/72/ El tiempo vuelve a fluir

-Sale rodando-

El título lo dice todo



—Joven maestro, lo sentimos —expresó Konohamaru a las Vísperas del Año Nuevo, de pie en medio del campamento montado en el frente del clan Subaku. Uno de los caminos a defender para evitar que las delegaciones Hyūga atravesaran directamente a los Uzumaki, y por consecuente, llegaran a los Uchiha—. No pudimos convencerlos en que vinieran con nosotros.

—Discúlpenos —repitió Moegi marcando la reverencia.

—No es su culpa, levanten la cabeza —indicó Sasuke empujándolos por los hombros hasta enderezarlos. Ambos jóvenes lo miraron con vierta vergüenza.

—Pero...

—Debí suponer que se negarían —expresó sin dejar que siguieran atormentándose—. Después de todo, siguen siendo perseguidos por los Hyūga para ser asesinados o controlados.

Konohamaru y Moegi intercambiaron miradas dolidas.

Ambos fueron enviados a contactar al grupo de semidemonios que se rumorea su existencia escondida entre las montañas. Entre los territorios de los Nara y los Uzumaki. ANBU encontró, de alguna u otra manera, una ubicación imprecisa y que las deducciones de Sasuke fluyeron tras analizar mapas, vegetación y geografía de la zona.

Empero, la persona a cargo no dejó ni siquiera qué se acercarán demasiado. Era normal, ambos jóvenes son Cazadores de demonios y la reputación en general es de desprecio a los semidemonios. Aunque Konohamaru convenció para que lo escuchara, asegurándole qué no tenía malas intenciones, no creyeron cuando dijeron que el Clan Uchiha les brindarían protección.

Konohamaru dejó su ingenuidad atrás, pero creyó que estás personas cederían.

No cedieron.

—Dijeron... —dudó Moegi acariciando una de sus dos colegas bajas que albergaba unos cuantos copos de nieve—. Dijeron que, a menos que vaya el líder Uchiha en persona, lo pensarían.

Los ojos de Sasuke brillaron de interés, pero Konohamaru la agarró del hombro totalmente escandalizado.

—Moegi, no debiste decir eso —siseó—. Sabes que lo dijo como vía de escape para que nos insistiéramos. Que el joven Sasuke vaya no le hará cambiar de opinión.

—Si lo mencionó, es una posibilidad —estimó seriamente el líder Uchiha. Ante sus palabras, Konohamaru fulminó a Moegi con la mirada. Sasuke los ignoró, sintiendo con la cabeza y golpeando el puño en su palma extendida—. Decidido, esta vez iré yo.

Konohamaru se escandalizó.

—Pero Joven Sasuke, el campamento...

—El Maestro Kakashi se puede encargar por unos días —expresó dando la media vuelta en busca del mencionado. Ambos jóvenes le pisaron los talones a prisas, Sasuke atravesaba el campamentos a grandes zancadas—. Anoche libramos una batalla. Los Subaku por fin recuperaron su territorio por completo.

Dicha batalla se veía reflejado en los heridos recostados dentro de las tiendas montadas improvisadamente en el lugar de la victoria de la batalla. Varios Sanadores iban de aquí y allá acarreando agua del río frío, llevando mantas y medicinas para los heridos. En el otro costado, se preparaba la comida al aire libre.

En la minoría de ellos se podían ver la insignia de los Uchiha en sus ropajes. Entre el grupo, visualizó a Temari ayudando a vendar a un Cazador Uzumaki, del otro lado, Shino probando de un tazón de congee junto a Shisui. Estaban mezclados con algunos Uzumaki y del Clan Menor, los Subaku del cual Gaara era el representante ya que el padre del mismo estaba resguardado en las paredes de su propio hogar. Inducido a coma tras descubrirse qué poseía una Flor de Medianoche.

Hubo muchas bajas de su lado cuando se realizó la verificación. Sasuke recuerda la consternación de los rostros en la Conferencia de Alianza tras revelar la existencia de esa flor maldita, y más en aquellos que la poseían.

En los Clanes Menores, la mayoría de los líderes sucumbieron. En el caso de los Nara, la esposa de Shikaku se vio afectada, y de los Yamanaka (para su desgracia) Inoichi estuvo intacto.

Lo que hubiese dado Sasuke para obtener lo contrario.

Retiró la tela de la entrada a la tienda, esa misma en que debatían estrategias. Había alguien adentro.

Gaara inclinaba medio cuerpo sobre el enorme mapa geográfico trazado sobre la mesa. Junto a él un Cazador Subaku le hablaba en voz baja señalando un punto en específico, y al percatarse de su presencia, se calló. Gaara desvió la vista a Sasuke, enarcando una ceja. Sasuke le devolvió la mirada.

—Si buscas al Anciano Kakashi acaba de marcharse —eligió decir Gaara regresando la vista a la mesa y enderezándose, se veía pensativo.

Sasuke asintió, dando un vistazo al mapa. No hace mucho estaba discutiendo sobre la nueva estrategia, sólo que él se retiró ante la llagada de Konohamaru y Moegi. Creyó que Kakashi seguiría aquí.

—Me marcharé unos días, dejaré al Maestro Kakashi a cargo —avisó a prisas dando la media vuelta sobre sus pasos, antes de ser detenido por Gaara.

—Oye, espera un momento ¿qué es eso que te vas? —irrumpió el Cazador pelirrojo con el ceño frunciéndose. Sasuke le dio un vistazo por el hombro—. No me digas que retrocederás después de la batalla de anoche.

Batalla es un término ambiguo. Sasuke lo catalogaría más como una masacre. Muchos Cazadores Subaku perdieron la vida, pero se alzaron en victoria recuperando las fronteras qué también benefician a los Uchiha y Uzumaki. Las bajas en los Uchiha fueron mínimas, a decir verdad, salieron con heridas mortales, pero vivos. Algunos Uzumaki también perecieron.

Gaara se veía firme, pero no había dormido en tres días, el eco de las heridas se refleja en las vendas alrededor de su pierna y pecho, ayudándole a sanar. A estas alturas, con su poderoso núcleo espiritual, curará rápidamente.

En Sasuke el cansancio siempre fue una sombra pegada a él. No había tenido oportunidad de cambiarse la vestidura y estaba ensangrentado. Tanto sangre suya como ajena, y las vendas alrededor de su pecho tampoco eran una broma.

Sus heridas, por otro lado...

Se distrajo del pensamiento al recodar que Gaara espera una respuesta.

—Es una batalla ganada, no la guerra —expresó girándose para quedar frente a frente.

Ciertamente la relación con Gaara no puede decirse que mejoró en términos amigables, pero tampoco empeoró. Son buenos compañeros marciales, confiando sus espaldas en batalla, pero hasta ahí.

