo.
El guardia de la princesa que tanto estimó la miraba con eterno rechazo.
—Si tiene mi esencia, simplemente trátala como una extensión mía —espetó Ryuichi bastante sombrío apartando la vista de Sakura.
—Cuida tu lengua, Ryuichi —expresó Hua Cheng parado junto a Xie Lian. Con una mano apoyada en la cintura y la otra oscilando en la curva de la cimarra, su mirada era aguda—. Te recuerdo que hablas con Su Alteza. Cualquier falta de respeto y te corto la lengua.
—Vamos, no es necesario —alegó Xie Lian de inmediato, arrimando a Sakura un poco más detrás de él y alzando una mano buscando apaciguarlos. Ella lo agradeció, no estaba soportando el escudriño de Ryuichi—. No puedo tratarla como algo que no es.
—Se lo dije, Su Alteza, mi amada murió ese día con mi progenie. Ella —esta vez señaló con un dedo en dirección a donde Sakura escuchaba con los ojos muy abiertos— puede parecerse físicamente a ambos, pero no nació directamente de Aria. Simplemente es una consecuencia colateral.
Una consecuencia colateral.
Así la llamó.
—¡Ryuichi! —exclamó Xie Lian bastante escandalizado.
Hua Cheng dio un paso al frente con la mano agarrando el mango de E-Ming. El ojo rojo de la cimarra se estrechó peligrosamente.
—Te aconsejo que te largues de mi propiedad ahora mismo antes que decida rebanarte la cabeza.
—Puedes intentarlo, pero no quiero causarle más problemas a Su Alteza. —Contrario a la actitud de antes, optó por una centrada y extendió la mano en dirección a Xie Lian—. Me haré cargo de ella, no tienen que tomarse más molestias en resguardarla.
Las cejas de Xie Lian se fruncieron.
—¿Qué planeas hacer con ella?
Ryuichi le dio una sonrisa desprovista de calidez, era ambigua.
—Regresarla a su colina, dónde nunca debió salir.
—Lo intenté y no funcionó. Ahora posee un cuerpo físico independiente.
—En ese caso, la dejaré a cuidado de una pareja en mi familia demoniaca —siguió debatiendo con bastante firmeza, sin bajar la mano—. Su Alteza, sé que tengo una deuda de vida con usted, pero no me pida cuidar de ella. Todo menos eso.
Sakura escuchó el intercambio con los ojos lagrimosos, tratando de comprender las emociones que la inundan, son extrañas y confusas. Siente tristeza, rechazo y mucha miseria a este punto. Si Ryuichi la iba a dejar en manos de alguien más prefería regresar al Reino Mortal y pasar su existencia entre la naturaleza.
Sin haberse establecido por completo su forma física, quizás llegue un momento que terminará por destruirse a sí misma y desaparecer. Sí, es lo más piadoso.
—Si la dejarás a cuidado de otros, entonces nosotros la cuidaremos en tu lugar —sentenció Xie Lian después de un pesado silencio. Sakura alzó la vista de sopetón, con los ojos muy abiertos mirando la ancha espalda de Xie Lian cubierto por su largo cabello castaño—. No necesitas dejarla con personas que no son de tu confianza.
—Su Alteza es tan audaz en afirmar que confió plenamente en ustedes.
—¿Me equivoco? —inquirió Xie Lian calmadamente.
Ryuichi contempló a la pareja por un largo tiempo, después suspiró resignadamente.
—No lo hace. —Fue sincero. No mencionó más a Sakura después de esto, y a ella le dolió aún más. Seguía ahí, ahí, ahí—. De acuerdo, la dejaré con ustedes. Y sí, Hua Cheng, pasaré la manutención monetaria.
—Abstente de tal estupidez, tu dinero no me sirve de nada —espetó fríamente la Calamidad Fantasmal, uno de los hombres más ricos de la historia cuyo pasatiempo favorito es construir pequeños palacios con láminas de oro.
—Acéptalo. Ni loco obtendré deudas de ti. Hasta el día de hoy He Xuan te sigue debiendo dinero, no quiero terminar como él.
—Su deuda aumenta porqué ese pez no es capaz de frenar su estómago.
—Como sea.
Lo demás Sakura no lo escuchó, centrada en tratar de frenar sus lágrimas que escurrían sin control por sus ojos. No fue hasta que la presencia de Ryuichi desapareció de la habitación, que Xie Lian la apartó de él hasta agacharse frente a ella y frotarle sus manos.
—Calma, calma. Te quedarás con nosotros ahora —declaró Su Alteza con un tono de voz que pretendía tranquilizarla, pero no lo consiguió. Sakura no expresó sonido, ni sollozos o jadeos, simplemente lloró en silencio con una mirada medio vacía—. Perdóname, esto ocurrió por mi culpa. Te di falsas ilusiones.
—¡No! —exclamaron al unísono Sakura y Hua Cheng.
—Su Alteza no tiene la culpa que ese demonio sea tan despreciable —rebatió Hua Cheng descruzando los brazos, la cimarra en su cintura, E-Ming, se sacudió ante las emociones de su amo—. Elude responsabilidades con la intención de hacer responsabilizar a otros. Sin duda es un bastardo.
—Ah, San Lang, lo siento —expresó Xie Lian dándole una sonrisa de disculpa—. No lo consulté antes contigo, sobre esto.
—No hay necesidad, gege puede hacer lo que desee. —Hua Cheng se calmó visiblemente acercándose a ellos. Las cadenas en sus botas emitían un sonido que a Sakura le tranquilizó, le recordaba a los cascabeles de los festivales del reino caído.
—No quiero imponer —murmuró la niña—. Es mi culpa que carguen conmigo.
—Nadie tiene la culpa. Listo, punto muerto —alegó Xie Lian todavía agachado frente a ella con las rodillas juntas, sacó un dedo en un gesto amigable—. Sé que no es lo mismo, pero a partir de ahora puedes pensar en nosotros como tus hermanos mayores.
Los ojos medio muertos de Sakura volvieron a brillar. Se fundió en esa mirada gentil del joven dios y casi lloró de nuevo. Ruoye salió disparado a ella buscando entretenerla, gravitó a su alrededor, frotándose contra su húmeda mejilla. Sakura soltó una pequeña risa llena de alivio.