—Las bajas de anoche son una muestra que nos superan en número, necesitamos más manos. Iré a conseguir esas manos.

Los ojos de Gaara se entrecerraron sospechosamente.

—¿Y con aliados te refieres a...?

—Semidemonios.

—Pff.

Gaara no pudo evitar el resoplido qué emergió del pecho al mismo tiempo que negaba con la cabeza. Se perdió la transformación del gesto de Sasuke en una seriedad absoluta hasta que lo miró. Se le borró la risa irónica.

—Imposible, ¿no hablas en serio?

—Siempre hablo en serio.

—No lamento ser quién rompa tus ilusiones, pero dudo mucho que esos semidemonios acepten unirse a nuestra Alianza —objetó duramente Gaara.

—Soy bastante persuasivo.

—Terco, querrás decir.

—Es un término perfecto para definirme.

Se miraron largamente. Gaara intentando comprender sus acciones y Sasuke sin importarle si lo comprendía o no.

—Una vez más, dudo mucho que acepten. ¿Por qué querrían involucrarse en esta guerra? No les concierne.

—Ciertamente, ahora no les concierne —aceptó de inmediato Uchiha, empero, contradijo con lo siguiente—: Sin embargo, en el futuro será un problema. Si los Hyūga ganan la guerra, no descansarán hasta exterminar el último semidemonio. Si nosotros ganamos, tiene la posibilidad de sobrevivir. Además, les ofrezco un hogar sustentable.

A estas alturas no es un secreto entre Clanes que los semidemonios sobrevivientes del asedio permanecen resguardados en la Villa de Fuego, y al parecer son los únicos que no fueron afectados por la Flor de Medianoche. En base a la última reunión, se dictaminó que la Alianza dejarían de cazar a los semidemonios.

Claramente, los mismos semidemonios desconocían este trato; y, por otro lado, no lo creerían fácilmente. Es aquí donde Sasuke debe esforzarse en hacerles saber que estarán a salvo en la Villa de Fuego. Los Hyūga siguen con la búsqueda y utilizándolos como marionetas, porqué una vez los liberan de los grilletes, se vuelven títeres dotados y peligrosos.

Finalmente, Gaara dio por sentado que discutir con él es una causa pérdida. Hizo un ademán de manos, con una mueca consternada.

—Haz lo que quieras. Me da igual mientras no afecte los objetivos de la Alianza —espetó fríamente. Sasuke emitió un "hmp" bastante sonoro, dando a entender que era honrado respecto al trato—. No es por ser metiche, pero ¿a dónde irás?

La expresión de Sasuke decía que sí le importaba decirle.

—No tengo porqué darte explicaciones —espetó dándose la media vuelta dispuesto a largarse. Ya superó su límite de tiempos en que los dos pueden estar en la misma habitación sin rebatir.

Konohamaru y Moegi intercambiaron miradas sutiles, tratando de contener una risa por la actitud desafiante y nada obligada de su líder. Y el otro Cazador Subaku reprimió una risa con una tos mal disimulada.

Gaara entornó los ojos.

—Me importa poco tus asuntos, simplemente quería hacer la buena acción del día y advertirte.

Muy a su pesar, esto atrajo la atención de Sasuke, se detuvo lo suficiente para mirar sobre el hombro, esperando. Gaara había estirado la mano, apuntando cierto lugar en el mapa que se extendía sobre la mesa. Junto a él, su acompañante estaba en silencio, asintiendo ante las acciones de Gaara.

—Aparecieron otros cinco Cazadores asesinado brutalmente —expresó Gaara. Sasuke se acercó, teniendo una mejor vista de la ubicación—. Los últimos asesinatos fueron por esta zona. Sumando a los últimos meses, son veinte casos.

Siendo sincero, Sasuke estimó la coincidencia en que los asesinatos más recientes ocurrieron cerca del objetivo propio. Konohamaru y Moegi lo siguieron, colocándose al costado escuchando el reporte del otro Cazador Subaku, detallando cómo encontraron los cuerpos.

—Varios de ellos presentaron mutilaciones en varias partes del cuerpo, desmembramiento total. Orejas y lengua arrancadas, ojos exprimidos al intentar desviar la energía espiritual. Sus almas, por otro lado...

A la mitad de media oración los rostros de los más jóvenes estaban verdes y lívidos, apartando las vistas con desagrado mientras Subaku seguía y seguía con el informe. Sasuke se encontró imperturbable ante la inhumanidad de las muertes ya que ANBU había informado sobre las anteriores un aspecto similar.

Y, honestamente no es lo peor que ha visto u oído. En esta guerra, con varias batallas ya libradas, los muertos son el pan de cada día.

Estimó en silencio las posibilidades del autor detrás.

—¿Es obra de Suigetsu?

—Es lo más extraño. Hasta ahora, hemos supuesto que los quince Cazadores que aparecieron muertos en estos meses son obra de él. Pero al patrón cambió recientemente —continúo el informe aquel Cazador Subaku—. Los difuntos recientes eran Hyūgas.

—A menos que haya traicionado a Madara, no veo la lógica que asesine a personas de su propio bando —opinó pensativo Konohamaru habiendo recobrado la compostura.

—Exactamente.

—¿Quiere decir que hay otro fantasma? —preguntó Moegi consternada.

—Existe esa posibilidad.

Sasuke se frotó las sienes. Lidiar con otro fantasma. Es lo último que necesitaban ahora con la guerra a cuestas.

Afortunadamente, Naruto y Shikamaru están a su disposición (aunque este último evitó activamente intervenir en luchas, limitándose en cuidar a los enfermos y desaparecer por intervalos largos de semanas). Si hay que lidiar con otro fantasma, está seguro que Shikamaru se pondrá en la brecha. Entra en su categoría de "situaciones en las que sí puedo intervenir".

—De acuerdo, gracias por la advertencia. Tendré cuidado.

—Como sea. Regresa vivo —se despidió Gaara agitando la mano, mientras Sasuke se retiraba con Konohamaru y Moegi a cuestas.

Resulta ser que sí es un fantasma diferente a Suigetsu.

A este punto, Sasuke está a un paso de entornar los ojos o frotarse el rostro, tratando de controlar el inminente dolor de cabeza próximo. Lidiar con otra amenaza, además de la que ya tenían encima, restaba vida a su ya desgraciada existencia.

No pudo evitar suspirar audiblemente, sentando en la mesa de la posada a la que se detuvieron a descansar. Estaban cerca del asentamiento, según la guía de Konohamaru, era cuestión de ascender por el camino del bosque congelado, adentrándose en dirección al río y darían con el grupo de semidemonios.

Por ahora, Sasuke decidió no visitar en plena noche, evitando asustar a los semidemonios y redireccionó a sus acompañantes a la posada más cercana.

Dio un vistazo a la mesa topándose primero con Konohamaru frente a él, riéndose mientras conversaba con Moegi sentada a su lado. Ambos lo siguieron para guiarlo sin contratiempos.

—Come esto. —La voz de Naruto lo distrajo. Estaba sentado a su derecha, deslizando un cuenco de sopa con trozos de carne. El fantasma se negó a dejarlo marchar solo tras enterarse de los asesinatos de los Cazadores.

—Sabrá mejor si le pones estas especies —aconsejó Temari del otro lado, dejándole frente a él un frasco pequeño con olor picante. No esperó que ella se sumara al viaje con el argumento que, si los semidemonios veían a una de su especie sana y salva dando testimonio de la veracidad, accederían.

Un argumento sólido cabe destacar. No lo pensó antes porqué Temari se enlistó en el campamento luchando las batallas, una de las mejores guerreras que ha conocido. No por nada entre los de su especie era considerada una de las más feroces y fuertes.

—Espera, el joven Sasuke apenas soporta lo picante —intervino Konohamaru alejando el frasco del alcance del líder Uchiha, quién veía con ojos medio muertos el intercambio. Temari se burló, diciendo que le quitan lo delicioso a la vida y Konohamaru se sumergió a una disputa de la cual "lo picante denigra el verdadero sabor del sazón".

Una sonrisa suave se escabulló en la boca de Sasuke, centrándose en la sensación agradable de su pecho. Pocas veces logra identificar cuando algo le causa alegría, esta reunión inesperada le trajo cierta sensación de familiaridad a pesar de estar en medio de una guerra.

Era como estar en casa.

Lamentablemente, fuera de esta, las aldeas por las que pasaron tenían una capa lúgubre. Los rumores y crímenes se extendieron, siendo antagonizados principalmente por el bando de los Hyūga saqueando varias

La Alianza movilizó a varios Cazadores buscando proteger a la gente común, desafortunadamente eran superados en algún momento y debían evacuar. Al final, optaron por ir directamente a la evacuación.

Las aldeas que seguían en pie estaban dentro de los límites de los territorios de los Grandes Clanes, dónde los Hyūga no han traspasado ya que la Alianza los mantiene a raya luchando contra los Cazadores opositores. Como el caso de este pueblo, pequeño y oculto entre los bosques nevados. Subsistiendo a su propia manera sin intervenir con las grandes aldeas.

Sin embargo, hay un rasgo que desconcierta a Sasuke de sobremanera. En los anteriores pueblos se sentía la incertidumbre colectiva de sus habitantes.

Trataban de seguir con sus vidas, lo cierto es que es difícil aparentar normalidad cuando la muerte puede tocar la puerta en cualquier momento. Con preguntas complejas. ¿Cuánto duraría la protección de los Cazadores? ¿Estarían verdaderamente seguros? ¿Quién vencerá sobre quién?

Contrario a lo anterior, este pueblo no poseía esa capa caótica o reflejaban miedo. Al contrario, se reían y el ambiente, aunque no es del todo festivo, si es ameno.

Volviendo a su pensamiento inicial. Los rumores de este nuevo fantasma emergieron en el comedor.

Inicialmente vinieron de la mesera. Colocando los platillos en la mesa, los miró a todos con un gesto evaluativo sin disimular. Naruto atrapó su mirada y groseramente le preguntó que si tenía algo en el rostro.

—Naruto —reprendió Sasuke ante el tono muy respectivo qué utilizó el fantasma.

—¿Qué? —expresó Naruto con la boca llena de comida—. Ella nos está mirando raro.

—Simplemente me preguntaba si son Cazadores —expresó la chica con un mordisco, dándose la media vuelta y yéndose, no sin antes decir—: Porqué ellos no duran mucho por estos lares.

—¿Es una amenaza? —inquirió Konohamaru indignado, pero la mesera ya nos los escuchó.

—Qué va, joven maestro. Tómalo como una advertencia —le corrigió alguien ajeno a ellos.

Simultáneamente los integrantes del grupo viraron el rostro a la izquierda, la siguiente mesa ocupada por dos hombres de mediana edad disfrutando de unos onigiris. Quien habló fue el que tenía una cicatriz en la barbilla, el otro, canoso ni siquiera les dedicó media mirada.

—Y con mucho peso, son Cazadores de demonios —continuó hablando el mismo hombre dándoles un vistazo rápido.

El grupo traía ropajes de entrenamiento y la insignia de los Uchiha en la manga, todos sin excepción. El único que resalta como un pulgar adolorido es Sasuke, con su kimonos blancos y guantes negro, al igual que Momo con durmiendo plácidamente dentro de los pliegues. Con la cabeza colgando al ras.

El hombre miró con incredulidad al animal espiritual antes de enfocarse.

—Será una suerte si salen con vida —finalizó el hombre.

—¿Salir con vida? ¿Hay algo que amenace nuestra integridad física? —preguntó Temari con mucho interés para tratarse de un peligro inminente.

Él segundo hombre desconocido enarcó una ceja.

—¿En verdad no han escuchado los rumores? —respondió con otra pregunta. Al ver que ninguno del grupo hizo ademán de reconocimiento, el hombre bufó y giro medio cuerpo a ellos como si estuviera preparado a mantener una conversación—. Se dice que en el bosque habita un espíritu maligno qué asesina a todo aquel que entra en él. Hasta ahora han sido Cazadores, los locales están exentos. Pero ya saben cómo son los rumores, no todos los Cazadores que se adentra terminan muertos.

—¿Han venido más Cazadores por esta zona? —inquirió Sasuke inclinando un poco la cabeza.

—Recientemente sí. No puedo decir con exactitud de qué Clan son, pero del último grupo nada más sobrevivieron tres.

—Los demás... —intervino el canoso pasando un pulgar por el cuello y dejando caer su cabeza a un lado en señal de "muerte".

—Un espíritu tan vicioso les debe traer muchos problemas.

—¡Al contrario, nos ha beneficiado mucho! —exclamó el hombre de la cicatriz ante la insinuación de Temari.

La estupefacción se marcó en la expresión de cada uno del grupo. Mirándose de reojo, asegurándose qué escucharon lo mismo.

—¿Qué? —soltó Konohamaru—. ¿Beneficiado el tener un espíritu maligno cerca? Los espíritus son muy violentos e impredecibles, sin ofender —agregó rápidamente en dirección a Naruto quien se encogió no dándose por completamente aludido.