—Exacto. Y yo pensaré en ti como un gato —anunció Hua Cheng inclinándose a ella mostrando la esquina de su colmillo a través de su sonrisa divertida—. Independiente y pequeño.
—Miau —ofreció servicialmente Sakura.
El ambiente tenso se rompió con la carcajada de Xie Lian mientras trataba de no caerse sobre su trasero por la posición en la que se encontraba, divertido por la ocurrencia de ambos. Hua Cheng lo sostuvo cariñosamente por la cintura, evitando que perdiera el equilibrio y Sakura recuperó un poco de su ánimo.
A partir de ese día su vida estancada fluyó poco a poco. Con los años, Sakura aprendió que lo único que recibirá de Ryuichi, su padre (al que a pesar de todo no logra referirse a él de esa manera) es un sobre con dinero. Nada más. A pesar de que Xie Lian dejó una invitación abierta a que la visitara, Ryuichi se negó rotundamente y nunca asomó sus narices por Ciudad Fantasma.
Tuvo que tragarse más la decepción, sentándose a solas en su habitación escribiendo cartas a su padre que envían con la esperanza de que voltee a mirarla.
Ryuichi nunca responde. Pero sí es puntual en enviar el dinero.
Yin Yu, el asistente fantasma y mano derecha de Hua Cheng, se encarga de entregarle un sobre cada año. El hombre es sumamente silencioso y de presencia nula, por tanto, uno no sabe que está a tu lado hasta que habla.
—Señorita Sakura, su encargo.
—Gracias, Yin Yu.
Cada sobre van destinado a una caja que resguarda en su habitación, la que ha sido suya desde el día que pisó Mansión Paraíso. Una mansión cuyos pasillos en los primeros días le confundieron de sobremanera, doblando en dirección equivocada y estrellándose con habitaciones que contenían reliquias sagradas o que no deberían ser abiertas.
—Al principio también me confundía —decía Xie Lian comprensible cuando Sakura expresó su problema en medio de la cena.
—Tienes todo el tiempo del mundo para aprenderte los caminos —replicó Hua Cheng bastante desinteresado en su dilema.
Contrario a esa actitud, unos días después la Calamidad le entregó un par de dados pequeños. Explicó que era una clase de dispositivo espiritual con función de teletransportación. Los arroja frente a una puerta pensando en el lugar dónde quería ir y al abrirla, aparecería.
—Lian-ge tiene unos iguales ¿cierto? —preguntó Sakura recordando los dados que Xie Lian extrajo de su manga la primera vez que se conocieron.
—Los de gege son como los míos y diferentes a los tuyos —explicó brevemente Hua Cheng—. Los configuré específicamente para teletransportación, nada más.
—Leí sobre un conjuro similar en la biblioteca. La llamaban matriz de acortamiento de distancia —expresó Sakura inclinando la cabeza con la palma estirada, analizando los dados—. Pero consume grandes cantidades de energía espiritual. Todavía soy inestable para hacerlas.
—Por eso te doy estos. Son más funcionales y así evita que vayamos a recogerte. Dónde sea que estés, podrás regresas a casa.
La sonrisa de Sakura fue resplandeciente. Casa. Es un gran avance para ella.
Su cuerpo físico tardó unos años más en establecerse. Cuando Hua Cheng declaró que ya no había peligro alguno, lo primero que hizo Sakura fue cambiar de apariencia. Si bien parecer una niña trae sus ventajas, cuando se adentra al mercado de Ciudad Fantasma se vuelve caótico y una actividad de suma agitación al intentar esquivar los enormes y diferentes cuerpos de demonios, fantasma y humanos por igual.
Ni que decir cuando los habitantes se dieron cuenta de la consideración que tenían sus señores con ella, la respetaban y tratan amablemente cuando la ven. A veces se sumergen en frenesí y le dan muchos productos cuales tiene que aceptar con una sonrisa nerviosa y preguntar más tarde a Hua Cheng para que sirven.
Ahora, al mirarse al espejo, hizo un puchero ante la apariencia que logró establecer con la energía espiritual actual, mientras se asienta en ella. No es del todo lo que imaginaba...
—¿Cuántos años crees que tengo? —le preguntó a Yin Yu al ser el primero en toparse al salir de su habitación.
Yin Yu detuvo su andar preciso y le dio un vistazo a través de la máscara que siempre portaba.
—En años humanos, se refiere.
—Sip.
—Alrededor de quince años.
—Hm, servirá. Gracias, Yin Yu.
El fantasma inclino la cabeza respetuosamente.
Aunado a su nueva independencia, se aventuró al Reino Mortal por primera vez en décadas. Xie Lian aclaró que puede ir y venir a su disposición siempre que deseara y puede contactarlos mediante la red de comunicación privada. Pero para esto, uno debe recibir la contraseña verbal de la otra parte.
Primero tenía que recitar mentalmente tres veces la contraseña y lograría contactarlos.
La contraseña de Xie Lian era: —Sólo recita el Sutra de Ética mil veces.
La mirada seria de Su Alteza la engañó y Sakura se quedó estupefacta, estimando cuanto tiempo le tomaría recitarlas, hasta que descubrió que no era recitar tales sutras tantas veces, sino literalmente, la frase en sí.
Se rio con la boca abierta, intentando no ser grosera al frenarse, tampoco es que Xie Lian se haya ofendido, a él también le parecía divertido haberla engañado por un breve momento.
—Cuando la establecí fue poco después de ascender por primera vez. Se las dije primero a mis amigos. —La sonrisa de Xie Lian pasó de divertida a nostálgica. Sakura pasaba tiempo relativo junto a Su Alteza y ha escuchado historias, las buenas, las gentiles, las malas que no son dolorosas. Y en varias había mencionado a sus dos amigos que estuvieron con él como guardaespaldas y asistente personal antes de ascender—. Feng Xin se rio a carcajadas, pero él siempre se reía por todo. Aunque a Mu Qing... a él no le causó mucha gracia.
—Es porqué ese sirviente no comprende el sentido del humor de Su Alteza —dijo Hua Cheng despectivamente. Sakura podía entender ese tono. Ambas personalidades también son dioses actualmente, y no tienen una relación tan amigable con Hua Cheng. Al parecer se toleran hasta cierto punto. Esto aumenta la curiosidad de Sakura por conocerlos.
Dejando eso de lado, la contraseña de Hua Cheng es tan...
Sakura contrajo la nariz de disgusto tras escucharlo. Contrario a esto, Xie Lian parecía avergonzado al amortiguar una tos en su puño y Hua Cheng estuvo de lo más a gusto del mundo ante su contraseña verbal.
—Hua-ge ¿pretendes que la gente recite mentalmente una frase tan incómoda tres veces para contactarte?
—Es porque no quiero que nadie me llame que he establecido a propósito como contraseña esa frase —alegó Hua Cheng sin perturbarse ante los reclamos—. A excepción de gege, los demás no son dignos ni de atreverse a pensar en dirigirse a mí.
Sí, esta es la Calamidad más poderosa entre todas y es todo un cínico cuando se lo propone.
A final de cuentas la vida de Sakura avanza sin parar. Hay días cálidos al acudir santuario Puqi y cenar junto a Xie Lian cuando Hua Cheng está ocupado en La Guarida del Apostador vigilando las apuestas; o en los que se aventura sola por los pueblos lejanos y regresa trayendo muchas baratijas para la colección de Xie Lian.
Mayormente busca forjar una independencia, no siendo una presencia tan constante con ambos, están casados, necesitan su tiempo de caridad y esas cosas que no entiende del todo. Así que trata de ocuparse en otros asuntos como pasar horas en la biblioteca o explorando lugares recónditos.
Otras veces acompaña a Hua Cheng decide que es buena idea versarla en otras áreas de la vida y hace que lo acompañe misiones para eliminar a fantasmas salvajes que le acusan problemas.
Sakura observa con cierta fascinación el nulo esfuerzo que emplea al dispersarlos. Ni siquiera tiene que sacar a E-Ming, la cimarra cuya empuñadora contiene un ojo vivo y resplandeciente, de la vaina. Por lo que después se escucha al traqueteo de berrinche de E-Ming. Al igual que la venda de seda Ruoye, la cimarra es un arma con voluntad propia. Así que algunas veces lo desenfunda y termina rápido con el encargo.
Derivado a estos viajes, entre los veinte años de estar con ellos Hua Cheng propuso la idea de entrenarla con alguna espada. Para ese entonces suponía Sakura recorrió el mundo habiéndose ganado de experiencia de la vida, conocimientos y percepción de la realidad bastante acertada.
Y vaya que sí.
Los pensamientos de Sakura cambiaron con el pasar de los años. Si bien antes no podía decirse que era una niña, su percepción todavía era un poco ingenua, carente de solidez y percepción.
Ahora no es lo mismo. Caminó entre los humanos con bastante confianza después de ocultarse y huir por años, forjó amistades en Ciudad Fantasma, se encontró con uno que otro dios cuales repelía como peste ya que, en varias ocasiones, antes de llegar aquí se había topado con algunos que intentaban dispersar. No tenía buena opinión de ellos, a excepción de Xie Lian, no se topó con otros los conocidos de este.
Con el transcurrir de los años también cambió de apariencia. Yin Yu dijo que se veía como una joven dieciocho años.
—No te distraigas, tu juego de pies tiene fallas. Pésimo ¿y así me haces perder el tiempo? —apuntó sin compasión Hua Cheng en uno de sus tantos entrenamientos. Con un golpe certero la arrojó brutalmente al otro lado de la sala de entrenamiento.
Sakura golpeó bruscamente contra la pared que se destruyó bajo su peso. A pesar del brusco golpe, se incorporó apoyando las manos en el suelo e impulsando el cuerpo hasta levantarse. Demonios, eso dolió.
—Hua-ge, eres tan despiadado —se quejó moviendo el hombro con círculos tratando de aliviarse. Sostenía una espada en la otra mano, artefacto del artesanal de Xie Lian, mismo que fue un regalo de cumpleaños.
Desde su lugar, Hua Cheng entornó los ojos agitando una espada legendaria que trata sin delicadeza. Nunca utilizaba su cimarra en los entrenamientos, por eso E-Ming mayormente se agitaba en su vaina, en la versión de berrinche y Hua Cheng terminaba dándole un golpe que lo aquietaba junto a palabras mordaces y nada bonitas.
Si Xie Lian estuviese presente diría algo como "San Lang, trata bien a E-Ming", pero él no está aquí, así que Hua Cheng podía salirse con la suya fácilmente.
—Da gracias que te tocó entrenamiento conmigo —espetó Hua Cheng erguido y sin ninguna pizca de polvo sobre él—. Su Alteza es incluso más estricto que yo. Te habría reprendido severamente.
—Tienes razón, Lian-ge es un maestro más firme que tú.
—Podemos coincidir en eso.
La sesión de entrenamiento terminó con Sakura hecha polvo. Ni en sus mejores sueños lograría vencer a Hua Cheng cara a cara, un fantasma Calamidad con más de un milenio de existencia, pero agradece el entrenamiento ofrecido.
Comúnmente Hua Cheng lo disfraza como "un medio para matar mi aburrimiento cuando gege se va a los Cielos", pero sabe que se divierte. O eso aseguró Xie Lian en una sesión de entrenamiento, además de elogiar su técnica y habilidades natas, dándole consejos en sus posturas de combate. Al refinarlo, Sakura dejó de recibir correcciones.
Y con otro puñado de años más, Hua Cheng comenzó a mandarla a recados en su nombre. Pero no sin antes negarse (hacerse de rogar, señaló una vez Yin Yu con cierta diversión en su voz plana) antes de aceptar delegarle obligaciones.
—Quiero ser útil, Hua-ge —había dicho Sakura plantada en medio de la oficina dispuesta a exponer su punto. Yin Yu estaba de pie junto al escritorio dónde Hua Cheng leía desinteresadamente un pergamino—. En estos años me he dedicado a vagar de aquí para allá sin hacer nada en concreto. ¡Imagínalo, me saldrán raíces a este paso! Puedo ser como un pequeño secuaz tuyo. Tú dijiste que soy como un gato: desapercibida, sigilosa y letal.
Hua Cheng ni siquiera alzó la mirada: —Trabajo solo, Sakura.
—Yin Yu trabaja para ti, y prácticamente, toda Ciudad Fantasma.
—Yin Yu tiene derecho de antigüedad.
—Gracias por considerarme, mi señor —expresó ligeramente el aludido.
—Hua-geeeeee, por favor.
Y así, finalmente, después de unos ruegos de Sakura, Hua Cheng chasqueó la lengua y ordenó a Yin Yu delegarle misiones diciendo algo parecido a: "que demuestre que no estoy perdiendo mi tiempo en vano al entrenarla".