Ajeno esto, el hombre de la cicatriz tragó el último onigiri antes de hablar sin que le pidieran una explicación.

—Como Cazadores deberían saberlo, pero supongo que como no es su territorio lo ignoran —expresó con un tono quejumbroso—. Este pueblo estaba acabado antes de que comenzara la guerra hace siete meses. En los últimos dos años rendíamos en sacrifico a uno de nuestros habitantes cada mes a un demonio que vivía en el bosque y amenazaba con matarnos a todos. ¿Imaginas la magnitud de tener qué sacrificar a uno de los tuyos por el bien mayor?

—Es horrible —aportó el otro hombre. Su amigo asintió pesadamente, apretando las manos entre la raza que sostenía.

El grupo se mantuvo en silencio por respeto y expectantes al relato.

—Pedimos ayuda a los Hyūga, pero rechazaron la solicitud puesto que "ya lo teníamos solucionado" —entornó los ojos con furia al cielo—. Vivimos con el miedo constante que ese demonio se arrepintiera del trato y aniquilara la aldea. Pero, hace meses, la situación cambió repentinamente. En el sacrificio mensual, el demonio no apareció.

—Eh —Moegi, a su pesar, se intrigó—. ¿Ningún rastro de él?

—Ninguno. Creímos que estaba probándonos e hicimos rito el día siguiente, tampoco apareció.

Extraño. Pero para Sasuke, ya se hacía una idea de lo que sucedió con ese demonio contando que ahora el bosque lo habita ese espíritu resentido. También de que ahí mismo se encuentra el asentamiento de semidemonios a la cual acudirán.

—Y de pronto, un día, apareció una carta en la puerta de la jefa de la aldea que decía solamente una frase: "ya no tienen que rendir tributo".

—¡Causó una gran conmoción! Pero desde entonces, no ha habido ningún espíritu, demonio o cadáver en los alrededores. —La aportación dejó más interesados al grupo—. Es más, desde que inició la guerra, la mayoría de los Cazadores Hyūga qué intentan saquearnos terminan muertos al día siguiente.

—No hemos tenido registro de esos asesinatos —murmuró Sasuke, pensativo.

—Hmp, quizás porqué nos encargamos de su sepultura. No queremos que se conviertan en cadáveres feroces y nos ataquen —dijo el hombre de la cicatriz con desdén—. Así que la aparición de ese espíritu nos trajo más calma que desesperación.

—¿Y cómo es?

—¿El espíritu? —inquirió el hombre canoso. Ante el asentamiento de Konohamaru, lanzó una risa rasposa—. Es lo más enigmático del asunto, nadie lo ha visto.

—Sólo sabemos que está presente por la melodía de una dizi y un aroma intenso de flores.

Ni bien terminó su frase, una nota musical retumbó en el lugar. Sintiéndose lejano, pero al mismo tiempo, presente. Una flauta resonando con tonos nostálgicos y cálidos en pleno invierno.

—Oh, Yurei ya empezó a tocar —dijo el hombre canoso virando sobre el hombro, con una sonrisa de lado.

—¿Yurei?

—Así le decimos al espíritu.

Sasuke había desplazado la vista en dirección a la puerta, escuchando atentamente. El sonido del dizi, donde quiera que la oyese, siempre le recuerda a Sakura. Las veces que tocaron juntos melodías, especialmente la canción que conecta a las Almas Gemelas. Sumerge en la música sin contenciones. Es uno de los recuerdos más apreciados que guarda en el corazón.

Con el sabor semiamargo permaneció quieto, oyendo las entonadas experimentadas. Y repentinamente, el aroma del aire cambió sutilmente. Las ventiscas del invierno trajeron un olor singular para la época del año en la que las flores marchitan.

Un aroma fresada y amaderado, cambiando a un ambiente sofisticado y sensualidad por igual.

—¿Aroma a cerezos en pleno invierno? —olfateó audiblemente Moegi.

—Eso quiere decir que Yurei está vigilando los alrededores —informó el hombre con cierta satisfacción.

En otras palabras, el espíritu sabía de la presencia del grupo.

Ajeno a esto, Sasuke se mantuvo absorto, observando algo maravillado los pétalos de cerezos qué revolotearon desde la puerta y ventanas, danzando en el ambiente del comedor maravillando con su presencia a los comensales. A su alrededor muchos dejaron sus comidas para contemplar el suceso y comentar entre sí sobre el espíritu.

Dominado por el impulso estiró la mano, atrapando un pétalo de cerezo. Al tacto era suave y cálido, fresco y nostálgico para él. En que solamente veía cierta temporada a las flores de cerezo florecer, le reconfortó mucho esta vista.

Pronto los pétalos se arremolinaron al centro y luego salieron disparados por la puerta. El pétalo en su mano permaneció con él, hasta que Sasuke estiro la palma dejándolo ir y, como si tuviese vida propia, el pétalo siguió al esto.

Más tarde, sumergido en la penumbra de su habitación, tuvo el valor en sacar el guqin y sentarse frente a la ventana abierta. Admirando en silencio los copos de nueve caer, ligero y frío. Puntos blancos acumulándose en los techos y que seguramente en la mañana serían una capa blanca tan perfecta.

No por primera vez en el día, pensó en Sakura. Los pétalos rosados vibrantes de vida trajeron a él recuerdos gratos, de los días que oír su armoniosa risa era su única ambición.

De verla sonreír de oreja a oreja, admirar su heterocromía, un rasgo qué pocas veces vio, pero le fascinó desde el primer momento que lo descubrió.

De la anticipación cuando sabía que lo intimidaría con comentarios desvergonzados y aun así él cayendo por gusto en su trampa.

De los besos y aventuras que compartieron.

Sin embargo, todo eso se esfumó. Desde la muerte de su prometida siente que el tiempo a su alrededor se detuvo. No importa cuantas veces vea florecer los cerezos o las estaciones pasar. Siempre tiene la sensación que su propio tiempo se quedó quieto, congelado en el invierno.

Un invierno qué no puede atravesar.

A lo lejos, las melodías de una dizi resuenan. Alza la cabeza en dirección a los tejados y observa, sin mirar o esperar ver algo que lo sacuda. En cambio, se gira con el guqin en los brazos y se sienta en el suelo.

Comienza a tocar una melodía baja, composición sin letra ni nombre. Una de las tantas partituras sin terminar porqué cada vez que toca el guqin sin intenciones de batalla, termina en un estado letárgico y creando nuevas melodías en las que derrama sus emociones.

Esa noche, sintió algo removerse en su interior.

Al día siguiente, por la tarde, Sasuke se detuvo frente a dos árboles en medio del bosque qué formaba un arco natural. Desde las gruesas ramas cayendo en raíces y hojas que cubrían el agujero como un velo, separándolos del asentamiento y el bosque.