Al día siguiente, partiendo en cumplir las misiones, nunca imaginó que sería el comienzo de forjarse un sobrenombre en el Reino Fantasma a futuro. Pero no lo sabría hasta tantos y tanto años después.
Por ahora, ansiosamente realizó las diversas tareas, en su mayoría el seguimiento de deudas que Yin Yu registra: un fantasma que cada cinco años debe entregar parte del pago o algunos humanos estúpidos que decidieron apostar en la Guarida del Apostador dentro de Ciudad Fantasma; un lugar demasiado caótico, ilegal e inmoralmente incorrecto por la clase de apuestas que se intercambian. Ese lugar que incluso los dioses acuden con sus patéticos disfraces.
Nunca se apuesta con dinero. De ninguna forma. Se ponen en juego la vida, emociones, órganos, poderes espirituales, algún miembro del cuerpo, favores, personas, etc., etc. Lo más caótico de lo que uno se pueda a imaginar.
Sakura entendió lo peligroso que es, alguien con mucha ambición o desesperación acudirá a lugares así.
A consecuencia de esto aprendió que tratar con cualquier deudor siempre es caótico. La subestimaban por su apariencia joven y gentil. Sakura no tardaba en demostrarles que era una mala idea correr para evitar pagar, o luchar cara a cara con ella. Pese a su antigua naturaleza pacifista, los años hacen estragos a uno y aprendió a forzar su propia mano.
Más de una ocasión dispersó a fantasmas que se negaron a colaborar. La última opción de pagar la deuda, si no tenían una contraoferta con la que Hua Cheng estuviera satisfecho o aceptara las condiciones de este, debían pagar con sus cenizas o vida. También variaba el perdón de dicha apuesta dependiendo del humor que se encontrara Hua Cheng y este siempre es impredecible. Nunca era seguro.
Y si gritaban que era realmente despiadado de su parte, Sakura admitiría que sí, lo es. Sin embargo, la mayoría de las estas personas apostaron años de vida de sus hijos o destinos de sus hijas, vida de terceros o personas inocentes que nada tenían que ver con dichos asuntos. Con estas basuras que apostaban la vida de otros en lugar de la suya, no tienen ninguna clase de consideración.
Ellos entraron voluntariamente al garito y apostaron lo inimaginable contra el Rey Fantasma; eligieron el camino del infierno en lugar de seguir el camino cielo. Ella solamente es parte de esas consecuencias materializadas en el fino verdugo que los llevaría a la extinción.
Hua Cheng puede ser despiadado, pero no excesivamente cruel con quienes no lo merecen, porqué, a pesar de la reputación que lo precede, no es un tirano en ciernes. Algo debe revelar que los habitantes de Ciudad Fantasma lo adoran y respetan por partes iguales, y que tiene templos en el Reino Humano, muchas personas adoran al venerable Lluvia Carmesí que Busca la Flor.
Varias veces a acompañado a Xie Lian en sus rutinas de exploración y se ha encontrado con dichos templos. Son muy distintos a los refinados y modestos templos de Su Alteza que son muy humildes o extremadamente ostentosos, pero no por eso menos venerables. Todos los templos de Hua Cheng son elegantes y ostentosos, con demasiadas ofrendas monetarias y los peregrinos que parecían más aterrorizados que agradecidos.
Pero, a decir verdad, Hua Cheng pocas veces (o nunca) responde dichas oraciones. Sin embargo, Xie Lian le contó una vez que Hua Cheng procura responder las oraciones de los niños. Eso lo expresó con un tono de voz que escondía la historia del pasado humano de la Calamidad, una que Sakura se enterará algún día, si ellos deciden compartirla con ella. Por ahora se conforma con lo que le han ofrecido.
Con el tiempo llegó a la conclusión que Hua Cheng hace tratos justos y no es como que esté todo tiempo asesinando a alguien, en realidad, era bastante considerado y justo a su manera con las personas que eran moneda de cambio en apuestas.
Les daba la opción de trabajar dignamente para saldar sus deudas, siempre había algo que hacer en Ciudad Fantasma. Una vez cumplido el trato, eran libres de irse o quedarse en la Ciudad Fantasma; siempre y cuando no causaran problemas (esta era una regla general en la ciudad).
Estos son casos con los que Sakura trató por diversas décadas, y pese a todo no busca peleas activamente. Dispersa las almas si es estrictamente necesario. Durante los veinte años en este trabajo, procura no meterse en problemas con criaturas que sabe no ganará en una pelea, los evita activamente.
Entonces grande fue su sorpresa cuando un día, al regresar de uno de sus encargos, fue interceptada por un grupo bastante llamativo en las afueras de Ciudad Fantasma. Mala idea decidir caminar en lugar de utilizar los dados.
Al principió intentó pasar desapercibida, considerando cambiar de forma y adentrarse a la Ciudad Fantasmas. Demasiado tarde. Uno de los fantasmas era una especie de lobo y olfateó el rastro de su energía espiritual. Hay criaturas que no aceptan a Hua Cheng como Rey y buscan su lado malo, en ocasiones atacará a los habitantes de la ciudad. Una forma de rebeldía, supone.
Quizás es uno de esos casos.
—¡Es ella! —exclamó ese fantasma señalándola—. ¡Es la que tiene el mismo olor de Ryuichi!
¿Qué?
De la impresión, Sakura tardó un segundo después en reaccionar, le costó una herida superficial en el brazo. Desenvainó rápidamente la espada analizando el grupo a su alrededor, eran demasiados contra ella y sentía cuatro de ellos superar su propio poder espiritual.
Siseó entre dientes.
Debía confiar en sus propias habilidades. Años entrenando se reducen a esto, a poder defenderse sin necesidad de depender de alguien más. Sobrevivir por sus propios medios. Salvarse a sí misma cuando otros no acuden a su llamado. Sabe que con solo abrir la matriz de comunicación la ayuda vendría, pero se negó a llamarlos. Nunca lo había hecho para pedir ayuda y no comenzaría ahora.
La lucha que libró fue brutal incluso para ella, que no sabía de dónde surgieron las fuerzas y la movilidad tan rápida en acabar con la mitad en cuestión de minutos. Por nada del mundo se confió. Corrió de un costado al otro atravesándolos con la espada, repeliendo ataques y pateando cuerpos. Esquivando y saltando, al girar sus túnicas ondeaban dándole el aspecto que danzaba en lugar de cortar cabeza.
En algún punto, se alzó parcialmente en victoria.
Y señala parcialmente. Uno de ellos secretaba un aroma tan horrible. Al sentir el entumecimiento en todo su cuerpo, se percato que era veneno. Uno que puede afectar a los espíritus o fantasmas. Tiene sentido, el culpable era un demonio de hedor horrible, similar al huevo podrido y al azufre.
Se cubrió la boca y nariz con la mano, insistente, pero ya es tarde. El veneno entró en su cuerpo.
Le temblaban las piernas y pronto fue incapaz de coordinarse en dar un paso a la vez. Cayó de rodillas sintiéndose cada vez más estúpida por no buscar una manera de escapar antes y querer enfrentarse a este grupo.
Tan llena de sí misma que no pensó en las consecuencias ¿eh?
A tientas sacó los dados de su bolso y los lanzó. Sintió el tirón al cambiar de ubicación, pero en su estado de confusión no pensó bien el lugar y terminó en medio de un oscuro callejón maloliente y parcialmente oscuro. Al virarse boca arriba, es consciente del cielo siempre oscuro de Ciudad Fantasma, las luces que rebotan por las linternas de la avenida principal y el bullicio habitual del Mercado Fantasma.
De alguna u otra manera, logro entrar a la Ciudad Fantasma. No es que corra menos peligro ahora, pero ya no está expuesta a los posibles refuerzos del grupo.
Intentó levantarse o mínimo arrastrarse, pero es inútil. Bastaría con que se asome por la avenida y una de las mariposas de Hua Cheng la viera de reojo. Su energía espiritual está agotada, lo descubrió al intentar acceder a la red de comunicación privada y no recibir respuesta de Xie Lian.
Dejó caer las manos temblorosas ya sin fuerzas. Respirando agitadamente y sintiendo su cuerpo arder y disminuyendo de tamaño poco a poco. Se miró las manos, más pequeñas y delicada. Ah. ¿Sería exacto decir que moriría? Y si lo hace ¿dejará de dar problemas a los demás?
Hay muchos remordimientos en la vida de Sakura.
Y el mayor de ellos es existir.
Complicó la vida de algunos en el proceso.
Parpadeó furiosamente entre la neblina de su mente, percibiendo una presencia acercarse y no le es familiar. Pero ya no tiene energías para luchar, ni siquiera puede alzar la mano en busca de intentar oponerse. Los pasos se acercan, primero vacilantes y luego apresurados.
—... rita Haruno... ¿se encuentra bien? ¿puede oírme?
Sakura apenas captó la pregunta, entreabre los ojos buscando enfocar la vista en dirección de la voz masculina. Hay una silueta borrosa agachada junto a ella, sacudiendo gentilmente su hombro y hablándole con cierta urgencia.
Su lengua pegada al paladar se niega a cooperar y le es imposible responder.
—La llevaré a un lugar seguro —prosiguió la voz—. Así que no debe preocuparse más.
El único lugar seguro que conoce es Mansión Paraíso y duda que esta persona la lleve ahí. Sintió que su cuerpo estático fue elevado y acunada contra un pecho ancho y frío, contrario a ella que arde en fiebre intensa por el veneno.
Y, en medio de parpadeó e imágenes difusas, logra enfocar su vista para toparse con la mirada inquebrantable de unos ojos tan profundos similar al ónix, angustiados en cada parpadeo.
Qué extraño sujeto preocupándose por una desconocida, fue su último pensamiento coherente antes de caer en la inconsciencia.
Sakura despertó entre flores riatas, sin tener a la vista ni un copo de nieve y con el espectacular paisaje del amanecer saludándola. Admiró en silencio la variedad de colores cálidos y acogedores que se asoman por el horizonte, tratando de regresar poco a poco del sueño tan largo.
Por costumbre suspiró, sacando el aire de sus pulmones que no necesita. Recordar fragmentos de su pasado le cansaban mentalmente. Hay memorias que perduran y otras se va. Hasta ahora mantiene las de su pasado y se detiene paulatinamente en la época que fue envenenada por primera vez.
Navegando por más sus recuerdos, se da cuenta que sus memorias sobre su vida como semidemonios también se asientan poco a poco. Antes recordaba aspectos generales sobre su vida en el asentamiento y la noche de su segunda muerte, hay detalles que se cuelan sin que sea consciente.
Se distrajo demasiado pronto al apoyar una mano al costado y toparse con una pila de frutos secos. Retiró la mano extrañada por la repentina aparición. Contempló su entorno sospechosamente tras ver los árboles más cercanos desprovistos de nieve, al igual que el suelo, y brotan apenas los indicios de capullos en las ramas.
Viró bruscamente la cabeza del otro lado encontrándose con un hurón blanco sentado frente a ella. Le ofreció una nuez pelada dando un chillido alegre.
—Ah, eres tú, Momo. —Sakura chasqueó la lengua recibiendo la nuez por inercia. Se quedó helada un segundo y luego frunció el ceño mientras masticaba lo que se ha llevado a la boca—. Un momento ¿te llamas Momo?
No permitiendo que este desliz se escapase de las manos, tomó al hurón que se dejó cargar sin replicas a pesar de ser un animal espiritual. Momo se removía juguetón bajo su toque. Sakura rebuscó en la pechera que lleva puesto, al costado, el nombre de "Momo" asalta como si se estuviese burlando de ella.
—Correcto, sí te llamas así —estimó impresionada nivelándolo a la altura de su rostro. El hurón emitió un sonido, como si estuviese dándole la razón. Luego movió una de sus patitas y le golpeo juguetonamente en la nariz, Sakura soltó una pequeña risa cantarina—. Pequeño bribón, tienen valor en dejarte agarrar por un fantasma. No tienes nada de sentido de autoconservación, como tu dueño.
El ceño fruncido regresó a ella mientras dejaba a Momo en su regazo, encargándose de acariciarlo. El hurón se acicalaba bajo sus manos y emitía un pequeño ronroneo feliz de la atención. Sakura pensó mucho en el tema en lo que se consideraría normal.
—Veamos ¿será que puedo adivinar quién es tu dueño? No, no es Konohamaru —se respondió a sí misma al recordar al joven. E impresionantemente, hay una diferencia de un antes y ahora.