—Es aquí —dijo Konohamaru señalando los árboles—. La última vez casi me rebanaron la cabeza al entrar, es mejor esperar a que alguien venga.

—Esta vez fue más difícil de encontrar —se quejó Moegi en voz baja.

La razón principal de esto se debía a que, como sospecharon inicialmente, hay algo que protege el asentamiento. Una especie de ilusión óptica qué afecta al bosque. Por tanto, estuvieron dando vueltas por el mismo camino durante horas hasta que Konohamaru halló una brecha en medio de su confusión y lograron salir.

Al principio estuvieron alertas al espíritu Yurei, vigilando todos sus ángulos esperando un ataque sorpresa, pero nunca se toparon con una amenaza real. En pleno invierno el bosque se sumergió en cierta tranquilidad helada. Aun así, no bajaron la guardia y continuaron avanzando. Y aquí están.

Sasuke contempló la entrada con cierta anticipación. Luego se giró a los demás.

—Es posible que se pongan nerviosos si ven un grupo más grande. Así que, Naruto —llamó y el fantasma dejó de rascarse la garganta, viéndose muy aburrido. Le dirigió de inmediato sus ojos azules zafiro—. Lleva a Moegi contigo y vigilen los alrededores. Hasta ahora no nos hemos encontrado con el espíritu, pero hay una posibilidad. Sabe que estamos aquí.

—Hecho. Andando, Moegi.

—Sí.

Moegi corrió hasta Naruto qué se abalanzó por los árboles. La chica desenvainó la espada y la montó para volar y alcanzarlo. El fantasma era muy rápido moviéndose.

Al quedarse los tres, esperaron pacientemente en la entrada después que Sasuke tocara la pared de hiedras caídas y retrocediera. Se limitaron a contemplar en repleto silencio, agudizando los oídos en total concentración. A excepción de Konohamaru qué lanzaba miradas ocasionales en dirección en donde desaparecieron Moegi y Naruto.

Sasuke curvó la boca en diversión y dijo: —No te preocupes por Moegi. Naruto está con ella.

El joven castaño respingó al verse descubierto y bruscamente dirigió la vista a la hiedra, con las mejillas calientes y parpadeando furiosamente.

—No estoy preocupado —renegó resentido con Sasuke por exhibirlo. A este le importaba poco su resentimiento—. Sólo me preguntaba si se habrán encontrado con el espíritu.

—Si el espíritu hubiese querido matarnos, habría aprovechado la confusión de la ilusión para hacerlo —opinó Sasuke regresando la vista al frente, sintiendo una presencia acercarse a ellos desde el otro lado.

—Además, si aparece, Naruto puede lidiar con ello. También es un fantasma —aportó Temari buscando tranquilizar las ideas paranoicas del menor.

Resultó todo lo contrario.

Konohamaru hizo una mueca de dolor fingido.

—Eso me da menos confianza. Si no le beneficia, Naruto no lo protegerá.

—Pero sabe que, si Moegi sale lastimada, Sasuke se preocupará. Y Naruto detesta que Sasuke se preocupe.

—Eso sí.

—Así que la cuidará.

—¿Tú crees?

—Estoy muy segura. He estado observando a Naruto, y...

—Atención —habló Sasuke interrumpiendo su plática.

Inmediatamente dejaron su charla y se concentraron. Al cabo de unos segundos los pasos del otro lado se volvieron sonoros hasta detenerse al borde de las hiedras. Una mano emergió apartando las hileras y se descubrió el rostro de una mujer con ojos feroces.

—Me preguntaba quién perturbaba mi hogar. Ciertamente no esperaba encontrar a Cazadores de demonios aquí.

Los tres estaban a una distancia prudente de la entrada. Konohamaru reaccionó cayendo en una reverencia practicada. Entre todos los clanes, nadie podía debatir que los Uchiha poseía una gama de modales impecables cuando se lo proponen.

—Madam Anko, nos volvemos a encontrar.

—No esperaba que regresaras y trayendo contigo a más de tu pandilla —espetó la mujer escaneándolos duramente con la mirada. La sospecha se asienta en cada rasgo de su hermoso rostro.

Sasuke soportó ese barrido de ojos, contemplándola a su vez. La cabellera de Anko estaba amarrado en una coleta alta y puntiagudo, ojos castaños lo taladran, como si quisiera asesinaron ahí mismo. No la culpa, en verdad, al desconfiar de ellos.

—¿Y bien? —incitó ella impaciente.

Fue el turno de Sasuke en inclinarse en una reverencia mientras se presentaba.

—Madam Anko, soy Uchiha Sasuke, líder del Clan Uchiha y he venido personalmente a llegar a un trato con usted.

Anko ensanchó un poco los ojos, dirigiéndose incrédula a Konohamaru: —¿En verdad trajiste a tu líder de Clan?

—Usted dijo que consideraría la propuesta si lo hacía —se defendió alegremente Konohamaru sin culpa ni pena cuando desde el principio se opuso a la idea de que Sasuke viniera en persona.

Anko negó con la cabeza, todavía impresionada.

—Lo dije para ahuyentarte.

—Lo sé. Pero no dejaría caer en saco roto el deseo de mi joven maestro.

Dicho joven maestro dio un paso al frente, sólo uno por qué no quería parecer amenazador. Buscó que la atención de Anko recayera en él. Funcionó. Los ojos castaños de Anko lo taladraron sin compasión.

—Deseo ¿eh?

—La propuesta que le planteó mi discípulo es verídica. —Inició él trayendo consigo cada una de sus razones—. El Clan Uchiha les ofrece protección a usted y su gente, sean cuantos que sean. Contamos con refugio, suficiente comida y protección impenetrable.

—Suena bastante bueno para ser real. Se lo dije a tu discípulo y te lo digo a ti: no confío en los Cazadores. ¿Quién me asegura que no es una trampa elaborada para llevarnos a los campos de concentración, y así asesinarnos?

—Es de esperarse su escepticismo, pero ¿confiaría más en la palabra de uno de los suyos? —tanteó terreno Uchiha, haciendo una seña a Temari que no dudó en acercarse—. Ella vino conmigo a presentar su testimonio.

—¿Y de qué me sirve el testimonio de una desconocida?

—Conocerás la perspectiva de una semidemonio que ha vivido en la Villa de Fuego por tres años —aludió Temari al mismo tiempo que se desabrochó la capa y deslizó un poco las vendas del cuello, revelando así el grillete maldito. Los ojos de Anko se ensancharon, callándose de cualquier opinión que tuviera en la punta de la lengua—. Mi nombre es Suzuki Temari. Doy fe y veracidad de que el líder Uchiha es sincero con su ofrecimiento.