Dónde antes se preguntaba quién demonios era ese joven castaño, ahora se responde a sí misma de forma natural, como si siempre lo supiese: Uchiha Konohamaru, uno de los discípulos más jóvenes del Clan Uchiha. Detesta la comida picante. Es un poco ingenuo al punto que los comerciantes a menudo lo engañan y es el sexto en su clase, después de Moegi.
No pude evitar abrir su boca de la impresión.
Lo recuerda. Recuerda a ese niño que casi estafan con Elementales y aquella relación peculiar que mantuvieron. Recuerda las luchas con las que estuvieron coordinándose codo a codo. De esa risa peculiar del niño (ahora ya no tan niño) y que parecía verla con ojos de admiración cada vez que se veía.
"¡Eres la mujer más fuerte que he conocido!" había gritado en su último encuentro. Y ahora entendió la razón.
Lo que no recuerda, son detalles concretos.
—Hm, jodido sello —se quejó dándose golpes en la cabeza al sentir las punzadas familiares. Maldita sea su padre, metiéndola esta clase de situación. Ya tendrá otra oportunidad de reclamarle, sabe que aparecerá ante ella tarde o temprano.
Dejó de estresarse por eso. Le reconfortó saber que, si los recuerdos se asientan poco a poco, eventualmente tendrá todo cubierto. Se niega rotundamente a seguir el juego de Ryuichi, buscará la manera de romper el sello y tendrá esa satisfacción de tener de vuelva los recuerdos que faltan. Ver la furia en el rostro de su padre valdrá la pena.
Se incorporó con gracia dejando que Momo se recostara en su hombro, como un pequeño bulto ansioso en devorar nueces. Se alisó los pliegues de su túnica al ingresar al bosque, estimando cuantos días durmió profundamente. Siendo un fantasma, no era normal que se entregara así a la inconsciencia. Lo atribuyó a la agitación de su mente que resuena en consecuencia.
Cruzó por las sendas familiares hasta topar con el río siguiendo la corriente hasta llegar el asentamiento de semidemonios establecido al costado del río. En su camino encontró la nieve derretida y el indicio de hierba comenzar a florecer.
Adentrarse entre las tiendas improvisadas le valió varios saludos efusivos de los semidemonios que se despiertan al amanecer para estirar sus cuerpos y comenzar sus labores del día.
—Matriarca Haruno —expresó el mayor del grupo, dígase un hombre de treinta y tantos años. Sostenía un hacha en la mano derecha y ropa ligera para ser invierno—. ¡Por fin apareció!
Saludó con un asentimiento de cabeza tratando de no hacer una mueca ante el título. Desde su llegada, alguien dejó escapar que antes de su desaparición prolongada de años, se hizo eco de este sobrenombre al llevar un estandarte frente a todos los Clanes sobre los derechos de su especie.
Es aquí dónde Sakura simplemente sonríe con la boca cerrada y los ojos caóticos. No presume que lo tiene todo cubierto en sus recuerdos, pero sabe lo esencial y general para hacerse una idea. Son figuras aquí y allá, como si viese una obra de teatro en fragmentos sin contexto u orden cronológico.
Fuera de ello, dejó que la llamasen así. No es que le agrade, claro está, pero sabía que les infundía cierto cobijo las bromas internas, sobre todo la situación en que cada semidemonio está siendo perseguido con intenciones de ser llevados a los campos de concentración. Mismos que Sakura busca con esmero, y no parará hasta hallarlos.
—¿Anko ya despertó?
Al hombre se entretuvo lanzando una mirada estupefacta a Momo. Dándose cuenta de lo extraño de tener un animal espiritual con ella, acarició la cabeza del hurón proyectando una imagen dócil. Solamente así consiguió que el hombre recuperara su voz.
—La vi dirigirse al arroyo.
Sakura asintió y retomó su andar, pasando por los restos de cenizas cuyas llamas ardieron durante la noche y no quedaba más que un susurro. El agua cristalina del río producía un sonido relajante en plena mañana. Inspeccionó con la mirada las singulares rocas enormes que formaban una barrera natural y se encontró a Anko sentada en posición de loto sobre una pierda. Tenía los ojos cerrados.
—Nunca pensé que fueras una mujer que buscara paz interior —interrumpió sin pena ni remordimiento la meditación.
La expresión de Anko se crispó antes de abrir los ojos y darle una mirada que guardaba molestia. Sakura se rió sin sentirse culpable, acercándose dónde la mujer se deslizó por la roca hasta que sus pies tocaron el suelo.
—Tuve que buscarlo durante todo el mes que te ausentaste —replicó Anko limpiándose las manos entre sí—. ¿Dónde estuviste todo este tiempo?
—¿Un mes? Oh —Sakura silbó, impresionada por el tiempo transcurrido. No se molestó en responder la pregunta.
—Días más, días menos.
—Mn...
—En serio, si no fuera por ese clon tuyo que dejaste... —Anko hizo un gesto a medias— los demás estarían preocupados.
—Sabes que nada les pasará, la barrera los protege de quienes tengan intenciones asesinas.
Al decir esto Sakura cerró los ojos buscando la presencia del clon vigía, creado para buscar exclusivamente los Campos de Concentración. Seguramente al sentir su cuerpo original en estado letargo, decidió regresar a custodiar el bosque y sus alrededores.
Extrajo los pensamientos, vivencias y situaciones con las que se topó su clon. Se vaciaron en su mente, información relevante a la cual reaccionó sonriendo de lado.
Ajeno a esto, Anko continuó hablando.
—Ah, sí, sobre eso, funciona de maravilla dejando pasar a Cazadores Uchiha —ironizó entornando los ojos.
—Ellos no tenían intenciones de lastimarlos. —Sakura abrió los ojos habiendo terminado, sus ojos brillaban con un repentino interés—. De lo contrario, los hubiera detenido apenas pusieron un pie en el bosque.
Pero no lo hizo.
Sakura sabe detectar muy bien las intenciones maliciosas, y de ese grupo, al único que mantuvo los ojos atentos fue en su líder a pesar de que había un fantasma y semidemonio con ellos. Simple curiosidad debido a sus primeras impresiones y recuerdos.
Ahora, en su ausencia del mes y ciertos recuerdos adquiridos, tiene la impresión que todo el enfrentamiento con Sasuke y Konohamaru la última vez se deriva a una comunión más cercana del pasado. Pasaría desapercibido si no fuera por las coincidencias.
¿A cuáles se refiere? Simple: Ryuichi visitó su clon unos días después de la discusión y le recalcó enfáticamente qué no tocara ningún Cazador Uchiha. Una petición que atrajo lo suficiente su atención para poner los ojos sobre ellos.
Así que su clon hizo un seguimiento a unos cuantos Cazadores Uchiha de los alrededores. Se percató, entonces, que al toparse con algunos semidemonios ellos ofrecían refugio en su Clan alegando que su líder los recibirá con los brazos abiertos.
Incluso algunas veces se topó cara a cara con Sasuke, este simplemente asentía con la cabeza en saludo y se alejaba sin intercambiar una sola palabra.
¿Optó una actitud distante cuando antes se veía ansioso por tener su atención? Muy extraño comportamiento.
—Como le dije a tu clon, el mismísimo líder Uchiha se presentó con esa solicitud —repitió Anko imperiosa. Sakura ya lo sabía, es sólo que Anko desconocía qué podía compartir conciencia con su clon tan rápido—. Tu clon pidió que lo rechazáramos y envié la respuesta de inmediato. El líder Uchiha lamenta nuestra negación y dejó el ofrecimiento extendido por si cambiábamos de opinión en el futuro.
Ella misma se hubiera burlado de las intenciones hace un mes, ahora, no hace más que aumentar su interés. Colgado de su hombro Momo saltó al suelo tratando de cazar una pequeña mariposa. Apenas le prestó atención.
—Es honrado de su parte no retirar su ofrecimiento. Me ahorra el esfuerzo persuadirlo —estimó delineándose en labio con la punta del dedo. Anko estrechó sospechosamente los ojos. Sakura dio la media vuelta y se alejó agitando la mano en despedida y Momo corriendo tras de ella—. Me iré por un tiempo, si hay algún inconveniente ya sabes cómo contactarme.
—Debo admitir estoy impresionada.
En el tono incrédulo de su voz se percibía cierta sorpresa y respeto por igual.
Sakura observó intensamente la nieve derritiéndose sobre las hierbas y los árboles que conforman el bosque protegido por una barrera. A ojos de cualquier humano pasaría desapercibido hasta chocar con la imponente barrera traslúcida, pero a sus ojos veía claramente el domo qué cubría la majestuosa Villa de Fuego, hogar de los Cazadores Uchiha.
Elevó la vista considerando qué tantos metros se alzaba desde el suelo. Después la niveló hasta su altura y tocó la barrera, no logró atravesarla.
Qué una barrera logrará frenar así a una Calamidad ya decía mucho.
—Me pregunto ¿con cuanta energía espiritual seré capaz de romperla? —sospesó frotándose la quijada, dando una mirada evaluativa al domo. Contrario a esto, no hizo ningún amago de hacerlo, era más curiosidad que otra cosa.
Saltando desde su hombro, Momo atravesó la barrera sin problema, deteniéndose un breve momento para mirlarla y luego regresó a ella escalando cuidadosamente por la tela de la túnica roja que portaba.
—Mmm, puedes pasar sin problemas —estimó al cruzar los brazos—. Pero tengo la sensación de que no será fácil de romper.
—De eso puedes estar segura.
Haruno reaccionó ante la voz dando un vistazo por el hombro tras escuchar un tintineo de cadenas. Hua Cheng venía caminando a su dirección con las manos en su espalda y una mirada de los más indiferente. Sakura le sonrió felizmente al verlo por fin después de su regreso.
—Hua-ge, por fin apareces.
—Tuve que venir ya que no te dignas a poner un pie en Mansión Paraíso por alguna razón —espetó Hua Cheng deteniéndose junto a ella. No mencionó nada sobre su salida pronta del Monte Tonglu, pero Sakura sabía que no sería una conversación agradable cuando la tuviesen—. Gege vino hace unos años y tuvo problemas para traspasarla, optó por atraer la atención del líder Uchiha e ingresar sin problemas.
Esto impresionó a Sakura.
—¿Hablas en serio?
Hua Cheng asintió dándole un golpecito a la barrera a modo de prueba: —Si el líder Uchiha no es un inepto, en los años transcurridos fortaleció la barrera.
Sakura inclinó la cabeza al costado. Duda mucho que el líder Uchiha fuera un inepto. Ha escuchado alabanzas y prosas sobre su fuerza incomparable. Alguna parte debe ser cierta.
—De todas maneras, no es una duda que quiera saciar ahora. Y si intento romper la barrera me traerá muchos inconvenientes ¿probablemente piensen que les declaro la guerra? —estimó ella inclinando la cabeza de lado, en su hombro, Momo replicó el movimiento cruzado de brazos. Hua Cheng parecía repentinamente divertido al ver el sombrerito de paja en el animal espiritual—. No pretendo hacer daño a nadie, pero mis acciones se malinterpretarán si procedo irreflexivamente.
Sakura le llegaba a Hua Cheng de estatura por muy debajo de los hombros. Tuvo que alzar la vista hasta toparse con esa mirada parcialmente desinteresada sobre su cabeza.
—¿Qué estás buscando hacer, Sakura?
La aludida guardó silencio unos breves momento, acariciando ociosamente a Momo. El animal espiritual se acicalaba bajo sus caricias, a gusto por toda la atención recibida.
—Saciar mi curiosidad —contestó perezosamente.
Es mitad mentira, mitad verdad. Su primera razón es descubrir qué tiene la Villa de Fuego, específicamente los Cazadores Uchiha para atraer la atención de su padre. Ryuichi es un hombre cruel e indiferente con quienes no tiene estima y no es para nada fácil ganársela. No por nada arrebató el liderazgo a un Rey Demonio en tierras extranjeras y las comandó por siglos.
Que un puñado de humanos atrajeran su atención es enigmático.
Y otra de sus razones son sus propios recuerdos. Con cada día que pasa se asientan, llenando espacios vacíos y dejando otros sin resolver. De la misma manera que emprendió viaje andando de pueblo en pueblo por inercia hasta llegar aquí, como si lo hubiese sabido todo el tiempo.
Además, en su viaje, se encontró con información sumamente interesante sobre la Villa de Fuego. No son más que habladurías que van de boca en boca obtenidas tras cambiar de apariencia y sentarse en las posadas conversando con las personas correctas hasta trazar un panorama en general de la situación.