—¿Suzuki Temari? —susurró Anko, pasmada. Ojos castaños revolotearon en el aspecto de la rubia, deteniéndose en el enorme abanico que cargaba en la espada. Hubo una comprensión sorda y un brillo en sus ojos castaños—. Vaya, pensé que todo el asentamiento de Sasori pereció en el asedio.

—Afortunadamente algunos sobrevivimos y el líder Uchiha tuvo la amabilidad de acogernos en su hogar. —Temari se abrochó la capa, sin dejar de hablar y mirándola directamente a los ojos—. Y se volvió nuestro hogar también.

Las cejas de Anko se fruncieron, pensativa. Alternando la vista entre Sasuke y Temari, como si pudiera desenredar los finos secretos que escondiese el Cazador. Con los brazos cruzado y la expresión turbada, Anko movió una de sus manos de forma interrogativa.

—Supongamos que aceptamos ¿qué daremos a cambio? —cuestionó duramente, y antes de que Sasuke pudiera replicar, Anko lo abordó con una sonrisa desdeñosa—. Comprende, líder Uchiha, que nada en el mundo es gratis. Tu discípulo dijo que no querías nada de nosotros, pero se me hade difícil de creer. Debes buscar algo de nosotros.

—Pues créalo, Madam Anko —replicó de inmediato Sasuke, aun sabiendo la verdad detrás—. No busco nada de ustedes, simplemente que dejen de ser perseguidos.

—Te harás de enemigo a medio Mundo Cazador.

—En este momento estamos más concentrados en la guerra contra los Hyūga que lidiar con otros asuntos. Además, se acordó no seguir cazando a los semidemonios ya que presenté pruebas que no se vuelven "locos".

La nueva información interesó de sobremanera a Anko. Los rumores claramente llegaron a ellos, siendo el argumento inicial de su persecución, es obvio que estarían atentos ante las menciones. También podría existir una tensión interna, sin saber qué sucedía para que los otros semidemonios enloquecieran y atacaran sin medida.

—¿Y se puede saber qué tipo de pruebas?

—Una de las razones por la que los Hyūga están ganando dominio muy rápido —dijo Sasuke, lo cual no es secreto—. Existe una flor que es capaz de manipular a las personas. Los semidemonios fueron los principales afectados y ya se extendió a los Cazadores. Poseo una manera de comprobar si una persona tiene dicha flor o no.

Las dudas volvieron en Anko al preguntar: —¿Y qué haces con quienes tienen la flor?

—Los inducimos a coma para evitar que avancen los efectos. No puedo... asegurar con certeza tengamos ya una manera de librarlos del efecto, pero nos compra tiempo para seguir buscando la solución —dijo con franqueza ganándose una mirada escandalizada de Temari y Konohamaru por igual. Rostros que decían "¿¡Por qué dijiste eso!? ¡No da confianza!".

Empero, Sasuke no les devolvió el gesto. Manteniéndose sereno y honesto con Anko. Si quería atraerlos a ellos, debía dar ciertas impresiones e interpretar la verdad. Si bien le dijo a Gaara que buscaría reclutas y convenció al Consejo bajo ese argumento, no los obligaría a luchar esta guerra. Han tenido suficiente con las persecuciones, si ellos querían vivir pacíficamente dentro de la Villa de Fuego, Sasuke no los detendría.

Porqué es una deuda que está pagando consigo mismo.

Una manera de retribuir lo que los Cazadores hicieron durante décadas a los semidemonios, conducidos por prejuicios absurdos y letales. No reparará el daño, no regresará a todos aquellos que murieron injustamente, pero a los que permanecieron les dará una posibilidad.

Que se unan a las filas de batalla o no, no es que le importe mucho a Sasuke. Porqué conoce los corazones de quienes son suprimidos, y ver su lugar seguro ser amenazado, no dudarán en luchar por mantenerlo. Es una apuesta grande, sí, una en la que Sasuke confía plenamente.

Él simplemente está ayudando a adelantar los sucesos.

Anko lo miró por un largo y tendido instante, pareciendo que sus pensamientos giraban en torno en todos lo que Sasuke expresó. Buscando y estirando cada una de sus palabras; el mismo Cazador podía estimarlo con solamente verla. Esta mujer era transparente en su desconfianza al igual que su estimación.

En verdad lo está considerando.

—... Viéndolo desde ese punto, suena prometedor, pero... —chasqueó la lengua, descruzando los brazos al suspirar audiblemente. Se veía la duda recorriendo cada gesto—. Debo consultarlo.

—¿Con el espíritu Yurei?

La repentina pregunta atrajo no solamente la mirada impresionada de Anko, al igual de la estupefacta de Konohamaru y Temari, esta última dio un paso al costado tratando de comprender.

—Sasuke ¿a qué te refieres? ¿Qué tiene que ver el espíritu con todo esto?

—Que es el guardián del asentamiento —expresó él con calma.

—¿Cómo estás muy seguro de eso? —Anko se vio un poco defensiva.

Con una de sus manos enfundadas en guantes, Sasuke hizo un ademán a su alrededor, Konohamaru lo siguió con la vista como si pudiese ver algo. El Cazador procedió a decir: —La barrera ilusoria únicamente se puede mantener con energía espiritual, todos ustedes son semidemonios y no tienen acceso. A menos que haya un humano muy versado entre ustedes; pero incluso así, se necesita de un control preciso energía espiritual para mantener este campo de protección.

La boca de Anko se abrió y cerró en un chasquido.

Sasuke siguió adelante con su conjetura: —El espíritu Yurei ha matado a varios Cazadores de demonios, en su mayoría Hyūga. Desde la guerra los demás Clanes retrocedieron en sus actividades de caza con los semidemonios, pero los Hyūga no. Especialmente si se adentran a este bosque, no salen vivos. Nosotros hemos estado casi toda la tarde dentro del bosque y no he sentido ninguna intensión asesina dirigida a nosotros. Además, Madam Anko, habló en plural. Pareciera que lo estimaría con su gente, pero en realidad, debe rendir cuentas al espíritu.

Internamente, Konohamaru parecía maravillado al mirar a Sasuke, casi alabando su inteligencia y deducción. No es por anda, pero los años sólo hicieron que el ya-no-adolescente admirara más y más a su mentor. Además ¡es la primera vez en años que lo escucha hablar tanto! Compartió este último pensamiento con Temari, que parecía impresionada por la cantidad de palabras que Sasuke podía decir de golpe.

—Y así como lo ves, dicen que es callado —susurró Konohamaru a Temari, quién asintió con asombro, dándole discretamente un pulgar arriba.