Quería saber que tanto es verdad.
—Espero que tu salida prematura del Horno no se relacione a que intervengas en la guerra —aseveró Hua Cheng entrecerrando su ojo, una expresión severa adornando cada rasgó de su apuesto rostro—. Esos estúpidos de la Corte Celestial se quejarán con gege cuando intente protegerte. No le des problemas.
Solamente en sus pesadillas es que Sakura haría algo así a voluntad propia. Por otro lado, le pareció un poco extraño que Hua Cheng mencionara tal enfoque. Normalmente se burlaría de las quejas de los Oficiales Celestiales y los intimidaría si llegaban a causar problemas a Su Alteza.
—Pobre Lian-ge, sustituyendo al Emperador Celestial en sus vacaciones de una década —se lamentó Sakura—. Es la desventaja de ser el dios más fuerte de los Cielos.
—Hmp. Esos intentos de dioses son tan ineptos que no pueden funcionar si no hay alguien arreándolos como niños estúpidos jugando a ser poderosos.
Sakura se rio entre dientes a sabiendas que Hua Cheng no tiene piedad ni cuidado en insultar a cada Oficial Celestial. No por nada le dicen el Azote de los Cielos, bien ganado dicho título. Y no es la primera vez que lo escucha insultarlos tan magistralmente. Recuerda que en el tiempo que estuvo con ellos, se quejaba dramáticamente con Xie Lian cada vez que este era llamado resolver problemas de otros "Esos inútiles me roban la atención de mi gege" decía miserablemente ese Rey Fantasma.
—Como sea, la guerra me es irrelevante —contestó ella alejando del hombro un mechón de cabello que la brisa de la próxima primavera asomándose—, no tengo motivos para hacer un alboroto.
Era consciente de la guerra, pero no se interesó demasiado en familiarizarse más allá de proteger a los semidemonios. No le veía el caso involucrarse en riñas de humanos que juegan ser poderosos y buscan someter al resto.
Es desagradable, sí, pero no su asunto. Al final, los mismos humanos deben resolver sus conflictos. Ella solamente se ocupa de brindarles protección a los semidemonios y aniquilar los objetos de su venganza.
Hua Cheng le dio una mirada indescifrable y Sakura bufó.
—¿No me crees?
—No. Sé que cambiarás de decisión y tendré que arreglar tu desastre a petición de gege.
—¿Y por qué razón, según tú? Además, que te considere mi hermano mayor no significa que debas ir detrás de mi arreglando, según tú, mis desastres.
No recibió una respuesta pronta. Hua Cheng sonrió fríamente mostrando sus dos caninos, un gesto de lo más frío ya que no había emociones en su ojo visible.
—Lo descubrirás por cuenta. —Hua Cheng dio la media vuelta alejándose.
—¡Hua-ge! —se quejó girándose a él, Momo replicó con un graznido—. Tú nunca dices nada innecesario. Vuelve aquí y dimeeee.
Hua Cheng hizo un gesto con la mano en forma de despedida mientras decía: —Responde a Su Alteza en la red de comunicación privada, de lo contrario, te arrastraré hasta él.
Los hombros de Sakura se tensaron y una mirada sombría cruzó por su rostro.
—... Apuesto que está enojado porqué salí antes del Horno. ¡De acuerdo, de acuerdo, lo haré!
Al exclamar esto último bufó y siguió los mismos pasos de la Calamidad roja, habiendo este desaparecido entre su enjambre de mariposa. Pensó, con un escalofrío, que no quería toparse con un Xie Lian enojado con ella. Es una de las situaciones que le aterra en ese mundo, ni siquiera la furia de Hua Cheng es capaz de eclipsarlo.
Xie Lian podrá aparentar una persona gentil y amable, porqué lo es, pero cuando se enoja... es incluso más imponente que un Rey Fantasma que mide casi los dos metros de altura.
Resignadamente se llevó los dedos a la sien recitando la contraseña. Al mal paso darle prisa.
"¿Lian-ge? Jajaja tanto tiempo sin saludarte..."
"..." Hasta aquí sintió la severa mirada de Xie Lian sin siquiera verlo.
"¡Juro que no he lastimado a nadie que no lo merezca!"
Muy bien, aquí concluye este capítuloooo ¿preguntas? XD
En las aclaraciones generales: de verdad me estaba constando mucho soltar este capítulo, principalmente al ser la primera vez que escribo un poco a profundidad a Hua Cheng y Xie Lian, que son de otra novela y obra, entonces jajaja a mitad del capítulo me di cuenta que los estaba plasmando un poco, eeeh ¿incoherente? especialmente Hua Cheng. En la novela de ellos, como lector vemos a Hua Cheng desde la perspectiva de Xie Lian y es todo "guapo, asombroso, talentoso, coqueto, etc." (XDXD) O sea, el estándar, el top, de top, el que siempre resuelve, etc. Pero desde vista de terceros, Hua Cheng en verdad es un dolor de cabeza y mediantemente cínico, nada compasivo y algo grosero y sumamente poderoso.
Entonces tuve que volver a reescribir porqué olvide que vemos a este par desde la perspetiva de Sakura XD -c lanza al vacío- TUVE QUE REELER LA NOVELA POR ESTO AAAAAh (aunque no supone ningún sacrificio *risas*)
Por otro lado, terminamos el capítulo con Sakura ya interesada en nuestro estimado líder Uchiha -sonrisa socarrona- les dije que no se iba a quedar con los brazos cruzados e iría tras él de alguna u otra manera...
¡Todavía nos queda historia sobre las restantes memorias de Sakura...! Pero eso lo veremos más adelante, eeeeh -mira el documento- quizás capítulo 80 u 81? no sé, dependiendo de cuantas escenas agregue o quite de los borradores.
Ejem.
¡Gracias por leer!
Estaré pasando pronto dejando el siguiente capítulo :) responderé sus dudas, así que no olviden preguntar!
PD1: qué tal los separadores hechos en menos de 30 minutos porqué me aburrieron los otros? opiniones? *sonrisa, sonrisa*
PD 2 para quienes leyeron la novela: en mi headcanon en este fic, Pei Ming es el actual Emperador Celestial. O sea, Xie Lian fue el principal candidato después del final, pero él mismo lo rechazó. (Por si los demás se preguntan, no, esto no es canon en la obra oficial).
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