—Dicen que debes cuidarte de los callados, son los más peligrosos.

Ajenos a ellos, Sasuke y Anko se debatían en miradas. Al final, la mujer no pudo negarlo, se frotó la nuca con una sonrisa bailando en sus labios y una mirada llena de consternación.

—Líder Uchiha, es usted muy inteligente. —Fue la primera vez que le habló con respeto.

Sasuke únicamente aceptó sus palabras, y esperó. Aunque no mucho, Anko dejó escapar otro suspiro y bajó las manos. Se veían las dagas sobresalientes en las muñecas y no hacía esfuerzo por ocultarlas. Una clara advertencia.

—Como dije, debo consultarlo antes de aceptar o rechazar definitivamente su propuesta. ¿Le importaría si le hacemos llegar nuestra respuesta por escrito?

Al final, no fue una causa pérdida o ganada. Llegaron a un punto muerto y Sasuke caminó de regresó con cierta decepción en el estómago. Esperaba que Anko aceptara sin más, pero, supuso, desde inicio no la tuvieron sencillo. Y es de esperarse las sospechas. Si él estuviese en su lugar, lo pensaría una y otras veces antes de poner a la vida de los suyos en manos de otros.

Pero eso no evitó su estado de ánimo un poco decadente.

—Vamos ¡arriba esos ánimos! —Temari le dio unas palmaditas en el hombro, tratando de animarlo.

Del otro lado, Konohamaru asintió efusivo, estirando los brazos.

—¡Estoy seguro que aceptarán! Madam Anko se ve una mujer analítica. No dejará pasar una oportunidad así.

—Eso espero —susurró Sasuke enfocando la vista al frente.

Los árboles se torcían y creaban un arco natural sobre ellos. Al terminar el túnel, volvieron al centro del bosque muy rápido, y ahí se percató que la ilusión es más fuerte de lo que imaginó. Les llevó horas llegar al final, y ahora les tomó poco tiempo cruzar la mitad del camino.

¿Qué tan poderoso es el espíritu Yurei?

Se obligó a sacudirse el desanimó e hizo señas a las dos personas que venían con él.

—Busquemos a Naruto y Moegi antes de regresar a la posada.

Se encaminaron por el lado izquierdo del bosque, buscando ser lo menos amenazadores posibles. El hecho que Anko converse con el espíritu Yurei no les garantiza que estén a salvo, así que anduvieron atentos a cada sonido e irregularidad. A lo lejos, entre las ramas, se podía ver la puesta del sol, escondiéndose en el horizonte. Algunos cuervos posados en las ramas graznaban, aleteando las alas.

Poco a poco daba paso al ocaso, el cielo tiñéndose de un rojo extraño e intenso, combinado con el purpura que daba paso a la oscuridad de la noche. Vagamente Sasuke se preguntó qué clase de luna contemplaría hoy, y también, la elección de platos en la cena.

—Mm. ¿Qué les parece dangos para cenar? —inquirió Sasuke de pronto.

Acostumbrados a sus repentinas preguntas fuera de contexto, Konohamaru y Temari no dudaron en seguirle la corriente.

—Joven maestro, eso no es cena.

—Lo es si sabes combinarlo con otros platillos.

—Señorita Temari, dígale algo.

—¿Y con qué platillos pretendes combinarlos?

—¡Oye, eso no!

—Vi que hacían una especie de crema de semillas...

Las divagaciones quedaron en el olvido cuando un grito cortó el aire. Cuervos se alzaron en vuelo, revoloteando ante el angustiante eco humano. Los Cazadores llevaron las manos a los mangos de sus espadas y Temari alcanzó el abanico, balanceándolo al frente creando una especie de escudo frontal.

—Ese grito no se escuchó como Moegi o Naruto —estimó Konohamaru con los sentidos atentos.

—Debe haber más personas en el bosque. ¿Qué hacemos, Sasuke? —inquirió Temari observando su alrededor.

El mismo Sasuke había expandido los sentidos, tratando de escuchar más allá del susurro de las ramas desnudas, del graznido de los cuervos que repentinamente alzaron vuelo; de pisadas lejanas de pies hundiéndose en la nieve a un ritmo acelerado. Alguien corría, huyendo quizás. El aire traía consigo una sensación espeluznante que erizaba los vellos del disgusto.

Al mismo tiempo, Sasuke ordenó avanzar y tropezaron con otra ventisca. Esta vez trajo consigo una avalancha del olor floral que sintieron en la posada, a lo lejos visualizó manchas rosas. Pétalos de flores que se aproximaban, pero no lo hacían solos.

—¡Auxilio! ¡Qué alguien me ayude! —gritaba esa persona corriendo desesperada. A pesar de tener una espada en mano y agitarla contra, increíblemente, los pétalos, el terror nublaba su juicio. Cuando esa persona los vio, casi se cae y volvió a gritar— ¡Ayúdenme! ¡Se los suplico!

Bueno, Sasuke es rápido en dar ayuda. Utilizando paso veloz se acercó, aunque no sabía muy bien exactamente de qué lo ayudaría. Al dar un vistazo a su alrededor, notó que había pétalos incrustados en varias partes del cuerpo. Casi le sorprendió como un pétalo, al que tuvo oportunidad de tocar, tan suave y flexible, fingió como una cuchilla filosa.

Dispersó los pétalos de cerezos restantes con el movimiento de su espada desenvainada. El remolino los disperso y los pétalos se balancearon con la nueva ventisca, pareciendo tener vida propia y se alejaron. Rápidamente Sasuke tomó del hombro al sujeto, percatándose de que traía ropas con insignia del Clan Yamanaka.

Ah. No es que le tuviera especial cariño a ese clan, por supuesto.

—¿Qué haces aquí? ¿Acaso no escuchaste lo peligroso que es? —cuestionó Sasuke. No es quién para decirlo, claro, pero nadie ajeno conocía sus verdaderas intenciones detrás de su visita.

Aquel Cazador Yamanaka temblaba arrodillado en el suelo, apenas tuvo la fuerza en sostener la espada. Cuando Temari y Konohamaru se acercaron, mirando a los alrededores tras ver la clara muestra de que el espíritu Yurei podría estar cerca, el Cazador Yamanaka se sacudió y tomó de su cabeza con ambas manos.

—D-Debe ser una locura. Esa cosa ¡ese espíritu nos atacó sorpresivamente! —gritó el hombre, negando con la cabeza—. Se supone ataca solamente a los Hyūga ¡no entiendo por qué intentó matarnos!

Los ojos entrecerrados de Sasuke se llenaron de sospechas. ¿Cómo saben los Yamanaka sobre los Cazadores Hyūga? ¿Los del pueblo les dijeron y fueron tan ingenuos como para acercarse?

—¿Por qué vinieron hasta aquí?

—Recibimos informes sobre un espíritu maligno que ataca la aldea al pie del bosque —contentó todavía tembloroso—. La señorita Ino tomó la solicitud y nos guio hasta aquí. Pero fue un error, ¡ese espíritu nos acorraló apenas entramos! ¡Sonó una maldita flauta y varios fantasmas aparecieron de la nada y nos atacaron! ¡Tres murieron al instante! Oh, dioses, la señorita Ino ¡ella corrió del otro lado!

Un par de gritos provinieron del extremo contrario de dónde provino el Cazador. Llenando el aire de más inquietud y trayendo miedo al hombre, quién tembló de pies a cabeza y se tomó de la cabeza. Como su estuviese traumado.

Pero lo único que Sasuke podía enfocarse es en sus palabras. Esta situación en particular no le traía recuerdos muy gratos. Si cerraba los ojos, estiraría su mano y atraparía el recuerdo del Bosque de la Muerte y su batalla campal.

No lo hizo, tuvo que concentrarse.

—Temari, auxilia al mínimo a otros Cazadores y bajen la montaña. Tú, acompáñala —le espetó al Cazador Yamanaka que parecía asustado en demasía como para rebatir a la dura orden del líder Uchiha. A cuestas se levantó, tratando de mantenerse en pie—. Si ella sale lastimada, iré contra ti de inmediato. Y no querrás probar mi malhumor.

Tales palabras provocaron un estremecimiento en el Cazador, quién miró de reojo a Temari. Ella sonrió con los labios pegados en respuesta, avanzando en dirección contraria y saludando a los otros dos.

—¡Los espero en la aldea!

—Joven maestro ¿no es riesgoso que vaya sola? —inquirió Konohamaru al verla partir.

—Si mis sospechas son ciertas, el espíritu no la atacara. Es una semidemonio después de todo. Y de habernos queridos eliminar al resto, lo hubiese hecho desde que pusimos un pie dentro del bosque, pero no nos topamos con él.

—Bueno, tiene sentido.

Ambos avanzaron resueltamente por el bosque buscando a los otros Cazadores. Con toda honestidad, Sasuke preferiría dar media vuelta y dejar a Ino a su suerte. Es rencoroso, sí, y mucho cuando se lo propone. Sin embargo, si Ino moría no tendría sentido su plan detallado que llevaría a cabo después, en que involucra a Ino sufriendo bajo las leyes de los Cazadores. O por propia mano. Mejor aún.

Entonces sí, la salvará solamente para que experimente la justicia después. No le dará el gusto de concederle una muerte rápida en manos ajenas. Porqué está segura que el espíritu Yurei la matará de un tajo, o, si tiene suerte, termine como las otras muertes horrorosas de las que escuchó.

No tardaron mucho en hallar a otros Cazadores. Konohamaru se encargó esta vez, habiendo visto la técnica de Sasuke, dispersó de un tajo los pétalos. Los Cazadores casi lloran de alegría al verlos. Más allá, un par de Cazadores muertos. Reconocibles solamente por sus ropajes, lo demás se expresa en una masa de huesos y carne.

Una vista así perturbaría a cualquiera. No a Sasuke. Se acercó con el fin de analizarlo a profundidad, pero no contó que Momo, que llevaba durmiendo desde la mañana en los pliegues del kimono, de pronto saliera disparado corriendo hacia el bosque.

Su corazón dio un vuelco.

—¡Momo, regresa! —exclamó sorprendido y preocupado en partes iguales.

—¡Lo alcanzaré! —gritó Konohamaru ya corriendo tras del animal espiritual que impresionantemente iba a una velocidad extravagante—. ¿Qué le sucede? ¡Corre muy rápido! ¡Momo! ¡Detente y te daré todas las nueces que quieras!

Ni así Momo aminoró su marcha.

Sasuke no se distrajo. Indicó a los Cazadores que se marcharan si podían ponerse de pie, de lo contrario, se quedaran ahí e hicieran talismanes de ocultación que les ayudaría a pasar desapercibidos. Esto suponiendo que el espíritu Yurei no los buscara activamente, de lo contrario, podía despedirse de sus vidas.

Y, llámenlo egoísta e hipócrita, pero Sasuke no gastará su aliento ni energía con los Yamanaka cuando su discípulo y animal espiritual se adentraron al bosque.

El trayecto en alcanzar a Konohamaru lo recordaría más tarde con una risa histérica. Más tarde, pensaría que, en retrospectiva, todas las señales estuvieron ahí y no se molestó en asociarlas.

Por qué no lo creían posible.

La vida cambia de un instante a otro. Unas palabras construirías un mundo, o, al contrario, lo destruiría por completo hasta reducirlo en cenizas. Y en el caso de Sasuke ¿cómo es posible que estos dos contextos coexisten en el interior de su pecho?

Ni él mismo lo sabía.

Y es peligroso. Muy peligroso la ignorancia.

A medida que avanza hay una anticipación que ni él mismo conoce. De voces a gritos y chillidos espeluznante, hay uno agudo que reconoce para su propio mal. Ino. Además de eso, los graznidos de los cuervos que acechan con sus grandes ojos, observándolo con mucha atención el panorama, casi queriendo devorarlo, pero no atreviendo a hacerlo.

Hay una energía pesada, viciosa y maligna asentándose a medida que atraviesa los árboles. La nieve bajo sus pies se tiñó de roja por la sangre y cadáveres dispersos lo saludaron. No se detuvo, con la vista al frente, traspasó el último arco con hiedras que lo divide de Konohamaru y Momo.

Al poner un pie del otro lado, derrapó un poco y se estabilizó con las mismas.

Entonces, tras alzar la vista, por primera vez en cinco años, su mundo se sacude por completo.

Un mundo que creyó jamás volvería a moverse los engranes del tiempo, uno del que siempre hay invierno en el corazón. Una helades imaginaria que lo entume de pies a cabeza y una rutina a la cual se zambulle con la esperanza de recuperar un poco de su cordura. Misma que sabe pierde cada día, a cada segundo.

Pero hoy, mientras se detiene por completo y mira al frente, lo único que ve es el motivo por el cual su mundo se detuvo. Un estallido de rosa en hebras largas y suaves, telas rojas que envuelven el cuerpo de alguien a quien vio por última vez destrozado y ojos verdes que destellan vida.

Una vida que le fue arrebatada de la peor manera.

Estático, los único que puede pronunciar aturdido, helado y lleno de anhelo, es su nombre: —Sakura.

Ella lo mira.

Y el tiempo vuelve a fluir.




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